Cuando comprendí lo puta que soy. Parte 2
Continúa la historia de aquella noche en la que descubrí lo puta que soy.
Esta es la segunda parte del relato Cuando comprendí lo puta que soy.
Para nada tardamos mucho en irnos. Nos agarramos un pedo de campeonato, al menos muchos de nosotros, porque mi novio Luis estuvo a base de bebidas energéticas y alguna calada a algún cigarrillo especial. Yo me notaba muy borracha, y desde la situación en el baño con Joel, también me sentía muy caliente. No era normal en mí, pero es como si mi instinto me dijese piensa en esto, deléitate pensando que hubiera pasado si te la mete segundos antes de llamarte puta.
Aunque el problema no fue que me llamara puta, eso fue lo que me hizo volver a pisar La Tierra, porque me estaba comportando como una guarra. Lo cierto es que oírlo decir me puso mucho más cachonda, y no podía dejar de pensar en mirar a Joel, en mirarlo y oír para mis adentros ‘’que puta eres’’.
La fiesta se vino arriba, y comenzamos a bailar y jugar, muchos acabaron en la piscina. Yo, Luis y varios amigos y amigas, entre ellos Joel, bailábamos cerca de los altavoces como si fuera un concurso de baile. La verdad que no ayudaba escuchar reguetón a tope de volumen bailando con muchas personas que quieren rozarse escondiéndolo como meneos al son de la música. Eso me ponía más caliente, que digo caliente, cachonda. No paraba de bailar muy sexi y rozarme con Luis, pero echando muchas miradas a Joel.
Notaba como él también me miraba y podía percibir como se relamía por dentro, quería darme lo que no me dio en el baño. Había veces que nuestras miradas se cruzaban, y se aguantaban varios segundos, mientras yo bailaba, me menaba de forma sensual y no bajándome el vestido tan rápido como debería.
Joel se colocó detrás mi novio, bailando, pero con la mirada fija en mí, lo sé porque le estaba mirando fijamente. Cuando su mirada se cruzó con la mía, aproveche para pegarme a mi novio, que ya me había comentado lo fogosa que estaba esa noche, y le dije al oído, vocalizando claramente para que Joel pudiera leer mis labios.
- Esta noche quiero follar.
Noté la cara de Joel al entender mis palabras, y noté como la polla de mi novio que ya se percibía morcillona comenzó a endurecerse.
- Esta noche te voy a follar.
Me susurro mi novio, y eso no hizo más que ponerme aún más cachonda. Le bese el cuello hasta llegar a sus labios y comerle la boca con mucha lengua y lujuria. No muchos segundos, pero si intensos, tanto como para Luis dijera que nos íbamos.
Al fin y al cabo, a mi novio también le va la marcha, y yo tengo que pararlo a veces. Lleva mucho tiempo insinuando que probemos el sexo anal, bueno insinuando es un decir, lo intentamos una vez, pero al final nada.
Desde entonces reconozco que alguna vez cuando me masturbaba probé a introducirme cosas ahí. Es más, las veces que más me he excitado masturbándome han acabado con algo dentro de mi culo. Pero con mi novio la verdad nunca había estado tan cachonda, sin duda hoy será la noche.
El problema es que teníamos que llevar a Marcos, Eva y a Joel hasta su casa también. Es algo que debió haberme bajado los humos, pero no, seguía cachonda y sobre todo seguía pensando en follar.
En el coche nos teníamos que montar 3 atrás, y digo teníamos porque Marcos es un tío de casi metro noventa y tenía que ir de copiloto sí o sí. De modo que yo acabe sentada en el asiento trasero del piloto, Eva sentada tras el asiento del copiloto y Joel en medio.
No debía ser así, pero mi mente no me quitaba de la cabeza lo que sucedió en el baño. Follar iba a follar, pero a lo mejor la sensación de infidelidad y el morbo de que me pillaran puede que sea lo que me está poniendo cachonda, aunque solo piense en lo que sucedió en el baño y quedó atrás, espero.
Mi novio y Marcos estaban hablando de la depuradora de la piscina o algo así, que se la habían cargado. Joel se inclinó entre los asientos delanteros para integrarse en la conversación bromeando.
- Esa piscina va estar soltando agua más que una que yo me sé.
Todos se rieron, y eso que la frase no tiene ni sentido, supongo que ríen de eso. Pero no sé porque, también me pensé, ¿me acaba de llamar puta otra vez? No siguió el tema, pero yo si me puse cachonda, muy cachonda, y más al notar la mano de Joel como me empezaba a sobar la pierna.
¿Qué estaba haciendo? ¿Mientras habla con mi novio y Marcos me estás sobando el muslo? Esto, esto me está poniendo muy cachonda. Estaba nerviosa, pero comprobé que Joel había colocado su cuerpo de forma que bloqueaba la visión en los asientos delanteros, y su cuerpo me cubría de la visión de Eva.
Dios, lo que me faltaba. Me estaba poniendo muy caliente, pero lo peor es que me estaba sintiendo muy guarra, y no me importaba, es más el pensarlo me ponía aún más cachonda. Tanto que comprobé bien que no nos podían ver, le agarré el dedo gordo de su mano y empecé a frotarlo como si le estuviera masturbando. Me hubiese encantado que fuese la polla, me sentía como una autentica guarra, y me gustaba, pero no quería arriesgarme tanto y que nos pillaran.
El trayecto no era muy largo, unos 10 minutos hasta que se bajaran Marcos y Eva, aun así, yo cada vez me sentía más y más caliente. Uno de los mejores amigos de mi novio está sobándome la pierna mientras habla con él. Era el mismo que horas antes me apretaba la polla contra el culo y me comía las tetas antes de llamarme puta.
Eso me excitaba mucho, y más el morbo de estar tan cerca, yo misma me calenté tanto que me dejé caer un poco, situándome un poco más a mano por así decirlo. Pero lo que pensaba es que me acariciase un poco, pero solo lo pensé, estaba tan cachonda que le ofrecí el coño. Situé un cojín de viaje sobre la espalda de Joel, haciendo más barrera visual hacia Eva. Y me retiré el tanga dejándoselo cerca.
Él no podría verlo, pero al notar el movimiento no dudo en indagar, y cuando se dio cuenta no se sorprendió. Comenzó a acariciarme los labios en busca del clítoris. A mí me daba igual donde me tocara, no podía estar más caliente.
Me tocaba el clítoris a la vez que le reía las bromas a mi novio, que no se enteraba que su mejor amigo estaba deseando follarse a su novia. Y lo peor es que su novia está relamiéndose de placer mientras le ofrece el coño en el asiento de atrás mientras él conduce.
No faltaba mucho para hacer la primera parada, y tanto él como yo lo sabíamos. Y no sé si fue él, que entendió mal, pero yo intentaba quedarme muy quieta, para no dar pie a llamar la atención, pero se me escapó un contoneo de caderas. Supongo que fue eso. Joel debió entenderlo como una petición, y comenzó a introducirme dos dedos.
No sé si fue una petición, si pudiera haber podido pedir algo, te juro que me hubiera encantando poder levantarme y colocarme de rodillas con la cabeza pegada a la ventanilla y el culo justo al lado de Joel. Hubiera deseado que sin que el coche se detuviera y por algo mágico nadie se diera cuenta de lo que pasa y cogerle el dedo gordo a Joel he introducírmelo por el culo.
Solo se me pasaba por la cabeza, sabía que era imposible, pero el pensarlo me hacía sentir muy guarra, y me calentaba cada vez más. Total, es solo pensamiento, y sí, quiero por el culo. Estoy lo suficientemente cachonda, y lo quiero.
Ojalá pudiese girarse como si nada, y agarrarme bien el culo para abrírmelo y metérmela, dando golpes fuertes haciendo que mi cabeza chocara contra la ventanilla del coche mientras le gasta bromas a mi novio.
Ojalá, dios ojalá. Solo el pensarlo me hacía estar a mil. Y los dedos de Joel ayudaban, tanto que casi no me doy cuenta de que estábamos a punto de llegar, me hubiese gustado más parar antes para poder prepararme, pero no parecía que él quisiese parar. Pero yo si lo hice, me sentía muy guarra pero no quería que me pillasen.
Eva y Marcos se bajaron, y Joel pasó a ponerse en el asiento delantero. Comenzamos a hablar, ahora yo también me uní a la conversación.
- A ver donde la meto yo esta noche.
Dijo Joel mientras reíamos entre bromas.
- Pajita y a dormir.
Contestó mi novio, también todos reímos.
- Oye, pues yo tengo buena mano, hago unas pajas que flipas.
Bromeó Joel. Sí que las tiene pensé yo. Y que cachonda me estaba poniendo notar como se reía del pobre Luis. No me gustaba nada eso, pero me estaba excitando mucho la situación.
Joel se bajó y mi novio me acercó hasta mi casa. Pensé en decirle que mis padres no estaban, pero tampoco quería tenerlo en casa todo el fin de semana. Podría decirle que subiese y echáramos un polvo rápido en la entrada de mi casa o en mi cuarto en silencio, como ya habría ocurrido alguna vez. Pero no quería eso, me sentía guarra y quería gozármelo, quería gemir y gritar y decir guarradas. Quería sentirme puta, y que mejor puta que las que follan en los coches.
- Al descampado.
Le ordené, y Luis fue hacia el descampado para aparcar a fondo entre los contendores.