Cruzando guantes - Capítulo 10

Lejos de detenerse, las amargas rivales combaten en todos los frentes.

Durante unos segundos ninguna quiso soltarse. Parecían fundidas y, a pesar del dolor que experimentaban, sus pezones estaban tan enhiestos que los sentían arder.

Encaradas, nariz contra nariz, se lanzaron una última mirada pletórica de odio antes de empujarse mutuamente y retroceder.

-¿Qué pasa? ¿Te gustaron mis tetas, mamu? -la provocó Analía con la voz temblorosa.

-¿Qué decís, tarada? Si vos sos la que está excitada, torta. -se mofó Mercedes recostándose contra las cuerdas al llegar a su rincón.

-¡Mirá cómo tenés los timbres! ¡No podés más, yegua! -se rió la retadora.

-¡Mirá quién habla! ¡Si no parás de abrazarme para frotarte como una gatita lesbiana calentona! -espetó la campeona y sonrió al ver cómo el rostro de su rival se desfiguraba en una inconfundible mueca de odio.

-¡Si pelearas en vez de frotarte conmigo, trola...! -replicó y bebió un sorbo de agua.

La campana sonó y ambas volvieron a cruzarse en el ring, pero en lugar de intercambiar puñetazos, ambas llevaron las manos hacia sus espaldas y se prodigaron violentos topetazos con sus pechos, gruñendo a diestra y siniestra, mientras sus cuerpos chocaban y se pegoteaban sudorosos.

Analía se movía de derecha a izquierda y lanzaba inclementes jabs de sus orbes contra los de su némesis, mientras que Mercedes contrarrestaba en sentido contrario. Cada tanto, una de ellas chillaba con los dientes apretados y retrocedía un paso, para luego recuperarlo y la frustrante paridad las desesperaba.

La campeona retrocedió un paso para tomar impulso y se inclinó levemente, para golpear en forma ascendente y fue recompensada por un bramido de dolor de la retadora, quien tambaleó sorprendida y se agarró a las caderas rivales para mantener el equilibrio en un nuevo clinch en el cual sus pechos descansaron sobre los de su oponente.

Mercedes tambaleó y también se agarró a la cintura de Analía mientras era llevada contra las cuerdas. Con los dientes apretados y las narices presionadas juntas se estrecharon en un nuevo abrazo de oso que prometía demolerlas. Un escalofrío las recorrió cuando sus alientos se mezclaron.ru