¿cruising? ¿qué es eso?

Un hombre heterosexual descubre sin pretenderlo otra forma de sexo que acaba gustándole

Me gustaba hacer nudismo y siempre que iba a la costa buscaba en internet alguna playita tranquila donde poder tomar el sol sin estorbos ni impedimentos, libre y a gusto. Aquella de Torremolinos estaba algo alejada, tenias que aparcar el coche y andar por la playa hasta donde los carteles anunciaban que a partir de ahí era zona nudista, avisando a los que les molestaba esta práctica lo que podrían encontrarse si continuaban.

Yo continué, como es lógico, apenas se veía gente en esa tranquila mañana de marzo, dos parejas allá lejos, un hombre algo más acá, y alguno bañándose totalmente desnudo en las tranquilas, aunque supongo que algo frescas, aguas del Mediterráneo.

Desnudo al sol se estaba francamente a gusto, mi cuerpo se iba calentando aunque aun no me atrevía a meterme en el agua por lo que me limitaba a darme la vuelta de vez en cuando, y a mirar a lo lejos a la otra gente que se tostaban tranquilamente al igual que yo.

Un chico joven se acercaba por el mismo camino que había utilizado yo para llegar hasta allí, y supongo que cuando vio a los otros bañistas, pensaría como yo y se quedó a unos metros de mi, extendió la toalla y comenzó a despojarse de la ropa, ajeno a mis miradas.

Me olvidé de él, y continué leyendo el libro que me había llevado para pasar el rato, hasta que en un momento dado al dirigir la mirada hacia donde él estaba, le vi con la polla en la mano, acariciándose y excitándose claramente, con la vista fija en mi.

Bajé la mirada rápidamente, enfrascándome en mi lectura, pero mi curiosidad pudo más y volví de nuevo la vista hacia él. Seguía mirándome, la mano ahora estaba quieta, abarcando una polla de buen tamaño y al ver que le miraba, la dejó sobre su vientre y me preguntó si era de por allí, o estaba de paso.

  • no, solo he venido a pasar unos días, aprovechando el buen tiempo.

  • ¿Y siempre haces nudismo?

  • siempre que puedo, si

  • a mí me gusta venir aquí cuando estoy libre, pero nunca te había visto antes.

Se había ido acercando hasta mi lugar, la polla todavía grande y morcillona colgando entre sus piernas, y se sentó a mi lado en la arena, mientras manteníamos esa conversación. Yo estaba boca abajo y casi me alegré de no tener que darme la vuelta para ocultar la ligera erección que había creciendo mientras le miraba y que ahora era más descarada al tenerle tan cerca de mí.

Nunca antes me había excitado la visión de un hombre desnudo, pero la verdad es que tampoco nunca antes había tenido a uno tan cerca, y además su polla se encontraba erguida, a dos palmos de mi cara, mientras él, con toda naturalidad, me preguntaba por mis vacaciones y por mi estancia en su ciudad.

Seguimos hablando tranquilamente, y gracias a eso me distraje y mi excitación fue bajando, ayudado porque dejé de mirar aquel instrumento tan cercano. Era buen conversador pese a su juventud, y ameno, me contaba cosas de por allí, donde comer, que hacer, que visitar, y de las playas de los alrededores.

El calor ya se iba notando y apetecía darse un chapuzón, así que me enderecé poniéndome a su nivel, para seguir hablando tranquilamente, aprovechando que ya había pasado a la situación de ligeramente morcillona, entonces me invito a meternos en el agua, que ya se iba necesitando entre unas cosas y otras, y le seguí hasta el borde del agua.

Estaba realmente fría, pero se tiró de cabeza sin pensarlo y comenzó a dar brazadas hacia adentro. No quería ser más cobarde que él, y venciendo mis temores me lancé detrás suyo, hasta que pensé que ya estaba algo lejos y regresé a donde hacia pie, intentando tiritar lo menos posible.

Se acercó a mí con movimientos lentos, y siguió hasta la orilla. Ahora veía su culo del mismo color bronceado que el resto del cuerpo, evidenciando que lo suyo era tomar el sol en pelotas, a mi todavía se me notaba la parte blanca que tapaba el bañador y que esperaba que estos días fuera desapareciendo.

El sol pegaba fuerte según el día avanzaba, y se agradecía el agua fresca sobre el cuerpo. Me tumbé a la orilla, dejando que las olas remojasen mi cuerpo según subían por la arena y mientras el sol calentaba mi espalda.

Después de ir y volver mar adentro un par de veces mas, se colocó a mi lado.

  • ¿estás haciendo cruising?

  • ¿el qué?

  • cruising,  ya sabes…

  • pues… no, no lo había oído nunca, ¿qué es?

  • ¿te van los hombres?

Nooo, le contesté demasiado rápido, tal vez no muy convencido después de observar que mi mirada seguía fija en su polla algo caída ahora ya.

  • ¿pero te gusta lo que ves ahora?

Su mano volvió a abarcar todo el cilindro que resucitó de pronto y se irguió a dos palmos de mi cara, desafiante.

  • Toca si quieres, veo que no lo pierdes de vista.

Mi mano, desobedeciendo las ordenes de mi mente se acercó a su pene y lo abarqué extasiado, era fabuloso tenerlo ahí dentro, sintiéndolo duro y palpitando mientras lo apretaba alrededor y lo notaba crecer mas y mas, su punta redonda y suave tan cerca de mi rostro que podía apreciar su olor penetrante, un olor que nunca había sentido hasta ahora.

Nunca me lo hubiera imaginado, pero acerqué mi cara a esa polla esplendida y la restregué contra ella, el suave capullo sobre mi piel, en mis labios, en mi lengua y al fin dentro de mi boca. Media hora antes ni me lo hubiera imaginado, mas bien al contrario, la habría rechazado de plano, y ahora tenía una polla en mi boca y disfrutaba con ella, con su sabor, con su suave textura.

Sentí entonces sus manos recorrer mi espalda, acareándome suavemente, bajó hasta el culo y me di cuenta de que no me importaba que fueran las manos de un hombre, me estaba agradando, sentía placer con su contacto, mi polla también reflejaba el gusto que sentía, iba creciendo contra la arena fría y bañada por el agua, me estaba excitando, era indudable.

De pronto me di cuenta de que estábamos en una playa pública, había más gente por allí, podían vernos y me moriría de vergüenza. Me retiré con pena, sin apartar la mirada de ese capullo brillante y húmedo por mi saliva.

  • ¿Qué pasa?

  • hay gente, nos pueden ver.

  • bueno, ellos están a lo suyo, les da igual lo que hagamos, todo el mundo sabe que esto es una zona de cruising.

Otra vez esa palabra, pero no quería preguntarle qué quería decir, podía ser cualquier cosa comprometida, o qué se yo.

  • a lo mejor te he molestado, pero pensé que te estaba gustando.

  • noo, no sé muy bien, pero es la primera vez que me ocurre algo así, lo siento.

  • ¿Te refieres a estar con un hombre?

  • si, a eso me refiero, nunca había estado con otro hombre desnudo, y menos…

  • perdona, pensé que eras gay, y como no me hiciste ascos, creí que te estaba gustando.

  • no, no soy gay, me gustan las mujeres, pero…

  • ¿entonces es la primera vez que tocas una polla?

  • si

  • ¿y te ha gustado? No parecías hacerle ascos…

Luchaba entre mi rechazo a la idea misma de lo que había hecho, y mi deseo y sentimientos de lo que había disfrutado unos momentos antes. Mi silencio dejaba mas o menos claro que sí, que me había gustado, pero que no me atrevía a decírselo, o a confesarlo a mí mismo.

Se puso de pie y agarrando mi mano la volvió a colocar sobre su polla, algo floja ya. Sentí su calor y apreté, empezó a adquirir su tamaño anterior, estaba dura y ardiente, y sin poderlo evitar acerqué de nuevo mi cara y la introduje en la boca, esta vez sin remilgos, mientras sus manos recorrían mi cuerpo y apretaban mi culo, abriendo despacio el espacio entre ellos.

  • ven, date la vuelta, vas a probar otra cosa que seguro que te va a gustar más aun.

Solté su polla y me di la vuelta, como me indicó, su cuerpo se pegó contra el mío y sus manos recorrieron mi pecho, jugaban con mis tetillas, su boca besaba mi nuca y sentí un gran calor y un gusto especial, que llego casi a tope al notar su polla enorme pegada contra mi culo, apretándose y abriéndose paso contra la raja, que se abrió para apreciarla más cerca.

Nunca había sentido una sensación parecida ni pensé que el contacto de las manos de un hombre, o su polla sobre mi piel podrían proporcionarme esa sensación tan intensa de placer y sensualidad, estaba rendido a sus manejos, a sus caricias y fui obedeciendo a todo lo que me iba pidiendo.

Con un poco de sobresalto y mirando un poco a lo lejos que no pudiéramos estar a la vista de los demás, que en esos momentos se alejaban ya de la playa con sus bolsas y toallas, me coloqué de rodillas sobre la arena, ofreciendo mi trasero abierto y expuesto, conforme me indicó.

Sentí sus manos en mi espalda, como colocándose un poco y después las retiró para acercar su maravillosa polla entre mis piernas. La fue subiendo despacio, sentía la punta recorrer despacio la raja abierta hasta detenerse en un punto, y ahí comenzó a empujar despacio. Estaba mojada por el mar, pero le costaba abrirse paso, sentí como me iba abriendo y algo gordo y suave invadió mi intimidad, quedándose quieto con la punta justo dentro.

Con la mano se echó un poco de agua. Que resbaló por mi culo, produciendo una sensación de suave escozor, y de nuevo empujo hacia mi interior, despacio, la polla bien mojada, hasta que sentí sus bolas golpear contra mis glúteos y su vientre pegado a mi culo. Ya estaba toda dentro, apenas me había dolido, y la sensación placentera se fue incrementando al notar su calor y su dureza.

Comenzó a moverse lentamente, sus manos sujetaban mi caderas para hacer mejor fuerza y el ritmo aumentó  casi sin darme cuenta, notaba un gran calor, y escalofríos recorrer mi cuerpo, mi polla explotaba ahí abajo, y cuando se quedó quieto, tenso, y empezó a escupir todo dentro de mi culo, yo me corrí también entre espasmos incontrolados, hasta quedar tendidos sobre la arena, agotados, su cuerpo pegado a mi espalda y su polla en mi interior todavía.

Todavía no me lo creía, pero había sido follado por otro hombre, lo había disfrutado, y me pareció otra forma de sexo tan placentera casi como con una mujer. Eso del cruising, fuera lo que fuera, estaba muy bien.