Cruising en el río
De cómo le comí la polla a un alemán mientras hacíamos nudismo
Antes de nada, presentarme y deciros que lo que cuento en este relato es completamente real. Aunque no diré mi nombre, solo deciros que tengo 30 años, 170cm de altura, 70 kg. Soy moreno, según a quién le preguntes te dirá que soy guapo, otros no tendrán la misma opinión. Yo no tengo complejos, hay días que me gusto más y otros que menos, pero nunca he tenido problema para ligar y en general me considero tirando a guapo.
Esto pasó hace un par de años en una ciudad alemana. Dicha ciudad está cruzada por un río y en primavera y verano los locales y visitantes nos dedicamos a pasar los días en el río, bebiendo con amigos, haciendo barbacoas o lo que se tercie.
Un poco alejado de todo el ajetreo del centro de la ciudad, hay una zona nudista donde yo normalmente voy a tomar el Sol -me encanta tomar el Sol y bañrme desnudo, me siento más libre y además no se me queda la marca del bañador, cosa que odio-. Es una zona mixta, a veces hay parejas heteros, también hay gays mayores que van a ver qué pillan, gays no tan mayores, grupos de amigos -en el centro de Europa no es extraño ver a grupos de amigos jóvenes haciendo nudismo-.
El caso, era un día por la mañana y yo no tenía nada mejor que hacer, por lo que me cogí un libro, una toalla y un poco de agua y para allí que me fui. Al llegar a la playa -es un playa de río, recordad- no había nadie, así que escogí el sitio que más me gustaba y me tumbé a leer. Pasó un rato en el que me di un baño, incluse una pequeña siestecita, y empezó a llegar gente.
Primero, llegó un señor de alrededor de 40 años, bastante guapo de cara, con unas gafas de pasta que le daban un aire muy interesante. No era la primera vez que le veía por allí. Se desnudó y, además, no estaba nada mal. Cada uno seguimos a lo nuestro sin molestarnos y sin cruzar palabra más allá del necesario "Guten morgen".
Más adelante, llegó un señor bastante mayor, de alrededor de 60 años. La verdad es que yo lo había visto bastantes veces, era bastante pesado porque siempre iba a ver qué cazaba y te daba conversación por si colaba. Yo le contestaba por educación pero intentaba quitármelo de encima lo más rápido posible.
De repente, llegó un tío joven, de unos 25 años. Era la primera vez que le veía. Moreno, delgado, rapado, bastante atractivo. Bajó a la playa y se puso como a unos cuatro o cinco metros de mi. Comenzó a quitarse la ropa hasta que se quedó en calzoncillos, parecía que le daba palo quedarse completamente desnudo, hasta que se decidió. No sabéis lo que escondía el chaval entre las piernas. Era el rabo más gordo que había visto sin estar en erección, con unas venas tremendas, menudo trozo de carne. El chico se sentó y se puso a leer.
No sé cómo empezó el juego, si le miré yo primero o me miró él, pero empezamos a intercambiarnos miraditas y la verdad es que yo le miraba descaradamente el rabo, él era obvio que se estaba dando cuenta porque se colocó estratégicamente para que yo pudiera ver cómo se estaba tocando el capullo. Si eso ya era grande en reposo, no podéis imaginar cómo se pudo cuando empezó a ponerse en erección.
Yo empecé a ponerme cachondo perdido y le mostraba también mi polla -circuncidado, tengo una polla normal, 16cm, de grosor estándar, con un buen capullo rosado-, me empecé a pajear disimuladamente, ambos nos mirábamos. Yo intentaba que no nos vieran ninguno de los otros visitantes, por supuesto no quería que nos viera el señor mayor porque me causaba rechazo.
Quería acercame al chavalito y comerle ese trozo de carne que tenía entre las piernas, pero no podía levantarme con la polla mirando al cielo y pasearme por la playa sin que el resto me viera, así que me calmé hasta que mi polla volvió a quedar flácida. Ahí, me levante, me acerqué a una piedra que quedaba a un par de metros del chaval y que tenía unos arbustos, con lo cual me disimulaban del resto de visitantes de la playa, aunque se me seguía viendo.
Me senté ahí y el chaval comenzó a mirarme y a tocarse el rabo de nuevo. De verdad, no sabéis el trozo de carne que tenía, nunca había visto nada igual. Además, tenía las plantas de sus pies a escaso metro y medio míos, unos pies preciosos, soy muy fetichista de pies. Yo estaba cachondo como un mono y empecé a pajearme sin disimulo alguno. Me estaban viendo el resto de tíos de la playa, pero llegó un momento que ya me daba igual, solo quería comerle el rabo a ese tío.
Le guiñé un ojo y me fui a la playa que estaba al lado, que estaba vacía y allí no nos vería nadie si queríamos hacer algo más. Tenía miedo de que el tío no me siguiese y me quedara con las ganas, pero efecivamente apareció a los dos minutos. Nada más verlo le acerqué a mi y le comencé a comer la boca con ansia, a bajar las manos por su cuello, por su pecho -el cual tenía con bastante pelo- hasta que llegué al rabo objeto de deseo.
Le di cuatro sacudidas con las manos y me agaché a comérsela. No me cabía en la boca de lo gorda que era pero el tío me cogió la cabeza con sus manos y ahí empecé una mamada que el tío no paraba de bufar. Yo solo quería seguir comiendo, ya me daba igual quién me viera, no sé si el resto de tíos estaban detrás mirando , solo quería darle placer con mi boca.
Después de poco rato el tío empezó a bufar, sacó la polla de mi boca y comenzó a correrse por toda mi cara. Me levanté, le di un buen morreo, el tío se marchó a su toalla y yo me metí en el tío para quitarme toda la corrida de la cara. Cuando volví a la playa, el tío había desaparecido, por supuesto el resto de los visitantes ahí seguian y no paraban de mirarme, me sentía observado, como si estuvieran diciendo "anda que te lo has pasado mal...". Nunca me había sentido tan guarra.
Recogí mis cosas con la mayor dignidad posible y me fui. Nunca más volví a ver al chavalito ni he visto una polla como la suya.
¡Espero que os haya gustado y que os hayáis puesto tan cachondos como yo aquel día!