Crónicas de Vhaalzord - Libro 8 - 1
Val regresa a la Academia Imperial de Khal-Tog-Kalhd para sellar el libro de rezos del Dios Loco, aunque primero tiene intención de estudiarlo en profundidad. El Gran Mago y el Emperador le envían a La Gran Biblioteca de la academia bajo el disfraz de un Anciano Mago Erudito.
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 8
Capitulo- 1
Se me presentaba una situación un tanto peculiar, ya me encontraba en el Imperio Khrissa, cerca de las montañas Khrissnarh. Necesitaba entrar en la academia Imperial de Khal-Tog-Kalhd para poder acceder a la Gran Biblioteca. Quería investigar a fondo el Libro de Rezos del Dios Loco para después sellarlo con el conjuro Arcano de Sangre que aprendí en el Gran Templo de Los Archipiélagos. Entrar en la academia no tenía por qué ser ningún problema, debería de poder colarme como me diese la gana, otro asunto era la Gran Biblioteca y estar en las cámaras de objetos el tiempo que iba a necesitar con el libro de rezos del Dios.
Lo más sensato sería dirigirme a Khissin, la capital imperial, allí podría hablar con el Gran Mago y el Emperador para solicitarles directamente el permiso para poder permanecer en la Gran Biblioteca sellando el libro con el Arcano de Sangre, en principio no tenía la menor intención de hablar nada sobre investigarlo. Eso por otro lado supondría estar en deuda con ellos, mas aun de lo que ya estaba por aceptar tenerlo bajo su custodia... no tenía muy claro cómo actuar en este caso... pero me convenía poder pasar tiempo en la academia, debido a su altísima proliferación de magia allí adentro, podía ejercitar conjuros sin que fuese posible descubrirme, incluyendo la creación de mis alados espías que seguían buscando la situación de la fortaleza de Thalmunt. Tome una decisión, así que me dirigí con paso firme a la capital para intentar entrevistarme con el Emperador.
Lo de entrevistarse con el Emperador de una de las naciones más poderosas del mundo... bueno, sino del mundo, al menos si del Continente Sur, digamos que eso es más fácil decirlo que hacerlo. Tres cuartas de lo mismo ocurre con el Gran Mago o su segundo, no son personajes que resulten de fácil acceso, como podréis suponer. Me quedaba todavía un cuarto personaje, el ministro del interior que también sabia quien era yo en realidad... pero era exactamente igual que con los anteriores, un pelín complicado de ver. Podía intentar acceder a cualquiera de ellos de dos modos, colándome y presentándome de sopetón, lo que no era un buen método de ganarse la confianza de nadie, o seguir el protocolo establecido para ello.
Me dirigí al palacio para intentar que algún secretario, chambelán o algo así me recibiera con el fin de poder solicitar audiencia con alguno de los cuatro que me interesaban, El Emperador, el Gran Mago, su segundo o el Ministro del Interior, pero nada, no hubo forma de encontrarlo y que estuviese dispuesto a atenderme en mi petición, era un no sobre otro. Ciertamente podría usar el sello que el propio emperador me dio la última vez que estuve en la academia (Un anillo con el sello imperial en relieve), pero intentaba no llamar la atención, aunque estaba empezando a darme cuenta que al final no me iba a quedar otro recurso que acudir a él cómo invitación a que me prestasen la debida atención.
Al final no pude evitar tener que decidir que usaría el dichoso sello, llamase la atención lo que la llamase, me acerque a un secretario del palacio para hablar con él, estaba sentado en una mesa, a su lado estaban dos soldados como guardias. Os juro que intente hablar con él, fui de lo más educado, diplomático y simpático que pude, pues bien, según escucho a quienes quería ver no me mando a hacer puñetas porque hubiese sido una falta de educación. Me leyó la cartilla sobre los imposibles para los mendigos como yo, después dio dos palmadas llamando a los dos guardias para que me echasen de allí. Llevaba todo el día intentando lograr mi objetivo y solo había sacado una sensación como de enfado... Sabéis la sensación esa de que cada vez que hay un gilipollas suelto este te tiene que ir a tocar siempre a ti, pues eso me pasaba a mí con todo esto... pero sobretodo con este ultimo idiota prepotente que me había tocado y la parte mala es que estaba empezando a desear con todas mis ganas transformar mi bastón en la Shilkka y explicárselo con ella.
Cuando los dos guardias se acercaron a mí con la sanísima intención de echarme saque de mi bolsillo el sello que me entrego el emperador poniéndome en el dedo y enseñándoselo, en el acto los dos cambiaron de actitud, mostrándose cautelosos, les pedí por favor que avisaran a su capitán, algo que uno de ellos salió para avisar a un compañero que estaba de guardia en el exterior del edificio que lo hiciera. Al poco llego el capitán con un sargento y seis soldados mas, entonces le entregue el sello al capitán para que pudiese observarlo de cerca, pidiéndole por favor que buscara aunque fuese al segundo del Gran Mago, le entregara el sello y le dijera tal cual yo se lo decía que la leyenda había regresado... solo eso. Vi que el capitán estuvo un poco reticente, pero ante la presencia del sello que estaba en mi poder opto por mandar al sargento que había ido con él a hacer lo que le dije.
El Capitán se puso pálido cuando vio entrar a toda velocidad al Segundo del Gran Mago que al verme se puso aun mas pálido que el capitán... se volvió al sargento y le dijo que buscara inmediatamente al Emperador, al Gran Mago y al Ministro del Interior diciéndoles exactamente lo que a él, le entrego el sello añadiendo que les dijera que el propietario del mismo estaba con él. Estuvo preguntándome nervioso por cómo me había ido todo... el capitán y el estúpido engreído estaban cada vez mas pálidos, y más todavía cuando regreso el sargento entregándome el sello diciéndole al Segundo del Gran Mago que el emperador nos esperaba en sus habitaciones, que por favor fuésemos lo más rápido posible que el mismo se encargaría de hacer que avisasen al Gran Mago y la Ministro del Interior para la reunión. Nos pusimos en marcha, no sin antes por mi parte agradecer al soldado que inicialmente me atendió su buen hacer, el Segundo entonces con curiosidad me pregunto el motivo por el que había tenido que ser atendido por el soldado cuando él no estaba allí para eso y yo amablemente se lo explique, no dijo ni media pero la miradita que le echo al estúpido engreído... en fin, que no creo que me gustara estar en su pellejo cuando el segundo tuviese tiempo para hablar detenidamente con él, y por los temblores que el hombre tenía creo que él también se dio cuenta de la mirada del segundo del Gran Mago.
Estuve reunido con los cuatro importantes hombres, les explique más o menos lo que quería hacer, pero el emperador me hizo una petición, me pregunto si yo podría crear en una de las criptas alguna especie de sitio secreto protegido para esconder el dichoso libro, una especie de nicho, agujero o algo así, ya que opinaban que contra mas escondido estuviese muchísimo mejor... lo cierto es que la idea me pareció muy buena, y de paso eso me permitiría tirarme el tiempo que necesitase en la biblioteca. Lo que me hizo menos gracia es que me dijeron que la creación de las criptas había generado "exceso" de curiosidad por doquier, y que por eso preferían que ese libro en concreto estuviese escondido donde nadie lo supiese con exactitud, incluidos ellos.
Los cuatro preferían que lo hiciese de incognito, sin que nadie lo supiese y eso era un problema... cuando lo dijeron y se quedaron pensando tuve un idea, ejecute sobre mí un conjuro de ilusión y transformación... mi aspecto paso a ser el de un anciano, o más concretamente como les dije, un anciano mago erudito perfecto para trabajar en toda la Gran Biblioteca... El Gran Mago y el Segundo quedaron asombradísimos, ya que de no saberlo no hubieran podido decir que lo había hecho con magia, estaba construido de tal forma que salvo que se buscase expresamente el conjuro sobre mi sería difícil que nadie se diese cuenta, además que conocía varios trucos mas para impedirlo en caso de que esa búsqueda sucediese de forma más o menos superficial y no lo hiciesen buscando a fondo sobre mí, los cuatro aceptaron mi idea del anciano erudito. El problema de ese conjuro es que tenía su punto débil, y este no era otro que el interferir con el poder mágico, en cierta forma bloqueaba el uso de grandes cantidades de poder. Podía subsanarlo usando por ejemplo mi bastón como conductor para ejecutar los conjuros, así esquivaba ese problema, pero por otra parte con este atajo también había sus limitaciones, solo esperaba no complicarme la vida como para que fuese un problema.
Según me dijo el Gran Mago, cada cierto tiempo solían enviar grupos de agentes a la academia para verificar que todo estuviese en perfecto orden, sobre todo después del alto nivel de interés que se aprecio con lo de las criptas. Ahora mismo por lo que me dijeron sonrientes la jefa de seguridad era alguien de total confianza... supuse a quien se referían cuando me lo dijeron así, efectivamente se referían a Nhizra, desde la última vez que nos vimos había ascendido lo suyo. Por otro lado Lizeth se había graduado, había estado un año en un par de misiones con enorme éxito, habían decidido dejarla descansar y que se pasara la marejadilla creada por sus dos misiones, por eso ahora mismo estaba asignada a la academia como profesora adjunta en magia de combate y ayudante personal de Nhizra. Eso sí que fue mi gozo en un pozo, de todos modos confiaba en pasar también desapercibido para ellas dos, aunque tendría que tener muchísimo cuidado con mi magia cuando ellas estuviesen cerca.
Una semana después partí de la capital rumbo a la academia Imperial de magia de Khal-Tog-Kalhd, acompañando al grupo de magos que iban a realizar la inspección. Entre los doce magos que formaban el grupo había dos de los que por su comportamiento catalogaría como "prescindibles", o quizá más bien como, "imbéciles prescindibles". Eran los típicos recién graduados que regresan a casa con cierto poder y que este se les ha subido a la cabeza, y en el caso de estos estaba claro que se creían alguien. Lo que los dos memos no sabían es que estaban siendo puestos a prueba por sus superiores y por ese motivo estaban en esta inspección, y si no la pasaban regresarían a la academia de nuevo o algo peor, su jefe tenia ordenes especificas sobre ellos dos... casi me daban lastima y todo.
Al llegar a la academia me separe de los inspectores, a mi me llevaron a presentarme al director de la misma, que me dio la bienvenida, me explico las reglas y lo que se esperaba de mi, mi falso nombre era Ka. Cuando termino le tendí un pergamino que llevaba expresamente para el de parte del propio Emperador, cuando lo leyó le cambio la cara, ya que las instrucciones del mismo eran clarísimas, colaborar conmigo en cualquier cosa que pidiera, fuese lo que fuese y estaba firmado por el propio emperador, le especifico que en referencia a mi únicamente haría caso a una orden directa de él, del Gran Mago o del ministro del Interior, vamos, de los tres hombres más poderosos del Imperio, añadiendo además que todo lo referente a mí se llevaría en el más absoluto de los secretos y estas órdenes solo debían de ser conocidas por él. Después de eso tuve que ir a visitar a la jefa de seguridad, a la que por cierto durante mi entrevista acompañaba su ayudante, entrevista que fue mas de los mismo... por cierto que tanto Nhizra como Lizeth seguían las dos tan bellísimas como recordaba, quizá incluso todavía más interesantes que antes. Ninguna de las dos me reconoció o sospecho siquiera de mí, o al menos no más de lo normal en ellas como máximas responsables de seguridad.
Cuando llegue a la biblioteca me encontré con que al bibliotecario jefe no le gustaba nada mi presencia allí, era poco menos que persona non grata para él, así que me mando a la sección abierta de la misma común para todos los cursos a literalmente... limpiar el polvo de los libros. Después de recibir esas instrucciones no negare que estuve sopesando tres opciones... La primera fue mandarle a hablar con el director o informar yo directamente a este. Como segunda opción estuve pensando seriamente en degollarlo, pero no lo creí oportuno porque sería llamar la atención de forma innecesaria, y la tercera fue hacer lo que me dijo, sin dejar por ello de lado mi función principal en las cámaras. Lo que no impidió que pensara que si se ponía pesado al verme en sitios de la biblioteca donde supuestamente no debiera de estar, siempre tendría tiempo de ver si para entonces todavía me seguía apeteciendo cortarle el cuello.
Una cosa que yo no sabía, ya que la vez anterior estuve como alumno, es que a cualquier persona enviada a trabajar para la academia, salvo los magos militares en el servicio de protección con excepción de su jefe, todos y cada uno de nosotros éramos considerados como profesores auxiliares en caso de requerirlo, ya que todos teníamos alguna especialización en magia... ilusión, ataque, defensa, convocaciones, transformaciones, conocimientos generales, leyendas, etc.... Por lo visto en mis papeles, el Gran Mago me había puesto como comodín para todo lo que fuese necesario, vamos que podía dar clase de cualquier cosa, algo que no diré que no me mosqueo en su momento al no verlo nada claro para no llamar la atención, pero me argumentaron que al fin y al cabo se suponía que era todo un Anciano Mago Erudito... Después de ver el caluroso recibimiento del responsable de la Biblioteca, empecé a estar seguro de que me esperaban unas cuantas horas como profesor...
A los quince días un poco antes de la apertura de las puertas de la biblioteca, el bibliotecario jefe me sorprendió saliendo de una de las criptas, para su asombro me vio también como la volvía a sellar dejando todos sus precintos intactos, algo que desde luego no era para nada normal, ni el salir de allí ni el volver a colocar los sellos con tanta facilidad, no veáis la que me vino a liar, preparándose para atacarme incluso. Entonces hice un par de rápidos conjuros contra él, uno para estrangular su cuello con haces mágicos y ahogar así su voz, el segundo conjuro fue uno de inmovilización, realmente pude hacer esto así de sencillo porque le pille a contra pie y por algún motivo no me consideraba en lo más mínimo como alguien peligroso. Entonces...
- Ka (Val) : Por esta vez le voy a soltar... si tiene algún problema conmigo hable con el director...
- Bibliotecario : Pero quien se cree usted que...
- Ka (Val) : Alguien que en la próxima ocasión que usted interfiera con su trabajo le matara...
- Bibliotecario : ¿Cómo que interfiera? ¿A qué se refiere usted?
- Ka (Val) : Soy ya muy mayor para estos juegos de dimes y diretes... además mi paciencia tampoco es ya lo que era... hable usted con el director y que él le aclare mi verdadera situación... antes de que me canse usted y lo mate... Puede creerme que si continua interfiriendo conmigo de este modo, al final terminare por hacerlo…
Me fui hacia mi puesto en la general de la biblioteca mientras él iba directo a ver al director, por su cara cuando regreso supe enseguida que el director le había debido de leer la cartilla a base de bien. Vi que lo que fuese que le dijera el director le había sentado muy mal, me resulto de lo más evidente que debía de estar rumiando como poder deshacerse de mí en el menor tiempo posible, y debo de decir para ser sincero, que no pensé en ningún momento en lo de las clases... era algo que había archivado y casi, casi olvidado. Además era algo que no podría achacárselo a él ante nadie ya que no tenía nada que ver con eso, aun sabiendo que su manita era la que estaba detrás… lo que no sabía él, era lo poquito que a mí me importaba eso tan civilizado de necesitar pruebas antes de matar a alguien. El pobre tipo no sabía bien los riesgos que estaba corriendo como de verdad llegase a convertirse en un serio problema para mis fines.
Desde luego el hombre se las apaño para maniobrar de fabula, me mandaron para cubrir un par de clases con los de último curso... además de las más duras, magia de combate, lo que con mi aparente edad... en fin, que me resulto de lo más gracioso todo, menuda forma de reírme cuando me entere, no os hacéis a la idea… El problema de la clase del último curso es que ya se creen magos y es un desorden de cuidado, les encanta pinchar y poner constantemente a prueba a los profesores, eso sí, también dependiendo de quien fuese este, porque por lo que averigüe despues, cuando alguna vez habían tenido que dar clases con Nhizra o Lizeth las bromitas las dejaban de lado en el acto, según alguna de las dos entraba por la puerta de alguna clase, automáticamente todos los alumnos se ponían en plan estudiantes ejemplares, por lo visto ninguna de las dos destacaba por su sentido del humor... o más concretamente si destacaban, pero por su "nulo Humor" y excesiva mala leche.
Por lo que me entere a posteriori, una bromita muy habitual con las profesoras era un azotito mágico en el culo que picaba de lo lindo, vamos, como si les dieran un golpe seco de refilón usando solo los dedos índice y corazón en la nalga. Por lo que averigüe a Lizeth y a Nhizra también las recibieron así en su primera clase… y el resultado fue el de que los tres alumnos que les dieron los azotitos, terminaron con los curanderos después de que ellas lo recibiesen. A Lizeth le dieron dos azotes simultáneos dos de los graciosos de turno, ella les correspondió con otro a cada uno de ellos que los mando de forma violenta a más de seis metros, chocando ambos contra la pared del aula, dejándolos heridos y semí inconscientes… después por lo que me contaron cogió a los dos gimoteantes y doloridos alumnos por las túnicas, y los lanzo al pasillo como dos fardos mientras mandaba una criatura con un mensaje a los curanderos para que los recogieran. Tras esto cerró la puerta y siguió con las clases. Con Nhizra la cosa fue todavía peor, cuando recibió el azote lanzo al gracioso por la ventana de la clase, que estaba en el segundo piso… esta ni se molesto en avisar a los curanderos o a mirar tan siquiera para ver que le había sucedido al alumno, se limitó a continuar con la clase como si no hubiese pasado nada.
A los curanderos los llamaron los alumnos y profesores que estaban en los jardines cuando cayó el gracioso como llovido del cielo… Creo que ahora comprenderéis mejor porque con ellas todos se comportaban de una forma tan educada y correcta… Más aun después de que a los tres susodichos les cayera un castigo de aúpa y a ellas dos nadie les dijera ni media… Desde entonces en la academia se rumoreaba que para sancionar a esas dos la sanción debería de proceder del mismísimo Emperador (Lo que era cierto, aunque era algo que solo el director sabia). Todo el mundo procuraba no tener problemas con ellas, ya el que se metiese por medio el Emperador... digamos que no era la forma más recomendable de llamar su atención si querías ascender en tu carrera.
En esta ocasión mis habitaciones estaban en un edificio destinado al profesorado y personal de la Academia, tenía además total libertad de movimientos, cosa que la vez anterior como alumno no tenía. Debo de señalar que dado que todos los profesores comían juntos en un mismo salón con el resto de personal, aproveche para ir informándome detalladamente sobre todos los presentes, y desde el mismo momento en que me convirtieron en profesor también aproveche para obtener datos sobre los estudiantes y de qué pie cojeaban, ya que los profesores los conocían perfectamente. Eso sí, siempre dentro de lo posible y intentando no llamar su atención para nada, también procuraba interactuar lo mínimo posible con Nhizra o Lizeth, aunque afortunadamente ellas no hacían tampoco la menor intención de acercarse a mí para nada.
La semanita que estuve dándoles clases fue... instructiva. Procure no destacar en lo más mínimo o llamar la atención de nadie sobre mí. Aun así creo que hice un buen trabajo, ya que no perdieron nada por estar conmigo, incluso en algunos casos esa semana les vino bien. Digamos que quede como un buen profesor, pero algo blandito, puede que incluso demasiado blandito con los alumnos... Digamos que tras esa semana nadie me veía como potencial relevo suyo en caso de necesidad, quedando relegado a mi puesto de la biblioteca, para mayor gloria y alegría del bibliotecario Jefe, al que no veáis como le jodío esto.
Otra cosa que descubrí es que en esa última clase por algún motivo era principalmente de jóvenes, no había ningún adulto con ellos, con lo que eran aun más difíciles de lidiar. Por lo que averigüe cuando indague sobre ello, los aprendices de más edad, al llegar a determinados cursos eran separados de sus compañeros más jóvenes. Los adultos se comportaban de modo mucho más serio con sus estudios que los jóvenes y avanzaban más rápido en sus especializaciones lejos de las bromas, jolgorios, diversiones y distracciones de sus compañeros de menor edad. Un hombre de 30 o 40 años no era propenso a perder el tiempo con las estupideces de un joven de 14 a 20, ellos se centraban por completo en los estudios sin distracciones, sabiendo bien lo que se jugaban y por ese motivo eran separados. Como en todo con la academia, se podrá o no estar de acuerdo con ello, pero era indudable que si lo hacían así es porque se había demostrado que era como funcionaba mejor, y allí lo primordial era la efectividad y la eficacia en bien del imperio.
Si por las tardes solía estar en mi puesto en la biblioteca, entonces por las mañanas estaba casi todo el rato en las criptas, o viceversa, dado que el acceso a ellas partía de una habitación muy protegida y que salvo el Bibliotecario jefe casi nadie entraba allí, mis incursiones en ellas paso totalmente desapercibida para el resto del personal de Biblioteca. Por las noches me dedicaba a la búsqueda de Thalmunt, aunque debo de decir que como hasta la fecha, sin ningún éxito con ello.
Llevaba ya casi tres meses estudiando el libro cuando llegaron las fechas de los exámenes de control para los alumnos. Lo cierto es que yo nunca había estado en ninguno de estos para los cursos superiores, y me encontré con alguna que otra sorpresa. Por ejemplo había algunas pruebas de capacitación intermitentes y por sorpresa, que tenían que llevar a cabo contra alguno de los profesores ya que solían ser pruebas de combate o habilidad. Pero para mi asombro, en algunas de ellas las clases podían atenerse a un examen con un profesor que la academia decidiera para ellos, o bien elegir ellos mismos con que profesor hacerlo. Por supuesto esto último no era gratuito para los alumnos, ya que si elegían esta segunda opción conseguían menos puntos por superarla, pero si fallaban… digamos que la cosa se les podía complicar bastante. Querían que ellos mismo fuesen tomando sus propias decisiones y fuesen conscientes de que todo tenía sus pros y sus contras. Ahora intentad adivinar la última clase a quien eligió para el examen. Animalitos, no eran conscientes ninguno de ellos de lo que acababan de hacerse a sí mismos al elegirme, con las ganitas que les tenia a todos ellos por sus bromitas y chanzas.
Con el fin de asegurarse una buena calificación y no "correr riesgos" me eligieron a mí, dado que había estado dándoles clase más de cinco días como profesor, era elegible según las normas. Lo cierto es que de todos ellos no había ni uno solo que considerase que no estaba listo para enfrentarse a mi... fue divertido porque de los 37 alumnos que hicieron la prueba conmigo 36 la suspendieron, y el que faltaba quedo técnicamente en tablas, esto último fue además con el alumno presuntamente más débil de todo el curso, Jhargu, un alumno que por cierto se pasaba una importante cantidad de tiempo en la biblioteca, y con el que había estado hablando más de una vez sobre magia, alentándole, aconsejándole, guiándole en cierto modo y el, quizá debido precisamente a esto en ningún momento se fio de mí o de mi apariencia en lo más mínimo, siendo el único que logro aprobar con condicionantes al no haberme podido superar tampoco... me estuve riendo de todos ellos y las caras que se les quedaron cuando llegue a mis habitaciones lo que no está en los escritos.
Las pruebas tenían lugar en la Arena de enfrentamientos, porque era donde estaban las protecciones más poderosas. La prueba que tenían que realizar conmigo era un enfrentamiento mágico, estando mi uso de poder muy limitado... todos y cada uno de ellos me tomaron a chiste cuando salieron, imaginadme, un ancianito con cara de buena persona y un bastón que abultaba casi más que el… casi se podría decir que mi imagen era una tierna escena. Durante todo el ejercicio con mis “alumnos” estuve usando mi poder como me dio la gana, solo que lo hice usando el bastón como conector para que no se notara, todo lo que use parecía que estuviese preparado de ante mano en el bastón, algo valido para las pruebas, solo hubiesen tenido que descubrirme usando mi poder atraves de él para haber aprobado, pero ninguno se paró a pensar dos veces. Cuando terminamos parecía que me hubiese tirado toda una semana reuniendo poder y conjuros en mi bastón para esta ocasión, y aun así ninguno de ellos fue capaz de descubrirme.
Vencí a todos los alumnos por “agotamiento”, ya que también ellos tenían evidentemente ciertas limitaciones para usar su fuente interna de poder, pude con todos excepto con uno, Jhargu, justo con el más débil, que me pillo enseguida la intención de agotar su poder para vencerlo, se limito a intercambiar leves golpes conmigo, midiendo cuidadosamente el uso de su poder para no ser vencido de ese modo, al final logro un empate por límite de tiempo ya que yo también debía de controlar el uso de poder que hacía para que no me descubriese el truco al alargarse tanto el combate. Observe en las caras de varios de los alumnos más poderosos como no les había hecho la menor gracia ver al inútil del curso saliendo ileso, que no victorioso, ya que tampoco me pudo vencer, pero al menos no salido derrotado como los demás. Supuse que el pobre chico tendría más de un problema con ellos y que me lo empezaría a encontrar de una forma más habitual en la biblioteca, algo que pensé que me podría venir la mar de bien y de paso poder ayudarlo a mejorar también.
Para poder investigar en el continente occidental usando mis rapaces, el sitio ideal del que hacerlo era la propia biblioteca con la altísima concentración de magia de todo tipo existente en ella pero el nivel de concentración que me exigía para “ver” a través de ellos podía llegar a ser un problema, y creí que ese chico me podría servir como un perfecto enmascaramiento de mis acciones. Cuando llego al día siguiente Jhargu apareció por la biblioteca como siempre, empecé a llevar nuestras conversaciones en la dirección que a mí me intereso, cuatro días después me pidió ayuda para intentar mejorar, algo que acepte en el acto. Me concentre en el, en ayudarle a aumentar poco a poco su control sobre su fuente interna de poder mientras que yo simulando hacer lo mismos, en realidad buscaba con mis Rapaces la esquiva Thalmunt.
Parecía que todo iba más o menos bien, en esos días por las mañanas estaba en mis funciones en la Biblioteca, por la tarde con Jhargu, ayudándole a mejorar su control sobre su poder mientras que yo me concentraba en descubrir Thalmunt… cualquiera que nos viera parecería que únicamente le estaba enseñando el uso del control, haciendo el ejercicio con el fin de guiarlo a través de ejemplos prácticos. De hecho el principal problema de Jhargu consistía en su resistencia física, ya que era de constitución débil... pero pensaba que ese era un hándicap que en su caso concreto no tendría problemas en superar ya que era tan brillante como inteligente. Esto me era posible porque el estudio del libro de rezos me llevaba mucha energía, cansándome mucho, por lo que me tomaba frecuentes periodos de descanso.
Como digo toda parecía ir viento en popa, pero por lo visto el Gran Bibliotecario seguía igual de molesto conmigo o más, creo que incluso más después de lo de los exámenes. Empezó a maniobrar para que me usasen más veces como profesor de las distintas materias y en distintos cursos… Os aseguro que cuando me di cuenta de esto me empecé a enfadar y a considerar muy seriamente la opción inicial de degollarlo tranquilamente terminando así con su interferencia, pero por razones obvias de discreción no lo hice. El principal problema radicaba en que después de lo del examen los demás profesores empezaron a reevaluarme como posible sustituto, incluida la dirección. El director en ese sentido tenia carta blanca de acuerdo a mis papeles, no para saturarme pero si para emplearme en lo que mejor considerara que podría ser útil mis conocimientos para la academia, dada mi situación, solo tendría que sustituir mi tiempo de “trabajo” en la biblioteca por tiempo dando clases.
Fue entonces cuando me di cuenta de la hábil jugada del Gran Mago, desde su punto de vista si por las mañanas o las tardes daba clase no me retrasaría mucho con mi misión, ya que ese tiempo debería de emplearlo de todos modos como cuidador de la Biblioteca. Pero si en lugar de estar haciendo eso, me ponían como profesor, a los alumnos de la academia les estaría dando clase uno de los magos más ladinos, intrigantes, discretos y poderosos que nunca hubiesen existido. Creo que de algún modo esperaba sin duda que eso les hiciera mejorar más aun, al absorber algo de mis conocimientos aunque fuese de forma involuntaria al recibir clases de mí. No me enfade por eso, pensé que en cierta forma seria un modo de pagar por sus servicios de custodia sobre el dichoso libro, aunque fui incapaz de ver todo lo que el Emperador había tramado para mí y el porqué de darme tantas facilidades... Creedme que iba a devolverles el favor que hacían al custodiar el libro con creces.
Mientras estaba con Jhargu "practicando" el control, yo también tenia algunos de mis pequeñines dispersos a nuestro alrededor controlando con el fin de evitar que pudiesen sorprendernos. Lo cierto es que la segunda semana que estábamos con los entrenamientos mis pequeñines sorprendieron a una parejita haciendo cositas... En los exteriores de la biblioteca había habilitadas unas salas de estudio y prácticas para los cursos superiores a las que tenían libre acceso, desde ellas no podían alcanzar el interior de la misma al estar en un edificio independiente. Esas salas también contaban con poderosas protecciones para evitar que cualquier práctica mágica pudiese organizar algún desastre. Las normas respecto a ellas eran claras, cualquier uso por parte de los alumnos que no fuese el estudio significaba la expulsión inmediata de los implicados, fuese lo que fuese que estuvieren haciendo en ellas. Una de las cosas de la que me di cuenta desde mi nueva perspectiva de la academia, es que a medida que los alumnos avanzaban de curso, las normas para ellos cada vez iban siendo mucho más duras y drásticas… incluso en los dos últimos cursos había determinadas cosas que podían suponerles la pena de muerte, así de serio se tomaban la formación de los futuros magos del imperio.
Era todo un dilema, si yo los sorprendía sus carreras estarían arruinadas del todo, eran además dos de los más brillantes estudiantes de la academia. Tuve una idea... le dije a Jhargu que íbamos a cambiar de práctica, en esta ocasión practicaríamos invocaciones... yo convoque un ave y a él le hice convocar un gato... Cree un ejercicio para que lo controlara de forma que tuviese que llevarlo en persecución de mi ave en dirección hacia donde estaban esos dos alumnos apunto de follar
El chico no hacía más que meter mano a la chica, besarla y acariciarla, intentando meter por todos los medios una de sus manos por debajo de la túnica de ella para llegar a su tesoro, mientras con la otra la acariciaba los pechos. Ella aun jadeando por el placer que las caricias le estaba haciendo sentir, evitaba con todavía cierta firmeza que él pudiese alcanzar su objetivo final, que no era otro que follàrsela bien follada... A través de mi criatura vi como ella poco a poco empezaba a relajar su resistencia, siendo cada vez menos firme.
En cuestión de un minuto el chico había logrado calentarla de modo que esta aceptara echar un polvo con él. Vi como se colocaba sobre ella y la penetraba, empezó a moverse rápidamente, embistiéndola con ganas. Poco a poco los dos empezaron a jadear por lo que sin duda debían de estar sintiendo, espere a llevar mi ave hasta el cuarto todo lo que pude. Con cierta malicia estuve observando cómo los dos alumnos estaban cada vez mas excitados, como cada vez estaban más próximos a llegar al clímax… cuando calcule que era tiempo de fastidiarl… digo de interrumpirlos hice que mi pájaro llegase al alfeizar de la ventana, obligando a que Jhargu hiciese que su gato saltase también allí en persecución de mi pájaro.
Cuando el gato de Jhargu se situó sobre el alfeizar de la ventana de la sala, interferí con su control el tiempo justo como para que el gato saltada dentro de la misma, y claro, Jhargu atraves de los ojos de su gato los vio a los dos en su interior la mar de entretenidos... se quedo clavado sin saber qué hacer, era plenamente consciente de lo que ocurriría si yo los descubría allí... Vi su batalla interna, le estaban puteando y ese chico era uno de ellos, pero pese a todo esos dos eran compañeros suyos... veía una lucha entre la oportunidad que tenia de vengarse y la que tenia de cubrirlos...
Para obligarle a decidirse hice que mi pájaro se acercase a la ventana más de la cuenta, pero manteniendo un ángulo que me impidiese “ver” atraves de sus ojos lo que sucedía allí adentro. Vi como Jhargu hacia que el gato se situase ante los morros de ambos amantes y les soltase un maullido, casi me reí cuando vi la cara que pusieron los dos al ver al gato, más todavía cuando este les soltó un bufido poniéndose de uñas. Además y dado que ambos nos estábamos acercando a la sala, Jhargu se las apaño para poder darme una voz llamándome, solo necesito que ellos escucharan el “profesor” que soltó cuando me llamo para que ambos se pusiesen pálidos como muertos y saliesen de allí a la carrera con sus ropas en las manos, eso sí, completamente desnudos ya que no se entretuvieron ni en vestirse… Ambos sabían lo que ocurriría si ese profesor los sorprendía allí a esas horas y de esa guisa. No pude evitar una leve sonrisita, el gato les había interrumpido justo antes de que alcanzaran el orgasmo, justo en el momento más divertido del polvo… pensé que no era un mal castigo.
CONTINUARA