¡Cualquier cosa por mi Empresa!
La lealtad de los empleados puede llegar a límites insospechados frente a una auditora exigente.
Trabajo como contable en una empresa que está en pleno proceso de expansión. Para ello necesitamos ineludiblemente importantes créditos. Los hemos pedido al banco y este ha solicitado una auditoria de nuestras cuentas. Con mucho nerviosismo de la cúpula directiva la revisión de cuentas empezó ayer. Para ello se presentaron tres serios auditores con intención de revisar todos nuestros datos de arriba a abajo.
El líder del grupo era un señor de avanzada edad del que nunca sabias si estaba haciendo una pregunta de chiste o te quería joder vivo. Solo permaneció con nosotros por la mañana, hasta que al medio día fuimos a comer en un restaurante caro. Después de pedir los platos más suculentos y caros del menú, de beberse casi media botella del mejor vino, se largó en su gran coche, dejándonos a sus dos sabuesos investigando todos nuestros apuntes contables.
Uno de ellos era bastante jovencito e inexperto, parecía bastante buena persona y se conformaba con las explicaciones recibidas sin repreguntar (se le puede convencer o esconder aquello que no interesa airear).
El otro, mejor dicho, la otra es una mujer muy despierta y minuciosa. Nada se le escapa ni el más mínimo detalle y hace infinidad de anotaciones en un cuaderno del que no se separa ni un instante.
El día de ayer estaba siendo terrible para mí. Iba acumulando toda la tensión de la auditoria y además tenía que presentar la mejor cara para no descubrir los múltiples “agujeritos” por donde la confianza del banco se puede ir por el retrete y por lo tanto perder la posibilidad del crédito.
Por llegó la hora de cenar, para contrarrestar los puntos negativos que han ido encontrando durante el día, los lleve a un restaurante donde se come y bebe de lo mejor de toda la zona. Comimos y bebimos hasta saciarnos, conversamos muy amigablemente tratando de evitar en todo momento los comentarios sobre el trabajo realizado durante el día.
Al final percibí que los buenos caldos ingeridos hacían su efecto, por lo que se mostraban mucho mas relajados y con ganas de confraternizar con el pobre “auditado”. Aproveche la ocasión para depositar nuevos elementos de confianza de forma que en caso de necesidad pudiera recurrir a ellos.
Pedí unas copas de licores a elegir (sin mirar el coste) para redondear la faena, todo sea por conseguir los mejores resultados para la empresa. En este ambiente mucho más distendido, y una vez que nos hemos quitado las caretas de profesionalidad resulta que la auditora es una mujer madura muy agradable y simpática, lo que me permite mirar más allá y descubro su innegable atractivo. Hasta ese momento solo la veía como mi adversario, bastante dura por cierto.
Con el calorcito del vino, se ha desabrochado algunos botones del escote y sin que ella sea consciente de ello me está enseñando el borde brocado de su sostén blanco. Se adivinan unos pechos menudos pero prietos y erguidos. La señora que debe rondar los cincuenta se conserva muy bien.
En el trayecto de vuelta al hotel, ella se sienta en el asiento del acompañante pues su compañero esta entretenido mandando whatsapps, posiblemente a su novia. Por primera vez en la velada puedo ver que tiene unas piernas bonitas, la faldilla relativamente corta deja al aire sus rodillas y buena parte del muslo. La noto inquieta parece como si tuviese algo que le queme entre las piernas, deja de abrirlas y cerrarlas muy poco pero que yo puedo percibir. Ella no parece ser consciente de ello y por lo tanto no lo trata de esconder.
Los acompaño hasta el mostrador de la recepción, recogen sus respectivas llaves y desaparecen tras la puerta del ascensor. Durante unos instantes dudo... quizás ponga en riesgo el éxito de la auditoria, pero quizás la salve. Descuelgo el teléfono de la recepción y marco el número de habitación de ella.
- He decidido quedarme en el hotel… me sentía un poco mareado para conducir hasta casa. He llamado por teléfono para advertir a mi mujer... - le digo tras el saludo de rigor-
- Siempre llevo alguna cosa de aseo en el coche, no le ha parecido mal. ...Así podré estar mañana fresco a primera hora -- Me parece una excelente idea… además, si tienes un momento podrías venir un momento a mi habitación, durante todo el día me ronda una idea por la cabeza y conviene aclararla lo antes posible por el bien de la inspección - dice ella con una voz intencionadamente cálida.
Me suena a invitación en toda regla y no me distraigo ni un solo instante. Me recibe con un batín corto que anuda un cinturón a la cintura. A la vista quedan sus largas piernas bien torneadas y su ahora suelta melena. La verdad es que la señora auditora es una mujer mas que atractiva. No se lo que ella pensará de mi pero yo estoy por hacerle un favor o dos si hace falta.
Durante un instante nos miramos y dudamos… como continuar. Ella empieza a hablar del trabajo como si no sucediese nada especial. Yo creo que esta oportunidad no hay que desaprovecharla, hasta ahora todo parece que va bien, los dos somos adultos y sabemos lo que hacemos, y una cosa son los negocios y otro es la jodienda. Si darle más tiempo ni oportunidad para la duda, me abalanzo sobre ella y le doy un beso lleno de pasión a ver que tal resulta.
Soy correspondido y ambos nos lanzamos como animales salvajes a desnudar, besar, morder, arañar, lamer y abrazar al otro. ¡Vaya con la seria auditora! Ha resultado ser una fierecilla deseosa de someter a su antojo a un joven y desprevenido contable.
Después de unos minutos de alocado desenfreno, ella yace sobre la cama boca arriba. Su pierna izquierda colgando por el borde y la otra apoyada en el suelo. El batín no puede tapar su entrepierna y queda expuesta su bonita braguita. Esta es un pequeño triangulo blanco semitransparente sujetado por un fino cordón que se apoya sobre la cadera. ¡Qué bonita lencería gasta de señora!
Me arrodillo justo delante de ella y contemplo su delicada intimidad. Paso los dedos por encima, mientras ella se estremece esperando con ardor mis caricias. Lentamente hago caracolear mis dedos por sus ingles, por encima del monte de venus y por el inicio de la curva de sus glúteos.
Paso la lengua por encima de las braguitas hasta que éstas humedecidas, se adhieren sobre su piel marcando claramente sus labios. Le quito las bragas y me deleito con la visión de los pliegues de piel que forman su vulva.
- ¡Qué bonito conejito debes tener aquí guardado!, ¡... me lo voy a comer enterito! - le anuncio mientras la yema de mis dedos recorren la braguita por encima de la rajita.
Me estoy imaginando un dulce chochito rodeado por una zona de pelitos bien recortaditos que seguro adornan unos labios delicados y sensibles. La señora Marta no dice nada, simplemente se estremece y se abre un poquito más de piernas para que yo tenga un fácil acceso.
Cojo del borde de la braguita y tiro de ella. Marta junta las rodillas para facilitar que se las pueda quitar fácilmente. La miro y me relamo…Uhmmm que cosa tan apetitosa. Veo un pequeño triangulito de pelitos que coronan su pubis, las piernas apretadas no me dejan ver el resto… estoy seguro que un cuerpo así, con una cara tan fina y unos modales tan refinados deben ir acompasados con un coño exquisito
Me acerco… impaciente por separa esas pierna y empezar a comerle el chochito que parece ser es lo que desea. Acerco mi boca … poco a poco se va abriendo para mi… poco a poco…uhmmm estoy emocionado. Marta aprieta las piernas y me deja con la miel en los labios. Levanto la cabeza y busco en su cara una explicación. Me sonríe, sus manos van desde el vientre hasta la entrepierna, cuando llevan allí… las piernas empiezan a separarse… lentamente…uhmmm.
Lo que aparece ante mí es… es… el coño más hermoso que he visto nunca. Lo le pega nada… para un cuerpo tan delgado no le corresponde un chocho así, es … un super coño. Te lo describo:
Lo labios exteriores son grandes y abultados, entre ellos en la mitad superior de la raja aparecen los labios menores que parecen hechos de volantes, y estos a su vez acompañan un enorme capullo como si fuera un calamar pequeño con los labios ondulados como patas.
- ¡Ostia!... que preciosidad… tienes el coño más perfecto que haya podido ver en toda mi vid a- le digo entusiasmado por la visión de semejante vulva.
- ¿Te gusta?... ¿lo encuentras bonito?... ¿si? … pues está muy rico y esta deseando que te lo comas… ¿qué me dices? – dice mientras juguetea con los pelos de mi cabeza la cual permanece inmóvil delante de su espectacular coño.
Le doy una primera lamida desde el ano hasta donde empiezan los pelitos. Repito haciendo que la punta de la lengua se abra paso entre sus labios. Me detengo en el pliegue que recubre su clítoris. Lo chupo, lo sorbo lo lamo, lo sacudo con rápidos golpecitos que le doy con la punta de la lengua y luego lo aprisiono con los labios hasta que Marta termina por gemir con ganas.
Llega el momento de jugar con los dedos. Primero uno y después dos juntos, se abren paso entre sus carnes. Los meto y los saco a mi antojo. Los retuerzo, los hago vibrar, le doy sacudidas o los hago girar para rozar con la parte posterior de su clítoris.
Cuando ya tiene la vagina bien dilatada y humedecida la follo con los dedos con energía, con toda la fuerza de mi mano y con toda la rapidez que me da el brazo. Luego le paso la lengua lentamente como el que lame el borde de un tarro de miel, por dentro y por fuera.
- ¡Chupa, chupa con fuerza… es lo que más me gusta! – afirma para animarme a continuar con lo que estoy haciendo
Una, dos, tres veces… quizás cuatro son las que se corre ante mis lamidas. Marta no cede, tampoco da ninguna señal de que quiera que esto acabe. Su chochito está completamente distendido, mojado y ardiente.
Creo que solo le falta sentirse empalada por esta estaca que tengo entre las piernas. En medio de un hondo suspiro se deja penetrar acomodándose en la cama para que yo la pueda meter hasta las bolas.
- Así...así dámela toda... bien fuerte.. Así… Así hasta el fondo - me suplica mientras se acomoda para poder acoger sin problema todo mi pene entre sus piernas.
Empiezo a bombear como un loco, embravecido por sus palabras, con la polla totalmente mojada por sus fluidos y su coño, tan ardiente que siento como me quema.
Con este ritmo desenfrenado pronto llego a mi éxtasis y me corro en abundancia dejando caer la lechecita sobre sus muslos. Exhausto, complacido y muy satisfecho por sentir que me he comportado como un buen macho, me dejo caer a su costado, esperando encontrar el reposo y el descanso merecido.
Solo pasan unos minutos hasta que Marta abre la boca y con tomo muy sosegado me recuerda:
- Creo que el primer punto sobre el que tenía serias dudas ha quedado aclarado y resuelto. Espero que por el bien de la inspección se resuelvan igualmente otros dos o tres aspectos que quedan pendientes –
La miro con sorpresa, ella me mira seria. Pasan unos instantes interminables y por fin rompe a reír... yo la acompaño en las risas y la zarandeo quejándome de su broma. Entre risas, cosquillas y juegos ella se sube sobre mí, me bloquea las manos y se pone a besar mi barbilla. Me aprisiona los labios entre sus dientes hasta el punto de hacerme daño. Me quedo inmóvil y ella aprovecha para amarrarme las manos con sus medias.
- Ahora vamos a aclarar el segundo punto que teníamos pendiente - amenaza convencida de que va a ganar en este nuevo juego que inicia.
Deverano.