Crónicas de Vhaalzord - Libro 9 - 5 - (Fin)
Val inicia el asalto sobre Thalmunt usando para ello varios miles de Khulgan, forzando su poder hasta el extremo, arriesgándose a despertar al Dios Loco en su interior
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 9
Capitulo- 5
Por algún motivo “extraño” durante los tres siguientes días mis amaneceres eran más o menos iguales, la única diferencia es que cada vez la implicación con Lathia y Nethia era mayor. Lo normal era que me despertasen haciéndome una paja metiendo mi polla entre los pechos de una de las dos, mientras que la otra me lamia con delicadeza el glande, acompañándolo con la boca en su movimiento entre los pechos de su compañera.
Después de que me corriera, una de las dos se situaba sobre mí para cabalgarme mientras que la otra se dedicaba a hacer que mantuviese ocupadas mis manos en su cuerpo mientras me ofrecía un espectáculo lésbico de besos, lenguas juntándose, caricias mutuas en sus pechos y un completísimo concierto de quejidos, jadeos, gruñidos y gemidos de placer por parte de ambas mujeres.
En estos días una vez que mi amazona se corría, yo "lograba" llevar la voz cantante y mientras yo me follaba a una de ellas, esta le comía el coño a su compañera antes mis ojos, poniendo mucho cuidado en que no me perdiese nada del espectáculo... Si no llega a ser por mis más de 2000 años de vida, que hace que este ya de vuelta de todo, mas el hecho de saber que eran sendas asesinas Lahishin... os garantizo que en cuestión de un par de días más con este tratamiento habría hecho lo que ellas hubiesen querido para poder seguir follando con ambas. No habría tenido la menor duda en poner a ambos hermanos en sus manos si me lo hubiesen pedido... que era justo lo que esperaba que hiciesen. La realidad es que en cierta forma estaba descolocado por completo, no entendía a que esperaban esas dos para "convencerme" de que las introdujera dentro del cercano círculo de ambos hermanos, de forma que los tuviesen a su disposición para cumplir con su misión.
Pero eso no tardo mucho en aclararse, enseguida comprendí que era lo que estas dos estaban esperando, la joven Dama, Ardana, me comento que sus padres llegarían en un par de días. En ese momento todo fue de lo más obvio, las dos chicas estaban esperando a que toda la familia estuviese juntita en el mismo sitio, para poder eliminarlos a todos de una sola vez. Desgraciadamente para los Lahishin me habían metido en medio de sus objetivos, y esas dos asesinas iban a ser las que pagaran el precio de todo esto. Otra cosa que tenia clara es que no podría ponerme a jugar con ninguna de los dos, cuando el momento llegara debería de eliminarlas con la máxima eficacia y rapidez, sin dejarlas hacer nada de nada.
La mañana anterior al día en que llegaban los padres de los dos jóvenes, tras el tiempo de diversión pertinente con Lathia y Nethia, note enseguida como alguna de las dos debían de haber puesto alguna sustancia en mi desayuno, ya que uno de mis conjuros de protección contra venenos se había activo... por el comportamiento del conjuro supuse que debía de ser algún tipo de relajante de la voluntad. Determinadas plantas debidamente tratadas, podían usarse para relajar la voluntad de la gente, el objetivo no haría nada que considerase perjudicial. Pero en este caso, de verme afectado por la hierba dudaba mucho que tras nuestros juegos, viese algún problema en obedecer la orden que me dieron... por eso lo habían hecho un día antes de su plan, para que pasasen todos los efectos de la droga sobre mi y nadie pudiera sospechar de nada raro. Nethia con voz melosa empezó a hablarme bajito al oído muy atenta a mis expresiones.
Suponiendo lo que me habían dado creo que el teatro que hice me salió a la perfección, ya que llego un momento en que Nethia me "ordeno" que pidiese que fuesen ellas dos las encargadas de la primera comida que hicieran juntos toda la familia. Eso me confirmo que el blanco eran tanto los hijos, como los padres. Asentí y más o menos seguí en un estado normal, era difícil que por las características de esas sustancias alguien se hubiese dado cuenta de nada hasta ser demasiado tarde... en esta ocasión, desgraciadamente para ellas, eligieron a la persona equivocada. Mucho me temía que la Familia Novhereig se haría con el trono del Reino de Rayaran después de que estas dos fracasasen en su misión de eliminarlos.
Permití que ambas asesinas sirviesen la comida que hicimos cuando llegaron los padres de los dos jóvenes, me invitaron con ellos en agradecimiento por haber salvado a su hija y a su hijo, creo que también porque esta había mejorado mucho en su autoestima con todo esto. Nada más terminar de servir la comida fui el primero en probarla, comprobando que efectivamente había sido envenenada toda ella... el conjuro de protección que llevaba estaba haciendo su efecto y purgando ese veneno. No pude por menos que hablar con ambas chicas en voz alta antes de que se fueran a ir...
- Val : Vaya, que decepción Lathia, Nethia... también habéis envenenado mi comida, esperaba un mínimo de cordialidad conmigo por vuestra parte...
Las dos mujeres reaccionaron en un segundo, intentaron sacar sendos cuchillos arrojadizos en el mismo momento en que sus ojos se nublaban mirando consternadas la maligna sonrisita que aparecía en mi cara...
- Lathia : Pero que... esto... (Se derrumbo en el suelo inconsciente)
- Nethia : Maldito... ¿que nos has hecho...?
- Val : Os drogué a las dos esta mañana mientras jugábamos en la cama...
- Nethia : No sabes lo que... (También se derrumbo inconsciente)
El cabeza de familia y futuro rey estaba completamente pálido tras ver todo esto, intento darme las gracias por salvar a toda su familia pero se lo impedí. Le dije que si quería agradecérmelo me permitiera interrogar yo mismo a esas dos asesinas, a lo que para mi sorpresa accedió sin poner pega ninguna a mi petición. Por insinuación mia, hizo salir de allí a su familia y ordeno a los soldados que las sentaran y ataran a una silla a cada una. Después de eso procedí a la lectura de sus mentes... para mi sorpresa el futuro rey supo en el acto lo que había hecho con ambas y sus consecuencias, ya que me pregunto por quien las contrato tras el conjuro, también me pregunto si de sus mentes había logrado sacar algo que le pudiese ser útil para proteger a su familia. Además después de que le conteste dio directamente orden a sus hombres para que las mataran y se deshiciesen de los dos cuerpos, susurrando algo así como "total, sus mentes están destrozadas y ya ni sienten, ni padecen".
Claro que más sorprendente me resulto todavía, saber que en realidad era también un mago que le enseño bastante magia, incluidos algunos trucos de la magia de los Lahishin ya que sabia bastante sobre ellos, su maestro le hablo de ellos y le enseño a esconder su poder para no llamar su atención, por lo que él me conto su maestro desapareció un día sin dejar rastro. Conociendo a los Lahishin y por cómo se esfumo su maestro, podéis suponer cuales fueron sus sospechas y las mías sobre lo que le debió de suceder cuando me lo conto... y si, ciertamente lo hizo algo influido por determinados hechizos sutiles. Podéis imaginaros que sabiendo lo que sabía en esos momento sobre él, le dije la verdad sobre quienes eran esas dos asesinas, también supo en el acto que ninguna de ellas sabría quien era su cliente. Me agradeció lo que había hecho y para mi fortuna además de contarme lo que sabía sobre ellos, fue consciente de que el haber matado a esas dos podía ser un serio problema para mí, me facilito el que me pudiese ir lo antes posible de allí. También me saco de la ciudad sin que nadie supiese que había estado allí o en su casa, algo sumamente beneficioso para ambas partes. Las dos asesinas tenían cierta información valiosa sobre los puestos de Guardia de los accesos a Thalmunt que desconocía, ya que habían estado en algunos de ellos como miembros de los mismos.
Cada vez tenía más claro lo que debía de hacer con Thalmunt, aunque desde luego no me hacia la menor gracia lo que me iba a ver obligado a realizar allí. Iba de regreso otra vez a poner la siguiente fase de mi plan en marcha... esta vez las caravanas de aprovisionamiento de la ciudad no saldrían tan bien paradas de mis ataques. En primer lugar me dirigí al puerto para ver si se preparaba algún envió a Thalmunt y de nuevo se torció mi suerte. Me encontré sin querer en medio de un combate entre bandas de forajidos... el principal problema que tuve es que ambos bandos me atacaron, al no conocerme ninguno de ambos asumieron que estaba con su contrario.
Me movía por un camino en medio de un terreno muy accidentado y boscoso cuando salto la pelea entre los dos grupos. Estaban atacándose mutuamente cuando termine de subir la loma y me encontré con todo el follón montado. Me sorprendió comprobar la forma en que ese bosque ahogaba el ruido del chocar del acero de las armas... casi me había metido entre ellos sin haber escuchado nada de nada, y ahí tuve que dejar de pensar, porque cuatro hombres, dos de cada bando se vinieron a por mí al verme plantado en lo alto de la loma, a escasos cien metros de ellos. Intente dar media vuelta y escapar, pero un dardo de ballesta disparado por uno de los cuatro atacantes me hizo entender que no sería buena idea darles la espalda, por suerte el sujeto fallo el tiro.
No me anduve con tonterías, avance contra ellos mientras sacaba a relucir la Shilkka... veinte segundos después los cuatro estaban tendidos en el suelo en medio de sendos charcos de sangre, procure no hacer una carnicería en ellos al usar mi arma, ya que me dieron una idea. El problema vino porque por increíble que parezca, fue como si ambos bandos cerrasen filas contra mí, con excepción de tres o cuatro que estaban enzarzados entre ellos y la docena de muertos que había tendidos en el suelo, el resto pareció ponerse de acuerdo para venirse todos ellos contra mí. Nuevamente puse el caballo en movimientos, blandiendo la Shilkka como su fuese una guadaña y los bandidos el trigo para segar... me acerque al galope por uno de los flancos, cuando termine de cruzar por delante suyo tres hombres habían caído bajo la hoja de mi arma. Pare en seco el caballo haciéndole caracolear para que diese media vuelta.
Según puso de nuevo las patas delanteras en el suelo lo fustigue para cargar contra ellos de nuevo... la dispersión fue generalizada salvo esos despistados que estaban peleando entre sí, al verles darme la espalda use seis dagas Khlomn y mis dos colmillos de la Luna, con ello termine con ocho bandidos mas. Luego me volví contra los cinco que estaban peleando, termine de forma radical con su pelea, en total eran tres contra dos, y yo termine con los cinco cayendo sobre ellos por sorpresa. Después de esto y dándome cuenta de que el resto de los bandidos habían emprendido la huida decidí poner terreno por medio antes de que se recuperaran y pensaran en alguna estupidez del estilo de vengar a sus compañeros, aunque me lleve los cuerpos sobre sus propios caballos, que por cierto me costó un poco reunir, pero fue un tiempo bien empleado, ya que conseguí llevarme los treinta y ocho cadáveres que había con sus respectivas monturas. Cuando estuve lo suficientemente alejado emplee con ellos, uno por uno, un conjuro muy especial de cierto tipo de magia. Una magia que no había usado en más de mil años… un conjuro nigromántico puro. Nuevamente había salido sin un rasguño de algo que me podía haber costado caro.
Mi apodo de "El Nigromante", como ya dije, procede de mi uso de los Khulgan, a los que tienden a confundir con cadáveres alzados, aunque como ya dije en una ocasión, la realidad es que si que se me podría considerar como un Nigromante, posiblemente el más poderoso y el que mayor conocimientos tiene hoy en día sobre ese tipo de magia. Intentando buscar una solución para mí acudí a su estudio, con la intención de encontrar un modo de evitar mis constantes regresos. La Nigromancia esta sobre estimada en cierto modo, los "muertos" solo pueden obedecer órdenes muy simples, harán lo que el Nigromante les ordene, pero que nadie olvide que son solo muertos... es la magia la que los anima, contra mayor es el poder del Nigromante y menor el numero de "alzados" mas capacidades de actuación poseen.
Deje a los alzados en un bosquecillo con la instrucción expresa de no moverse de allí y eliminar a quien fuese que les descubriera. Por regla general la principal baza de un alzado es el pánico que despierta, normalmente su contrincante solo pensara en huir, con lo que le presentara la espalda y morirá. Los alzados son extremadamente rápidos de movimientos, pero por el contrario son muy torpes en ellos, solo pueden hacer movimientos simples. Si por ejemplo un guerrero mediocre se enfrentase a cuatro alzados, no tendría excesivos problemas en hacerlos cachitos sin que le tocasen en absoluto, sus golpes con las armas serian rápidos y fuertes, pero sus movimientos muy, muy simples y por tanto excesivamente previsibles, no costaría nada parárselos. Pero para ello, el guerrero antes debería de vencer su propio pánico al encontrárselos delante, una mínima vacilación y la velocidad de sus golpes matarían al guerrero.
Me encontré con que estaba a punto de salir una caravana con rumbo a Thalmunt en un par de días. Esto era casi, casi perfecto, ya que me principal problema era el aguatar sin que mis alzados se descompusiesen antes de poder atacar una de las caravanas con ellos. Sabía que mi magia podría evitar esa descomposición durante un par de semanas, quizá tres. Me retire a toda velocidad repasando mentalmente el terrero que la caravana tendría por delante, buscando donde sería más ventajoso para mis planes el emboscarla.
La caravana era enorme, era una de las dos principales caravanas del año, tal y como yo ya sabía por la mente de Zhiklus. Ese fue el principal motivo de quitarme de en medio y descansar, quería que la primera caravana destruida por completa fuese precisamente esa. La caravana estaría compuesta carios cientos de carros largos y una escolta que tras las últimas sorpresas posiblemente igualara a los carreteros.
Me equivoque con mis previsiones con respecto a su tamaño en más de 300 carros, llegaron carros de múltiples direcciones, supuse que todos pertenecientes a Thalmunt procedentes de vete tú a saber donde, muchos de ellos parecía que no se hubiesen movido de donde fuese en meses, como si solo se usasen para estos grandes envíos. Desde el principio dudaba que solo ese puerto fuese el que llevase mercancía a la ciudad, como mínimo debería de existir un segundo puerto en otra dirección, posiblemente en la costa contraria del continente desde donde podrían llegarla suministros del Continente Oriental y los Archipiélagos, ya que era imposible que solo con lo que salía de aquí Thalmunt sobreviviera, esos carros me lo vinieron a confirmar, pero era algo que no influía en exceso en mis planes.
La caravana era gigantesca, serpenteaba a lo largo de varios kilómetros, se componía de casi 1000 carros, unos 1100 carreteros y una escolta de aproximadamente 700 hombres, también iban con ellos media docena de magos Lahishin y casi medio centenar de guerreros Lahishin o lo que fuesen. Lanzar sobre ellos esos treinta y ocho Alzados no significaría nada para ellos, el terror de verlos se les pasaría pronto debido a su número y a los propios Lahishin que llevaba la caravana ya que ellos seguro que no se dejaban guiar por el pánico al verlos, no obstante seguí adelante con mi plan, de sobra sabia que mis alzados no serian problemas para la caravana, en esta también iban gran parte de los tripulantes de los barcos que trabajaban para los Lahishin, lo que encima causaría unas bajas vitales para sus barcos.
Cuando la gigantesca caravana llego al punto que considere idóneo, durante la preparación para la noche, momento en que esta se concentraba, lance a mis alzados sobre ellos. Tal y como supuse se rehicieron rápido, solo cayeron los tres guardias más cercanos a la aparición y una veintena de los primeros que se intentaron enfrentar a ellos, cuando estuvieron cerca les venció el miedo y les dieron la espalda para escapar aterrados lo que provoco que cayeran bajo sus aceros. El resto al ver lo sucedido no dudo en hacerles frente, cuando descubrieron sus limitaciones vi como empezaron las risas nerviosas en los hombres y mujeres que componían la caravana, sobre todo por la magia de los magos Lahishin que los obligaron a juntándose muy juntitos, lo que concentro a la inmensa mayoría de los miembros de la caravana para ver el espectáculo, fascinados por los alzados... entonces descargue sobre ellos el verdadero ataque...
Los gritos de pánico y terror se extendieron por doquier al ver aparecer por detrás de las lomas a más de mil guerreros Khulgan montados sobre sus Hrulls que caían sobre ellos arrasándolo todo a sangre y fuego. No tuvieron piedad ninguna con nadie, todo el mundo fue pasado a cuchillo por mis huestes, incluso los animales fueron sacrificados por mis guerreros, los primeros en caer por mis dardos mágicos fueron los magos Lahishin, no les permití hacer nada, estaban concentrándose cuando mis proyectiles terminaron con ellos. Después de la masacre, hice desaparecer los Khulgan, e hice que mis alzados (bastante dañados por cierto por los hombres de la caravana cuando se divirtieron con ellos cortándoles trocitos) cabalgaran por toda la zona arrastrando grandes arbustos tras de ellos para borrar en lo posible las huellas de los Khulgan.
Después de esto me concentre e hice que todos los caravaneros se alzasen también, incendiando tras de nosotros todos los carros de la caravana usando bolas de fuego, lo que les daría información sobre la presencia de magos con las bandas. Puse en marcha mi macabro ejército llevándolos hasta un cercano valle relativamente aislado, donde deje que todos ellos se derrumbasen sobre el terreno como fardos. Me lleve conmigo a mis primeros alzados, haciéndolos usar arbustos para limpiar las huellas, tras eso deje que seis de ellos quedasen junto a los miembros de la caravana. Sabía que los Lahishin descubrirían esos cuerpos, ya que al borrar las huellas de ese modo se dejaba paradójicamente las huellas de los arbustos o la ausencia de huellas, que también es una buena pista, pero evitaba que pudiesen saber de forma concreta que era lo que había sucedido realmente y cuantos atacantes habían sido. Después me lleve al resto de mis alzados al interior de las montañas donde los incinere con fuego mágico, dejando libres las monturas.
Para un ataque de esa envergadura y dados los seis muertos de las bandas que iban a encontrar medio destrozados mezclados junto con sus hombres, cuerpos casi irreconocibles que fácilmente con las prisas se les podía haber pasado por alto llevarse con ellos…, me parecía obvio hacia adonde apuntarían sus sospechas con la envergadura que tomaría todo esto a sus ojos y lo que todavía era mejor, sus ansias de dar un escarmiento restableciendo de paso su autoridad en toda la zona.
Lance varios halcones azules, concretamente una docena de ellos, con el fin de vigilar el envió de Lahishin contra las bandas. Lo cierto es que no me hizo falta esperar mucho, una semana después vi como una docena de Lahishin salían de Thalmunt y se desvanecían en las montañas sin que fuese capaz de seguirles con mis aves. Por su dirección calcule más o menos por donde pasarían, de modo que me persone en esa zona con el fin de esperarlos, los ojos de mis halcones y los recuerdos de los que me había apropiado me indicaban que la mitad de los que iban en esa partida eran seis de los mejores, los mejores de entre la elite Lahishin, supuse que los seis restantes aunque no los reconociera, debían de ser igual de buenos o puede que incluso más. Cuando llegue cerca de donde pensaba esperarlos me encontré con una veintena de cadáveres de bandidos, indudablemente los Lahishin iban mucho mas rápido de lo que yo pensaba, y estaban castigando a todo bandido que se cruzase con ellos, pese a la carnicería ni siquiera habían aflojado el paso para eliminarlos.
Seguí sus huellas encontrando día y medio después seis bandidos colgados de las ramas de unos árboles, justo en la entrada de uno de los bosques de las montañas. Según las huellas, los Lahishin se habían internado en los bosques. Con el fin de evitarme sorpresas convoque media docena de poderosos Lobos Espectrales con el fin de que me sirviesen de rastreadores, de ojos, oídos y como centinelas para evitarme sorpresas. Al final logre encontraros, o más bien ellos me encontraron a mí. Llegue a un claro donde vi que una decena de bandidos habían sido masacrados... me acerque a investigar y ver hacia donde se habían marchado sus ejecutores cuando dos proyectiles de ballesta y un dardo mágico chocaban de forma inocua contra mis barreras... tras eso aparecieron en el claro la docena de Lahishin que estaba persiguiendo...
El que hacía de jefe de los Lahishin me pregunto...
- Jefe : ¿Quién eres?
- Val : Soy Vhaalzord... y vosotros vais a morir... aquí y ahora... (A la vez emplee mi poder para evitar la aparición de los Lobos, que volvían a la carrera junto a mí con intención de defenderme, les ordene que permaneciesen y matasen a cualquiera que intentase escapar de mi)
Las carcajadas de los Lahishin fueros escandalosas, hasta que en las gargantas de dos de ellos, concretamente los dos que considere mejores, terminaron de forma agónica cuando las hojas de dos espadas Khulgan salieron por el centro de sus pechos mientras sus cuerpos eran izados en el aire ensartados en las espadas Khulgan. El jefe abrió los ojos como platos, aterrado, grito "El Maldito"... y raudo convoco una veloz ave, sin duda con la intención de dar el aviso a Thalmunt. Todos y cada uno de los Lahishin fueron muertos por mis Khulgan convocados, uno de los guerreros sufrió heridas considerables a manos de uno de los magos, pero como es su costumbre se desconvoco rápidamente... regresando a donde fuese que estuviese su mundo. El ave que mando el mago Lahishin fue abatido por uno de mis Halcones Azules... nadie debía de saber todavía que yo estaba por la zona, redistribuí mis lobos con la sana intención de evitar que me sorprendiesen como me había pasado con los Lahishin. Me ocupe de borrar las huellas dejadas por los Khulgan y dispuse a los Lahishin de modo que pareciese que había caído en una emboscada de las bandas... tarde casi tres horas y media en preparar todo el escenario, lo de prepararlo fue más fácil pensarlo que luego hacerlo.
Mi siguiente paso tras ponerme en marcha y desconvocar a los Lobos, fue ir eliminando puesto por puesto de vigilancia de los Lahishin en los pasos que conducían a sus territorios en lo más profundo de las montañas, dejando abierto el camino hacia Thalmunt. Uno de mis halcones me hizo ver que los Lahishin habían recibido una enorme caravana de suministros desde una dirección completamente opuesta a donde estaba el puerto que yo conocía, algo que no me extraño en absoluto, ya que imaginaba que tendrían otro idéntico en la costa contraria del continente. Tras esto me di cuenta de un pequeño error de bulto que estaba cometiendo con esas entradas que tenían al continente e hice mi siguiente movimiento contra Thalmunt, me volví contra el puerto que había quedado atrás, iba a rematar definitivamente la faena en este sector.
Una semana después, sobre las tres de la madrugada más de 3000 Guerreros Khulgan convocados por 45 magos que había llamado, atacaban el pueblo y el puerto. No relatare como fue la cosa porque no merece la pena, nada mas a parecer mis guerreros fue un sálvese el que pueda. Cinco horas después todo quedaba en llamas, con todos sus habitantes muertos, ninguno de los buques amarrados o anclados logro escapar pese a que algunos lo intentaron, fueron pasto de las llamas de las bolas de fuego de los magos Khulgan. Indudablemente sabía que tras este ataque, en cuanto mandaran hombres para comprobar lo que había pasado, y dado el gran número de pistas que deje detrás de mi ataque, se conocería en Thalmunt mi presencia ya que solo existía un hombre capaz de convocar tal cantidad de Khulgan. Desde ese mismo momento empecé a moverme a toda velocidad y a almacenar ingentes cantidades de poder en mi bastón... todos los días dedicaba tres horas a almacenar energía en el, aun moviéndome al galope.
Cuando detecte la caravana Lahishin de suministros y me di cuenta de mi error en la estrategia, puse dos halcones tras sus huellas, lo que me llevo al otro puerto que usaban en la costa contraria. Me moví raudo en su dirección tras la destrucción del otro puerto, abandoné mi caballo y aun corriendo ciertos riesgos al hacerlo empecé a usar un Hrull como montura con una escolta permanente de diez Khulgan y diez Lobos Espectrales, afortunadamente no me encontré con nadie, o hubiese sido el último instante en la vida de ese alguien. Logre alcanzar ese puerto en cinco días, todo un autentico record… Como no podía andarme con tonterías, ni perder tiempo en explorar detenidamente la población para ver cómo hacerlo del modo más eficaz, lo hice en plan asalto frontal… Convoque al Jefe Khulgan y a 50 magos, a mis órdenes estos convocaron unos 3500 Guerreros Khulgan que lance sobre el puerto con la orden tajante de exterminar todo signo de vida, también di ordenes a 30 de los magos de encargarse de todos y cada uno de los barcos del puerto, además 200 Lobos Espectrales en manadas de diez lobos se dedicaron a cazar a quienes intentaban huir de la ciudad, matando a más de medio centenar de personas. Tres horas y media después me alejaba a toda velocidad de allí, rumbo al territorio Lahishin, dejando tras de mí una población arrasada, todos sus habitantes muertos y todos los barcos del puerto hundidos o completamente quemados en el. Dada mi prisa, en esta ocasión mantuve junto a mi tres magos, treinta guerreros Khulgan y treinta Lobos Espectrales como escolta, sus órdenes eran claras también en esta ocasión, eliminar a quien quisiera que nos viera en nuestro camino… Esta vez, por suerte o mala suerte para ellos, solo una veintena de personas se cruzaron con nosotros en las montañas, y todos eran bandidos, lo que tampoco supuso una gran pérdida sus muertes a manos de mis Khulgan y Lobos.
Mis halcones sobre Thalmunt fueron detectados una semana y media después, tres de ellos fueron abatidos por los magos Lahishin, tras lo cual ya estaba claro que sabían de forma positiva de mi presencia real allí, en aquella zona. Antes de que me viese obligado a retirarlos, estos me fueron pasando imágenes de los Lahishin que en ese momento estaban en los puestos de guardia regresando a Thalmunt a toda velocidad, así como el vuelo de más de tres centenares de veloces aves mensajeras que partieron en todas direcciones, sin ser molestadas por mis halcones siguiendo órdenes mías. Cuando impidieron que mis Halcones pudiesen observarlos envié pequeñas criaturas para hacerlo, aunque de forma más limitada también fueron capaces de ir dándome la suficiente información como para permitirme ir cazando todas y cada una de las partidas de asesinos que fueron enviando contra mí, mas como distracción que con la esperanza objetiva de que alguna lograra algo de verdad en mi contra, en ninguno de los intentos iba ningún mago o asesino de alto nivel, con una excepción.
La partida que más me costo "vencer", justo esa única excepción que enviada contra mí, fue una compuesta por veinte poderosos magos, aunque de los veinte solo había dos realmente peligrosos para mi, en cierto modo claro... Pero para su desgracia, parece que los Lahishin se olvidaron de un pequeño detalle sin importancia sobre mí, pese a conocerme de una forma bastante detallada, tal y como comprobaría a posteriori, descubrí para mi absoluta sorpresa que desconocían la gigantesca enormidad de mi fuente de poder interno. Se emplearon a fondo cuando me "sorprendieron", lanzaron todo lo que pudieron de forma perfectamente coordinada, combinando ataques opuestos, es decir, magias para las que los escudos contra una de ellas eran totalmente ineficaces contra la otra, el caso más claro para que me entendáis, seria usar dardos Ígneos y dardos Gélidos... el conjuro que te protegería contra el poder calorífico de los ígneos seria inútil contra el frio concentrado de los otros, y viceversa.
Desgraciadamente para ellos el escudo que usaba no hacia distinciones, desviaba o rechazaba todo lo que me mandaron sin que decayera su poder en ningún momento aun a costa de usar enormes cantidades de poder de la fuente interna del mago, un autentico problema para cualquier otro, pero que para mí no lo suponía en lo más mínimo. Ningún otro mago podría haber hecho algo semejante ya que hubiese supuesto el fin de su fuente interior junto con su vida, pero en mi caso... bueno, imagináoslo, ni me entere de ello. Otro pequeño problema para ellos, es que para convocar los diez Khulgan que intentaron lanzar sobre mi… necesitaban tiempo, una restricción que para su desgracia yo no sufría, cierto es que tampoco tenía el menor problema en convocar al instante muchísimos más Khulgan de los que ellos podían suponer. Según vi sus intenciones, convoque directamente de forma instantánea medio centenar de guerreros que se lanzaron contra los magos Lahishin... eliminándolos en cuestión de minutos.
Los veinte contra mi solo tarde o temprano hubiesen podido vencerme, por muy poderoso que se sea antes o después alguno de ellos hubiese tenido la suerte justa como para alcanzarme, o bien mi cuerpo se hubiera resentido del desgaste físico de la batalla. Para su desgracia los Khulgan siempre desnivelaban la balanza a mi favor en ese tipo de combates, ya que si no los hacían caso centrándose en mi entonces ellos los mataban, y si desviaban toda su atención hacia ellos, entonces era yo quien los eliminaba. Y podéis creerme que el prestarnos a cualquiera de los dos solo atención a medias, también era mortal de necesidad, hiciesen lo que hiciesen estaban condenados desde el momento en que yo convocase a mis guerreros. Los dos magos poderosos no fueron masacrados como los demás, los Khulgan solo los hirieron “levemente” siguiendo mis órdenes… me fue por los pelos el poder leerles la mente, ya que para que no escaparan, a los Khulgan no se les ocurrió otra que amputarles a cada uno de ellos un brazo y una pierna, casi me los matan, tuve que moverme rápido y convocar dos magos también. Los magos tuvieron que mantenerlos con vida mientras yo les leía la mente… menudo cabreo que me pille, tuve que usar una ingente cantidad de poder… sentía como el Dios Loco empezaba a sacar lentamente la cabeza en mi interior… y no me gusto en lo más mínimo, aunque podía controlarlo sin el menor problema. Era muy pronto todavía como para que sintiese a ese nivel al Dios Loco en mi interior, pero debía de continuar con el plan, a estas alturas ya no podía detenerlo.
Descubrí varias cosas interesantísimas en sus mentes, sobre todo con respecto a mí, ya que para esta misión se había empapado con todo lo que sabían sobre Vhaalzord, el nigromante, lo que me gusto menos fue saber que pensaban que los habían mandado al matadero con el fin de probar mi poder antes de que yo lograse llegar a Thalmunt, y ciertamente si sus intenciones eran esas, lo habían probado con creces como para darse cuenta de mi enorme poder interior, o como mínimo para no volver a subestimarme en casi nada. Pero había una cosa concreta que intuía desde mi combate con Kless, algo que sospechaba sobre su conocimiento real sobre mi y la lectura de mente de estos dos me lo confirmo por completo al 100%... para mi plan ahora si sabía de cierto que tenía una ventaja decisiva contra ellos… Ellos tenían una idea muy clara sobre cómo funcionaba “mi inmortalidad” desde sus propios parámetros y prejuicios. Lamentablemente para ellos, su idea no era correcta en absoluto y las pistas que a lo largo de los siglos habían ido obteniendo sobre ello, las habían ido desechando, marcándolas como algunos trucos mas por mi parte, o como situaciones dadas por el dominio temporal de su dios sobre mi cuerpo… Me hizo gracia saber que su propia inteligencia y creencia sobre lo que podía ser o no posible, lo que podía pasar, lo poderoso que era su dios y sus propios conocimientos acumulados a lo largo de la historia por la secta, se iba a convertir en su peor enemigo.
Tarde aun dos semanas en considerar que sin duda todos los Lahishin de alto nivel que hubiese por el continente debían de estar ya encerrados en Thalmunt esperando a que me personara allí con intención de matarlos a todos, aunque sospechaba que todo este “entretenimiento” era más para conseguir tiempo por alguna razón y me imaginaba cual podría ser esa razon, que para que esos Lahishin de la elite regresasen. En estas dos semanas siguieron mandándome asesinos como carnaza para mantenerme ocupado, sabiendo que ninguno de ellos tendría la menor oportunidad contra mí... Como digo, claramente estaban intentando conseguir tiempo para poder completar los preparativos de mi visita, y yo estaba dándoselo, mientras seguía acumulando día tras día poder en mi bastón. Llego un momento en que la enormidad del poder de mismo era como un faro que indicaba a cualquier mago Lahishin mi posición exacta.
Para que os hagáis una idea de la magnitud de ese poder, con el fin de contenerlo me había visto obligado a extender mi propio escudo para que no se descontrolase. Solo que tuve que invertir el escudo sobre el Bastón, en vez de situarlo sobre el de modo que evitara que cualquier energía pudiese llegar a él, lo que el escudo hacia es evitar que esa energía que el bastón contenía pudiese escapar de allí, situando un segundo escudo sobre el primero para evitar que cualquier ataque mágico sobre el bastón pudiese desestabilizar el poder acumulado en él y volar por los aires todo lo que estuviese en kilómetros a su alrededor. Cuando por fin considere que ya disponía de suficiente poder puse sobre él un conjuro que me permitiera disponer de él libremente con solo manipularlo, una vez que vi que este conjuro funcionaba perfectamente, imbuí todo el poder sobre el bastón, haciéndolo absorberlo por completo quedando listo para su uso por mí aunque de ese modo ya no podría seguir insuflándole más cantidad de poder, fue entonces cuando por fin retire mi barrera del bastón, quedando este otra vez "a oscuras"... entonces dejo de servir a los Lahishin como faro para localizarme. Me resulto irónico que en su afán de conseguir más tiempo, también me habían permitido a mí conseguir el tiempo que necesitaba sin ni siquiera sospecharlo.
En el momento de ponerme en marcha de forma definitiva contra Thalmunt y disponerme a atacarla mi bastón tenía más poder que todas las fuentes internas de una veintena de sus poderosos magos juntas. Además en un anillo en mi mano llevaba dispuesto de antemano un poderoso conjuro con el sello arcano que descubrí en el Gran Templo, un sello que esperaba que fuese capaz de anular a la parte del Dios Loco que había en mi interior cuando intentara hacerme enloquecer debido a las enormes cantidades de mi poder que empezarían a fluir al exterior durante el ataque a Thalmunt… le sentía en mi interior moviéndose, intentando salir a la superficie para hacerse con el control de mi cuerpo… pero de momento no había rebasado el límite de tolerancia que le permitiría hacer algo en serio contra mí.
Cuando llegue a una prudencial distancia de las puertas de Thalmunt, la justa para que no me pudiesen arrojar nada encima desde sus murallas, empecé a convocar magos Khulgan, concretamente convoque a un total de ciento treinta. Estos a su vez convocaron un total de más de 5.000 Guerreros... y trescientos Guerreros mas fueron convocados por el jefe de los Khulgan como escolta personal mia, todo de forma independiente de los anteriores guerreros, también llamo a varios magos para unirse a mi escolta. Mil de los guerreros junto con una veintena de magos partieron de allí en diez grupos con el fin de exterminar todo signo de vida que hubiese en territorio de Thalmunt durante las siguientes 24h a que la ciudad cayese, a tal fin había dotado a esos magos de la suficiente cantidad de poder como para poder actuar de forma autónoma de mi fuente de poder, aunque no les había retirado todavía el que se alimentaran de mi fuente interna para que la usasen hasta el último minuto mientras mataban Lahishin. Ese truco era algo que aprendí del Gran Libro de Rezos del Dios, o más bien, fue el Gran Libro el que me dio la idea de cómo hacerlo posible, aunque tenía esas 24h como límite de tiempo máximo haciendo un uso considerable por su pare de la magia... y no sabía si funcionaria o no cuando se cortara su actual enlace de alimentación con mi poder… pero confiaba en que así fuese. Esperaba que algunos pocos Lahishin de medio o bajo nivel pudiesen escapar de la destrucción de Thalmunt, pero esos Guerreros con sus magos que dejaba detrás se harían cargo de mandarlos a hacer compañía al resto de sus “amigos”.
Diez minutos después de que estos guerreros partieran, ordene que mis Khulgan asaltaran Thalmunt... Los magos iniciaron el ataque lanzando oleada de poder, tras oleada de poder contra las murallas. Cinco minutos después del inicio grandes trozos de muro saltaban por los aires debido a las enormes concentraciones de poder de mis magos sobre ellos. Cuando la muralla tubo una decena de brechas, vi como el Jefe Khulgan levantaba su espada, lanzaba un alarido y 4000 guerreros se lanzaban sobre los aterrados Lahishin que todavía sobrevivían en las murallas.
Tan solo media hora después la parte exterior de la ciudad estaba en nuestro poder, unos cuarenta Khulgan se habían desconvocado al sufrir heridas debido a los magos, mientras que más de 6000 Lahishin de todo pelaje habían caído destrozados bajo sus armas... Cincuenta magos y mil guerreros penetraron conmigo en el interior de la fortaleza, el resto de los Khulgan fueron desconvocados ya que necesitaba tener la menor cantidad de ellos alimentándose de mi fuente interna para de ese modo conceder cierto nivel adicional de protección y poder a mis magos sin que me supusiese una carga excesiva y evitar despertar demasiado en mi interior a quien ya podéis suponer. Por eso decidí hacerlo de este modo, retirando efectivos para poder concentrar más poder en esos magos sin riesgos para mi, permitiéndoles más poder para sus escudos, para sus propios conjuros, convirtiéndolos en algo prácticamente imposible de vencer para cualquier mago “normal” en solitario... pese a todo seguí sin cortar el enlace de los Khulgan que deje en el exterior para que limpiasen el territorio Lahishin, a esos ya les llegaría su turno de actuar cuando estos intentasen huir en desbandada, y contra mas tardasen en emplear esas reservas de energía de sus magos, mejor que mejor.
Fui entrando en la ciudad interna con mis Guerreros y Magos, desplegándolos para ir exterminando a todo Lahishin que hubiese, con el fin de que ninguno se pudiese colar a nuestra espalda... Mi objetivo era llegar al gran Altar de Thalmunt, supuse que allí es donde estarían concentrándose los magos Lahishin más poderosos... esperando a que yo llegara, directo a su trampa, algo que yo ya suponía gracias al libro de rezos y a las mentes de algunos de los asesinos que había eliminado, pero principalmente de los dos magos que tan amablemente me sirvieron en bandeja. Mentes que me habían mostrado el Gran Altar con toda exactitud y lo que posiblemente prepararan en contra mia si me capturaban. Sistemáticamente fui siendo guiado hacia allí por los mismos Lahishin... sacrificando esbirros en su afán de hacerme un camino para tomar.
Multitud de asesinos, magos y guerreros Lahishin cayeron con el único fin de que mis pasos se encaminaran hacia aquel altar, para que fuese directo al acceso trasero al mismo. El acceso trasero es el que usaban los sacerdotes y los sacrificios, el único que permitía que se llegase al Altar propiamente dicho, al altar y al conjunto de poderosas runas arcanas que había en él, dibujadas o grabadas en suelo, paredes, columnas e incluso en mismo techo. Este altar estaba separado del resto de la sala por un enorme foso, y solo por esa entrada se podía acceder a él.
No obstante fue desviándome de vez en cuando del camino marcado con el único fin de que nuevos sacrificios fuesen dispuestos en su afán de guiarme. Cuando gire noventa grados con respecto al camino que querían que siguiese, enviaron contra mí un centenar de asesinos para cortarme el paso hacia donde iba… todos ellos cayeron en cuatro minutos bajo las armas de mis Guerreros, solo perdí a tres de estos al desconvocarse por sus heridas, pero en el acto mis magos reclamaron tres nuevos guerreros… Conociendo como conocía el interior de Thalmunt procure ir escogiendo caminos que aparentemente fueran favorables para emboscarnos… de este modo una hora después de mi entrada en Thalmunt, mi escolta había logrado eliminar más de 2000 guerreros-soldados Lahishin y unos 40 magos al módico precio de 17 de mis 300 Guerreros Khulgan de escolta desconvocados, aunque luego nuevos Khulgan fueron llamados para reponer sus bajas.
Parte de estos desvíos fue debido a que pretendía llegar donde se suponían que tenían su Gran Biblioteca, donde guardaban todos sus conocimientos… al final no logre llegar hasta ella, desistí al comprobar que allí no estaba el libro de Hechizos, no pude sentirlo en ninguna parte de Thalmunt, tal y como leí en la mente del último mago importante al que leí la mente, sus conocimientos procedían de esa biblioteca y no del libro de Hechizos, de todos modos destaque dos magos y cincuenta Khulgan de mi escolta para que se encargaran de destruirla hasta los cimientos mientras que yo me alejaba de allí llevándome conmigo la mayor parte de los Lahishin, lo que a ellos les facilitaría mucho su misión, sus órdenes eran reunirse conmigo en cuanto acabasen allí, por supuesto matando a todo Lahishin que se cruzase en su camino.
Cuando por fin lograron que entrase en el mismísimo camino hacia el altar, lo hice acompañado del jefe de los Khulgan, cuatro magos y diez guerreros... el resto de la escolta la envié hacia el patio de creyentes y a limpiar los túneles adyacentes, no quería sorpresas de última hora, además, pretendía que los encargados de la Biblioteca fueran una sorpresa para la alta jerarquía ya que estaba seguro que todos los que desplegué antes de entrar al altar estarían siendo vigilados, sin embargo los que acababa de mandar a la biblioteca lo dudaba… Esperaba que su presencia en aproximadamente media hora o tres cuartos de hora, supusiese un nuevo descalabro para lo que fuese que hubieran planeado contra mí. Allí estaban esperándome una treintena de poderosos magos Lahishin y cuatro enormes guerreros que estaban junto a cuatro columnas, cada una en un extremo del Gran Altar... cada guerrero parecía estar allí para proteger su respectiva columna. Desde allí pude ver como mis guerreros y magos hacían limpieza en el resto de esa gran caverna del altar... Calcule que más de ochocientos Lahishin estaban siendo masacrados en la zona donde se situaban los creyentes por unos cuarenta de los Guerreros y cuatro magos... separados por la gran grieta de pez ardiendo del altar, que es donde estábamos mi pequeña escolta y yo.
Estudie discretamente los símbolos grabados en el suelo del Gran Altar mientras simulaba estudiar y analizar a los magos Lahishin allí presentes. Enseguida vi el punto exacto donde por ninguna circunstancia debía de colocarme, pasase lo que pasase... tal y como sospechaba tenían pensado someterme a un conjuro que completaría el proceso que se interrumpió en mi cuando termine con su dios... el proceso de convertirme en Avatar, lo que liberaría la partícula que puso en mi interior, permitiendo a su Dios reencarnarse de nuevo a mi costa, usando mi propio poder y todo el que había acumulado en esa sala, en el mismísimo altar, sin duda el poder debía de estar acumulado en cada una de las cuatro columnas que lo rodeaban. Lo que no tenía nada claro era como se suponía que pensaban obligarme a entrar en el círculo que hacían las runas que permitirían que ejecutasen sobre mí ese conjuro... Desde luego mientras tuviese a mi escolta conmigo y yo no entrase de forma voluntaria estaban perdidos de antemano, algo que ellos debían de saber ya… por lo tanto, ¿Qué estarían tramando?
El que identifique como Sacerdote Supremo hizo un gesto en dirección a los cuatro hombres que estaban junto a las columnas... ante mis atónitos ojos vi como se cortaban el cuello y se abrazaban con sus últimas fuerzas contra ellas. Me quede mirando como hipnotizado como su sangre caía por su superficie en una especie de recipiente que dejaba caer un fino chorrito de la sangre de los cuatro hombres sobre determinados surcos del suelo... Cuando me di cuenta de lo que intentaban fue demasiado tarde para poder hacer algo para impedirlo... Solo tuve tiempo de dar orden a los Khulgan de atacar sin dilación y de ejecutar mientras tanto el sello arcano sobre la parte del Dios existente en mí interior con todo el poder que pude reunir en esos momentos...
Apenas un minuto después los treinta magos habían quedado reducidos a catorce... el resto habían caído bajo las armas y magia de los Khulgan, pero al final el conjuro había surtido su efecto, cortando todo conjuro anclado en mi fuente de poder... mis barreras, mis protecciones e incluso los Khulgan... Había en toda la caverna como un aura que lo impedía, y no solo eso, sino que también me impedía volver a anclar nuevos conjuros, de modo que me iba a ver obligado a enfrentarme a esos catorce magos en un combate mágico en el que no tendría la menor ventaja y además en uno en el que enloquecer no era ninguna opción... Si enloquecía y el Dios lograba hacerse con el control podrían ejecutar el conjuro sobre mí sin el menor esfuerzo...
Aunque no pude prever nada de esto, en realidad era algo que no influía en mis planes, vi como por toda la caverna empezaban a asomar Lahishin supervivientes de mi ataque, estábamos en lo más profundo de la ciudad, en la parte más profunda bajo las enormes montañas, encima de nuestras cabezas había más de 2000 metros de altura de montaña... Sonreí irónico, porque ellos mismo estaban entrando en mi trampa aun cuando habían logrado anular por completo mis más poderosas herramientas, los Khulgan. Para mi plan original habría necesitado llegar a esa sala precisamente, al ser la parte más profunda de toda la ciudad, también había pretendido llevar hasta allí o sus aledaños el mayor número posible de Lahishin... y todo esto me lo estaban sirviendo ellos en bandeja.
- Gran sacerdote : Vhaalzord, el Maldito, prepárate para servir a nuestro Dios como debió de suceder desde el principio...
Avanzaron todos acorralándome, haciéndome retroceder con sus ataques... dejándome llevar a proposito hacia el punto exacto que debía de evitar a toda costa...
- Val : Y eso quien lo ha dicho... ¿tú?, Jajajajaja, no me hagas reír...
- Gran Sacerdote : Ríete lo que quieras... pronto dejaras de reír para siempre...
- Val : ¿De verdad pensáis que ya habéis ganado...? ¿Que pretendíais, que me situara en ese punto concreto? (Señale con un dedo el centro del circulo de conjuros arcanos al que me intentaban conducir mientras sonreía de forma sarcástica)
Plante los dos pies en el suelo fijándolos con mi poder, convoque mi escudo manteniéndolo muy alto en poder y libere la Shilkka... El poder acumulado del bastón empezó a hacerla fulgir... Vi caras preocupadas en los magos al darse cuenta del poder acumulado en mi arma, eso era algo que ninguno de ellos había previsto, tampoco que mi escudo pudiese ser tan poderoso a pesar de no estar anclado a mi. Retrocedieron dispersándose aun más para evitar que pudiese atacar a más de dos a la vez como mucho. Desde donde se ponían los fieles empezaron a lanzarme dardos para obligarme a levantar defensas y usar poder... También empezaron a dispararme con proyectiles mágicos de toda índole con lo que tuve que usar ingentes cantidades de poder de forma continua para mi escudo... pese a todo no use en ningún momento nada del poder almacenado en mi Shilkka. Dos de los magos Lahishin del altar cometieron un error y cayeron bajo dos disparos de proyectiles mágicos por mi parte... creyeron que con tanto ataque y estando concentrado en defenderme sería incapaz de atacarlos y bajaron sus propias defensas un segundo para concentrar poder y lanzar una ataque de bolas de fuego... les resulto letal del todo, mis proyectiles les atravesaron de parte a parte.
Contra más poderosa es la defensa mas débil es el ataque que puedes realizar... digamos para entendernos que tanto el caudal de magia del ataque como el de la defensa salen del mismo chorro de energía, de modo que contra mas se use en uno, más débil será el otro al poderse usar menos cantidad. Normalmente a estas alturas, con la cantidad de poder que estaba usando y la magnitud del caudal, ya debería de haber enloquecido por completo, sin embargo notaba como el sello hacia su trabajo, creando una sensación extraña en mi interior... Digamos que le sello era como una puerta que estaba siendo golpeada desde el otro lado con la intención de entrar, o más bien de poder salir sin lograr nada de nada con ello. Por primera vez en toda mi vida, podía usar con total plenitud mi poder sin el menor atisbo de miedo por mi parte a caer bajo el control del Dios Loco.
Aumente el caudal de energía lanzando poderosos conjuros ofensivos contra los Lahishin que había al otro lado de la grieta que separaba el Altar, matando una docena de ellos en menos de dos minutos. No obstante empecé a ser consciente de que tenía que darme prisa, debía evitar agotarme físicamente porque eso también supondría mi derrota, tuve una pequeña esperanza de que lo mismo podía incluso salir bien librado de allí y no verme obligado a llevar mi plan hasta el final. Empecé a atacar con enormes dosis de energía en todas direcciones, los magos que estaban frente a mí a duras penas lograban aguantar mis ataques sin perecer, pese a todo dos más cayeron al fállales sus escudos. Empezaba a verles un poco desesperados, más si cabe cuando un tercero y un cuarto siguieron el mismo camino que los anteriores apenas diez segundos después, pero fue mi última alegría... casi cuarenta Lahishin mas hicieron su entrada en el Altar... Los ataque en el acto, diez de ellos fueron calcinados por mi enorme bola de fuego... pero el resto fueron cubiertos por los magos...
Estos guerreros y asesinos Lahishin me estaban poniendo contra las cuerdas... mientras esquivaba sus ataques armados no me podía concentrar debidamente en defenderme de la magia de los magos, o los dardos que seguían lanzándome desde enfrente a la grieta... Esos mismos dardos terminaron con tres de los propios Lahishin, pero pareció que no les importo en lo más mínimo el haber fallado acertando a sus compañeros... Fueron acorralándome y obligándome a retroceder en dirección al maldito círculo rúnico que debía de evitar a toda costa, pese a todo, parecía que lentamente iba logrando salir del embrollo, había logrado pese a todo eliminar a doce de los asesinos y guerreros que me atacaban usando mi Shilkka. Al final lograron hacerme entrar en el de la forma más estúpida que podáis imaginar.
Dos de los Lahishin lograron ponerse a un lateral mío, pero al no ser magos no les preste la debida atención, un fallo que me saldría caro después. Los dardos eran simples de rechazar, pero esos dos hicieron otra cosa, se lanzaron contra mí como si fuesen dos grandes rocas, se tiraron con la cabeza por delante usando su propio cuerpo como ariete mientras usaban puñales para intentar herirme. No tuve problemas en rechazarles con mi escudo, no sufrí el menor daño, pero el impacto de sus cuerpos me hicieron retroceder trastabillando hacia el círculo mágico... Enorme piedra lanzada contra mis escudos desde el llano de creyentes por un mago Lahishin que vio lo que había pasado con sus compañeros, me empujo dentro del círculo...
Rápidamente los magos retiraron sus escudos excepto el Gran Sacerdote y dos magos más que los extendieron dedicándose a combatirme para evitar que interfiriese con su ritual. El resto de magos y Lahishin actuaron levantando los brazos al aire, entonando una especie de cantico de sonido lúgubre... Note como el sello arcano que puse sobre la esencia del dios empezaba a resquebrajarse por momentos... era como una puerta golpeada repetidamente por un ariete, cada vez más rápido, cada vez más duro... Valga el símil, sentía como si sus maderas crujiesen al romperse una por una, cediendo al ariete... Empecé a lanzar ataques en todas direcciones mientras empezaba a darme cuenta de que perdía el control sobre mi cuerpo aun estando usando parte de mi poder para intentar mantener el sello... notaba como mis ojos se empezaban a nublar... como empezaba a enloquecer, como zarcillos de poder del Dios Loco parecían escapar por el sello intentando controlarme...
- Gran Sacerdote : Vhaalzord, el Maldito… estas perdido, acepta tu destino como avatar de nuestro Dios, que regresara en solo unos pocos minutos… ríndete…
- Val : Jajajajajajaja… (Sonó a risa lúgubre) Todavía no he perdido… creo que en estos siglos de auto aislamiento para que no os pudiese encontrar os habéis perdido un par de importantes detalles sobre mi… y ahora todos vosotros lo pagareis con vuestras vidas… (Alce ante sus ojos mi Shilkka, mientras en mi rostro aparecía una despiadada sonrisa de gozo y completa maldad) Os exterminare a todos vosotros… aquí y ahora… y de un solo golpe… bienvenidos a mi trampa final “Lahishins”… (Mi voz y mi sonrisa eran totalmente malignas)
Comprendí que mi última oportunidad era el llevar mi plan original a termino... por intentar evitar lo que al final iba a tener que hacer estaba a punto de perderlo todo. Concentre mi poder, abrí y anule todos los limitadores a mi poder, exigiendo a mi fuente interna cada vez una mayor entrega del mismo sin ocuparme para nada de controlarlo. Esto suponía que cada vez perdía más el control sobre mí mismo, que el sello se debilitara cada vez mas... cuando note que este estaba a punto de colapsar por completo actué... Mantuve mi maligna sonrisa y mi mirada fija en los ojos del Gran Sacerdote y hundí la hoja de mi Shilkka en mi estomago de un golpe seco y contundente… al sentir la hoja sufrí una contracción, escupiendo un chorro de sangre por la boca que cayó al suelo ante mí, mientras hilos rojos caían por la comisura de mis labios y salían por mis lagrimales.
Entonces actué sobre mi Shilkka con mis últimas fuerzas, liberando la totalidad del poder de la misma de un solo golpe contra el caudal de poder que surgía de mi fuente interior... rezando porque fuese suficiente como para liberar por completo toda mi fuente interna de una vez... rompiendo todos los diques que contenían mi inmenso poder, tal y como ya hice una vez en una de mis anteriores vidas… solo que esta vez conscientemente de que volvería… o quizá tuviese suerte y el sello también impidiese eso, aunque no tenía la menor esperanza de ello, sin duda debería de regresar una vez más a la vida, antes o después.
Sentí un dolor atroz mientras veía sonriente como los ojos del Gran Sacerdote cambiaban de una mirada de superioridad al terror más absoluto al comprender por fin mi plan en su totalidad, aun así negándose a creer que pudiese morir de verdad y no fuese inmortal en la forma que ellos pensaban... En un último estertor sanguinolento…
- Val : Si Sacerdote… puedo morir tantas veces como quiera… solo que luego vuelvo a regresar a la vida… esa es mi inmortalidad… pero… ¿podréis hacer lo mismo vosotros cuando mi poder descontrolado derrumbe la montaña sobre la ciudad matándonos a todos?
Empecé a reírme como un loco mientras la sangre seguía manando por mi boca, ahora también hilos caían desde mis oídos, cada vez mas copiosa a medida que mi poder destruía lentamente mi cuerpo y que la hoja de mi Shilkka Vibraba con su magia ampliando la herida de mi estomago. Sonriente escuche los terribles alaridos de terror de los Lahishin cuando mi poder se desbordo, alaridos que se apagaron en milésimas de segundo... note como el sello se empezó a recomponer por si solo al cesar de ser atacado por la esencia del dios y ser alimentado por mi poder al desbordarse, reforzándolo y aumentando su poder contra el dios... luego note como si flotara... note un frio glaciar que parecía afectar a mi alma... note soledad... note miedo... note oscuridad... note una falta absoluta de sensaciones... note la falta absoluta de cualquiera de mis sentidos... note una ausencia total de poder en mí... y supe en ese momento que estaba muerto, o por lo menos que estaba en ese sitio al que mi alma era enviada cuando mi cuerpo moría o era totalmente destruido como en esta ocasión. Me pregunte como podría volver en esta ocasión, si donde se destruyo mi cuerpo ahora debía de estar sepultado bajo más de dos mil metros de altura de montaña… Rogué a los dioses porque no pudiesen hacerme regresar debido al sello.
De algún modo supe que mi plan había tenido éxito, sin lugar a dudas había logrado destrozar todas las protecciones naturales que mi cuerpo imponía a mi fuente de poder liberándola, confié en que tal y como suponía esa explosión de poder hubiese sido suficiente para sepultar Thalmunt para siempre bajo las montañas... junto con todos los Lahishin que en ella hubiese... También supuse que mi plan funcionaria y que los que hubiesen podido escapar estarían a merced de los Khulgan que deje tras de mí, Khulgans que durante 24h pulularían por esas montañas exterminando todo signo de vida Lahishin o no, sin duda este sería el fin definitivo de los Lahishin como tal.
También sabía que regresaría una vez más, de algún modo sabía que no tendría suerte y tendría que volver... también era consciente de lo que me esperaba, ya que esta muerte era la segunda vez que la experimentaría... sabía que sufriría durante años según el tiempo que transcurriría en el mundo hasta mi regreso. Sabía que sentiría el dolor atroz de tener que recomponerse mi cuerpo por entero, fragmento a fragmento del mismo... Ahora solo debía de esperar a que mi alma fuese llamado de vuelta, solo esperar a que el dolor regresara a mí y me indicara de nuevo el camino del inicio de mi retorno al mundo de los vivos... Otra cosa que note esta vez es una presencia mágica junto a mí, reconocía a mi lado los patrones mágicos de mi Shilkka me daba la impresión que si lograra estirar mi mano lograría sujetarla, sentía los patrones de la magia imbuida en su hoja, aunque no entendía como podía ser posible eso… pero no podía ser, lo desestime… pensé que quizá fuese uno más de mis recuerdos de cuando era humano… Mi Shilkka habría sido destruida en la explosión de mi poder, pensé que cuando regresase debería de fabricarme otra nueva, nuevas armas… en definitiva reponer todo mi equipo otra vez…
Ya lo siento, ya se inicia mi retorno, aquí está de nuevo... el dolor... el atroz dolor de sentir como todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo al ir creciendo, al ir cubriéndolo por completo envían sus señales al cerebro al empezar a conectarse en él, y por alguna oscura razón, siempre son señales del dolor más intenso... Por fin, paradójicamente ahora que estoy muerto sé que estoy volviendo a sentir... aunque solo sea sentir el dolor por mis repetidas perdidas de conocidos atraves de los siglos, el regreso del olvidado amor por mi esposa mientras se inicia mi vuelta a la vida... la agonía de saber que volveré a perderlo al renacer... el dolor por el recuerdo de su muerte que todavía me tortura... mientras sigo sintiendo la tortura del agudísimo dolor físico que lentamente me transmite mi cuerpo al regenerarse... sé que volveré a levantarme para caminar por el mundo de nuevo… pero al menos por algún motivo, esta vez no tengo que escuchar como en las anteriores el rencor de la esencia del Dios que reside en mi, esta vez permanece en un extraño silencio que no consigo entender… aunque sigo notándolo expectante en mi interior… esperando su oportunidad… como siempre desde hace mas de 2000 años… pero es extraño… además sigo sintiendo junto a mí la presencia de los arcanos de mi Shilkka, siento su hoja, su cuerpo, toda ella imbuyéndose de mi propio poder, bañándose en el… emitiendo una resonancia con mi alma que parecía como si cantase para mi… no lo entendía… aunque sabía que todo lo que ahora estaba pensando o sintiendo se olvidaría en mi nueva reencarnación… ¿o quizá no? Quizá esta vez todo fuese diferente… no sé, ya veríamos…
EPILOGO
Las montañas centrales del Continente Occidental sufrieron un violento terremoto que apenas causo daños fuera de ellas. Thalmunt desapareció de la faz de la tierra para ser solo lo que siempre fue, una Leyenda, según dicen algunos investigadores visionarios del continente Occidental, el Gran Terremoto hizo que las montañas se la tragasen, engulléndola por completo en su interior, por supuesto nadie cree en algo semejante, pero existe gente para todo y que estudia de todo, por estúpido que pueda parecer.
La economía del continente Occidental tardo poco en recuperar su libertad de acción, pero aumento de forma exponencial a ello su inestabilidad política, estallando guerras a lo largo y ancho del continente, ajustando viejas cuentas y redefiniéndose las fronteras entre las distintas naciones del mismo, incluyendo la extensión de las fronteras de los reinos fronterizos con las antaño temidas montañas centrales. Fue como si la fuerza que mantenía en una relativa paz obligada al continente hubiese desaparecido de pronto...
Tras el Gran Terremoto toda la estructura social del Contiene Occidental cambió por completo, pareciera que se acababa de librar de unas pesadas cadenas que lo mantenían preso... pero saber si lo hizo para bien o para mal, es algo que solo el tiempo diría.
FIN