Crónicas no censuradas del 6º año en Hogwarts (6)

Aquí está la 6ª parte de esta serie de relatos en los que narraré la verdadera historia del 6º curso de Harry Potter y sus amigos en Hogwarts, todo ello desde una narrativa cuidada y totalmente fiel al libro original, que hará las delicias de los afi...

INTRODUCCIÓN:

Saludos, lo primero de todo es deciros lo mucho que siento haber tardado nada más y nada menos que un año en publicar este relato, y más teniendo en cuenta que desde septiembre del año pasado llevaba escrita la 8/10 parte del mismo, pero hoy mismo he decidido que bastaba, que tenía tiempo y la inspiración necesarias, y he decidido terminar con la espera.

Supongo que habré perdido muchísimos seguidores, pero para los pocos que queden, esto va por vosotros, porque sin vosotros, yo no sería nadie, y vosotros sois los que me inspiráis a seguir.

Aviso de que este capítulo es como la mitad de otro que saldrá en breve (espero) así que no os decepcionéis con el final ok?, ahora… a disfrutar!!!

CAPÍTULO XII:

El coche del señor Weasley traqueteaba inquietantemente en el accidentado trayecto que separaba La Madriguera de Alvite, el pueblo al que se dirigían, y, que para la ocasión, se encontraba en plenas fiestas.

El coche iba cargado de los aromas típicos precedentes a una fiesta: Gomina los chicos, laca y poción alisadora las chicas, perfumes mezclados con el sudor que destila el nerviosismo, etc.

Cada chico iba ensimismado en sus propios pensamientos y planes para la esperada fiesta. Todos habían tomado, por supuesto, las medidas preventivas adecuadas, así como elaborado un plan de emergencia por si ocurría algo, y establecido puntos de reunión descritos por los hermanos Weasley. Hermione, por su parte, había armado a los chicos con sendas pociones anti-etílicas, para evitar la borrachera de camino a casa.

Así mismo, el señor Weasley les había proporcionado un poco de dinero muggle a cada uno, pues sin él no podrían hacer nada, y delegó en Harry la tarea de explicarles como se usaba (sabia decisión ya que ni el mismísimo señor Weasley tenía la menor idea).

Lo cierto es que la salida había sido algo caótica, pues las chicas llevaban arreglándose 3 horas, y aún les quedaba otra para terminar, cuando los chicos comenzaban a asearse y vestirse. En este punto existió un encarnizado conflicto por la conquista del cuarto de baño como punto de operaciones en la batalla que suponía que cuatro adolescentes se preparan para una fiesta al unísono.

Al final la solución había consistido en que Harry y Ron usaran el baño a la vez, para lo cual apenas gastaron ½ hora, pese a las continuas imprecaciones de impaciencia de las dos chicas. Aunque media hora más tarde, al final todos los chicos estaban preparados, y habían montado en el coche.

Aunque ese fue otro punto problemático; el señor Weasley tardó más de media hora en recordar como arrancar el coche, y otro tanto en controlarlo adecuadamente. Como consecuencia llegaban una hora tarde, y la fiesta ya habían dado comienzo.

Eran ya más de las once de la noche, y a lo lejos se adivinaba el pueblo, con todas sus luces encendidas, invitando al viajero a detenerse y deleitarse en sus fiestas.

Nadie en el coche hablaba, cada cual absorto en las más hondas cavilaciones. Hermione por su parte recordaba la conversación que había mantenido con Ginny mientras las dos chicas se vestían adecuadamente para la fiesta.

-No sé que ponerme Hermione, de verdad.

Ginny se encontraba en medio de la habitación con tan sólo un sugerente tanga y un sujetador que realzaba los pechos, ambos de color turquesa.

-No sé Ginny, tú misma, ponte guapa que para una vez que salimos todos de fiesta sin ser controlados

Hermione por su parte llevaba unas braguitas blancas, ante lo cual Ginny no tardó en hacer una aguda observación.

-Pues hablando de desmelenarnos por una vez, tu deberías ponerte algo más provocativo, seguro que a nada que te esfuerces pescas a un montón de tíos.

Hermione miró sus braguitas, y dijo entre suspiros.

-No sé si arriesgarme Ginny, terminé hace nada con la regla y estaba preocupada de que todavía quedara algo de flujo, pero creo que tienes razón, voy a ponerme mejor un tanga.

Hermione, desnuda ahora completamente, se agachó para abrir el cajón inferior del armario que ocupaba en la madriguera, cuando algo la golpeó el hombro. La chica cogió aquel objeto, y descubrió un tanga rojo de tela semitransparente, a la vez que veía caer a su lado un sujetador a juego, arrojados por Ginny.

-Toma, ponte esto, es mío, pero está limpio ehh. Creo que irá muy bien con ese vestidito rojo que te vi llevarte el mes pasado cuando fuimos de compras.

Hermione miró con cara crítica el provocativo tanga, pero para sorpresa de Ginny, se lo probó sin mediar palabra, salvo los reniegos que emitió mientras se abrochaba el ajustado sujetador, que contraía sus pechos hasta elevarlos y hacerles parecer de unas proporciones nada parecidas a las suyas.

-Madre mía Hermione, así parece que tienes una talla 95 por lo menos.

-Pues apenas llego a la 90…-Tras decir esto, la chica se acercó al espejo que había en el extremo más meridional de la habitación y se observó: estaba impresionante. Se había puesto sus zapatos rojos a juego para ver la impresión creada, y era mejor de lo que ella mismo podía imaginar, sus pechos estaban juntos y apretados, de forma que parecían de piedra, a la vez que la impresión era de que tenía una o dos tallas más de sujetador.

Además de eso, la chica poseía una figura agraciada, y su vientre plano contrastaba perfectamente con ese nuevo abultamiento en su pecho. Al darse la vuelta vio como en tanga se introducía sensualmente entre sus nalgas, y le confería un aspecto realmente provocador, casi invitando a desgarrarlo.

-Esta que lo partes ehh, no me digas que no tengo buen gusto para la ropa interior.-Dijo Ginny sonriendo y mirándola con aprobación.

Lo cierto era que Hermione se sentía un poco asfixiada con su nuevo atuendo, pero Ginny la tranquilizó enseguida diciendo que siempre pasaba, hasta que te acostumbrabas, que los "push-up" eran ciertamente incómodos, algo así como los corpiños del siglo XXI.

Hermione fue arrancada violentamente de su ensimismamiento cuando el coche del señor Weasley atravesó un bache especialmente pronunciado que hizo que todo el coche saltara arriba y abajo de forma preocupante.

La chica no pudo sustraer su mirada del escote de su vestido rojo, y comprobar con satisfacción que bajo el mismo se distinguían dos exuberantes (aunque ficticios en sus proporciones) pechos, que, apretujados uno contra el otro, ofrecía la visión de un portentosos canalillo.

Hermione sonrió satisfecha, y, mirando con aire expectante por la ventanilla del coche hacia la ciudad, aguardó paciente la llegada cruzando las manos sobre su regazo, y palpando el tranquilizador contacto de su varita, escondida en un pliegue del vestido, ya que, pese a la advertencia del señor Weasley de que no la llevaran, Hermione no podía, al igual que sus amigos, sentirse segura sin ella.

Harry y Ron por su parte intercambiaban miradas de complicidad cada vez que se cruzaban en el camino con algún grupo de chicas que iban andando hacia el pueblo, tarea digna de reconocimiento, al encontrarse este muy lejos de los próximos núcleos urbanos, pero debían ser chicas de urbanizaciones o casas colindantes al mismo, que, aisladas del núcleo rural, vivían tranquilamente a sus afueras.

Ginny, en contraste con su comportamiento durante el día anterior, se mostraba radiante: Iba maquillada de forma muy sensual, con una raya en los ojos que la asemejaba a una antigua egipcia, y los labios suavemente coloreados de color rosa, lo que aún resaltaba más la carnosidad y sensualidad de los mismos.

También sonreía, por un motivo que sólo ella conocía, y era que había fraguado miles de planes para poder quedar a solas con Harry y aprovechar la mínima oportunidad para saltar sobre él sin piedad.

Todo iría sobre ruedas en cuanto hubieran bebido un par de copas… y quién sabe, alomejor incluso recuperaba la memoria perdida, aunque según Hermione le había contado en una ocasión, la memoria perdida por borrachera correspondía a cierto tecnicismo acerca de la muerte neuronal y la imposibilidad de recuperar el recuerdo.

No obstante, no tardo en apartar de su mente tan poco halagüeño pensamiento, y siguió imaginando excitantes situaciones en las que Harry se le insinuaba de una forma bastante sensual.

Apenas los separaba ya un kilómetro del pueblo, la música y la algazara llegaban a sus oídos, los chicos y las chicas ya ocupaban los arcenes de la carretera a las afueras del pueblo, reunidos en pequeños grupos, probablemente bebiendo y preparándose para la fiesta; la noche se les ofreció a todos tentadora, y llena de posibilidades

CAPÍTULO XIII:

-Y recordad chicos, Bill os recogerá a la que vuelva con Fleur, me ha dicho que os hará una señal que todos podáis reconocer, así que estad atentos. A partir de las 4 de la mañana, puede venir en cualquier momento, así que no os despistéis, y no os separéis.

El señor Weasley les dedicó un último y afectuoso saludo, antes de volver a introducirse el viejo coche muggle, y, tras unos cuantos intentos fallidos, logró arrancarlo y salir a toda velocidad de allí.

Los chicos al fin tuvieron el tan deseado espacio para estirarse, y echar un primer vistazo a su alrededor: Se encontraban en medio de la calle principal del pueblo, en la que se encontraban todos los pubs, situados a los lados de la carretera.

Aquí y allí se veía a gente yendo apresuradamente de un lado a otro, manteniendo animadas conversaciones. A lo lejos se oía el sonido de la orquesta que tocaba aquel día en el pueblo, probablemente en la plaza principal.

Olía a palomitas y comida, probablemente de la feria situada a las afueras, por la que habían tenido que pasar para llegar hasta la calle principal; aquel era su punto de reunión.

Todos se miraron expectantes, con la esperanza y el ansia grabadas en sus jóvenes rostros, pero no fue lo único que se grabó en sus semblantes:

Al introducirse en el coche apresuradamente, no habían tenido apenas oportunidad de verse, y no se habían fijado los unos en los otros. La primera en atraer las miradas de los chicos fue Hermione:

Llevaba un vaporoso vestido rojo, que empezaba con un pronunciado escote, que dejaba entrever una buena porción de sus pechos, insinuándolo todo, pero a la vez tapando lo más deseado. Terminaba asimismo a la altura de sus muslos, de forma extraña para ellos, no avezados en moda; terminaba en una especia de pico, la parte más alta quedaba a la altura de la parte superior de su muslo, para ir formando un triángulo, y terminar al otro extremo a la altura de su rodilla; estaba radiante.

Asimismo llevaba unos zapatos rojos de tacón a juego, y un delicado colgante dorado ceñido al cuello. Su pelo iba recogido en un elaborado moño, del que brotaba el pelo en cascada por su espalda.

Los dos chicos quedaron hipnotizados por la belleza desplegada por la joven bruja, tanto Ron, como Harry, y no eran los únicos. Muchos chicos que paseaban por allí lanzaban silbidos a Hermione, o alguno de los más atrevidos pasaba a su lado y la hacía todo tipo de proposiciones antes de reanudar su marcha.

Ginny carraspeó ligeramente al darse cuenta del intenso y deseoso escrutinio al que era sometida Hermione por parte de los dos chicos. Ambos la miraron, y entonces se provocó una reacción muy diferente en cada uno de ellos.

Harry quedó tan deslumbrado como en el caso de Hermione, pero Ron adoptó una actitud hosca mientras examinaba a su hermana con ceño:

Ginny estaba también muy guapa, llevaba una minifalda color negro, de una tela bastante ligera, la cual llevaba bordaos una serie de volantes que danzaban graciosamente cuando ella andaba, amenazando con enseñar más de lo debido.

En cuanto a la parte superior, llevaba una camisa color turquesa abierta hasta enseñar parte del sujetador, que, por cierto, era del mismo tono. Despedía un delicioso aroma florar, y llevaba el pelo suelto, lo cual le daba un aire salvaje, seguramente nada casual.

Sus labios tenían un cierto brillo, lo cual los hacía muy apetecibles. En contraste llevaba los ojos pintados de forma que se asemejaba a una antigua egipcia. En conjunto estaba radiante, pero de forma bastante provocadora a la vez.

-Ehh… bueno, en fin, ¿dónde vamos?-Dijo atropelladamente, atajando un posible conflicto entre Ron y su hermana, y de paso sustrayéndose a su embrujo.

Harry y Ron por su parte, vestían de una forma bastante casual; llevaban ambos unos vaqueros azules, con zapatos negros, la única diferencia radicaba en que Harry llevaba una camisa blanca a rayas, bastante moderna, y Ron una ajustada camiseta amarilla, que contrastaba muy bien con su pelo, y que de paso realzaba sus ya incipientes y semi-desarrollados músculos, pues poseía una herencia genética agraciada en cuanto a musculatura, y eso ya comenzaba a notarse.

-No sé.-Dijo una radiante Hermione.-Podíamos empezar bebiendo un par de chupitos en algún bar ¿no?, y luego ya, cuando estemos un poco más animados, podríamos entrar en alguna discoteca de las que hay por aquí.

-Me parece buena idea…-Dijo un receloso Ron. -Necesito refrescar ya el gaznate.

-Joder Ron, estas hecho un borrachín, pero bueno, al menos tenemos poción anti-etílica, así solo disfrutamos de los efectos positivos, sin sufrir los adversos del alcohol.

-Y que lo digas,-Coreó Ron a Harry. –yo no entro a ningún sitio hasta no haber calentado motores.

-Bueno chicos, vamos a ver qué tal están los pubs, y de paso vamos bebiendo unos chupitos. Haber donde acabamos.

Tras estas palabras de Ginny, los cuatro jóvenes magos echaron a andar calle arriba, donde empezaba la hilera de pubs y bares.

Los dos chicos iban delante, detalle ideado por los dos brujos, pues, aunque ninguno lo admitía, no hacían más que admirar los cuerpos de las chicas, o, en el caso de Ron, un solo cuerpo.

CAPÍTULO XIV:

-¡¡¡Por Dumbledore!!!

Los cuatro chicos ingirieron el primer chupito de la noche con una alegre sonrisa en sus labios. Lo hicieron rápida y bruscamente; primero chuparon la sal que el camarero les ofrecía, después bebieron el chupito, y a continuación se apresuraron a chupar las rodajas de limón que el mismo les había servido: era tequila.

-¡Uffff!, hacía mucho que no bebía tequila a palo.-Dijo un risueño Ron, mientras miraba a su alrededor.

Habían entrado en el tercer pub de la calle empezando desde arriba, pues los dos primeros les habían parecido unos antros nada dignos de confianza.

-Y que lo digas, pero a saber si esto es tequila o alcohol de quemar.

-Harry tiene razón,-Dijo Hermione analizando con mirada crítica la botella que el barman había dejado en la barra.- a saber en qué grado está esto adulterado con garrafón.

-Venga chicos dejad de preocuparos, la noche es joven, y, además, tenemos la poción anti-etílica.

Hermione no quiso sacar de su error a Ginny, pues la poción anti-etílica funcionaba para paliar los efectos del alcohol, pero no de los productos nocivos con lo que iba adulterado el garrafón.

-Si, tienes razón, vamos a ver que más encontramos por ahí, este garito no da para mucho.

Los cuatro chicos salieron del bar, y caminaron calle abajo, mirando a uno y otro lado. La calle estaba atestada de jóvenes como ellos, todos caminando presurosamente de un lugar a otro, manteniendo animadas conversaciones, y otros cuantos manteniendo animadísimas "conversaciones" boca-boca.

Aquella era la verdad de los adolescentes; sexo, alcohol, y fiesta. Era un secreto a gritos, por otra parte apenas conocido por los padres, que solo atisbaban la punta del iceberg bajo la que se escondía todo un mundo de depravación y lujuria.

-Joder Harry, se me están poniendo los dientes largos, tu mira que de pivones, y con qué feos están algunas, esta noche triunfamos fijo.

-Seguro que sí.

Los chicos se mostraban optimistas ante el desenlace de la ociosa noche, pues por doquier había chicas que les ponían ojitos, o le s hacían un barrio de arriba abajo, como si de un visor de rayos-x fueran.

Tras caminar un rato calle abajo, vieron un pub que tenía buena pinta, y se dirigieron a él. Por el camino, Harry vio a dos chicas, ambas morenas. Una era bajita, con unos pechos bastante grandes para su altura, y el pelo cortado a media melena, a la altura de los hombros. Lo llevaba suelto, y tenía un color negro azulado, muy brillante.

La otra chica, de aspecto más mayor, era algo más alta, tenía el pelo largo y suelto, y le llegaba por la mitad e la espalda, "una espalda preciosa", pensó Harry, y no eras para menos:

Llevaba unos pantalones blancos, muy ajustados, que enmarcaban un culito respingón. Asimismo llevaba una camiseta muy ajustada de tirantes, que mostraba un cuerpo esbelto, duro, atlético. La cara era preciosa, como la de la otra chica, y, ahora que Harry se fijaba, se parecían muchísimo.

No tenía tantos pechos como la más baja de las dos, pero aún así eran de un tamaño normal, y bastante apetecibles.

Ambas miraron a Harry, y, tras fijarse en la cicatriz de su frente, cuchichearon algo, y se le quedaron mirando sugerentemente. Tras este intercambio, las dos chicas se dieron la vueltas, lanzando furtivas miradas atrás, y se internaron en una de las últimas discotecas de la calle, la más grande, bautizada como "Leprechaun".

-Vamos Harry, entra que te quedas fuera tronco.

-¡Voy! –Harry grabó en su retina la situación de la discoteca en la que habían entrado las dos chicas, y, tras tomar la resolución de visitarla más tarde, hizo caso a Ron y se internó en el pub al que habían entrado ya sus amigos.

El lugar no estaba nada mal, era bastante acogedor, con una zona de barra, otra de sillones, y una tarima de baile iluminada por luces de diferentes colores. A diferencia del otro lugar, este estaba testado de gente, y ofrecía una música bastante animada, algo así como punk-rock, muy de moda en esa parte del país.

-¡Me encanta esta canción! –Dijo Ginny, mientras movía su cuerpo al compás de la música.

-Si, creo que son los "Panic! At the Dungeon" –Dijo una dubitativa Hermione, mientras movía inconscientemente sus hombres al son de la música.

-Pues a mí me da quienes sean, prefiero el efecto que crean.

Hermione miró ceñuda a Ron, pues sabía a lo que se refería: aquí y allí se veía a distintos grupos de chicas moviéndose frenéticamente al son de la música.

Tras lanzarle una hosca mirada, Hermione se encaminó a la barra, y ya olvidado su pueril enfado, pidió una ronda de chupitos, que pagó ella misma, e hizo la señal de acercarse a sus amigos.

-Venga chicos, los segundos de la noche, esta vez de ginebra.

-Hermione tía que yo no aguanto mucho el alcohol y como siga así voy a caer inconsciente

-¡Venga hermanita no te preocupes!, no creo que estés aún cercana a tu límite, ¡que acabamos de empezar!

Ginny cerró los ojos en unas finas rendijas; no reconocía a su hermano, ¿Ron animándole a divertirse y beber?, de veras que salir de fiesta obraba en él una maravillosa transformación. Ante la perspectiva de tantas chicas que estarían dispuestas a liarse con él, su hermano se animaba tanto, que olvidaba sus absurdos y anticuados prejuicios.

-Si… supongo que tienes razón, ¡bebamos, que esta noche es nuestra!

-Yo propongo un brindis por… Sirius.

Todos mudaron las expresiones de felicidad de sus semblantes ante máscaras insondables de seriedad cuando Harry pronunció el nombre de su difunto padrino.

Tras coger los vasos lenta, pensativamente, los chicos, formando un círculo en actitud solemne, enarbolaron sus copas, como si de caballeros alzando sus espadas se tratasen, y bramaron, con intenso fervor:

-¡¡Por Sirius Black!!

-¡Uno de los más valientes magos que he conocido! .Coreó Ron, antes de, en una convulsivo gesto, engullir el contenido de su chupito

Los demás le imitaron, y, tras hacerlo, una nueva sonrisa impregnó sus facciones, una sonrisa nostálgica, que llenaba de calidez sus frías facciones, y de pronto, se obró el milagro:

-Él hubiera querido que, en estos tiempos oscuros, pudiéramos tener un desahogo como el de esta noche, y divertirnos como nunca, así que no quiero volver a ver una cara triste, ¿de acuerdo?

Todos asintieron afirmativamente ante estas sorprendentes declaraciones de Harry, y, tras adquirir la expresión de júbilo y expectación, el chico dijo:

-¡Pues que no se diga, y vamos a bailar!

CAPÍTULO XV:

Los cuatro adolescentes bailaron durante al menos una hora, mientras los efectos del alcohol comenzaban a hacer mella en ellos. Tres rondas más de chupitos fueron rápidamente sentenciadas por unos chicos ávidos de diversión.

En el pub en el que habían entrado había buen ambiente, y de hecho, lo pasaron muy bien bailando, unos con otros, a veces con algún desconocido, pero sin llegar a más. Apenas hubo ningún incidente, salvo que Ron fue abordado por una chica, que más tarde tras rechazarla enérgicamente, definiría como un "escreguto de cola explosiva sobrealimentado".

Hermione, asimismo, fue abordada por distintos tipos de chicos, así como Ginny, pero, con una proverbial habilidad, las dos chicas rechazaron de forma sutil a todo aquél que se las acercaba; esa noche querían pasarlo bien, y no serían ellas quienes rompieran el grupo.

Riendo a carcajadas, a causa del alcohol, y el humo de dudoso origen, los cuatro chicos salieron a trompicones del pub, para dirigirse tambaleándose calle abajo, hacia la discoteca en la que todo el mundo hacía cola, "El Leprechaun".

Tras esperar unos diez minutos en la cola, riéndose y haciendo bromas, con las mejillas encendidas a causa de la ebriedad, los cuatro chicos se internaron en la que era la discoteca más grande de toda la región, y no era para menos:

La discoteca constaba de tres pistas de baile, dos situadas en el suelo, y otra más en el segundo piso, el cual se veía a guisa de terraza interior desde abajo. Pero el sofisticado diseño no acababa ahí, sino que una tercera terraza, está situada en el extremo opuesto de la discoteca, pero a una altura de unos cinco metros sobre la pista de baile, se situaba, regia y portentosa, la zona VIP, cubierta de sillones, una barra propia, y varias mesas.

Era como si aquel "palco" presidiera toda la discoteca, en su fastuoso lujo. Verdaderamente debían sentirse como reyes los afortunados que allí estuvieran.

Asimismo, sendas barras jalonaban ambos lados de la pista central de la discoteca, la cual daba cabida a la menos más de 2000 jóvenes. Los chicos estaban maravillados, y así lo expresaron:

-¡Diossss Harry mira, esto es enorme!

-Joder Ron y que lo digas… no sé ni por dónde empezar

-¡Venga chicos! ¡Vamos a la pista de baile del piso de arriba! Nunca he estado en una de esas….

-Ginny… ¿te refieres a que nunca has estado en una pista de baile?, pero si acabas de

-No, Ron, idiota, que mal te sienta le alcohol, ¡digo que nunca eh estado en una pista de baile elevada sobre otra!

-Y muy excitada, la chica salió corriendo en dirección a la escalera de caracol que había de conducir a la pista de baile superior, y se perdió en la misma.

-Chicos id con ella, ahora me reúno con vosotros, yo tengo que ir al baño.

-De acuerdo Hermione, pero procuraremos estar por el centro ¿ok?, búscanos.

-Lo haré, ¡pero venga que tengo que ir ya!

Los chicos asintieron, y Hermione, por su parte, se dirigió aprisa a los servicio de chicas. Por el camino varios chicos se la quedaron mirando, pero ella los ignoró a todos. Tras atender sus necesidades fisiológicas, Hermione se contempló en el espejo, y, tras constatar que todo estaba en orden, salió al pasillo en el que desembocaban los servicios, que su vez desembocaba en un patio interior.

La chica se asomó al mismo, y vio que en él, al aire libre, había una piscina con una barra de bar al lado, la cual estaba atestada de gente. Iluminaba aquel rincón inédito para sus ojos una serie de antorchas con motivos hawaianos.

Tomó la resolución de visitar aquel lugar más tarde, con sus amigos, cuando el alcohol dejará de fluir por sus venas con tanta intensidad, y pudiera ordenar mejor sus ideas.

Al darse la vuelta, Hermione se topó con un chico apoyado en la pared, delante del servicio de chicas. Aquel chico tenía el pelo corto, de color negro, o castaño oscuro, estaba apoyado con aire casual en la pared, y su rostro despedía indiferencia, casi aburrimiento.

Su rostro… el rostro de aquel chico le quitó el aliento a Hermione, era muy atractivo, puede que no fuera el chico más guapo que la joven bruja veía, pero despedía un atractivo inexplicable para ella. Sus ojos destilaban una secreta inteligencia, su mirada, seria, calculadora, dejaba entrever la intríngulis de su mente, pues el chico parecía estar sumido en hondas cavilaciones.

Una leve arruga desvirtuaba su lisa frente, al parecer ligeramente irritado por algo. En cuanto a su cuerpo, no estaba nada mal: el chico vestía una camisa negra, abierta hasta el pecho, y bajo ella se adivinaban unos hombros fuertes. Asimismo Hermione entrevió el contorno de unos pectorales bien definidos, y bajo la apretada vestimenta, se difuminaban unos brazos firmes, fuertes, pero no demasiado grandes.

Llevaba asimismo un vaquero de color azul claro, terminado en una ligera campana, de donde se adivinaban dos zapatillas negras, cubriendo sus pies. Al sentirse observado, el chico giró la cabeza lenta, cansinamente, ladeándola casi aburrido.

Pero en cuanto vio a la joven bruja, plantada allí en medio mirándolo de hito en hito, mudó de inmediato su talante. El chico exhibió una sonrisa radiante, desarmadora, que iluminó su rostro, a continuación, tras hacer una anticuada reverencia a guisa de saludo, se acercó a Hermione, y la dijo con una voz suave, acariciadora.

-Lo siento estaba ensimismado, ¿en qué puedo ayudar a una preciosidad como tú?

Hermione no esperaba aquello, y no sabía cómo tomárselo; por una parte la había pillado desprevenida, pero, por otra, ella respondió al piropo de mala manera, como si de un baboso se tratase.

-Nada gracias, no busco ayuda de quien no ve más allá de un trozo de carne.

El chico torció el labio en una sonrisa sardónica, y se apartó dejándola pasar de nuevo a la discoteca.

-Como quieras, pero, no entiendo como una chica como tú, que parece no dar nada de importancia a "la decadente y mísera carne" ha venido tan guapa, seguro que con el objeto de atraer más de una mirada.

Hermione se sonrojó ligeramente ante tal insolencia, y pasó airada a su lado, como un vendaval, maldiciendo interiormente a aquel descarado. El chico, por su parte, con la sonrisa burlona aún en sus labios, observó a la joven bruja irse, y no pudo sustraer su mirada ni un segundo de sus contoneantes caderas… de su trasero.

Por su parte, los otros tres jóvenes ya se encontraban sumidos en un baño de masas, en medio de la pista de baile de la primera terraza de aquella enorme discoteca. Ginny bailaba animadamente, azuzada por el alcohol, mientras Harry, moviéndose distraídamente de lado a lado, iniciaba con Ron la ancestral práctica de buscar alguna "pieza" digna de su interés, que más tarde pudiera… cazar.

Y no le decepcionó su rápido escrutinio, pues visualizó<ó a las dos chicas que había encontrado en la calle, bailando sugerentemente una frente a otra, provocativas, sensuales… diosas entre mortales.

Ron, por su parte, no hacía más que emitir leves gemiditos, como un perro atado que ve jugar a otros perros, mientras su mirada se perdía en un mar de faldas y escotes. El pelirrojo estaba deseando lanzarse sobre alguna de aquellas jóvenes, que, por efecto del alcohol, eran más atractivas de lo habitual, y, además, lo miraban más de lo habitual.

De pronto, Hermione se unió al grupo apartando de forma brusca gente, la cual la miraba airada, y después proseguía bailando.

-¿De dónde vienes Hermi, y por qué estas enfadada?

-¡Ronald, no me llames "Hermi "si no quieres volver a ver arrastrase babosas por tu tracto digestivo!

-¡Que geniooooo! Lo que tui digas jefa. –Dijo un semi-ebrio Ron, haciendo un saludo militar.

-Hermione ¿que te ocurre? –Preguntó Harry, con aire preocupado, pues al ser al que menos había afectado el alcohol, todavía conservaba el raciocinio suficiente para captar que su amiga estaba más enojada de lo que parecía.

-Nada Harry, nada, que me he… tropezado, y eso me ha puesto de mal humor.

-Venga Hermione, ¡Ven a bailar conmigo!, ¡esta noche es nuestra!

Ginny, muy animada, invitó a Hermione a unirse a ella, y, tras dudar un poco, la chica conjuró su mal humor, y obedeció sumisa.

-Chsst Harry, ahora que las chicas bailan… ¿Qué te parece si nos escaqueamos, y nos tomamos una copita pa ponernos a punto? Alomejor así cae alguna

-Nose Ron… ¿y dejar a las chicas solas?

-¡Ahhh venga Harry, ya son todas unas mujeres!, no te preocupes por ellas

-Está bien…. –dijo Harry, remiso a la idea de dejar a sus dos amigas expuestas a todos los babosos de la discoteca. –Supongo que no va a pasar nada… espera que les recuerde el punto de reunión, por sí nos perdemos.

Harry se acercó a las chicas, y las comunicó que Ron y él iban por una copa, y que si por lo que fuera no se veían en un rato, o se perdían, debían quedar a las puertas de la discoteca a las 5 de la mañana, puesto que eran ya las 2, apenas tenían 3 horas hasta la hora clave.

-De acuerdo Harry, pero, ¿no quieres echarte un bailecito conmigo antes?

Ginny exhibía todas sus dotes seductoras, y Harry estuvo a punto de ceder, pero el chasquido de lengua de impaciencia de Ron le hizo entrar en razón.

-Quizá luego Ginny, cuando me haya tomado una copa, ¡nos vemos!

Y, tras despedirse con la mano de las chicas, acompañó a Ron, que, como un sabueso, había bajado las escaleras aprisa en busca de la barra principal de la discoteca. Harry tuvo que casi correr para alanzarle, y, una vez lo consiguió, Ya se encontraban apoyados en la barra del bar.

Una vez allí, Harry y Ron pidieron una copa cada uno, y, tras pagar las bebidas (probablemente adulteradas), se apoyaron en la barra, y, dialogando sobre las distintas formas de entrar a una chica, observaron todas aquellas que pasaban ante sus ojos.

Su posición era verdaderamente una posición estratégica, pues todas las chicas que quería subir a la tarima de arriba, debían pasar ante ellos para llegar a las escaleras.

Más de una paró para mirarlos, invitándoles a saludarla, y… a algo más, pero, tras consultarse en cada caso con la mirada, los chicos nunca llegaban a una resolución, y la chica continuaba su camino.

Bebiendo lentamente, a sobros, los chicos disfrutaban de la situación, hasta que ocurrió, por una vez, los chicos coincidieron en algo; las dos chicas que se acercaban eran muy dignas de su atención.

Así se lo comunicó Harry a Ron al ver acercarse a las dos chicas, una de las cuales era, al parecer, la hermana mayor de la pareja a la que le había echado el ojo desde hacía más de una hora.

La otra era una chica alta también, pelirroja, y de pelo crespo. Era mona, pero eran sus enormes pechos lo que más resaltaban de ella, abultados bajo una camiseta con colores similares a los e un leopardo.

Ambas se dirigían hacia donde estaban ellos, al parecer hacia el hueco de la barra que quedaba a su lado, y no se equivocaron. Pasaron su lado, y, tras lanzarles una mirada soslayada, ambas pidieron una copa.

En ese mismo momento, Ron sorprendió a Harry con una interpretación proverbial, y, cuando el camarero pedía el dinero a las chicas, Ron deslizó un billete entre sus dedos y dijo "esta la pago yo".

Harry contuvo la risa, al acordarse de que hace apenas una hora el pelirrojo no sabía apenas manejar el dinero muggle, y, ahora, hacía las veces de Casanova.

Las chicas, por su parte, se mostraron más que agradecidas ante este caballeroso gesto, y se giraron hacia los chicos para presentarse:

-¡Muchas gracias! –Dijo la pelirroja. –os agradecemos las copas, yo me llamo Alicia, y mi amiga es Cristina.

-Encantados.-Dijeron los dos chicos, mientras se producía en protocolario intercambio de besos en las mejillas.

Tras todas las presentaciones pertinentes, cayó sobre ellos un silencio frío, asfixiante. Pero aquello era la calma, la quietud que preludia la tormenta, pues los hechos a raíz de ese suceso se sucedieron tan rápido, que los chicos casi no se enteraron e como fueron.

De pronto, y tras beber casi de un trago el contenido de su copa, la morena susurró algo al oído de su amiga, y, con una mirada pícara, la pelirroja asintió, y, divertida, se inclinó sobre Ron y le dijo:

-Veras, mi amiga dice que le mola tu amigo, y dice, que si ella se lía con él, tú te lías conmigo.

Ron quedó en shock tras esto, pues, aunque nunca había estado con ninguna chica, tampoco estaba acostumbrado a los rollos de una noche, y no esperaba nada tan directo y rápido.

Le comunicó apresuradamente el mensaje a Harry, y este, antes de contestar, vio como la chica pelirroja agarraba a ronde la mano, y lo apartaba del lugar, llevándolo escalera arriba.

Quedaron él y la tal Cristina solos, mirándose confusos. Entonces la morena rompió el silencio:

-Perdona a mi amiga… es que está convencida de que cualquiera estaría dispuesto a liarse conmigo y

-Bueno, no se lo reprocho

Harry estuvo muy acertado con el agudo comentario, inusual en él, pues la chica se sonrojó un poco, e intentó explicarse atropelladamente.

-Bueno, quiero decir que cree que necesito liarme con alguien, porque… bueno nose es que como nos habéis invitado… además, tu eres muy guapo y

-Ya te he dicho que tú también lo eres, pero se aceptar un rechazo por sutil que sea, no te molestaré más.

Harry, de nuevo, acertó de lleno con el farol, y, tras darse la vuelta teatralmente, y hacer ademán de irse, fue agarrado por el hombro por la morena preciosidad, y que dijo atropelladamente:

-¡No!, quiero decir… tu a mi si me gustas… lo que pasa es que no se si tu querrías nada conmigo, así tan rápido… además soy muy fea y no sé si

-¿Bromeas? Eres lo más bello que he tenido la oportunidad de ver en todo el día.

Aquello era surrealista para Harry, él nunca había ligado de esta forma, sin compromisos, en un momento, lanzando halagaos a una chica a la que acababa de conocer, pero no le importaba, aquello le gustaba, y sabía exactamente lo que tenía que hacer.

La chica quedó callada, a unos centímetros de él, con la mirada perdida en sus ojos. Entonces, Harry, sin mediar más palabra, ciñó su talle con su brazo, la acercó hacia si, y la besó apasionadamente en los labios.

La chica se dejó llevar, y sus lenguas se fundieron en una, en un lujurioso beso, mientras la mano de la chica, ni corta ni perezosa, aferraba el trasero del joven brujo.

Aquel beso duró lo que a Harry se le antojaron siglos, todo era para él una sensación nueva, aquella chica era mucho más guapa que Cho, y, sin embargo, no necesitó más que unos minutos para conseguirla.

Su lengua era cálida, húmeda, y besaba de una forma que hacía parecer a Cho una torpe colegiala. Tras separarse al fin, ambos se miraron, y sonrieron cohibidos. Pero entonces la chica tomó las riendas, y le susurró al oído:

-Vamos fuera

CAPÍTULO XVI:

Harry salió fuera de la discoteca, cogido de la mano con Cristina, la atrevida morena con la que se había enrollado; ambos buscaban un sitio oscuro donde poder dar rienda suelta a su pasión.

Tras andar un rato en expectante silencio, vislumbraron lo que parecía un aparcamiento para coches que desembocaba en el campo, donde había multitud de matorrales y arbustos tras los que desaparecer, y donde la luz de las fiestas no podía alcanzarlos

Ron, por su parte había subido las escaleras de la discoteca, guiada por la despampánate pelirroja, hasta llegar a una parte muy oscura y apartada de la pista de baile, lejos de miradas indiscretas.

Entonces Ron, que se puso muy nervioso, empezó a hacer todo tipo de preguntas a la chica, lo cual no era muy buena idea, pues no era lo que esta esperaba.

Entonces, al reconocer la inexperiencia de su acompañante, la chica decidió tomar las riendas de la situación, y, tras colocar una mano del pelirrojo en su pecho izquierdo y la otra en su culo le preguntó con una voz que más se asemejaba a un gemido de placer que a un susurro.

-¿Pero tú quieres echarme un polvo o no?...

Ron quedó en shock, no se lo podía creer, nunca se había liado con ninguna chica y ya iba a follar… no podía ser tan ´fácil, debía de ser el chico más afortunado del mundo el chico más

Pero de pronto la chica le soltó alarmada, con el terror reflejado en sus vidriosos ojos, mientras una mano aferraba el cuello de la camiseta de Ron, y le decía al oído con una voz rebosante de amenaza.

-¿Qué crees que haces tocando a mi chica?

-Tu… chic… pero si ella… pero si… -Ron apenas podía balbucear ante la congoja y la sorpresa.

-Más vale que no te vea cerca de ella nunca más o la próxima vez no van a encontrar de ti ni los huesos ¡¿Entendido?!

Entonces el novio de la sorprendida chica le soltó de una sacudida (era mucho más alto y fuerte que él) y agarró a la novia fuertemente del brazo. Mientras la gritaba, ron aprovechó la confusión y salió corriendo en dirección a las escaleras

Mientras corría su miedo se transformó en enfado, en una ira casi tangible, pues parecía que el destino se empecinaba en ser cruel con él.

Con una súbita ira zumbándole en los oídos como un millar de abejas, Ron alanzó las escaleras, ya más calmadamente, y, tras decidir que sería una humillación tratar de localizar a Harry, o volver con Hermione y Ginny, bajó a la barra y le dijo al camarero bruscamente

-Cinco chupitos de lo más fuerte que tengas, y una copa de Whisky con coca cola, y date prisa, no tengo toda la noche

Hermione y Ginny llevaban ya más de media hora bailando frenéticamente, y en esa media hora habían caído dos copas más, un corto espacio de tiempo si se tenía en cuenta el aguante de sus pequeños cuerpos.

El caso es que el alcohol ya estaba causando efectos devastadores en las jóvenes brujas, tales como desinhibición total, descoordinación motora, y sobre todo… una desinhibición verbal poco común en ellas

-Ghinny… he vissto un chico abajo que era un verdddero cretino… mira que decirme a mí que voy provocando commo una furrcia

-¿Tah dicho eso?

-Bvvueno… no exjatament pero… lo ahh insinuaddo

Ginny miraba a Hermione aturdida, como si le interesara lo que estaba diciendo, pero incapaz de prestarla atención; ahora sólo podía pensar en una cosa a través de su embotado cerebro, y era en el desaire que sentía al verse rechazada por Harry.

Ginny realmente presentaba dificultades para pensar, pero la parte primitiva de su mente tomó el control de inmediato, haciendo brotar dos de los sentimientos más primarios y peligrosos de una mujer: lujuria y sed de venganza

-Hermionnne… ¿Ghe te parecen esos dos tipos de ahÍ?...

Ginny señalaba con un tembloroso dedo a un chico que se encontraba apoyado en la barandilla de la plataforma de baile, al parecer aburrido de bailar. A pesar de su embriaguez Hermione pudo ver que se trataba de un chico muy guapo, pero no estaba interesado en él, sin embargo Ginny no le quitaba el ojo de encima.

-Puedessh quedártelo, no mapetece presentarme a nadie

-¿Y no quiereshh liarte con shu hermano gemelo?...

-Ginny, borraccha, sólo hay uno… y no, puedes quedarttelo todddo para ti

-¿De verdad no tt importa que te dejhe shola?...

-De verdad, vamos, todo tuyo, te vfeo en 2 hjoras en ghel exterior de la disschoteca

Ginny besó en la mejilla a Hermione con ganas, y se alejó tambaleándose hacia el chico. Una vez llegó allí, apenas intercambió dos palabras con el mismo, comenzó a besarle, y tras apenas dos besos, le cogió de la mano, y se llevó al confuso chico en dirección a los baños

A Hermione realmente no le importaba quedarse sola… ya que comenzaba a estar cansada de aquel ambiente viciado, así que decidió (no sin un ímprobo esfuerzo por su parte, al encontrarse en tal estado) salir a la terraza de la piscina que antes había visto al ir al baño, y despejarse un poco.

Por el camino decidió que sería buena idea refrescarse la cara un poco en el baño de señoras, y así lo hizo. Al verse la cara se dio cuenta de lo mal que iba realmente, así que decidió salir fuera, y beber un buen sorbo de poción anti-etílica en cuanto pudiera, además, sentía que estaba alcanzando el máximo punto de alcoholemia en esos momentos, y se encontraba peor por momentos

Salió del baño, y mientras se encaminaba hacia la terraza a tomar un poco el aire, le fallaron las piernas. Sintió como tropezaba y se precipitaba hacia el suelo, cuando unos fuertes brazos interceptaron su caída y la apoyaron suavemente en la pared.

-Vaya, parece que a la chica profunda le falla el punto de apoyo. –Hermione miró a los ojos del chico que la había ayudado, y notó una punzada de irritación al ver el mismo atractivo rostro que había provocado su anterior enfado. -¿estás bien?

Esta vez el chico se dejó de sarcasmos y preguntó con preocupación, pues vio el estado en el que se encontraba la joven bruja.

-Si, estoy perfectamente, gracias, no necesito tu ayu… da. –Dijo mientras se incorporaba trabajosamente. Pero, nada más recuperar la posición erguida, volvió a tambalearse, volviendo a ser sujetad por esos brazos que deseaba y odiaba a la vez.

-Pues a mí no me lo parece, ven, vayamos fuera a que te dé un poco el aire.

Dicho esto, el chico ciñó su brazo al talle de Hermione, y, sonriendo en respuesta de la furiosa mirada que la chica le dirigió, la ayudó a salir, ambos sin decir una palabra.

No se sabía donde terminaban los brazos de uno y empezaba el cuerpo del otro: Harry y Cristina se besaban y manoseaban de manera tan frenética, que costaba diferenciarlos. Habían encontrado un arbusto especialmente alejado de toda luz y mirada curiosa, y, tras cerciorarse de que nadie podía verlos, habían comenzado a besarse y tocarse como adolescentes que eran.

Harry, que había estado practicando con un sujetador robado de Ginny (si, él sabía que aquello era patético, pero necesitaba hacerlo) desabrochó con proverbial habilidad el sujetador de Cristina con una sola mano.

La chica, ni corta ni perezosa, se levantó la camiseta y el sujetador, y animó a Harry a lamerle sus rosados y duros pezones.

Harry comenzó a lamérselos frenéticamente, mientras Cristina deslizaba su mano hacia el miembro del chico. Harry, al ver lo que Cristina pretendía, se separó de sus pechos y, tras recostarse sobre una zona especialmente mullida del arbusto, se dejó hacer.

La chica desabrochó su pantalón mientras no dejaba de mirarle a los ojos, y, con un habilidoso movimiento, sacó el miembro de Harry de entre las profundidades de su bóxer.

-Vaya, veo que estás a cien… a ver qué te parece esto

Y sin mediar más palabra, engulló su polla hasta que esta desapareció por completo. Harry inclinó la cabeza y soltó un gemido e placer, mientras Cristina comenzaba una frenética mamada.

Mientras lamía su miembro de arriba abajo, Cristina deslizó un dedo dentro de su pantalón y lo humedeció con sus propios flujos vaginales, para, momentos después y sin previo aviso, meterlo lentamente en el ano de Harry.

A Harry esto le sobresaltó en un principio, y, si no profirió queja alguna, fue por no cortar el rollo a aquella experta chupadora, pero no se sentía como del todo con aquello.

Cristina, entre tanto, metía y sacaba el dedo con tanto frenesí como el que empleaba en pulir el miembro de Harry con su lengua.

Harry estaba disfrutando de todo aquello mientras gemía de vez en cuando, pero comenzaba a sentir una comezón ene l ano harto incómoda, aunque no se atrevía a decirle nada a Cristina.

De pronto, la chica se incorporó, y se bajó los pantalones y el tanga de una sola vez, para después reanudar la mamada que le estaba prodigando a Harry, mientras con la mano con la que antes penetraba el ano de Harry, ahora se masturbaba.

Aquello iba a acabar con Harry, y si no hacía nada por evitarlo, no tardaría en correrse

.

Ginny, que se encontraba en un estado de ebriedad total, se encontraba en el interior de un cubículo del servicio de caballeros, bajándole los pantalones al chico que acababa de conocer, del cual no conocía ni el nombre, aunque no le importaba, pues no era eso lo que buscaba de él.

El chico, sin embargo, sabiéndose afortunado, no dijo ni una palabra, y se dejaba hacer todo lo que Ginny le ordenaba. La chica, al ver la ansiedad reflejad en el rostro de su acompañante, decidió aprovechar su ventaja, y, tras sacarse el tanga por debajo de la falda, se levantó esta, se situó de pie sobre el chico que se encontraba sentado en la taza del wáter, y le ordenó:

-Lame.

El chico no dijo nada, se limitó a acerca su boca al rasurado sexo de la ruja, y, tras separar los labios mayores son sus dedos, comenzó un rápido cunnilingus.

Ginny gemía como una desquiciada, y se apoyaba con las manos a las paredes del cubículo del servicio, mientras el chico seguía lamiendo y lamiendo, tragando agradecido todos los efluvios de la joven bruja.

De pronto, Ginny se apartó bruscamente del chico, se agachó, y contempló lo que tenía ante ella:

Tras bajarle los pantalones, Ginny había dejado al descubierto un bóxer abultadísimo por un latiente miembro, y no tardó nada en sacarlo de su prisión. Lo que vio la dejó fascinada: aquel chico iba muy bien pertrechado, su pene debía medir al menos 25 centímetros, y era tan grueso como tres de sus dedos juntos, Ginny había visto muchas pollas a lo largo de su golfeo adolescente, pero nunca una como esa, sin ninguna duda, lo iba a pasar genial, y con aquello podría olvidarse de Harry durante al menos unas horas

COMENTARIO:

Bueno, con podéis ver el capítulo está divido, y es que era demasiado largo, espero no haceros sufrir demasiado, jeje.

Asimismo he probado un estilo diferente, el de las secuencias, donde podemos ver a nuestros diferentes personajes haciendo cosas al margen de los demás, espero que no os halla liado con todo está.

Asimismo espero vuestros comentarios, y así me decís que os parece mi regreso ¿de acuerdo?, venga sed buenos y hasta prontooo!!