Crueles Imperios de mitos
Vuelvo a jugar con una historia, esta vez bíblica, esta vez llevándola a la modernidad de las empresas y el capitalismo que muchas veces se cree por encima de los seres humanos.
Me siento y enciendo el ordenador, mentira, ya estaba encendido.
Como es de noche he encendido venga velitas, es genial porque huelen todas a chocolate, ssí, soy muy golosa.
Tengo puesta música en el youtube, ahora mismo suena This is Love de Whitesnake.
Mientras escucho esto trato de animar a una amiga y me sorprendo de lo positiva que estoy.
Durante mucho tiempo me he empeñado en mantener relaciones largas que no llevaban a ninguna parte.
Hoy estoy soltera, libre, sola, vale, puede que de vez en cuando me venga la melancolía… pero no me siento enamorada.
Es extraño, creo que toda mi vida me he empeñado en sentirme enamorada… que ridícula.
Cada vez que oía una canción de amor me sumía en una gran tristeza recordando a alguna persona o sintiéndome totalmente nublada por alguien.
Me gusta sentirme tranquila al escuchar estas canciones, sigue moviéndose algo en mi interior pero me gusta sentir el control.
El suficiente control para que la próxima vez que conozca a alguien, le conozca bien primero, antes de embarcarme en una relación dañina para los dos.
This is Love
Bueno, se acabo la canción y decido poner Warcry.
Entro en mi correo y veo que me han hecho escritora del día en Todorelatos.
Bien, tengo varios proyectos en mano, pero aún no he acabado ninguno, “mierda”.
Creo que me falta estar enamorada o mm sufriendo para escribir bien, que irónico.
Voy a intentarlo de todos modos, no te hacen todos los días “escritora del día”.
Son las dos y cuarto de la madrugada.
Antes estaba dibujando a un chico, un chico muy guapo que conocí, me ha costado encontrar una foto como la que quería para dibujarle, tampoco conseguía guardarla por el formato.
Este chico se llama Dallai, un chico que tenía un gran poder.
Desde pequeño su familia le había consentido con todo y más pero él nunca estaba satisfecho y menos aún por que su hermano también compartía esa dicha.
No le gustaba sentirse menos mimado por sus padres al ser el pequeño.
La envidia por su hermano le corroía.
Él era moreno de cabellos largos y ondulados, mientras su hermano de cabello castaño y reflejos dorados llevaba siempre una trenza en señal de rectitud, Dallai llevaba su cabello suelto y vestía con ropas llamativas.
Deseaba el poder más que nada en este mundo.
Por eso cuando se enteró de que una tal Sasnon estaba haciendo una campaña para restituir los ideales religiosos no se preocupó.
Cuando al cabo de dos semanas se enteró de que su campaña estaba teniendo éxito no lo entendió y enseguida paso a la rabia y un odio comenzó a hervir hacia ella en su interior.
Su empresa creada por el padre de su padre era la más importante distribuidora nacional de bebidas alcohólicas y no pensaba perder beneficios por culpa de una “estúpida puritana” y menos por la crisis.
Se miró en el espejo, era ciertamente atractivo, con la edad iba mejorando, a pesar de ser muy joven ya tenía un despacho propio, el traje chaqueta gris le sentaba como un guante y la corbata verde siempre era su toque distintivo, en recuerdo a su madre… muerta hacía muchos años.
No iba mucho al gimnasio, pero no le hacía falta y su altura tampoco era excesiva, simplemente la justa y perfecta.
Solía dejarse un poco de barba para aparentar mas edad y se recogía el cabello en una pulcra coleta.
Se acercó a su escritorio de metal negro, frío y elegante como él deseaba y volvió a coger los periódicos y repasó la fotografía que correspondía al titular:
“Queda esperanza para la juventud: una joven se implica en la labor de orientar a la juventud”.
No quiso seguir leyendo, ya lo había hecho 14 veces esa mañana.
La chica salia de lado delante de una iglesia, se veía que llevaba un abrigo sencillo y dejaba que el pelo le cubriera la cara como ocultándose de la cámara mientras de cuclillas hablaba con un niño muy moreno que la miraba sonriendo.
“Estúpidos, creen que esa joven les va a salvar, tonterías, deberían seguir disfrutando de su vida y no preocuparse de estupideces”.
Decidió invitarla a una cena con su familia esa misma semana, para conseguir encontrar sus puntos débiles, seguro que su padre le apoyaría.
La cena tuvo que ser retrasada a dos semanas después por los compromisos que tenía Sosnan con antelación acordados, esto disgustó bastante a Dallai que estaba acostumbrado a tenerlo todo al instante.
La mansión estaba impecable y esperaba impactar bastante a la joven, como para metérsela enseguida en el bolsillo pero las cosas siguieron sin ir como él esperaba.
Al recibirla vio que llevaba el mismo abrigo de la foto, de un tono verde botella, que al quitarse dejó ver que llevaba unos simples vaqueros y una camiseta marrón sin dibujos, la chica no debía estar acostumbrada a codearse con gente de poder. Su cara era muy proporcionada y hermosa, como su largo cabello castaño, tan liso que creyó que al menos debía haberse pasado la plancha.
Al fijarse en sus ojos pardos vio una infinita dulzura que le asustó. Realmente era muy bella, pero de forma natural, cualquier aditivo la hubiera hecho vulgar.
Ella sonrió sonrojándose cuando vio que era recibida por tres personas a la vez.
Su padre y hermano se prodigaron en halagos y en hacerle sentir cómoda.
Ella fue muy agradecida con ellos, esto le molestó a Dallai.
-Bueno, agradezco que me invitaran a su casa.
-Deberíamos agradecerle a usted su presencia, ya que ha retrasado dos veces su visita- dijo Dallai molesto.
-¿Disculpe? Creo que no es el más adecuado para hablar de retrasar citas, recuerdo que mi padre intentó concertar una cita con usted hace meses, aún estamos esperando que nos conceda esa entrevista…
Los ojos de ella le miraron con menos inocencia de lo que antes habían mostrado. Dallai no puedo evitar enfurecerse “¿Quién se había creído esa tipa?”.
Se hizo un silencio incómodo que rompió Rateat, el padre de este, indicándoles que podían pasar al comedor para estar más cómodos.
Pearte se acercó a la joven y con dulzura se ofreció a acompañarla, ella sonrió alegremente como si antes no hubiera sucedido nada.
Ya a solas Rateat aconsejó a Dallai:
-Hijo mio, no eres el más adecuado para manejar este tipo de situaciones, tu temperamento es demasiado…
-Perdona padre, pero esa chica es estúpida, debo hacerle ver que no va a lograr cambiar la mentalidad de un montón de mocosos.
-Hijo, no te metas.
-¿Cómo?- Dallai se quedó perplejo.
-Tengo otro plan mas adecuado, Patear debe seducirla y la dejaremos al descubierto.
-Pero padre…
-Adáptate al plan, es mejor que se confíe- dijo su padre poniéndole el brazo por encima el hombro pero este le apartó.
-¿Qué opina Nallu?- dijo pensando en la prometida de Peater.
-Ella lo entenderá, es una buena chica.
Fueran a la mesa sin que la tensión entre ellos se evaporara.
Sasnon se veía impresionada por la dulzura con que le trataba Peater. La cena fue tranquila, menos por algún comentario malicioso de Dallai que solo deseaba maquinar una venganza adecuada para como le estaban tratando.
Pero eso no hizo falta.
Pasaron tres semanas y la relación entre el hermano más mayor de los Sofileto y la joven revolucionaba que movía masas iba avanzando.
Todos los periódicos estaba en contra y creían que iba a paralizar el movimiento positivo que había movido la joven.
Dallai estaba preocupado por el cambio de su hermano, siempre estaba dándole la razón a esa extraña mujer, esto le desagradaba en sumo aunque supiera que lo hacía por el trato acordado con su padre.
Dallai no podía evitar tratarles con dureza, más aún cuando empezó a ver que ella era sumamente atractiva en cualquier lugar, esto le hacía sentir incómodo.
Decidió hacer otro plan antes de que convenciera a su padre y su hermano de que debían vender el alcohol solo a las iglesias e instaurar una nueva ley seca.
Dallai sabía que Peater se veía todos los miércoles con su “ex novia” Nallu y practicaban en la oficina aquellos actos que sabía que su nueva “novia” tan puritana no le había concedido en gracia realizar con él.
“Hombres…” y entonces recordó que él también era un hombre y llevaba semanas sin tener deseos carnales. En cuanto todo aquello acabase debía mirárselo.
Había citado allí a Sasnon para que viera el pequeño espectáculo, sabía que iba a ser dolorosamente cruel hacer aquello pero era lo mejor.
La joven entró con un arrebatador vestido blanco, entonces recordó, llevaba controlando sus instintos sexuales desde que la había conocido, cada vez que la chica estaba en su presencia sentía deseos de quitarle toda su “virtuosidad”. Era un reto para él y esto le hizo maquinar otro plan.
Se saludaron cortés y con frialdad, “¿por qué le odiaba tanto ella?”.
-Se que no soy de tu agrado, no te culpo por ello, vivimos de formas distintas y aunque no lo creas te respeto por tener la valentía de defender tus ideales- dijo él nervioso, “¿por qué estaba nervioso?”- Por ello no me gusta el juego sucio.
-Ajá- dijo ella sin tomarle del todo en serio mientras seguía de pie en la puerta sin atreverse a sentarse acariciando el asa de un pequeño bolsito marrón que sostenía con ambas manos como escudo.
-No creas que no quiero invitarte a sentarte pero tengo que enseñarte algo y espero que estés preparada.
Ella siguió mirándole inmutable.
-Yo estoy muy orgulloso de mi hermano Peater pero a veces no puedo evitar estar en desacuerdo con él. Hay cosas que yo no haría. No te equivoques, no hablo por hablar- “¿por qué cada vez se estaba poniendo más nervioso?”.
-¿Qué quieres decirme?- dijo ella cortante.
Él decidió acercarse a ella y hacerle un gesto para que le siguiese.
Atravesaron todo el edificio para llegar al despacho de Peater y allí él insistió;
-¿Estás preparada?
Ella frunció el ceño y afirmó con la cabeza.
Dallai sacó una llave y abrió con cuidado la puerta, enseguida se oyeron unos gemidos suaves y sensuales, para dejar paso a la vista que mostraban dos cuerpos semi desnudos fornicando.
Uno de ellos era Peater y el otro era Nallu que estaba tumbada boca arriba sobre el escritorio con sus grandes pechos de pezones enormes descubiertos siendo besados por él que estaba sobre ella con los pies apoyados en el suelo, los pantalones por los tobillos y la camisa descubierta dejando ver su pecho escultural como era acariciado por las manos de ellas impecablemente hechas con la manicura francesa. La minifalda de ella era un cinturón que dejaba ver todas sus nalgas golpeadas contra la mesa rítmicamente por la penetración. Su cara ladeada con los ojos cerrados y sus labios abiertos y jadeantes denotaban un gran placer.
Dallai temió mirar a Sasnon, esta le sorprendió cogiéndole de la mano:
-No me sueltes, por favor- susurró.
Al mirarla vio sus ojos llenos de lágrimas, sin pensar racionalmente la arrastró fuera de la habitación silenciosamente.
Sasnon se mordía la mano para que no se oyera el estallido de lágrimas en el que había caído mientras caía apoyada sobre la pared hasta el frío, Dallai la cogió de la cintura asombrándose de lo dócil que era y la llevó hasta fuera donde hiper ventiló un rato sin decir una sola palabra.
Se sentaron en un banco de un parque cercano y vio como poco a poco se recuperaba, su mirada perdida se iba secando de lágrimas y al final hasta su rostro adquirió una dulzura más suave que la de antes.
Se giró hacia él y le susurró:
-Gracias
Dallai tardó unos segundos en reaccionar, los ojos pardos por las lágrimas brillaban y se veían tan verdes que enamoraban, se sintió como un niño perdido.
-No pensaba que reaccionarias así.
-¿Cómo creías que reaccionaría?- sonrió ella divertida.
-No lo se- pensó él confuso- creí que le lanzarías algo a la cabeza o le gritarías, no que te derrumbarías.
-Bueno- reflexionó ella mientras alguna lágrima perdida aún caía de sus ojos- no hubiera solucionado nada haciendo eso, él no era para mí, no le culpo, me ha traicionado y a pesar de todo el cariño que le haya cogido en este tiempo es mejor que lo supere...
Dallai la miró sorprendido en extremo, ahora era él quien había quedado desarmado.
Ella se levantó y le dio su mano para que la estrechara, él tardó unos segundos en decidir que hacer, se levantó y se la estrechó.
-Nos veremos dentro de poco, espero, mi padre sigue interesado en tener una reunión con ustedes y espero que podamos llegar a buen puerto contribuyendo a mejorar el mensaje que envían a los jóvenes.
-¿Le acaban de partir el corazón y solo se le ocurre pensar en eso?- exclamó bruscamente Dallai sin ninguna consideración y al ver como ella fruncía sus labios en una sonrisa de dolor se turbó y sorprendentemente se disculpó- lo lamento.
-Adiós- dijo ella deprisa y se marchó con firmeza.
Él se quedó observándola reflexionando sobre que acababa de pasar y como iba a conseguir su proposito si la dejaba irse tan alegremente. La venganza no había salido como esperaba, quería demostrar a su familia que él podía crear un plan mucho mejor que el de ellos para romper la reputación de ella pero su candor le planteaba dudas, dudas morales “¡Qué estupidez!” se reprendió a si mismo y cuando la seguía mirando embobado a lo lejos vio como ella se volvía a quebrar y su espalda se encorvaba vacilando en sus pasos, no podía ver su rostro pero seguramente lloraba a moco tendido sobre su pañuelo, un ángel blanco echado del paraíso, hoy estaba muy metafórico.
Decidió no perder la oportunidad y ahora que estaba débil ganarse su confianza, para ello debía ser más sensible de lo normal, con lo que le costaba empatizar con los demás y no llevarse por su egoísmo...
Corrió hacia ella y la llamó para que se girara.
-Mierda- susurró ella entre lágrimas.
-Creía que las chicas buenas no decían tacos.
Ella resopló y siguió caminando.
-Lo siento, no soy muy dado en sutilezas, quería decirle preguntarle si puedo acercarla a algún lugar.
-No, solo voy a caminar un rato- dijo sorbiendo por la nariz acelerando el paso para hacerse la dura.
-¿No tienes a nadie a quién llamar? No quiero dejarte sola-
-No puedo creer que te estés preocupando por mi- dijo parándose de golpe enfurecida.
-Es mi hermano el que te ha puesto los cuernos, no yo- le soltó nervioso, no estaba funcionando.
-Tienes razón- dijo ella tras unos segundos- creo que las apariencias engañan y no tengo por que ser dura, al fin y al cabo tu eres más sincero aunque duela.
-¿Puedo acompañarte entonces en tu paseo?
-Sí, está bien, gracias.
Caminaron en silencio, la situación resultaba tensa pero poco a poco se fueron relajando y cada parte del parque parecía más bella, la luz del sol, los arboles, hasta que el móvil de ella empezó a vibrar.
-Es él- dijo ella.
-¿Qué vas a hacer?- preguntó él nervioso.
-Tranquilo, no te delataré pero no me veo capaz de... enfrentarle ahora- dijo ella volviendo a caer en la tristeza, apagó el móvil- me voy a casa.
Él la acompañó en silencio buscando algún tema de conversación en común que no provocase una disputa, una forma de entablar una amistad antes de que se separaran.
-Es muy bonito el vestido que lleva-
-Gracias- dijo sonrojándose- era de mi madre, siempre conservó sus pertenencias en perfecta forma y ahora puedo usarlas yo.
-No parece de baja calidad
-No lo es, mi madre... pertenecía a una familia de la nobleza francesa pero decidió cambiarlo todo por mi padre, se casaron y se unió a su organización para mejorar la cultura, educación y luchar contra los vicios que se iban propagando por la sociedad. Eso sí, su esmeró por conservar las cosas de calidad nunca desapareció, era muy educada y culta, eso demuestra que la humanidad y la buena educación no están reñidos como la sencillez.
-Una mujer estupenda por lo que dice, me encantaría conocer.
-Puedo cumplir sus deseos- dijo con un brillo extraño en los ojos- suba a tomar un café, se lo preparará encantada y podrá hablar con ella.
-Encantado acepto- dijo él agarrándose a la oportunidad de entablar una amistad más profunda y a la vez asustándose al no saber muy bien como desenvolverse en esa situación.
Estaban ya en el portal, era un apartamento con varios pisos, en un lugar bastante apartado del centro, no vivía en el mejor lugar, subieron al tercer piso y al entrar se percató de que aunque el lugar era pequeño estaba revestido por un deje de elegancia, colores lisos, sin adornos pomposos, es más apenas había decoración, esto hacia que el lugar pareciera más amplio y luminoso.
Después de desaparecer por un pasillo Sasnon volvió algo nerviosa.
-Mi madre no está en casa, seguramente sigue en un taller de cocina que imparte en la universidad.
-¿Y su padres?- dijo Dallai aliviado.
-Estará en la organización, últimamente estamos teniendo bastante trabajo.
-¿No tiene que ir a trabajar?- preguntó él presintiendo el triunfo.
-No, hasta la noche no- dijo ella algo turbada.
Él se le acercó lentamente sonriendo haciendo que ella retrocediese bajando la mirada replanteándose si había hecho bien en invitarlo.
-Entones, puedo ayudar a hacer el café- dijo él cogiendo la cafetera que tenía ella detrás, de forma inocente.
-Sí- tartamudeó ella- claro, el café.
Mientras lo preparaban Dallai se dio cuenta de que ella no se había mostrado molesta por el acercamiento de él, si no más bien turbada, como si lo desease, su plan empezaba a funcionar.
Sentados en la cocina, cosa que para él era sumamente extraña, al extremo de lo que se estaba rebajando, jamás hubiera echo eso por una mujer, acabar en una cocina tomando un café y a pesar de eso, se sentía cómodo.
-No sabía que su organización también trabajase de noche- comentó él.
-Que va, solo de día.
-Como ha dicho que trabaja hoy de noche...- aclaró él
-De noche trabajo como profesora de un taller de pintura en la Universidad, si considera el arte una forma de reivindicar las mejoras sociales...
-¿Debo hacerlo?
-Supongo que es difícil dejar de ser de una manera ya sea en el trabajo como en la ducha- dijo ella riendo
-¿Puedo ver alguna de sus obras?
-Claro- dijo ella ilusionada- no crea que soy una pintora sobresaliente, mi técnica no es muy depurada, más bien lo hago para expresar lo que tengo dentro, aquí apenas tengo alguna de mis obras.
Le llevó a su cuarto y fue enseñándole cuadros más recargados que iban depurandose con lineas más finas, historias que se entendían por simples imágenes simbólicas.
-Le gusta la mitología- dijo Dallai sorprendido.
-¿Por qué no iba a hacerlo?- dijo ella sonriendo divertida.
-Y estos últimos cuadros...cuadros casi podrían considerarse obscenos- Dallai estaba asombrado de la delicadeza con que había dibujado el cuerpo de aquel hombre desnudo besándose con una joven que llevaba un velo transparente que marcaba todo su cuerpo.
-No creo- dijo ella molesta- es más bien una expresión corpórea de amor, lo está mal interpretando.
-Es erótico, disfracelo de amor si quiere, pero tiene anhelos sexuales y muy fuertes...-
-No se de que me esta hablando- dijo enfadada y luego se echó a reír- se cree usted un psicoanalista, debí haberme percatado de que no lo entendería está demasiado acostumbrado a las frivolidades.
-Creo que la que no lo entiende es usted, su cuerpo también es humano y no puede controlarlo como desearía su mente- y la cogió de la cintura.
De la sorpresa ella dejó caer el cuadro, su respiración se aceleró pero no se alejó de él,
Dallai estaba más nervioso que si fuera su primera vez, esperaba resistencia por parte de ella y que no la hubiera le ponía más nervioso, la acercó a él y olió el perfume de su cabello, jamás se detenía en detalles tan nimios pero sabía que debía ser diferente con ella si quería seducirla, o eso se decía a si mismo, que era todo por el engaño, no por que le atrajera de una manera irresistible como un coche caro o una preciosa joya que quisiera examinar hasta el más mínimo detalle.
Ella tenía la cabeza gacha, subió sus brazos por su costados para llegar a su barbilla y le levantó la cabeza, besándole la frente, las mejillas, se iba acercando a los labios y se moría por besárselos “es por la abstinencia, está claro”.
Quería poseerla allí mismo, brutalmente pero algo dentro de si mismo se lo impedía, no se atrevía a usarla, sentía por ella un respeto que no entendía.
-Me siento algo... confusa- susurró ella- no creía que fueras tan delicado.
-Si supieras lo que estoy pensando no dirías eso- le dijo al oído mientras besaba su cuello.
-¿Y qué te impide hacer nada?
-No lo se
-Resultará que no eres tan duro como pareces- le incriminó ella apartándose y mirándole a los ojos- ahora marchate.
Dallai dudó ante la fuerza de su mirada pero volvió a acercarla a él abrazándola.
-No quería asustarte, no estoy acostumbrado a esto...-“¿qué estoy diciendo?” se preguntó confuso “no va a tragarse nada y menos con la erección que tengo”.
Ella se dejó abrazar y soltó un suspiro, su vestido era lo bastante fino para que notase el bulto de la entrepierna de él contra su sexo, las manos de el acariciaron su espalda, le respondió el abrazo.
-Creo que tu estás más necesitado de cariño que yo- dijo Sasnon.
Él de pronto se sintió violento y tuvo la necesidad de huir, su erección había desaparecido, se quedó quiero, nervioso, mientras el abrazo le asfixiaba y empezaba a llorar, no entendía por que, ni que sentía.
Sasnon le besó las mejillas y con dulzura le acarició el cabello, como lo hacía su madre, recordó, la abrazó con más fuerza de forma involuntaria.
-Deberías irte.
-No quiero dejarte sola- mintió él.
-No quieres estar solo tu- dijo ella- no estoy preparada para que pase esto.
-Nada va a pasar- era extraño pero solo quería estar con ella.
-Vamos al comedor- dijo ella separándose de él pero Dallia le cogió de la mano y la siguió.
Se sentaron en el sofá y se quedaron mirando a los ojos, se estaba volviendo loco, no sabía que le pasaba, quería besarla, ella no hacía nada, solo mirarle fijamente, relajada, sus ojos se iban a sus labios y se acercó, ella cerró los ojos y sus labios carnosos se abrieron relajados dejando escapar un aliento fresco y cálido a la vez, rozó sus labios con los suyos sintiendo un cosquilleo muy placentero, acercó un dedo a esos labios de mujer, no excesivamente grandes, naturales, suaves y algo rosados como el salmón, estaban más enrojecidos de lo normal, vibrantes y llenos, sensuales y deseando ser besados y los acarició suave, como a los petalos de una rosa, sus labios no pudieron contenerse y los devoró, sus manos se volvían locas por el cuerpo de ella, ahora se había descontrolado y ella no estaba pensando, porque gemía con los ojos cerrados y se dejaba llevar.
Tocó sus pechos sintiendo como se arqueaba su cuerpo, sintiéndose deseada, cada célula del cuerpo de ella respondía vibrando de forma voluptuosa a él, los pezones de ella se marcaban a través de su ropa y no tuvo compasión con ellos, ella en cambio no se atrevía de pasar de acariciar su espalda, brazos y rostro, sabía que en cuanto abriese sus ojos todo acabaría ya que le dominaba con ellos, besos y cuello y se dio prisa a bajar las manos por sus caderas, tenía un trasero generoso que había deseado tocar desde que la conoció y no dudo en hacerlo, sus piernas estaban bien proporcionadas y resultaban muy sensuales de acariciar, mientras le levantaba el vestido, llevaban unas sencillas braguitas blancas, no pudo hacer más, solo contemplarlas mientras acariciaba sus piernas, siguió besando su cuello enfadado consigo mismo por sus consideraciones morales, acarició las ingles de ella y vio como Sasnon saltaba por las sensaciones de placer que le proporcionaba, acarició su cintura, bajó otra vez a su ingle, estaba preciosa y abrió los ojos y le miró, su mirada estaba repleta de cosas que no entendía pero le hacían sentir... sentir que quería darle algo, quería hacerla sentir más placer, no como con otras que complacía simplemente para recibir él una compensación mayor.
Acarició su sexo por encima de las braguitas, muy suave y ella tembló al completo, sus ojos dudaron un momento y la respiración de ambos se descontroló, besó sus labios experimentando la forma de sentir más placer, mientras sus manos notaban la humedad que se extendía por las braguitas y entonces oyeron la puerta cerrarse de golpe.
Como un resorte se incorporaron de golpe, el olor al sexo de ella ocupaba la estancia, se levantó y fue a la ventana para abrirla, corría el aire y se asomó para sentirlo, debía estar tremendamente enrojecido como ella.
-Hola Sasnon- era la voz de la madre de ella.
-Hola mamá, este es... Dallai, el hermano de Peater- dijo ella
-Encantada de conocerle, joven- dijo ella educadamente sonriendo, era una mujer muy bella, como su hija, de cabello negro y ojos pardos, apenas llevaba maquillaje y cada linea de expresión le hacía más hermosa, el vestido entallado y largo hasta las rodillas dejaba ver un cuerpo de espaldas anchas y cintura estrecha.
-Igualmente, no sabía que su madre era tan hermosa- sonrió él sincero.
-Es usted muy amable pero me sorprende verle aquí
-Mamá, ha pasado algo...- dijo Sasnon enrojeciendo- no me encontraba bien y Dallai se ofreció a acompañarme...
-Ya me marchaba- dijo Dallai entendiendo que molestaba aunque no deseaba separarse de ella.
-Muy bien, sí, ya nos veremos.
-Sí, gracias por el café.
-Encantada de conocerla señora, tiene una casa preciosa, espero poder tener otro día el placer de entablar una conversación, su hija habla muy bien de usted.
-Será bien recibido, en esta casa somos abiertos a hablar las cosas- dijo sonriendo pero dando a entender segundas intenciones.
Se despidieron de forma torpe sin saber donde besarse Dallai chocó con la nariz de Sasnon y esta le dio sin querer en el hombro, turbados se dieron la mano.
Dallai cogió un taxi y se dirigió a su casa repasando que había sucedido, se había dejado llevar por... algo que no entendía y no debía volver a pasar pero al menos podía tener a la chica en sus manos, cuando su familia se enterase se pondrían a sus pies.
Había superado al estúpido de su hermano, aún así no se sentía demasiado bien, debía ser por la falta de alimento.
La ruptura fue muy pacífica y tanto su hermano como padre no pudieron entender que había sucedido y como había fallado su plan así que se vieron abiertos a escuchar el plan de Dallai, desconfiando de que fuera capaz de llevarlo a cabo, sorprendiéndose del nivel al que había llegado.
Comenzó a ir a recogerla cuando salía del taller de pintura, hablaban y ella cada vez confiaba más en él.
Dallia trataba de ponerse al día con los temas que le interesaban a Sasnon y descubrió que también le motivaban a él, cada día se divertían más juntos y se sentían más unidos.
Los periódicos se habían calmado al enterarse de la ruptura con el hermano mayor, seguían apoyando la causa de ella y no habían descubierto su amistad.
Trató de quedar con alguna amiga mientras para desahogarse pero cuando las veía no sentía ganas, intento liarse con alguna pero se aburría tanto que la echó.
Sasnon se había convertido en una droga y él trataba de convencerse de que era el deseo de la venganza. Aunque sus sentidos le decían que era el olor de su cuerpo, su voz femenina y dulce, su ojos brillantes, el tacto cálido de su piel...
Cuando le invitó a subir a su casa se asustó, él tan experimentado que sabía como hacer que cualquier mujer honesta se bajase las bragas en menos de 5 minutos.
Subió sin pensárselo, mientras su cabeza le gritaba que no lo hiciera, sin saber porque.
-Puedes dormir conmigo, mis padres confían completamente en mi y saben que no pasará nada.
-¿También hacías esto con mi hermano?- preguntó el receloso.
-No, con tu hermano no, tuve alguna pareja antes con la que sí dormí, con el nunca sentí la confianza suficiente ni el deseo detenerle tan cerca, era como si... estuviera con el hermano equivocado.
-¿Entonces querías estar conmigo?-dijo él sorprendido.
-No, no me gustaba nada tu carácter o al menos lo que conocía- dijo ruborizándose- pero me sentía atraída hacía ti...
-Vaya...
Él se quedó en calzoncillos y Sasnon se cambió de espaldas a él, tenía una espalda bien formada que acababa en una cintura de avispa que se contuvo de tocar hasta que tuvo el pijama puesto, un short y una camiseta de manga corta.
Durmieron abrazados, bueno, ella se durmió, él era incapaz de hacerlo al sentir las nalgas de ella acariciando su pene, con suavizó empezó a masturbarse con ellas, pero se fue acelerando y ella se despertó, temió que lo echase, en vez de eso le acarició el pene con la mano sobre el bóxer, tuvo que callarlo con un beso, porque no esperaba esa reacción y se le escapó un suspiro prolongado.
-Creía que no....
-También soy humana y no tiene nada de malo si dos personas se quieren- dijo masturbándolo de forma hábil.
-Eres muy buena en esto, me voy a ir enseguida- y eso hizo, mientras la besaba para silenciar su gemido, ella tapó la salida del semen y cuando hubo acabado lo limpió con unos pañuelos.
Se sentía renovado de energías, la abrazó contra sí besándola aún más excitado, desnudándola sin que ella pudiera resistirse.
-¿Pero no vas a dormirte?
-No puedo, me vuelves loco, quiero que disfrutes.
-No, vamos a dormir, no me hace falta, si no tendré que echarte.
-No me echarás- le dijo él desafiante con las manos en las ingles de ella que tenía cerradas a cal y canto- sabes que no te haré daño.
-Pero no me hace falta, el amor no implica sexo.
-Quiero demostrarte así mi amor, tu cuerpo está pidiéndolo, no me digas que no lo haces sola,... nadie más se enterará.
Ella fue cediendo poco a poco, las manos de dedos ágiles y finos acariciaban cada rincón de su cuerpo, costándole reprimir sus gemidos, al acariciar su clítoris su humedad aumentaba considerablemente y cuando le introdujo un dedo ella le suplicó que no lo hiciera pero era tarde y encontró con facilidad su punto g estimulando a la vez su clítoris, fue tan fácil hacerla correrse que casi se asustó, por mucho que la besara no podía hacer que parara de retorcerse y vibrar con cada orgasmo que él no deseaba pararle, temía que los padres de ella se presentaran en la habitación pero no lo hicieron.
Estaba empapada de sudor cuando acabó, aún con minúsculos estertores de placer.
Ella sonreía, agotada y relajada, fue al baño ya que se orinaba considerablemente y volvió tímida y avergonzada.
-Nunca me habían penetrado y menos me había corrido así- reconoció.
Se sintió orgulloso de una manera que no entendía y la abrazó protector deseando que fuera un sueño del que no despertar.
La convenció para que fuera cenar a su casa, dejando claro socialmente que eran pareja, el asunto se le estaba escapando de las manos y pensaba dejar claro a sus padres que la cosa iba en serio. Como pareja tenían ideas totalmente contrarías sobre la sociedad y los negocios pero trataban de hablar los temas de forma racional aunque tenían discusiones, sabía que podían llegar a un termino medio. Él no quería prescindir de sus lujos pero tampoco quería perderla a ella.
La cena fue sorprendentemente fácil y cómoda, la presencia de su hermano con su novia le preocupaba, pero Sasnon fue amigable como si fueran viejos amigos y cordial y simpática con Nallu. Le asombraba la capacidad de su chica para ser bondadosa y respetuosa.
Lo que no contaba es con lo que su familia planeaba esa misma noche, después de la cena le hicieron celebrar con ellos lo bien que iba su plan, bebieron un coñac, whisky, todo lo de mejor calidad que el padre había reservado y el hermano se empeñó en ir a un club, se sentía algo mareado, como si le hubieran drogado, había jugado con las sustancias que alteraban los sentidos cuando era un adolescente pero no podía creer que le hubieran drogado.
Negándose le introdujeron en una sala roja, donde varias chicas semi desnudas paseaban, muchos brillos y luces le cegaban, se sintió desnudo, una boca en sus partes, no se sentía nada excitado y el contacto le molestó.
Una chica sobre él, no entendía que sucedía.
A la mañana siguiente lo entendió todo, en el periódico sacaban las fotos de la “feliz” nueva pareja y de como luego Dallia había salido a celebrarlo con unas amigas, con la censura adecuada en las zonas púdicas.
Gotas de sudor le caían por la espalda, no sabía como iba a arreglar aquello, Sasnon jamás lo aceptaría como una encerrona.
Las cosas habían cambiado tanto, necesitaba demostrarle públicamente que estaba de su parte, para ello debía traicionar a su familia que a la vez le había traicionado.
-Esa chica te tenía comida la cabeza, eras incapaz de reaccionar, no hubieras llevado a cabo el plan- se justificaron.
Durante varios días se ocultó del mundo, guardándose en su soledad, llamándola para tratar de explicárselo, sabiendo que era inútil.
Así que trazó otro plan, más complicado pero se sentía desesperado.
La esperó al salir de sus clases de pintura y la abordó sin que ella pudiera resistirse drogándola con cloroformo, cuando despertó estaban en un coche delante de un ayuntamiento.
-¿Estás loco?
-Lo se, no tiene justificación, no sabía como explicarte que fue todo una encerrona de mi familia, jamás te traicionaría, no puedo, lo he intentado, no te voy a mentir pero te amo ¿quieres casarte conmigo?- y sacó un anillo con un esmeralda.
Ella tardó un rato en entender que decía y se echó a reír nerviosa.
-¿Si te digo que no que harás?
-Te dejaré libre, iré a la fábrica de mi padre y la volaré, luego desapareceré y llevaré una vida de ermitaño.
Ella le miró con la boca abierta.
-Si me dices que sí, nos casaremos ahora mismo e iremos a volar la fábrica, luego viviremos una vida de ermitaños juntos o lo que tu quieras.
-Estás loco- se le quedó mirando fijamente y suspiró- yo debó estar más loca porque te creo.
-¿Eso es un sí?- dijo él ahogándosele las palabras en la garganta.
Ella afirmó con la cabeza, la beso con pasión y salieron a unirse de forma legal.
Cuando regresaron al coche ella se le abalanzó como nunca la había visto, su cuerpo era más sexual que nunca, se la veía hinchada de sexo como si cada una de sus partículas hubiera esperado ese momento para revelarse, sus pechos parecían más grandes y duros, su sexo más abierto y húmedo, él se sentía sobrepasado, temía no llegar al mínimo, la acarició con sus dedos haciendo que se corriera en ellos, la tumbó con fuerza y precisión sobre el asiento trasero, tratando de tomar el mando y bajandole los pantalones y las bragas acercó su boca a su sexo, seguramente los gritos de placer de ella se oyen en todo el barrio y la lengua de él cada vez iba haciendose más experta en aquel lugar, como el sabor le iba viciando hasta sentir que era lo más delicioso del mundo, su lengua buceaba en su interior y sus labios chocaban con su clítoris, aceleró hasta el punto de no retorno y tomó con gusto la corrida de ella en su boca.
Sin dejar que se recuperara de sus espasmos la penetró, fue una locura que no pensó, el grito de dolor de ella y su mirada de acusándole le hicieron retroceder pero ella le agarró y no le dejó salirse.
-Sigue, quiero tenerte dentro de mi, pero con suavidad.
-Lo siento, creí que te dolería menos...- se disculpó preocupado.
Poco a poco fue introduciéndosela, sin dejar de besarla, acariciarle y mirarla con amor a sus ojos, dándole a entender que era la mujer más bella que había conocido.
Vio que ya no sentía dolor y se arriesgo a acelerar el ritmo, los gemidos de ella se hicieron legendarios, apretaban sus cuerpos de forma obsesiva como si no quisieran separarse nunca, ella volvió a correrse y él sintió la presión sobre su pene sin poder
evitar correrse dentro. Se relajó y la abrazó mientras se besaban con cariño. Sasnon, le apartó con suavidad y bajó hasta su pene para lamerlo, estaba sensible pero ver como lamía su semen le compensó, tanto que volvió a excitarse, esta veces se puso ella sobre él clavándose todo su mástil hasta volver a correrse, sentir las manos de él en sus pechos, caderas, la hacían estallar. Descabalgó y volvió a meterse su pene en la boca, estaba activa, cambiante, quería hacer de todo y rápido, como si llevara años deseándolo.
Se durmieron abrazaros y les despertó el amanecer y no la guardia civil por suerte.
El plan continuaba, el llevaba en el maletero los explosivos, debían llegar antes que los demás y así lo hicieron, no tuvieron problemas para colocarlo todo pero en el último momento dudaron.
-¿Estás seguro?- dijo ella
-Sí, quiero dejar atrás mi vida y aunque se que surgirán mil más quiero empezar por cambiar yo.
Ella asintió y volaron la fábrica, lo que no esperaban era la rápida respuesta de los policías, una patrulla los divisó y empezó a perseguirlos, las calles se hacían más estrechas, les estaba costando llegar a la autovía y ahora tenían a tres coches patrulla detrás, se estaba complicando el asunto, Dallia nunca había sido buen conductor y la tensión era excesiva, Sasnon silenciosa le acariciaba la pierna como animo, pero estaba tan asustada como él, entonces ocurrió, se les cruzó un coche por la carretera, no pudieron esquivarlo, dieron varías vueltas de campana y ahí acabó.