Cruzando guantes - Capítulo 12

Sigue el combate

-Soltame y pegame, guacha... no vine a frotarme con vos... hija de puta. -protestó Mercedes en el oído de su rival, mientras tambaleaban sobre el ring.

-Soltame vos, yegua...¿tanto te gusto? -la desafió en forma susurrante y ambas se empujaron, con asco, cuando sonó la campana.

Regresaron a sus rincones a refrescarse y sintieron un hormigueo interno, desconocido, que las recorría.

-Tortillera hija de puta. Si querías refregarte conmigo, te hubiera presentado a una amiga que es torta. -se burló Mercedes.

-Jajajaja. Si vos sos la hija de puta que tiene los pezones durísimos y no paraba de frotarse. -respondió Analía, durante el descanso, sin dejar la rivalidad ni por un segundo.

-¡No me hagas reír, conchuda! ¡Si estás empapada! Se ve que te gustó, por eso cuando peleamos por el título no parabas de abrazarme y por eso no pudiste quitarme la corona. -se mofó con intencionalidad ponzoñosa, al recordarle el frustrado desafío.

-Te salvó la campana, hija de puta. ¡Si estabas prendida porque te estaba cagando a piñas!

-¡Claro! ¡Por eso los periodistas decían que parecíamos dos lesbianas bailando!

-¡Es tu culpa, negra de mierda! -rugió Analía y miró el reloj en la pared, que marcaba que faltaban quince segundos.

-¿Mi culpa? ¿Entonces, por qué estás tan mojada, puta? -la campeona parecía estar venciendo en el duelo verbal.

La retadora se ruborizó al advertir la humedad en su tanga pero, sonrió con sorna al advertir que no era la única.

-¿Y por casa cómo andamos? ¿Tanto te gustó sentir mis lolas?

Ahora fue el turno de Mercedes para ruborizarse.

-¿Esas tetas de foca, igual que tu aliento? ¡No existís, puta barata!

-Yo al menos cobro, no como vos que lo hacés gratis.

Sonó la campana y las dos se lanzaron al ataque con un rugido de muerte.