Cuando el amor supera barreras 3

Bueno, muchas gracias por los buenos comentarios! Prometo que será una historia muy entretenida y atrapante :) este es solo el principio...

Solo atinó a caminar y caminar. Y siguió hasta llegar a una plaza, en donde se sentó e intento consolarse sola…

En ese momento se le vino a la mente Geraldine. Al pensar en ella, automáticamente una sonrisa se le dibujó.

Recordó el momento en el que sus manos tocaron su rostro. Recordó sus hermosos ojos color miel y el perfecto arco que dibujaban sus labios al sonreír.

“Pero… ¿Qué me está pasando? No puedo estar pensando tanto en ella. Dios, ¿acaso está mal pensar de esta forma en una mujer?”.


Comienzo 3ra parte.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz pronunciando su nombre a lo lejos…

-          ¡Johan!-Se oyó que gritaban.

Johan giró la cabeza.

-          ¡Sofi! ¿Cómo andas?- Dijo Johan secándose las lágrimas con disimulo y sonriendo.

-          Muy bien, fui a buscarte a tu casa y no estabas chica. ¿Tu cómo andas?

Sofi era la mejor amiga de Johan. Era compañera de su misma escuela y eran muy unidas en verdad.

-          Yo no ando del todo bien, amiga.- Respondió Johan algo triste.

-          Ohh ¿Qué te anda pasando amiga? Cuéntame, que sabes que puedes confiar en mí.

-          He roto con Isaac, Sofi. Eso es lo que sucede.

-          ¿Qué dices? Ustedes son la pareja perfecta, ¡¿Cómo le haces para pelearte con él?!

-          El y yo no somos la pareja perfecta. ¡Estoy cansada de que todos piensen que somos la pareja perfecta! ¡No hay nada de perfecto entre nosotros!

-          Tranquila amiga, cálmate. Solo dije lo que parecía. Pero cuéntame bien… ¿Qué es lo que pasó?

-          Lo he dejado Sofi, porque no estoy enamorada de el, y el no se merece ese trato de mi parte. No merece que yo esté con el sólo porque si y no porque en verdad lo sienta.

-          Tienes razón, pero yo pensaba que en verdad lo amabas.

-          Yo también pensaba lo mismo, hasta que me di cuenta que no era así. Que todo este tiempo estuve engañándome.

Johan rompió en llantos para ese momento, no pudo evitar que las lágrimas cayeran de sus ojos.

-          Tranquila amiga, yo estoy contigo.- Dijo Sofi abrazándola y secando sus lágrimas.- Esta noche saldremos así te distraes. ¿Te parece bien?

-          De acuerdo, tú siempre haces todo para que no esté triste. Gracias, gracias por todo Sofi.

-          Para eso están las amigas. Tú no te preocupes que esta noche te divertirás. Ahora me voy al instituto que tengo clases de Inglés, pero esta noche nos vemos, yo paso por ti.

-          Me parece bien, te espero a la noche. ¿Y a dónde iremos?

-          Pues no lo sé. Una amiga me ha invitado a una discoteca que dijo que pasan muy buena música. Pero no me dijo cuál es, dijo que sería una sorpresa.

-          Bueno, supongo que está bien en tanto pueda pasar sin identificación, recuerda que aún soy menor de edad.

-          Sí, claro, me aseguró que íbamos a entrar sin problemas ya que ella conoce a alguien de ahí.

-          Bueno, en ese caso, pásame a buscar a la noche amiga.

-          De acuerdo, ¡Nos vemos a la noche!

-          ¡Nos vemos!

Johan regresó a su casa, hizo sus deberes y luego de cenar se preparó para salir a bailar con Sofi. Tomó una ducha rápida. Se puso una pollera negra de razo que le llegaba por encima de las rodillas, una camisa de seda rosa muy holgada que dejaba sus hombros al descubierto, y unos zapatos negros de tacones altos. Su cabello largo y lacio caía por su espalda y se maquilló de una manera que resaltaba mucho el color verde de sus ojos. Realmente se veía muy guapa. Y de esa manera esperó ansiosa a su amiga.

En todo el día no pudo dejar de pensar ni un segundo en la sonrisa de esa hermosa chica que la cautivó.

Se preguntaba una y otra vez el por qué no podía sacarla de su mente. Pero no encontraba una respuesta clara, lo único que sabía es que al pensarla su corazón latía más fuerte, y por más que lo intentara, no podía controlar ese sentimiento.

Su amiga llegó por ella, así que saludo a su madre y partió a la discoteca.

Al llegar, Sofi se encontró con su amiga, y las hizo pasar sin problemas.

-          Les aseguro que hoy se divertirán mucho.-Dijo la amiga de Sofi.

-          Eso es lo que esperamos.- Le respondió Sofi con una sonrisa.

Johan comenzó a bailar apenas entró, la música era muy buena en verdad. Al bailar se percató de que había muchas mujeres de la mano y besándose. No pudo evitar sentirse algo incómoda por eso.

-          Hay muchas lesbianas aquí Sofi, deberíamos irnos.

-          Tranquila Johan, no te harán nada. Sólo diviértete.

-          No lo sé, no creo que sea lo correcto.

-          Pero si sólo hemos venido a bailar Johan, no seas tonta, diviértete y toma un trago.

Johan le hizo caso a su amiga y se dirigió para la barra. Realmente necesitaba distraerse y olvidarse un poco de todos sus problemas.

-          Un tequila por favor.- Le pidió Johan al Barman.

Le dieron su trago y mientras lo tomaba le pareció ver a lo lejos a Geraldine bailando con una chica. Su corazón se detuvo por un instante y pensó: “No creo que sea Geraldine, debe ser muy parecida a ella, no creo que ella ande por este tipo de ambiente”. Luego vio que se dieron un beso y que se dirigía para la barra. “Dios mío, no puede ser ella, no puede ser lesbiana”.

Se dio vuelta rápidamente y siguió tomando su trago con algo de inquietud.

-          Dos daiquiris por favor.- pidió la chica.

Johan giró la cabeza y no podía creer lo que estaba viendo. Era Geraldine.

-          Geraldine ¡Qué sorpresa!- Exclamó Johan

-          ¡Johan! ¿Qué haces aquí?- Se notaba la incomodidad de Geraldine al verla a Johan.

-          Sólo vine a divertirme, mi amiga me trajo aquí porque era el único lugar que no pedían identificación. ¿Y tú qué haces aquí?

-          Ehh ehh, yo, yo suelo venir aquí.

-          No sabía que tu… pues…eres…

-          Entiendo. Nadie lo sabe en verdad. Mi familia no lo entendería porque piensan que es un pecado.

-          Es que lo es, Geraldine.

-          No todo es como se piensa Johan. Probablemente no lo entiendas.

-          La verdad es que me cuesta mucho entenderlo…

-          De acuerdo, no pretendo que lo hagas tampoco, pero sólo te pido que no se lo digas a nadie. Eso me traería muchos problemas.

-          Tranquila, guardaré tu secreto.

El barman le trajo los tragos a Geraldine. Y ella se fue a donde se encontraba su chica.

Johan quedó muy pasmada por lo que acababa de ver. Giró hacia donde se encontraba Geraldine y vio que la miraba, y Johan regresó su mirada al ver que la otra chica la tomaba del rostro para besarla. Una sensación extraña recorrió su cuerpo. Una sensación de ira, de enojo. No le gustaba en lo absoluto lo que estaba viendo. “No puedo estar celosa, ¿Qué me está pasando?” pensó.

Una voz interrumpió sus pensamientos:

-          Hola bonita, ¿Te puedo invitar a un trago?

-          Hola, pues, muchas gracias, pero debo irme- Dijo Johan mirando a la chica.

-          Es sólo un trago, tranquila, no te haré nada malo.

-          De acuerdo, solo uno.

-          Soy Laila, ¿Tú cómo te llamas?

-          Johan, un gusto.

-          El gusto es mío- respondió Laila con una sonrisa.

Laila era rubia, algo más alta que Johan, de ojos color verde y unos labios gruesos capaces de volver loco a cualquier hombre. Tenía una figura soñada, era muy guapa y muy sexi sobre todo.

-          ¿Qué te gustaría tomar?- Preguntó Laila

-          Lo que tu tomes está bien.

-          De acuerdo… Dos martinis barman.

El barman le alcanzó los tragos.

-          Y… ¿Qué edad tienes Johan?

-          16 ¿Y tú?

-          18. ¿Te gustaría bailar cuando tomemos los tragos?

-          No creo que sea buena idea Laila.

-          ¿Por qué no? Vamos, es sólo una canción. – Dijo Laila sonriente.

Laila parecía ser una chica muy agradable, por lo que Johan aceptó bailar con ella.

Al terminar los tragos se dirigieron a la pista de baile.

Johan no podía dejar de notar que Geraldine no dejaba de mirarla.

Sonaba una canción bien movida. Y Laila tomó a Johan por la cintura y comenzó a bailarle. Su cara se acercaba cada vez más a los labios de Johan. Hasta que ésta comenzó a incomodarse.

-          Eres muy bonita Johan, me gustas mucho.-Le dijo Laila, tomando a Johan con su brazo alrededor del cuello.- Dame un beso por favor.

-          ¡No, aléjate!

-          Vamos es sólo un beso, deseo mucho probar esos hermosos labios.- Insistía Laila.

-          ¡Ya te dije que me dejes!- Le exclamaba Johan intentado zafarse de los brazos de Laila.

-          Oye linda, sólo te estoy pidiendo un beso, no puedes negármelo, nadie me ha negado un beso antes.

-          ¡Basta! No insistas más.

-          ¡Te ha dicho que la dejes! ¿Acaso no entiendes?- Apareció Geraldine empujando a Laila.

-          ¿Y tú quién te crees que eres?- Le gritó Laila.

-          Soy la novia, así que déjala en paz si no te la quieres ver conmigo.- Dijo Geraldine muy enojada tomando a Johan por los hombros y llevándosela.

Johan quedó pasmada al escuchar eso de los labios de Geraldine. No podía creerlo.

-          Tampoco es la gran cosa, llévatela.- Dijo Laila con tono arrogante.

Y Geraldine se dirigió a la salida con Johan.

-          ¿Estás bien?- Le preguntó Geraldine a Johan con mucha preocupación.

-          Sí. Sólo que no puedo creer lo que acaba de pesar. Gracias por sacármela de encima. Pero… ¿Por qué dijiste que eras mi novia?

-          Es que fue lo primero que se me ocurrió para que te deje de molestar. Lamento si te ha incomodado.

-          Descuida, muchas gracias.

-          No hay de qué. ¿Quieres ir a caminar para distraerte?

-          No te preocupes, tú estas con tu novia, no quiero que tengas problemas.

-          Descuida, no te preocupes por eso.

Comenzaron a caminar, disfrutando de la noche. La caminata era muy callada pero ambas disfrutaban de la compañía.

Caminaron hasta llegar a la playa. Así que se sacaron los tacones y anduvieron descalzas por la arena.

-          Geraldine, ¿Cómo te diste cuenta que esa chica me estaba molestando?

-          Es que justo te miré y noté que estabas en una situación incómoda.

-          No sé que habría pasado si no hubieras llegado en ese momento.

-          Es mejor no pensarlo…

-          Tienes razón.

Se sentaron en la arena mirando el mar.

-          ¿Y tú como estás con Isaac?- Preguntó Geraldine.

-          Hoy he roto con el- Dijo Johan agachando la cabeza.

-          Oh niña no estés mal.

-          Es que con las confusiones que tengo, probablemente estaré sola de por vida.

-          No digas eso, ya te dije que eres muy hermosa, y cualquiera se complacería en estar contigo.

Johan miró a Geraldine a los ojos y le sonrió.

-          Gracias

-          No hay de qué, solo es la verdad. Y dime… ¿Cuáles son esas confusiones que tienes?

-          Es que… Conocí a alguien, y no estoy muy segura de lo que siento. Sólo ví una vez a esa persona, pero alcanzó para no dejar de pensar en todo el día. ¿Tú crees en el amor a primera vista Geraldine?

-          Claro que creo, a mi también me está pasando algo parecido. Sólo vi una sola vez a esa persona y no logro sacarla de mi mente.

-          Nunca había sentido algo parecido. Por eso me siento algo asustada, confundida…

-          Te entiendo…

-          Y… ¿Qué dice tu novia de todo eso?

-          ¿Novia? No, ella no era mi novia. Nos estábamos conociendo pero hace un rato que se acaba de terminar todo.

-          ¿De veras? Lamento oír eso.

En verdad Johan disfrutó oír que ya no estaba más con aquella chica.

-          No importa, yo no sentía nada por ella, era muy buena persona pero no llegaba a completarme.

-          Lo mismo que yo con Isaac.

-          Exactamente.

-          Y esta persona a la que viste sólo una vez… ¿Es una chica?

-           Sí, es una chica. La más hermosa que he visto en mi vida seguramente.

-          Pues que bonito.

Y volvieron a invadirle los celos a Johan.

-          ¿Y quién es la persona esa que no dejas de pensar?- Preguntó Geraldine.

-          Sólo es alguien…

-          Vamos dime ¿Cómo se llama?

-          No importa…

-          ¿Qué es lo que pasa?

-          Es que… no es un chico.

Geraldine no podía creerlo.

-          Wow, ¡Es una mujer!

-          Shhh, no lo grites- Dijo Johan tapándole la boca a Geraldine con la mano.

-          Jajaja pero tranquila niña, si no hay nadie en esta playa, solo estamos tú y yo.

-          Pero igual, no está bien sentir esto.

-          Pero ¿Por qué no lo está? No puede ser un pecado amar a alguien Johan, no le haces daño a nadie, solo intentas hacerla feliz y eso es todo.

-          Tú no lo entiendes…

-          Claro que lo entiendo… pero dime, ¿Quién es la chica?

-          ¿Para qué quieres saberlo?

-          Sólo para saberlo… Si tu me dices yo te lo digo también.

-          Me da mucha vergüenza decírtelo Geraldine.

-          Pues a mi también me da vergüenza, pero aún así te lo diría…

-          De acuerdo, ¿pero prometes no burlarte?

-          Lo prometo.

-          Bien… Esa chica la vi hoy. Y al verla pude sentir como mi corazón se aceleraba. Todo de ella me parece perfecto. Sus ojos son hermosos, su sonrisa parece de otro mundo. Simplemente me asusta sentir esto por una mujer. Y más si esa mujer se encuentra delante de mí.

Johan se ruborizó totalmente, no sabía que pasaría, no sabía la reacción que podía llegar a tener Geraldine. Solo miro para abajo y se quedó callada, preparada para escuchar lo peor.

-          ¿Estás diciendo que esa persona soy yo, Johan?- Dijo Geraldine muy impresionada.

Johan se quedó en silencio.

-          Johan, debo decirte que esa persona que invadió mi mente todo el día, eres tú.

Johan levantó su mirada. Sus ojos buscaron el encuentro de los de Geraldine. Sólo la miraba y sentía su corazón explotar.

Geraldine tomó a Johan por su rostro y se fue acercando poco a poco. Sus respiraciones podían chocarse. Sus narices se tocaron. Y ese amor a primera vista fue confirmado al tocarse sus labios. Johan sintió que volaba. Era como si una electricidad recorriera todo su cuerpo, dejándola inmóvil. No quería que ese beso se acabara jamás. Sentía que pertenecía a esos labios.

Sólo estaban ellas, la arena, el mar, el sonido de las olas golpeando sobre las rocas, y ese beso.

Al separarse, ambas se miraron. Sólo se separaron unos centímetros y volvieron a besarse, esta vez con más pasión.

“¿Es esto un sueño? ¿Es el mismísimo paraíso?” pensaba Johan.

Geraldine había besado a muchas chicas antes, pero nunca había sentido algo parecido. Nunca había sentido que su corazón se le salía del pecho.

Luego de un momento dejaron de besarse, se miraron y rieron. En silencio, sólo permanecieron allí, sonriéndole una a la otra, mirándose a los ojos…