Cuando la química se pone en marcha - 1a parte

Cuando la química se pone en marcha, hay muy pocas cosas que la puedan limitar. Tras nuestro primer encuentro, todo se revolucionó en nuestras vidas. Y lo primero era buscar una nueva excusa para volver a vernos y continuar con nuestra aventura.

Cuando la química se pone en marcha, hay muy pocas cosas que la puedan limitar. Tras nuestro primer encuentro, todo se revolucionó en nuestras vidas. Y lo primero era buscar una nueva excusa para volver a vernos y continuar con nuestra aventura.

Pasaron unas semanas de contacto continúo. Mensajes, llamadas, ponernos locos imaginando lo que nos haríamos al volver a vernos … la sexualidad rebosaba por todos  nuestros rincones y Ana era un volcán en aquellos días ( hoy lo sigue siendo). Llegó a confesar que se sentía emputecida. Era contactar y me confesaba que sus bragas se humedecían. Por mi lado, las erecciones eran continuas al escuchar su voz o leer sus mensajes de whatsapp.

Buscamos, de nuevo, nuestro momento. Un martes a primera hora para dedicarnos el día y vernos en un sitio a mitad de camino entre ambos. Llegué primero y me tocó esperar unos minutos a que llegara con su coche. Aparcó cerca y se acercó orgullosa a mi coche: “Te deseo, buenos días” fue el saludo nada más vernos. Venía con un vestido ajustado que realzaba todas sus curvas y unos tacones que estilizaban su cuerpo. Que pedazo de mujer !!!

Nos besamos con hambre atrasada y nos tranquilizamos un poco. Nada más sentarse en el coche abrió sus piernas y el vestido se subió. Mi mano como un imán se dirigió hacia sus bragas que ya estaban mojadas y sus labios sonreían a través de la tela, respondiendo a las caricias de mis dedos.

Era cuestión de moverse para no llamar mucho la atención y nos fuimos a las cercanías de un hostal donde estuvimos el primer día. Ana estaba impresionante. Sus 35 años exhuberantes con curvas sensuales no paraba de enviarme señales corporales. En pocos minutos nos acomodamos en una habitación, silenciamos móviles y nos alejamos una vez más del planeta en ese momento.

La edad, mis 51 años, me hacen verlo con más tranquilidad. No tenía ninguna prisa y así se lo hice sentir desde la primera caricia. Con ella me siento como caballero jedi. Ella quería quitarme la ropa y avanzar rápido y yo sólo quería tranquilizarla y que sintiera cada una de mis caricias y suaves besos. Extender el momento y gozarlo hasta el último sorbo.

Así comencé a subir el vestido. Apartar su lencería y besar sus bellos pezones. Cerró los ojos y se dejaba llevar por mis besos y caricias mientras la desnudaba, poco a poco y sin prisas. Me encanta desnudarla y adorarla a besos mientras mis manos la rodean por su cintura. Solo la deje en tacones.

La pedí que apoyara sus manos sobre la pared para situarme a su espalda y acariciarla sin prisa pero sin descanso mientras besaba su cuello. Estaba entregada a mis caricias. Baje besando su espalda mientras acariciaba sus glúteos y jugaba con su sexo chorreante desde mi posición. Que hembra !!!

Mis dedos entraban en su sexo con suma facilidad y salían empapados. Chupé y la dí a chupar mis dedos cubiertos de sus jugos sexuales. Sus ojos brillaban y sus labios ronroneaban un suave: Cabrón, no pares …

Tras los besos, la atraje hasta la cama para tumbarla boca arriba y que mis labios se apoderaran de su sexo. Hay cosas que siempre recuerdas. Y el sabor de su sexo es una de ellas, hoy casi un año después. Me encanta dominar a mi pareja a base de placer.

Soy su cabrón y lo acepta. Cabrón, me voy a correr !!! es lo que entendí antes de notar su coño inundado de placer. Jamás había logrado esa química con una mujer tan rápido. Sus piernas se arqueaban, su vientre latía y su cuerpo se tensaba entre mis manos.

Después de unos minutos, me quité toda la ropa y sus tacones para meternos entre las sábanas para sentir nuestras pieles y cuerpos unidos. Quedaba mucha mañana para dedicarnos placer. No tardó en acariciarme y en bajar a agarrar mi polla que hacía rato que pedía guerra.

Ana tiene el poder de excitarme con sus miradas, palabras y olores. Se define como mujer caliente y yo, a su lado, me siento como bombero en permanente estado de emergencia.

En ese estado de necesidad mutua, se subió sobre mí, y se metió la polla. Habitualmente, no para quieta un instante y subida sobre mí comenzó a mover su pelvis para gozar la húmeda penetración en un sexo bañado en jugos vaginales.

Si quiero volverla loca del todo, solo he de concentrarme en sus pezones. Y así como estaba se los agarre y los abarque con mis labios para morderlos suavemente y llenarla de besos. Me encanta esa sensación de dominarla y que descontrole su mirada, perdida en el vacío, o su gesto de placer. es superior a mí. El deseo de hacer gozar a una mujer, una y otra vez me puede.

Una vez abierta, su necesidad de placer la hizo escalar por mi cuerpo hasta apoderarse de mi boca con su hambriento sexo. Sentir sus labios sexuales abiertos y sedientos de placer mojando toda mi boca es uno de los máximos placeres que disfruto. Increíble sentir como el orgasmo crece alrededor de su coño hasta llegar al punto de no retorno donde su pelvis no se retira ni un milímetro de mis labios y se corre como la gran hembra que és.

Son momentos grabados en mi memoria, los orgasmos de cada una de las mujeres a las que he tenido la fortuna de amar, y los de Ana no los puedo, ni podré olvidar jamás.

Recuerdo que así me senté junto al respaldo de la cama y la hice que se sentará delante de mí. Mientras recuperaba el aliento, la abrazaba y besaba me decía: Eres increible !!! Jamás me había corrido así ni habia tenido tanta necesidad de sentir placer.

Así entre confidencias seguimos acariciandonos mutuamente en un largo día que solo acababa de comenzar … continuará si así lo desean. Se aceptan comentarios en mi email: maveloefa@gmail.com