Cuando comprendí lo puta que soy. Parte 1
Siempre era la típica niña ejemplar, con carita de buena y cuerpecito de muñeca. Era introvertida y modosita...hasta esa noche.
Me llamo Miriam, aunque todos mis amigos me suelen llamar Miri. Siempre me he considerado una chica muy normal. Imaginaba que pasaba desapercibido entre los chicos, pero tengo un físico muy bueno, según ellos. No soy muy alta, manejable dicen, tengo un pecho bastante bonito eso si es verdad, no son excesivamente grandes pero no son pequeños, yo los veo lindos, ellos las llaman tetazas… siempre fui delgada con un culito respingón al que le han dicho multitud de piropos o burradas… pero siempre fui timidilla, muchas chicas con peor físico que yo son consideradas pivones por las cosas que hacen o se dejan hacer, yo no. Me gusta el sexo, como a todos, pero no suelo desinhibirme con facilidad, eso si, cuando lo hago, arde Troya. Y de eso me di cuenta hace unos años, esa noche comprendí que bajo este cuerpo con carita de niña buena había una diablesa.
Estaría a punto de cumplir la mayoría de edad, era una chica muy estudiosa y responsable, por eso mis padres solían irse dejándome sola sin ningún miedo. Y eso pasó ese fin de semana, preferí no contárselo a nadie, quería que no me molestaran al llegar a casa y estar a mi aire.
Por aquel entonces salía con Luis, mi novio de la adolescencia. Llevábamos más de tres años y éramos una relación consolidada, teníamos el mismo grupo de amigos y todo era genial. En el sexo nos compenetrábamos bien, follamos lo que podíamos, pero no era el más experto en la materia, ni yo por esos tiempos. Luis era todo dulzura, aunque no muy listo y muy ingenuo, me enamoro por su gran corazón y su personalidad, físicamente sabía que yo estaba mucho mejor de tanto oírselo decir a muchos babosos que buscaban ligar conmigo.
Ese viernes fuimos a una fiesta en el chalet de una amiga, una casa inmensa, con piscina, llena de gente y de alcohol. Bebí lo normal, iba con el puntito, juguetona, pero en mi línea. Luis no bebió nada porque nos llevaba en coche a todos, él era mayor que yo por 2 años.
En la fiesta, nuestro grupo comenzó a jugar a juegos eróticos, empezaron por la botella, Luis y yo obviamente nos limitábamos a mirar y a reír.
- Venga Miri échate una ronda, a ver si tengo suerte.
Dijo Joel. Él era muy amigo nuestro, siempre estaba de broma, incluso delante de Luis bromeaba conmigo sin problema, la relación era muy buena. Cuando mi novio no estaba presente, era distinto, las bromas eran más sutiles, como si no quisiera que el resto pensara que me tiraba la caña. Yo siempre me reía, me gusta gustar, ¿A quién no? Aunque sabía que no le gustaba a Joel, el solo quería una cosa, me lo había hecho entender tantas veces que ya hasta me hacía gracia el juego.
- Que más quisieras jajaja.
Contesté entre risas mientras me levantaba a echarme otra copa para volver a mi sitio y sentarme al lado de Luis con las piernas cruzadas. Joel no siguió la broma, pero note como me persiguió con la mirada mientras hacia el recorrido hasta sentarme. Me miraba las piernas de arriba abajo, noté que por dentro estaba babeando. La verdad que esa noche iba muy mona, o muy sexi, depende de cómo me comportara. Llevaba una minifalda con volantes, que debía bajarme constantemente para no incitar miradas buscando mis cachetes y arriba un top que me apretaba los pechos sin la necesidad de sujetador. Me encantaba ese top, cuando bailaba, había movimientos en los que notaba como votaban mis pechos, o mis tetazas según dicen algunos. Mis pechos ganan al desnudo, tengo unos pezones muy bien puestos y con un color rosado que hasta a mí me gustan.
Las bromas siguieron y el juego empezó a calentarse. Joel seguía clavándome la mirada, deseoso de poder clavar otra cosa, y yo, me dejaba mirar, el alcohol y ver el juego me estaban subiendo la temperatura, y ya no cuidaba tanto mi postura, intentando darle algo bonito que ver a Joel. Comencé a pensar que tenía su punto, no sé, siempre había sido tan buena, a lo mejor ser un poco mala no estaba tan mal.
Me levanté y besé a mi novio con lengua durante unos segundos. Todos comenzaron con las típicas bromas.
- Que nosotros también sabemos jugar jajaja.
Contestó Luis a las burlas.
- Cari voy a echarme una copa y al servicio de arriba, vuelvo enseguida.
Le dije para darle otro beso húmedo y continuar con la broma.
- Voy yo antes al baño, me meo como un caballo de carreras.
Salto Joel, riendo y apresurándose al baño.
Todos siguieron con el juego y yo fui a echarme la copa, en la casa había muchas más gente, dividida en varios grupos. Iba saludando hasta llegar a las escaleras, subiendo al piso de arriba la cosa se despejaba bastante. La puerta del baño estaba entornada y la luz apagada, así que deduje que Joel ya había bajado. Una pena pensé, un poco de juego no me vendría mal con este calentón tonto que llevo.
Al encender la luz, Joel estaba dentro del baño, y en un movimiento rápido me agarro para meterme dentro y cerrar la puerta.
- Que susto joder! ¿Qué haces? Jajaja
Dije entre risas, la verdad que paso muy deprisa. El no dio opción a nada.
- No tenía ganas de mear, quería enseñarte esto.
Dijo mientras sacaba el pene por la cremallera del pantalón. Me quedé en shock, no la tenía dura, pero si parecía estar morcillona, y tenía pinta de ser más grande que la de Luis, al menos más gorda. Reconozco que no me lo esperaba pero fue una grata sorpresa, aunque nunca lo diré en voz alta, estaba cachonda y eso me puso más.
- Pero tío ¿Estás loco?.
Le dije, él no contestó. Se lanzó sobre mí, con una mano me agarró la cintura para acercarme a él, y ví como su boca abierta iba directa hacia la mía. Obviamente le esquive la boca, mi novio estaba abajo y él era su amigo. Estaba cachonda, sí, pero no soy de las chicas que hacen eso, y menos estando en una casa llena de gente. Al no encontrar mi boca, comenzó a besarme el cuello, con la boca muy abierta y usando mucho la lengua, reconozco que ahí encontró mi punto débil. Si antes estaba un poco tontorrona y pensaba que me estaba poniendo cachonda, esa lengua en mi cuello me puso muy perra.
- Tío esto no está bien.
- Dame solo un minuto.
Me contestó mientras con su mano, agarro la mía y la acerco a su miembro. No miento si digo que no lo busqué, pero eso tampoco hice nada por evitarlo, le agarré la polla para comenzar a menearla lentamente. Tocar otra polla que no era la de mi novio me puso mucho más cachonda, y ya no podía soltarla, eso junto con los lametones en el cuello y la otra mano que obviamente estaba llegando a mi culo me hicieron no pensar.
- Un minuto Joel.
Le susurré al oído. Y no perdió el tiempo, me empujo contra pared para comerme la boca con la misma cantidad de lengua y saliva con la que me comía el cuello. Ya pareció notar que había entrado en el juego, y soltó mi mano para dejarla hacer sola, por mucho movimiento que hubiera siempre tenía bien agarrada esa polla, notando como brotaba y comenzaba a crecer. El sabía a lo que había ido y me bajo el top sacándome las tetas al aire.
- Buuuffff Miri.
Me dijo me dijo justo antes de lamer mis pezones como si le fuera la vida en ello. Esa forma de comerme las tetas no hizo más que excitarme, y comencé a emitir gemidos, intentando que fueran bajitos por miedo a ser descubiertos. Entre los hechos y la situación, estaba cachonda y Joel parecía estarlo más. Me levanto la minifalda y comenzó a sobarme el culo mientras continuaba besándome la boca y bajando la lengua a mis tetas cada pocos segundos.
Me giró bruscamente dejándome de cara frente al espejo, y arrimándome la polla, ya dura, contra el culo. Me gustaba sentirla, y como el daba empujones como si buscara la forma de por dónde entrar, y realmente pegaba mucho con la situación que me hubiera metido todo lo que pudiera antes de que mi cerebro me hiciera recapacitar. Pero mi cerebro solo me decía, pídele que te folle. Y hasta el solo pensarlo me puso más cachonda.
Con la mano comenzó a tocarme el coño, y yo ya estaba echando fuego, solo estaba esperando que me la metiese de un momento a otro, y no sé cómo ni porque, le subí la mano de mi coño para poner sus dedos sobre mi lengua, y mirándole a los ojos a través del espejo comencé a introducírmelos en la boca. Joel apretó fuerte la polla contra mi culo, y mientras bajaba la mano húmeda con la otra me sobada las tetas y me susurró al oído.
- Que puta eres.
Admito que eso me hizo desearlo mucho más, me hizo sentir sucia y aunque nunca me había sentido así, ahora admito que me pone mucho. Pero mi cerebro también reaccionó, y me vi en el espejo, con las tetas fuera mientras Joel me tocaba el coño y yo hacia movimientos con la cadera hacia atrás buscando polla, y pensé en todo lo demás… mi novio, mis amigos, la fiesta.
- Se acabó el minuto guarro.
Le dije, y me retiré de él sin darle tiempo a reaccionar, me subí el top, me coloqué bien el tanga y la minifalda y salí del baño sin mear. Baje las escaleras despacio, intentado respirar lentamente para tranquilizarme. Tuve que pasar por la cocina porque no iba a volver a por mí copa olvidada en el baño. Al volver a la sala, Joel estaba sentado, haciendo bromas como si nada hubiera pasado. Quiero follar, pensé, me senté al lado de mi novio y le dije, yo no tardaré mucho en irme.