Crónicas de Vhaalzord - Libro 25 - 2
Val descubrirá en carne propia, que si tener a una hembra Dragón en celo deseando tus huesos ya es malo de por sí, el tener al lado a tu pareja bajo un ataque de celos es todavía muchísimo peor
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 25
Capitulo- 2
Tuve que ponerme serio con ambas y hablar rápido para atraer su atención sobre mí, especialmente cuando antes de darme tiempo a abrir la boca para explicarles la situación, nuevamente se enzarzaron en una discusión. Como ya dije, esto no eran dos mujeres discutiendo, eran simplemente dos "hembras" en toda la extensión de la palabra, marcando el territorio ante la otra. Debo de aclarar, que un Dragón Hembra cuando se transforma en su forma humana realmente es una mujer a todos los efectos excepto en uno, el de la procreación, pero para lo demás... no existe diferencia con una humana "normal". O para ser exactos, eso era lo que yo sabía o creía saber por los propios Dragones, no conté en ningún momento con una variable que se había sumado a la ecuación en mí.
Dicho de otro modo y para que a nadie le sorprenda, en ese momento creía firmemente que podía follarme a Amaratha del mismo modo que a Mina o a cualquier otra de mis amantes en estos siglos de vida, pero sin los riesgos añadidos al ser en realidad un Dragón. El problema del celo se magnificaba por el poder de Nakriss que saturaba por completo el templo y dicho de un modo suave, descontrolaba sus cuerpos por culpa de la situación del poder encerrado en el interior de ambas.
- ¡¡¡Ya vale, se terminó la discusión!!! -medio les grité mirando con precaución a Amaratha, centrando así su atención en mí.
- Bueno, escuchadme y hacedlo atentamente. Vamos a ir los tres a la sala de las Esferas, que Mina ya conoce y tu Amaratha veras en poco tiempo. Cuando llegamos vais a situaros en su centro y yo hare el resto para... -vi como Mina palidecía y Amaratha al ver eso se ponía en guardia.
- Hacer que, ¿qué es lo que se supone que vas a hacer con nosotras? -preguntó Mina olvidándose al instante de su "rival".
- Está bien. Se trata de..., bueno, la verdad es que no sé muy bien cómo explicároslo para que lo entendáis. Veréis, digamos que se trata de regular y daros la capacidad de poder usar el poder puro de Nakriss, en el caso concreto de Amaratha, más que de eso, en realidad sería el hacer que puedas acceder a él sin sufrir daños, no como hasta hace poco -la señale-. Por si no te diste cuenta, has usado su poder y en tu cuerpo no hay traza alguna de daño serio más allá de alguna pequeña marca como de una rozadura o algo así...
- Es verdad -dijo sorprendida mirándose detenidamente, al punto de quitarse el vestido y quedar desnuda ante mí-, no tengo marca ninguna sobre mi cuerpo, cuando debería de haberla... -giro lentamente sobre si para que lo viese, aunque de forma francamente excitante, sugerente e insinuante.
No creo necesario tener que decir, que este gesto supuso un nuevo enfrentamiento entre ambas "damas", otra vez iniciaron una pelea de gatas a cuenta de la acción de la “Reina Dragón”. Por si os lo habéis preguntado alguna vez, cuando una hembra Dragón se transforma en humana, al igual que los machos con su armadura, ellas siempre lo hacen con una especie de largo vestido de su mismo tono de color con mayor o menor cantidad de tela, es decir, más o menos descocado según sus deseos particulares en ese momento. Y no, no tengo ni idea de porque es de ese modo, lo he preguntado en tres ocasiones y siempre recibí la misma respuesta, "porque es de ese modo y siempre ha sido así". El tratar luego de algo tan lapidario de seguir con la discusión o el interés con un Dragón, es tiempo y saliva perdidos, pues no dirán ni media palabra más sobre ello, eso es suficiente explicación.
Como digo, ambas se enzarzaron en una nueva discusión, por un lado Mina no veía más que a otra mujer tratando de levantarle la pareja sin comprender para nada la situación de Amaratha, y esta por su parte, estaba agobiada por sus sensaciones, especialmente con la de estar completa y absolutamente salida del todo, con más ganas de follar que un sediento de beber en medio del desierto. Cuando una hembra Dragón entraba en celo evitaba a toda costa el transformarse en humana para evitar problemas. No era el caso de las Reinas, pues estas tendían a controlar su celo perfectamente, ya que a ellas ese "periodo" no les afectaba tanto como a las demás. Eso había sido justo hasta este instante, en que Amaratha estaba completamente superada por sus sensaciones. De modo que en realidad, todo este era tan nuevo, como duro para ella, pues no estaba acostumbrada a este “baile” salvaje de deseo, y todo era debido a la magia de Nakriss que burbujeaba en sus venas.
- Bien, una vez que paséis la prueba, en la que quizá alguna de ambas muera para luego renacer..., más o menos... no es eso exactamente, pero casi. Bueno -impedí que ninguna hablase-, el caso es que una vez lo paséis os estabilizareis las dos al convertiros de hecho en un paso más allá de las antiguas Guardianas. Ambas, cada una para su raza tendréis el control de la creación de las "puertas" de movimiento de este mundo...
- ¿Puertas, que es eso de puertas? -indago Mina solo décimas de segundo antes que Amaratha.
- ¿Qué puertas, de que hablas?
- Amaratha, ¿te suena en tu reino algo llamado "las puertas del Dragón"?
- Si claro, es una especie de monumento común en ambos reinos, son unas enormes columnas en sendos desfiladeros, uno en el Sur y otro en el Norte. Según se dice fueron construidas como homenaje a los guardianes, aunque existen también "leyendas" sobre ellas... según estas se podía ir de un reino a otro al instante…
- Exactamente, en realidad son puertas, los antiguos Guardianes podían crearlas en ambos reinos, siendo así que al cruzarla en el Sur, se aparecía automáticamente en el Norte, y viceversa. El mismo caso es en el resto de los continentes, existen varios lugares con dicha capacidad que los Guardianes usaban para moverse con rapidez...
- Pero... -Mina se cayó de pronto dándose una palmada en la frente-, claro, por eso Grohks sabia tantas cosas de nosotros pese a no "salir" de estos bosques... ¡¡¡Ellos usan esas puertas!!! O sea, que pueden crearlas...
- No, en realidad no es eso exactamente. Cada Templo tenía varias de estas a su alrededor formando anillos a lo largo de su respectivo continente, simplemente, Grohks y los demás hechiceros Mielar saben cómo usar las que sean que queden aun en pie gracias a la propia magia del templo. Pero crearlas como tales, únicamente vosotras dos seréis capaces una vez pasada la "transformación".
- ¿Y tú, tu también podrás no? -preguntó Amaratha.
- No, para nada, mi habilidad y poder es otro diferente, yo no soy un Guardián como tal. Podre crearlas si, pero exclusivamente entre los mundos o planos creados por Nakriss, no físicamente entre si sobre un mundo como podréis hacer vosotras.
- Como con los Damok cuando les entregaste a Z'mall, ¿no? -apuntillo Mina pensativa.
- Si, exactamente como eso –automáticamente pensé en los Khulgan, y en como seria traerlos desde una puerta en lugar de convocarlos, ahora que sabía la verdad sobre ellos.
- ¿Entonces nuestro poder se incrementara... -continuo una pensativa Mina más para ella que para nosotros, ignorando lo que dije, a quien parecía habérsele olvidado la presencia de Amaratha y viceversa, pues esta se mantenía igual de pensativa.
- No, en absoluto, esa es una apreciación un tanto errónea sobre lo que obtendréis. Tal y como en mi caso, vuestra capacidad de control en el flujo de la magia aumentara considerablemente, pero como a mí me ocurre, vuestros propios cuerpos os marcaran el límite. Al usar la magia pura de Nakriss los hechizos de ataque o defensa serán más potentes y poderosos, pero nada más, seguiréis siendo las mismas con las mismas habilidades de siempre. Obviamente el acceso al poder de Nakriss de modo directo os hará más fuerte, pero no por ello dejareis de mantener las mismas capacidades, y esto es válido para ambas. En tu caso Amaratha, además cesaran tus problemas de "daños" al usarla, eso es debido tú actual falta de capacidad de su dominio absoluto, que no control, sobre el poder Oscuro de Nakriss que circula por tu cuerpo.
- ¿Y cuál es la trampa de todo esto?, porque sabes también como yo que nada es gratis -preguntó Amaratha.
- Debo de darla la razón a ella -apoyó Mina-, nada es gratis, y supongo que todas estas maravillas tampoco lo serán, como ha dicho ella, ¿conde esta la trampa?
- En mi esta la trampa de Nakriss -fue mí, para ellas, sorprendente respuesta.
- Explícate -se limitó a decir Amaratha.
- ¿Veis esta gran sala en la que estamos ahora mismo? -pregunte abriendo mis manos y conjurando un hechizo de luz de amplio rango que ilumino todo el lugar como si fuese de día en su interior.
- Si, ¿y qué? -pregunto Mina muy seria mirando a su alrededor, donde solo se veían runas de origen para ellas desconocido.
- Es el último punto donde tendréis capacidad de decisión propia, si os quedáis aquí podréis regresar de nuevo a vuestra vida normal, pero si dais un paso más hacia el interior de este Templo, estaréis condenadas a pasar el ritual en la sala de las esferas y a cambiar..., estaréis unidas a mí para siempre.
- ¿Y si no seguimos que ocurrirá contigo? -pregunto Amaratha, justo lo único que no quería responder.
- Eso no tiene importancia, de todos modos yo tengo que seguir adelante para liberar a Nakriss de su prisión.
- Sí, sí que la tiene, de hecho el que trates de no contestarla, es lo que más hace que la tenga, de modo que contesta Val -presiono Mina.
- Si no seguís conmigo vosotras regresareis a vuestras vidas, yo no, en mi caso me volveré a unir a Nakriss, mi esencia, alma o como queráis llamarlo, se fusionara con su energía. Volveremos a ser uno, igual que en el principio de los tiempos, antes de que me segregara para que le liberase llegado el momento -dije serio, aunque no muy convencido interiormente de esa parte que Nakriss me contó. En realidad me parecía más una forma de presión sobre ellas si lo sabían que una posible realidad.
- ¿Y si seguimos contigo, como nos afectara eso, podremos morir algún día, incluido tú? -preguntó Mina, conociendo mi anhelo por ello.
- Sí y no. Si entramos los tres si podremos, si solo lo hacemos dos, no, jamás.
- ¿Cómo podríamos los tres? -replicó Amaratha, también conocedora de mi obsesión por ello.
- Nakriss es un ama o amo cruel chicas, solo podríamos morir si los tres lo hacemos en el mismo instante, o quizá con tan solo unos pocos minutos. Si alguno muere y su alma, energía, lo que sea, regresa o se sitúa en el reino de los muertos, todos regresaremos aun muriendo casi a la vez. Todas nuestras "almas" tendrían que estar en una especie de "no lugar" que se crea durante un corto lapso de tiempo antes de que esta se "oriente" hacia donde estar o que hacer.
- Vaya galimatías -resoplo Mina.
- Lo siento, no sé cómo explicarlo de otro modo.
- No te preocupes, yo si lo entendí, si ella lo necesita, se lo puedo explicar con términos que hasta un mono estúpido podría comprenderlo... -soltó Amaratha en tono sardónico.
- No te preocupes, "mona", lo entendí perfectamente y sin necesidad de cambiar de físico para ganar "inteligencia"... -respondió Mina a la puya.
Me interpuse en el acto, especialmente cuando a Amaratha se le escapo un siseo entre los labios por el cabreo ante la contestación de una Mina igual de beligerante que ella. Eran como dos gatas enfrentadas que no hacían mas que enseñarse las uñas a la mas mínima, pero lo peor es que yo estaba colocado en todo el medio. Por cierto, que espero que Mina o Amaratha nunca lean este manuscrito, porque no quiero ni pensar la que me podría caer encima, pues debo de confesaros, que todo lo dicho arriba que les explique sobre las consecuencias de sus acciones al seguir o no conmigo, no es enteramente exacto, hubo cosas que exagere, y otras que preferí callarme para mí. Y no, no pienso decir cuales si o cuales no, eso es algo que sí que no estoy tan loco como para poner por escrito, lo lean ellas o no, prefiero no jugármela, gracias.
Volviendo a la historia de nuevo, una vez que ambas decidieron no arrancarse mutuamente la piel a tiras de momento y seguir "pacíficamente" conmigo, continúe guiándolas mientras seguíamos adentrándonos en las profundidades del Templo. No creo que os hagáis una idea exacta de lo que me estaba costando mantener a las dos bajo control para que no se enzarzasen en un pelea, y no por culpa de ellas precisamente, ya que el poder del templo estaba afectándolas más, mucho más de lo que yo había supuesto y además de un modo que no había previsto. Me vi incluso forzado a usar varios conjuros a cual más poderoso para tratar de controlar sus libidos, incluso las obligue a usarlos ellas mismas sobre si como refuerzo, y si bien al principio parecían funcionar, digamos para entendernos, que sus estructuras mágicas no tardaron mucho en comenzar a resquebrajase por la intensidad de sus emociones o de su poder.
Amaratha y Mina a medida que avanzábamos e íbamos internándonos mas, empezaban a parecer menos personas, menos "mujeres", y mucho más hembras en celo olfateando macho, con el agravante de que la situación que se empezaba a crear parecía a su vez estar haciendo que ambas estuviesen potenciándose mutuamente sus recelos para con las intenciones de la otra. Para aclararos un poco como estaba todo, deciros que en una determinada sala, mientras yo conjuraba mi poder y desactivaba una serie de protecciones, ambas, individualmente, procurando que la otra no se enterase, me tocaron el culo y la polla a base de bien. Llego un momento en que si Amaratha me empezó a parecer una perra en celo que ya tenía claro quién era el perro que quería que la montase, Mina no le iba a la zaga, por su parte empezaba a recordarme a una ninfómana con ganas de polla a la que le importaban tres pimientos donde estuviese con tal de que se la metiesen hasta el mango.
Ni que decir tiene que procure apresurarme todo lo posible para llegar lo más rápidamente que podía a la puñetera sala de las esferas y comenzar el proceso antes de que todo esto se me fuese de las manos con las dos. No digo que si se hubiesen avenido a darle igual tener a la otra comiendo de su mismo plato no me hubiese hecho el tonto y "sacrificarme" en aras de nuestro deber, pero eso era lo malo, que estaba meridianamente claro que ninguna de ellas iba a aceptar "compartirme" como buenas "amigas". Os recuerdo por si a alguien se le ha olvidado, que Mina es la Bruja Roja, y Amaratha por mucho polvazos que tenga, no deja de ser una Reina Dragón. ¿Una pelea entre ambas como gatas en celo, con su poder y conmigo en medio?, no gracias, ni de coña.
El caso es que cuando por fin logre que alcanzásemos la dichosa sala, ambas me miraron como si estuviese completamente loco sabiendo que quería que se situasen en el centro, entre las mismas, ya que todas y cada una de las esferas parecían chisporrotear por la enorme cantidad de poder acumulado en ellas, y en especial la grande central de color Negro. Si Mina pareció muy poquito dispuesta, no os digo ya Amaratha, me costó lo que no os imagináis conseguir que aceptasen lo que yo pretendía, aunque eso sí, me vi obligado a ser yo el primero en entrar. Pero no os penséis que me confié, que no, viendo lo que veía reforcé mis escudos al máximo antes de entrar, y ocurrió lo previsible, que me lleve una descarga de energía tal que pese a mis escudos me mando volando casi once metros contra una de las paredes de la Caverna donde nos encontrábamos. En el suelo, acurrucado contra la pared, viéndolas venir corriendo a ambas visiblemente preocupadas, me di por vez primera cuenta de mi error, una metedura de pata que podía habernos costado a todos nosotros muy caro de haber entrado entre las esferas.
Estuve casi diez minutos sin poder hablar por el dolor, y como una hora lo que tarde además en poder levantarme otra vez para ponerme en marcha de nuevo, la descarga había sido realmente brutal. Estuve maldiciendo mi estupidez durante todo el tiempo que estuve apoyado en la pared hasta el mismo momento de poderme volver a ponerme en pie. Me dirigí a toda velocidad hacia la sala de sacrificios situada justo sobre la sala de las esferas mascullando imprecaciones y maldiciones, seguido muy de cerca por unas preocupadas Mina y Amaratha, que no entendían que me pasaba exactamente. Cuando llegamos, me quede como otros cinco minutos mirando detenidamente los diferentes signos rúnicos grabados en las paredes de la sala, mientras les hacía a ambas un gesto para que guardaran silencio cada vez que alguna de ambas trataba de hablar. Al final fue Amaratha quien no pudo más...
- ¡¡Ya está bien de que nos callemos!! –explotó Amaratha-, dinos que pasa Val...
- Pues pasa que soy estúpido, malinterprete todo lo que vi en el Templo de Nauruem, en gran parte por culpa de las visiones que tenia de la esencia de Z'mall que residía en mi interior...
- Está bien, ahora dinos, ¿qué hacemos aquí?, esto parece un altar de sacrificios... -masculló Mina-, seguro que era cosa de esos malditos Arcanos.
- De eso puedes estar segura, esos cerdos usaban la sangre de los demás para adquirir poder... -apoyo Amaratha-.
- No, para nada es en realidad lo que pensáis... Si y no es un Altar de sacrificios. Aquí los Arcanos sacrificaban a sus víctimas para conseguir el oscuro poder de Nakriss, un Dragón, un Arcano y un Humano... Un ejemplar de cada una de las tres razas para obtener el poder Oscuro... pero… -me interrumpieron.
- Entonces porque dices que no..., aquí seguro que se sacrificó a seres inteligentes, pisasen aquí los Arcanos o no -me espetó Mina tras cortarme en medio de mi explicación.
- Mina, esto siempre ha sido un Altar de sacrificio desde la época de los Guardianes, pero no como yo creía entenderlo por las visiones que obtenía de Z'mall. Aquí en época de los Guardianes se sacrificaba el "ser" del nuevo Guardián, ya fuese este Dragón, Arcano o Humano. Pero el sacrificio consistía en su identidad de raza, tras la ceremonia todos los "sacrificados" se convertían en algo completamente nuevo ajeno a su pasado y con nuevas lealtades, eran un nuevo ser, eran Guardianes. Ese era el sacrificio que aquí se realizaba... y el que vosotras realizareis, no tiene nada que ver con la sangre... Mina túmbate en aquella plataforma -señale una losa sobre dos pilares-, y tu Amaratha, mantén tu forma actual y tiéndete sobre aquella otra -dije señalando en otra dirección a otra losa idéntica a la de Mina-.
- ¿Qué vas a hacer? -pregunto una Mina nerviosa, aunque haciendo lo que le había dicho.
- Veras, cada una de vosotras esta tendida justo sobre una de las tres esferas exteriores. Mina, tu estas sobre la Esfera Humana, y Amaratha, tú lo estas sobre la Draconiana... Yo me situare aquí -dije colocándome justo en el centro exacto entre las tres plataformas que formaban un perfecto triangulo a mi alrededor-, justo sobre la Gran esfera Negra de Nakriss y además me hare cargo de la esfera Arcana.
- ¿Y ahora?...
- Ahora ya lo iréis viendo...
Tras decir eso fui hasta ellas, haciendo que me diesen ambas los pequeños pellejos de agua que llevaban, idénticos en todo al mío. Una vez con ambos, saque una de mis dagas, y haciéndome un corte en la palma de la mano, deje que un poco de mi sangre gotease dentro de cada uno de los pellejos. Después de esto, me acerque a cada una de las dos, haciendo la misma maniobra que yo había hecho, excepto que las gotas de sangre de cada una de ellas, solo fue utilizada en uno de los pellejos. Tras ellos a cada una le devolví el suyo. Ambas me miraban sorprendidas...
- ¿No pretenderás que nos lo bebamos ahora, verdad? -pregunto Amaratha.
- No, pero si quiero que ahora, cuando yo os lo diga, os echéis ese agua sobre la mano del corte, pero de modo que el agua que escurra gotee directamente sobre esos canales de vuestra derecha y que llevan al pequeño agujerito que hay sobre cada una de las bolas que está bajo vosotras en la otra caverna -dije mientras yo hacía lo propio con mi pellejo de agua, vertiendo en su interior nuevas gotas de mi sangre y preparándome para hacerlo en el canal Arcano.
Los Arcanos para obtener el poder absoluto de Nakriss usaban sacrificios de las tres razas, la sangre de las mismas y su energía vital, todo ello guiado por el hechicero más poderoso, normalmente su principal, y luego apoyado por varios otros durante la ceremonia. En mi caso yo tenía una ventaja, ya tenía el poder absoluto de Nakriss, por ello únicamente me hacía falta una pequeña muestra de la sangre del nuevo Guardián, pues en lugar de su energía "vital", yo podía emplear mi propio poder Oscuro para llevar la ceremonia a término, tal y como antaño lo hacían los verdaderos Guardianes, aunque en mi caso, por ser quien soy, era capaz de hacerlo sin ayuda de nadie, ya que podía ocuparme por mi mismo de cualquiera de los tres espectros, la del Dragón, la del Humano o la del Arcano.
La ceremonia me llevó a penas una hora y media, tras drenar con muchísimo cuidado todo su poder con las esferas, fui haciendo que estas lo reconstituyesen y nuevamente lo volcasen de nuevo en sus respectivas fuentes interiores. Cuando le dije que había terminado, pese a que por un lado les indique que debían de seguir tumbadas, ambas se levantaron alegando encontrarse bien. El resultado fue el obvio, ambas cayeron redondas en cuanto trataron de mantener su equilibro al incorporarse del todo. Si bien con Mina no tuve problema, con Amaratha fue diferente, pues recupero su forma de Dragón, y no os digo lo que me costó ponerla cómoda hasta que se despertase. La primera fue Mina, que se quedó mirando a su "compañera" inconsciente...
- ¿Como esta?
- Bien, no te preocupes, solo es el shock. Para ella la asimilación es más difícil que para ti, ella ya tenía su propio poder de Nakriss, pero era imperfecto y en constante conflicto con su parte de poder propio Draconiano.
- No me dijiste que fuese tan guapa cuando se transformaba -dijo mirándome fijamente con los ojos entrecerrados.
- ¿De verdad que no? ¿Seguro que nunca te lo indiqué cuando hablamos de ella?
- Oye Val, ya vale, no me tomes por idiota, no me lo dijiste porque no quisiste, no porque no te dieses cuenta
De pronto tuvo una especie de sobresalto, mirándome con una cara que no me gustó. Sus ojos se desviaron de mi hacia donde estaba tendido el Gran Dragón Dorado, luego su cara completamente crispada se volvió otra vez hacia mí... Si os preguntáis, si, pensé lo mismo que ahora debéis estar suponiendo vosotros, que esa cara significaba problemas para mí...
- Oye Val, un Dragón Hembra puede... bueno, ya sabes... con un hombre humano... -dijo con los labios apretados.
- Si, cualquier Dragón Hembra podemos aparearnos con un macho Humano, no engendrar una cría, evidentemente, pero en todo lo demás, sí. De hecho somos mejores que cualquier hembra Humana como Val bien sabe -replico por sorpresa una Amaratha que acababa de despertar y tomado nuevamente su forma de mujer y lanzándome una “divertida” mirada cargada de deseo.
- ¡¡Vallll... la mato, a esta la mato por zorra!! –dio un paso, que fue detenido por un gesto de Amaratha.
- No mujer, entre tu macho y yo no ha existido nunca ese tipo de contacto, aunque te confieso que ahora mismo quizá no me importase en absoluto tenerlo... Val... ¿te apetecería? -pregunto coqueta riendose, haciendo que Mina ahora sí, saltase de la losa donde la había tendido con las manos engarfiadas y una cara que ya, ya.
No tuve más remedio que ponerme entre ambas… nuevamente, pues Amaratha entre carcajadas, también se había reincorporado y dispuesto para hacer frente a la otra mujer. La Reina Dragón hizo además una serie de comentarios que a Mina le debieron de parecer muy "desacertados" o quizá sarcásticos contra ella, pues se fue enfadando exponencialmente a medida que Amaratha hablaba. Llegó a un punto en que se lanzó contra ella con las uñas por delante, por suerte la logre interceptar y hacerme con ella antes de que la alcanzase. No tenéis una idea de lo que me costó contralarla y que se medió tranquilizase. Después de ello llame al orden a Amaratha para que no la siguiese pinchando.
Por difícil que os resulte de entender, todas las puyas o las tarrascadas que le lanzo Amaratha a Mina a costa mía, fue una especie de disculpa por su parte por cómo se comportó antes de pasar por la ceremonia al estar en celo sin poder controlarlo. Me costó lo mío hacérselo entender así a Mina. En boca de Amaratha, Dragón y Reina, el hecho de meterse con ella en términos de "robarme" de su lado o de insinuar querer probarme en sus morros, haciendo que yo no accediese decantándome por Mina, y que esta me defendiese a toda costa, era una especie de reconocimiento de que era alguien que se merecía estar conmigo, o que yo estuviese con ella... Esta era una de esas cosas extrañas de Dragones que entendían solo ellos, yo confieso, que pese a saberlo, no es que le viese tampoco mucha lógica.
CONTINUARA