Crónicas de Vhaalzord - Libro 26 - 5 (Final)

La situación de Val se vuelve aún más complicada en este último capítulo del libro, todo parece encaminarse en una única dirección, forzarle a asumir quien es en realidad… y sus responsabilidades como tal.

CRONICAS DE VHAALZORD

Libro - 26

Capítulo- 5

Estábamos atravesando la capital y cada vez me estaba inquietando más con Mina y Amaratha, al extremo que incluso Shless se dio cuenta de ello.

  • ¿Alguna cosa que yo deba de conocer con respecto a la Reina?
  • No Shless, no pasa nada
  • Bien, entonces… ¿Por qué motivo no dejas de tenerlas controladas a las dos? –replico mirando de reojo cinco filas de Khulgan más atrás, donde se encontraban cabalgando con las cabezas casi pegadas las dos “mujeres”.
  • Porque son incapaces de estar juntas sin discutir y casi pelearse de forma física… aunque no lo creas… -expliqué, sin perderlas de vista con el borde del ojo.
  • Entiendo, y ahora además están usando un conjuro entrelazado para que nadie pueda escucharlas… Tampoco parece que discutan…
  • Eso es obvio Shless, y no ayuda nada… -replique sarcástico, para luego añadir entre dientes- Que narices estarán tramando esas dos…
  • Dado que te miran de vez en cuando de reojo, creo que están hablando sobre ti…
  • Gracias Shless, o poderos Dragón entre los Dragones, ¿me quieres decir alguna otra cosa más que yo ya sepa? –repliqué sarcástico.
  • No, creo que no, que eso es todo…

Os aseguro que me sentó muy, pero que muy mal la estúpida y sarcástica risita metálica que le salió al puñetero Gran Nahkkar cuando me dijo eso último. Lo cierto es que apenas llegaron a cabalgar tras nosotros durante cinco minutos antes de retroceder y poner a varios Guerreros Khulgan entre medias. Luego una vez alcanzaron la posición que debieron de considerar como “suficiente”, entrelazaron entre si varios conjuros que impedían que pudiésemos escuchar sin ser detectados por cualquiera de ambas. Eso, el que no me perdiesen de vista de modo más o menos disimulado, que además pareciesen estar de acuerdo en lo que fuese que estuvieran hablando y encima sin discutir entre ellas… me estaba poniendo muy, pero que muy nervioso.

Una vez entramos en terrenos del palacio atravesando su muralla, la cosa fue a peor. Nada más cruzarla un Dragón hembra acudió en su forma Draconiana directamente a Amaratha, quien de inmediato se transformó partiendo a toda velocidad seguida de inmediato por Shless, quien también tomo su forma de Dragón en segundos. Mina de inmediato avanzo hasta colocarse a mi altura…

  • ¿Qué es lo que pasa?
  • No tengo ni la menor idea, pero bueno seguro que no es
    • A esa conclusión te aseguro que ya había llegado yo por mi misma…
    • ¿De qué hablabais Amaratha y tu hace un momento?
    • No me has contestado aun a mi pregunta Val…
    • No, no lo he hecho. Supongo por el modo de comportarse de ambos que esa Dragón traía noticias del Gran Consejo Nahkkar… y no eran buenas.
    • ¿Por nuestra culpa?
    • Muy posiblemente, si… y ahora, te toca contestar, ¿de qué hablabais que no queríais que me enterase?
    • De sexo, concretamente de sexo contigo..
    • ¡Oh! –fue lo único que pude decir, pues eso sí que no me lo esperaba.
    • Si, ¡oh!, eso creo que lo define perfectamente –replico Mina irónica y con una sonrisita extraña.
    • ¿Y llegasteis a alguna conclusión de que va a ocurrir cuando le llegue el momento a Amaratha?
    • ¿Te refieres a si se cómo me lo voy a tomar yo?
    • Si, más o menos…
    • Bien, si es como dice Amaratha me lo tomare bien, de hecho, bastante bien… -sonrió maliciosa-. Pero sabes Val, en tu lugar, si Amaratha tiene razón, quizá fuese más sensato que te preocupases por cómo te vas a sentir tu cuando le llegue el momento de aparearse.
    • ¿Qué quieres decir con eso?
    • Nada que yo deba de explicarte, sobre eso, si quieres más información, habla con Amaratha, es ella quien tiene que darte las explicaciones… si es que lo considera oportuno, claro –matizó al final.
    • No me hace gracia Mina…
    • No, supongo que no, pero así es la vida Val… unas veces eres tu quien decide que ciertas cosas no son asunto nuestro de momento, y otras como esta, somos nosotras…

Tras eso se encerró en un estado de mutismo del que no hubo forma de sacarla. Si ya me mosqueaba antes esa especie de confabulación que parecían estar demostrando las dos, ahora tras la “charla” con Mina, pasó directamente a preocuparme en serio. Según Mina por lo que yo había entendido, las dos habían estado hablando de tener sexo conmigo, y mi compañera, con lo celosa que siempre se había mostrado, ¿de repente aceptaba la situación con Amaratha sin verle el menor problema?... Decir preocuparme era decir muy poco en comparación a como me sentía…

La sala del Consejo se encontraba en la planta baja del enorme palacio de la Reina, nosotros fuimos conducidos directamente a las que supuse que serían nuestras habitaciones en una de las grandes torres esquineras de la compleja fortaleza que era la residencia de las Reinas del Norte. El alboroto de la sala del consejo se podía percibir incluso desde allí, tantos poderosos Dragones juntos creaban una curiosa sensación ambiente como de una corriente mágica. Si tratabas de realizar cualquier conjuro, por simple que fuese, se percibía la enorme acumulación residual de poder mágico Draconiano en el ambiente, sin olvidarnos del leve olor como de fosforo y azufre quemado tan característico del fuego procedente del aliento de los Dragones.

Trate de hacer algo parecido a desplegar mis sentidos, intentando percibir lo que fuese que estaba ocurriendo en la sala del consejo, sin lograr prácticamente nada excepto verificar lo que ya sabía, que allí abajo había una buena cantidad de Dragones muy enfadados. Sin embargo, algo que sí que logre y que no buscaba, fue algo parecido a “enlazarme” con Amaratha a nivel mental, lo que me permitió recibir de golpe, directamente y por sorpresa, la virulencia de su furia por lo que fuese que se estuviese tratando allí. La cara me debió de cambiar ante lo que sentía, porque Mina se acercó a mí con cara de preocupación…

  • Val, ¿Qué ocurre?
  • No lo sé… aun. Vamos… sígueme… -replique poniéndome en marcha a la vez que fortalecía todos mis conjuros defensivos a máximo nivel, incluidos los que compartía con Mina o Amaratha y estaban anclados a mi fuente interna de poder.
  • ¿Dónde vamos? –replico mientras me seguía.
  • A la sala del Gran Consejo…
  • No creo que eso le vaya a gustar a Amaratha…
  • No, no le va a gustar, pero me da igual… Me guste o no, lo cierto es que soy el  "Nishinn-tag-Nakriss", y ya va siendo hora de que empiece a demostrarlo.
  • ¿Y tiene que ser precisamente ahora? ¡¡Joder Val!!, ¿no podías escoger otro sitio que no fuese ante varios de los Dragones más poderosos que existen?
  • ¿Tienes miedo Mina? –pregunte irónico.
  • Pues, si Val, sí, claro que tengo miedo. Y tengo miedo, porque tengo sentido común, algo que de repente a ti parece faltarte…
  • Sabes lo peor Mina, que el que ahora sientas miedo, precaución, preocupación, o como quieras definirlo, es en realidad culpa mía. No eres tu quien deberías de sentir eso por ellos, sino al revés, ellos son quienes deberían de ser muy, pero que muy cautos contigo.
  • Sí, claro… -la corté.
  • Ya llegamos –me volví para hablar con ella directamente, frente a frente-. Cuando entremos, ves directa a situarte junto a Amaratha, no te detengas por nada. Una vez llegues concentra tu poder y espera…
  • ¿Esperar a que?
  • Esperar a apoyar a Amaratha con tu fuerza y capacidad mágica si te lo pide… Pero si no lo hace, permanece quieta, sin moverte y sin intervenir… ¿tienes claro lo que tienes que hacer?
  • Sí, pero no te prometo que lo haga… -me replico apretando los dientes.
  • No me hace falta que me lo prometas, eres una mujer muy inteligente Mina, tu misma te darás cuenta de que es de ese modo como tienes que actuar… Ahora, vamos dentro…

Me di media vuelta y sin esperar a que Mina me pudiese replicar, abrí las puertas de la sala del gran consejo Nahkkar. Bueno, mejor dicho, puse las palmas de las manos sobre ambas puertas de madera, sobre cinco metros de altura, cuatro de anchura, reforzadas con flejes de acero y unos casi mil kilos cada hoja, y las mande a volar hacia el interior de la sala. Obviamente conseguí mi propósito, hacer por un lado una entrada espectacular de modo que todo el mundo se fijase en mí, y por otro silenciar la sala durante mi “incursión” no autorizada en plena reunión… Si ya la sola presencia de un Dragón, sin previa invitación y aceptación de la Reina, en lo más “sagrado” de los Reinos Dragones, que eran las reuniones del Gran Consejo supondría un auténtico shock para todos, junto con la muerte más dura que se pueda imaginar para el infractor, el que eso lo hiciese un humano... Imaginaos.

Lo cierto es que de lo que ocurrió en la sala del Gran Consejo tras mi entrada “triunfal”, solo puedo hablar por las referencias que me dieron posteriormente a mi resurrección Amaratha, Mina y el propio Shless… Y si, habéis leído bien, dije… resurrección, porque morí allí, en aquella sala. Una vez que entre con paso rápido me dio tiempo a ver a la reina Amaratha en forma de Dragón enfrentándose al que por su color, debía de ser el Nahkkar Gris, junto a este, a pocos pasos, vi lo que podía describirse como los cuerpos completamente carbonizados de dos Dragones. Fui capaz de sentir procedente de ambos cuerpos la fuerte intensidad residual del oscuro poder de Nakriss, luego no me fue nada complicado razonar sobre quien les había matado de aquel modo. Fueron apenas segundos lo que me llevo todo esto mientras seguía avanzando hacia el centro de la sala en dirección a la Reina.

Cuando volví a fijar mis ojos nuevamente en Amaratha y su contrincante, a la vez que escuche una maldición y un rugido ensordecedor, solo atine a ver una enorme mancha Gris que se abalanzaba sobre mí con las garras extendidas. Un segundo más tarde mi cuerpo parecido despedazarse por completo desde dentro hacia afuera, escuche gran cantidad de gritos y rugidos de todo tipo… Luego, se hizo la oscuridad y ya no soy capaz de recordar lo que luego me contaron que ocurrió antes de que “muriese” a los pocos minutos. El lado bueno, fue que comprobamos de primera mano lo que me dijo en su día Nakriss, que el único modo de morir que teníamos cualquiera de los tres, era haciéndolo todos en el mismo instante… Mientras que tan solo uno lo hiciese antes o después, aun siendo tan solo unos pocos segundos, todos nosotros regresaríamos de nuevo… antes o después.

“Desperté” dos semanas después, encontrándome con una sorpresa tremendamente desagradable, pues me encontraba tendido en una gran caverna, cuyo suelo estaba… caliente no, lo siguiente, y a mi vera se hallaba tumbado una jovencísima Dragón Reina. Al girar sorprendido la cabeza en dirección contraria, pude observar la presencia de tres mujeres, a las que no me costó en absoluto reconocer como Dragones, cuyos sesgados ojos no se apartaban de mi figura y el pequeño cuerpecito que se acurrucaba contra mí. Lo siguiente fue hacerme una reverencia, rogar una de ellas que por favor permaneciese quieto mientras ellas avisaban a las “Reinas”, y si, empleo el plural, aunque en ese momento no me di cuenta de ello. Tan solo unos pocos minuto después vi entrar en la sala a tres “mujeres”, Mina, Amaratha, y nueva sorpresa, Margatta, la Reina Dragón de Sur… Huelga decir que mi cabeza se volvió de inmediato hacia el pequeño Dragón Reina, y aunque tampoco es que este muy seguro de esto, creo que debí de abrir la boca como al triple de su tamaño debido a la sorpresa, al entender de repente quien era en realidad aquella pequeña Reina.

Desde allí fui trasladado a unas habitaciones mucho más adecuadas para un humano como era yo. Cuando entramos dentro y cerraron la puerta tras de nosotros cuatro, me volví como si me hubiese mordido una serpiente con la intención de recibir respuestas a las preguntas que se me estaban empezando a acumular en mi cabeza… Empezando por las dos principales a mi juicio en esos instantes. Primera, ¿qué estaba pasando allí con la presencia de la Reina Margatta?, y segunda, ¿Qué se suponía que era lo que hacía yo tendido tranquilamente en las arenas de eclosión junto a la jovencísima nueva Reina del Norte?. Las explicaciones tardaron lo suyo, y desde luego, para mí, algunas cosas resultaban simplemente… “aterradoras”. Empezando por el instante en que me dijeron que durante el ataque del Nahkkar Gris, justo cuando este me alcanzo con sus garras el pecho, me había transformado por completo en un Enorme y colérico Dragón Blanco… cuyo aliento de fuego negro exhalado desde su boca, literalmente calcino por completo en cuestión de menos de un minuto, el cuerpo del Nahkkar Gris, no muriendo este hasta el último momento. Para más inri, quien me explico todo en primera instancia, fue Margatta. Tratare de narraros lo que saque en claro de todo lo que me fueron contando unas y otras.

Según parece, nada más entrar en la sala del consejo, y según Mina se dirigía hacia Amaratha, el Nahkkar Gris se volvió hacia nosotros, yo por mi parte me encaminaba hacia el centro de la sala con intención de tomar la palabra para comenzar a dejar varias cosas claras, y la primera de todas, es quien era yo realmente. El Dragón Gris salto en el aire y se lanzó contra mí con un fuerte aleteo, extendiendo ante su boca sus garras... En vez de tratar de usar su aliento de fuego directamente estiro sus patas delanteras para clavar sus garras en mi pecho, el encontronazo fue brutal, mis escudos aguantaron bien, pero el peso del Dragón me levanto por el aire lanzándome fuera de la sala, evidentemente, con él detrás. Lo siguiente que me explicaron Mina y Amaratha, fue la entrada de nuevo en la sala del Dragón Gris volando por los aires, sujeto en un mortal cuerpo a cuerpo con un enorme Dragón Blanco desconocido para todos los presentes. Cuando ambos se separaron pudieron ver la sangre del Dragón Gris manando de varias heridas sobre su pecho y costado, así como las garras delanteras del Dragón Blanco cubiertas de sangre.

Mina y Amaratha por lo que me contaron, no tardaron ni veinte segundos en atar cabos sobre quién era el Dragón Blanco, especialmente cuando vieron sus ojos, sus cuencas oculares completamente negras, como si de pozos sin fondo se tratara. Quedando confirmado cuando el Gran Dragón Blanco exhalo su oliendo de fuego sobre el Nahkkar Gris, un oliendo con un intenso fuego de color negro que atravesó por completo las protecciones del Nahkkar, quemando sus duras escamas como si fuesen alguna especie de madera seca... Tras la primera gran bocanada de aliento de fuego, el cuerpo del Nahkkar quedo completamente ardiendo en llamas negras mientras lanzaba un enorme rugido de dolor, a la vez que la temperatura dentro de la sala del Gran Consejo subía varios grados. Aun en su estado de agonía, el Nahkkar intento defenderse atacando a su adversario de color Blanco, pero este, con lo que Amaratha denomino como "sus escamas Blancas refulgiendo con su poder", decapito con sus garras el cuerpo del Dragón Gris en dos veloces movimientos de las mismas... Incinerando prácticamente el cuerpo un par de minutos después con varias exhalaciones de su aliento oscuro...

Tras eso, según parece, el Dragón Blanco se derrumbó sobre el suelo, quedando inmóvil, mientras que iba sufriendo una lenta transformación tras la que finalmente, solo quedo mi cuerpo tendido en el suelo. Las ropas según me dijeron aparecían convertidas en auténticos harapos, completamente destrozadas. El problema vino cuando tras de que Amaratha y Mina acudiesen a mi lado comprobando que aparentemente “estaba muerto”. Fue en realidad Margatta, la Reina Dragón del Sur, quien se impuso en el desbarajuste que se organizó cuando mis dos “chicas” se lo tomaron por la tremenda y desplegaron sus poderes en su máxima intensidad, algo que en esos momento pensaba que aún no eran capaces de hacer…

Cuando por fin retome la conciencia encima de una cama, como un enfermo humano cualquiera con ciertos recursos económicos, me encontré con Margatta sentada en una butaca junto al lecho, mirándome con unos ojos absolutamente calculadores. De haber sido Amaratha o Mina las hubiese atacado de inmediato con todo tipo de preguntas, sin embargo, con Margatta confieso que no me atreví, más aun cuando al mover la cabeza en dirección contraria, me encontré con una oscura figura de pie en una esquina del dormitorio… R’halrhaz, el más anciano de todos los Dragones, el poderoso Nahkkar Negro del Reino del Sur. No me dio tiempo siquiera a abrir la boca, cuando por fin me decidí, Margatta comenzó a hablar contándome todo lo que había ocurrido en un tono completamente neutro y desapasionado. En un momento dado, cuando intente interrumpiera para poder preguntar, me corto en seco, emplazándome a dejar que terminase antes de preguntar.

Me explico todo lo que había ocurrido desde mi entrada en la sala del Consejo hasta el mismo momento de despertarme junto a la nueva Reina en las arenas de eclosión. Lo más surrealista y que más me costó poder aceptar, fue mi transformación en Dragón Blanco. No por la transformación en sí, pues conocía varios conjuros que podría aplicar para lograr una simulación extremadamente fidedigna de un Dragón Blanco, en el caso claro, de que hubiese visto anteriormente alguno. Pero no, resultó que en mi transformación no existió ni el más mínimo resquicio de magia, fue algo puramente físico, y según Margatta, la hacerlo simplemente adquirí otras de mis formas como Nishinn-Tag-Nakriss, es más, creo que trato de indicarme de un modo sutil, que los demás Dragones Blancos que me precedieron en realidad eran exactamente lo mismo que yo, excepto que nunca dejaron de ser entes incompletos antes de morir y fracasar. Según lo entendí, yo debía de ser la única criatura de Nakriss que tuvo éxito en su misión de liberar a nuestro creador de su prisión. Según Margatta, mi cuerpo humano necesitaba de esta muerte tras mi paso por mi cuerpo Draconiano para poder estar completo y asimilar el cambio…

EPILOGO

Me podría extender mucho más con las varias conversaciones que mantuve con Mina, Amaratha, Margatta, R’halrhaz , o bien Shless sobre todo lo ocurrido y que yo me perdí, pero sería perder el tiempo y llenar paginas por llenar, prefiero ceñirme únicamente a lo importante. Aun así, sé que hubo cosas sobre todo esto que Margatta sabia y que no me contó. Algo en mi mente me decía que R’halrhaz por un lado, era mucho más antiguo, mas anciano y por tanto poderoso, de lo que cualquiera podía siquiera sospechar, y por otro, que la Reina Margatta sabia muchísimo más de lo que pretendía conocer. Dadas mis “ideas” sobre ellos, meditándolo seriamente, empecé a tener la fuerte sospecha de que tanto Margatta como R’halrhaz , habían sabido más que de sobra y desde nuestro primer encuentro, quien era yo realmente… que ambos me reconocieron como el “Nishinn-Tag-Nakriss” desde el primer instante.

Me contaron que tras mi conversión en Dragón Blanco y entrar para acabar de rematar al Nahkkar Gris, luego de volver a transformarme recobrando mi forma humana desplomándome muerto, se formó un jaleo importante entre los presentes por lo que me contaron. Según parece, dados los hechos, se formó una buena, con el resto de los Nahkkar, por increíble que pueda llegar a parecer, pidiéndoles a gritos, rugidos, etc., a las dos Reinas que diesen explicaciones sobre lo que allí estaba sucediendo. Fue Margatta quien dejo claro al Gran Consejo quien era yo en realidad y lo que había ocurrido con mi transformación, el siguiente problema, fue mi presunta muerte, ya que todos entendieron a la primera que había sido su gran oportunidad para regresar a su mundo de origen…

Según parece Margatta y R’halrhaz llegaron volando con el huevo más una escolta de una docena de Dragones Negros junto a tres hembras encargadas del Huevo. Para cuando yo desperté, Amaratha, apoyada por Mina y guiada por esta junto con la recuperación de ciertos recuerdos ancestrales perdidos en su memoria, fue perfectamente capaz de abrir las puertas Draconianas entre ambos reinos. Ello trajo consigo que ambas consiguiesen un respeto instantáneo por parte de los Nahkkar, siendo reconocidas por estos como Altas Guardianas y Creadoras de Puertas.

Según una divertida Amaratha, le había caído muy bien a W’xalrd, la nueva Reina del Norte, Mina entre risas me aseguro que me consideraba como su “almohada” más blandita… Que menuda la gracia que me hizo saber que me estuvo usando como tal hasta que “desperté” nuevamente. Todo esto evidentemente está bastante resumido, pero dado que yo no lo vivi y que tampoco es que recuerde mucho de lo que en esos primeros días hable… he preferido ser conciso. De lo que si tengo algunas… “visiones”, es sobre el periodo en que teóricamente estuve muerto, recuerdo haberme encontrado en presencia de Nakriss, de haber estado hablando o lo que fuese los dos, aunque como ya imaginareis, recuerdo poco o nada concreto sobre ello…

Más peliagudo resulto el tema “Dragón Blanco” y Amaratha, por lo menos para mí, pues Mina parecía estar divirtiéndose enormemente cuando me lo estaba explicando esta. Con este nuevo… “cambio”, mi cuerpo humano también era en parte de Dragón, aunque este por lo que se ve, únicamente se manifestaba bajo determinada circunstancia muy precisa y especifica…, durante la época de celo. O lo que era lo mismo, según parecía, durante le periodo de celo de Amaratha la parte Draconiana de mi persona reaccionaria remitiendo a mi parte humana a un segundo plano, tomando el relevo de esta… De ahí venia según parece la afirmación que en su momento hizo Amaratha de que se aparearía conmigo le gustase o no a Mina. En ningún momento dijo follar, hacer el amor o cualquier termino humano para referirse a ello, dijo “aparearse”, que es el termino correcto para un Dragón… Fue única y exclusivamente culpa mía el no haberme dado cuenta, escuche y vi lo que quise, no lo que ella realmente dijo, ya que yo era muy consciente de que si bien una Dragón podía “aparearse” con un humano, cualquiera de ellas lo vería como algo denigrante para la especie, aún más seria así en el caso de una Reina… Creo que fue la “humanidad” que mostraba Amaratha lo que me hizo perder de vista el hecho de que en realidad, no dejaba de ser un Dragon.

En toda esta situación, tan solo hubo una cosa que tuve clara aunque no sabía muy bien como había llegado a esa conclusión, o cuando, y mucho menos sobre la conclusión que ya había “aceptado” como cierto ante tal hecho. Nakriss me había entregado ese mundo para que yo decidiese que hacer con él, fui consciente de la presencia del libro de Rezos de Z’mall allí donde lo había dejado, en su viaje centenario atreves del tubo de magma hirviente. Pero también fui capaz de sentir sobre el mundo, la presencia del otro, del Libro de conjuros de Z’mall, el cual quería y debía de destruir. Les explique la situación a Mina y Amaratha, luego les pedí su apoyo, obteniéndolo de modo incondicional por parte de ambas…  decidiendo de común acuerdo empezar a dejar claro al mundo, quien era yo realmente… haciéndome cargo de ese modo del legado de mi padre. Algo que contare más adelante con detenimiento.

FIN.