Crónicas de Vhaalzord - Libro 26 - 3
Val tras conversar con Mina decide cambiar de planes en su viaje hacia la Capital Dragón, opta por dejar de ocultarse y viajar de modo directo, pasando por encima de quien se le oponga.
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 26
Capítulo- 3
Al final, la idea de tratar de viajar con las primeras y últimas luces del día no nos funcionó como nosotros esperábamos. Fue Mina quien me hizo la observación mientras limpiábamos la sangre de nuestras espadas tras nuestro segundo encontronazo en dos días con lo que ella denomino como, muertos que aun desconocían su estado durante el primer cruce de palabras con ellos. Los reinos Dragón son una anomalía en sí mismos, y en muchos más aspectos de los que alguien pudiese imaginarse. Las veces anteriores en que yo había estado allí, o bien había sido con la compañía y protección directa de un Dragón, de un Nahkkar concretamente, o bien, escondiéndome, viajando tratando de ocultar mi presencia todo lo posible, por lo que no tenía una idea cabal de cómo funcionaban allí realmente las cosas, aunque mi mente parecía estar empeñada en llenarme la cabeza de cosas sobre los dragones, la mitad de las cuales no entendía.
Los reinos Dragón por su situación geográfica y estratégica, en ambos hemisferios, en ambos polos del mundo, en su zona ártica, realmente no tenían más enemigo que el reino Dragón contrario. Tras hacérmelo notar Mina me di cuenta de lo que esto suponía. Suponiendo por lo que sabia de antes y lo nuevo que llegaba a mi mente, empecé a suponer más o menos como funcionaban los Dragones. Entendí que las guerras entre ellos eran simplemente combates de Dragones, incluso muy probablemente estarían severamente regulados por sus reinas y los grandes consejos de los Nahkkar. Dudaba muy mucho de que se enfrentasen de verdad dos Dragones a muerte, algo que más tarde comprobaría que gracias a sus dos Reinas, era algo que rara vez sucedía. Incluso cuando una Reina moría y la nueva aún no había nacido o subido al trono oficialmente, en las "luchas" entre clanes por tomar posiciones que era cuando peor se ponían las cosas entre ellos, rara, muy, muy raramente, los Dragones tomaban en cuenta a los humanos para ello.
Como me hizo ve Mina tras "interrogarme" sobre mis conocimientos, podíamos llegar a la conclusión de que los reinos llevaban milenios de paz "humana", y poco a poco, fuimos siendo conscientes ambos de que esos que habíamos catalogado alegremente como "soldados", en realidad, en cualquier nación humana no habían pasado de simples guardias de orden público para sus ciudades, pero jamás ser tomados como guerreros válidos. Hasta el más estúpido y torpe de los ladrones de cualquier ciudad del mundo humano podría ponerles en serias dificultades, no digamos ya, cualquier soldado "de verdad" debidamente entrenado. Otra conclusión a la que llegamos al examinar detenidamente los cadáveres después y analizar las emboscadas, es que los supuestos "tipos malos", en realidad eran "soldados" debidamente disfrazados con ropa de campesinos o comerciantes.
Demostraron, cierto que solo durante los escasos segundos que estuvieron con vida, que estaban perfectamente sincronizados entre ellos, que peleaban como lo haría cualquier soldado y que su "entrenamiento" no estaba dirigido a las reyertas desorganizadas. Quedo meridianamente claro que cualquiera de ellos se habría encontrado mucho más cómodo con una espada larga, su correspondiente escudo e integrados en algún tipo de formación junto con sus compañeros. Los llamados soldados en los reinos, eran temibles y muy fieros con comerciantes o campesinos, quienes por lo que se veía no debían de tener ni idea de manejar nada más allá de un simple cuchillo o daga. El encontrarse con Mina y conmigo, que no nos ateníamos a mas norma que la de matar rápido y sin piedad, demostró sus grandes carencias, tanto de instrucción como de "practica" con problemas serios. En cualquier guarnición de una nación o ciudad del mundo humano, los sargentos u oficiales de baja graduación se habrían encargado de preparar a sus subordinados, aquí quedo claro que ni siquiera estos tenían experiencia como para ser un problema más serio que sus soldados.
- Val, una cosa, ¿estamos esquivando sus ciudades mientras tratamos de llegar a su capital, no? –miré a Mina que parecía estar pensativa mientras retomábamos el camino.
- Si, aunque sus ciudades en realidad se limitan a las que podríamos denominar como capitales de sus Clanes Dragón… ¿Por qué?
- Porque creo que hemos enfocado mal todo esto –hizo un amplio gesto con las manos señalando el lugar donde dejamos los cadáveres de nuestros atacantes.
- Explícate –le pedí, arrugando el ceño.
- Estamos dando por supuesto que lo que pretenden es que hagamos algo que permita a los Dragones intervenir, ¿verdad?
- Sí, eso es lo que pienso, que tratan de llevarnos a emplear magia lo suficientemente poderosa como para poder considerarnos una amenaza contra el reino y de ese modo poder intervenir ellos personalmente…
- Pero… y si ese no fuese el caso, si estuviésemos en cualquier reino humano normal, lo que pensaríamos es que estaban tratando simplemente de retrasarnos. Incluso un Dragón por muy… Dragón que sea, se tendría ya que haber dado cuenta de que de este modo no iba a lograr que hiciésemos nada que pusiese el reino en peligro… No mientras se limite a echarnos encima esta cantidad de enemigos cada vez… Ni siquiera nos haría realmente falta emplear magia si quisiésemos…
- Puede que tengas razón, no había pensado en ello… Amaratha al marcharse dijo que fuésemos con cuidado con lo que hacíamos en el camino, quizá me haya obcecado en esa idea… y sea como tu estas diciendo…
- ¿Entonces qué hacemos? ¿tratamos de llegar a las bravas?–preguntó Mina repentinamente animada y con los ojos brillantes.
- Comprobarlo…, y si, vamos a tomar el camino directo hacia la capital sin esquivar nada ni a nadie… Creo que para mañana sobre el medio día estaremos en la capital del Clan Gris –repuse señalando los postes que marcaban las fronteras entre los diferentes Clanes.
- Por cierto Val, esas señales cómo funcionan, lo de las diferencias de color señalando los clanes Dragones lo entiendo, ¿pero y los otros símbolos que hay grabados en ellos?
- Los símbolos marcan las diferentes direcciones y lo que nos podremos encontrar si vamos hacia cada lado. En todas ellas hay siempre dos constantes que marcan la dirección general hacia la capital del reino y hacia su propia capital de Clan…
- Entiendo, gracias a ellas hemos estado evitando las ciudades con tanta facilidad pese a no conocer el terreno, ¿no?
- Si, del mismo modo que ahora, vamos a tomar el camino más directo posible hacia Amaratha… solo tenemos que seguir el símbolo de la parte superior, ese que parece una cabeza de Dragón y su marcador de dirección que esta tallado justo a su lado.
- Bien, tengo ganas de ver lo que entienden los Dragones por una capital…
- Te sorprenderá… eso si Mina, por si tienes razón… ajusta bien tus escudos porque es posible que los necesites cuando lleguemos a la ciudad…
- Entonces el Clan Gris nos será hostil, ¿no?
- No lo sé, dependerá de cómo se hayan alineado con Amaratha en esta ocasión, antaño estaban de su lado… pero ahora mismo no sé cómo andarán las cosas…
- Bueno, al menos sabemos que el Clan verde del Dragón ese que fue a buscarla esta de nuestro lado –suspiro Mina.
- Si, si Shless sigue siendo su Nahkkar… En realidad podrían haberlo reemplazado por otro y tan solo ser ahora mismo el Gran Nahkkar del gran consejo de la Reina. Aunque dudo mucho que pudiesen hacer algo semejante a alguien tan poderoso como él, o al menos, no sin el tácito apoyo de la reina, no al menos sin un baño de sangre en su Clan –replique meneando la cabeza con una sonrisa en los labios, pensando en lo que a este le habría hecho Shless de haber intentado algo semejante algún Dragón de su propio Clan.
- Entonces, al menos tenemos a nuestro favor a uno de sus clanes… pero claro, seguro que no pasamos por su territorio, ¿a qué no?
- No, no pasamos por el territorio del Clan Verde… aunque si pasaremos obviamente por el Territorio de Clan de la Reina, pero estando reunido el Gran Consejo nos encontraremos por allí a Dragones de todos los Clanes… Aceleremos un poco el ritmo, vamos a comprobar si están intentado entretenernos…
Lo cierto es que la opción que me dio Mina, y que de verdad que no había pensado siquiera en ello, me preocupo, porque eso indicaba que las cosas en la capital y con el Gran Consejo estaban mucho peor de lo que yo pensaba. Lo cierto es que este viaje “tranquilo” me estaba viniendo muy bien para poder asimilar conscientemente las cosas que mi mente iba descubriendo día a día sobre lo que suponía ser el “hijo” de Nakriss en diferencia con “Vhaalzord el Nigromante”. Lo malo es que alguna veces parecía que me fuese a estallar la cabeza con cada nueva idea o con cada nuevo “conocimiento” que mi mente trataba de ir asimilando… muchos de ellos imposibles para mí, pues como descubriría en un futuro, me faltaba base “científica” para poder entender siquiera una mínima fracción de ello. Recuerdo que ese día en concreto lo que me estaba volviendo loco era una cosa minúscula de la que todo se componía… lo que ahora mismo ya sé que se denomina “átomo”, aunque no es que aun sabiéndolo, sepa mucho para que sirve ese conocimiento… pero bueno.
Sinceramente en esa época recuerdo que ya pensaba, y aun hoy mismo aun pienso, que de haber recibido todo lo que descubrí a lo largo de los primeros años de tomar consciencia de quien realmente era en un solo segundo, puede que hoy no estuviese aquí sentado escribiendo estas Crónicas… Incluso lo más simple de comprender para mí, como la diferencia entre “llamar” y “convocar” en referencia a los Khulgan, me provocaba dolor de cabeza. Lo segundo ya sabéis como funciona o como lo hago para poder llamar al mayor número de ellos, pero el “llamarlos” usando para ello una “puerta”… Bueno, si bien me suponía la capacidad de traer a mi lado diez e incluso quizá, cien veces más Guerreros o magos a mi lado que convocándolos y sin el menor esfuerzo. Pero por el contrario, eso también suponía el perder mi absoluto control sobre ellos, la única orden que estaba convencido que obedecerían ciegamente era o bien la de protegerme, o la de marcharse, pero nada más.
Ya entonces comenzaba a darme cuenta de que por mucho poder que tuviese, por muchas cosas “nuevas” que fuese capaz de hacer a medida que mi mente iba adaptándose a ser quien ahora era… todas y cada una de ellas tenían su reverso contraproducente que no hacía sino complicar mucho su uso. Por ejemplo en el último encontronazo descubrí que podía intensificar el poder de mis dardos mágicos sin necesidad de aumentar el caudal de magia, con lo que necesitaba menos cantidad de ellos para asegurarme de matar a mi objetivo… Si antes necesitaba treinta dardos para traspasar la capacidad de resistencia de una buena armadura, ahora con el nuevo método, quizá con tan solo siete u ocho, hiciese el mismo trabajo, permitiéndome con ello ampliar mi número de blancos… Pero claro, como con todo, también está “idea” de cómo usar mi nueva capacidad como hijo de Nakriss, tenía su punto débil…
El problema de esto era el alcance, digamos para entendernos que si los reforzaba para atravesar una armadura y el blanco no la llevaba, el dardo continuaría su camino hasta perder por completo la capacidad mágica que lo guiaba… y en una ciudad por no ir más lejos, podría suponer una masacre si lanzaba medio centenar de ellos sin un estricto control, tal y como solía hacer. Los daños “colaterales”, otra cosita que me vino a la mente cuando me dio cuenta de lo que podía hacer… serían muy elevados en víctimas. ¿Solución?, o bien no usarlo, o bien, añadir al conjuro de los dardos un hechizo limitador que los deshiciese en cuanto rebasasen cierta separación con mi posición como referencia, lo que complicaría enormemente el conjuro, lo que supondría añadir tiempo de respuesta por mi parte para poder lanzarlo.
Nos dirigimos directamente hacia la capital, sin tratar de evitarnos problemas, y lo cierto es que tardamos bastante poco en poder probar las sospechas de Mina sobre el hecho de que quisiesen o no retrasarnos. Las puertas de la Capital del Clan Gris se nos cerraron en las narices, no es que hubiese mayor problema con ello de no ser por la situación de la misma sobre un cruce de caminos justo en el lugar donde se encontraban dos valles… Sus murallas, si bien para el estándar de cualquier ciudad del Gran Continente pudiesen parecer ridículas, para nosotros en esos momento constituían un serio obstáculo lleno de guardias que no cesaban de vigilar para que nadie tratase de colarse en la ciudad escalándolas. Nuestro problema es que el único modo de seguir camino era bien atravesando la ciudad, bien dando un gran rodeo que en esos momentos ya no estaba dispuesto a dar, o bien en última instancia, tratar de sortear por las altas montañas situadas a nuestros costados, cuyas zonas altas sobresalían de protector calor de la tierra y del manto protector de la magia Draconiana que impedía su fuga a la atmosfera…
Dado que en la zona Oeste las murallas se adentraban en la zona montañosa, en lo que era a todas luces un pequeño volcán, decidí junto con Mina la opción más lógica en nuestra situación, atravesar la ciudad por la noche, y mala suerte para quien se interpusiese en nuestro camino. Aclaro por si no se recuerda, que es en dichos lugares donde los Dragones tienen sus cámaras de incubación de los huevos, y que si nuestra primera opción fuese la correcta, estando realmente interesados en poder actuar ellos directamente, no había mejor "excusa" que el entrar en dicho sector. Decir esto de cruzar la ciudad realmente resulta muchísimo más fácil que luego hacerlo, máxime cuando se vio a las claras gracias a la presencia de un par de halcones azules en el cielo que las patrullas y puestos de vigilancia de la ciudad parecían haber sido reforzados de modo considerable. Es más, incluso podría haber asegurado que cuanto menos el 40 e incluso quizá el 45% de lo que estimaba seria la guarnición, estaba permanentemente ocupando puestos de vigilancia o patrulla.
Toda la parte oeste de la ciudad e incluso las montañas más allá de las murallas, era completamente inconveniente el siquiera acercarnos por allí. El cruza por las montañas del Este era igualmente problemático por el tiempo que nos llevaría gracias a barrancos, etc., sin embargo, allí sí que había algo que nos podría resultar de ayuda, concretamente dos cosas, nieve y una de las venas del mundo pasando a poca distancia por debajo del deber terreno, o lo que era lo mismo, magma. La solución era fácil, un pequeño movimiento sísmico que se moviese bajo una fuerte acumulación de nieve... y claro, después de ello el más suave de los vientos que arrastrase el vapor de agua hasta la ciudad. Obvio que el encuentro del magma con el agua helada formara vapor, que suavemente arrastrado a la ciudad, en esta se transformase en una muy espesa niebla. Esta la até con una serie de conjuros y contra conjuros a la ciudad, lo que prácticamente nos aseguraría su presencia allí durante casi todo el periodo de oscuridad.
Primero nos pusimos ropajes adecuados para lo que íbamos a hacer, luego desconvoque a los Hrull, de seguido y para terminar con nuestros preparativos, colocamos las pocas cosas que llevábamos en unas especie de hatillos diseñados para llevarlas sujetas a la espalda sin que nos restaran movimiento. Nos izamos a las murallas con cuerdas, en cuyo extremo había un gancho de hierro recubierto con una solución re resina de árbol que impedía que hiciese un ruido excesivo al chocar contra la piedra al ser lanzado. Una vez arriba, procuramos bajar lo más rápido posible por el otro lado, yéndonos de un pelo, lográndolo única y exclusivamente gracias a la niebla que la pequeña sacudida volcánica sucedida cerca de las cumbres del este de la ciudad había provocado. Si con la muralla tuvimos suerte y nadie nos vio, esta se nos terminó al poco de poner los pies en la ciudad... Por cierto, una ciudad que sin duda debía de ser la cosa más horrorosa que ningún criminal de cualquier ciudad humana normal pudiese echarse a la cara.
Como cualquier otra ciudad Draconiana, la capital del Clan Gris estaba dividida en distritos, separados a la vez que unidos por amplias avenidas, y en el interior de cada uno de estos departamentos los edificios se única formado cuadrados perfectos, separados entre sí también por amplias calles. La niebla ciertamente nos protegía a la vez que nos suponía un serio problema, pues si bien las patrullas no podían vernos fácilmente, sobre todo al ir de negro, a su vez, tampoco nosotros éramos capaces de verlas. Una cosa que descubrí al poco tiempo de observar la ciudad con los ojos de los Halcones, es que las patrullas internas llevaban con ellas un mago empleando conjuros rastreadores de amplio espectro que no me eran nada familiares, pero que sin embargo, si me di cuenta del costo que suponía para el mago. Esto último significaba que si bien no eran hechizos mucho más complicados de manejar que los habituales, sí que llevaban una extraordinaria carga en uso de caudal mágico y concentración para lograr obtener algo de ellos.
Nuestro problema con ello era el uso de la magia, si la usábamos estaba seguro que nos detectarían, no como que fuésemos exactamente nosotros, pero si como un uso “no autorizado” de magia dentro de la ciudad. No me quedo otra que tratar de cruzar usando mis otras… “habilidades”, las de ejecutor. Por lo menos, gracias a los Halcones sí que tenía muy claro cuál debía de ser nuestra ruta para poder atravesar la ciudad. Tardamos apenas cinco minutos dentro de la ciudad en darnos de bruces con una patrulla de ocho “solados” con su correspondiente mago, quien portaba un bastón cuyo extremo brillaba con intensidad. Lo cierto es que pese a la potente luz, apenas se veía bien más allá de seis o siete pasos. La mala suerte fue encontrárnoslos de frente al doblar una esquina, todo fue muy rápido, sucio y desagradable. Mis espadas primero se centraron en el mago, decapitándolo de un solo tajo, cruzando las dos hojas sobre su cuello con el fin de evitar que su bastón pudiese bloquearme. Lo cierto es que se limitó a quedarse con la boca abierta, mirarnos con los ojos desorbitados y permitirme matarlo sin oponer la menor resistencia.
El resto del grupo sufrió más o menos igual suerte, únicamente tres de los soldados fueron capaces de hacer algo con sus armas, los cinco restantes, dos por mi mano y tres por la de Mina, siguieron el mismo camino que el mago, murieron prácticamente sin saber que era lo que sucedía realmente. Los otros tres… bueno, no es que les fuese mucho mejor de hecho, pero al menos pudieron tratar de defenderse, aunque les duro el intento menos de quince segundos. Nuestro siguiente problema era que hacer con esos cuerpos, ya que no había ningún sitio donde poder esconderlos tal y como estaba construida la dichosa ciudad. Optamos… reconozco que idea completa de Mina, por subirlos a los arboles de una de las avenidas principales… Esperábamos con ello que a nadie le diese por levantar la vista para comprobar el follaje de los mismos, pues de no hacerlo así, la niebla se encargaría de evitar que fuesen descubiertos “excesivamente pronto”. Sobre el problema de su desaparición al llegar a los puntos donde tenían que contactar visualmente con otras patrullas… Bueno, en eso nos la jugamos un poco a que no reaccionasen con prontitud debido precisamente a la niebla con su escasísima visibilidad.
Por si esto fuese poco, estábamos los dos en una esquina, agachados, esperando a que una de las rondas pasase de largo, cuando note en mi muslo la mano de Mina, y como esta se desplazaba lentamente hacia mi entrepierna…
- ¿Se puede saber que estás haciendo? –le susurré.
- Pues ya lo ves, acariciar a mi pareja… -me replico Mina con la voz levemente ronca.
- ¿Y crees que este es un buen momento para esto?
- Pues no, pero te confieso que todo esto me está poniendo cachonda… tengo ganas de follarte Val, de follarte y de que me folles como a una cortesana… -Su mano se cerró sobre mi cada vez más endurecido miembro.
- Ya vale, joder… -le murmure, retirando su mano de mi entrepierna-, deja esto para otro momento menos comprometido, o al final harás que nos descubran…
- Pues mira, creo que eso es el principal motivo de que este tan cachonda... el riesgo... ¡uhmmmm!, que dura esta... -volvió a cogerme de la entrepierna.
- Ya vale...
Me hubiese gustado poder decir que no, pero lo cierto es que si ella estaba cachonda, yo a esas alturas estaba salido como un burro en celo por culpa de sus jueguecitos. Todo esto no ayudaba mucho a mi concentración, no sé si fue por culpa de Mina con sus juegos que me hacían bajar mi concentración o no, pero lo cierto es que nuevamente nos tropezamos con otra ronda de vigilancia tan solo unas pocas calles más allá de la anterior. Sin embargo en esta ocasión no tuvimos la misma suerte que con la anterior, aunque los matamos con cierta facilidad, fuimos incapaces de impedir que uno de los soldados diese un grito de alarma. Lo cual, no me dejo otra opción que recurrir a mi plan "B", uno tan... digamos que "loco" que preferí no decir nada al respecto para evitarme problemas si luego no era necesario. Desgraciadamente, en esta ocasión, no iba a ser realmente imprescindible. Por cierto que para ello, tendríamos que usar varios pequeños conjuros a fin de conseguir un equilibrio perfecto, además de tratar de restringir el radio de amplitud del conjuro para no ser detectado, algo en conjunto muchísimo más agotador de lo que yo había supuesto y que me pasaría factura mas adelante.
Hice que ambos nos deslizásemos dentro del primer edificio en el que encontramos una puerta abierta, la cual atrancamos tras nosotros. Procurando no hacer ruido al subirnos al tejado para evitar que los habitantes supiesen que alguien había invadido su domicilio. Una vez en lo alto del tejado, saque de la "alforja" que llevaba en la espalda dos finos pero altamente resistentes cordadas dobles con un par de ganchos de acero sujetos en sus extremos. Ni os digo como se puso Mina o todo lo que me llego a decir cuando le expliqué mi plan de emergencia. Me costó lo que no está escrito convencerla de que confiase en que sabía perfectamente lo que estaba haciendo y seguir adelante con ello, en lugar de como me sugirió algo alterada, llamar a los Khulgan en un par de miles o tres, organizando incluso si era necesario con ellos, una invasión a gran escala del Reino Dragón.
Mi idea era muy simple, usando uno de los cordones con su gancho lo sujetaba contra la estructura de protección del edificio de enfrente. Después de eso yo pasaría al otro lado, luego de ello, le lanzaría de regreso la otra cordada para que Mina recogiese la primera, enrollándosela a la cintura, usándola como apoyo psicológico al pasar por no estar acostumbrada a ello y como es lógico, temer la caída por muchas seguridades que yo le hubiese podido dar. De hecho, eso fue algo que se me ocurrió sobre la marcha para darle una razón válida para hacerlo de ese modo y no de otro. Lo cierto es que lo hacía de ese modo para que pudiésemos avanzar de edificio en edificio con ambas cordadas sin perder ninguna de ellas.
La idea como veis, era muy simple en su concepto, y los motivos también, si con la niebla era ya difícil ver la parte alta de los arboles... no digamos las azoteas de los edificios, donde una cuerda con una persona andando sobre ella era algo del todo imposible de ver o de imaginar siquiera que alguien pudiese estar cometiendo semejante locura. Hasta ese momento se lo vendí perfectamente a Mina, el problema surgió realmente. Mina no tardó ni diez segundos en darse cuenta del principal escollo del plan y que yo tan prudente al evitar su mención. Estaba claro que si ellos no nos podrían ver a nosotros, nosotros íbamos a tener el mismo problema con la niebla, y en nuestro caso estaríamos a muchos metros de altura sobre unos cables que veíamos al caminar sobre ellos a más de metro y medio o dos de distancia... Tendríamos que ir como quien dice, completamente a ciegas, aunque gracias a Nakriss o quien fuese, el leve conjuro para mejorar nuestro sentido del equilibrio funcionó un millón de veces mejor de lo que me esperaba, excepto por el agotamiento que me supuso.
CONTINUARA