Crónicas de Vhaalzord - Libro 9 - 4
Val continua preparando su asalto final a Thalmunt, poco a poco va orquestando el plan. Se le empiezan a complicar las cosas donde menos se lo esperaba, descansando
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 9
Capitulo- 4
Tras suprimir a Zhiklus, este último intermediario de los Lahishin, había averiguado muchísimas cosas sobre su organización a nivel externo a Thalmunt. En contra de lo que pensé que seria, con Zhiklus me lleve una sorpresa, ya que él era quien se encargaba de los suministros de Thalmunt, casi todo lo que entraba en la ciudad procedente del Gran Continente o del Continente Sur pasaba por sus manos, también averigüe que se hacían dos gigantescas caravanas al año desde ese puerto con destino a Thalmunt, varios cientos de carros de mercancías básicas. Por contra él no se dedicaba prácticamente a otro tipo de asuntos, sobre eliminaciones o Lahishins en misiones exteriores a Thalmunt solo conocía los Lahishins que eran enviados a otros continentes ya que él era quien organizaba todos esos viajes, pero no conocía otra cosa que la cara del Lahishin y su destino final. Otra particularidad es que esos "viajeros" siempre llegaban acompañados por una de tres posibles personas, que era de quien Zhiklus recibía las instrucciones, esa especie de encargado solo se marchaba cuando el Lahishin que le acompañaba había embarcado rumbo a su destino. Supuse que cualquiera de esas tres personas hacía de salvaguarda en dos sentidos, uno para dejar claro que el viajero era quien decía ser, y otra para evitar que nadie tuviese porque hablar con el viajero. Otra curiosidad es que ni siquiera Zhiklus conocía el nombre de ninguno de los tres o qué nivel tenían en la organización... se podía decir que no sabía absolutamente nada de nada de ninguno de los tres.
Zhiklus también había resultado tener una basta colección de conocimientos sobre las bandas locales de gran parte de las principales ciudades del continente en su zona y aledaños, también sobre las bandas de asaltantes que pululaban por las zonas montañosas donde estaban los pasos hacia Thalmunt. Otra cosa que descubrí, es que los Lahishin toleraban estas bandas siempre claro, que no atacaran sus caravanas o se adentraran en sus territorios, cerca de Thalmunt, ante cualquiera de esas dos circunstancias los Lahishin solían ser muy poco diplomáticos con los infractores, tendían a masácralos y a perseguirlos por todo el continente hasta terminar con el ultimo integrante de la banda que hubiesen cometido tal error, hablado de ellos o de la situación que se vivía allí.
Todos estos conocimientos que adquirí me iban a ser de extraordinaria utilidad, pero no en esos momentos. Todavía tenía que seguir averiguando datos sobre el interior de Thalmunt y quizá alguno de esos tres personajes pudiese darme la información que necesitaba... pero el asunto era peliagudo, debía de encontrar un medio de lograr interrogarlo sin que los Lahishins supiesen que era lo que había sucedido, y en este caso creía firmemente que un accidente estaría fuera de lugar por completo. Otro accidente más posiblemente dispararía todas sus alarmas y en este momento era algo que no me convenía para nada… debía de poder ponerle las manos encima pero de una forma que no levantase sospechas en los Lahishin todavía, tenía una idea de cómo poder hacerlo, pero era un pelín elaborada y bastante arriesgada de realizar.
Estuve pendiente de la llegada del sustituto de Zhiklus, que supuse acertadamente que llegaría con alguno de esos tres mensajeros que empleaba siempre Thalmunt. La primera impresión cuando vi al sustituto de Zhiklus es que era un tipo realmente imponente, tenía toda la pinta de un guerrero curtido en mil batallas... obviamente quizá ese fuese el rasgo menos importante para el puesto que le acababan de asignar, así que supuse que su "presunta" habilidad como guerrero solo sería un extra. Tras verle comprendí que a partir de ese momento debía de multiplicar mi discreción y aumentar mi invisibilidad en todo lo posible para no llamar su atención... ya que iba a empezar a operar en su zona no tardando mucho, de hecho mi primer blanco era el hombre que le acompañaba, uno de los tres "mensajeros" habituales de Thalmunt.
Me las apañe para colocar pequeños espías por toda la aldea con el fin de observar a mi presa e intentar averiguar sus cualidades. Lo primero que me empezó a quedar claro es que aparentemente no era ningún mago, lo que teóricamente me facilitaría las cosas bastante. Lo segundo es que en él había una fuerte presencia mágica de lo que yo definiría como "conjuros condicionantes"... Este tipo de conjuro sirva para condicionar determinados comportamientos en el blanco, contra mas afín sea este mas drásticos pueden ser estos condicionaste inducidos mágicamente. En este caso di por sentado que uno de los posibles condicionantes podría ser el suicidio en caso de verse en serio peligro de ser capturado, lo que era un problema muy serio para mí de ser el caso, y objetivamente dado que es lo que yo condicionaría primero dada la misión de ese hombre, debía de asumir que así habría sido, mas todavía conociendo a los Lahishin como empezaba a conocerlos.
Por otro lado también me quedo medio claro que ese hombre no era ningún estúpido, me pareció bastante inteligente y también bastante despiadado, ya que la primera instrucción que le dio al sustituto de Zhiklus fue que ejecutara de forma pública y del modo más desagradable que pudiese al guardia que había estado de vigilancia en la zona donde se inicio el incendio, y que ya que había claras pruebas de que se había embriagado, también incluyese en la ejecución al responsable de poner a alguien así en ese puesto. Según parecía opinaba que tan culpable resulto el borracho como el que le puso allí de guardia, también le dio órdenes de ejecutar de la forma "habitual" a los demás guardias adyacentes por no darse cuenta de la falta de su compañero.
Me pareció todo un poco subjetivo por su parte, pero lo cierto es que fue obedecido de forma escrupulosa. Tres guardias que estaban en zonas adyacentes al "borracho" fueron degollados sin más por su "negligencia", . Tanto el borracho como su inmediato superior, fueron encerrados en una especie de cajas rectangulares y quemados vivos, según las ordenes del sujeto en cuestión, debían de morir del mismo modo en que por su culpa se perdieron dos valiosos barcos y sufrido daños tres más, sin contar con las quemaduras de varios de los hombres y mujeres que intentaron extinguir el incendio. Según su forma de verlo, por su negligencia el fuego causo daños y ellos debían de morir por el fuego.
Estuvieron casi cinco días investigando lo sucedido entre los dos, atribuyeron la muerte de Zhiklus a un suceso totalmente natural, aunque por la forma en que examinaron la casa y sus alrededores temí que encontraran algo que se me hubiese podido pasar por alto y me descubriesen, afortunadamente no cometí el menor error. El sustituto de Zhiklus era un hombre llamado Kólbert... cuando vi como se comportaba durante estos días tuve de lo más claro que debería de tener muchísimo cuidado con él cuando empezase a moverme contra él y su organización de suministros de Thalmunt, porque si lo subestimaba podría llegar a tener muchísimos problemas, toda aquella zona estaba bajo el total y absoluto control de los Lahishin. Si existía un sitio malo para que me descubriesen, sin duda seria en aquella zona, muy lejos de Thalmunt como para poder atacarlos, pero muy cerca para que ellos me pudiesen atacar a mi o como mínimo poner a salvo su organización en otro sitio... y que todo volviese a empezar de nuevo en un par de cientos de años. La presencia de ese mensajero de Thalmunt me dio una idea, si como suponía podía sacar de él la información que necesitaba, entonces tenía una idea que hizo que me replanteara de nuevo el plan original, modificándolo sobre la marcha.
La quinta noche, justo cuando entendí que el mensajero de Thalmunt estaba preparándose para salir de regreso al día siguiente, me cole en la población, con la sana intención de poner cierto producto en los pellejos que usaba para llevar el agua y en las bolsas de transporte de su caballo, concretamente en una de ella, ya que cuando llego vi que era en la que llevaba la comida. Unte cierta sustancia en el interior de los dos pellejos de agua que llevaba, usando para ello un finísimo palito, mi intención no era envenenarle sino ponerle enfermo. Esa sustancia se secaba con cierta rapidez, de forma que para disolverse en el agua necesitaría estar en contacto con ella unas cuatro o cinco horas, y por mucho que se enjuagase el pellejo antes de llenarlo al estar seca no le afectaría prácticamente. En las alforjas puse unos pequeños gusanitos que en cuestión de tres o cuatro horas contaminarían la carne seca que llevara para comer.
Calcule que al ritmo que llevaba el mensajero tardaría unos cuatro días en internarse en las zonas montañosas del centro del continente, no obstante aun tardaría una semana más en poder llegar a Thalmunt por esa ruta, tiempo más que de sobra para que su agua le hiciese efecto y enfermara. Tarde un par de días en ver los primeros síntomas en el, empezó a tener mal color y a estar parando cada dos por tres para hacer sus necesidades. Tal y como sospeche reviso con lupa toda su comida, encontrando que parte de sus provisiones estaba contaminada con gusanos, esto último lo sé porque cuando la tiro y se fue la examine, comprobando que los gusanos que le puse en la alforja habían hecho su trabajo, haciéndole pensar que si estaba así sin duda era por haber comido los dos días anteriores de esa carne.
Después de eso, el tercer día cazo como pudo unos pequeños animales que aso y envolvió en ciertas hojas para que no se le pusiesen malos durante varios días... Mientras que hacia esto siguió bebiendo del agua que yo le había preparado, otra particularidad de lo que le puse en los pellejos, es que su efecto se pierde de forma progresiva cuando se diluye en agua, de modo que en una par de días o tres su agua dejaría de hacerle efecto y nadie llegaría a saber que esta había sido "envenenada". Dos días después justo cuando considere que peor estaría fue cuando actué contra él.
Estaba amaneciendo cuando lo deje sin sentido de un golpe seco en la cabeza, procediendo después a una lectura detenida de su mente. Sabía que si me había podido acercar a el de ese modo sin que se despertase se debía a su estado, por su temperatura cuando le puse la mano en la frente para leerle la mente calcule que debía de tener unos 40 o 41º de fiebre... sudaba de forma notoria, su sudor además era un sudor muy frio. Tras hacer la lectura de su mente registre todas sus cosas con mucho cuidado de no estropear nada... encontrado algunas cosas que tendrían un indudable valor en caso de querer venderlas. Llevaba consigo incluso cierta cajita de madera con unas hojas secas de cierta hierba alucinógena que finamente molida era muy apreciada por los mejores médicos para tratar a sus nobles pacientes y calmar sus dolores. Como podéis suponer lo que había en esa cajita valía muchísimo dinero para cualquiera que le pusiese las manos encima.
Por la mañana lo monte en su caballo, atándolo a él para que se mantuviese erguido, ya que como es habitual tras mi lectura su mente había quedado totalmente destruida. Cuando nos adentramos en la zona montañosa de las bandas, retire las cuerdas, y dando una palmadita en los cuartos traseros del caballo lo hice galopar. Solo necesite que se mantuviese sobre la silla unos cincuenta metros, justo el tiempo que necesite para derribarlo clavándole un dardo de ballesta en la espalda. Tras eso me fui dejándolo allí agonizante, aunque le mantuve vigilado para ver que ocurría con su cuerpo cuando fuese descubierto por alguno de los bandidos.
Fue como pensé, nada mas encontrarlo tres hombre se pusieron muy nerviosos, más si cabe cuando encontraron la caja de la hierba. Uno de ellos no debió de estar de acuerdo con quedársela y venderla, porque nada más darles la espalda para montar a caballo sus dos compañeros lo apuñalaron por la espalda. Tras esto limpiaron los dos cadáveres y los enterraron a unos cien metros del camino, desde ese momento ya tenía culpables a ojos de los Lahishin para el asesinato de su mensajero. Supuse que los compañeros de banda de esos tres no tardarían en dar con las dos tumbas y hacerse una "idea" de lo sucedido, tras lo que se iniciaría la caza de los dos "asesinos", antes de que los Lahishin se enterasen y decidiesen ocuparse de toda la banda. Tras leer la mente al mensajero encontré lo que estaba buscando, ahora sí que tenía una idea clara de lo que debía de hacer para eliminar a todos los Lahishin... el mensajero si tenía los datos que me eran necesarios, así que pase a la siguiente fase de mi plan.
Gracias a todo esto pensaba crear una pequeña guerra entre las distintas bandas de bandidos y Thalmunt. De modo que cuando terminara con ellos, fuesen las mismas bandas que ahora tenían totalmente dominadas quienes se encargaran de que ningún Lahishin superviviente que escapase de mi pudiese escapar también con vida de las montañas. Durante las dos semanas siguiente me dedique a poner mi plan en marcha, los Lahishin terminaron por enterarse de la muerte de su mensajero y su mirada fue hacia las bandas, mas cuando una de ella estaba buscando a dos de sus miembros con mucho afán y habían pedido ayuda a las demás de las montañas para encontrarlos.
Me dedique a ir cazando miembros de las bandas, mate como una docena de ellos, cada uno de diferente banda, haciéndolo al estilo Lahishin como si estos estuviesen lanzando una advertencia sobre todos ellos. También por otra parte elimine a un par de Lahishin que sorprendí regresando a Thalmunt, debían de ser gente de bajo nivel, ya que no me costo en lo más mínimo matarlos. Poco a poco fui tejiendo una red de asesinatos entre ellos, de modo que técnicamente los coloque en una situación en la que nada mas verse uno y otro grupo lo primero que pasaría por su mente es atacar al contrario. Una vez que verifique que mi plan empezaba a funcionar, pase a la siguiente fase del mismo, procedí a moverme con la sana intención de terminar con las caravanas de suministro que iban a Thalmunt, pensaba poner toda su perfecta organización patas arriba. El único problema es que debía de procurar hacerlo sin tener que usar mi magia... temía que de algún modo pudiesen reconocer mis patrones, igual que yo reconocía los suyos al usar la magia procedente del antiguo culto al Dios Loco.
Sabía por los datos que obtuve de Zhiklus que en cuestión de diez días más o menos una caravana de suministros debería de partir rumbo a Thalmunt, claro que tal y como estaba la situación en este caso iría debidamente escoltada. La caravana seria compuesta de unos sesenta carros y llevaría al menos un centenar de hombres con ella entre conductores y escoltas. Sabía que cuando esta llegara a cierto sitio los carros serian descargados y la mercancía dejada en unas cuevas de donde luego la recogerían los Lahishin... también sabia por Zhiklus que los Lahishin cuando fuesen a por la mercancía se encargarían de matar a cualquiera que estuviese por los alrededores. Atacar a los Lahishin cuando fuesen a recoger la mercancía podría ser peliagudo con un altísimo riesgo de ser descubierto, algo que no me podía permitir todavía, pero atacar la caravana antes de la entrega... bueno, para mí sería relativamente fácil.
El primer día de marcha de la caravana, apenas dos horas después de salir sucedió la primera desgracia para los miembros de la misma. Dos dardos de ballesta alcanzaron a sendos conductores de carro. Los animales que tiraban de estos, siguieron por inercia al carro que iba delante como si el conductor siguiese guiándolo. Si descubrieron los dos muertos, fue porque a los pocos minutos de recibir el segundo conductor su dardo, este rodo hacia un lado y quedo tendido sobre el asiento de conducción con la cabeza colgando hacia afuera en una posición muy antinatural. Cuando vi el revuelo no tuve más remedio que retirarme prudentemente pese a tener a otro de los conductores en el punto de mira de mi ballesta y el dardo listo para partir a su blanco. No queriendo correr riesgos y que ese disparo pudiese alertar sobre mi posición a la escolta me retire salvando el conductor su vida.
La escolta amplió el arco de protección de la caravana, evitando de ese modo que de nuevo pudiesen disparar contra los carros. A última hora de esa misma noche, justo minutos antes de que se dispusieran a detenerse para acampar, el escolta que cerraba la marcha recibió un dardo de ballesta en la espalda. Durante todo el camino habían ido por parejas, pero cuando vi que uno de los dos que cerraban la marcha se adelantaba para colaborar en la colocación del campamento donde pasarían la noche, decidí terminar con el otro escolta que había quedado solo. Tardaron casi cinco minutos en notar su falta, ya que al ir el ultimo a solas cerrando la marcha nadie se dio cuenta del ataque y de su caída del caballo, este continuo detrás del último carro tranquilamente.
En los dos días siguiente me limite a tenerlos controlados nada mas, pero sin volver a atacarlos. Espere pacientemente a que prácticamente finalizara la noche de ese segundo día para volver a atacar de nuevo. De los seis guardias que había vigilando el campamento, elimine a cuatro de ellos de los del último turno. Me deslice en silencio y cuando estaba a un distancia prudencial use mis dagas Khlomn contra ellos, una vez eliminados los cuatro me encargue de recuperarlas y retirarme otra vez a la oscuridad sin hacer el menor ruido. Dos días después de estos ataques volví a mi ballesta usándola con eficacia mortal de nuevo contra los conductores de los carros. Al haber entrado en una zona un tanto abrupta, tenía muchos sitios desde donde poder atacar, ese día elimine en un par de horas a media docena de conductores de carros ante las narices mismas de los escoltas.
Cuando entramos en los territorios de las bandas recrudecí mis ataques contra la caravana, causándoles una veintena más de bajas antes de entrar en territorio Lahishin propiamente dicho. La primera noche que entraron en el, elimine a dos de los guardias colándome hasta donde estaban los carros. Durante aproximadamente una hora estuve dejando regalitos en los víveres que iban destinados a Thalmunt, dudaba de que cuando llegaran allí muchos de ellos siguiesen siendo comestibles todavía. Tras esto desaparecí dejando a la caravana en paz. Durante el camino de regreso de la caravana una de las noches me volví a deslizar en el interior de su campamento eliminando a tres de sus guardias, deje en el interior de sus vacios carros varias pequeñas velas encendidas sobre el suelo de los mismos. Suelos que había sido debidamente untados previamente de grasa de fácil combustión, las velas las opaque poniéndolas unos pequeños recipientes encima hechos de hierbas que prácticamente impedían ver cualquier destello de luz fuera de los carros.
Una hora después de irme estallo el caos en el campamento al empezar a arder varios de los carros. Al menos una docena de ellos resultaron destruidos o seriamente dañados por el fuego, debiendo dejar sus restos allí. Si no me equivocaba mucho, Thalmunt estaría bastante enfadada cuando se enteraran de todo esto que le había sucedido a su caravana, y no digamos cuando se encontraran con mucha de la comida inservible. Dado que sabía que el jefe de la caravana nunca admitiría la posibilidad de que todo esto que les había pasado fuese únicamente obra de una sola persona, no tenía ninguna duda de que sus sospechas apuntarían hacia las bandas o hacia alguna de las organizaciones criminales del continente, llevando sus dudas a los Lahishin...
Todavía debía de calentar más el ambiente con el fin de obligar a los Lahishin a concentrar a sus hombres para resolver todo esto, de este modo debería de poder eliminar cuando atacase Thalmunt, al mayor número posible de ellos en un solo golpe. Tras mi caza de miembros de las bandas, estos tampoco confiaban en lo más mínimo en los Lahishin, esperaba que de seguir metiéndome entre unos y otros lograra que estallara una guerra abierta entre los dos bandos, Lahishin por un lado y los múltiples bandidos por otro. Cuando por fin llego la caravana, o lo que quedaba de ella, al sitio desde donde salió, me regrese a las montañas con la sana intención de cazar dos o tres miembros más de las bandas para aumentar la tensión.
Solo un par de semanas después una nueva caravana partió del puerto con destino a Thalmunt, solo que en esta ocasión eran más de medio centenar de carros y la escoltaban unos cuarenta mercenarios como la vez anterior, la diferencia es que en esta ocasión con ella iban al menos seis Lahishin. Solo con ver a estos seis era fácil imaginarse a que se dedicaban. Lo único malo de poner a seis asesinos a vigilar y proteger es que realmente es una estupidez, su entrenamiento está pensado para hacer justo lo contrario a lo que pretendían que hiciesen. Obviamente podían intentar usar sus conocimientos para defender la caravana y prevenir ataques por sorpresa como los que hice por las noches, ya que ellos podían pensar como yo, pero... creedme que sigue sin ser una buena idea malgastar esos hombres en esas funciones, y mucho menos hacer que permanezcan con la caravana, donde serian “blancos fáciles” para otro asesino.
La tercera noche ya sabía que uno de los asesinos estaba despierto toda la noche controlando a los guardias, si alguno de ellos caía este despertaría a sus compañeros y entre los seis darían caza al incauto. La razón de atacar esa noche fue que detecte un pequeño fallo en su campamento, vi un punto ciego por el que poder entrar al mismo sin tener que eliminar a ningún guardia. Me cole en el interior del mismo degollando a un conductor que para su desgracia estaba tumbado durmiendo en la posición que necesitaba. Tarde casi una hora en sustituir el cuerpo del conductor por el mío, ocupando el mismo espacio que el ocupaba a la vista del asesino que estaba vigilando. Una vez superado ese obstáculo fue coser y cantar para mí. Use una cerbatana con los seis, el peor fue el primero porque podría darse cuenta de lo que sucedía o caer sobre sus compañeros, por ello le puse al dardo tal cantidad de veneno como para que el asesino muriera antes de que la aguja del dardo se le hubiese clavado del todo. Luego me ocupe de los otros cinco, eliminándolos de forma totalmente silenciosa y sin que se diesen cuenta de que morían. Tras esto me retire tranquilamente por donde había entrado.
Este nuevo viaje fue todo un infierno para la caravana. Doce de los cuarenta guardias cayeron por mis dardos, también cayeron una veintena de conductores, además unos cuarenta animales fueron envenenados, viéndose obligados a abandonar una treintena de carros que quemaron para que nadie pudiese aprovecharlos. Tras este desastre, y pese a que debió de quedarles claro que alguien debía de haber contratado a algún profesional como ellos, achacaron la matanza de conductores, escoltas y animales a las bandas, creo que debieron de pensar que ningún asesino aceptaría un contrato contra ellos. Exactamente cinco días después de que la caravana dejase la mercancía de Thalmunt salieron varias partidas de Lahishin con la sana intención de volver a dejar claro quiénes eran los que mandaban en esas montañas. Varias partidas de bandidos fueron atacadas y "escarmentadas" por los Lahishin. Yo me refugie en una pequeña ciudad a una semana escasa de viaje de esa zona, tenía que descansar y recuperarme de toda la fatiga que esta parte del plan me había causado. También por otra parte me interesaba no aparecer por ningún lado hasta que la cosa más o menos volviese a su cauce y yo siguiese con mi plan.
Cuando me refugie en la ciudad de T'sord todos mis cuidados y elaborados planes estuvieron a punto de estropearse del modo más estúpido. Llegue por la mañana y estuve moviéndome por la zona de diversiones de la ciudad, enseguida note ciertos movimientos extraños hacia los forasteros. Me di cuenta de que desconfiaban de todo el mundo, por lo que conseguí averiguar deduje que los movimientos de los Lahishin en los últimos días eran los que estaban empezando a poner nerviosos a muchos, sobre todo a los miembros de organizaciones de los bajos fondos. Cualquier desconocido empezaba a ser mirado con recelo, sin duda temiendo que fuese algún Lahishin que fuera a por ellos o como mínimo a meter sus narices en sus asuntos. Por ese motivo ponían bajo vigilancia a cualquier persona que hiciese la menor intención de quedarse en la ciudad sin un buen motivo aparente y eso si que era algo que no me convenía ni lo más mínimo, el que me sometieran a vigilancia podría suponer un problema para mi, ya que alguien podría descubrir que era un mago, y eso era lo último que quería.
Decidí irme de la ciudad, considere que era lo mejor que podría hacer dadas las circunstancias. Desgraciadamente cuando salía de ella, a escasa media hora de sus puertas me cruce con un carruaje escoltado por seis hombres armados, tenían toda la pinta de ser los guardias de algún noble, cosa que efectivamente así era en realidad. No había llegado a retirarme del carruaje ni cinco metros cuando un grupo de diez personas cayeron sobre nosotros, y digo nosotros porque me metieron en medio de la pelea simplemente por el mero hecho de estar tan cerca, supongo que pensaron que mejor matarme que dejar testigos.
Dos de los guardias cayeron en los primeros tres segundos, dos más en los quince segundos restantes. Los otros dos aguantaron la embestida, no así el conductor del carruaje que recibió una flecha en la espalda, soltando las riendas y cayendo al suelo bajo el carruaje, que se detuvo unos pocos metros después. El asaltante que cayó sobre mí a los veinte segundos de empezar todo tuvo la malísima suerte de toparse con una de las hojas de mis espadas, que lo atravesó de parte a parte. Me deje resbalar de la silla del caballo al suelo y pase entre dos asaltantes, dejándoles a cada uno una de mis espadas metida en su respectiva tripita. Después saque a pasear mi Shilkka... los siete restantes cayeron en los treinta segundos completamente despedazados.
Del carruaje bajaron una jovencísima y muy elegante dama completamente asustada, iba acompañada de un chico muy joven, se preocuparon los dos por sus soldados caídos y por el conductor del carruaje, así como por sus escoltas supervivientes. La joven me hizo una invitación para ir con ella a su casa y escoltarla hasta allí, también para quedarme el tiempo necesario para que me recuperara de mis heridas... apenas un rasguño en un brazo, pero acepte. La casa de un noble seria el sitio ideal para pasar desapercibido y descansar, o eso pensé yo en esos momentos, de modo que acepte gustoso. Uno de los dos soldados se puso como conductor, y el otro y yo cabalgamos junto al carruaje hasta donde vivía la dama... una lujosísima mansión en la ciudad, en la zona noble de la misma. La casa tenía su terreno alrededor protegido por un muro que estaba constantemente vigilado por soldados pertenecientes a la casa de esos nobles.
Lo último que yo quería era meterme en los problemas existentes entre la nobleza de ese país, que es justo donde me fui a meter sin querer, en todo el medio de un problema sucesorio del trono del mismo. Por lo visto el trono estaba ocupado por un monarca muy anciano, y varias familias estaban interesadas en ser los siguientes que lo ocuparan a la muerte del actual rey, incluida la familia de esos dos jóvenes. El monarca según parece tenía previsto declarar a una de las familias más poderosas del país como sus sucesores.
La elegante dama era una joven de unos veinte años, por lo que me entere era la hija mayor de esa familia, su hermano pequeño solo tenía catorce años, en esos momentos, de conseguir su padre subir al trono ellos serian el futuro de la corona... y alguien por lo que había visto, estaba empeñado en que esa familia no tuviese ningún futuro. Si ellos dos morían, el rey no elegiría a esa familia como sucesora al no tener descendencia que asegurase el trono... y en ese nido de intrigas me fui a meter yo solito sin saberlo. También es cierto que acepte debido a la belleza de la joven y a lo que vi en su mente cuando hice una superficial lectura sobre los supervivientes del encuentro... digamos que los pensamientos de la joven sobre mí, no eran del todo castos y puros... por lo que resulto de lo más atractiva la invitación a ir con ellos a su casa, pensé que quizá incluso pudiese terminar pasando un buen rato con la joven Dama.
Llevaba ya cuatro días en la casa de la joven dama cuando entraron a presentarla a dos nuevas doncellas para la casa. Me lleve una buena sorpresa con una de ellas, una joven muy agraciada, era una asesina Lahishin, uno de los primeros Lahishin que elimine nada más llegar al continente Occidental la conocía, y sin lugar a dudas se trataba de una de ellos, además una de las mejores, automáticamente preste atención también a su acompañante, aunque a esta no la había visto en mi vida. Observe disimuladamente los movimientos de ambas mujeres cuando se retiraban, y en ambas se apreciaban ciertos movimientos comunes junto con su forma de mirar y analizar todo a su alrededor, principalmente la seguridad existente. Me pareció como si ambas formaran equipo, aun sabiendo lo raro que esto era entre los Lahishin... Su presencia allí me preocupo, sin duda yo no era su objetivo, por lo que entonces este debía de ser ambos hermanos, pero dada mi constante presencia con la joven Dama y su hermano como "amigo", junto con media docena de guardias, automáticamente me convertiría para ellas en un incomodo testigo al que objetivamente hablando, también se verían obligadas a eliminar.
Me las apañe para que ninguna de ambas doncellas, Lathia y Nethia, pudiesen acercarse a los dos hermanos interfiriendo constantemente de la forma más discreta que pude. Tres días después por fin ambas mujeres parecieron fijar su atención sobre mí. Ambas se me empezaron a insinuar de forma discreta, sin duda debían de haber llegado a la conclusión de que yo era el camino más factible para poder acercarse a sus blancos. Estuve dándoles largas a ambas durante otros dos días más antes de empezar a mostrar ciertos indicios de estar empezando a entrar lentamente en su trampa. Al quinto día decidí que era tiempo de mostrar ya los síntomas de estar cayendo completamente en sus redes y ver por donde salían las dos.
El sexto día tuve un dulcísimo "despertar", que para decir esto cuando supuestamente te estás despertando en manos de dos asesinas Lahishin tenía su miga. Me encontré con una sensación la mar de agradable cuando abrí los ojos... tenía a Lathia con sus pechos aprisionando mi endurecido miembro, mientras Nethia lamia con cuidado y delicadeza el extremo del mismo cuando asomaba por el canalillo de su compañera. Me estaban masturbando entre las dos, hice el amago de protestar, pero entonces Nethia que estaba de espaldas a mi chupándome el miembro, cogió una de mis manos y la introdujo por debajo de sus ropas, dejándomela encima de su mojado sexo. No lo dude ni un solo instante, me comporte como cualquier otro hombre normal en esa situación, metí dos dedos en el encharcado coño moviéndolos rápido.
A mí me tenían las dos a punto de caramelo para que me corriera en apenas cinco minutos, la chica a la que me estaba follando con dos dedos estaba también más o menos como yo, apunto también para recibir un orgasmo. Cuando note que me llegaba no les avise ni nada, quería ver lo que hacían en esa situación, y lo que hicieron fue retirarse con cierto retraso, lo que provoco que mi leche las llenara a las dos su cara con los chorros que escupió mi polla. Nethia, a la que estaba follàndome con los dedos, alcanzo también su orgasmo a la vez que yo, aunque este me dejo claro lo buenas que debían de ser las dos como asesinas, ya que no perdió el contra sobre si misma ni por un momento.
Rápidamente Lathia sustituyo a su compañera en mi polla, continuo ella chupándomela mientras Nethia se "recuperaba" del orgasmo. Cuando mi polla estuvo completamente erguida, ella se sentó encima clavándosela hasta la empuñadura. Empezó a moverse lentamente, de forma rítmica, batiendo sus caderas con sus músculos vaginales apretándome la polla amplificando de ese modo mis sensaciones de placer. Nethia cuando se recupero, se puso a su altura, entonces ambas chicas se pusieron a comerse los morros ante mi atónita y lujuriosa mirada. Sujete a mi amazona con ambas manos por la cintura, ayudándola en su cabalgada, notando como le llegaba un orgasmo sin que fuese capaz de controlarlo y así evitar que le alcanzase.
Con todo y con eso, me di perfecta cuenta de que Lathia, aun en pleno orgasmo, fue completamente dueña del control de su cuerpo, fue ella misma la que se dejo llevar y "sufrió" el orgasmo como una mujer “normal”. Para su desgracia tardo un par de segundos en dejarse arrastrar de modo natural por el placer y relajar su control sobre sus músculos, eso hizo que me diese cuenta enseguida de lo buena que debía de ser como asesina, ya que requería de un autocontrol y una disciplina increíble.
Tras mi corrida me lamieron los restos entre las dos, dejándolo todo limpito, luego salieron sonriéndome de forma muy coqueta y sensual, dejando en el aire promesas de mas placeres con ellas... cuando salieron y cerraron la puerta tras de sí mi cara abandono su estúpida expresión de felicidad y superioridad tras lo sucedido. Para poder dominar su cuerpo y sus músculos de ese modo en medio de un orgasmo, las dos, o por lo menos esa chica en concreto, debían de ser unas asesinas extraordinarias, puede que de las mejores de los Lahishin, más incluso de lo que yo creía por la información que tenía. Ese mismo día hice discretas averiguaciones entre el personal y los dos hermanos, llegando a la conclusión de que esa familia tenía gran parte de las papeletas para ascender al trono. También averigüe que el rey no estaría nada contento si alguno de ellos sufría un accidente, lo que justificaría el contratar unos asesinos de semejante nivel para eliminar a esos dos críos.
Mi problema era que estaba en todo el medio y con el escándalo que se armaría si los mataban, con toda la atención que atraería el hecho, podría ser todo un problema para mi necesidad de invisibilidad ante los Lahishin, lo que prácticamente me obligaba a eliminar a ambas asesinas de la forma más discreta y rápida posible... ahora tenía que ver cómo hacerlo y a estas alturas un doble accidente de ambas quedaba totalmente descartado.
CONTINUARA