Cuando a mis 42 años

Iniciación de una jovencita de 18 años

Cuando a mis 42 años, me cambie a mi nueva casa,  un ático de dos dormitorios y con una bonita y discreta terraza. No podía suponer lo que iba a ocurrir en un futuro no muy lejano. Era un conjunto de varios portales, con varios elementos comunes, como piscina, pista de tenis y jardines

En el mismo portal había uno matrimonio  poco mas o menos de mi edad con los que hice amistad. Tenían dos hijas, Sonia y Laura,  aun pequeñas.

Fueron pasando los años,  y la amistad fue creciendo igual que las chicas, especialmente Sonia, que cuando termino la secundaria era una autentica belleza y con un cuerpo sensacional o por lo menos yo la veía así.

Empecé a pensar en ella como mujer y lo genial que sería disfrutar de su cuerpo. Al mismo tiempo me recriminaba por estos pensamientos.  En estas cuitas estaba yo cuando se presentó una ocasión para intentar llegar a algo mas profundo con la chica. Pero lo contare desde el inicio.

Todo surgió una tarde cuando estábamos en la piscina, había poca gente. Yo estaba en una zona tomando el sol sobre mi toalla y llego Sonia que sin dudarlo se puso junto a mi Llevaba un discreto bikini Después de saludarme me pidió que si le podía dar un poco de crema protectora, no era primera que lo hacía. Se desato el bikini.

-Que fastidio son las marcas –dijo-

-Si –respondí-

-Luego no te puedes poner alguna ropa -prosiguió- por lo antiestético de las marcas-

Se me ocurrió de pronto, yo solía tomar el sol desnudo en mi terraza y comencé a urdir un pequeño plan. Me baje un poco la cinturilla mi calzón de baño.

-Mira –le dije- sin marcas.

Ella miró, me pregunto que como lo hacia para conseguir eso.

-Tomando el sol en mi terraza –respondí-

  • ¡Que suerte tienes!, si yo pudiera hacerlo también lo haría –sentencio-

El siguiente paso estaba muy claro, invitarla a mi terraza. Así lo hice. Acepto rápidamente. La hice notar que la vería desnuda a lo que respondió que siendo yo, no la importaba ya que me consideraba como si fuera un especie de tío o algo así.

Quedamos para el día siguiente, en unas horas que estaba sola en casa, ya que aunque sus padres no ponían objeciones para estar en mi casa no quería que se enteraran. Me pareció perfecto, cuanto menos supieran mejor.

Cuando sonó el timbre a la mañana siguiente, estaba algo nervioso pero encantado de las posibilidades que se estaban abriendo.

-Ya sabes donde esta la terraza –la indique- Yo estoy haciendo un trabajo en el ordenador.

Evidentemente no era la primera vez que estaba en mi casa. La deje sola porque quería que se sintiera cómoda

Desde un sitio discreto pero que veía la terraza, observe como se fue quitando ropa hasta quedar completamente desnuda. Me excite y mi pene se puso duro. Se confirmo mi sospecha. Estaba francamente bien y dentro de unos pocos años seria una autentica mujer de bandera.

Se dio crema y se tumbo sobre una silla apropiada para ello que tenía yo. Embobado no podía dejar de mirarla mientras que por encima del pantalón mi mano no dejaba de tocar mi polla.

Viéndola desnuda en mi terraza, comencé a masturbarme, imaginado como seria tocarla y que ella me masturbara, fue un buen orgasmo.

El tercer día que subió la recibí solo envuelto en una toalla.

-Perdona –le dije- es que estaba tomando el sol.

-No quiero molestar –contesto- volveré en otro momento.

-No es molestia –respondí- si no te importa podemos tomar el sol juntos.

Note como se ponía colorada. Seguro que si accedía era la primera vez que veía a un tío desnudo y ella se mostraba desnuda. Dudaba, no quise insistir para que no se asustara.

-Bueno, seguro que estos días me has visto desnuda, así que da igual que estemos los dos juntos.

No me creía la suerte que tenia. Nos tumbamos al sol después de que se diera la crema protectora a lo que colaboré dándosela en la espalda.

Deje pasar unos días para que se hiciera rutinario el darnos crema y vernos desnudos. Aproveche para dejarla una llave de mi casa para que pudiera entrar sin tener que abrirla y con la advertencia de que no se debía enterar nadie. Ya había planeado el siguiente paso y no quería que se asustara y dejase de ir a “tomar el sol”

Después de unos días de uso la llave, decidí que había llegado el momento de ir mas adelante.

Oí el ruido de la puerta, yo estaba preparado desde hacía un rato con la polla dura, como si me estuviera masturbándome. Me hice el loco, como si no hubiese oído la puerta, esperando que me encontrara en plena “faena”.

Cuando me vio se quedo parada en el salón, no se atrevió a decir nada ni a salir a la terraza, pero la observaba y estaba como hipnotizada sin poder apartar la vista de mi pene. Yo seguía pasando mi mano de arriba abajo, pajeándome lentamente. Ella seguía inmóvil y mirando fijamente.

Cuando estaba ya cerca de correrme, me hice el sorprendido.

-Perdona Sonia –dije mientras ponía una toalla sobre mi pene erecto- no te he oído entrar.

No dijo nada la invite a que saliera a la terraza. Se tumbo a tomar el sol como siempre, como si no hubiera visto nada. Yo lo deje correr, porque ya hablaríamos de esto, pasado el primer impacto.

Al día siguiente la observaba de forma discreta mientras estábamos al sol. No apartaba la vista de mi flácido pene, cosa que me costaba trabajo conseguir ya que yo estaba en un estado de excitación tremenda. Deje pasar el día sin más novedad.

A la mañana siguiente estábamos en la misma situación.  Pasado un rato la pregunte qué era lo que miraba, como si yo no lo supiera.

-Nada- respondió

-Eso no es cierto, Sonia –la dije- Se lo que miras, pero no te atreves a preguntar o hablar de ello. Creo que tenemos suficiente confianza para que lo hagas.

Ya  había hecho la apuesta definitiva.

-Uffff, es que no se, no se…. –comenzó a decir-

-Te preguntas cosas que has oído sobre los chicos y que el otro día has visto.

-Si –respondió-

-Pregunta lo que quieras –le anime-

-¿A todos os crece tanto?

-Depende –respondí-. No todas las chicas tenéis el mismo pecho.

-Claro –dijo-

-¿Te puedo preguntar algo, Sonia?

-Si.

-Mi polla es la primera que ves ¿verdad? –Eso yo lo sabía, pero quería que ella se abriera.

-Si –volvió a decir-

-¿Te gustaría notar cómo va creciendo?

Se puso colorada y no respondió.

No dije nada, cogí su mano y la puse en mi polla. Más colorada aun, pero no retiro la mano. Mi pene comenzó a responder, poco a poco fue creciendo. Yo miraba su cara, que era de sorpresa, volvió a tener su color habitual y observe cierto brillo en sus ojos. Esta dentro, pensé con satisfacción.

Al poco le dije que moviera la mano con suavidad para que notara mi pene en toda su dureza. Obedeció inmediatamente y mi polla respondió rápidamente. Al poco estaba completamente dura, con una erección tan fuerte como hacía tiempo que no  tenía.

Siguió moviendo la mano, la deje un rato. Aunque me quedaba para llegar, la dije:

-Sonia si sigues así vas hacer que me corra.

Paro y me pregunto:

-Paro o quieres que siga.

-Lo que yo deseo es fácil de saber, lo importante es lo que tú quieres –respondí-

Como respuesta, comenzó a mover la mano de nuevo para gran alegría mía. No tenía ni idea de cómo hacerlo, así que le dí algunas indicaciones. Le costó trabajo y un buen rato, yo la animaba diciéndole que lo hacía bien y que siguiera. Al final me corrí, por la posición en que estaba, salió disparado un chorro y luego el resto del semen cayó por mi polla. Exagere un poco el orgasmo, con suspiros y pequeños grititos, pero la verdad me gusto mucho.

Con una toalla me limpie. Mire su cara, estaba fascinada. Ahora tocaba la segunda parte.

-Mira Sonia –le dije- en el sexo, como en el amor, es dar y recibir.

Me miro extrañada, iba a hablar pero no la deje.

-Escucha –proseguí- he recibido de ti un gran placer, ahora quiero devolverte ese placer. Quiero masturbarte o como soléis decir las chicas quiero hacerte un dedo. Se ruborizo.

Comenzó a tartamudear, no le salían las palabras, por lo que le pregunte directamente:

-¿Quieres que te devuelva en placer que me has dado?

-Si –respondió de forma casi inaudible-

La pase al salón y la tumbe en el sofá. La fui acariciado las piernas, los muslos, el vientre y volvía a empezar. Observe que los pezones se le endurecieron.  Luego fui centrándome en el vientre y los costados y como si fuera de forma accidental le rozaba sus preciosos y juveniles pechos. Suspiraba. Decidí besarla, aunque lo tenía previsto para más adelante. Un beso suave con los labios cerrados. Ella lo acepto, estaba caliente y me cerciore cuando con mi lengua intente separar los labios y respondió abriendo la boca.

Baje la mano buscando su sexo, lo tenía muy poblado de vello púbico. Hacía tiempo que no encontraba un coño en su estado natural, no me gustaba así, pero con Sonia no me importaba ya lo tendría como a mí me van. Estaba mojado. Tenía un clítoris algo más abultado de lo normal, quizás por la calentura que llevaba mi chica. Al poco de acariciarlo sus suspiros se fueron intensificando como también sus flujos. Todo esto sin  dejarla de besarla y de acariciarla.

Cuando me pareció que estaba a punto, deje su clítoris y me centre en sus pechos, se los lamí. Se estremecía, balbuceaba y yo solo entendía que no parara. Volví a su clítoris y ya no pare hasta que se corrió. Fue algo muy intenso, se retorcía y gritaba, tanto que me dio miedo de que la oyeran y la tape la boca con mi mano. Nos quedamos abrazados en el sofá mientras que se recuperaba.

Al día siguiente hice mi rutina, me tumbe a tomar el sol y a esperarla. Oí el ruido de la puerta. Se demoraba en salir a la terraza cuando me llamo para que entrara. La encontré desnuda tumbada en el sofá. La putita quería caña. La bese y la conduje a mi dormitorio diciéndole que en la cama estaríamos más cómodos. Repetimos lo del día interior, la enseñe como debía masturbarme.

A los cuatro o cinco días introduje una variante. En lugar de usar el dedo use la lengua, le hice su primera comida de coño. Al poco rato enloqueció, parecía posesa, se movía tanto que tuve que sujetarla por el vientre para poder hacerlo bien. Ni que decir que su orgasmo fue sensacional, tanto que me puso la polla dura, dura, solo con verla y oírla.

Cuando recupero fue directa a mi polla, me miro a los ojos y sin decir nada se la metió en la boca. No tenía ni idea de cómo hacerlo pero la deje un tiempo. Luego la fui indicando como debía hacerlo. Con práctica, Sonia sería una buena comedora de pollas.

Procuraba que cada vez que teníamos sexo encadenara varios orgasmos. Aprendió a mamarla bastante bien. Ardía en deseos de follarla pero estaba esperando a ver si Sonia sacaba el tema, y así fue pasando el verano.

Cuando iba a comenzar el curso y pensando que lo que había aprendido durante las vacaciones igual lo ponía en práctica decidí hablar de su virginidad.

Después de una memorable sesión de orgasmos le dije que deseaba hacer el amor con ella.

-Querrás decir que deseas follarme –me dijo- Hemos quedado en que esto es sexo, no amor.

-Perdona, tienes razón –le respondí- pero ya sabes que solo haremos lo que queramos los dos.

-Ya lo sé y ciertamente nos va bien así.

Mi moral cayo por los suelos, parecía que no quería ir más lejos ya que le gustaba lo que hacíamos. Debí poner cara de decepción por lo que dijo a continuación:

-No pongas esa cara. Ya te darás cuenta cuando quiera que me folles.

Joer con la niña, se había espabilado, mandaba sobre nosotros y jugaba con mis deseos. Podía forzarla pero no quería perder lo que había conseguido, así que decidí esperar. Caería como fruta madura.

Al cabo de dos o tres semanas, después de haberle comido como es debido su rasurado coño, estaba sobre ella, en la conocida posición del misionero, besándonos. Cuando subió sus piernas apoyándolas en mis caderas, al mismo tiempo que se abría de piernas. Lo entendí como una señal y rápidamente comencé a jugar con mi polla en la entrada de su vagina. Fui metiendo la punta y sacándola, ella solo suspiraba. La bese con intensidad y con suavidad la penetre rompiendo su himen. Comenzó a mover las caderas. Nos costó coger un ritmo parejo pero al final lo conseguimos. Su orgasmo no fue muy intenso pero tenía cara de placer. El mío fue brutal.

Después hable con ella para decirle que las primeras veces no sería demasiado intenso ya que su vagina y  músculos vaginales se tenían que acostumbrar a tener un pene dentro. Durante una temporada lo hacíamos a diario, luego se fue espaciando pero no mucho, ya que dos veces a la semana follábamos.

Ha pasado el tiempo, Sonia se caso y tiene un hijo. Nos vemos normalmente una vez por semana y desea que la mantenga abierto su ano ya que a su marido ese conducto no le gusta.