Cruces de correos que mueven recuerdos
Hay conversaciones que, a veces sin quererlo, a veces buscándolo con toda la intención, te hacen recordar situaciones que tenías casi olvidadas... y que no das crédito por haber sido capaz de olvidar algo así (realmente hay veces que no das crédito a haber vivido siquiera algo mínimamente parecido).
Hoy quiero contar alggo que es más parecido a un relato breve que a otra cosa, pero que tengo necesidad de hacerlo. En fin, hay veces que internet te descubre cosas especiales. También gente especial. Gente especial que termina por removerte. Conversaciones que, a veces sin quererlo, a veces buscándolo con toda la intención, te hacen recordar situaciones que tenías casi olvidadas... y que no das crédito por haber sido capaz de olvidar algo así (realmente hay veces que no das crédito a haber vivido siquiera algo mínimamente parecido).
No hace tanto que una de esas conversaciones me trajo a la memoria, muy vívidamente, una experiencia que me sucedió ya unos años atrás. Ya sea porque fue una etapa de mi vida particularmente alocada, ya sea por el efecto del alcohol y otras sustancias en aquella noche, o aquella época, la había borrado de mi mente. El caso es que, cuando a raíz de la conversación electrónica con mi amiga, me volvió a la mente aquella noche, no dudé en contársela. De alguna manera, tenía necesidad de contársela. Como vuelvo a sentir esa necesidad ahora mismo con todos vosotros. Porque, por alguna razón, aquella historia me obsesiona desde que recuperé su memoria.
Aunque creo ahora que tanta obsesión realmente obedece a que, más que volver a contarla, lo que quiero es volver a vivirla...
Y ¿sabéis qué? Creo que acabo de decidir que así lo voy a hacer... jijijiji
El caso es que, mira, -le contaba a mi amiga especial en aquel correo- pienso ahora una historia que me pasó una vez, que igual encaja bien con el rollo de tus relatos... Verás, fue hace unos años, con mi amiga Nuria (que para este caso digamos que podías ser tú). Una noche salimos de marcha, dispuestas a pillarnos un buen par de chicos para hacerlo con ellos, preferiblemente en grupo (Nur también es bi, como yo). El caso es que acabamos en un garito, bueno una especie de after raro, bastante borrachitas ya, bailando muy provocativas en el escenario, dándonos piquitos y tal (sí, esto contigo sería yo intentando seducirte, ¡¡me has pillado!! jijijiji).
Esa nocha íbamos Nurita y yo con vestiditos muy ligeros, sin nada debajo. Bueno, el caso es que evidentemente no duramos mucho en ese plan, enseguida teníamos un montón de moscones alrededor y, entre ellos, un par de chicos bastante jóvenes y con muy buena pinta. Resumiendo, que estaban muy buenos, así que nos dejamos querer, empezamos a besarnos y tal, dejándoles que nos metieran mano sin demasiados miramientos... los tíos flipaban un poco con todo lo que nos dejábamos hacer, así de entrada, sobre todo cuando se dieron cuenta de que no llevábamos nada bajo el vestido.
El caso es que se pegaron un calentón brutal, súper rápido, y nosotras también (a decir verdad ya llevábamos rato calientes aquella noche), y nos los acabamos follando allí mismo, en el pasillo a los baños. Yo, en un momento dado, tras montar a mi chico, me quité el vestido porque realmente estaba súper cerda. Tenía al lado a Nuria, que le estaban abriendo el coño pero bien, y me besaba con ella mientras nos follaban a las dos nuestros jovencitos sementales. En un momento dado, me encontré besándome con otra tía que no era Nuria, y noté que otras manos diferentes de las de mi improvisado amante me tocaban también.
Para entonces estaba un poco bastante pedo, además de absolutamente cachonda, pero al conseguir centrar un poco mi atención vi que donde estábamos, era en realidad una especie de sala alargada y oscura, más que un pasillo. Y, que además de la gente que iba y venía al baño, había otras parejas y grupos follando como nosotros. Cuando mi chico acabó dentro de mí, yo seguí a él. Me gustaba bastante, en general me vuelven loca los jovencitos, y él además me había follado bien... así que, sí, ¡quería más! Esperamos a que Nuria y el otro terminaran, mirándoles y tocándonos y besuqueándonos mientras tanto. Aunque él se subió el pantalón y se bajó la camiseta, yo me quedé desnuda, porque me excitaba mucho estar así allí en medio, delante de todo el mundo (sentir las miradas descaradas sobre mi cuerpo desnudo, sudado y recién follado es ago que siempre me pone a mil), mientras él me sobaba y besaba por todas partes.
Claro, pronto otras gentes se acercaban a tocarme, y besarme también cuando él me soltaba riendo, y sin poner ningún reparo al ver que yo no solo no los ponía, sino que disfrutaba abiertamente de cualquier intromisión extraña en mi cuerpo. Yo no me enteraba muy bien de lo que decían entre ellos, por el alcohol, pero me gustaba mucho y me dejaba. Y así seguí hasta que nuestros amigos acabaron.
Lo siguiente que recuerdo es a Nuria dándome el vestido, y diciéndome que me vistiera rápido, que nos íbamos a otro lado y que ya por el camino me contaba. No sé si cogimos un taxi, o acabamos en el coche de los chicos o de algún otro tío. Trataba de centrar mi atención en lo que Nur me decía, y eso ya era más que suficiente para mi muy disminuida capacidad de entendimiento en aquel momento. Siempre he tenido plena confianza en Nuria, así que en todo caso me sentía segura y confiada. Además de muy excitada, claro... con ella sabía que tenía diversión y placer asegurada por toda la noche. Total, que mi amiga me explicó algo de un after privado que conocían ellos, que nos habían insistido mucho en ir, porque por lo visto allí tendríamos buenos sitios también para follar si queríamos. Nosotras, naturalmente, era lo único que queríamos, así que me resultó perfectamente correcta la decisión de mi amiga de acompañar a los dos jovencitos.
Bueno, en cuanto al antro que nos describieron los dos chicos, sonaba un poco raro todo, pero en realidad Nur y yo habíamos estado ya en sitios así, y aquella noche estábamos realmente calientes y con ganas de buen sexo, así que evidentemente dijimos que sí, por supuesto.
Efectivamente, aquel garito era un antro bastante peculiar. Tenía solo una entrada que daba, a través de un oscuro pasillo, a un pequeño espacio con una barra poco iluminada y sin ventanas al exterior. Solo había un hueco oscuro al fondo, que daba a unas escaleras que se perdían en las tinieblas del sótano. Cuando entramos a aquel primer espacio, ellos nos dijeron que teníamos que pedir allí la bebida, así que nos pusimos los cuatro en la barra. Cuando nos acostumbramos a la oscuridad, nos dimos cuenta que la poca gente que había allí estaba medio desnuda... o totalmente.
Junto a mí, en la barra, había un tipo maduro y de aspecto elegante, completamente en bolas y con un pene enorme. Me sentí muy excitada. Nur y yo nos miramos sin saber bien qué hacer. Nur empezó a desvestirse y yo ya iba a hacer lo mismo, cuando el hombre del pene largo empezó a hablarme, y yo me quedé parada mientras intentaba seguirle la conversación. Sin embargo, en seguida mi chico me puso una copa en la mano y una pastilla en la otra y me dijo que se iba al baño. Yo me quedé turbada, estaba confundida por el efecto del alcohol y el ambiente opresivo y congestionado de aquel espacio.
Miré entonces a Nur, y vi con sorpresa cómo dos tíos desconocidos la inmovilizaban y le metían mano en el coño, mientras otro le metía su pastilla en la boca con un húmedo e impúdico beso. Su chico, mientras tanto, se morreaba completamente desnudo y ajeno a la escena con una camarera jovencísima y despampanante (lo suficiente incluso para dejar de lado a mi bellísima y muy morbosa amiga). Cuando me quise dar cuenta, el tipo mayor del rabo largo me estaba hablando, diciéndome con todo amable pero imperativo que me tenía que tomar la pastilla aquella. Yo me sentía completamente perdida, desnortada, me costaba reaccionar, y de pronto me vi empujada por aquel cuerpo firme y macizo, de tal forma que el tipo me sujetaba con la cabeza y medio cuerpo sobre la barra de bar, y me metía su lengua a la fuerza en mi boca. Absurdamente traté de resistirme, pero entre su corpulencia y mi lamentable estado alcohólico, poco pude hacer. Cuando al fin logró completar su maniobra, me soltó y pude incorporarme.
Aquella pastilla, que viajaba ya camino de mi estómago, resultó ser algún tipo de éxtasis, que empezó a hacer su efecto con sorprendente rapidez, seguramente ayudada por todo lo que ya yevaba mi cuerpo encima, multiplicando mi sensibilidad por mil y poniéndome terriblemente a tono. Un tipo fuerte y grande se me acercó. Yo le sonreí, pero el me empujó y me llamó puta, diciéndome que tenía que desnudarme ya. Me rompió el vestido por detrás y me dejó ali desnuda, mirando cómo otro desconocido sacaba su polla chorreando semen y flujo del coño de mi amiga Nuria. En eso volvió mi chico, quiero decir, el jovencito aquel con el que habíamos ido a aquel lugar. También estaba completamente desnudo, e igual de desnudo se nos juntó el que había venido como pareja de Nuria, con una jugosa pollaza, escandalosamente empalmada tras separarse de la camarera.
Nos cogieron por fin, y nos llevaron abajo por las escaleras, que daban a un pasillo que se abría a ambos lados, a dos salas simétricas, grandes y muy oscuras, con luz violeta y roja y música electrónica en ambas. Ellos nos metieron en una y empezaron a bailar juntándose mucho a nosotros. A nuestro alrededor, más gente desnuda o vestida con cuero o lencerías. Y nosotras dos, a mil por la puta pastillita, tanto que cada vez que nos rozaban la piel o veíamos una polla desnuda nos daban como mil orgasmos juntos, de golpe. Total, que en esas yo sentí un deseo irrefrenable por la polla del chico de Nuria, que seguía cachondísmo con ese cipote bello y caliente como una barra de hierro calentada al fuego. Me arrodillé ante él para mamarle. A partir de ahí, recuerdo estar en el suelo, Nuria comiéndome y yo bien abierta de piernas para ella, con todo mi coño chorreándole en la boca, y de repente pollas por todas partes, gente y más gente follándome... Nuria siempre estaba conmigo, o cerca. A los chicos les perdimos en algún momento de la larga noche, pero eso ya nos daba igual.
Lo siguiente que recuerdo es ella y yo vomitando en una taza de váter, en unos baños por lo demás muy limpios, aunque llenos, cómo no, de gente follando. Salimos afuera y las salas de la disco estaban bastante vacías ya, aunque todavía había gente follándose, y dándose por el culo, y corriéndose por los rincones. Aquello olía a sudor, y a polla y coño caliente que tiraba para atrás (miento, seguía siendo muy excitante), y el suelo estaba súper pegajoso. Debía ser ya de madrugada, y mi amiga del alma y yo estábamos rotas. Decidimos marcharnos. Desnudas, subimos arriba, sin mucha mayor opción.
Allí, en un rincón, descubrimos una especie de guardarropa donde Nur pudo encontrar su vestido, manchado de lefa pero en buen estado. El mío no aparecía por ningún lado, y cuando al fin lo encontramos, en un rincón de la barra, estaba inservible, roto,
sucio y mojado: lo habían usado como trapo para limpiar copas y cervezas caídas y vete a saber qué otro tipo de restos. Mandé todo a la mierda y mangué uno del vestidor. Si alguna tenía que volverse en bolas aquella noche a casa, desde luego que no iba a ser yo. Me quedaba pequeño y se me salían las tetas, pero me daba igual.
Acompañé a Nuria a su casa, porque resultó estar bastante cerca de allí, y luego me metí en el metro. Iba hasta arriba, como siempre, porque efectivamente había amanecido y la gente iba ya al trabajo a esa hora. Pese a todo conseguí sentarme, y menos mal porque no me aguantaba el cuerpo, y era incapaz de tenerme de pie. Sumida en un estado de semi inconsciencia, cuando me quise dar cuenta un hombre joven vestido de traje me apretaba el paquete contra la cara, aprovechando el movimiento oscilante del tren en medio de la aglomeración. No supe qué hacer, pero me dio mucho morbo notar cómo la tenía morcillona, aún sin haberle visto la cara. Total, que se la agarré con la mano, apretándosela. El tipo se agachó, y me dijo al oído que sí quería comérsela me bajara con él en la siguiente estación.
Así lo hice. Fuera del vgón, me dijo que se había puesto caliente al verme enseñando las tetas, que efectivamente me di cuenta de que llevaba medio salidas, dejando ver los pezones soezmente empalmandos sobre el borde de la tela apretada. En un rincón de un pasillo me bajó el vestido del todo y me las empezó a comer y babear, mientras yo le tocaba la polla, sin prestar atención a la gente que caminaba apresurada a nuestro alrededor. Cuando se la noté dura se la iba a sacar. Él me detuvo y me metió en un ascensor. Salimos a una calle lateral bastante desierta, donde por fin me dejó sacarle el rabo duro y, medio ocultos entre dos coches, se la
mamé. Cuando se corrió se fue de allí pitando, y a mí me dejó tirada, de rodillas, con la cara llena de semen y las tetas fuera. Un espectáculo poco edificante para las familias que en ese momento llevaban a sus hijos al colegio. Pensando que, al fin y al cabo los niños iban a estar haciendo lo mismo que yo en unos pocos años, me limpié como pude y trate de taparme.
Me sentía un poco estúpida, para qué voy a engañarte, y no quería volver al metro, así que corrí de vuelta a casa de Nur, aprovechando que todavía seguía relativamente cerca. La saqué de la cama, desayunamos, y nos acostamos de nuevo después de ducharnos. Nos metimos en la cama frescas, desnudas y contentas. Follamos como si fuera nuestra primera vez, porque estábamos extrañamente calientes aún, (aquella puta pastillita había resultado ser una auténtica joya), y luego dormimos durante horas.
Al despertar follamos otra vez y luego comimos, hablando por primera vez de lo que nos había pasado. Ninguna recordaba nada claro después de que bajamos las escaleras del sitio aquel, pero las dos tenemos recuerdos fugaces, como ráfagas de placer, caras, cuerpos y sensaciones increíblemente eroticas...
ufff... tenía esto muy olvidado pero oye, que me he mojado escribiéndolo... bueno, te voy a dejar creo, a ver si me decido ahora entre ir a lavarme o terminar de hacerme un dedo, que me he puesto fatal.
Un besito,
Lau