Crónicas Perdidas 01 - El video de Natalia
Natalia va a hacer lo de todos los sábados: una vuelta por el centro comercial, comida con las amigas, y para casa. Lo que no sabe es que hay quien tiene otros planes para ella.
Crónicas Perdidas 01 El Vídeo de Natalia
Natalia era una chica tímida, así que aun no podía creerse lo que acababa de pasarle. Y es que una no recupera un poco el autocontrol en casa de un desconocido con esperma en la cara todos los días.
Pero no adelantemos acontecimientos y empecemos por el principio, como debe ser.
Era por la mañana, y como acostumbraba a hacer cada sábado, había salido a dar una vuelta por el centro comercial próximo a su casa. Probarse algo de ropa, mirar algún que otro disco y luego a comer con las amigas. Era un buen plan, y lo venía repitiendo durante los últimos meses.
Como la comida iba a ser informal tampoco se arregló demasiado, unos tejanos y una camiseta oscura, ceñida y de tirantes, pero nada del otro mundo. Y es que con su cien de pecho, cinturita esbelta y melena castaña perfecta llamaba la atención si se ponía algo mas extremado, y lo que menos quería ella en ese momento era sentirse observada.
Llegó al centro comercial pronto, así que todavía había muy poca gente. De hecho, algunas de las tiendas aun estaban subiendo las persianas. Igual fue por ello que se dirigió a una tienda de ropa en la que aun no había entrado, pero al ser de las pocas abiertas tampoco tenía alternativa si no quería esperar.
Una vez dentro le sorprendió lo oscura que era toda la ropa, si es que no había nada que no tuviera nada de color negro! En fin, mirar es gratis, y probarse, de momento, también. Así que ni corta ni perezosa cogió un par de camisetas mas o menos normales y se dirigió hacia el probador.
Una vez dentro, y mietras se al acabar de probarse una de las camisetas, se dio cuenta que el dependiente la estaba mirando a través de un resquicio en la cortina del que no se había dado cuenta.
Se puede saber qué estás mirando?
Lo siento, no he podido evitarlo, pero es que estás muy buena.
Ante la sinceridad de la respuesta, Natalia se quedó un poco ruborizada, y como el chico no estaba mal y tampoco le había visto nada del otro mundo (no se había quitado ni los pantalones ni el sugetador), lo dejó pasar.
Al salir se lo miró como de reojo, y vio que el pobre estaba pasándolo mal, así que se acercó al mostrador a dejar las prendas que no iba a quedarse y le dio ocasión para disculparse.
Lo siento, de verdad, pero no he podido evitarlo.
No pasa nada.
Mira, para compensarte te invito a un café.
Al ver que ella titubeaba, el chaval se apresuró a añadir:
No, no pienses mal, que no voy a intentar ligar contigo. Ve a la cafetería de aquí al lado, di que vas de mi parte y pide lo que quieras, ya lo pago yo.
Estooo, gracias.
Y como aun se había tomado el cafelito de la mañana (sin el cual no era persona), Natalia se dirigió ni corta ni perezosa hacia la cafetería que le habían indicado.
Una vez allí hizo lo que le habían dicho, se tomó un café con leche y una pasta y se fue agradecida de no tener que pagar nada.
Las dos horas siguientes las pasó como acostumbraba, unas cuantas vueltas por las tiendas de rigor, mirar a ver qué pelis había en cartelera en ese momento y pasarse por la tienda de discos a ver si había salido el último álbum de su grupo favorito. Durante todo éste rato se cruzó un par de veces con el chico de la tienda, un saludo informal y a seguir con la estupenda mañana.
Lo raro empezó a sucederle a partir de entonces, y es que pese a lo alto que acostumbran a estar los climatizadores de éstos sitios, cada vez tenía mas calor, y lo raro era que no sólo tenía calor físico, sino que se estaba poniendo cachonda como muy pocas veces se había puesto hasta entonces.
En ese momento no sabía que hacer, y es que lo normal era ponerse así después de ver una porno con algún ex o en la discoteca tras frotarse con algún desconocido (con los que nunca llegaba a nada); pero ahora no sabía que hacer, la situación se le empezaba a escapar de las manos.
Al final tomó una decisión: se iría a casa, una duchita fría y a tiempo para la comida con las amigas.
Al salir a la calle estaba esperándole.
El chico de la tienda fue verla, acercarse a ella y pegar sus labios contra los de Natalia. En una situación normal le hubiera partido la cara allí mismo, pero cada vez estaba mas y mas cachonda, y ese beso fue como liberar un poco de tensión.
Lo que no se esperaba era lo que oyó a continuación:
Vivo cerca, te vienes?
Y la mas increíble respuesta:
Sí
Lo siguiente que Natalia vio, tras ser sobada a base de bien fue que se encontraba sentada en un sofá, mirando fijamente a una cámara, cachonda perdida mientras de quitaba la camiseta poco a poco.
De dónde había salido la cámara? Porqué no podía detener sus manos? Donde estaba su camisa? Que hacía mirando a la cámara mientras se quitaba el sujetador.
Natalia no podía mas, el calor en su interior era insoportable, así que visto que el chaval no se acababa de lanzar empezó a sobarse ella misma los pechos. Primero poco a poco, pero el calentón hizo que cada vez se las sobase mas y mas, hasta lanzarlas arriba y abajo sin ningún tipo de pudor por estar en casa agena ante un desconocido.
Cuando Natalia pensaba que tendría que hacerse un dedo ella misma, el (ahora) cámara sacó su polla de los pantalones, "apollándola" sobre el sofá invitando a la descontrolada chica a que se hicera cargo de ella.
Y no tuvo que esperar nada. Natalia abrió la boca y empezó a chupar el desconocido miembro que se le ofrecía. Al principio era mas bien él el que se movía dentro y fuera de su boca, pero su lengua cogió vida propia y empezó a recorrer esa barra de carne que se introducía una vez tras otra en su boca.
Tras unos pocos segundos de tragarse tan sabroso manjar, Natalia se dio cuenta que el chico había apoyado la cámara en una mesa, y empezaba a jugar con sus pechos desnudos mientras ellas seguía chupando sin parar.
Natalia no supo porqué, pero entre el calentón que llevaba, el estar a punto de tirarse a un desconocido y el que todo eso se estuviera grabando, se rompió algo en su interior, y empezó a jugar con la mirada y la cámara. Vamos, que estaba disfutando de la situación como si fuera una perra en celo.
El chico se movía como si quisiera follarle la boca, y Natalia seguía sus movimientos con mamadas cada vez mas y mas profundas. La situación siguió prolongádose durante otro par de minutos, hasta que empezó a notar el sabor agrio del líquido preseminal; momento en el que apartó al chico de ella, se acabó de desnudar y se puso a cuatro patas en el sofá.
Ni se te ocurra correrte, que estoy a punto de reventar.
El chico, que parecía haber estado esperando ese momento, la cogió de las caderas, y sin esperar la envistió penetrándola salvajemente. El grito de Natalia tuvo que oirse en todo el edificio. Y no es que le doliera (iba tan mojada que la habría podido montar un caballo sin apenas sentir escozor), fue mas bien el alivio.
Las embestidas eran realmente brutales, y los pechos de Natalia parecían votar por voluntad propia: arriba y abajo, sin parar.
Así, a cuatro patas y de espaldas al desconocido que la estaba grabando mientras se la follaba se corrió por primera vez. El orgasmo fue tan potente que casi la tira al suelo, pero no por ello las envestidas pararon. El chaval parecía acostumbrado, ya que mantenía un ritmo constante capaz de hacer agua del coño mas exigente.
Estuvieron en ésta posición, con ella siendo taladrada por detrás sin compasión, por lo menos durante otros diez minutos, minutos durante los cuales Natalia no dejó de gemir y correrse como nunca antes había hecho.
Cuando parecía que se volvería loca de tanto orgasmo, él se la sacó, se estiró en el sofá, cogió la cámara y dijo lo siguiente:
Puff, empiezo a estar un poco cansado, ahora te toca a ti moverte un poco.
Ella, al ver esa polla que tanto placer acaba de darle, se subió a horcajadas encima suyo, se la metió dando la bienvenida a esa ya vieja amiga suya y empezó a moverse ella.
Al principio el movimiento era muy lento, como intentando acomodarse a nueva postura y dandose un respiro de tanto orgasmo, pero poco a poco el calor que le había empujado a encontrarse en ésta situación hizo que sus saltos fueran mas potentes y sus envestidas mas animales.
Ahora le tocaba a ella llevar la voz cantante
en la relación: tenía la polla atrapada, y él tenía nulo margen de movimiento. Así pues hizo lo que a ella le gustaba hacer cuando mantenía relaciones sexuales: primero movió las caderas en círculos, notando cada vez que la polla se hinchaba un poquito mas; acelerando el ritmo a la vez que sus propios latidos se desbocaban.
Luego, cuando ese movimiento se volvía un poco monótono, saltaba sobre la polla. Era un movimiento un poco arriesgado, ya que con chicos con una polla mas pequeña acababa con el miembro fuera del sitio donde debía estar.
Gracias a Dios éste se calzaba una buena tranca, y las cabalgadas de Natalia siguieron y siguieron orgasmo tras orgasmo. Ella estaba como loca, cogiendo sus propios pechos y pellizcándoselos para escapar de esa espiral de orgasmos en la que estaba sumida, y es que un poco de dolor le devolvía ligeramente a la realidad y evitaba que perdiera la cabeza.
Él, al ver lo que hacía ella con sus pechos se lanzó a por ellos, cogiéndolos con las manos, estrujándolos y lanzándolos el uno contra el otro, como si fueran dos manos dando palmas.
Ella, al verse libre durante un momento, empezó a moverse como por espasmos, mas y mas rápido hasta tener el mayor orgasmo de su vida. La contracción fue tan brutal que hizo que él hasta sientiera dolor del apretón.
Segundos después estaba Natalia en el sofá tragándose el esperma que le goteaba por la comisura de los labios, mientras él intentaba recuperar el aliento.
No ha estado mal.
Ella, tras éste último orgasmo pareció recuperar un poco el dominio de sí misma, vio lo que había hecho, cogió su ropa a toda prisa y se fue a la habitación de al lado.
Lo que vino luego fue la promesa sacada a regañadientes de que él se desharía de la cinta, y que nunca mencionarían lo que había pasado. Ella se limpió, se vistió y se fue a la comida que tenía con sus amigas.
Lo que mas le escamó fue que una de sus amigas, durante la comida dijo lo siguiente:
Habéis visto al chico de la tienda pequeña esa¿? Dicen que droga a chicas estúpidas, se las lleva a su casa y las graba para colgar los videos en internet. Y claro, luego cualquiera le denuncia: en los videos se ve cómo lo han disfrutado. Yo por si acaso no pienso entrar nunca, bueno, si tengo un apretón ¿Porqué no?
Un par de semanas después, Natalia encontró el siguiente video por internet: