Crónicas de Vhaalzord - Libro 25 - 3
Amaratha cada vez está peor, según pasa el tiempo su excitación va subiendo enteros, mientras Mina la vigila como un Halcón a su presa Un error de cálculo por mi parte, provoca un estallido sensual de lo más competitivo en ellas
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 25
Capitulo- 3
Tras la oportuna explicación, que fue aceptada por Mina medio a regañadientes, ambas "mujeres" parecieron entrar en una especie de tregua tensa, algo con lo que por el momento me conformaba. Amaratha me sonreía entre sarcástica e irónica por la "mala leche" que demostraba tener Mina, no me hacía falta ser el poderoso Vhaalzord el Nigromante, para saber el porqué de aquellas sonrisitas que me lanzaba. Por cierto, que Mina no perdía detalle de lo que la Dragón hacia y fue de lo más consciente de ello... En un momento en que Amaratha se separó de nosotros admirando unos grabados en una de las salas que estábamos cruzando para dirigirnos a una salida del Templo...
- ¿Esas sonrisitas que te estaba echando "esa" a que venían? -preguntó Mina muy seria.
- A que tienes mucho carácter Mina, y... -Amaratha me interrumpió, temiéndome cuando lo hizo que degenerara en una nueva pelea.
- Humana... perdón, Mina. Eres su hembra, así que supongo que le conoces y sabes lo poco que le gustan los conflictos, aunque no salga de uno y ya se esté metiendo en otro. No tengo nada con tu macho ni lo tendré… -dejo la frase en suspenso unos segundos-. Te apruebo como su hembra... –soltó finalmente Amaratha con toda tranquilidad.
- ¿Y si no me llegas a aprobar, que?, ¿eh? ¿dime? ¡¡Que!! –le espetó a Amaratha en su cara visiblemente enfadada.
- Te hubiese matado en el acto humana, no cualquier hembra sirve como consorte de alguien tan poderoso como Vhaalzord, tanto Dragones como Humanos nos jugamos mucho con él como para permitir que cualquiera idiota se le acerque tanto sin ser merecedor de ello –mire sorprendido a Amaratha.
- ¿Lo dices en serio? –ahora fui yo quien pregunté.
- Completamente, te hemos tenido vigilado desde el primer momento en que nos tropezamos contigo. Pese a tu locura, se apreciaba en mi mucho más de lo que aparentemente parecía que eras, sinceramente, nos dabas miedo.
- Pero si tú no habías nacido… -no pudo evitar decir Mina.
- Mina, los Dragones nacen con un gran número de conocimientos de sus progenitores, pero en el caso de las reinas, esto es especialmente extenso, sabe todo lo que sabe su antecesora, pues poco después de nacer, esta morirá.
- Entonces esa otra reina, la que va a poner el huevo, ¿quiere decir que va a morir pronto?
- No, en este caso no, tiene que nacer una nueva reina porque Amaratha ya no podrá serlo tras lo que ha ocurrido aquí… Como ya os expliqué, esta es una sala de sacrificio, tú has sacrificado tu humanidad, y ella su ser como Dragón, por ello ya no puede reinar.
- Pues yo no me siento igual… -apostilló Mina.
- ¿Eso crees?, ¿y tú Amaratha?
- Opino como ella, no me siento diferente…
- Ya… entiendo… Hacedme las dos un favor, concentrar ambas en vuestras manos una esfera de energía –replique sonriente mientras reforzaba mis escudos.
Sabía lo que iba a ocurrir en cuanto su poder adquiriese cierta intensidad y el caudal del mismo creciese lo suficiente. En realidad, ambas llevaban razón, se sentían igual porque aún no habían reclamado para si su nuevo poder Oscuro de Nakriss. Digamos que para encender la hoguera, antes era necesario prender la yesca. Cuando el poder de ambas alcanzo la intensidad y el caudal que había supuesto, este se descontrolo, tuve que guiarlas con voz muy firme, en un tono extremadamente duro, por el proceso de controlarlo, forzándolas a hacerme caso y avanzar. Esto que he explicado en unas breves líneas nos llevó casi media hora en el caso de Mina, y paradójicamente, unos cuarenta y cinco minutos en el de Amaratha.
El problema de la diferencia de tiempo, es que Amaratha ya poseía su propia “versión” del poder de Nakriss, pero sufría daños cada vez que lo utilizaba a cierto nivel, y lo recordaba, por lo que trataba de protegerse por inercia… Cuando por fin lograron hacerse con el control, empezaron a convocar su poder y hacer cosas, maravilladas de la facilidad con que eran ahora capaces de hacerlo, de la gran capacidad de caudal que ahora eran capaces de manejar y lo poderosas que ambas se sentían. Me puse a reírme a carcajadas cuando por fin ambas se miraron y las dos a la par, se sobresaltaron al ver la cara de la otra, pues los ojos de ambas, ahora, eran idénticos a los míos, sendos pozos negros sin fondo… Cuando ambas me miraron con la boca abierta…
- Bienvenidas, esos ojos negros sin fondo son la marca del Alto Guardián, la elite entre estos. Mina ya lo sabe por mí, Amaratha, ahórrate tratar de usar cualquier tipo de conjuro para tratar de enmascararlos, sobre ellos la magia no funciona. En su lugar, trata de usar un conjuro sobre otra parte de tu cara para atraer hacia allí la atención, de ese modo pasaran esa peculiaridad por alto.
- Pero tú cuando te convertiste en Guardián no los tenías… -objeto Amaratha.
- Eso era porque pese a lo que creíamos, yo nunca he sido un Guardián, aunque si algo muy similar a ello. Y vosotras ahora mismo, acabáis de superar a estos, soy lo que se denominó como Altos Guardianes, la elite de entre estos, algo a lo que solo los más poderos podían aspirar con el tiempo. Vosotras lo habéis alcanzado al instante puesto que yo mismo os he guiado. Aunque en realidad no ha sido por mí, sino porque de este modo, con mi contacto, es casi como haber sido tocadas por la propia Nakriss en “persona” –en la cara de Amaratha se reflejó su incomprensión de lo que ocurria.
- Amaratha –intervino Mina, para mi sorpresa-, Val es una criatura de Nakriss, según me explicó, es como si fuese su hijo o algo así…. –se volvió hacia mí-, ¿no es eso?
- Si Mina, es más o menos así. Soy parte del todo que es Nakriss, y ahora, tenemos algo que hacer, seguidme.
Las conduje nuevamente hasta la sala de las esferas, se quedaron paradas viéndome avanzar de nuevo hasta situarme entre las tres, justo bajo la Negra, excepto que en esta ocasión, no fui rechazado por ellas. No os digo la renuencia que mostraron ambas cuando las hice entrar hasta donde yo me encontraba para que juntásemos nuestras manos, formando un triángulo justo bajo la gran esfera negra. Una vez unidos concentre mi poder, haciendo que ellas hicieran lo mismo bajo mi guía, estableciendo los tres “contacto” con la esfera negra y su energía. Estuvimos en ese plan como una hora más o menos, terminando jadeantes, visiblemente agotados los tres. En un momento dado, cuando les dije a ambas que ya podían dejar de concentrar su poder, cayeron sentadas las dos al suelo por el cansancio y la tensión. Nuevamente, como a los cinco minutos, tras terminar yo, me puse en camino hacia las salas superiores con la única intención de poder descansar, la verdad es que no me sentía cómodo ante esas esferas. Amaratha, una vez llegamos a la sala superior, fue la primera en hacerme la pregunta del millón…
- Oye Val, ¿Qué es lo que hemos estado haciendo ahí dentro? –pregunto Amaratha.
- Liberar a Nakriss de su encierro –fue mi sorprendente respuesta.
- ¿Y ya está?, ¿así de fácil? –pregunto una Mina visiblemente sorprendida.
- Si, así de simple.
- Pero… -corté a Amaratha, que como Mina me miraba estupefacta.
- A ver si os lo explico de un modo sencillo –me paré y me giré para quedar frente a ambas-. Sois Altas Guardianas, seres capaces de abrir puertas en este mundo, además con un gran despliegue de vuestro poder. Yo por mi parte soy capaz de lo mismo, solo que en mi caso puedo abrir otro tipo de puertas, al combinar nuestros poderes por medio de la esfera, fuimos capaces de crear una brecha en la “prisión” en la que su esencia primaria estaba encerrada.
- ¿Y porque nadie ha podido hacerlo nadie antes? Los Guardianes por todo lo que hemos visto eran extremadamente poderosos y debían de contar con decenas, sino algunos cientos de Altos Guardianes –preguntó Mina.
- Si Mina, tienes razón, y Amaratha puede contestarte a tu pregunta, ¿verdad? –la miré.
- Por lo que se gracias a mis recuerdos, los Dragones y Arcanos empezamos a competir por hacernos con el control de la “organización”. Inicialmente los Arcanos se alzaron con la victoria, esclavizaron a los humanos y nosotros nos vimos relegados a tener que huir y refugiarnos en nuestros dos reinos, llevándonos con nosotros a tantos humanos como pudimos. Allí nos reorganizamos, planeamos y regresamos de nuevo, en algún momento de esta guerra se perdió la mayor parte del conocimiento que poseían los Guardianes. El resto, nuestra victoria final y la derrota total de los Arcanos, creo que ya lo conoces por Val…
- Esa guerra fue fratricida entre los guardianes Dragones y los Guardianes Arcanos, los Guardianes humanos fueron prácticamente masacrados por estos últimos cuando dieron el primer golpe. Trataron de hacerse con el control de los Guardianes con el fin de dominar para sus fines el poder de Nakriss, pero calcularon mal, se olvidaron de un pequeño detalle sobre quién o qué era en realidad esa Luna, incluso para que fueron creados originalmente los Guardianes… Aunque posiblemente, en esa época, ya no lo supiesen, o al menos, no la inmensa mayoría de ellos… quizá solo una pequeña elite dirigente conociese la realidad.
- Te aseguro que ahora mismo, excepto nosotros tres, nadie sabe que es de verdad Nakriss… Por mis recuerdos ancestrales, nosotros desconocíamos que tuviese voluntad propia, menos aún que fuese un ente inteligente. Supongo que en algún momento, nos ocurrió del mismo modo que a los Arcanos y Humanos -dijo Amaratha.
- De todos modos Nakriss siempre tuvo su plan B en la recamara por si los Guardianes fallaban…
- A ti… -dijeron a la vez Mina y Amaratha.
- Si, a mí. De hecho no sé si los Guardianes lo hubieran llegado a conseguir sin mi ayuda, ellos hubiesen tenido que abrir una puerta del interior al exterior de su prisión, la cantidad de poder necesario por parte de los miembros de las tres razas sería realmente brutal, posiblemente, muchos de los participantes hubiesen muerto al intentarlo. Todo ello sin la menor garantía de conseguirlo.
- Pero a nosotros no nos ha costado prácticamente nada –objeto Mina, asintiendo Amaratha por su parte a la pregunta de esta.
- Al ser yo una parte del mismo Nakriss, una vez creamos la grieta en su prisión y ser capaz de enlazar el suyo con mi poder en el exterior, ya no tuvo mayor problema en liberarse el mismo. De ese modo, obtuvo su propia puerta, tan solo necesitaba un modo de llevar su poder al exterior para poder liberarse a sí mismo.
- ¿Y ahora? –pregunto Amaratha.
- Nada, es libre de seguir su camino, pero la Luna Negra seguirá allí, oculta en su oscuridad. Continuara siendo parte de la propia Nakriss y el epicentro de su poder oscuro en este mundo… -alce la mano al ver la intención de ambas de seguir preguntando-. No por favor, nada de más preguntas, es como os digo, ni se el porqué, ni aun en caso de saberlo estoy capacitado para poder daros una respuesta con cierta lógica a todo esto. Ha ocurrido como os he dicho, y ya está… Por cierto Amaratha, no has preguntado, pero debes de saber que los Arcanos han sido definitivamente eliminados de este mundo…
- Salvo que se escapen de Damok… -masculló Mina.
- No podrán, como regalo por sus “acciones” pasadas, Nakriss ha sellado su capacidad de paso por cualquier puerta que en un futuro se cree en Damok y que no sea directamente abierta por su poder. Jamás podrán salir de allí por mucho que lo deseen, ni siquiera con la connivencia de estos en caso de darse. Solo Nakriss o yo podríamos abrirles el camino, y por mi parte, puedo abrirlas únicamente usando un único espectro del poder de Nakriss, con lo que incluso mis puertas quedarían invalidadas para ellos. Los Arcanos están definitivamente condenados en Damok.
- Pero a ti aun te preocupa algo sobre los Arcanos, ¿verdad? –dijo Mina.
- Sí, porque creo que Z’mall dejo algo tras de sí que sería muchísimo mejor para todos si no existiese… Un libro… aunque no puedo estar seguro de ello al 100%
- ¿Pero no estaba ese libro “oculto” donde nadie pudiese ponerle las manos encima? –preguntó Amaratha sin revelar el sitio exacto donde estaba.
- No Amaratha, el libro de rezos sigue donde le puse en su momento, pero creo que hay otro aun suelto por el mundo, y precisamente es el más peligroso de los dos que pudieron sobrevivir, un libro de Hechizos de los Arcanos. Si alguien lograse dominar determinados conjuros escondidos en él, causaría muchísimos problemas…
- ¿Cómo por ejemplo convocar Khulgan, no? –apostillo Amaratha.
- No, eso es lo que menos me preocupa, los Khulgan son… -me callé a tiempo-. Bueno, digamos que si alguien que tenga en su poder ese libro comete el error de convocar algún Khulgan, ya sea Guerrero o Mago, no va a tener tiempo de arrepentirse por su estupidez.
- ¿Los Khulgan son…? –repitió Mina, a quien no le pasó desapercibido como me callé antes de terminar la frase.
- Son criaturas de Nakriss Mina, son criaturas de Nakriss, por ello yo tengo absoluto control sobre ellos. Por mucho que fuese otra persona quien les convocase… -respondí meneando la cabeza. Era algo que sin ser mentira, tampoco era estrictamente toda la verdad.
- Entiendo… -dijo pensativa Mina-, de forma que los Khulgan obedecerían a cualquiera que los convocase, excepto que Nakriss o tú mismo decidieseis que eso no es necesario… ¿no?
- Más o menos, si, es así.
- Siento interrumpir esta amable charla… pero tenemos un problema bastante serio e incluso diría que urgente… -dijo repentinamente Amaratha.
- ¿Qué pasa ahora? –replicó Mina en tono desabrido.
- ¿Amaratha? –pregunté simplemente.
- El huevo… está listo para eclosionar dentro de poco… y tú tienes que estar presente cuando ocurra…
- ¡¡¡Joder!!!, ya podías haberlo dicho antes ostias, ¿y cuánto tiempo tenemos para ir? –preguntó sorprendida Mina.
- Poco… realmente poco… deberíamos de ir marchándonos ya hacia el Sur…
- ¿Ese poco es tiempo humano, o de Dragón Amaratha?
- De Dragón, por supuesto –sonrió irónica-, me lo ha transmitido Margatta.
- ¿Y eso que más da? –pregunto a su vez Mina.
- Veras cariño, el tiempo no es igual para un humano que para un Dragón. Ese “ahora” de Margatta, tanto puede suponer un mes, como tres años. La longevidad de los Dragones es muy dilatada y miden el tiempo en función de ellos, por lo que no son muy precisos cuando dan tiempos humanos “estimados” sin especificar más. Pero si se trata de Margatta…
- ¿Qué? –pregunto curiosa Amaratha.
- Pues que por ejemplo no eres tú, ella sí que tiende a ser muy clara con lo que dice, cuando o a quien se lo dice… Con esto pienso que está metiéndonos prisa ¡¡¡Y no me pongas esa cara que sabes que es verdad!!! –la increpé cuando vi el gesto de hastió que hacia ante mi comentario.
- Vale, vale, lo admito. Pero pese a todo será mejor que nos vayamos poniendo en marcha… y por cierto, esta vez pienso acompañaros en vuestro viaje como una más en todos los aspectos.
- ¿Y eso que coño quiere decir? –replico una repentinamente belicosa Mina.
- Pues eso, iré con los dos, con todos los derechos y obligaciones que ello conlleva… incluido el hacer todo lo que Val “me pida”, sea lo que sea –dijo en tono insinuante.
Y si, si yo me di cuenta de ello, también lo hizo Mina, que salto como una gata sobre Amaratha, afortunadamente fui lo bastante rápido como para interponerme, sujetarla por la cintura y meterla un beso de tornillo que la dejo con las piernas temblorosas… Bueno, reconozco que en eso de las piernas, también ayudo, y no poco, un leve conjuro que active en el momento del beso a través de mi lengua… Digamos como aclaración al motivo de hacerlo de ese modo, que usando mi lengua en el interior de su boca, lo lance desde dentro de sus propios escudos defensivos. Por cierto, que no os digo el latigazo tan doloroso que me supuso en la lengua usar magia de ese modo. Después de eso, y ante la cara de pocos amigos que ambas de dirigían o como se “gruñían” mutuamente, decidí con sabiduría, dejarlas solas y por mi parte, terminar de visitar todo el entramado del templo. Y creedme, que al hacerlo de ese modo, mis razones tenia… pues había aun algunas cosillas que me había callado sobre este nuevo estado de las dos, recién convertidas en “guardianas”, creí conveniente, dejar que en ciertos aspectos, las cosas siguieran su propio curso sin estar yo por medio.
Tenía claro que esas dos no podían seguir de ese modo, por ello esperaba que al irme dejándoles al campo libre lo solucionasen de una de dos formas, o bien se mataban entre ellas, cosa imposible mientras yo siguiese vivo, o por el contrario lo arreglaban de algún modo, que en realidad era lo que yo esperaba que sucediese. También he de confesaros, que por mucho que esperase en ese sentido, la solución desbordo incluso mis pensamientos más optimistas, aunque yo fuese el que iba al final a pagar el pato con ambas me gustase la idea de lo que ocurrió o no. Tarde como unas cuatro horas en recorrerme todo aquel Templo, aunque os parezca mucho, tened en cuenta que me las vi con algunas trampas que se las traían por su simpleza y a la vez, eficacia, al punto que alguna concreta no la descubrí hasta el mismo momento en que la active y mis defensas me salvaron la vida. Si algo saque en claro con aquella “visita”, es que los antiguos Guardianes, cuando hacían algo, desde luego era a conciencia.
Cuando regrese con las dos, al entrar en la sala donde estaban, en la de los sacrificios, lo hice por una dirección completamente diferente de la que me fui, quizá por eso no se dieron cuenta de mi presencia hasta que fue demasiado tarde para ellas. Lo cierto es que si no me detectaron era porque ambas estaban muy ocupadas con la otra, porque según pise la sala y las vi, hice la más perfecta de las estatuas que creo haber hecho en mi larga vida, me quede completamente de piedra, maldiciéndome por haberme olvidado de aquel detalle al estar protegido por mi propio conjuro desde que nos topamos con Amaratha. Me encontré a ambas sentadas una frente a otra sobre una de las grandes losas, concretamente la que se suponía dedicada a la raza humana, ambas se cruzaban las piernas sobre las de la otra a la para que se sujetaban con fuerza por los antebrazos, mientras entre jadeos, sus sexos se frotaban el uno contra el otro.
Entre jadeos y gemidos, no paraban de hablar entre ellas, eso sí, no penséis que de sus bocas salía una sola lisonja hacia la compañera, que no, aquello parecía una competición de definiciones para ver quien de las dos conseguía llamar puta de más formas a la contraria. Reconozco que entre sus mutuas amenazas de conseguir que la otra se corriese primero, el que no parasen de insultarse, pero tampoco de restregarse mutuamente su coño contra el de la compañera, los pechos de ambas bamboleantes, cubiertas de sudor, con sus ojos que seguro parecerían inyectados en sangre, de no ser claro, porque eran completamente negros, me la habían puesto dura y grande como la hoja de un mandoble. Para colmo, y que casi provoca que me corriese en seco al verlo, las dos alcanzaron su orgasmo prácticamente a la par, pero en vez de soltarse, tiraron de la otra, quedando así abrazadas sobre la losa, pecho contra pecho. Decidí intervenir cuando las vi que empezaban a moverse para hacer con sus pezones, lo mismo que antes hicieron con sus coños… Avance hacia ambas a la vez que aplaudía…
- Bravo, muy bien, ya veo que os habéis hecho… grandes amigas las dos…
- Val, veras, esto no es lo que… -trato de hablar Amaratha.
- Val yo te lo puedo explicar, v… -también lo intento Mina, pero a ambas las interrumpí con un simple gesto de la mano.
- Dejadlo para otro momento, las dos, no necesito explicación o que me digáis nada, llevo un buen rato viendo lo bien que os lo habéis estado pasando. Recogedlo todo para poder ponernos en camino cuanto antes. Aquí ya he “visto” todo lo que tenía que ver, e incluso más de lo que quería…
- Val… -trataron las dos de hablar a la vez.
- Que os calléis de una puta vez y os pongáis en marcha… que no me interesa nada de lo que me digáis… por lo menos por el momento, ¿está claro?
Las dos asintieron mansamente, viendo mi fingido cabreo, porque si, era fingido, y parecía un enfado de los que hacían época. Mientras ponía cara de palo y las miraba a ambas con cara de poquísimos amigos, no hacia otra cosa que maldecirme por no haberlo previsto, sabiendo como sabia la situación en que estaba Amaratha y lo vulnerable a ella que se encontraba Mina. Lo peor de todo, no es lo que había ocurrido entre ambas, sino que no tenía nada claro si esto iba a ir en nuestro beneficio, o por el contrario, no haría otra cosa que perjudicarnos aún más en la relación existente entre las dos, y el que como mínimo se tragasen, era algo vital para mí. Lo cierto es que sabía que la situación con ellas dos aún se me tenía que complicar muchísimo más… pero por fortuna, eso no seria ahora.
Por cierto, que si alguna vez os cruzáis con alguno por casualidad, no os aconsejaría a ninguno hablar a ningún Dragón, y mucho menos a una reina, del modo en que yo lo hacía con Amaratha, esas libertades, creedme que únicamente me las tomaría con ella. Con otro Dragón cualquiera, salvo que quisiera una buena pelea en el acto, ni se me ocurriría.
CONTINUARA