Cruising III. ¡En los baños de una mezquita!

Juro que ese día yo no buscaba nada… pero si te tientan

Nunca me habría imaginado poder encontrar rollete en los baños de una mezquita. Y eso me pasó en Istanbul, en los de la mezquita azul.

La ciudad me encantó y los turcos también, sobretodo los jóvenes masculinos de ojos negros, tejanos ajustados y labios carnosos… pero viajando con mi mujer, la cría y otra pareja con niña, era impensable liarme con un tío ahí. Menos aún teniendo en cuenta que alquilamos un apartamento muy pequeño y no había forma de follar sin que las crías se enteraran… así que me tuvieron en abstinencia ¡toda una semana! Lo peor es que nuestros amigos sí follaron y tuve que sufrir tres veces los ruiditos de su cama y los gemidos sofocados del orgasmo clandestino a las tantas de la madrugada… y mi mujer erre que erre con lo la decencia para con las niñas.

Viajando con críos es mejor no ir con prisas para adaptase mejor al ambiente, visitar los lugares tranquilamente, seguir las idas y venidas de la gente, disfrutar al ver las cosas que funcionan diferente que en España… sin estresarse, vaya. A mi me gusta moverme así y aunque bien es verdad que viajando consigo controlar bastante mi calentura, al tercer día ya empecé a ponerme morado mirándole el culo al camarero del restaurante, rozándome con algún trasero desprevenido en el metro o el tranvía, o viendo en calzoncillos a mi amigo al meterse en la ducha por la mañana… no es que esté demasiado bueno, pero después de haberlo oído bombear a su mujer a hurtadillas, pues me daba un cierto morbo. Las ganas de follar hacían volar mi imaginación y en ella vi al guía del museo mamando de rodillas entre mis piernas, a un vigilante del Palacio de Topkapi sodomizado en el harén del siglo XVI, o a algún paseante gimiendo de placer con mi mano buscando su ojete… ¡maldita abstinencia!

Me ponía a tono en todas partes menos en las mezquitas. No sé yo si es que esto de la religión aún me abruma, pero en las salas de oración no sentí nunca este impulso. Antes había estado en Túnez, pero ahí no te dejan entrar en las mezquitas si no eres musulmán, así que me estrenaba en eso y durante esa semana hice un curso acelerado. Me gustan especialmente los patios, porque se respira un ambiente relajado, sin la solemnidad de la sala de oración ni la tensión de la ciudad, ahí sí que ya se me aceleraba el ímpetu. Pero claro, la abstinencia estaba siempre ahí merodeando.

En esos días entré en diferentes aseos dentro del complejo de una mezquita. Siempre son limpios y bien cuidados, a veces con un hombre que los mantiene y que controla que todo el mundo deje una moneda para usarlos. Como no podía ser de otra manera, cada vez pensaba “vaya desperdicio, con la de tíos buenos que hay en esta ciudad  y con lo que molaría guarrear con alguno” . Sobretodo porque las mezquitas de Istanbul no son como nuestras iglesias donde solo ves a gentes de la tercera edad y algún matrimonio joven pero recatado, ahí va todo tipo de gentes…

Los monumentos más conocidos los visitamos un par de veces. Así que el penúltimo día nos pasamos toda la mañana en Santa Sofía y decidimos pasar la tarde en la mezquita Azul, descansando para luego disfrutar de la puesta de sol.

Nos instalamos en el patio, charlando relajadamente, las crías correteando. De tanto beber te, me entraron ganas de mear y me fui al baño. Eran subterráneos y estaban en los jardines exteriores. Entraban y salían tíos de todas las edades y el vigilante estaba fuera fumando, sentado a la sombra de un árbol. Dentro había la típica fuente para lavarse los pies, meaderos y wáteres turcos. Llamadme guarro, pero cuando bajaba las escaleras me crucé con un chaval delgadito y guapo de ojos grandes… y me puse cachondo de pensar que habría estado cagando en uno de esos wáteres que te obligan a agacharte completamente y que van geniales para evacuar… luego hay la manguerita de agua para lavarse… mmm, ese chaval recién cagado y bien limpito… ¡estaba al punto para ser follado! En fin, que seguí bajando con mis fantasías incomodándome en la entrepierna…

Dentro había bastante movimiento. Me puse a mear en la misma línea que un tío algo más joven que yo, un par de meaderos a su izquierda. Seguía pensando en el chaval que me acababa de cruzar y sentía el placer de mear con la polla morcillona. Pero, a medio mear, se hizo el silencio. Todo el mundo se había ido excepto el tío que estaba a mi lado… y noté que me estaba mirando. Primero pensé “mierda, habrá visto que voy caliente” … luego me acojoné al pensar que quisiera algo. Ahí, ¡en una mezquita! Vale que los musulmanes turcos no son tan radicales como los talibanes, pero para mi era como ir a ligar a la basílica de El Pilar o a la catedral de Santiago, aunque no sé si ahí hay baños... Efectivamente, el tío tenía la polla dura:

- ¿Te gusta? – me dijo en un perfecto inglés, enseñándome con descaro la polla.

- Estoy casado – Le respondí nervioso.

- ¿Con una mujer o con un hombre? – preguntó masturbándose lentamente.

Me quedé completamente descolocado por su desfachatez. Era guapo, de mi misma altura, el típico turco de ojos negros, labios seductores, cabello tupido, peinado modernillo, con el botón superior desabrochado y el vello del pecho saliéndole por encima de la camisa blanca. También tenía buena polla, bastante más oscura que la piel de su cara y de sus brazos, completamente descapullada. Sin darme cuenta la mía se había puesto dura antes de acabar el meo.

No teníamos demasiado tiempo porque en cualquier momento podía entrar alguien o podía bajar el vigilante. Así que se acercó y me la agarró. Me besó. Es de los mejores morreos que recuerdo, su lengua era cálida y sus labios expertos. Notaba su polla dura y cálida en mi mano… la tenía muy dura, el cabrón. Su mano derecha soltó mi polla para sobarme los huevos, luego siguió bajando y buscó mi ojete. El tío iba a saco. Le agarré la polla y lo masturbé mientras él hurgaba en mi entrada. Aunque en general soy activo, también me la han metido algunas veces, e intenté imaginarme como sería dejarse follar por ese tío. Pensé que seguramente no estaría nada mal, porque tenía pinta de saber hacerlo muy bien y con pasión… pero me tranquilizó saber que eso no pasaría porque ahí era imposible.

Pasados los nervios del primer momento, el lugar me dio morbo… pero lo que más cachondo me ponía era ver el brazo derecho de ese tío desapareciendo entre mis piernas, y sentir como iba metiendo un dedo en mi culo… mi polla estaba dura y babeaba su antebrazo… en su mirada se leía que lo que deseaba era cambiar el dedo por su polla… hacía tiempo que nada entraba por mi ojete, pero ese tío me estaba dando un placer inmenso…me lo clavaba cada vez con más fuerza, levantándome, obligándome a ponerme de puntillas… Yo lo pajeaba, notaba su polla dura y caliente, suave, palpitando… y con la otra mano me apoyaba a la pared. Se agarró su propia polla para pajearse y me dijo “mastúrbate” … lo hice con mi izquierda mientras me agarraba a su cuello con la derecha para no perder el equilibrio… nos morreamos con mucha baba… el tío estaba fuerte, lo notaba en sus hombros y en su cuello… notaba su piel caliente en mi mano… su mano en mi culo, su dedo metido bien adentro de mí, poseyéndome… me tenía al borde del orgasmo… “te estoy follando” me dijo moviendo su dedo dentro de mí… “córrete” … y me corrí lanzando escupitajos de lefa mientras él seguía clavándome el dedo… luego me lo sacó de golpe y se corrió a mares contra el meadero. ¡El tío llevaba ahí, lo menos, la carga de un mes!

Justo en ese momento se oyó a alguien que empezaba a descender las escaleras, me metí a toda prisa en un wc cerrado para evitar que nos vieran juntos y para limpiarme… y para pensar en lo que habíamos hecho… todo había pasado tan rápido… no sabría decir si en un minuto o en diez por lo intenso y placentero que había sido… todo mi cuerpo transpiraba… pensé en mi mujer, en mi hija y en mis colegas que estaban fuera y me sonreí… ¡si los de arriba supieran lo que pasa bajo sus pies!

Marcos - cruising_38@yahoo.es