Crónicas de Vhaalzord - Libro 26 - 2
El viaje hacia la capital Draconiana sigue su curso, mientras los problemas de la pareja aumentan, junto con la violencia controlada de sus respuestas.
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 26
Capítulo- 2
Mina tardo dos días en darse cuenta de que teníamos un problema muy serio con nuestro camino, y era que había ciertos imponderables que nos iban a forzar a ir por ciertos lugares quisiésemos o no. Los Reinos Dragón, tanto el del Norte como el del Sur, estaban compuestos de una amalgama de valles unidos atravesó de pequeñas zonas de llanuras, todo ello habitable para los humanos y Dragones gracias en parte a la magia de estos últimos, pero especialmente al calor del fuego interior de la Tierra. El problema es que este calor únicamente alcanzaba determinada altura, por lo que las zonas montañosas entre valles muchas veces quedaban expuestas al frio glaciar del exterior, creando barreras naturales que nos iban a obligar a pasar si o si por ciertos sitios muy concretos. Pese a nuestro gran poder, en parte debido a la "prisa" que llevábamos y en parte a que los Dragones no tendrían mayor problema en tenernos vigilados en las zonas más altas del exterior, no nos salía nada rentable la opción de tomar "atajos".
Durante esos dos días nos cruzamos en los caminos con diversa gente, comerciantes, e incluso algunos pequeños destacamentos de soldados con los colores del Clan Pardo, por lo que asumimos que estábamos en su territorio. El Clan Pardo según lo que sabía era un firme y antiguo aliado del Clan Verde de Shless, lo que para nosotros suponía no tener ningún problema mientras permaneciésemos en su territorio, puede que incluso nos sirviese para de disponer de refuerzos en caso de algún tropezón. Fue tras salir del territorio Pardo, como una hora y media después aproximadamente, cuando Mina me interrumpió para compartir conmigo su idea de que nos encaminábamos hacia algunos puntos de riesgo por ese camino, que quizá debiésemos de tener más precauciones e incluso sugirió que no estaría nada exagerado si llamaba a nuestro lado algunas escoltas. Me costó un poco que entendiese que no era el momento más adecuado para tener rondando a los Guerreros Khulgan a nuestro alrededor ya que estábamos en el territorio del Reino de Amaratha.
Ese segundo día llegamos al primero de esos "lugares concretos" por los que íbamos a tener que cruzar si o si en nuestro camino hacia el palacio de la Reina. Nos tendieron una... digamos que especie de emboscada, algo que Mina dejo muy claro que había sido tanto una chapuza, como una desconsideración, ya que pareció que nos tomasen a broma. Entramos en un valle siguiendo el camino principal, lugar que si bien era ciertamente ancho, las montañas de ambos lados durante varios kilómetros, eran lo suficientemente altas como para sobresalir a la zona del frio helado del exterior. Eso se traducía en la creación de pequeños arroyos que recorrían la zona y que forzaba a mantenerse sobre unas zonas muy concretas. En uno de estos pequeños pasos fue donde nos estaban esperando los problemas en forma de grupito de seis personas. Nos acercábamos a ellos cuando Mina me advirtió...
- Cuidado con esos, son magos -dijo haciendo un gesto con la cabeza hacia el grupito que estaba parado ante nosotros en el centro del camino.
- Lo sé, veo los patrones de sus escudos... me parece que nos van a crear problemas...
- No te creas, eso dependerá de si nos son hostiles o no, ¿tú que crees que serán? -me sonrió.
- Yo diría que muy amistosos no -replique sarcástico al ver como comenzaban a convocar su poder en claros conjuros ofensivos.
- Ni yo, y ya que decidiste que podíamos evitar andarnos con tonterías...
Sin ningún tipo de previa advertencia, Mina estiro ambas manos en dirección del grupito, encajando en tres de los cinco presuntos magos al menos una treintena de dardos ígneos que atravesaron sus defensas matándolos en el acto. Con el cuarto uso su ballesta y del quinto me ocupe yo haciéndole explotar la cabeza con un conjuro de energía. En cuestión de quince segundos todos nuestros adversarios habían sido eliminados. Sin detenernos pasamos junto a sus cuerpos...
- Val, que te quede claro que con los Khulgan esto habría sido mucho más rápido y además hubiese trasmitido un mensaje bien claro al instigador de estos... contratiempos -explico mina haciendo un gesto hacia los cadáveres.
- Te doy la razón en eso, pero la presencia de los Khulgan podría llegar a dar validez a la intervención de ciertos Dragones contra nosotros. De este modo en cambio, no podrán hacerlo si no quieren enfrentarse directa y abiertamente a Amaratha.
- Deduzco que eso de enfrentarse a la Reina Dragón no sería muy sensato por su parte, ¿no?
- No, créeme que para cualquier macho enfrentase abiertamente a una Reina Dragón nunca es sensato, si es que quiere seguir viviendo.
- Entiendo, el resto de Dragones le haría frente en el acto -replico Mina un tanto pensativa.
- No del todo, ese ciertamente podría ser un buen motivo, pero no era lo que tenía en mente exactamente. Las Reinas por nacimiento tienen muchísimo poder en todos los ámbitos de su mundo, y ese temor de los machos es intrínseco al nacimiento en cualquiera de ellas, aunque eso es solo una hipótesis...
- Vamos, que aunque no tienes claro el porqué, das por sentado que es así de cierto, ¿no?
- Sí, eso es. Se dé cierto que ningún Dragón macho jamás se enfrentaría de manera abierta a una Reina, aunque no te podría decir él porque es así exactamente, es algo que nunca he conseguido averiguar, y que últimamente, esta especie de “saber sin saber porque” parece estar agudizándose.
- Pues será porque no quieras, pregúntaselo a tu amiga la Reina Dragón cuando la veas, ella te lo podría aclarar si de verdad son tan sabias cuando nacen.
- No estés tan segura de eso, según a que cosas Amaratha nunca me contestaría, y esta concreta estoy seguro que es una de ellas –pero porque dudo que lo sepa, pensé para mí.
A Mina mis explicaciones no parecieron contentarla ni por un solo instante, pero aun así, transigió con el hecho de no recurrir a una "escolta" que nos facilitase el viaje. Incluso durante unos pocos segundos creí que estuvo a punto de decirme algo, y después, mordisqueándose el labio, pareció pensárselo mejor, callándose lo que fuese. Decidí dejarlo de lado callándome, ya que Mina parecía haberse relajado, dejado de lado las preguntas incomodas y centrarse en si misma…
Apenas tres horas después del encontronazo con los magos volvimos a sufrir de nuevo otro incidente. Fuimos atacados por sorpresa y sin advertencia de una veintena de jinetes portando diferentes clases de armas, junto con un par de, concretamente hechiceras, y no muy buenas por cierto. Recuerdo que deje a Mina un tanto asombrada, pues mientras que ella recurrió de inmediato a sus armas, yo por mi parte hice todo lo contrario de lo que había estado tratando de inculcarle a ella, hice uso de mi poder en grandes y letales dosis. En lugar de acudir a mis espadas, dagas o colmillos de la Luna, que era lo que hubiese hecho en otras circunstancias, emplee mi poder en ráfagas de energía contra los más cercanos a nosotros, descabalgándolos por los golpes. Una vez conjurado el peligro de la media docena de jinetes que se nos echaban velozmente encima al desmontarlos, use mi tiempo para eliminar de forma permanente del mundo a esos mismos hombres y mujeres.
Mina se enfadó bastante cuando vio lo que yo hacía, pero de inmediato me imito, usando también su magia para ir terminando con nuestros adversarios. Tras mis seis muertos y los cuatro de Mina, incluidas las dos magas, el resto trato de dar media vuelta para tratar de escapar, cosa que evidentemente no permitimos. Si de por sí y pese a sus armas, dado nuestro poder eran un blanco fácil de por si, al darnos la espalda para huir, solo hizo facilitarnos la labor, facilitándonos los conjuros al ofrecernos de ese modo la parte más vulnerable de sus armaduras sin los estorbos de los dichosos escudos. Fuimos galopando en los Khulgan tras ellos, dándoles caza de uno en uno. Una vez que matamos a todos y volvimos a nuestra ruta, una Mina bastante ofuscada e indignada me interpelo...
- Pero bueno, ¿se puede saber qué coño te pasa Val?, llevas meses diciéndome y haciendo que evite usar mi poder todo lo posible si no es estrictamente necesario, pero ahora eres tú el que no paras de hacerlo... -me espetó muy enfadada.
- Y te lo sigo diciendo Mina, es preferible usar las armas que llevamos y no acudir a la magia si no es estrictamente necesario, de ese modo pasamos machismo mas desapercibidos.
- ¿Cómo ahora no? -dijo señalando hacia atrás, hacia donde quedaron tendidos los cadáveres.
- No, eso es simple política...
- Como que política, explícate...
- Bien, esto son los Reinos Dragón, aquí a los humanos solo se les... digamos que tolera benevolentemente en ciertos aspectos, y eso a los propios del Reino, de modo que puedes suponer cual es la situación de cualquier "externo" a su tierra. Para poder servir de algo cuando lleguemos ante Amaratha, tenemos que haber mantenido una actitud que genere respeto hacia nosotros. El respeto es algo que los Dragones valoran en alguien como nosotros, además la fuerza. Somos humanos, el matar con espadas a otros humanos por nuestra parte y ante los Dragones, no supone una diferencia, sin embargo, el uso de magia es otro asunto completamente diferente.
- Pero tú eres Vhaalzord el Nigromante... no se supone que eso ya deberías de tenerlo... su respeto me refiero.
- Y lo tengo Mina, te aseguro que lo tengo, pero no sabemos cómo nos ha presentado Amaratha, quizá únicamente se haya referido a mi como Val, suponiendo que haya ido más allá de hacer una simple observación.
- Entonces deberemos seguir usando magia de este modo, ¿no?
- Así es, si nos atacan nos defenderemos con magia, y procuraremos hacerlo del modo más despiadado que encontremos, ¿entendido?.
- Si, perfectamente, aunque creo que haya algo más despiadado que el uso de los Khulgan descuartizando gente... no lo entiendo…
- Mina, tu y yo por mucho que demostremos ser magos poderosos solo somos dos, pero con los Khulgan a nuestra espalda podríamos decir que quizá fuese visto por alguien a quien le interesase, como si nos acompañase un ejército… Soy Vhaalzord el Nigromante, e incluso quizá el último de los Dragones ha escuchado hablar de mis andanzas con mis Guerreros a la espalda…
- Entiendo –por su expresión me di cuenta de que no, Mina realmente no terminaba de entenderlo.
Lo que Mina parecía tener problemas en aceptar, es que no estábamos refiriéndonos a humanos, sino a Dragones, y que por mucho que Amaratha pudiese parecerle a ella, lo cierto es que ambas especies no pensábamos igual en muchas cosas. Igualmente que por nuestras conversaciones, Mina parecía pensar que al crear la puerta al mundo original de los Dragones, estos desaparecerían por ella, cosa que estaba muy alejada de la realidad. Cierto que algunos Dragones quizá si decidiesen cruzarla, pero la mayor parte de ellos no, se quedarían en este mundo donde habían nacido y que era el suyo. La verdad es que estaba prácticamente seguro de que tanto Amaratha, como la propia Margatta también eran plenamente conscientes de este hecho, también sospechaba que el nacimiento de esta nueva reina si bien estaba directamente relacionado con este hecho, su motivo principal eran los cambios acaecidos en Amaratha, quien pronto no podría ser una de sus reinas y no porque Margatta se marchase finalmente como supuestamente era su intención.
En el siguiente punto "conflictivo" nos fuimos a dar de bruces con un grupo de Guerreros, los cuales simplemente con ver sus armaduras cualquiera hubiese podido reconocer como Dragones, y más concretamente, pertenecientes al Clan Marron. Los Guerreros iban montados sobre sus monturas habituales en los Reinos Dragón, los Wyvwer. Estos eran similares a los lagartos, de unos tres a cuatro metros de largo más dos casi de cola, y sobre metro setenta u ochenta de altura, con unos dientes realmente peligrosos para cualquiera que se pusiese ante ellos. La ventaja de los Wyvwer sobre los caballos era que no se asustaban de los Dragones, que eran agresivos llegado el caso y que siempre, siempre si se quedaban solos, regresaban por su cuenta a su nido. Vi la sorpresa reflejada en la cara de Mina al ver la estampa que teníamos ante nosotros, por supuesto, me apresure a confirmarla que eran Dragones marrones además de explicarle someramente que eran sus "extrañas" monturas y el motivo por el que otras cabalgaduras que vimos pasar junto a ellos no se asustaron. Tras explicarle y que asintiese, indicándome con ello que comprendía lo que le decía...
- El conjuro que usan ellos para proteger a sus monturas de ser detectadas es algo parecido al que estamos usando nosotros, ¿no? –me pregunto pensativa.
- No, para nada, recuerda que nosotros mostramos una ilusión y además mediante un conjuro enlazado a esta hacemos que nuestras monturas creen una percepción en los demás de que son lo que realmente parecen. Por el contrario ellos usan… creo que son al menos tres conjuros simples uno para negar la presencia de los Wyvwer como tales, otro para anular cualquier percepción de peligro y otro para reflejarlos hacia quien quiera que esté dentro de un determinado radio a su alrededor. Pero eso es algo que tan solo los oculta de los instintos de preservación de los seres a su alrededor, sin embargo dejan en todo momento ver lo que realmente son.
- Supongo que esos conjuros que dices que usan para que las monturas o animales de tiro con las que se crucen no se asusten, no las estarán reflejando hacia nosotros, ¿verdad? –preguntó muy seria.
- No, nuestras monturas son los únicos animales de toda esta zona que están percibiendo a esos Wyvwer justo como lo que realmente son…
- ¿Bueno, y ahora que hacemos¿ Lo digo porque esos Dragones con sus bichos están justo en medio.
- No te preocupes, esto tan solo es una pequeña demostración de fuerza por su parte, y créeme que para nosotros no tiene mayor importancia...
- No veo que traten de demostrar nada, salvo claro, que pretendan impedir que podamos marcharnos sin tener que usar la fuerza... -argumento mirándome con cara de no entenderme.
- Los caballos, si no están debidamente adiestrados para ello o son contenidos con conjuros mágicos, jamás se acercarían a ningún Dragón o Wyvwer que muestren lo que realmente son. Supuestamente en los nuestros no se da esa condición de “protección”, por lo que en teoría estarían demasiado asustados como para hacerlo. Pero los nuestros desde luego… –sonreí irónico antes de seguir-, no hacen demostración de estarlo, y eso los tiene levemente desconcertados.
- Claro, pero eso es porque no son caballos "normales"... –sonrió Mina, mostrando en su cara con su sonrisa sarcástica que me había entendido perfectamente-. Y pregunto yo Val, ¿qué ocurriría si nuestras monturas se mostrasen como realmente son, sin sus disfraces? -preguntó con voz maliciosa.
- Que si sus jinetes no tienen cuidado cuando los Hrull se muestren como lo que realmente son, el alto sentido de preservación de los Wyvwer que están montando esos Dragones, les van dar un serio disgusto.
- Entonces Val, ¿seguimos avanzando como si no pasase nada hasta llegar a su altura?
- Exactamente, pero ves preparada para controlar al Hrull, cuando los descubra, también cesara el férreo control que el conjuro que usamos tiene sobre sus instintos depredadores. Si se ve amenazado atacara, y alcanzan aquello que este en su radio de “arrancada” en un segundo, son rápidos como las serpientes usando sus garras delanteras –di gracias de que hubiesen desayunado con nosotros hacia poco, porque si no hubiesen sido poco menos que incontrolables a poco que su “comida” los amenazase.
- Lo tendré en cuenta… ¿Cuándo los descubrirás?.
- La roca alta con musgo que está a unos veinte metros a la derecha antes de llegar al grupo de Dragones, cuando estemos a su altura.
- Vale, ¿pero no sería más efectivo hacerlo aún un poco más cerca?
- Sí, pero si alguno de nuestros dos Hrull atacase nada más levantar los conjuros, estando más cerca no tendríamos tiempo material de poder controlarlo, y no queremos hacerles daño directamente ni a esas monturas ni a sus jinetes.
- Supongo que excepto que ellos nos ataquen antes…
- Por supuesto Mina, si atacan…
- …respondemos, ¿no? –me interrumpió terminando la frase por mí con gesto divertido.
- No Mina, no. Iba a decir… los exterminaremos… -le sonreí en plan “pacifico”.
- Estas de coña, ¿verdad?, dime que si Val. Venga hombre, por mucho Vhaalzord que seas o que yo este ayudándote… que son seis Dragones… No me des estos sustos.
- Mina, creo que pese a todo lo que ha ocurrido en estos meses aun no has entendido lo primordial… ni yo soy ya en realidad Vhaalzord el Nigromante, ni tú la famosísima Bruja Roja. Soy el Nishinn-tag-Nakriss, y no hace falta que te recuerde que tengo el poder de mi padre, lo cual esta muchísimo más allá de lo que era yo antes. Del mismo modo, tu eres ahora mismo una “Alta Guardiana”, y eres mil veces más poderosa de lo que nunca fue o llego a ser la Bruja Roja. Esos Dragones hoy por hoy ya no suponen ningún obstáculo real para ninguno de los dos… Hoy por hoy –repetí finalmente para mí mismo como si fuese una especie de mantra.
- ¿Entonces podríamos matarlos si quisiésemos? –pregunto con ferocidad.
- Si, podríamos hacerlo, y dado que por lo que veo son bastante jóvenes, sin excesivos problemas. La cuestión no es si podemos matarlos, sino, si debemos hacerlo o no… Y la respuesta, antes de que me lo preguntes, es un no rotundo, en estos momentos le crearíamos una serie de problemas a Amaratha que serían bastante serios, por definirlo eufemísticamente.
- ¿Entonces?
- Entonces nada, simplemente pasaremos a su lado mientras nos reímos viéndoles tratar de controlar sus monturas sin transformarse de nuevo en Dragones, lo que por cierto, de ocurrirles, les dejaría en una situación… digamos que incomoda con sus mayores.
- Pero si nos tratan de atacar…
- Entonces como ya te dije en su momento… sin piedad de ninguna clase.
- Conforme con eso, pues entonces Val, vamos allá –replico taloneando y haciendo avanzar su Hrull hacia los dragones con un suave trote.
Cuando vi a Mina avanzar de aquella manera no pude evitar sonreírme, pero de todos modos no me fiaba del todo de ella, por lo que me situé rápidamente a su altura. De inmediato me situé entre ella y los Dragones, para evitarla tentaciones, dado lo agresiva que se mostraba Mina, creí más conveniente pasar por uno de los costados del grupo en lugar de por el centro del mismo. Tal y como le había dicho a ella, en cuanto los Hrull quedaron al descubierto, ambos se lanzaron como relámpagos contra el grupo que teníamos delante, no alcanzando a los Wyvwer más cercanos con sus garras por escasos centímetros. Nosotros pese al incidente, seguíamos camino tranquilamente, eso sí, una vez pasamos de largo volvimos nuestras cabezas para no perdernos nada del espectáculo que representaban los seis Dragones tratando de controlar a sus enloquecidas “monturas”, que trataban de irse a toda velocidad en dirección contraria a nuestros aun no “protegidos” Hrull. De hecho, no volví a poner los conjuros sobre ellos hasta que no estuvimos lo suficientemente lejos como para que los Wyvwer ya no pudiesen detectarnos de ningún modo. Las carcajadas de Mina durante los siguientes diez minutos atronaron los alrededores.
Tras terminar de reírse, me pregunto en tono sarcástico...
- ¿Después de esto no creo que vuelvan a cometer otra vez el error de intentar asustarnos con sus monturas, no?
- No, han tomado buena nota de lo que ha ocurrido y de en qué estamos montando realmente, pero yo que tu no me alegraría mucho. Esos seis Dragones de ahí atrás no van a estar nada contentos con nosotros, esos Wyvwer les han puesto en serios aprietos para controlarlos. Dos de ellos incluso, cierto que solo han sido los más jóvenes, han estado a punto de cambiar por perder la concentración al revolverse de ese modo sus monturas.
- ¿Quieres decir que quizá nos ataquen?, creí que dijiste... -corte lo que me fuese a decir con un leve gesto de mi mano.
- No Mina, no nos atacaran, si lo hiciesen pondrían a su Nahkkar en una situación muy comprometida con Amaratha, y por mucho que a algunos quizá les disguste, sigue siendo su reina.
- Pues me alegro que sea así, porque seis Dragones... lo íbamos a tener un poco complicado para poder escapar... -quedo pensativa mientras yo la miraba evitando sonreír ante lo que acababa de decir, confirmo que pese a asentir a lo que dije, no me termino de creer.
En verdad que Mina no parecía darse verdadera cuenta del modo en que habíamos cambiado los tres, Amaratha, ella misma y yo tras nuestro contacto con mi "padre", con Nakriss, o hasta qué punto había ocurrido eso. No parecía comprender que nuestra única limitación de poder residía en nuestros cuerpos humanos y en su baja capacidad para canalizar la energía mágica que podíamos usar en una sola vez, que no por la cantidad de esta que en realidad teníamos disponible. A medida que pasaba el tiempo, poco a poco mi mente parecía estar obteniendo de algún modo, mas y más información sobre todo lo inimaginable, podía... mejor dicho, ahora sabía hacer cosas de las que ni conocía que existiesen o pudiese siquiera imaginar. Recuerdo que como despedida, cuando Nakriss "se marchó", me... para entendernos digamos que me dijo, que me dejaba en "mi mundo" con la esperanza de un día reunirnos de nuevo.
Ahora empezaba a plantearme muy seriamente, si aquello puesto en mi mente, no lo fue en un sentido mucho más literal de lo que me atrevía siquiera llegar a imaginar... "mi mundo", "mío". Y lo peor, era algo que realmente, no quería... por lo que decidí dejarlo de lado. Volviendo al camino tras nuestro encontronazo, entramos por fin en una carretera que podríamos considerar como "importante", el número de gente, comerciantes y personas de la más variada condición con los que nos cruzamos no hizo sino aumentar. La realidad es que tanto Mina como yo nos miramos al poco de estar avanzando por allí y llegamos a la misma conclusión, con tantas personas usando esa ruta el peligro para nosotros no había hecho sino aumentar. Por ello tomamos la decisión de avanzar con las primeras y últimas luces del día, esperando de ese modo esquivar las horas de más movimiento de personas.
CONTINUARA