Cruzando guantes - Capítulo 13
El épico y sanguíneo combate continúa alcanzando altas cotas de rivalidad.
Como en todos los rounds anteriores intercambiaron cruentos puñetazos que resonaron con eco en la soledad del gimnasio bajo el radiante y mudo sol. Mercedes recibió una combinación que la puso contra las cuerdas pero, logró esquivar un derechazo y contraatacar, para arrinconar a su rival con un gancho al hígado y un uppercut al mentón.
Analía tambaleó y se abrazó a la campeona, con fuerzas, mientras sentía que las piernas se le aflojaban. Mercedes forcejeó pero no lograba liberar los brazos y descargaba débiles puñetazos en los flancos de la retadora.
En el forcejeo y vaivén, los pechos de ambas volvieron a aplastarse juntos y los pezones retomaron el duelo mientras se aguijoneaban mutuamente, haciéndoles ver las estrellas.
Desesperada, La Pantera le tiró del cabello a la altura de la nuca y la hizo arquear hacia atrás para, aprovechando la sorpresa, darle una trompada en el estómago. La Leona se dobló con un gruñido y se separaron, tomándose el abdomen sin dejar de mirarse con odio.
Las respiraciones estaban aceleradas y, dispuesta a no perder la ventaja, la retadora se lanzó y la agarró del cabello con ambas manos. La campeona tambaleó al sentir el furioso embate de su rival y también la agarró del cabello.
Querían lastimarse. Ya no había boxeo, ni deporte. Esto era rivalidad y odio puros. Durante medio minuto se zamarrearon de los pelos hacia uno y otro lado para arrancarse gruesos mechones mientras sus quejidos y chillidos se repetían e iban en aumento.
El ardor en el cuero cabelludo aproximó las lágrimas a sus ojos y ninguna dudó en soltar una mano y revolear puñetazos hacia el rostro enemigo. La paridad era absoluta y en cuanto una conectaba, inmediatamente recibía la réplica.
Furiosas, se trabaron en un candado mutuo mientras se golpeaban en el abdomen y en el rostro. La sangre tiñó sus labios carnosos y de las narices brotaron nuevos ríos carmesí.
-Te voy a matar, hija de puta! -gritaron al unísono con la voz quebrada por el dolor.