Cuando el sexo no es suficiente (2)

Cuando no puedes controlar tu propio vicio, tener que cuidar de tu amigo borracho puede provocar situaciones muy tensas.

Comerte una polla te cambia la vida necesariamente, y más si es un pollazo negro tan grande como tu antebrazo. A partir de mi encuentro con Abdou, mi forma de pensar ha cambiado. El concepto "fidelidad" ha empezado a pesar menos frente a otros como el "disfrute", el "vicio" o la "diversión". Me he dado cuenta que a mis 30 años me queda mucho sexo por descubrir y disfrutar. Dentro de mí hay un sentimiento cercano al que tenía al inicio de la pubertad, cuando cualquier cosa me ponía cachondo y me pajeaba viendo como se masturbaban mis compañeros de clase mientras hablábamos de guarradas y de cómo nos follaríamos a tal tía. Unos tiempos en los que el sexo era algo tan nuevo que no estaba cargado de prejuicios.

A pesar de mis debates internos y de ciertos remordimientos, unos días después de mi contacto con el África negra, mi rabo volvía a estar descontrolado. El sábado por la mañana, mi mujer me la empezó a comer en medio de un calentón justo antes de irse a su clase de yoga. En eso estábamos cuando su mejor amiga Sandra, la mujer de Ramón, la pasó a buscar y se tuvo que largar. Yo también había quedado con Ramón y mi sobrino Pol para ir un rato al gimnasio, así que acabé de vestirme y salí fuera a esperarles. Minutos después Pol me recogió en su Golf GTI blanco. Pol tiene 18 años recién cumplidos y está intentando acabar el bachillerato. El cabrón está más pendiente de sus múltiples ligues, de los coches y del deporte que de los estudios. Mi hermana y su marido, dueño de cuatro de los gimnasios que hay en mi ciudad, no hacen más que malcriarle. El cabroncete tiene unos 18 añazos, debe medir 1,77 o así, es rubito, con cara de niño malote, y está muy fibrado y definido, yo siempre hago coña con él y le digo que parece uno de esos adolescentes que salen en las series americanas. Hasta aquella tarde Pol no me inspiraba nada más que amistad y un amor digamos... fraternal.

En el gimnasio nos reunimos con Ramón y nos estuvimos currando pectoral y bíceps durante un buen rato hasta que nos cansamos. El gimnasio, que era uno de los que tienen los padres de Pol, estaba casi desierto a esa hora de la mañana. Al entrar en el vestuario, me senté en la banqueta y empecé a desnudarme con calma. Ramón se desvistió de pie a mi lado hasta quedarse en unos slips blancos de algodón con la cintura elástica negra. El sudor y el hecho de que se te hinchen los músculos después de haber levantado peso hicieron que empezara a verle con otros ojos. Su pollazo descansaba en ese abultado paquete. Aunque con un poco de tripita, con esas piernazas, esa espalda y esos brazos... Ramón parecía un guerrero espartano.

-Qué peludo eres tío, pareces un animal –soltó Pol queriendo putear a Ramón.

-Chaval, los de mi generación éramos así, los que subís ahora no tenéis vello, parecéis nenas.

-Mi tío casi no tiene vello, cabronazo... –dijo mirando mi pecho.

-Bueno, en el pecho no, pero en las piernas sí tengo... y... bueno, donde hay que tenerlo. -Pol ya se había quitado casi toda la ropa, sólo llevaba puestos unos boxers negros.

-¿Y no os molestan?

-Que coño me van a molestar... –Ramón se bajó los calzoncillos de un tirón. Su polla colgaba bamboleante, rodeada de un oscuro vello negro que se iba clareando en dirección a las piernas, pero que parecía hacerse más espeso en dirección a su culo. Se dio la vuelta y nos dejo ver su espalda, sin vello eso sí, y sus nalgas cubiertas de una capa fina de vello negro cada vez más denso a medida que se acercaba al centro de ese duro culazo.- Un hombre de verdad tiene pelos... en el culo... –Ramón apoyó su pierna en el banco y se abrió las nalgas durante unos segundos dejando a la vista una raja cubierta de vello oscuro-. Jajajaja... -su carcajada retumbó en el vestuario.

-Qué burro eres tío... jeje... –mi polla empezaba a reaccionar ahí abajo.

-Pues yo no tengo casi pelo en el cuerpo, pero el que tengo me lo depilo... y siempre que he follado me han dicho que les encanta... además, a mi me mola no tenerlo, se me notan más los músculos... –Pol se tocó el pecho y los brazos sin cortarse un pelo.

-Cabroncete engreído... jejeje –dije divertido sin perderme detalle de los movimientos de sus manos en ese cuerpo tan joven y fibrado.

-¿Te depilas todo? –Soltó Ramón con curiosidad.

-Casi... –respondió mi sobrino y sin más se bajó los boxers y dejó a la vista una polla flácida bastante gorda pero no muy larga, de piel clara y apoyada en un par de buenos huevos depilados. Sólo había una ligera capa de vello púbico casi rubio encima de su rabo. Se dio la vuelta y nos enseñó un culo muy duro y prieto sin nada de vello.

-¿El culo también te lo depilas? Jajajaja... –soltó Ramón intentando picarle.

Y mi sobrino ni corto ni perezoso levantó la pierna, la apoyó en el banco, se inclinó un poco y dejó la raja de ese culazo a la vista. Ni un pelo, sólo un agujero rosado que me dejó flipado. Fueron sólo unos segundos, pero esa visión me calentó tanto que, cuando Pol se dio la vuelta, yo seguía mirando en dirección al espacio que había ocupado su culo. Ramón pasó por su lado en dirección a la ducha y le dio una sonora palmada en el culo...

-No le veo ventajas... pero por lo menos tardarás menos en limpiarte cuando vayas a cagar... jajaja –soltó mientras se metía en la ducha.

-Qué cazurro eres tío... modernízate que las tías van a pasar de ti...

-Va de macho español... –añadí.

-Pues no me quiero imaginar lo que notarán las tías que le cojan el culo mientras se las folla... sobre todo si lleva un par de días sin probar el agua...

-Ufff... –suspiré sin demasiada convicción.

-¿A ti que te parece eso de depilarte?

-No sé... nunca lo he pensado.

-Es muy cómodo... –insistió mi sobrino mientras se tocaba la polla y los huevos allí de pie delante de mi cara. Durante un instante su mano acarició sus nalgas y se perdió en su raja-. A la tía le encantaría seguro... la primera vez que me lo depilé acabaron comiéndome el culo...

Su confesión me dejó helado. Mi sobrino con pinta de killo chungo y con fama de romper coños mientras destroza corazones me suelta que le han comido el culo después de depilárselo. Mi rabo estaba completamente tieso en ese momento.

-No sé... me da pereza depilarme incluso las piernas...

-Bueno, eso tiene fácil solución, yo tengo una máquina de estas de depilación para tíos que es la hostia, un día, si quieres, la pruebas...

-Mmm... vale... –dije sin saber muy bien qué decir.

-¿Vienes a la ducha?

-Ahora voy....

Ahí me quedé, intentando bajar mi erección, flipando por lo que me acababa de soltar mi sobrino sobre las comidas de culo que le hacían. Por suerte tardé tanto en ir a al ducha que cuando me metí bajo el agua, mis dos compañeros ya estaban de vuelta para vestirse.

Entonces yo aún no lo sabía, pero ese sábado todavía no se habían acabado las emociones fuertes. La mujer de Ramón y la mía nos habían obligado a acompañarlas esa misma noche a una cena con todos los alumnos y los profesores del centro de actividades al que iban a hacer yoga. A Ramón y a mí nos parecía una putada y sabíamos que nos íbamos a aburrir mucho, pero no teníamos otra opción... cuando tu mujer quiere algo y amenaza con una huelga en todas sus funciones, tú sólo puedes asentir y quedarte callado. La cena era en un restaurante a las afueras de la cuidad, uno de esos grandes restaurantes a pie de carretera con ambiente cutrelux y decoración setentera.

En el aparcamiento nos cruzamos con el Mitsubishi Montero de Ramón y su mujer, Sandra, que iba espectacular con un vestido negro muy escotado que le remarcaba ese par de melones que cazaron a mi colega. La verdad es que hacían buena pareja. Mi amigo iba vestido con unos vaqueros que le macaban sus patorras y su buen culazo, y una camisa de manga larga negra que parecía que iba a reventar en la zona del pecho y los brazos. Su forma de andar, tan chula y prepotente, le hacía parecer un tío borde o agresivo, aunque en el fondo era un trozo de pan, o eso creía yo.

Durante toda la cena, mi mujer y la mujer de Ramón estuvieron hablando con conocidos y conocidas del centro de actividades, ahí había gente que practicaba todo tipo de danzas y actividades deportivas, desde el yoga hasta la capoeira, pasando por el aeróbic o el flamenco. Marta, mi mujer, estaba especialmente amable con uno de nuestros compañeros de mesa, un chico mulato de unos 25 años, más alto que yo y que parecía tener un cuerpazo muy defindo y marcado. Durante toda la cena mantuvieron una animada conversación.

Después de cenar, empezó el inevitable baile, en este caso un poco especial porque era más bien una exhibición de danzas que un baile al "estilo libre". Así que Ramón y yo estábamos fuera de combate. Mi colega seguía bebiendo y bebiendo como si su estómago no tuviera fin.

-Sonia hablaba mucho con el profe de capoeria... a ver si te los va a estar poniendo... jeje –murmuró Ramón, que ya empezaba a estar muy borracho.

-Bueno, a ver si se la folla y la espabila... –bromeé-. ¿Has visto qué buena está esa mulata de la mesa del fondo?

-Buenísima... pero creo que no es ella...

-¿Ella?

-Pues eso tío... que no es una tía...

-¿Y entonces qué es?

-Un travelo, coño...

-Anda, Ramón, no te flipes... como va a ser esa tía un tío...

-Si es la profesora de salsa, es un travelo, me lo contó Sandra...

El cambio de música no pudo venirnos mejor, de repente empezó a sonar salsa y la impresionante mulata se lanzó a la pista arrastrando a un grupo de mujeres y algún tío.

-¡Joder...! –Solté alucinado.

-Jajajaja... pero cómo baila la hija de puta...

-O el hijo de puta...

-Da igual, mira... –Ramón levantó el mantel y retiró un poco su silla de la mesa, mi mirada se clavó en su paquetazo, su pollazo duro se marcaba bajo los vaqueros apuntando hacia la izquierda-. A mí me la pone dura igual...

-Qué dices tío... ¿y si tiene rabo?

-Le haría una paja mientras se la meto por el culo...

-¡¿Pero qué dices?!

-No sería la primera vez... jejeje –Ramón soltó una sonrisilla alcohólica, sus ojos se achinaban por efecto el sueño y la bebida.

-¿Ahora resulta que te molan las pollas? –solté sin recriminarle nada, simplemente tanteando el terreno.

-¡Shhh! No, no pienses mal... no soy tan mariconazo... lo que pasa es que pillé una puta con sorpresa entre las piernas... y una vez estás metido en faena...

-¿Te tiraste a un travelo?

-Me tiré a una mulata que estaba buenísima, con un par de peras que no me cabían en las manos... me la comió como nadie y se la metí por el culo a saco, hasta que cambiamos de postura y se desnudó... y descubrí el pastel...

-Joder... ¿y no te cortó el rollo?

-Con este rabo bombeando su culo –Ramón se apretó su abultado paquete- y una de sus tetazas en mi boca, lo último que me importó es que su rabo me diera golpes en el estómago... además, la hija de puta era una cerda viciosa... una tragalefa que no veas... era de esas personas para las que el sexo no es suficiente...

-Joder... que vicio...

-¿Vicio? Mucho, tío... cuando me vació los huevos y me relamió toda la lefa le dije que me bajaba del camión para soltar una buena meada. En eso estaba cuando noto que me abraza por detrás y me empieza a besar el culo, yo estaba concentrado en la meada, y entonces noto que me separa el culo y me empieza a lamer la raja... tío, me empezó a comer el ojete del culo... la sensación fue brutal, joder, llevaba 4 días de ruta y viene la pava y me come el culazo... fue algo tan básico, tan cerdo, tan instintivo que me dejó descolocado...

-Joder, qué guarrada –pero mi frase no era una queja, más bien era una sorpresa-. Nunca me han hecho algo así, tío.

-Ni a mí... pero aunque me empezó a molar, me rallé... así que de un manotazo la aparté y ¿sabes lo que hizo la muy zorra? –le miré expectante- ...ponerse de rodillas delante de mi rabo y abrir la boca... le llené la boca de meada hasta que empezó a gotearle por todo el cuerpo...

-Hostia que cerda... –yo lo estaba flipando pero tenía la polla a tope.

-Una cerdada que me puso tan malo que acabé metiéndosela por el culo otra vez. La mejor puta que me he follado nunca... aunque le sobrara el rabo...

-Joder con la vida de la carretera...

-Tío... ni una palabra de esto...

-Joder, ¿por quién me tomas?

-Por un cerdo vicioso como yo que se pone cachondo cuando le cuento que he meado a un travelo negro... jajaja... –dijo mientras miraba mi polla empalmada aprisionada por el pantalón.

-Cabrón... es que estoy cachondo de escucharte...

-Y yo de recordar la meada... y hablando de meadas... tengo que ir a descargar... he bebido demasiado.

Ramón se levantó tambaleándose ligeramente, pero cuando había dado un par de pasos se desequilibró y casi se da una hostia contra el suelo...

-Me estoy mareando mucho tío...

-Claro, cabrón... has bebido sangría, cervezas y ahora tres cubatas... qué esperas.

Cuando su mujer vio la escena vino corriendo y le echó una mirada matadora.

-Joder Ramón, mira que eres capullo... te dije que no bebieras tanto, me estás dejando en evidencia.

-Cari, si estoy bien... jejeje... sólo un poco mareado –respondió en tono burlón.

Antes de que Sandra pudiera mandarle a la mierda intervine yo.

-Tranquila, Sandra, le llevo al baño... y a ver si de despeja.

Acompañé a mi borracho amigo al baño con mucha dificultad y le ayudé a entrar en uno de los cubículos. Antes de que pudiera decir nada, Ramón se retorció y empezó a echar la pota...

-Joder tío... eres un puto cerdo...

-Creo que he bebido más de la cuenta... –dijo en un lamento. Justo después le volvieron las arcadas.

Cuando creía que lo peor había pasado, Ramón se incorporó sin dejar de apoyarse en mis hombros.

-Me estoy meando, no puedo más... –su estado era lamentable.

-Va, ahora tú solo...

-No, no, no te vayas tío, sujétame...

-Claro, y te sacó la polla, no te jode...

-No, eso creo que puedo hacerlo yo, pero no te vayas que me caigo.

Resoplé y me quedé junto a él mientras intentaba aflojarse el cierre de los tejanos, sin demasiado éxito.

-Tío, me meo... en serio...

-¡Joder qué dices! –sin dudarlo acerqué mi mano libre a su bragueta y le desabroché el cierre. Pero el cabrón estaba tan borracho que empezó a mear sin ni siquiera bajarse los calzoncillos blancos que llevaba. No dudé, tiré de ellos hacia abajo y cogí su rabo mojado para apuntar a la taza. Sospesar aquel rabo moreno en mi mano mientras lo veía descargar fue una de las escenas más cerdas pero más morbosas de mi puta vida.

-Estás loco, joder Ramón....

-Lo siento... -murmuró mi amigo que cada vez estaba más ausente.

Tengo que decir que a esas alturas, después de su historia con el travelo y de estar tocando su rabo, yo tenía un calentón de impresión, así que me dejé llevar y me aproveché de la situación. Cuando su meada cesó, me entretuve sacudiéndole el rabo con calma, mi vista iba de su rabazo a sus ojos para poder darme cuenta si su gesto cambiaba. Después de sacudirla unos segundos, tiré suavemente de la piel hasta descubrirle el capullazo rosado. Como si tuviera todo el tiempo del mundo repetí mi movimiento varias veces y su polla ganó grosor y longitud.

-Tienes que sacarte los calzoncillos, tío... los has mojado.

-Lo siento... –dijo sin más. Estaba claro que no iba a cooperar mucho.

Con cuidado apoyé su espalda en la pared y muy despacio le quité los zapatos dejando a la vista sus pies del 45 enfundados en unos calcetines negros. Su rabo se balanceaba morcilón muy cerca de mi cara. Parecía todo un semental con aquel vello negro rodeando su rabo y sus huevazos y perdiéndose en su culo. Le quité los vaqueros y los calzoncillos y le volví a poner los pantalones. Justo antes de abrochárselos...

-Te has mojado toda la polla... –realmente estaba sólo un poco húmeda, pero fue la excusa perfecta.

Cogí un trozo pequeño de papel higiénico y empecé a secarle la polla. Le miré y tenía los ojos cerrados. Así que, de rodillas ante aquel ejemplar de macho cabrón, empecé a pasarle el papel por toda la longitud de su rabo morcillón... y por sus huevazos peludos. El papel se fue arrugando haciéndose cada vez más pequeño hasta que mis dedos empezaron a tener contacto directo con su nabo y sus huevos. Me hubiera pasado horas acariciándole las pelotas y la polla, pero volví a ser consciente de la situación. Nuestras mujeres estarían fuera esperando, así que el espectáculo se había terminado. Una última caricia por todo lo largo de su rabo me sirvió para despedirme de él antes de abrocharle los pantalones. Guardé sus calzoncillos en mi chaqueta y salimos del cubículo.

Le arrastré hacia fuera del baño sin dejar de pensar en que me estaba volviendo un mariconazo, pero me sudaba la polla, las situaciones que estaba viviendo últimamente eran tan morbosas que no podían ser racionales... eran más que sexo, algo muy animal. Fuera nos topamos con la mirada asesina de Sandra, que esperaba junto a mi mujer. El estado de Ramón era tan lamentable que incluso me ofrecí a llevarlo al hospital, pero mi propio colega murmuró que sólo quería ir a casa. Sandra estuvo de acuerdo, así que me lo llevé. Ellas dos volverían en el coche de Ramón.

Durante el camino hasta su casa, mi amigo estuvo durmiendo la mona. Al llegar, le desperté como pude y subimos hasta su ático. Con mucha dificultad lo llevé hasta la cama y le ayudé a estirarse.

-Gracias colega... de verdad... no he bebido tanto, creo que me ha sentado algo mal...

-Ya, ya... tu mujer te va a matar y con razón...

-Da igual... lo que importa... –Ramón se quedó en silencio.

-¿Qué importa?

-Lo que importa... ess... que... eres un buen... coleg...

-Un buen imbécil es lo que soy... por aguantarte... y un cabronazo –murmuré-. ¿Te desvisto?

Ramón se había sobado completamente, así que interpreté su silencio como un sí. Con toda la calma del mundo le desabroché la camisa negra dejando a la vista su velludo pecho. Por debajo de sus brazos musculados asomaba en sus axilas un vello negro que me parecía de lo más morboso y masculino. De nuevo estaba tirando de sus vaqueros... de nuevo su nabo dormido ante mi vista y sus cojonazos descansando entre sus piernas. Le miré, vestido únicamente con unos calcetines... era como estar espiándole, mirándole sin que él de diera cuenta. De pronto Ramón se removió y se giró quedándose tumbado de lado sobre su cama. Le quité con cuidado los calcetines le tapé con las sábanas y salí de la habitación.

Una extraña sensación de remordimiento me estaba machacando dentro de la cabeza. Tenía que largarme de ahí. Salí hasta el comedor y empecé a dar vueltas como un imbécil, estaba cachondísimo, como lo estaba la noche en que le comí el rabo a Abdou. Me puse la chaqueta para irme, pero noté un bulto en el bolsillo... eran los calzoncillos de Ramón. Los miré, estaban húmedos aún... no sé por qué pero me los acerqué a la cara y aspiré en la zona que sujetaba los huevos de mi amigo y que estaba seca. Ese olor tan cachondo me puso a mil, sin darme cuenta me había abierto los pantalones y me estaba pelando el rabo de pie, en el comedor de Ramón. Arrastrado por la curiosidad, metí la nariz en la zona del culo de los calzoncillos.... estaban limpios, pero olían un poco a sudor, olían de puta madre. Aquello fue el summum. Sin poder controlarme volví a entrar en la habitación de Ramón, iluminada únicamente por la luz que se colaba por la ventana. Le destapé con mucho cuidado y volví a ver su pollazo dormido. Había perdido el control. Acaricié suavemente su pecho y su abdomen hasta rozar el capullo de su rabo con los dedos...

-Ramón... –murmuré. No hubo respuesta.

Empecé a pajear suavemente ese pollazo moreno hasta que fue aumentado su tamaño poco a poco, con la otra mano me pelaba la polla en un pajote histérico. Apoyé el torso en la cama de Ramón y mi boca quedó a la altura de su rabazo... estiré la lengua con cuidado hasta que rocé su capullo... un sabor salado invadió mi paladar, pero no me corté, poco a poco fui lamiendo todo su capullo hasta metérmelo en la boca, su rabo estaba más que morcillón, pero no parecía haber llegado aún a su máximo. Aún así, tenía en mi boca unos buenos 18 cm de nabo moreno. Sin dejar de chuparle y lamerle la polla acaricié su culo velludo durante unos segundos... hasta que mis dedos se acercaron a su raja. Me sudaba que se despertase en aquel momento, sólo necesitaba saciar mi vicio. Tenía la vista nublada, sólo sentía mi polla bombeando sangre. Liberé el pollazo de Ramón dándole un último lametazo en todo el capullo, saboreándolo, y con cuidado di la vuelta a la cama... ahí estaba ese culazo. Pensé en el travelo que se folló Ramón... en cómo pudo meter la lengua en aquel culo peludo... y no dudé... acerqué despacio mi boca a su culo... saqué la lengua y tímidamente la fui hundiendo en su culo.... olía un poco a sudor, mi lengua rozó con su vello negro, la hundí un poco más hasta notar su agujero en la punta de mi lengua y recorrí lentamente toda la longitud de aquella raja tan morbosa y prohibida. Cuando mi lengua empujó tímidamente su agujero.. empecé correrme como un animal, llenando el suelo de lefa.

Tras los últimos trallazos de mi leche, antes de poder si quiera recuperar el aliento y con mi lengua metida aún en aquel culazo, escuché girar las llaves en la puerta del piso. Como un rayo abrí el armario, cogí unos boxers y se los coloqué como pude. Le tapé a toda hostia mientras limpiaba como podía mi corrida del suelo con los calzoncillos de Ramón. Me los guardé en un bolsillo, me recompuse como pude y salí de la habitación...

-Hola Sandra... –susurré al encontrármela en el comedor.

-¡Joder que susto! Pensaba que ya te habías ido...

-No, no... ahora me voy, es que Ramón ha vuelto a vomitar al llegar... y luego lo he desvestido y lo he metido en la cama...

-Muchísimas gracias Salva, siento mucho que hayas tenido que cargar con él... pero me ha jodido que me estropeara la noche.

-No te preocupes, Ramón es mi amigo... lo he hecho encantado.

-Qué bueno eres, cargas con el problema y aún estás de buen humor. Ramón te debe una...

-Seguro que encuentra una forma de compensarme por el mal rato –dije con una sonrisa en los labios.

-Más le vale... eres un buen amigo.