Crónicas de Vhaalzord - Libro 26 - 1

Val y Mina se adentran por su cuenta en el Reino Dragón de Norte, mientras Amaratha acompañada de Shless, el Gran Nahkkar, se dirige volando a toda velocidad hacia la capital, a la reunión del Gran Consejo

CRONICAS DE VHAALZORD

Libro - 26

Capítulo- 1

Tras atravesar los fríos paramos del continente Ártico, fuertemente protegidos por varios escudos anclados a mi fuente interna de poder, por fin alcanzamos las tierras del Reino Dragón del Norte. Entramos en dicho reino por un valle de lujuriosa vegetación, que más parecía una jungla situada en una caliente zona tropical, que no en un oculto valle del gélido norte. Como ya explique en su momento, tanto el Reino Dragón del Norte, como el del Sur, toda vida dependía de la actividad volcánica situada tanto bajo su subsuelo, como en el prácticamente constante y muy lento flujo de magma procedente de sus volcanes, creando incluso en algunas ocasiones auténticos ríos de este incandescente material. Todo el delgado equilibrio de este ecosistema se apoyaba en la poderosa magia de los Dragones, más concretamente, en la de sus hembras, encabezadas por la que podría definirse de ser humana como suprema sacerdotisa, y encima de esta, por la propia Reina.

Entramos por un valle aparentemente deshabitado y por lo que pude observar en una más que posible ampliación natural hacia el frio exterior del continente. Algo que la propia Amaratha confirmo minutos después ante una pregunta de Mina sobre dicho asunto. Apenas llevaríamos recorridos treinta o treinta y cinco minutos en el valle cuando hicieron su aparición en el cielo las siluetas de tres grandes Dragones Verdes, que al minuto escaso de aparecer en el horizonte aterrizaban justo ante nosotros. En el líder del terceto pude reconocer sin problemas a Shless, el Gran Nahkkar del reino del Norte, asumí que los otros dos debían de ser una especie de lugartenientes o miembros de confianza de su propio Clan. Desde el primer momento supe que se dirigió mentalmente a Amaratha en cuanto aterrizo, y por la cara que esta puso, lo que escucho no le debió de gustar en absoluto. Por los gestos de Amaratha y la celeridad de los dos acompañantes de Shless en volver a ponerse en el aire y tomar el mismo rumbo del que procedían, supuse que la Reina debía de haberles ordenado marcharse.

Durante casi cinco minutos nadie hablo nada en voz alta, aunque estaba claro que a nivel mental Amaratha y Shless parecían estar discutiendo de alguna cosa de suma importancia. Amaratha se giró para mirarnos a ambos, y luego mientras se ponía en marcha en dirección a Shless nos pidió que nos dirigiésemos los dos solos hacia el palacio de la Reina, donde ella nos esperaría, aunque a mí mentalmente me dio alguna instrucción mas. Tras eso simplemente se transformó y salto al aire, donde por lo que pudimos ver tomaba la misma dirección por la que habían llegado los Dragones Verdes. Nada más Amaratha emprender vuelo, Shless también salto al aire con la más que evidente intención de protegerla, no obstante, antes de irse, nos deseó buen viaje, y "que nos cuidásemos". Cuando desaparecieron...

  • Porque será que tengo la impresión, de que esa última frase del Dragón Verde de que nos cuidemos, era más una advertencia que una mera forma de hablar... -dijo Mina.
  • Porque es lo que ha sido, una advertencia de que podríamos encontrarnos con problemas en nuestro viaje y que nos lo tomemos con calma.
  • ¿Y según eso, tú qué opinas Val?
  • Pues que los habituales problemas internos entre los Nahkkar ante el nacimiento de una nueva reina para tomar posiciones ventajosas ante su próxima toma de poder ya parecen haber comenzado... –replique tratando de no dejar entrever ciertas dudas que tenía al respecto.
  • Pero Amaratha sigue viva y es la Reina. El tal Shless por lo que me estuviste contando sobre ellos, es actual Gran Nahkkar y creí entender que era alguien menormente poderoso entre ellos, eso significara que tiene un buen número de apoyos para ese día, para cuando se tenga que elegir otra vez -terminó Mina.
  • Partes de un error muy común en humanos, que hablas según tus propios criterios, y aquí estos pertenecen a los Dragones. Veras Mina, si bien es cierto que el Consejo Nahkkar es quien elige al próximo Gran Nahkkar, este indefectiblemente después debe de ser validado por la Reina, o simplemente, no podría hacerse cargo de su nueva dignidad. No obstante, esto tampoco ha sido todas las ocasiones así, pues es la Reina quien realmente tiene la potestad final de decidir por su propia voluntad, aunque por lo que creo saber, rara vez suelen oponerse al consejo Nahkkar.
  • Pero entonces...
  • No Mina, vale, déjalo, es muy complicado, existen muchísimas variables que hacen de esta situación una anomalía nunca antes vista o experimentada por ninguno de ellos. Nunca antes de ahora ha existido una reina de las características de Amaratha, será la primera que cuando nazca su sustituta tenga firmemente cogidas en sus garras el rendimiento del reino, y no sería lo habitual, que este muy débil, moribunda e incluso en el momento de romper el huevo, ya muerta. Y Amaratha está lejos, muy lejos de cualquiera de esos antecedentes -expliqué.
  • Deduzco que la advertencia entonces viene por el hecho de haber entrado en el reino en su compañía, ¿no?, aunque no entiendo muy bien que podrían sacar de beneficioso para sus planes esos Nahkkar de crearnos problemas -dijo Mina pensativa.
  • En este caso me temo que no se trataría de lo que podrían sacar para sumar a su causa, sino de evitar que les podamos restar debido a la posible influencia de mi cercana relación con Amaratha. Eso es algo que nunca ha gustado en lo más mínimo a muchos de esos Nahkkar, que estemos tan próximos ella y yo.
  • Entiendo, no les gusta que un simple humano pueda influir en sus decisiones, ¿no?
  • No, ahí te equivocas de medio a medio. Nadie puede influir de ese modo que sugieres sobre una Reina Dragón, pese a lo que te pueda llegar a aparecer por lo que hasta ahora has presenciado, los conocimientos y las opiniones de Amaratha están ancladas a ella del mismo modo en que la vida y su propia experiencia lo harían con un anciano erudito humano. Con la suficiente inteligencia, tiempo y conocimientos, quizá podrías hacer que se desviase levemente de su camino, pero nunca que modificase sustancialmente sus decisiones u opiniones al ver las cosas.
  • Entiendo, tú puedes hablar con Amaratha de forma cercana y no les gusta...
  • Mina, aquí no se trata del problema de un humano con acceso al oído de la Reina. Concretamente el problema soy yo por mi mismo, porque yo soy Vhaalzord el Nigromante. Tienes que entender Mina, que en el mundo de los Dragones tanto el poder individual como el del Clan suponen para un Dragón obtener la influencia y posición necesarias para estar sobre el resto de los rivales, en el caso de un Nahkkar, esto supone el acceso a Gran Nahkkar, eso supone ser el señor entre iguales y una posición tan solo por debajo de la propia reina.
  • Pero no entiendo porque eso te afecta a ti...
  • Mina, me afecta porque aun siendo humano genero entre los Dragones mi propio respeto, en parte creado por varios de los más ancianos y poderosos entre ellos, como puedan ser T’ldord, Shless y por supuesto, el más poderoso de entre todos R’halrhaz, el Nahkkar Negro del Reino del Sur. Los humanos para ellos, no cuentan en absoluto… yo hasta el momento, tan solo era la molesta excepción que permanecía lejos de sus… asuntos.
  • Creo que más o menos ahora sí que lo entiendo. Por todo esto deduzco que algunos de ellos a los que nos les gustamos o que se oponen a Shless nos darán problemas, quizá incluso que nos ataquen, ¿no?
  • Atacarnos ellos directamente no, no con lo que se están jugando en estos momentos y con Amaratha siendo aún la reina, eso solo les haría perder posiciones, sino la propia cabeza. Sin embargo, las tierras del Reino Dragón se divide entre los diferentes Clanes, y en estas también habitan humanos, quienes no están sujetos a esas... restricciones.
  • O dicho de otro modo, que esperas alguna que otra emboscada antes de que alcancemos el palacio de la Reina por parte de esos humanos siervos de determinados Clanes Dragones, ¿no Val?
  • Si, y por eso mismo descansaremos tranquilamente en este valle durante un par de días. Amaratha ya lo sabe, de este modo por un lado le daremos tiempo para afrontar lo que sea que ocurra en su palacio. Por otro, si nos están esperando para interceptarnos, confió en que se pongan nerviosos cuando no aparezcamos como esperan y cometan algún error que permita identificar a quien esté detrás.
  • ¿De verdad confías en eso último?
  • No, por supuesto que no, dudo que un Nahkkar se rebaje a tratar con humanos el mismo, aunque existen excepciones. Pero por otro lado, también es cierto de que cosas más raras se han visto... y estúpidos hay en todos sitios.

Tras la charla nos desviamos hacia una de las laderas del valle, concretamente hacia lo que parecía la zona más frondosa del mismo, cerca de su límite exterior. Hicimos una hoguera, protegí la zona con una barrera que impidiese que la luz o el calor de la misma escapasen y distribuí varias criaturas a nuestro alrededor para que nos advirtiesen si se nos acercaba alguien, o algo. Lo cierto es que tanto Mina como yo estábamos bastante cansados, ya que el mantener activos los escudos térmicos para protegernos de las gélidas temperaturas de los páramos era algo realmente agotador para cualquiera. El problema radicaba en que generábamos un escudo solido que impedía tanto la entrada del frio como la salida de nuestro calor temporal, pero también impedía la circulación del aire, por lo que cada cierto tiempo había que crearles una pequeña brecha para que este se renovase, por lo que no podíamos dormir durante largo rato. Amaratha por el contrario y para mi sorpresa por no esperármelo, dispuso en su forma humana que su piel quedase cubierta por lo que me pareció con algo muy similar, sino exactamente igual, a la placas de su coraza Draconiana cuando adquiría su aspecto habitual, lo que la hacía poco menos que inmune a frio o calor.

Como ya dije, pensé en pasar los dos un par de días allí descansando, aunque muy pronto descubrí que lo que yo entendía por "descansar", no parecía ser lo mismo que lo que Mina pensaba sobre ello, y la prueba de eso la tuve la primera mañana al despertarme. Cierto es que el despertarte con tu polla enfundada en el interior del coño de una mujer como Mina puede parecer algo genial en una primera impresión, conviene recordar que en realidad tan espectacular hembra es quizá la Hechicera Humana más poderosa de todos los tiempos. Si bien comparada conmigo le falta cierta experiencia para sacar todo el posible partido o conocerse todos los trucos habidos y por haber, reconozco que es buena, muy buena, es más, incluso añadiría que es excesivamente buena para mi propio interés, pues le cuesta bien poquito ponerme en marcha aun sí que yo quiera, sobre todo como cuando en esos instantes, me había pillado por sorpresa con la guardia baja.

Abrir los ojos para encontrarse casi ante tu boca con dos poderosos pechos, cuyos pezones están pidiendo ser lamidos y mordisqueados, junto a la cálida sensación de la funda que aprieta suavemente rodeando tu polla, no es lo mejor como para poder detenerte a pensar o a tratar de volver a conseguir que tu cerebro regresa a la cabeza superior. Tarde como diez segundos en dejar escapar mi primer gemido, otros cinco en comenzar a alzarme y tres o cuatro más en llevarme uno de esos maravillosos pezones a la boca. Luego de eso, y del cuarto caderazo de Mina, creo que mi cerebro literalmente se fundió, se debió de convertir en una especie de amasijo deforme, como cuando el hierro se estropea en las fraguas. Mis caderas se acompasaron a las suyas, empujando contra ella cuando por su parte hacia lo mismo hacia mí, encontrándonos a medio camino, incrementando de ese modo la violencia de mis penetraciones. En cuestión de tres o cuatro minutos mina alcanzo un par de orgasmos que disfruto casi como una niña pequeña con un dulce, pero eso en tan corto espacio de tiempo me hizo saber que posiblemente habría usado algún tipo de conjuro con ella.

Forzándome a salirme de su interior y a permitir que me dejase jugar con su cuerpo, recobre el suficiente control como para averiguar en que había consistido su uso de magia sobre sí misma, con el fin obvio de tratar de compensarlo o potenciarlo si así me interesaba. Lo cierto es que aun descubriendo que había hecho exactamente, medí mal mi decisión, equivocándome en lo que hice. Mina potencio con magia su sentido del tacto, llevo la capacidad de su piel para reaccionar de forma adecuada ante las caricias casi al límite. Por mi parte cometí el estúpido error de proteger la piel de mi polla  con el fin de que no quedase dolorida como alguna vez anterior por culpa de nuestros agotadores y secretos asaltos. ¿Cuál fue en realidad mi error?, pues muy simple, no haberme dado cuenta hasta esos instantes de como de insaciable podía llegar a ser Mina, de cómo no tenía medida a la hora de recibir placer.

Empezamos con ella cabalgándome, tras dos orgasmos conseguir rotar para montarnos un 69 y de ese modo tratar de contrarrestarla, que fue justo cuando metí la pata. Tras conseguir situarme sobre ella después de darle un par de orgasmos como mi lengua sobre su culo, coño y pechos, seguí en esa postura haciéndola alcanzar otro par más de orgasmos. Al no aguatarme mucho más mis músculos tras esos esfuerzos, hice que se situase de pie contra un tronco con su cuerpo inclinado, de esa forma, al modificar levemente la posición de mis músculos y reforzarlos mágicamente, logre follármela hasta sacarle tres orgasmos más, junto con el primero para mí. No satisfecha aun con ello, me hizo sentarme contra el tronco del árbol, sentándose sobre mí, solo que en esta ocasión decidió sodomizarse a sí misma usando mi polla como mejor opción. Tras arrancarse tres nuevos orgasmos, puso todo su empeño en chupármela hasta conseguir que me corriese en su boca. Si yo conseguí al final correrme un total de cuatro veces, la última de milagro, no quiero ni pensar en el número de veces que tuvo que hacerlo ella, ya que llego un instante en que perdí la cuenta, tan solo era ya una polla empujando contra un coño.

Mi polla no sufrió en exceso gracias a la protección que había puesto sobre ella, pero sin embargo el resto de mi persona..., bufffff, eso era otra cosa muy diferente. Creo que al día siguiente no había llegado ni uno solo de mis músculos en buen estado, me dolían hasta algunos que desconocía que el cuerpo tuviese hasta ese momento. Aunque parecía que Mina no se encontraba físicamente mucho mejor que yo, la sonrisa que cruzaba su cara parecía sugerir todo lo contrario. El caso es que no lograba entender muy bien cómo se las había logrado apañar para conseguir "controlarme" hasta ese punto, hasta el extremo de no ser capaz de racionalizar la situación hasta terminar lograr hacerme con el control de la follada, debía de reconocer que había sido poco menos que una marioneta en sus lindas manitas. Os aclaro no obstante que aunque no piense decir que, o como lo hizo Mina, si os revelare, que consiguió repetir su hazaña en otras dos ocasiones más antes de que fuese capaz de entenderlo y encontrar un modo de poder neutralizarlo de desearlo de ese modo, aunque bueno, nunca considere "necesario" hacerle pasar ese mal trago.

Durante el día que pasamos follando, pese a nuestra distracción, fuimos capaces de saber de la presencia de un Dragón en el cielo en un par de ocasiones, aunque cierto es, que no le prestamos la menor atención dado lo ocupados que ambos estábamos, por lo que no supimos si era el mismo o dos diferentes. Sin embargo, al día siguiente, el numero detectado de estos aumento a cinco, lo cual ya me puso en alerta, algo que Mina noto al instante y que la hizo preguntarme e indagar sobre esos Dragones. En realidad y pese a lo que pueda parecer, mis conocimientos sobre los reinos Dragón y como funciona todo son bastante pobres... o por lo menos asi era hasta hacia bien poco, ahora parecía tener un más amplio conocimiento que no sabía de donde venía. Sin embargo eso es otro asunto. Conocía más o menos a los propios Dragones en su forma de actuar, con ellos no hacía falta ser ningún genio dada nuestra posición geográfica en los límites extremos del Reino y en esa zona, que la presencia de cinco Dragones, en este caso diferentes entre sí, no era para nada normal, por lo que podía aceptar como muy probable que estuviesen tras nuestra pista.

Cuando nos pusimos de nuevo en marcha para ir al encuentro de Amaratha tenía dos cosas muy claras, primero que teníamos por delante un camino repleto de problemas junto con algunas más que probables trampas, y en segundo lugar, que ningún Dragón se atrevería a atacarnos si Amaratha nos había declarado bajo su protección cuando llegò a su palacio, algo que me dijo mentalmente antes de marcharse que pensaba hacer. Amaratha seguía siendo la Reina hasta que naciese la nueva, y mientras eso no ocurriese, mientras la Cría no tomase posesión de su legado, el contradecir la voluntad firme de una Reina era tanto como una sentencia de muerte para cualquier Dragón por poderoso que este fuese, y que le rezase a quien quisiese porque no se ocupase del asunto personalmente la propia soberana, pues por lo general, estas eran sumamente despiadadas, de hecho, disfrutaban siéndolo.

Mientras recorrimos el valle y hasta el instante de salir a un camino con más o menos tránsito, fuimos los dos de lo más tranquilo, una vez que estuvimos allí, la situación cambio y nuestros cuerpos se tensaron en espera de problemas. El que nuestras monturas fuesen dos Hrull bajo un conjuro de ilusión no es que ayudase en mucho tampoco para generar tranquilidad, sin olvidarnos de nuestro ojos negros que procurábamos disimular con las capuchas y sendos conjuros de distracción sobre nuestras caras. Mis instintos de asesino estaban súper afinados, mis ojos observaban sin cesar todo lo que acontecía a nuestro alrededor, por ello no tarde mucho en detectar algunas incongruencias en un grupo de comerciantes que alegremente se acercaba a nosotros. Lo cierto es que fue una falsa alarma, como ya dije no conocía muy bien el modo de vivir en los Reinos Dragón, y lo que había visto en cualquier otro sitio, sin duda habría sido lo que me temí, una bonita trampa.

Durante ese día nos escondimos un par de veces de Dragones que pasaron volando en nuestra cercanía, mas por precaución que por otra cosa. Por mis anteriores visitas sabía que había soldados humanos encargados de mantener el orden y la ley, presuponía que aparte de la Reina, cada Clan Dragón también tendría sus propios Guardias, motivo por el que estaba pendiente de todo el que se cruzaba con nosotros. No fue hasta bien entrada la tarde cuando tuvimos el primer tropezón, con una especie de "atraco" raro, incluso diría que más que raro, rarísimo. Ni una sola vez pidieron que hiciéramos nada o que les diésemos algo, su máximo afán era tratar de rodearnos y situarnos al alcance de sus armas, algo más simple de decir que de hacer, habida cuenta del modo de moverse de nuestros Hrull cuando alguno de ellos trataba de ponerse demasiado cerca.

Reconozco que en esta ocasión Mina me gano por la mano, estaba decidiendo que hacer cuando ella alzo su brazo derecho, situándolo en Angulo ante ella, con el antebrazo apuntando al cielo y alzando en su mano únicamente dos dedos, en cuyo extremo empezó a formarse una brillante llama de color Negro... a la vez que en su cara aparecía una sonrisa de lo más turbadora, de hecho tuve que extender mi mano ante ella para que no hiciese ninguna tontería antes de poder hablar con ellos.

  • ¿Me gustaría saber a qué Clan pertenecéis? –sonreí.
  • Lo cierto es que no pertenecemos a ninguno, simplemente pasábamos por aquí y pensamos que deberías de compartir lo que lleveis… -hizo un gesto de burla.
  • Entiendo, pero sabéis, todos vosotros tenéis en común una cosa que desmiente lo que estáis contando, ¿queréis que os diga que es?
  • Dinos, ¿el que es según tú, listillo?
  • Vuestro modo de coger las espadas, de hablaros con unas leves señas o la forma de desplegaros frente a nosotros… eso habla de que habéis sido formados como soldados… De modo que, repito, ¿a qué clan pertenecéis, soldaditos de pacotilla? –la pregunta fue sarcástica.
  • Como he dicho, solo pasábamos por aquí. Pero si lo que has dicho fuese cierto, quizá os deberíais de preocupar más de poneros a bien con vuestros dioses antes de que os matemos… -su tono fue seco, frio y duro.
    • Muy bien, vosotros sois siete y nosotros solo dos, pero ahora mismo aquí la cuestión es otra muy diferente. Dado que no pensáis hablar, el asunto ahora es saber quién de vosotros va a ser el primero en morir quemado vivo por mis llamas negras... –replico Mina con una sonrisa maligna en su cara.
    • No podrás ni llegar a moverte mujer, es más, vas a ser la primera en... -su diatriba fue cortada por un espeluznante chillido de terror y dolor.
    • Uno menos -Se limitó a decirle sonriente a Val mientras miraba con perverso placer como el hombre ardía vivo envuelto en llamas de un brillante color negro.

Cuando el hombre empezó a tratar de menosprecia a Val, Mina se limitó a mover suavemente la mano hacia adelante y hacia detrás, cuando en el momento preciso la llama que tenía en la mano salió volando hasta impactar con el idiota, quemándolo vivo con un espectáculo muy desagradable de llamas negras saliendo por los poros de su piel. Obviamente era fuego normal, pero Mina había aprendido bien de Val la ventaja que el terror a lo desconocido podía provocar en los adversarios, de modo que tiño de negro las llamas de su conjuro con otro de ilusión. No fue algo simple o fácil de hacer, pero contaba con tiempo y experiencia suficiente como para ser capaz de intentarlo, afortunadamente, todo le había salido bien.

Los seis hombres restantes miraban a Mina aterrorizados, mientras que sus ojos no podían evitar desviarse hacia los cada vez más pequeños restos de su compañero, de los que aún seguían surgiendo pequeñas llamas que los consumían. No fue difícil leer en sus miradas de pánico el momento exacto en que se decidieron a lanzarse a la vez a por nosotros, por suerte segundos antes le había pedido a Mina que aumentase la distancia para conmigo, ya que necesitaba sitio para poder maniobrar cuando nos atacaran. Una vez que se lanzaron, de mi mano surgió como por arte de magia mi Shilkka, con su vibrante hoja completamente desplegada y cantando su canción de muerte, la puse en movimiento, trazando un amplio semicírculo que hizo trizas a cuatro de los seis restantes asaltantes. Los otros dos fueron víctimas de los dardos mágicos de Mina, cada uno recibió en su cuerpo al menos una docena de ellos, cayendo al suelo acribillados sin haber podido dar apenas dos pasos.

Mina me miro según terminamos, ante lo que le hice un gesto afirmativo de complacencia. En el Valle, justo cuando estábamos a punto de salir de allí en dirección a nuestro encuentro con Amaratha, le hice una simple advertencia a Mina sobre los problemas que posiblemente nos encontraríamos por el camino y como enfrentarlos. Únicamente use dos palabras para trazar nuestras futuras actuaciones… “SIN PIEDAD”. Era obvio que Mina se lo había tomado completamente en serio y que estaba dispuesta a seguirlo al pie de la letra.

CONTINUARA