Cruzando guantes - Capítulo 19
Convertidas en dos fieras, las odiosas rivales buscan dominar el pleito
La Pantera se retorcía bajo el cuerpo de su oponente mientras forcejeaban e incrementaban la presión y ritmo del roce entre sus matas. El ardor las recorría por dentro y temblaban de odio y excitación mientras apretaban sus dedos entrelazados.
Con cada movimiento los escalofríos entre ambas iban en aumento y ambas luchadoras se empeñaron en hacer correr a su némesis. Sentían que la presión en sus vientres iba en aumento, el corazón golpeaba aceleradamente en sus pechos. Los jadeos entrecortaban sus insultos mientras sus coños se humedecían mutuamente en franca lid.
Mercedes abrió levemente las piernas de su oponente para que sus clítoris hinchados, que comenzaban a asomar, se midieran en el asalto definitivo. Analía intentó resistirse, pero ambas habían trabado sus pantorrillas y la posición dominante de la campeona le daba cierta ventaja.
En cuanto sus delicados e inflamados botoncillos de placer chocaron cabeza a cabeza, ambas vieron las estrellas y se retorcieron de placer con un espasmo que las volvió locas y las humedeció aún más.
Analía creyó advertir un atisbo de terror en los ojos de Mercedes pero sintió que los calores le subían a las mejillas al advertir la expresión lujuriosa y socarrona en su oponente, que se mordía los labios y jadeaba con los ojos entrecerrados.
La Pantera movió sus caderas en forma circular y cambió el ángulo de ataque entre sus sensitivos clítoris y, tras casi medio minuto de ardiente vaivén, logró desmontar a su rival y montarla para tomar la iniciativa ante la aterrada mirada de La Leona.
La campeona se sintió perdida y apretó las nalgas en un intento por incrementar la presión entre sus palpitantes y húmedos sexos, pero Analía no parecía querer ceder y ambas se estrujaron las manos juntas, con los brazos bien abiertos.
La retadora desplegó su arsenal pélvico y ambas cruzaron el punto sin retorno apretando los dientes y jadeando, mientras se maldecían en susurros y gemidos hasta que Mercedes no pudo más y comenzó a agitarse espasmódicamente
-Te cogí, hija de puta! -rugió Analía, eufórica, pero su triunfo fue efímero porque apenas dos segundos más tarde se corría a mares sobre su odiada enemiga.