Cruzando guantes - Capítulo 9

Se abren nuevos frentes de batalla en el combate.

Ninguna parecía querer dar el brazo a tocer y para cuando sonó la campana, tardaron un par de segundos en despegarse, a regañadientes.

Retrocedieron mirándose frente a frente, sin darse la espalda y Mercedes sonrió con burla al reparar en los pezones enhiestos de su rival, que se insinuaban bajo el corpiño. Pero su alegría duró poco, porque pudo comprobar idéntica reacción en el rostro de la retadora.

-¿Qué pasa, lesbiana? ¿Te gusto? -la provocó desde su rincón y se recostó contra las cuerdas, como posando para las fotos.

-No soy torta como vos. Tenés los timbres duros. ¿Qué pasa? ¿Te gustó tenerme tan cerquita? -se burló Analía y le lanzó un beso volador a modo de burla, intentando disimular el asco.

Ambas bebieron un corto sorbo de agua sin dejar de lanzarse taladrantes miradas llenas de odio.

-¿Te gustan estas, mamu? -se burló Analía, quien se quitó el corpiño y exhibió dos grandes y duros pezones.

Mercedes sintió asco, pero no quiso ser menos y la imitó.

-¿Esas tetas de foca, puta? No me hagas reír.

La campana sonó y ambas se acercaron pavoneándose.

-¿Querés ver si están caídas, puta?

-¿Te la bancás, yegua?

-Teta a teta, hija de puta.  -rugió Analía y se colocó las manos en la espalda, desafiante.

-No tenés con qué, cerda. -siseó Mercedes imitándola y se relamió una gruesa gota de sangre que le recorría el labio superior.

Las dos repararon en la dureza de los pezones enemigos y sintieron un inmenso escalofrío en cuanto los botones se rozaron y comenzaron un lento y vicioso vaivén con los hombros de derecha a izquierda, doblándose y atacándose.

Cada gruñido era respondido por uno igual, mientras los pequeños pero firmes pechos de las boxeadoras se masajeaban juntos, atacando y recibiendo embates de sus estiletes. La campana sonó y ambas sentían un ardor en el pecho que arrimaba las lágrimas a los ojos.