Cruzando guantes - Capítulo 5
Segundo round entre las amargas rivales
El segundo asalto fue una continuación del primero. Como si hubieran puesto pausa y retomado directamente desde allí. Con La Pantera atacando y La Leona contraatacando, sin piedad, con los bellos rostros sacudidos por los impactos.
La pesada mano de la retadora parecía empezar a inclinar levemente la balanza cuando la campeona trastabilló al ser golpeada en la nariz y recibió dos golpes en el torso, antes de bloquear con los codos y contraatacar con un derechazo abierto que desestabilizó a su rival y volvió a poner distancia entre ambas.
Analía gruñó y volvió a adoptar la posición de guardia. Mercedes la imitó y comenzaron a rondarse, achicando la distancia para volver a cruzarse en el centro del ring. Piña va, piña viene, ninguna parecía cejar en sus embates y la campana detuvo un cruento asalto en el que ninguna parecía ceder.
Sin dejar de lanzarse miradas llenas de odio, cada una regresó a su rincón y bebió de la botella para escupir en los baldes junto al ring y refrescarse.
Los feroces ataques habían comenzado a hinchar los pómulos y dejaron pequeños cortes en los carnosos labios de ambas púgiles.
-Te voy a matar, hija de puta.
Se prometían entre gruñidos y siseos, mirando ansiosas el reloj para dar comienzo al tercer round.
La espera parecía hacerse eterna y cuando finalmente comenzó el nuevo asalto, Analía redobló el ímpetu y pareció llevarse por delante a su némesis, arrinconándola contra las cuerdas y descargando una soberbia descarga al cuerpo que fue estoicamente soportada.
Mercedes sintió todos y cada uno de los golpes y comenzó a perder aire. Necesitaba salir de las cuerdas a como dé lugar. Y con la maña que da la experiencia, bloqueó un golpe al plexo solar para contraatacar con un derechazo que aterrizó en la desprotejida mandíbula de Analía, quien abrió los ojos con sorpresa y trastabilló.
Sin perder un instante, y movida por el momentum, la campeona le propinó una hábil combinación de izquierda, derecha, jab, derecha, un cross y un uppercut a la mandíbula que terminaron por derribar a la retadora y dejarla tendida sobre la lona.