Cuando estábamos en casa de los abuelos

Dos hermanos mujer y varón cuentan sus historias con los abuelos...

CUANDO ESTABAMOS EN LA CASA DE LOS ABUELOS

Allá hace tiempo ya cuando conocí a Rodolfo, él fue quien me contó digamos  está caliente y bella historia, al menos para mí.

Resulto ser, que una familia de tantas en este mundo y en esta ciudad, se reunían regularmente en la casa de los abuelos.

La casa de los abuelos era el centro de todo lo que se celebraba. En aquellos tiempos era así. Todo lo que ocurría pasaba generalmente en la casa de los abuelos.

Rodolfo, en ese entonces,  era un chico de diecisiete, alto y bien formado, practicaba deportes en aquella época y con su hermana Elisa regularmente se quedaban en la casa de los abuelos aquellos, cuando las fiestas o reuniones se terminaban, incluso pasaban largas temporadas en verano.

Y él no se quejaba sino que me conto que la pasaba bárbaro, pero sin saber la otra parte de la historia. De eso se enteró muchos años después hablando con Elisa su hermana.

La   abuela de Rodolfo era una hermosa mujer que andaría por los cincuenta. Los ojos de la mujer eran claros y de brillo sensual. A él siempre le pareció una hembra brava. Siempre le produjo erecciones. Tenía un culo de novela. Siempre la veía de vestidos hasta las rodillas y se imaginaba los muslos torneados. Tenía sueños de sexo salvaje con ella y nunca pensó que se le harían realidad.

Las tetas de la abuela eran generosas. Se marcaban en aquellos vestidos delicados que usaba. Se marcaban a veces hasta los pezones. Rodolfo pispeaba y su verga se ponía dura como estaca.

No era muy compinche en esos días con su hermana Elisa. Digamos que hacían la suya aunque compartían la casa cuando quedaban esos vernos con los abuelos. Solo se cruzaban en la mesa o por algún juego en los días de lluvia que no se podía andar afuera.

Elisa veía en su abuelo un macho imponente, secretamente siempre estuvo enamorada o encantada con aquel hombre. Lo veía como galán de cine. Espaldas anchas, cuerpo fornido, a veces se calentaba tanto viendo esa barba de algunos días que le teñían el rostro varonil de una sombra que a los ojos de ella lo volvían mas macho y mas hombre y el fuego la consumía en la entrepierna.

Ocurrió entonces que una tarde de tantas, no se recuerda la hora, pero la hermana le contó a Rodolfo, que venía del parque corriendo porque se orinaba. Subió las escaleras porque supuso que  ese baño estaría libre e intempestivamente abrió la puerta y encontró al abuelo con la manguera en la mano orinando. El hombre no se inmuto y solo le dijo

__¡Ohh estaba apurado Elisita, espérame que ya , ohhh!!__ mientras largaba un chorro de pis grueso en tanto sostenía la serpiente entre sus manos. Ella no podía quitar la vista de aquella vergota y casi se orina encima de la lujuria y calentura que sobrevino ante esa visión.

__¡Parece que te gusta lo que ves!__ acotó el abuelo ahora sacudiendo el pez entre las manos grandes y de largos dedos.

__¡Acércate si quieres verla mejor Elisita!__ sugirió el depravado hombre y Elisa se movió encantada y caliente. La chica de curvas hermosas, joven, tetitas turgentes y soberbias. La escena obviamente al maduro macho lo calentaban también porque aquella poronga estaba gorda e inclusive buscaba ponerse dura. Elisa se puso casi rozando al abuelo.

__¡Ves, es linda no!__ dando por sentado.

__¡Si, si!__ balbuceó la caliente jovencita.

__¿Quieres tocarla?__ preguntó el abuelo endurecido

__¿Puedo?

__¡Si claro si quieres!__ Elisa casi temblando de calentura, mojada su vagina, chorreando jugos, paso sus dedos finos a lo largo del machete que creí y el abuelo gimió, suspiro.

__¡Tócala más si quieres!¡Juega con ella!__ indujo el maduro abuelo. La cara y la baba de la chica hacían que el abuelo se pusiera mas cachondo. La mano de la chica apresaba la trucha. La  acariciaba, masajeando. Los gemidos del abuelo empezaron a sacudir el ambiente.

La detuvo unos instantes para sentarse sobre la tapa del inodoro, luego de tirar la cadena. Ya la vergota del abuelo estaba muy dura y bien erguida.

__¡pero tu venías por algo al baño!__ advirtió aquel hombre.

__¡Si me estoy orinando abuelo!

__¡Oh entonces ven, ven aquí!__ y se volvió a poner de pie y haciendo el gesto invito a su nieta a que se sentara ella, levantando la tapa del objeto. Ella se sentó y espero, el chorro no tardo en venir, el abuelo se masajeaba a la verga mirando como el orín salía de la conchita depilada de su nieta. Ese espectáculo lo puso aún más ardiente.

El abuelo se acercó a Elisa que miraba bambolear la pijota del hombre, este le quitó la remerita de color blanco que tenía la nieta. No tenía corpiño y aparecieron las aún pequeñas tetitas de la chica que suspiraba jadeando cada vez más caliente. Elisa permanecía sentada aún goteando orina. Las tetas fueron acariciadas por el abuelo. Los pezones se volvieron rígidos de inmediato.

__¿Quieres besar mi pija?__ preguntó muy caliente aquel hombre

__¡Me gustaría abuelito!

__¡Ohhhh me encanta que me llames así, toma, métela en tu boca!!!__ acto seguido Elisa metió la roja y brillante cabeza en su boquita casi virgen. La vara se inflamo un poco mas y estuvo a punto de ahogarse.

En esos mismos instantes, lo supieron mucho tiempo después, Rodolfo se encontraba en la cama leyendo una revista de historietas, en eso su abuela, entró en la habitación y cerró la puerta. llevaba un camisón transparente. Los ojos del chico se abrieron desmesuradamente. Veía las tetas impresionantes con los pezones erectos. Enseguida se le erizo la piel y la verga de Rodolfo sintió un golpe eléctrico haciendo que se levantara.

__¡Hola Rodito!

__¡Abuela!

__¡Te gusta el camisón!

__¡Sí es transparente!__ empezó a sudar y ella acarició su pierna desnuda ya que tenía shorts puestos.

__¡Ohh si…veo que te gusta!!__ exclamó cuando paso suavemente la mano por la entrepierna dura. Apretó y Rodolfo gimió caliente. Desabrocho el short sin que Rodolfo hiciera nada. Solo tragaba saliva muy caliente, la mano de la abuela busco la víbora hinchada y dura.

__¡Ohhh Rodito estas caliente y tu salchicha es grande, me encanta!!__ jugó con ella hasta sacar el pantaloncito. La vara de Rodo se irguió y era una carnosidad intimidante.

__¡Has sido bendecido Rodito!__ dicho esto la abuela se quitó el camisón mostrando su cuerpo desnudo. Sus caderas desnudas y apetecibles, sus tetas hermosas.

__¿Te gusta?__ pregunto sonriendo la madura mujer

__¡Ohhh siii, siii!!!__ dijo Rodolfo en tanto la abuela respiraba y lamía el garrote.

La saliva de Elisa dejo brillante el garrote del abuelo que gemía parado al lado de ella, la nieta.

__¡Oh mi linda niña!…¡que boca tierna!…¡ahhhhh!!!…¡eres una criaturita sublime amor!!!…¿quieres que el abuelito te meta su cosa?

__¡Claro abuelito, dame tu verga!!__ dijo la preciosa Elisa babeando, chorreando, gotitas de pre semen y saliva mezclados. El abuelo saco su herramienta de la boca de su nieta y agachándose un poco hundió la lengua en la boca de la joven. Profundo. Brazas encendidas.

De la boca de la chica paso a las tetitas erguidas duritas y aún chiquitas pero tan sabrosas. La chica gimió y sintió correr en su cuerpo choques eléctricos.

Rodolfo sintió la lengua de la mujer, su abuela, rodeando el pijón gordo y no tan largo, venoso, imponente de igual manera. La mamada de la abuela le hacía gemir brutalmente y retorcerse en las sábanas. Gemía, gruñía y clamaba por más.

Elisa lentamente se sentó en la vergota vibrante del abuelo. Se quejó de dolor. Una punzada brava y caliente. Sintió que ardía pero el placer fue ganando terreno. El gusto por aquel vergón la hacía perder todo contacto con la realidad. Su conchita se abrió dejando paso a la herramienta del abuelo que gruñí de placer y lujuria.

__¡Ohhh que apretadita es tu conchita cariñito!!

__¿Te gusta abuelito?

__¡Siii, eres una diosa para mí!!!

__¡Ohh me endulzas el oído!__ decía la joven en tanto subía y bajaba por la barra de carne de aquel maduro macho. Las bocas de ambos se encontraban en besos luminosos y de profunda ternura.

La boca de Rodolfo llegó a la conchita de su abuela que lo esperaba con las piernas abiertas. La lengua se hundió en la cueva que chorreaba de manera profusa y abundante. Líquidos que babeaban. Rodolfo lamió y beso el clítoris paradito y sabroso. Su abuela gimió y suspiro y empezó a jadear levemente. La verga de Rodolfo estaba como roca. De vez en cuando el mismo la masajeaba.

__¡Mas abajo, cariño, en el agujero, anda!!!__ en una exhalación suplico su madura abuela. Entonces Rodolfo se encontró con el ojete de la abuela dispuesto a ser comido y besado y chupado. Rodolfo arranco gruñidos de la mujer, que suplicaba que continuara allí. Luego el chico sin que nadie le dijera metió un dedo y la mujer vibro y se retorció caliente y a gusto. Metió dos dedos y recorrió a su manera el profundo túnel abierto por él y para él. La saliva penetraba de manera abundante y el agujero se abría cada vez más, dilatándose.

Elisa casi saltaba cabalgando al abuelo que sudaba y gemía. Las cabalgatas de la nieta lo iban consumiendo. La fiebre se hacía cada vez más alta. Las bocas se reunían explotando en chupones líquidos y pegajosos.

El abuelo sentía que sus bolas iban a estallar de un momento a otro y que la culpable de todo aquello era su nieta calentona, tan calentona como su mujer y el mismo. La chica cabalgaba gimiendo y explotando en cuantiosos orgasmos, incontables. El abuelo de pronto se aferró a las tetitas, las pellizco, las mordió, y entre gruñidos y lamentos fue largando su leche en la conchita joven de Elisa que explotaba una vez más entre sollozos de felicidad y placer.

Rodolfo metió de un empujón su verga rocosa en el ojete de la abuela que lo recibió entre aullidos y gemidos profundos. Rodolfo empujó, penetró casi salvaje, sin experiencia y empezó a taladrar sin descanso el culito abierto de la abuela. Prendido a las tetas gozosas y alzadas de la madura mujer.

Los huevos gordos del chico rebotan en las nalgas poderosas de la abuela que está en cuatro patas totalmente entregada al pedazo de carne que la sodomiza y la somete y ella encantada resopla, suspira, gime, pide por más, sacando la cola empinada hacia atrás. Rodolfo se prende a las magnificas caderas de la madura mujer, no la suelta, se prende como animalito perdido. Serrucha, taladra sin descanso, sabiendo que su leche vendrá de un momento a otro.

__¡Ahhh abuela, voy a acabar…en cualquier momento, ohhh, que culo divino tienes!!

__¡Es todo tuyo…cariño…ahhh…para siempre!!!__ Rodolfo se va a venir en cualquier momento pero sigue empujando, su virilidad y su ímpetu juvenil no le permiten pensar en detenerse para disfrutar un poco más. Sabe que pronto estará de nuevo firme, así es que muerde el cuello y la nuca de la madura abuela, serrucha, está con toda su experiencia,  estira sus manos y sus dedos alcanzan a rozar las bolas del chico, esto es la gota que rebalsa la copa y entre gruñidos de animal salvaje el chico empieza a largar cataratas de semen, llenando el ojete de la abuela que muerde la almohada ahogando sus gemidos aullantes y ardientes, el placer máximo, para luego caer de bruces con la poronga aun enterrada en su cola. Y quedarse allí unos minutos extensos sintiendo como late la verga aún hinchada en su cola gozada por el nieto.-