Crucificada por el viejo noruego y su amigo.
Metió el noruego la cabeza del gordo pollon de Alejandro, esperando una embestida colosal de este y suponiendo una que a la vez iba a recibir una estocad por atrás de él, me adelante con sutileza y escabulléndome como una serpiente entre aquellos dos sementales, pase a agacharme entre ellos con rapidez a la vez que con sendas manos agarraba aquellos dos colosos y palpitantes rabos.
De regreso a casa del viejo noruego, me pregunto si me había gustado la monta y paseo a caballo, esbozando al mismo tiempo una picarona sonrisa, que me hizo sospechar estos dos se conocían y habían tramado ese encuentro.
Pasaron unos días y se presentó a comer en casa Alejandro, invitado por el viejo vikingo, y por la soltura y amistad que se veía entre ellos, intuí, pues una no es tonta je, que esos dos picarones tenían una larga amistad y tramaban algo juntos.
Y ya en la tertulia del café tras una buena comida y grata conversación me lance a desenmascarar a aquellos dos picaros rufianes que me tenían ya medio excitada con lascivas miradas y guiños acompañándose de toques sutiles y masculinos en sus partes, insinuándome que me preparara.
Les fui directa y sin tapujos pues les manifesté que sospechaba se conocían ya mucho tiempo y habían tramado mi encuentro del paseo a caballo, así como el que parecía avecinarse esa tarde allí en la casa.
Alejandro que era el traductor de las conversaciones me dijo que no iba mal encaminada, soltando una jocosa y pícara sonrisa, mientras me dijo que siempre hasta donde una quisiera, pues como debía suponer ellos ya habían tenido encuentros entre parejas hacia años atrás cuando estaba el casado y el viejo noruego con su esposa, pues la relación ya venía de atrás y anhelaban ambos tras conocerme, rememorar viejas fiestas.
Les dije que con unos amigos ya había tenido yo alguna fiesta similar, cuando apenas sin tiempo a prepararme, el viejo noruego me abrazo por atrás con sus fuertes garfios que no tardaron en recorrer las partes más jugosas de mi caliente cuerpo.
Alejando miraba mientras degustaba las ultimas gotas de su café, si bien con una mano se restregaba con energía su gorda y abultada entrepierna que parecía explotar con la presión de aquel ajustado pantalón.
Me beso con pasión en el cuello mi viejo noruego a la vez que una de sus manos bajo con descaro mis bragas y ayudándose con un pie las bajo al suelo, metiendo sus garfios con una pasión y desenfreno en mi sexo que me hizo suspirar y echar la cabeza hacia atrás buscando la complicidad de su boca.
Me beso con pasión y su lengua entro hasta mi garganta al unísono sus dedos penetraban mi conejito con fuerza, ofreciéndole una vista de mi sexo a Alejandro que resoplaba viendo nuestro flirteo.
Se incorporó este y soltándose su camisa que se quitó rápidamente mostrando su fuerte y sexy pectoral, paso seguidamente a soltar el pantalón con delicadeza y tras dejarlo caer mi vista se lanzó como poseída, hacia aquel enorme bulto que comprimido por unos estrechos slip, que retenían a duras penas aquel coloso que no iba a tardar nada en devorar.
Metió dos dedos entre la goma del slip y estirando con una picarona insinuación, libero la bestia, quedando está balanceándose ostentosamente gruesa y dura entre mi ardiente cuerpo y el suyo.
Sin apenas haberme dado cuenta, el viejo vikingo se había liberado igualmente de su ropa pues ahora notaba su caliente y gordo musculo restregándose por mis asustadas nalgas.
La note dura y venosa como solía ponerse en su estado de excitación, mientras sentía sus picaros mordiscos y besos en mi cuello y su ajetreada respiración.
Metió su enorme tranca entre mi culito y mis piernas rozando con sugerentes movimientos mi sexo mientras Alejando se acercó a besarme y rozarme con su rígido y duro rabo por delante.
Estaba extasiada y excitada al máximo por la rapidez de aquellos dos viejos colosos, cuando ante mi sorpresa el viejo noruego agarro el rabo de Alejandro con una mano y dirigiéndolo a mi sexo lo froto por este de arriba hacia abajo, restregando su gorda pero suave cabezón por mi abertura, ya mojada y húmeda haciéndome suspirar como una loba en celo.
La lengua de Alejando entraba ahora en mi garganta mientras sus garfios sobaban mis pechos con pasión, pellizcando mis duros pezones sin miramientos, a la vez su polla seguía frotando con la ayuda de su cómplice compañero de faenas en mi hambriento conejo que a la vez sentía el roce del movimiento de caderas de aquel viejo vikingo que frotaba su largo apéndice entre mis piernas, rozándose más de una vez aquellos dos gordos colosos.
Metió el noruego la cabeza del gordo pollon de Alejandro, esperando una embestida colosal de este y suponiendo una que a la vez iba a recibir una estocad por atrás de él, me adelante con sutileza y escabulléndome como una serpiente entre aquellos dos sementales, pase a agacharme entre ellos con rapidez a la vez que con sendas manos agarraba aquellos dos colosos y palpitantes rabos.
Les sorprendido verme tan rauda y rápida en la maniobra, pero no dijeron nada cuando juntando aquellas dos cabezas, las frote entre ellas a la vez que mi boca las mordisqueaba y sobaba con pasión, haciéndoles escapar a ellos, suspiros y gemidos de machos cabríos cuando llaman a la hembra para cubrirla y montarla.
Parecían idénticas en tamaño, grosor y longitud, aunque la del sevillano era de textura fina y delicada, con la cabeza suave y brillante, adornada por unas enormes y peludas pelotas con un matorral rizado que la hacían comibles, mientras la del viejo noruego era más oscura de piel, venosas desde la base hasta el capullo, siendo este rugosos como castigado por el tiempo pero hermoso y duro como un capullo antes de florecer dispuesto a ser devorado.
Su pelo lacio adornado aquel par de colgantes pelota, las hacían lascivas y morbosamente comestibles y no tarde en catarlas todas con sugestivas mamadas individuales que les hacía resoplar a ambos.
No paraba de frotar sus cabezas entres si pues note ese juego les excito al máximo, pues miraban como una las guiaba júntalas y restregándolas entre si mientras mi boca lubrificaba entre medias sus enormes cabezas.
Tras un rato de juego erótico y picante con aquellos colosos entre mis manos, pasaron ellos al ataque y de qué manera….
Se sentó en el noruego en un amplio sofá e indicándole a su colega me acercara, este me tomo por la cintura para besarme mi asustado trasero al que no tardo en comer para pasar a introducir un dedo y dilatarlo, mientras de rodillas Alejandro comía mi conejito con una de mis piernas levantada para mostrarlo en su esplendor y apoyada esta sobre el muslo del viejo vikingo.
Estaba cercana de tener mi primer orgasmo y la fiesta acababa de comenzar, pues me sentía como una diosa tratada y excitada como hacía tiempo no me encontraba.
Ahora Alejandro era el que ayudaba a su compañero de faenas pues agarro la gruesa cola de su colega mientras los garfios de estos sujetaban mi cadera dirigiendo mi asustado trasero hacia aquella dura y rígida estaca que ayudada y dirigida por la mano encontró rápidamente la puerta de este, metiendo la rugosa cabeza en mi interior.
Solté un pequeño alarido al sentir parte de este grueso rabo entrando en mí, si bien no me la clavo entera pues Alejandro seguía teniéndola cogida como evitando me penetrara de una estocada salvaje.
Me moví con suavidad sobre ella entrando hasta donde la mano la agarraba para ir adaptando mi encogido agujero trasero a aquel coloso de inquilino, a la que ve que Alejandro me tranquilizaba con suaves y cariñosas palabras, diciéndome.. Cuando estés lista la dejo libre y te sientas sobre ella….
Ya… respondí entre un suspiro de placer con mezcla de un leve dolor a sentarme sobre aquel rugoso rabo, reposando mi trasero sobre su barriga ya clavada hasta su base.
Le pedí me acercara a mi boca su estilete, pero este agachándose a la puerta de mi conejito que se ofrecía abierto para ser comido, paso a devorarlo con una pasión que me tenía loca, haciéndome ahora explotar sin poder contener un colosal orgasmo.
Mis manos buscaban entre la faenada boca y barbilla del maduro sevillano, los huevos del viejo vikingo que me estaba enculando con maestría y sapiencia divina, sintiéndome como una diva entre aquellos dos viejos colosos del sexo.
Los agarre y los frotaba y tiraba con pasión, provocando una sonrisa en Alejando que me decía tuviese cuidado que iba a dejar capado al viejo, este a la vez me ayudo ante mi sorpresa tocándolos junto a mi mano, diciendo …Este viejo los tiene bien gordos, el jodio..y lleno parece ser …..Riéndose tras el cómico comentario.
Parecían coordinados, pues se dejó caer tumbándose el viejo sobre el sofá, si bien no soltó su estaca del interior de mis posadera, manteniéndome clavada y sujeta por su gordo remo a la vez que con sus manos paso mis piernas por fuera de las sujas, abriendo mi chochito como una rosa que espera el roció de la mañana, a la vez Alejando se arrodillo entre nuestras piernas y cogiendo su estaca, la froto por este, haciéndome gritar de placer y moviendo mi cabeza como una posesa por el gusto de ambos rabos en mis dos castigados agujeritos.
Quede como un fina torrija entre aquellos dos macho que ahora me penetraban con acompasados movimientos, si bien la batuta la llevaba el maduro sevillano que golpeaba penetrando con una fuerza y energía que movía el sofá, aprisionadme sobre la dura tranca del viejo noruego que apenas podía moverse por el peso de una y la fuerza de su compañero sobre mi sufrido y asustado cuerpo.
Empalada como estaba sufrí unos gustosos y gratificantes minutos de placer indescriptible hasta sentir los roncos gemidos del viejo mientras depositaba su cremosa y espesa nata en mi trasero , mordiéndome y chupándome el cuello con una pasión que me dejo toda marcada.
Encendió esto a Alejando que acelero con fuerza y energía su cadera, provocándome en segundos otro colosal orgasmo que hizo lo agarrara por el pelo de la cabeza como una salvaje desenfrenada para besarlo y morderle el labio con fuerza haciéndola sangrar mientras el ahora bramaba soltando su leche en el interior de mi gazapito.
Tras unos minutos de recuperación, ambos se levantaron desenganchándose de una, si bien, me quede sin fuerzas acurrucada cobre el sofá y tapada por la camisa de uno de ellos que cortésmente me había puesto encima al ver en el estado que me había quedado.
Estaba disfrutando aun mentalmente de aquel colosal polvo si bien no podía levantarme pues mi cuerpo aun no respondía, tras los gratificantes acosos de aquellos dos rabos, sintiendo aun en mis entrañas los espesos y abundantes líquidos que ambos habían dejado dentro.
Los miraba con mis ojos aun entornados por el agotamiento y sonreía ante las miradas cálidas y picantes de ambos que me veían aun fundida sobre el sofá, mientras me recreaba en sus gordos y morcillones apéndices que se balanceaba al caminar ambos en la cocina preparando la sobremesa.
El olor de café me hizo tomar fuerzas y pase a asear mis castigados agujeritos para pasar seguidamente a sentarme y tomar el café desnuda entre aquellos dos sementales.
La afable y rápida traducción de Alejando hizo que la sobremesa se pasara amena y plácidamente, siendo amenizada muchas veces por las caricias picaronas de mis manos sobre aquellas dos morcillas que miraban al suelo entre sus piernas así como los dos pares de suculentos depósitos que tan loca y salida me tenían.
Tras una gratificante ducha, pasadas un par de horas, mi par de sementales volvieron a calentarse y de qué manera, pues volví a ser agasajada aunque ya de manera individual y por mi agradecido conejito.
Primero por mi vikingo ,al que una de mis suaves caricias bucales sobre su grueso miembro le hizo despertar y tumbándome nuevamente sobre mi, tras ponerme delicadamente abierta de piernas en el mismo, me zumbo una sesión de meter y sacar que me llevo al éxtasis en presencia de Alejandro que preparaba su herramienta para subirse sobre una, cuando quedara libre ….Sentí inundarse nuevamente mi conejo de cuajos de leche noruega y sin tiempo a recuperarme tras sacar este su enorme tranca de mi supurante gazapo fui montada por el maduro jinete que con una maestría insultante me cubrió y lleno de sus esencias en una abundancia que mi sexo parecía una fuente mana.
Ahora quede para el arrastre, fundida y sin aliento tras aquellos dos buenos polvos, siendo atendida cortésmente por el galante viejo noruego que con unas toallitas limpio los sobrantes que salían de mi agujerito que tan sabiamente había sido regado e inundado, habiéndome llevado ambos a un estado de trance y placer difícil de describir, aunque se lo pueden imaginar, pues relate con la más naturalidad posible aquella tarde inolvidable y gloriosa que tengo gravada en mi mente y por algunas partes de mi cuerpo con fuego y pasión.
Se quede invitado a dormir esa noche tras cenar los tres en la casona del noruego, quedando este en la habitación que una antes había ocupado, durmiendo esa noche con una placidez y un sueño envidiable.
Por la mañana fui llamada a desayunar cuando este estaba ya sobre la barra de la cocina, estando ambos allí con sendas batas abiertas y luciendo palmito ante mí presencia, semidesnuda y aun dolorida por la sesión del día anterior.
Dijo Alejandro se debía ir por cuestión de negocios si bien me dijo tenía tiempo para un repaso rápido, pero una no estaba para volver a recibir aquellos monstruos en mi interior hasta me recuperara bien, por lo que tome la iniciativa tras el café, y agachándome a su taburete, abrí del todo su bata y le di una mamada de las que hacen época, sacándole en presencia del viejo noruego, hasta la última gota de leche de aquel enorme par de pelotas.
Se convulsiono sobre el taburete y a punto estuvo de caer de el cuándo por mi boca entraban aquellos jugos desparramándose por esta y mi cara, excitando al viejo vikingo que puso su gordo estilete en esta nada más acabar de sacar su grueso rabo..
Restregó el viejo su rugoso cabezón por mi cara recogiendo los restos que había dejado Alejando en ella y este me los ofreció con su pollon para degustarlos junto a su hermosas y gorda cabeza que me tenía loca.
Conseguí meter la gruesa y rugosa punta de aquel monstruo en mi boca y pajeando fuertemente su cuerpo con mi mano mientras la otra sobaba su lacio pelo que cubría aquel enorme par de pelotas, me dispuse a recibir tras un par de minutos donde agite con fuerza y esmero aquel enorme y duro tronco, las ráfagas pastosas de aquella crema noruega que bien valía para hacer un buen queso, si bien no deje ni gota escapar ante la absorta y excitante mirada de ambos.
Les dije que no podía más una esa mañana, respetándome ambos mis plegarias, pues intuí iba a ser devorada por ambos, y aunque agradecía sus calientes intenciones lo cierto es que estaba esa mañana para el arrastre, pues sentía aun dolor en mi traserito tras la fuerte penetración sufrida la tarde anterior.
Se ducharon y salieron ambos, quedándome toda la mañana relajada y sola en la casa, que aríquele en agradecimiento a ser tan bien acogida, aunque ya estaba en mi mente buscar vuelo para regresar a España y ver el estado que se encontraba Diego, del que no me quitaba de la cabeza y más tras su marcha del hospital de allí.