Crónicas de Vhaalzord - Libro 25 - 5 (Final)
Val, Mina y Amaratha avanzan hacia el Norte de las Tierras Salvajes a toda velocidad, escoltados de modo bien visible por Guerreros Khulgan En su presencia, las imprudencias se pagan caras
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 25
Capitulo- 5
Amaratha no pudo sustraerse a las carcajadas de Mina, a la que tuve incluso que sostener con rapidez porque casi se cae del Hrull que montábamos. Curiosa me miró y preguntó si sabía a qué venían esas risas de mi “hembra humana”, cosa que por cierto, a Mina se las corto de raíz. Como respuesta le dije que mejor, se lo preguntase a ella, lo que para mi sorpresa hizo...
- Pues me ha hecho gracia porque estoy segura de que esos cerdos Arcanos de Z'mall, prepararon toda esta situación de caos y enfrentamientos entre las Tribus para tener lejos miradas indiscretas cuando por fin lograsen traer al resto de su pueblo.
- Sí, eso es obvio, como diríais los humanos, mientras dos se pelean no miran lo que hace el vecino. ¿Pero y las risas porque todo este en llamas? -insistió una Amaratha cada vez más curiosa.
- Si bueno, ves todas esas columnas de humo -señaló Mina en varias direcciones-.
- Si claro, por supuesto... todo arde…
- Bien, pues no es que como crees la pradera este ardiendo. Lo que indican es que el plan de Val está empezando a funcionar. Ese humo procede de hoguera, y advierte que "el que cabalga con los Muertos" ha regresado y que nadie debe ponerse en su camino o se pagaran las consecuencias. Están comunicándoselo a todos sus vecinos, para esta tarde, las hogueras recorrerán las Tierras Salvajes de extremo a extremo con la noticia.
- Bueno eso nos al menos nos dejara seguro el camino abierto con esta tribu de humanos -apostilló Amaratha.
- Con esta y con todas las demás. Pero no te creas que es tan simple, todo esto dependerá de lo que Val haga desde ahora -Mina me miró-, si va a continuar el viaje siendo tan solo nosotros tres, o no...
- No entiendo... -dijo Amaratha aún más sorprendida.
- Amaratha, existen varios caminos para llegar al paso del Norte en los Territorios de las Talkinq, el más directo pasa por el centro de las tierras de los Nishuaras, pero hay otra posibilidad aunque algo más lenta. Dar un rodeo por el Norte, atravesando de este modo el territorio de los Alurios, Zalgart, Nirex, Nishuaras, Dekotras y finalmente el de las Talkinq... -le expliqué
- Bien, eso lo comprendo, la distancia sería mucho mayor con un terreno muy similar, ¿pero porque tomar el más largo? -preguntó Amaratha, y para mi sorpresa fue mina quien la contestó.
- Si únicamente fuésemos los tres sería una estupidez, pero no es así si ellos nos acompañan –Mina indico con la cabeza a los Khulgan-. Ese largo rodeo calmaría en el acto a la totalidad de las tribus de los Territorios, independientemente de si atravesamos sus tierras o no, la noticia de su regreso se confirmara innumerables veces a lo largo del camino. ¿Qué piensas hacer Val?
- Vhaalzord el Nigromante, el que camina con los muertos, cabalgara de nuevo por los Territorios de las Tribus al igual que hiciese antaño. Ellos nos acompañaran durante nuestro viaje al Norte dejando clara mi presencia entre las Tribus... -señale a los cerca de doscientos Guerreros Khulgan con cuatro magos a los que había aumentado el número original de estos.
- ¿Y todo eso por ese humo? ¿pero tanto dice de verdad? –Amaratha miraba sorprendida las largas columnas negras que se alzaban en el horizonte.
- No, no solo es el humo. Eso únicamente advierte de un gran peligro y señala esperar a los mensajeros. Las diferentes tribus, ya sean amigos o enemigos, se advertirán unas a otras con todo tipo de mensajeros de mi presencia, palomas, alcotanes, búhos, todo lo que puedan usar y que sea rápido será empleado para que nadie se me cruce en el camino. En estas tierras aprendieron la lección en cabeza propia…
- Entiendo, en tu pasado, cuando el Arcano estaba en ti, arrasaste estas tierras llevando a la tumba a todo el que se cruzó por delante sin distinciones de pueblos, ¿no? -afirmó más que preguntó Amaratha.
- Si, en esa época, independientemente de quien me molestase, muchísima gente moría masacrada, y contra más gente mataba, más sanguinario me volvía. Gracias a las leyendas que aún perduran, todos son conscientes de que si alguien se pone en mi camino, no será únicamente su Tribu la que estará en peligro de ser exterminados, sino que tras de mi dejare una camino de sangre y fuego, culpables o inocentes, procedan de donde procedan...
- Y si ellos vienen con nosotros nadie osara dudar..., entiendo..., ¿pero y si nos los reconocen?
- No, créeme Amaratha, que si existe en este mundo algo que cualquier miembro de estas Tribus es perfectamente capaz de identificar desde niño pese a no haberlo visto nunca, eso es un Khulgan con sus monturas. Una vez los vean, nadie sería tan estúpido de cruzarse en su camino...
- ¿Y si alguien lo hace? -indago Amaratha.
- Pues entonces más le vale encomendarse a sus dioses, porque no habrá piedad para quien se ponga por delante o lo suficientemente cerca de nosotros...
Tras ello hice que nuevamente nos pusiésemos en marcha, esta vez, con nuestra impresionante escolta tras nosotros. Como a la hora más o menos, me di cuenta de un pequeño detalle que se me había pasado por alto, Amaratha estaba extrañamente tranquila, al igual que Mina, habían dejado de lanzarse pullas una contra otra. Afloje un poco el ritmo para mantenerme a su altura y poder preguntarle, cuando lo hice, Amaratha estallo en carcajadas, llamándome poco menos que idiota por no haberme dado cuenta mucho antes, lo peor que pude preguntar, es que cuenta, de que...
- No me lo puedo creer, Val, de verdad. Termine mi periodo de celo, por ese motivo las dos estamos ya completamente relajadas. Tu hembra humana ya no se ve afectada por mi situación, y por tanto está completamente normal...
- Perdona pero esta es la segunda vez que lo dices, ¿hembra humana?, explícate por favor, porque me parece que pretendías decir mucho más de lo que parece con eso -replico de repente Mina, empezando a parecerme que estaba sacando las uñas otra vez.
- Mina, vale, Amaratha es un Dragón, y tu Humana, solo eso...
- Puede que sea un Dragón, pero es una mujer... o lo que coño sea, hembra o que se yo... Créeme que eso que ha dicho llevaba segundas, y no me gusta Val..., pero nada…
- Tienes razón, te guste o no, humana, Val es nuestro macho, el de ambas, y para mi próximo celo, pienso disfrutar de él.
- ¡¡¡Pero qué dices!!! -le gritó.
- Pues que me lo pienso follar, no es así como lo decís vosotras, pues eso, que para mí próxima época de apareamiento, quiero que Val me monte... -para terminar de liarla, se pasó la lengua por los labios en un gesto de lo más sensual ante los morros de una cada vez más enfadada Mina.
- No te lo crees ni tú, te buscas a un macho de tu especie y que te folle, zorra de mierda. Por mucho Dragón o reina que seas, a Val tu no le tocas, ¿estamos...?
- Jajajajajaja, eso humana, cuando regrese el celo me lo cuentas... a ser posible después de que me haya montado unas cuantas veces...
Ni siquiera intente intervenir, comprendí que no sería nada practico por mi parte, bueno, ni eso, ni parar o reducir la marcha, de modo que opte por lo contrario, acelerar el paso y que algunos Khulgan se metiesen entre las dos para evitar más problemas. Lo peor de todo, es que empezaba a temerme que Amaratha tuviese razón en lo que decía, en algunas salas del Templo de Nauruem, había determinadas partes de textos rúnicos que en su momento no pude traducir, y que ahora, si recordaba bien lo que vi, parecían ir por el camino que había marcado Amaratha. Si los tres éramos Guardianes, peor aún, en realidad “Altos Guardianes”, dada la idiosincrasia de los Dragones, una hembra en celo, más aun una Reina, únicamente se aparearía con alguien de su... digamos para entendernos, que de su "estirpe", y el único Alto Guardián existente o lo más parecido a uno, era yo. Dado que el celo de Amaratha acababa de terminar, debería de estar tranquilo en ese aspecto durante algunos años, quizá de dos a cuatro e incluso quizá cinco. Aunque al convertirse en Guardiana y ya no ser exactamente tan solo un dragón... era posible que todo esto cambiase. Lo que no me podía yo imaginar en esos instantes, era de qué manera y hasta donde iba a hacerlo.
Retornando al viaje que estábamos haciendo, me llevo como ocho horas y tres cambios de Hrull de todo el grupo, el que ambas fuesen capaces de dejar de gruñirse, gritarse y decirse todo tipo de adjetivos coloridos la una a la otra. Si el control de los Khulgan hubiese tenido que depender de mi prestigio, os aseguro que con lo que estaban teniendo que soportar de esas dos, nunca más habría podido convocarles, aunque solo fuese por vergüenza. En este tiempo, vimos a lo lejos algunos grupos de Guerreros de forma esporádica, pues en cuanto se percataban de lo que realmente veían, desaparecían como si nunca hubiesen existido antes. Por los ojos de mis Halcones Azules, pude ver como ninguno de esos grupos una vez empezaban a galopar tras vernos, nadie volvía la vista atrás hasta estar lejos, muy lejos de nosotros... y por lo general, tras vernos e identificarnos, sus caras adquirían una palidez cadavérica. A los pocos minutos de detenerse en cuanto se consideraban a salvo, nuevas columnas de humo ascendían al cielo transmitiendo su mensaje, básicamente un "que nadie se ponga en medio".
Como nada podía ser perfecto, atravesando el territorio Nirex, no sé bien si es que no creyeron los mensajes y advertencias, o trataron de comprobarlas más allá de lo razonable, el caso es que varios de sus guerreros terminaron... masacrados por los Khulgan, y fue por orden mía. Un importante grupo de unos cuarenta guerreros Nirex apareció en una loma, lo suficientemente cerca como para que mis Khulgan empezasen a desplegarse con intenciones de cazarlos en cuanto diese a orden o se acercasen un poco más a nosotros. Opte por la primera opción para dejar clara de la forma más evidente que el ponerse ante mí no era nada sano, envié a veinte de los Guerreros con un mago a por ellos. Reconozco que trataron de escapar sin oponer resistencia o presentar batalla, pero para cuando quisieron admitir que sí, que por improbable que pareciese, era cierto que "el que caminaba con los muertos" había regresado acompañado de sus huestes, ya era demasiado tarde para ellos. Los veinte Khulgan y el mago prácticamente los descuartizaron antes de volver a integrarse en nuestro grupo, que no freno su marcha ni un solo segundo. Gracias a mis halcones, vi como otros grupos de Guerreros Nirex habían sido testigos del fin de sus compañeros sin que se atreviesen a hacer nada por temor a empeorar la cosas y que yo diese media vuelta cuando ya casi habíamos abandonado sus tierras. Fue el único encontronazo, tras esto, nadie volvió a acercarse tanto a nosotros...
Durante esta parte del viaje, se dio otra circunstancia que no agrado a Mina para nada, cuando ya llevábamos algo más de un mes recorriendo los Territorios, nos dimos cuenta de que los ojos de Amaratha nuevamente volvían a tener su antiguo color dorado. Como imaginareis, no le hizo ni pizca de gracia a Mina, ya que en su caso, seguían presentes los dos pozos negros sin fondo que tenía por ojos. Su estado de "excitación" negativa por esto se amortiguo algo cuando de momento averiguamos que esto solo ocurria con su forma humana, cuando volvía a su cuerpo original de Dragón Reina, sus ojos eran tan negros como los nuestros. Lo peor para mí, fue aguantar a ambas, no ya por no saber a qué era debido, sino directamente, por no tener siquiera una leve idea o hipótesis de esto. A Mina, gracias a los dioses, Nakriss o quien sea, hubo un asunto que logro calmarla en el acto, estábamos a punto de entrar en territorio Talkinq, cuando Mina con cara de ferocidad se me emparejo gritándome...
- ¡¡Val, hacia el sur, vamos hacia el sur, a la quinta...!! ¡¡Pasemos por la quinta...!! -su cara reflejaba una expresión de irónica maldad y ferocidad mientras me lo pedía.
Comprendí en el acto su idea y los motivos de la misma, que por cierto aprobé y con la que incluso me relamí solo de pensarlo. Tras la elección la nueva matriarca del Triunvirato, yo mate usando una serpiente de los bosques a la Matriarca de la quinta Aldea Talkinq, aunque a mí personalmente me hubiese gustado matar también a alguna otra de las que la acompañaban, como por ejemplo su Gran Hechicera, pero sabía que eso Mina no lo aprobaría. Durante su estancia con su aldea, Mina supo que gente importante de la Quinta seguían culpando de que la matriarca no saliese elegida a la decimoctava Aldea, pero especialmente, a Mina, incluyendo varias acusaciones veladas contra ella sobre el asesinato de esta, que en realidad, como digo, fue cosa mía. Hice variar el rumbo de nuestro camino, poniendo en antecedentes de todo a Amaratha, pues cuando se dio cuenta, pregunto el motivo del cambio de ruta. Lo que si me sorprendió fue su actitud con Mina tras nuestra explicación...
- ¿Quieres que un Dragón en el cielo aumente su miedo, incluso podría quemar vivas a unas cuantas de las que peor te caigan? -pregunto a Mina sonriendo con un gesto malévolo.
- No gracias, creo que con nuestra escolta será suficiente, además, creía que el veros implicaba la muerte para quien lo hiciese... -dijo mirándola curiosa.
- Si, bueno, en este caso podríamos pasarlo por alto al estar mezclado Vhaalzord el Nigromante. Es casi seguro que mi presencia volando se la achacarían a algún conjuro suyo de convocación -soltó una carcajada.
- Claro... como los Khulgan, ¿no?, muy lista... -replicó Mina riéndose también mientras hacia un gesto apreciativo hacia la otra "mujer".
Por mi parte considere como lo más oportuno no decir ni media palabra, no entendiéndolas para nada. Tan pronto se parecían estar llevando bien, como empezaban a mostrarse las uñas. No pude evitar pensar que antes, cuando no tenía sentimientos, mi vida pese a la presencia de alguien como Z'mall en mi alma, resultaba mucho más tranquila y apacible que con esas dos. Incluyendo con añoranza, la época en que los Dragones eran como dioses temidos a los que no me hubiese atrevido a acercarme ni atado... y sin embargo ahora, tenía a una de sus reinas hablando tranquilamente de follar conmigo... Mi dolor de cabeza solo parecía aumentar cuando pensaba...
El caso es que ajustamos nuestro viaje para poder presentarnos ante la empalizada que rodaba al asentamiento principal de la Quinta Aldea de las Talkinq pasada la media noche, en plena oscuridad, con tan solo la Luna Dracos iluminando el cielo con su pálida luz. Por si os preguntáis como pudimos presentarnos todos nosotros allí delante sin ser detectados por las patrullas, os diré que evidentemente desconvoqué a los Khulgan y usamos un poquito de magia para ayudarnos. El resultado es que los tres aparecimos ante los asombrados ojos de las cuatro mujeres que había ante la puerta de la empalizada de guardia. Como ya sabéis las Talkinq construyen las empalizadas para evitar a los depredadores, no como protección, y normalmente no tienen guardias, pero con la situación de guerra tan generalizada por todos lados, eso había cambiado. Como dos metros por delante de la puerta había fijadas varias antorchas, dejando a las cuatro mujeres en una semipenumbra que a cualquier persona normal le haría muy difícil apuntalas con eficacia.
Sin embargo, con nuestros ojos negros, como ya habíamos descubierto durante el viaje, veíamos muy bien pese a la oscuridad reinante. Mina al llegar a un sitio donde pudiesen vernos bien e identificarnos, dio su nombre y su filiación, surgiendo de inmediato una nueva guerrera tras las otras cuatro que Mina reconoció de inmediato, esta nos miró, y a los cinco segundos salido corriendo hacia el interior de la aldea para nuestra sorpresa. Bueno, de Mina no, pues la había reconocido, ya que me miro...
- Val, esa guerrera que se acaba de marchar, la pelirroja, es una de las guardianas de confianza de la Gran Matriarca Rielka... Creo que ella esta aquí...
- Supongo que nos estaría esperando por si aparecíamos en esta zona, y con esta aldea dados nuestros antecedentes con ella, por su parte no es ninguna tontería hacerlo así. A estas alturas ya les debieron de llegar todos los mensajes sobre nuestra presencia durante este tiempo por las llanuras en esta dirección... Seria lógico pensarlo así dado que me conocen… -sonreí malicioso antes de remachar-, y a ti también Mina.
- Eso quiere decir que el resto de Matriarcas estará en otras aldeas de paso probable... -susurro Mina pensativa.
- Si, y aunque la quinta aldea seria obviada de seguir nuestro camino previsto, supongo que como he dicho, alguien recordó el cariño que te profesan y no quiso correr riesgos por si alguna hacia una estupidez o tú me convencías de “visitarlas” -argumenté.
Sí, creo que tienes razón, sin duda es lo más probable que haya ocurrido, pero al menos, esto de las acusaciones lo vamos a solucionar de una vez por todas. En eso no tuve más que darle la razón, aunque dudaba que ambos pensásemos del mismo modo al tratar con ello. Las primeras en llegar a la puerta a la carrera, fueron la nueva matriarca, la gran hechicera y la jefa de guerreras de la aldea, a quienes se les ilumino el rostro al ver ante ellas a Mina y a mí, mientras que a Amaratha la ignoraron por completo. Lo primero que esas tres soltaron por su boquita contra nosotros dos, lo más suave fue asesinos, poco a poco se empezó a soliviantar el ánimo entre las guerreras que estaban acudiendo ante el cada vez más creciente alboroto. Di gracias de que Mina fuese prudente y no entrase en disputas tontas que no nos llevarían a nada. Lo que sí hizo fue dirigirse a una de las centinelas...
- Quería hablar con la Gran Matriarca Rielka -dijo Mina.
- Tu aquí no eres bienvenida, deberías de marcharte antes de que tomemos medidas contra la asesina de nuestra anterior Matriarca... -replico con voz dura la Gran Hechicera de la Quinta Aldea.
- ¡¡¡Ya basta!!!, silencio todas... Hola Dhialmina... bienvenidos -saludo con una tensa sonrisa la Gran Matriarca Rielka.
- Gran Matriarca... gracias... -saludamos Mina y yo a la vez.
- Gran Matriarca, ella es una asesina... nosotras podríamos con... -la Gran Matriarca Rielka hizo callar con un gesto a la Jefa de Guerreras.
- ¿Qué queréis de mí? -pregunto directamente Rielka.
- Quiero que informe a la Matriarca de la decimoctava Aldea que vamos de camino hacia sus montañas, que avise a los Hombres del Norte que cruzaremos el paso e iremos bordeando el Rio Muhtas. Deben de desalojar toda esa zona y retirarse, porque si sorprendo en mi camino a alguno de sus clanes, este sufrirá las consecuencias... –repliqué en tono serio.
- Por muy hombre escudo que sea es un insolente y...
La Jefa de Guerreras mientras decía esto saco su espada avanzando en mi dirección, pero apenas había dado dos pasos cuando se escuchó retemblar el suelo tras nosotros. De la oscuridad surgió una auténtica pesadilla para todo el poblado de la Quinta Aldea, cerca de trescientos Guerreros Khulgan sobre sus Hrull se situaron a nuestro lado en perfecta formación de cuatro filas de profundidad a nuestros flancos, blandiendo sus armas, como si estuviesen ansiosos por poder descargarlas sobre alguien, mientras que una docena de magos Khulgan iluminaban toda la zona casi como si fuese de día. Mina alzo la voz por encima de los gritos de terror que se empezaron a escuchar procedentes del interior de la endeble empalizada, mientras que varias de las guerreras presentes al verlos aparecer habían retrocedido con fuerza, chocando violentamente contra esos mismos maderos que las separaban de las viviendas. Otras por el contrario directamente habían retrocedido sobre sus compañeras, terminando ambas en el suelo, tan solo Rielka parecía mantener la calma pese a su palidez, incluso la Jefa de Guerreras termino aterrada en el suelo, justo ante los cascos del Hrull de un Guerrero Khulgan con un Hacha listo para descargar que la miraba fijamente, únicamente a la espera de una orden para matarla.
- Val, por favor, contrólalos... sin sangre... -me pidió Mina gritando por encima de las voces de las Talkinq.
- Tranquila, no atacaran si nadie hace ninguna estupidez. Pero si alguna resulta ser idiota, condenaran a toda la aldea a muerte y no lo impediré... -mire a Mina haciendo un leve gesto para tranquilizarla pese a mis palabras.
En los ojos de Mina vi que una vez paso su interés por una posible venganza, por primera vez se arrepentía de su idea de acercarnos a la Aldea, pues no estaba segura de que no ocurriese nada. En realidad, en esos instantes, tras nuestro paso por el templo, sí que podía controlar perfectamente a los Khulgan. Estos procedían de lo más profundo de la oscuridad del Alma o lo que fuese de la propia Nakriss, venían de allí, de su propio mundo no creado de oscuridad. Cualquiera que usase su magia o conociese como llegar a ese "lugar" del interior de Nakriss, podría convocarlos y someterlos con una enorme fuerza de voluntad, sin embargo, ese no era mi caso. Yo era parte del todo que era Nakriss, por tanto parte de la misma esencia de los Khulgan, su obediencia hacia mí no era cuestión de ser o no leales, era algo intrínseco a ellos, a su propia existencia. Del mismo modo, era también consciente de que eran sus propios dueños en muchos aspectos y que debían de ser tratados como entes inteligentes con sus propias normas... Di un grito pidiendo silencio amplificado por la magia que tuvo la virtud de que todo el mundo callase y fijase sus ojos en mi... En ese momento retire mi conjuro de distracción sobre mi cara mostrando claramente mis ojos, e hice lo mismo con el de la propia Mina, quedando los suyos de igual modo al descubierto...
- Creo que a estas alturas todos sabemos ya quién soy en realidad, pero por si aún existen dudas, lo diré. Mi nombre es Vhaalzord, también conocido como El Nigromante o El que camina con los muertos -hice una pausa mirando a las cada vez más aterradas Talkinq.
- Vosotras -señale a la Jefa de guerreras, a la Gran Hechicera y la nueva matriarca de la quinta-, en vez de tratar de seguir intentando que se tomen medidas contra Mina, deberíais de estar alabando su nombre. Yo fui quien introdujo la serpiente en las pieles de vuestra anterior matriarca y quien la sujeto hasta que murió entre grandes sufrimientos como castigo por su forma de ser. El único motivo por el que vosotras regresasteis vivas y no destruí por completo a todos los miembros de vuestra aldea como en su momento le ocurrió a la decimoctava, fue por Mina, y únicamente por ella. Pero si continuáis por este camino, puede que cambie de opinión y regrese para visitaros en su compañía -mi mirada se desvió de forma evidente hacia los Guerreros Khulgan.
- Tranquilo, por favor, me asegurare de que dejen ya de decir más tonterías sobre Mina. Daré aviso con lo que quieres, ¿deseas también que os despejemos alguna ruta hasta el paso? -replico la Gran Matriarca
- No, no será necesario, tratare de convencer a Val para que vayamos solos los tres, o como mucho solo con una docena de Guerreros mientras atravesamos el territorio, pero que nadie se acerque mucho… Si alguien interfiere con nuestro viaje pagara las consecuencias de ello… y no bromeo. -intervino Mina.
- No te preocupes, nadie os molestaría… Pero tus ojos... -dijo la Gran Matriarca, mirando de reojo a Amaratha, pues nadie la había presentado y veía que no teníamos tampoco el menor interés en hacerlo.
- Si, lo sé. Son tan negros como los suyos -me miro con cariño-, supongo que esto es parte de estar enamorada de él y aceptar compartir su destino. No todo iba a ser bueno y bonito al estar con Vhaalzord el Nigromante, ¿no? -la guiño un ojo y se rio, contagiando a la matriarca.
- No, supongo que no... algún defecto tendría que tener...
- Si, y los tiene, créame que los tiene, no por ser quien es, deja de ser un hombre -la matriarca nuevamente se rio, cada vez más tranquila gracias a las bromas de Mina.
- Bueno, por favor Gran Matriarca, haga lo que le pedimos. Nosotros debemos de irnos ya...
- Vuelvan cuando quieran, siempre serán bienvenidos entre nosotras, tu eres y seguirás siendo una Hechicera Talkinq... Aunque por favor, la próxima vez, a ser posible, sin sus amigos... -señalo a los Khulgan, luego se rio-. La verdad es que impresionan... y mucho…
Decir que Amaratha nos miraba a todos como si estuviésemos locos, sería decirlo de modo suave. Tras la conversación, saludamos a la Gran Matriarca con una leve inclinación de cabeza y partimos seguidos de la escolta. Hasta a la última Talkinq presente le quedo claro que esos Guerreros Khulgan eran completamente reales y que yo era quien decía ser. Si todas las personas de la Aldea estaba muertas de miedo con mi visita, existía un grupo específico, los que acompañaron a la antigua matriarca a la elección del nuevo miembro del Triunvirato, que estaban completamente aterrorizados al pensar en lo cerca que estuvieron en esos días de provocar un enfrentamiento directo de su Aldea con Vhaalzord el Nigromante, y como yo mismo había dejado claro, eran plenamente consciente de lo que hacer eso podría haber llegado a significar para esta.
Lo que no le dije a Mina, es que aprovechando la confusión, hice que una de mis más pequeñas criaturas se adhiriera a la ropa de Rielka para saber que ocurriría cuando nos marchásemos. Por lo que me entere gracias a mi jugada, Rielka se reunió con la Matriarca de la quinta aldea, la Gran Hechicera y la Jefa de Guerreras, a todas puso en antecedentes del conocimiento que tuvieron de mi desde los días de Dhi, la Gran Matriarca de la décimo octava aldea y como los habíamos salvado a todos de los Lantares. Estuvo explicando muchas cosas, y recibió aún más preguntas por parte de las tres, informo también de que las demás aldeas Talkinq recibirían esta información para evitar problemas futuros conmigo. Tan solo se guardó una cosa, y es la filiación del clan de Mina, el hecho de que mi sangre también corre por sus venas. Cuando estuve satisfecho, retire a mi criatura de allí.
Seguimos rumbo al norte, evitando en lo posible las aldeas Talkinq, aunque ya se encargaban ellas mismas de evitarnos. Pese a que Mina me pidió que redujese el número de Guerreros Khulgan de nuestra escolta, me negué, incluso precisamente por estar en el Territorio que estábamos, pensé en un principio en aumentar el número. Al final decidí no hacerlo, no por Mina, sino de forma egoísta, ya que hubiese aumentado mi cansancio al mantenerlos. Entended que si bien en esos instantes, para ni no representaba ningún problema tener tal cantidad permanente de Khulgan a mi alrededor, si es cierto que el tiempo tan prolongado que llevaba con ellos convocados, empezaba a pasarme factura. Cuando entramos en el Territorio de la decimoctava aldea, incluso Amaratha se puso del lado de Mina para que dejase ir a nuestra escolta y nos quedásemos unos días a descansar allí, en un lugar teóricamente seguro según Mina. Cedí, pero únicamente porque ambas estuvieron de acuerdo en ello, uniendo fuerzas para tratar de convencerme, por ello decidí aceptar como un modo quizá de premiar su unión para un mismo fin, que era la primera vez que ocurria a este nivel entre ambas.
EPILOGO
Fuimos directamente al principal asentamiento de la 18ª Aldea, alojándonos "amablemente" el Clan Esghiberdh durante los cinco días de estancia allí. Llegamos con una escolta de Treinta Guerreros Khulgan a nuestras espaldas y con Mina relumbrando en tono rojizo a la cabeza del grupo, lo que ayudo a que nadie saliese corriendo de primeras nada más vernos. En la misma puerta de la Aldea nos recibieron las principales Talkinq de la 18ª, su Matriarca, su Gran Hechicera y por supuesto, su Jefa de Guerreras, aunque no diré que al ver a los Khulgan acercarse a ellas no tuviesen en realidad ganas de quitarse de en medio a toda prisa. Otra cosa que impedí, es que Mina escondiese sus ojos bajo un conjuro de distracción, tanto ella como yo mostrábamos aquel negro insondable en nuestras cuencas, pareciendo estas que estuviesen vacías si te quedabas mucho tiempo mirándolos. Una cosa que descubrimos sobre los de Amaratha, es que en su forma humana, dependiendo de su estado de ánimo estos solían oscilar entre su dorado habitual y los mismos ojos negros que Mina o yo.
Durante nuestra estancia, en esta ocasión, en lugar de como siempre había pasado ser repasado de arriba a abajo por cuanta Talkinq nos cruzábamos al ser el "hombre" de alguien tan conocida y respetada como Mina, todas ellas desviaban los ojos de inmediato, y aun en el caso de que creyesen que no podía verlas, me observaban siempre de reojo, nunca directamente, como si temiesen que me ofendiese o tomase algún tipo de acción contra ellas si me hubiese sentido incomodo o algo así. Estuve trabajando seriamente con Mina y Amaratha en el control de su poder mágico, incluso por petición de Mina me avine a dar alguna que otra clase a las nuevas hechiceras del Clan que estaban formándose, incluso a las curanderas.
Si el primer día todas estaban muy nerviosas, profesoras incluidas, al segundo estas ya sonreían, especialmente al ver a las más pequeñas, quienes con ellas habitualmente no cesaban de ser revoltosas y muy activas, pero sin embargo conmigo se oiría incluso el paso de un insecto del sepulcral silencio que había durante mis clases. Para el quinto día, cuando las Talkinq se cruzaban conmigo me saludaban con respeto y con miradas de franca curiosidad, quizá fuese el único hombre en el mundo que se pasease o se hubiese paseado por medio de una aldea de este pueblo con esas condiciones. Pese a todo este "avance" en su trato conmigo en tan poco tiempo, estaba muy claro que ninguna de ellas perdía en ningún momento de vista el hecho de que yo en realidad era "el que camina con los Muertos" y mi pasado en esas Tierras o lo que ocurrió con su misma Aldea en el pasado al volverse contra mí.
Una cosa que me hizo gracia, y que tanto a Mina como a Amaratha le provocaban continuos ataques de risa, fue el hecho de que las Talkinq en general empezasen a mirar a Mina como si fuese su Heroína de todos los tiempos al haber sido capaz de "domar" el terrorífico "el que camina con los muertos". Por contra, creo que en cambio a las tres principales mujeres de la Aldea, estos rumores no dejaban de provocarlas escalofríos pese al aparente buen humor con que yo me lo tomaba, pues se veían totalmente impotentes para cortarlos de raíz pese a lo serias que se habían llegado a poner con el tema. Lo cierto es que fueron cinco días de lo más divertidos para mí a costa de las Talkinq, no creo que nunca hubiese visto a tantas de ellas pasarlo tan mal a la vez y por el mismo hombre...
No sé lo que ocurriría exactamente durante nuestra estancia en la Aldea entre Mina y Amaratha, pero si bien entraron muy tensas entre ellas, salieron por el contrario, como si fuesen las mejores amigas del mundo... Una hechicera humana y una Reina Dragón como ellas todavía se consideraban, amigas íntimas, ver para creer. Nuestro tránsito por las tierras de los Hombres del Norte fue tranquilo, obviamente muchas partidas de guerreros de estos nos observaron durante brevísimos lapsus de tiempo, lo justo para ver a los Khulgan y desaparecer de nuevo para ya no volver más. Recuerdo también con cierto cariño el momento en que desconvoque la escolta y los tres "desaparecimos" para nuevamente volver a "reaparecer" en el pequeño puerto de una aldea de los Hombres del Norte y el susto que le dimos a un anciano que estaba aparejando en esos instantes su barca. De repente ante él aparecimos Mina, Amaratha, yo y doce Guerreros Khulgan, se cayó al suelo de culo el pobre hombre...
Cuando tras desconvocar a los guerreros los tres nos alejábamos del puerto con la barca, en el muelle quedaba un perplejo ansiando Hombre del Norte, con la boca completamente abierta, con una bolsa en su mano conteniendo tres diamantes Negros de Nauruem, más que suficiente como para que pasase lo que le quedaba de vida sin tener que volver a salir al mar para ganarse el sustento y sobre todo lo anterior, con una reputación que posiblemente le procurase un gran funeral por parte de sus vecinos el día de su muerte, uno a la altura del mejor de sus guerreros. Todos sus vecinos, o al menos los guerreros que se quedaron para tratar de proteger la vida de sus familias mientras escapaban de mí, vieron como al despedirnos del anciano, "el que cabalga con los muertos" le estrechaba las manos y se despedía de él con un gesto de respeto, al igual que las dos mujeres que le acompañaban, una de las cuales para más desconcierto, resultaba ser la famosa "Bruja Roja".
Dos semanas después llegábamos al Reino Dragón del Norte, entrando por donde lo hice la última vez que pise aquellas tierras, adentrándonos en los fértiles valles del centro del continente helado. Una vez allí, fue Amaratha quien tomó el control del grupo, guiándonos hacia la capital del reino bajo su protección. Durante el viaje fuimos interceptados varias veces por patrullas de soldados humanos del Reino, que no tuvieron el menor problema en, primero reconocer a su Reina en Amaratha, y segundo sobresaltarse cómicamente cuando se fijaban en mis ojos o los de Mina. Obviamente el hecho de ir con su reina, resulto ser nuestro mejor salvoconducto, en este caso, cuando llegamos a la capital no llevaríamos una escolta de Khulgan, pero sí que como mínimo nos acompañarían un centenar de soldados junto con al menos cuatro Dragones, que no consintieron en que su reina andase "sola" y sin escolta por ahí. Tras entrar en el palacio de la Reina y esta darles las gracias, todos ellos regresaron a sus labores habituales, interrumpidas para acompañarnos. Por fin ya estábamos en el Reino del Norte..., ahora ya tan solo nos quedaba cruzar rápidamente al otro extremo del mundo, al Reino Dragón del Sur.
FIN