Cuando el amor supera barreras 2

Bueno esta es la continuación de la historia. Muchas gracias por sus buenos comentarios y espero que les guste la segunda parte. Si les gusta continuaré. Acepto críticas constructivas :)

Johan la miró fijamente, y fue en ese momento en donde pensó que Geraldine tenía razón. Ella nunca se había enamorado. Es decir, lo quería mucho a Isaac, él era una muy buena persona. Pero no sentía estar enamorada. No sentía las mariposas en el estómago cuando estaba con él, y a decir verdad, nunca las había sentido con nadie.

-          Tienes razón Geraldine, yo nunca he estado enamorada antes. Lo único que hago de niña, es imaginarme lo hermoso que debe ser sentir eso, pero nunca me ha pasado.- Confesó Johan con una mirada algo triste.

-          No te apures niña. Quizás aún no te ha llegado ese amor, pero eres un crío aún. Cuando menos te lo imagines aparecerá esa persona especial- Le respondió Geraldine sonriéndole y tocándole el hombro.

Por un breve momento Johan sintió como se le erizaba la piel. Eso realmente la asustaba, nunca se había sentido así. “Esta no es una sensación de amor” se dijo para sus adentros… “Sería un insulto sentir algo por una mujer. Pero… ¿Qué hago pensando en esto? ¿Acaso me estoy volviendo loca? Johan, sácate esas estúpidas ideas de la cabeza!”

Johan sólo se limitó a sonreír.

-          Y tu…¿Cómo te has enamorado?- Preguntó a Geraldine con curiosidad.

-          Pues… Yo me enamoré de la persona que menos esperaba. Fue un amor algo difícil, y nunca llegó a concretarse nada. Pero me costó mucho darme cuenta de lo que sentía. Fue algo maravilloso en verdad.

-          Debe ser muy bonito enamorarse. Nunca me había puesto a pensar en si estaba o no enamorada de Isaac, sólo estaba con el.

-          Y… ¿Por qué estas con el si no estas enamorada?- Preguntó con curiosidad.

-          Pues… no lo sé. Supongo que por comodidad, mi familia ya nos ven casados en un futuro.

-          Pero eres tu la que está de novia con el, no tu familia. Ellos sabrán entender…

-          Tienes razón, pues eso espero…

Y llegaron al primer lugar al cual tenían que dejarle comida.  Dejaron el pedido y continuaron al próximo destino.

El viaje estaba algo callado esta vez. Johan sólo podía pensar en Isaac y en lo que Geraldine le había dicho. Ella era la que estaba de novia con el y no su familia, se había propuesto cortar todo con Isaac al llegar a su casa, porque no podía permitirse estar con alguien sin sentirlo y además, el tampoco se merecía eso…

Para su sorpresa había comenzado a llover. Johan solo veía las gotas caer por la ventanilla y escuchaba el sonido de la lluvia cayendo. Lo que la hacía pensar aún más…

-          Estás callada- le dijo Geraldine.

-          Sí, es que me quedé pensando en lo que me has dicho y creo que debería dejarlo a Isaac en cuanto llegue a casa.- Dijo Johan desanimada…

-          No estés triste niña, mira…- la tomó a Johan del mentón- … eres en verdad muy bonita, podrías estar con el chico que quisieras.

A Johan se le paró el corazón por un segundo. En ese breve momento pudo mirarla a los ojos y ver lo profundos que eran, sus manos eran suaves y se sentían muy bien en su piel. Ella realmente no quería que sus manos se despeguen de su rostro y en cuanto Geraldine iba a retirar sus manos Johan las tomó y se quedó mirándola…

-          Lo, lo, lo siento- Dijo Johan sorprendida de si misma, soltándola. Estaba completamente ruborizada…

-          No hay problema- Geraldine estaba muy sonriente.

-          Realmente no sé por qué lo hice…

-          Jaja, no importa, en verdad.

-          De acuerdo- Y le dedicó una sonrisa.

Johan no dejaba de pensar en lo que había hecho, es decir, nunca había tomado a una chica así de las manos solo para sentirlas un poco más en su rostro.

No sabía qué pensar, sentía miedo, inquietud, pero a la vez sentía algo que no podía expresar…

Llegaron al segundo lugar y repartieron la comida que faltaba.

-          ¡Cómo llueve! Te llevaré a tu casa.- dijo Geraldine.

-          No hay problema, no te molestes en llevarme.

-          Pero ni hablemos niña, te llevaré.

-          Jajaja de acuerdo, vivo a dos calles de la fundación, por la derecha…

Al llegar, ambas se despiden…

-          Adiós Johan cuídate mucho, me has caído muy bien y muchas gracias por acompañarme a llevar el pedido.

-          No hay de qué Geraldine, a mi también me has caído muy bien, y hablar contigo en verdad me ayudo mucho.

-          Pues me alegro que te haya ayudado niña, que le vaya bien.

-          Adiós, cuídate, gracias por traerme.

Johan bajó del auto y entró a su casa. Para su sorpresa, estaba sola, lo que la ponía muy contenta así podía pensar en lo que acababa de pasar…

Se preparó la ducha y entró. El agua caliente la ayudaba mucho a relajarse y a pensar claramente las cosas…

Por un lado estaba Isaac, y quería encontrar la forma de decirle lo que le pasaba y dejarlo sin que sufra demasiado. Y por el otro, estaba Geraldine, y todas esas extrañas sensaciones que había sentido, con tan solo haberla visto una vez.

Tomó una decisión: Cuando vea a Isaac iba a dejarlo, aunque doliera, iba a ser lo mejor para los dos.

Salió de la ducha, se calzó rápidamente unos jeans, una remera holgada, y sus zapatillas y emprendió viaje hacia la casa de Isaac.

Al llegar, tocó la puerta…

-          Hey, hola amor mío, que sorpresa.- Dijo Isaac sonriéndole y abrazándola muy fuerte- Te extrañaba tanto mi princesa…

-          Hola Isaac.

-          Oye…¿Por qué estas así? Tan apagada y desanimada…

-          Vengo a hablar contigo, es algo serio.

-          No me asustes. Ven pasa.

Subieron al cuarto de Isaac y se sentaron en la cama.

-          ¿Qué quieres decirme?- Pregunto Isaac con mucho miedo.

-          Mira Isaac, yo sé que me amas, eres una muy buena persona, la paso genial contigo, y valoro todo lo que haces para que yo esté bien…

-          No entiendo a dónde quieres llegar Johan…

-          Pues… el punto es que…

-          ¡Vamos, dime!

-          El punto es que no deberíamos estar juntos.

-          ¡¿Qué?! ¿Qué dices? ¡No, claro que no! Yo te amo mi amor, no entiendo por qué me dices eso.

-          Escucha Isaac, es lo mejor para ambos, debo decirte, aunque me duela mucho, que yo no estoy enamorada de ti. Te mereces a alguien que te ame realmente, que te de todo lo que tu das…

-          Me estás matando con lo que me dices Johan, yo te amo realmente, pero bueno, si tu no sientes lo mismo, yo no puedo hacer nada. Respeto lo que sientes… Dios sabrá que hacer con ambos.

-          Gracias por entenderlo, realmente te quiero Isaac y no me gustaría verte mal. Dios pondrá en tu camino a la persona indicada para ti. Pero esa persona no soy yo.

-          Sí, lo sé…-comenzaron a caer lágrimas por el rostro de Isaac.- Lo siento Johan… ¿Podrías dejarme solo?

-          Hey Isaac no llores, por favor… Sí, me iré, pero prométeme que estarás bien.

-          No puedo prometerte eso. Cuando tú apareciste me llenaste de vida, y ahora que te vas, te llevas mi vida contigo.

-          No me digas eso, por favor.

Johan se sentía muy mal al escuchar esas palabras de Isaac, solo lo abrazó y le dijo al odio:

-          Con el tiempo descubrirás que tu vida será mejor sin mí. Y pronto aparecerá la persona indicada en tu vida, una persona que realmente te merezca…

Y al decir esto, salió de la habitación. Comenzó a caminar y no podía parar de llorar.

Realmente se sentía muy triste y no quería ir de sus amigas porque no iban a entender el hecho de que Johan haya roto con Isaac. Ellas siempre decían que eran la pareja perfecta y que un chico como Isaac no se encuentra todos los días. Simplemente no estaba bien como para soportar a sus amigas regañándola.

Solo atinó a caminar y caminar. Y siguió hasta llegar a una plaza, en donde se sentó e intento consolarse sola…

En ese momento se le vino a la mente Geraldine. Al pensar en ella, automáticamente una sonrisa se le dibujó.

Recordó el momento en el que sus manos tocaron su rostro. Recordó sus hermosos ojos color miel y el perfecto arco que dibujaban sus labios al sonreír.

“Pero… ¿Qué me está pasando? No puedo estar pensando tanto en ella. Dios, ¿acaso está mal pensar de esta forma en una mujer?”.