Cronicas Morbosas Presenta: Nuestro cine...
Hoy vamos con un relato corto de mis #CronicasMorbosas, con mi esposa y yo de protagonistas. Espero les guste, y no se olviden de comentar...
La oscuridad del cine me cubría, mientras la nueva película de Jennifer Aniston se proyectaba sin contemplaciones para mi, no es que me degustara, pero todavía no había aprendido a apreciar su forma de "arte". Menos mal que con los años le agarre el gusto.
La única razón por la que estaba allí, en esa minitortura cinefila, era mi enamoramiento por Ella, poco tiempo teníamos ya viviendo juntas, y si ella aceptaba mi gusto por el gore y los muertos vivientes, podía soportarlo todo en nombre del amor.
Aun así, estaba empezando a aburrirme, y esa falda que tenia puesta por el trabajo, me invitaban a sentirla, a tocar ese suave y tibia piel que desde la primera vez que estuvimos juntas me había enamorado. Por lo que no tarde mucho en apoyar mi mano sobre su muslo.
Con suaves movimientos comencé a acariciarla, primero concentrándome en la parte superior de su muslo derecho, y luego aventurando mis dedos hacia su cara interna, deteniéndome a escasos milímetros del interior de su falda, ya un poco más levantada por el rato estando sentada.
Su respiración empezaba a agitarse, pero no me decía nada, seguía absorta mirando la película, dejándome hacer. Y vaya que lo hice, con suavidad me aventuré hasta comenzar a rozar sus bragas con la punta de mis dedos, pudiendo incluso sentir su humedad.
Cada vez que rozaba con mis dedos su entrepierna, podía sentir como Ella dejaba de respirar, y con derecha se aferro a mi como naufraga. No pude evitar acercarme a ella y besarle el cuello suave y dulcemente, lo que respondió con un respingo y un pequeño gemido de placer.
En ese momento, y sin avisar, me levanté para ir al baño, tal vez Ella no entendería la indirecta, pero necesitaba salir de esa sala antes de que terminara con mi rostro entre sus piernas a plena película.
La única ventaja de ir al cine entre semana y de noche, es que como norma general, terminamos siendo casi las únicas personas en el lugar, y esta vez no fue la excepción. Entré al baño y decidí casi bañarme con el lavamanos a ver si podía bajar un poco mi calentura.
Podía sentir mis jeans negros húmedo por los jugos que salían de mi entrepierna, pero cuando ya me había rendido y pensaba en regresar a la sala, entró Ella, con cara de picardía y sus blancas mejillas rojas de la excitación y deseo.
Aprovechando la soledad del cine me abalancé sobre Ella para envolverla con mis brazos y besarla lo más duro y profundo que podía. Soldando nuestros labios en un apasionado beso lleno de lujuria y hambre por Ella.
Llevándola con mi cuerpo la encerré dentro de uno de los cubículos y sin muchos preámbulos subí su falda. Ver ese trasero blanco y suave que tanto adoro fue el detonante que me hizo empujarla para quedar de espaldas a mi.
Con el rostro pegado a la pared trasera del baño y su rodilla sobre el escusado, aparté sus braguitas de su sexo vibrante y metí mis dedos en su entrepierna. Ella estaba excitada, a tal punto que la penetré con dos de mis dedos sin casi dificultad.
Sus gemidos empezaron a sentirse, su respiración agitada me decían que estaba entrando en esa meseta de placer que nubla tu mente y potencia tus sentidos. En ese momento clave, levanté mi mano libre, y con un rápido movimiento la azote con firmeza, lo que desencadeno su clímax.
Me arrodillé, y bajé mi cabeza hacia su hermoso culo, rojo por ese fuerte azote, lo bese, y separe sus glúteos, para poder observar su rosado esfínter, cuando mi lengua tuvo contacto con él, sus piernas parecieron desfallecer.
La combinación de mi lengua en su entrada trasera, con mis dedos en su sexo, la hicieron llegar de nuevo a un fuerte orgasmo que casi la hizo caer sobre el excusado, de no ser porque pude sujetarla con todas mis fuerzas, hasta que recuperó el aliento.
Tomé su rostro y la bese con dulzura, sus ojos me decían lo que ya sabia... Era mía... así como yo soy toda suya.