Crónicas de Vhaalzord - Libro 25 - 4

Tras intentar poner un poco de sensatez entre Mina y Amaratha, y abandonar los Bosques Mielar, Val decide que “El que cabalga con los Muertos” cabalgara de nuevo como antaño por las Tierras Salvajes

CRONICAS DE VHAALZORD

Libro - 25

Capítulo- 4

Realmente lo ocurrido entre Mina y Amaratha fue culpa mía, no calcule bien las consecuencias de desaparecer de ese modo de la ecuación que representábamos los tres o las condiciones que teníamos.. Veréis, durante el celo en las Hembras Dragón, suelen usar varios tipos de conjuros, unos para controlarse ellas mismas, pues se vuelven irritables, salvajes, muy agresivas, deseosas de sexo en todo momento y haciendo temblar a los machos si no son satisfechas. Pero otros, son para evitar arrastrar a otras hembras a su mismo estado de frenesí, digamos que en el periodo de celo, las hembras debían de producir algún tipo de sustancia que si bien atraía como un imán al hierro a los machos, provocaban que toda hembra cercana entrase también en esa especie de excitación, aun sin ser propiamente el “celo” mismo. En los machos el efecto era el de querer aparearse con ellas como fuese y sobre quien fuese, pero dos hembras a la vez en celo, por lo general, podían suponer varias muertes. Por eso en cuanto una hembra entraba en celo era apartada y su entorno también era “protegido” con conjuros por las más poderosas para evitar todos estos “efectos secundarios”.

Si el celo es malo de por si en una Hembra Dragón, es aún peor en una Reina pues es como diez veces más intenso, si bien también sus conjuros propios son muchísimo más eficaces que los de las demás hembras Dragón. En el caso de Amaratha, su problema como ella misma dijo, es que no estaba pudiendo controlarlo de modo eficaz, sus conjuros habituales no eran todo lo restrictivos que deberían de ser… Mina no era un Dragón Hembra, pero recordad, cosa que yo no hice en ese instante  por no poder llegar a suponerlo siquiera en esos momentos, que tras su transformación, ambas eran “Altas Guardianas” de Nakriss, y no una humana junto a una Dragón en celo. Podríamos decir que ahora mismo los tres formábamos parte de una raza completamente diferente, pese a nuestras diferencias antropológicas obvias.

Supongo que al quitarme de la ecuación o sobre dónde dirigir su atención y control, ambas se vieron afectadas por eso lo que sea que emite Amaratha en ese estado…, alterando y provocando sexualmente a Mina. Y menos mal que se enzarzaron en aquella “pelea” y no en una de las “otras”, pues todo podía haber sido aún muchísimo peor dada la situación entre ambas. No os penséis que mis repentinas prisas por irme era solo por ellas, si no que también por mí, ya que mientras que estuviéramos en movimiento trabajaría con ambas en sus nuevas “cualidades” mágicas hasta asegurarme de conseguir su extenuación. Confiaba en que el efecto del Celo de Amaratha se disipase pronto, o como mínimo que su cansancio, el de ambas, hiciese que se mitigasen lo suficiente en su animadversión. Como único “macho” disponible de esta “nueva especie”, barruntaba problemas con las dos si no lograba controlarlas a ambas de alguna forma. Y, no, creedme que no tiene ni la más mínima gracia una situación semejante, por mucho que alguno ahora mismo probablemente se esté riendo. Amaratha por muy buena que este como humana, por mucho polvazos que tenga, no deja de ser un Dragón, Mina por otro lado está igual que la otra, siendo una hechicera enormemente poderosa, y eso sin entrar en el juego de los celos, claro.

La parte buena, es que las dos tras la "pillada" fueron de lo más manejables, tan solo tuve que seguir manteniendo el gesto de enfado en mi cara y el tono seco al hablar con cualquiera de las dos, por supuesto sin salirme ni por un instante de la ecuación o volver a dejarlas solas ni por un segundo. Por cierto que antes de salir del dichoso templo, tuve que ser muy convincente en mis explicaciones del motivo por el que no podíamos trasladarnos gracias a las puertas en lugar de hacerlo por métodos más tradicionales. Especialmente porque enseñe a Mina como Alta Guardiana de origen Humano el modo de estabilizar las ya existentes y de crear una nueva que sirviese para enlazar este Templo con el de la Isla de Nauruem. Me costó un poco que comprendiese como, pero al final fue capaz de hacerlo perfectamente, y aún más el que fuese capaz de aceptar las limitaciones de las puertas o su creación.

Los motivos de no poder usar las puertas o crearlas a nuestro antojo eran varios. En primer lugar, que aunque yo si conocía los conjuros necesarios y como aplicarlos, en mi caso no podía abrirlas por carecer de dicha capacidad, en el de ellas por el contrario, el principal problema radicaba en que no controlaban sus poderes lo suficientemente bien todavía. En la que había hecho ya Mina entre ambos templos por cabezonería e insistencia para probar, había estado varias veces muy cerca de perder el control sobre los conjuros. En segundo lugar, para poder hacerlo se necesitaba tanto un punto de partida en un núcleo de poder así como uno de destino. Pero el punto de partida en esa zona concreta como era lo habitual en la época de los Guardianes ya estaba creado en el mismo templo, situado en el Núcleo de Poder de Nakriss, por lo cual, tan solo hacía falta crear el de destino, pero el conjuro para realizarlo, debía de ser llevado a cabo en dicho lugar y hacia el origen.

Ya os expliqué que los templos se situaban en determinadas zonas especiales por las conjunciones de las cuatro lunas, y tan solo en estos lugares o sus cercanías se podían llevar a cabo los conjuros para la creación de las puertas de origen y su nudo central del sistema de pasillos que las componían. En esos instantes, con la desaparición de los demás Templos, tan solo tres lugares en todo el mundo ofrecían lo necesario para la creación de dichas puertas de origen, el Templo de la Isla de Nauruem, el Templo de los bosques Mielar, y en el reino Dragón del Sur la llamada "Puerta del Inframundo o Puerta Negra de la Luna", que en realidad era un tubo de magma ardiente. En sus cercanías se encontraba un valle denominado por los Dragones como "Valle de la Puerta de Dracos", que era muy similar en aspecto en su entrada, al "Valle de la Puerta del Dragón" existente en el Reino Dragón del Norte.

En este caso, para poder rehacer esas puertas Draconianas, al no estar la de origen “construida”, sería posible establecer el enlace desde cualquiera de los dos lugares, es la única excepción a la regla junto con la de la creación de pasillos entre las puertas de origen. Por eso mismo, al no estar creada la puerta de Origen del Templo Nauruem, Mina se vio obligada a crearla desde el Templo Mielar además de establecer un pasillo consistente entre ambas, lo que amplio la dificultad del conjuro general. Pese a lo que pueda parecer, aun las puertas de destino para ser creadas necesitan una serie de requisitos, no todos los lugares sirven para establecer una puerta de destino, y elegir el emplazamiento equivocado, suele aparejar la muerte del mago que está tratando de crearla. Además esta suele ocurrir de un modo particularmente desagradable al implosionar su fuente interna de poder por el efecto boomerang del error al construir la puerta.

Para usar las puertas, el mago encargado del viaje, debe de escoger con mucho cuidado el destino, motivo habitual por lo que los Guardianes entrenaban magos específicamente destinados al cuidado, creación y mantenimiento de este sistema, pues era considerablemente complejo. Podéis creerme si os digo que los Mielar con los escasos conocimientos salvados habían hecho un grandísimo trabajo protegiendo las que quedaron intactas en el Gran Templo cuando los Guardianes se extinguieron en el inicio de la guerra de las Tres Razas.

Cuando salimos del Templo vivos para asombro de los Mielar, estuve hablando con Grohks durante un buen rato, o al menos, cuando conseguí que dejase de mirar de modo arrobado a Amaratha y me hiciese caso a mí. Mi intención era usar algún tipo de puerta que me situase cerca de alguno de los tres pasos existentes en las Tierras Salvajes para entrar en los Territorios de los Hombres del Norte, pero resulto que las que habían sobrevivido, todas estaban situadas en dirección al Sur o al Oeste, pero siempre fuera de las tierras Salvajes, en estas tan solo funcionaban las que conducían a los límites de sus Bosques. Mi decisión fue instantánea, marcharnos por la que nos sacaría a las tierras de las Tribus Pueblo. Por lo menos, tanto Mina como yo, fuimos… “adoptados” por el pueblo Mielar como uno más de sus miembros, aunque si noté cierto nerviosismo en el guerrero que se vio obligado a hacerme el corte ritual en mi muñeca para ofrecerle mi sangre al Bosque… De Amaratha prefiero no contar nada, pues me daba incluso dentera el ver como la miraban o trataban, creedme que el termino adoración no expresa ni una brizna de lo que en realidad pasaba, creo que cuando dejamos atrás a los Mielar fue la primera vez que vi una expresión de alivio en un Dragón.

Aunque explicamos a Grohks que las puertas habían sido protegidas al menos para otros mil años, sin embargo no considere oportuno hablarle aun de la nueva puerta creada por Mina como enlace con el Templo de la Isla Nauruem. Aquel Templo estaba plagado de trampas, y antes de que esa puerta pudiese usarse, teníamos que limpiarlo y establecer el otro enlace de Origen, el de la puerta Draconiana, pues una puerta de inicio, solo podía iniciar una única conexión con otra idéntica. La del Templo de los Mielar acababa de ser usada al crearla con la del Templo Nauruem. La Draconiana pensaba usarla desde esta última, dejando libre la posibilidad de uso de esa facultad en la de Nauruem, ya que ese Templo era el que mejor conocía y el que más confianza me otorgaba precisamente por su situación en esa isla aislada y protegida por sus habitantes con tanto celo. Usamos la puerta del Templo y en un solo día nos encontramos los tres fuera de los Bosques Mielar, adentrándonos en territorio de las Tribus Pueblo. Para mi sorpresa, Amaratha puso casi los mismos impedimentos que Mina a la hora de tener que usar un Hrull de montura, tampoco a ella le hizo la menor gracia tener que subirse sobre nuestras lindísimas monturas.

Una sorpresa añadida ocurrió a los dos días, cuando Amaratha me pidió que por favor, dejase ya mi pose de macho ofendido, si, así mismo me lo digo, “de macho ofendido”, pues según ella era falsa. En su opinión sobre lo que conocía a los humanos, no solo no me había ofendido el haberlas pillado a las dos juntas, sino que me había excitado e incluso gustado, asegurando que muy posiblemente, estuviese pensando en cómo hacer para estar con las dos a la vez teniendo sexo. Obviamente ya os podéis imaginar que Mina al escucharla salto como una fiera desatada, pero no sobre Amaratha, sino sobre mí, exigiéndome que le aclarase eso de que estaba fingiendo solamente el estar ofendido por haberla sorprendido engañándome con la “puta” de la Dragona, tal cual. Para acabar de rematar la faena, Amaratha suavemente la recordó, que la puta era ella, pues supuestamente era mi pareja y quien debería de haberse negado a, literalmente, comerla el coño. Si, coincido que Amaratha tenía un muy extraño conocimiento de la lengua humana, por el contrario a lo habitual en ella de no entender algunos vocablos, en cuestión de insultar o temas sexuales, parecía tener un más que vasto repertorio de sinónimos y definiciones a cuales mas chocantes para tratarse de un Dragón, más aun, de una Reina.

La pelea entre ellas se agudizó cuando Amaratha me recordó sin el menor tacto y sonriendo lascivamente ante Mina, que ahora ya no era una Dragona en realidad, sino una Alta Guardiana, y que por tanto, como único “Alto Guardián” existente, o algo parecido a ello, tenía la obligación de “satisfacerla” en su época de celo, la cual recalcó. Aún no había terminado de soltar eso, cuando ya estaba dejando caer también que esa misma noche pensaba reclamarme sus “derechos” sobre mí como su único macho que era. Su expresión de lascivia, su gesto al pasarse la lengua por los labios o el modo de medio gemir de placer anticipado mientras lo soltaba… es que no podía creerme que esa que tenía enfrente era en realidad una “Reina Dragón”.

No creo que seáis conscientes de la que se lio, al punto de que ambas empezaron muy enserio, nuevamente, a convocar sus poderes con la clara intención de usarlos contra la otra. Por fortuna los Hrull únicamente me obedecían a mí y no tenían la suficiente sensatez como para temer a un Dragón Reina Hembra en celo terriblemente ofendida, por lo que a mi orden mental de aumentar la velocidad, ni se lo pensaron pese a los desesperados intentos de ambas de que la redujesen para poder matarse a gusto entre ambas y no de una caída. Su problema es que si dejaban las riendas se caerían y podrían hacerse mucho daño, pero si no las dejaban, no podían usar su poder para hacerle pupita seria a la otra. Y por si os lo preguntáis, Amaratha tampoco podía transformarse en Dragón sin soltarse, por cierto que el descontrol del Celo la impediría llevar a buen término esta antes de golpear contra el suelo…. Lo malo fue que cuando paramos por fin a descansar, ambas parecían haberse puesto de acuerdo en considerar, que repentinamente, toda la culpa de lo que había pasado entre ellas era única y exclusivamente mía.

Por fortuna, todo esto pasó a un segundo plano cuando mis halcones Azules me mostraron imágenes de muerte y destrucción como una media hora más delante de nuestra posición. Cuando llegamos vimos que se trataba de unos treinta o cuarenta hombres y mujeres, parecían comerciantes de la pequeña tribu de los Nakano, por las trazas que encontramos, huellas, restos de flechas, etc, los atacantes parecían haber sido Guerreros de las Tribus Pueblo. Estábamos comentando la extrañeza de este hecho cuando intervino Amaratha como si la cosa no fuese con ella…

  • Esto es normal en los últimos tiempos, los humanos no paran de matarse en toda esta región, tanto al sur como al Norte o al oeste –se encogió de hombros.
  • ¿Y por casualidad no se te ha ocurrido comentárnoslo antes? –le pregunté tratando de evitar la cólera.
  • ¿Para qué?, los humanos siempre están tratando de matarse por cualquier cosa –me fije en que su mirada ardía, y maldije al puñetero celo.
  • ¿Lo dice en serio? –me preguntó Mina alterada.
  • Si, completamente. Pero no se lo tomes en cuenta Mina, está bloqueada por el celo, normalmente no actuaria de este modo. Maldita sea, justo cuando más falta nos hacía que estuviese despejada…
  • ¿Y si se transformase y emprendiese ella sola vuelo hacia su reino?, podría esperarnos allí… -la voz de Mina sonó ilusionada con la idea.
  • No, no me atrevo a ello, como tú, aún no controla bien todo su poder, podría ser un desastre. En su forma de Dragón el Celo es muchísimo más intenso que en esta otra, por eso cuando lo sufren las otras hembras las obligan a mantenerse transformadas durante todo el periodo. Lo que no se es como Shless ha podido dejarla venir a mi encuentro en ese estado…
  • No pudo impedírmelo, me escape en cuanto note los primeros síntomas… -frunció el ceño mientras jadeaba levemente-. Fue algo muy extraño Val, era como si no pudiese negarme a venir contigo hasta ese Templo, como si no tuviese más elección que esa…
  • Nakriss –dije pasándome la mano por la cara en un gesto de enfado.
  • Joder con tu amigo, amiga o lo que sea, ¿no?. Nos ha estado usando como a marionetas… -mascullo Mina.
  • Si, supongo que si…
  • Pero al menos ya no está y se ha marchado, ¿verdad?
  • Después de lo que explicaste de su Luna… Aunque espero que si…. –murmuro a su vez Amaratha.
  • Pues siento decepcionaros a ambas, Nakriss fue liberado y continúo su camino, pero todo lo que nos rodea, plantas, aire, tierra, nosotros mismos, partimos al nacer de la esencia de Nakriss como creador de este mundo, en cierto sentido, jamás abandona sus creaciones… Para el no existe pasado, presente o futuro, para ese ser, esto es un todo… Y no os molestéis en preguntarme porque no podría explicaros más allá de eso –dije alzando una mano cuando vi las intenciones de interrogarme de ambas.

No alejamos de todos esos muertos y establecimos un campamento como a una hora más o menos de marcha. Una vez todo estuvo listo para pasar la noche, interrogue con sumo cuidado a Amaratha sobre lo que sabía de las “peleas” entre humanos, que resultó ser mucho, gracias en especial a Lord T’ldord. Desde luego Z’mall había hecho un gran trabajo creando el caos en el gran continente. Incluyendo las Tierras Salvajes, todo el mundo parecía estar luchando contra todos los de su alrededor, y no iba mucho mejor en el resto del Mundo. Únicamente el Sur de los Archipiélagos, la misma zona del Continente Sur y del continente Oriental parecían tener cierta paz, ya que nadie en su sano juicio se atrevería a atacar a la coalición formada por los Imperios de Quorit, Khrissa y Tharkand o a sus respectivos protectorados. Pero fuera de esas fronteras como digo, reinaba el más absoluto Caos.

Vi la preocupación de Mina por su pueblo, pese a todo, no podía dejar de pensar como una Talkinq, al igual que a Amaratha, que seguía siendo pese a su transformación una Reina Dragón. Mi plan inicial de atravesar el territorio de las Tribus Pueblo y cruzar al País de los Hombres del Norte por el territorio de los Pamanes al ser el camino más rápido se acababa de ir al traste. En bien de Mina opté por cruzar las montañas por el paso de las Talkinq, pero para compensar esa demora de tiempo, íbamos a tener que viajar muy rápido y bajo mis condiciones específicas, algo que les puse delante a ambas “mujeres”. Mina acepto en el acto, y Amaratha… bueno, digamos que a ella le dio igual, pero no pudo evitar pinchar a su “compañera” todo lo que pudo hasta hacerla saltar, y cuando lo logró, se empezó a tronchar de risa, enfadándola aún más. Amaratha pareció olvidarse de sus ganas de sexo, y sustituirlas, por sus ansias de obligar a discutir a Mina… que no sé qué sería peor.

Nos levantamos al Alba, poniéndonos en camino de inmediato, me resultó curioso que ninguna de ambas se molestasen en preguntarme que significaba eso de “bajo mis condiciones”, siendo como eran y lo belicosas que ambas estaban. Si al principio viajábamos a un ritmo alto de “caballo”, desde el mismo momento de levantarnos empezamos a viajar al ritmo alto de un “Hrull”, que era considerablemente más veloz que estos. Cuando los “Hrull” daban signos de fatiga, simplemente los cambiaba por nuevas monturas, por ello nuestra velocidad podría considerarse, de endiablada. Al final ocurrió lo que estaba esperando desde el principio, nos encontramos con Guerreros Pueblo. Podíamos haber viajado justo por los límites de sus Territorios, cruzar velozmente el de los Koh, hasta adentrarnos en los gigantescos bosques de Khal-tor-Khild y ascender por ellos hasta el territorio Talkinq. Pero sabía que atravesar ciertas partes del bosque lo haría engorrosamente lento, perdiendo un tiempo quizá precioso. En lugar de ello, decidí adentrarnos en los Territorios de las Tribus Pueblo y avanzar por las grandes llanuras dando un rodeo, que al montar sobre Hrull sería un modo mucho más rápido de avanzar excepto por un pequeño detalle que estaba a punto de solucionar.

Un centenar de Guerreros junto con algunos hechiceros nos interceptaron, pero no nos atacaron, muy probablemente por el hecho de ser tan solo tres personas y “confiarse” por su superioridad. Como suele ocurrir en estos casos, nos pararon en seco y empezaron con las mofas. No sé bien porque en estas situaciones, cuando todo parece claramente de su parte, hasta el más soso se cree la hostia de gracioso haciendo chanzas… Viendo que esto iba para largo antes de que se decidiesen a echarnos de sus Territorios, o más probablemente, de intentar matarme y divertirse con las dos “mujeres”, corte por lo sano… Alce una mano interrumpiendo al que supuse era el jefe de la partida de Guerra…

  • Vale, cállate de una vez, no tengo tiempo para aguantar más estupideces. Tenemos muchísima prisa y me queda muy poquita paciencia, de modo que voy a explicarte la situación para que tú decidas que prefieres que ocurra.
  • Pero… -alzó su mano con el rostro enfurecido dispuesto a dar la orden de ataque, empecé a hablar antes de que pudiese dar la orden.
  • Mi nombre es Vhaalzord el Nigromante, más conocido por vosotros como “El que camina con los Muertos”…

En ese mismo instante de identificarme alce mi mano convocando a un centenar de guerreros Khulgan que aparecieron flanqueándonos, a la vez que retiraba todos los hechizos sobre los Hrull o que escondiesen los ojos de los tres, mostrándonos tal y como éramos. En los rostros de todos los Hombres que estaban frente a nosotros se pudo leer el mas absoluto y abyecto de los terrores en tan solo unos pocos segundos, justo lo que tardaron en procesar lo que sus ojos veían en esos instantes, la pesadilla en que se acababan de convertir sus vidas. Para terminar de complicarlo todo aún más, Amaratha no tuvo otra idea que saltar del Hrull al aire y transformarse en Dragón ante los aún más aterrados todavía Hombres Pueblo. Esto aumento especialmente cuando exhalo una bocanada de puro fuego sobre sus cabezas, haciendo que sus ya de por si enloquecidos caballos por la presencia de los Hrull fuesen a peor.

  • Esto solo lo voy a decir una única vez… Advertid a todas las Tierras Salvajes de que he regresado por aquí de nuevo, y que si alguien osase tratar de detenerme, frenarme, distraerme o tan siquiera saludarme, pasare a cabalgar sangre y fuego, ya seáis culpables o inocentes, me dará igual… Dejare libres miles de mis Guerreros para que os exterminen hasta el último hombre, mujer o niño, hasta que vuestra presencia sea tan solo polvo al viento… ¿Me he expresado con claridad Guerrero? –dije al jefe de la partida, que asintió con la cabeza, aún más aterrado que al principio.

Cuando Amaratha se transformó, como una docena de caballos se espantaron partiendo a la carrera, en lo poco que duro mi charla, esos “fugados” fueron devueltos a los demás Guerreros por mis Khulgan. Bueno, para ser más exactos, lo que les devolvieron fueron las cabezas de jinetes y monturas, pues todos fueron cazados y decapitados antes de que les diese tiempo a alejarse más de cien metros... Tras el asentimiento del jefe, Amaratha recupero su forma humana, volvió sobre su montura y avanzamos junto con los Khulgan atravesando por medio de la aterrada partida de Guerra de los Hombres Pueblo, que no movieron ni medio musculo mientras lo hacíamos. Me fije en como al pasar los Khulgan a su lado, el orín de más de uno de los guerreros bajo por los costados de sus monturas hasta formar un charco en el suelo bajo ellos. Como a cosa de dos o quizá tres horas del incidente, se veían columnas de humo por doquier, parecía que toda la pradera estuviese en llamas. Mina viendo aquello se reía a carcajadas para asombro de Amaratha, que no parecía entender muy bien a que venían todas esas risas.

CONTINUARA