Cuando conocimos a los Voyeurs-Primer encuentro
Dos parejas, una exhibicionista y otra voyeur. Complemento perfecto. Cuerpos aptos para ello. Mentes abiertas para desembocare en algo de sexo. Un par de grandes tetas, cuatro ojos mirando el desenlace de cada situación. Morbo. Ver y dejarse ver.
Me encanta el exhibicionismo, y además me lo puedo permitir, primero porque que desde deje mi trabajo de 12 horas diarias y mis viajes al extranjero, he vuelto a considerarme persona, voy al gimnasio y controlo mi alimentación de tal manera que he vuelto a estar en forma; y porque no decirlo, tengo un buen miembro, de esos que causa sensación cuando me bajo los pantalones.
Además cuento con Mónica, mi mujer, a la que también le encanta mostrar su cuerpo. No tiene las medidas de una modelo, pero sus 110-75-100, y su carita de niña buena, la hacen muy atractiva. Y si cabe destacar algo es su inmenso su busto, una talla 42F que resalta sobremanera del resto de sus atributos.
Naturalmente, las playas nudistas son rutinarias y carecen de interés para nosotros. Ahora buscamos algo mas, tenemos pensadas algunas frivolidades en las que incluso llegaríamos a dejarnos tocar, rozando la línea entre exhibicionismo e intercambio de parejas, frontera la cual no es nuestra intención traspasar.
Así que para encontrar personas con quien compartir nuestras fantasías, nos adentramos con asiduidad en algunos foros de nudismo, y otros exhibicionistas. Allí hemos conocido mucha gente. Pero, ya se sabe, en la red hay de todo y nunca sabes a ciencia cierta si lo que dicen es verdad o no.
Hace unas semanas nos llamo la atención, una pareja, Germán y Laura, un matrimonio maduro muy voyeur; de fácil e inteligente conversación, complemento ideal para nosotros. Ellos rozan los 50 años y nosotros tenemos treinta y pocos así que de principio fuimos prudentes, primero chat y tras algo de confianza, webcam. La verdad es que nos costó dar el paso en conocerlos.
Aun recuerdo el nerviosismo de aquella tarde en el café de la Alameda donde quedamos por primera vez con ellos. Resultaron ser una pareja sumamente encantadora, tanto que asustaba que fueran tan simpáticos y entretenidos.
Fue una tarde llena de confidencias. Les confirmamos los que habíamos hablado en el chat, nos gustaba exhibirnos, que nos miraran nos resultaba excitante, nos divertía. Ellos, igualmente, se abrieron, y sin tapujos nos confiaron su querencia por el voyerismo, les encantaba mirar.
Encajábamos perfectamente.
Tenían muchas ideas en mente. Esa misma tarde nos invitaron ir a su casa, pero no aceptamos, era empezar demasiado rápido. Ante nuestra desconfianza, nos propusieron ir a un hotel y continuar la conversación con nosotros desnudos. Nos pareció excitante y aceptamos.
Fue llegar a la habitacion y sin decir nada nos quedamos en ropa interior. La charla comenzó sobre el sujetador de mi chica, evidentemente, era el tema más recurrente para empezar. El entono era tan agradable que hacia inevitable querer desnudarse delante de ellos. Fui yo el que se saco el calzón primero, el prominente bulto se convirtió en una buena serpiente que se balanceaba de un lado a otro.
- Buena herramienta, dijo ella
- No sabes lo que da de sí, replico Mónica entre carcajadas.
En ese momento, lanzo sus manos a la espalda, desengancho el corchete y se despojo de su sujetador. Los enormes pechos se desplomaron, tenían forma de cantaros, alargados, voluminosos; con los erectos pezones, rojos, duros. Estaba realmente excitada y, ligera, se bajo las bragas. Tapo su culito respingón dándoles la espalda, era la parte de su cuerpo que menos le gustaba mostrar. Su pelvis depilada quedo descubierta sin ningún reparo. El hombre sonrió al verlos, la mujer exclamo ¡oh!, yo me toque la polla, satisfecho, como me encanto su reacción, sus caras de sorpresa, su complacencia al verla desnuda.
Al mismo tiempo era el momento de estar alerta, de saber el tipo de personas eran. ¿Serian unos swingers camuflados? ¿Querrían follar allí mismo? No estábamos dispuestos. Yo esperaba una sorpresa llegados a este punto. Pero nada ocurrió ¡Nada! Seguimos con la charla tranquilos, incluso no tocamos temas de sexo, los evitaron, y se dieron a conocer, hablaron de su familia, sus hijos, ya mayores, sus aficiones, fue un dialogo entre amigos, sin suspicacias, palabras salidas de todo o provocaciones al sexo. Quizá cuando más confiado estaba pregunto Germán:
- ¿Por qué no hacéis el amor para nosotros?
- No, por hoy está bien. Dijo mi mujer.
- Si, ese paso más adelante. Añadió Laura.
- ¿Os ha gustado lo de hoy? Les inquirí yo
- Mucho, pero os podemos proponer muchas cosas más, si queréis.
Volvimos a casa tan alterados que tuvimos una noche de sexo estupenda. Germán y Laura nos habían calado hondo. Teníamos ganas de volver a verlos, que nos propusieran algún plan alternativo donde pudiéramos exhibirnos. Su idea de que nos vieran follar nos agradaba. Durante toda la semana esperamos impacientes que nos llamaran, pero el teléfono no sonó. Fue el domingo por la tarde, mientras tomábamos café con mis suegros.
- Gabriel ¿Qué hacéis?
- Tomando café.
- Quedamos en media hora en el mismo hotel del otro día.
- Claro. Vamos para allá.
Cuando se lo dije a Mónica, se sobreexcito y se despidió de sus padres sin consideración, con prisas, alterada. Por mi estomago revoloteaban pajarillos, estaba nervioso, expectante.
Tardamos algo más de lo previsto, pues mi mujer quería llevar ropa interior bonita. Cuando llegamos al hotel nos estaban esperando en la cafetería tomando una copa.
- Hola ¿Qué tal?
- Bien. Pasando el día. Dije de manera burda.
Por un momento pensamos que no iba a ocurrir nada, hubo un instante de silencio, cortados por una conversación banal. Estábamos nerviosos, estresados, impacientes, esperando una respuesta, un motivo a su llamada. Yo no pude esperar más:
- ¿Tenéis alguna propuesta interesante?
- Habíamos pensado… mascullo Laura sin acabar la frase
- Pero no os paséis, ¿vale?
- ¿os gustaría que os viéramos en acción?
- ¿Qué quieres decir? Pregunte ingenuamente, sabiendo la respuesta.
- En acción, hombre, que va a ser. Respondió mi mujer tan nerviosa como decidida: ¡SI!
- Entonces pedimos una habitación y subimos ya.
Como nos alteraba que nos fueran a ver follando. Volvía a recorrerme esos nervios de incertidumbre que le suceden a uno cuando afronta un acto importante.
- Deja que nos preparemos.
- Si os dejo que preparéis un guion, no será espontaneo.
- Hacerlo como si no estuviéramos.
- Deja que me dé una ducha rápida, le pidió Mónica.
- Tomate tu tiempo.
Mientras esperaba que Mónica saliera de la ducha empecé a tocármela, ambos, en silencio, me contemplaban y yo intentaba obviarlos. Pero sabía que estaban ahí viendo como manoseaba el miembro, rápidamente llego a estar duro como un trozo de hierro.
Mi mujer salió desnuda, sin secarse, totalmente mojada, estaba muy atractiva con el pelo húmedo sobre los hombros, ando deprisa hacia mí, sin preámbulo acudió a poner mi pene entre sus tetas. Me encanta meterla entre sus pechos. Los deleitamos con un 69, un misionero y como no la postura del perrito. Durante todo el tiempo no se oían más que nuestros gemidos, pero sabíamos que estaban ahí, mirando nuestros cuerpos desnudos haciendo el amor. Yo acabe corriéndome cuando ella botaba encima de mí, le deje todo mi semen dentro. En cuanto ella lo noto se dejo caer sobre mí y me beso.
- Como me ha gustado. Me susurro al oído. Que morbo.
- Si queréis cenamos juntos, dijo Germán.
- Bueno. Nos duchamos y bajamos.
Fue lo único que dijeron. Se fueron sin hacer ruido, solo el sonido de la puerta nos indico que estábamos solos.
Después cenamos en el mismo restaurante del hotel con nuestros amigos voyeur. Éramos dos parejas entusiasmadas, pletóricas después de realizar un acto sexual.
- Creo que ya hemos pasado esa fase inicial de conocernos. Dije yo.
- Me gustaría invitaros a comer a casa. Y seguir hablando de nuestros planes. Tengo muchas ideas. Añadió Germán.
- ¿Qué clase de ideas?
- ¿Queréis que os vea más gente?
- ¿Cuánta gente?
- Una pareja de amigos nuestros.
- Por mi no hay problema. ¿Qué queréis que hagamos? ¿También follar delante de ellos?
- No, algo sencillo. Solo exhibición
- Creía que ibas a preparar algo más emocionante.
- Ideas tengo de sobra.
- Pues dime, estoy deseando sacar mi coño a pasear de nuevo.
- Darías el paso de dejarte tocar.
- Esto se pone caliente. ¿A qué te refieres?
- Es solo para darle más morbo.
- Confió en ti. Adelante. ¿Cuándo?
- Pronto, ya os llamare.
- Hazlo cuanto antes, no voy a pensar en otra cosa esta semana.
- Si es asi, no lo retrasemos. Quedamos mañana en mi casa.