Cuando la razón gana el arrepentimiento llega 2
Todo se congelaba cuando estábamos juntas, solo existíamos ella y yo
Llego la semana de exámenes así que acordamos reunirnos varios días para estudiar, no tenía la menor idea de que esos días servirían para darme cuenta de tantas cosas que estaban latentes pero que en realidad ignoraba.
Luego de clases iríamos a almorzar a mi casa, ese día estaba completamente hermosa y radiante, un vestido blanco cubría su delgado cuerpo, su cabello suelto y liso que era resaltado por una leve brisa que corría aquella tarde.
- Quiero decirte algo, pero solo diré hasta cuando terminemos de comer, no quiero arruinar el almuerzo- soltando una risa picarona.
- Que sucede- le dije- mirándola con inquietud
- Nada, solo que soy alérgica a la piña y justo de esto estamos tomando- sonrió- pero ya me lo tome todo así que no importa porque igual me encanta.
- Ella sabía lo mucho que me preocupaba su bienestar, así que me enoje y no le hable hasta después de comer y acomodarnos en la habitación para estudiar.
Estaba acostada a mi lado me miraba fijamente, su rostro era perfecto: hermosas pecas, nariz pequeña, ojos redondos, labios rosados, piel blanca; no sabía que sucedía conmigo, tenía una sensación de llenarla de caricias que jamás me había sucedido y menos con una mujer, menos con ella que al conocerla no me pareció nada atractiva, era como si el tiempo se hubiese detenido en sus ojos, como si no hubiera nada en el mundo, solo ella y yo; La mire de igual forma como ella lo hacía conmigo, no resistí así que extendí mi mano y la coloque en su mejilla, con la yema de mis dedos acaricie todo su rostro como dibujando sobre su piel, tome su mano y con mis dos manos la apretaba tiernamente mientras la acariciaba, cuando mi dedo iba pasando por sus labios, de una forma juguetona me mordió, reaccione por un momento me levante y solo miraba lejos.
- Que te sucede- me dijo- sin mirarme, solo seguía acostada sonriendo.
- Nada, solo que me estoy encariñando mucho contigo y suelo hacerle daño a la gente que está a mi alrededor,
- No pasara nada, eres la mejor persona que he podido conocer, no tengas miedo, tu amistad es lo más valioso para mí en este momento, gracias por llegar a mi vida y hacerme sonreír como solo tú puedes hacerlo.
Note que tenía el dedo de su dedo del pie lastimado, - que le paso a tu dedo Liliana?
- Nada solo me tropecé.
- Pero estas sangrando porque no me habías dicho nada? Ya regreso iré por algo para curarte.
- No, no te pondré en esas, es incomodo para mí.
- Tome un algodón y lo unte con un poco de antiséptico.
- Esto te hará sentir mejor- me miro, sonrió y solo dijo: gracias por ser quien eres.
Ese día por la noche no pude sacarla de mi mente, no podía ocultar la sonrisa que ella provocaba en mí. Hablábamos a cada momento, cuando no estábamos juntas, nos mandábamos mensajes de textos, nos llamábamos al teléfono o hablamos por internet, no acostumbrarme a ella era imposible.
Después de ese día, empezó a comportarse más cariñosa conmigo con relación a como era antes, yo siempre había sido muy tímida por lo cual no hacía mucho. En clases se sentaba a mi lado y me tomaba de la mano, para mí era extraño, por esa razón con disimulo quitaba mi mano de la de ella, cuando estábamos a solas, recostaba su cabeza en mi abdomen y me miraba fijamente diciéndome lo mucho que le gustaba mi cabello.
Empecé a notar sus celos hacia cualquier persona con la que ella viera que hablaba demasiado, y yo también con ella, olvide tenía novio, pues cada día su relación se deterioraba mas y mas, en realidad eso no me interesaba, puesto que conscientemente solo era mi amiga y mas nada.
Me miro y me dio un beso en la mejilla - uno de estos días besare tus labios.
Solo guarde silencio.
No sabía que sucedía, mi confusión sobre aquella situación aumentaba cada vez más, no sabía que pasaba conmigo, no sabía que pensaba ella, no sabía si solo éramos buenas amigas y solo eso.