Cuando comprendí lo puta que soy. Parte 4
Continúa la historia de cuando comprendí lo puta que soy
Esta es la cuarta parte del relato Cuando comprendí lo puta que soy.
No era capaz de comprender lo que me estaba sucediendo. El mejor amigo de mi novio me había comido las tetas en el baño mientras me llamaba puta, me ha metido los dedos en el coche mientras mi novio conducía, y ahora está en el portal de mi piso pidiéndome que le habrá para follarme y volviéndome a llamar puta.
Aunque no todo era culpa suya. Me dejé comer las tetas y le empecé a tocar la polla en el baño, en el coche le ofrecí mi coño… aunque me sentía un poco mal, reconozco que no había llegado a correrme y pensaba acabar en casa. Pero el cabrón de Joel ha aparecido, y con una sola frase ha conseguido que mi subconsciente le abriera la puerta, no para hablar, quería que me follara.
Él entró como si volviera tener solo un minuto, se lanzó sobre mí y comenzó a comerme la boca mientras me empujaba contra la pared. Yo me dejaba besar, levanté los brazos y los pegué a pared, quería que se diera cuenta de que era suya, que me tenía, estaba consiguiendo lo que quería. Se volvía cada vez más fogoso, sobándome el cuerpo y lamiéndome el cuello para acabar metiendo su lengua en su oreja.
Cada vez estaba más cachonda, no lo había estado así en mi vida. Nunca me había dejado llevar así ni con Luis, es más él aún debería estar flipando con la follada que le había metido en el coche no hacía ni una hora con lo guarra que me comportado.
- A merecido la pena la espera.
Me susurraba mientras seguía comiéndome la oreja. Parece que había descubierto como excitarme más, y sus manos ya agarraban mis nalgas, apretándolas fuertes y separándolas cada pocos segundos. Supongo que notaba que eso me ponía, pues a cada apretón respondía con susurros de placer, que se convertían en gemidos en cuanto volvía a abrirme el culo.
- Eres un cerdo.
Me atreví a insultarle, pero no demasiado, supongo que aún mantenía un mínimo grado de decencia. Sin embargo, parece que surtió efectos, pues comenzó a golpearme con su pelvis. Menos mal que aun estábamos con ropa, sino me hubiera penetrado sin duda.
- Puta.
Me dijo mientras me agarraba la cara y me miraba a los ojos. Que cabrón pensé, no te lo mereces por ser el amigo de novio y por tratarme así, pero te voy a follar cabrón, pensé mientras ya no había susurros y todo eran gemidos.
Aunque sabía que me iba a comportar como una guarra, quería jugar con él, jugar con alguien, llevar la batuta. Le empuje hacía atrás, me bajé un poco la falda para colocármela bien, y le dije con la cabeza bien alta.
- Soy la novia de tu mejor amigo, y no me vas a follar.
Se quedó confundido mientras yo di los cuatro pasos hasta el ascensor para pulsar el botón e iluminarme al abrirse la puerta.
- Como muchos solo tienes hasta que salga del ascensor.
Tanto él como yo sabe que el ascensor no es muy rápido, y que aún puede disfrutar unos momentos hasta que llegue al tercero. Y no dudó, me empujó dentro del ascensor y comenzó a besarme con mucha lengua, unos besos muy húmedos. Gemía de placer, intentaba hacerlo de forma que sonarán muy alto, pero costaba aguantarme.
Me estiró de la minifalda para meter su mano dentro, sonaban las costuras pues era muy apretada, pero de daba igual que se rompieran, es más me gustaba pensar que se partirían y eso me excitaba. Apartó el tanga con facilidad y comenzó a acariciarme el coño, me estaba matando de placer, la situación no hacía más que calentarme.
- Mételo.
Le dije sin mirarle a la cara, casi esquivándolo, como si diera la sensación de que sabía que estaba mal, pero lo quería dentro, lo deseaba. Ni un segundo tardó en introducirme el dedo hasta el fondo. No podía estar más mojada, y en un suspiro largo, le agarro la cara con una mano y le digo mientras muevo la cabeza de lado a lado, indicando negativa.
- Eso no.
Introduje la otra mano para agarrar su polla y sacarla fuera mientras seguía negando con la cabeza y susurrando gemidos a cada embestida que me daba con sus dedos. Con la otra mano se sacó la polla por completo, y yo no podía soltarla mientras la meneaba de arriba para abajo. Sin duda, era más grande que la de mi novio, no era descomunal, pero si más grande, y el pensar eso no hizo más que darme ganas de comérmela.
Justo en ese momento, se abrió la puerta del ascensor, y por unos segundos, pareció no importarnos. Tanto que ya comenzaba a cerrarse la puerta, entonces le volví a empujar.
- Shhhh.
Le hice poniéndome el dedito en la boca, indicando la señal de silencio mientras andaba despacio. Justo al pasar por su lado agarre ese trozo de carne con la mano, de forma sutil y continúe caminando hasta la puerta de mi casa.
Notaba como Joel, aun estando más cachondo que nunca, también comenzaba a ponerse nervioso, pues en el ascensor habíamos hecho ruido, y si mis padres se despertaran y nos pillasen iba a ser una situación muy incómoda. Él conocía a mis padres, había estado en mi casa varias veces y mis padres siempre habían sido muy bueno con él, y con todos los demás.
Al llegar a la puerta, comencé a abrir la cerradura, mientras con la otra mano seguía masturbándolo. Notaba sus suspiros, estaba muy caliente y muy duro, pero se incomodó al abrir la puerta de par en par. Me ponía que tuviera la sensación de que mis padres nos pudieran pillar, es más, fingirla a mí me ponía muy cachonda. Para una vez que me comporto así, voy a jugar, voy a ser una auténtica guarra que se folla al amigo de su novio con sus padres en casa. Aunque en realidad no estuvieran.
Di dos pasos hacia el interior a la vez que me levantaba la falda bien arriba, dejando mi culo aire, poniéndole delante para que al girar la cabeza comprobar que no le quitaba ojo. Volví a repetir el gesto.
- Shhh.
Pero esta vez saque la lengua para lamer el dedo antes de introducírmelo en la boca.
- Aunque me pillen merece la pena.
Dijo entrando dentro de la casa y cerrando la puerta despacio. No le dejé cerrarla del todo cuando le agarré y le senté en asiento que tenemos para descalzarnos al entrar, justo debajo del perchero donde cuelgan todos los abrigos. Se dejó caer suspirando, mirándome y relamiéndose. Me acerqué y le mostré como retiraba bien el tanga, dejando mi coño a la vista, para colocarme encima y dejarme caer.
- Shhhh.
Le volví a repetir con el gesto mientras su polla me penetraba lentamente. Me dejé caer hasta abajo y esa polla llegaba más profunda que la de Luis, era más gorda, me estaba muy poniendo muy cerda. No tardé ni dos sentadillas cuando comencé a moverme en círculos, susurrando gemidos intercalados con pequeñas risas. Cada gemido me ponía más grande la sonrisa, estaba gozándomelo, estaba siendo guarra.
Luis me agarraba le culo, y comenzó a hacer fuerza para que subiera y bajara, y cada bajada era una penetrada profunda que me hacían temblar las piernas. Me gustaba, me gustaba mucho, y cada bajada sonaba mi culo chocar contra su cuerpo.
- Shhh.
Esta vez era él quien me hacía el gesto. Pero yo no bajaba el ritmo, quería golpearle, quería que sonara, me excitaba que sonara. Estaba muy cachonda, estaba llegando al orgasmo, creo, y notaba como polla dura comenzaba a endurecerse más. Entonces quise repetir, la misma escena que había repetido con mi novio hace un rato, solo que esta vez era su amigo al que me follaba.
- Baja el ritmo Miri, nos van a pillar.
Me susurro al oído. Y no me gustó, ¿Por mi nombre? Me hizo pensar en que era yo, en que después de eso tendría que seguir viviendo. Prefería que me llamara puta, me hacía pensar que era una ficción, sin consecuencias. Aun así, estaba a punto de llegar al orgasmo, y quería correrme con el juego. Le agarré la cara para que me mirara bien.
- ¿Te gusta follarme?
Le susurré al igual que le susurré a mi novio no hace mucho, mientras subía y bajaba y notaba esa verga entrando en mí, dilatándome.
- No lo sé, ¿Puedo follarte?
Contestó. No era la misma respuesta, era mejor, notaba como comenzaba a sentir más y más placer iniciando el recorrido hacia el orgasmo. Quería que me follara, me mataba de placer estar cabalgando sobre él, pensando que mis padres dormían al final del pasillo, aunque no estuvieran ahí. Pensar eso me ponía más cachonda, y seguí con la parte final de juego.
Me baje el top, y me agarré las tetas levantándomelas ligeramente hacía arriba, juntando mis pezones y mostrándoselos para que pudiera verlos. Me mordía el labio mientras susurraba gemidos de placer a cada movimiento que hacía.
- Follame, soy tu puta.
Dije dispuesta a correrme con movimientos circulares sobre la polla de Joel. Pero no fue así, instantáneamente me levantó, para girarme y apoyarme sobre los abrigos. Me agarraba el culo con las dos manos y con el interior de sus codos sostenía el interior de mis rodillas. Y comenzó a follarme. Fuerte. Sonaba el mueble y la pared. Fueron unos segundos, no creo que llegaran ni a 15 segundos, pero fueron los más salvajes de mi vida.
Ya no eran susurros, eran gemidos, y entre esos gemidos se me escaparon algunos gritos de placer. Me estaba empotrando. Ahora sí que me sentía como una auténtica guarra. Y más pensando que le da igual que nos pillen, prefiere follarme, y yo que me folle.
- Más más más.
Intentaba susurrar entre gemidos. El paró en seco. No se había corrido, lo hubiera notado, pero paró.
- Miri, si nos pillan tus padres, se va a enterar todo el mundo.
Tenía razón, pero él no sabía que mis padres no estaban, y yo ya había asumido que le iba a colocar a Luis una cornamenta de campeonato. El seguía sosteniéndome, y yo le agarré la cara con ambas manos.
- Perdóname.
Susurre, mientras comenzaba a volver a mover la cabeza de un lado a otro, diciendo que no con ella lentamente, mientras le miraba fijamente a los ojos.
- Pero quiero que me folles como Luis no me folla.
Suspiró mientras me miraba, y decía que no con la cabeza al igual que lo hacía yo, pero sus ojos estaban lascivos. Comenzó a moverse introduciéndose profundamente en mí, y ni dos empotradas dio despacio cuando comenzó a volver a empotrarme, ayudado por mis movimientos de pelvis, con el que pedía más y más rabo en cada uno de ellos.
Me corro, me estaba corriendo, nunca había sentido tanto placer. Más más más. El mejor orgasmo de mi vida sin duda, y lo mejor es que el seguía empujando. Dándole igual el ruido de la pared, y mis susurros, que eran casi todo gemidos de placer, con algún grito furtivo.
Un abrigó cayó, y golpeo el paragüero haciendo caer un antiguo bastón de mi abuelo. Paro al instante. Seguía con el miedo de ser descubierto, y yo estaba en la gloria. Fingí.
- Shhh.
Le indiqué que me bajara, y me asomé a la vez que me bajaba la falda. Las tetas no, las tetas las quería al aire. Estaba pensando en echar un ojo para comprobar si se había despertado mis inexistentes padres, para seguidamente arrodillarme y mamarle esa polla para que me soltara toda su leche sobre las tetas. Un final de guarra, de película porno, quería eso.
Me estaba asomándome, cuando, me di cuenta de que el cabrón de Joel, estaba meneándosela, fuertemente mientras me comía con las mirada. Menudo cabrón, es un puto cerdo, pero me pone cerda.
- Voy a mirar. Mira el whatsapp.
Dije. El paró, y asintió con la cabeza, seguía tocándose, pero había bajado el ritmo bastante. Hice como que miraba por la casa, pero en vez de eso me dirigí directa a mi habitación. Me tumbé en la cama y le escribí.
- No se han despertado. Que cagada tío, esto no debería haber pasado.
- Ya, sí. Bueno nadie se va a enterar.
- Espero que mis padres no se hayan enterado.
- Ven.
Él quería acabar, y yo quería más. ¿Se podía ser más guarra? Si, se podía, y quería serlo.
- No tío. Ya está, piensa en tu amigo.
- Ya… Pero ya hecho. Solo pasará una vez, y tema zanjado.
- No tío. Córrete sobre los abrigos si quieres jajaja.
- Jajaja Pues no es la mejor opción, pero si no hay otra…
No sería capaz, espero. En realidad, eyacular sobre los abrigos era lo mejor que había hecho en toda la noche. Considerando que solo con lo que pasó en el baño era suficiente para acabar una amistad con mi novio.
- Nooo jajaja. Si quieres ven, pero tienes que ser muy silencioso.
- Voy, soy un ninja.
- Si eres silencioso puedes hacerme lo que quieras jijiji con lo que quieras me refiero a por donde quieras.
No hubo contestación. Y Joel entró sigilosamente para encontrarme tumbada, boca abajo, con la cabeza levantada mirándole fijamente y con una rodilla doblada, elevando mi culo levemente. Como una auténtica puta.