Crónicas de Vhaalzord - Libro 24 - 4

Las cosas se complican nuevamente para Val y Mina en la aldea de los Mielar, justo antes de que empezasen su viaje para encontrarse con el Gran Consejo

CRONICAS DE VHAALZORD

Libro - 24

Capitulo- 4

Estaba un poco preocupado, pero no por la reunión, sino por mi propio poder, sentía un control sobre él como jamás antes, y sabía que tendría que actuar con Mina lo más pronto posible para ayudarle a alcanzar un “estado” semejante al mío, aunque muy diferente… pero para ello, iba a tener que aceptar ciertas condiciones que dudaba que le fuesen a hacer gracia. El problema que tenía no es que temiese que no las aceptase, sino que no estaba nada seguro de que fuera lo más adecuado para ella, y claro, sin olvidarme del pequeño detalle de “la otra” con la que tendría que hacer lo mismo que con Mina. Y si, esa última parte, si, confieso que sí que me daba un poco de repelús tan solo con planteármelo o planteárselo… Si un Dragón enfadado ya era terrorífico, no quería ni saber cómo sería una Reina Dragón, cuando hasta sus propios machos las temían.

Lo que hablando de todo un poco, esa era otra charla que debía de afrontar, como podía haber sabido Mina de los Dragones, hasta el momento solo sabía que a quien había visto era a Lord T’ldord, pero no como o cuando. Me encontraba sentado frente a la hoguera que ardía en el centro de la cabaña, pensando en que tenía muchísimas cosas que hacer y quizá muy poco tiempo por delante para ello. Miré a Mina cuando entró tras su "conversación" con los notables de la aldea, pero más que para saber qué había ocurrido, fue por la forma en que esta se dirigió a mí, con ese contoneo de caderas que la convertía en algo casi irresistible cuando quería, y empezaba a parecerme, que ciertamente, estaba empezando a querer eso mismo. Reconozco que me puso un poco nervioso, algo que se acrecentó cuando empezó a desnudarse con sus ojos clavados sobre mí y con una sonrisita muy extraña en sus labios...

  • Oye Mina, ¿pasa algo?
  • ¿Y qué tendría que pasar?
  • Pues no se... algo... -tragué saliva al escuchar su tono de voz.
  • ¿Estás seguro de que no lo sabes... cariño...? -replicó preguntando con voz pastosa y cargada de sensualidad.
  • No, creo que no... ¿el qué?
  • No sé, tu dime... ¿cuánto tiempo hace que no estamos tranquilos u a solas los dos?
  • Bueno, justo hasta que los Mielar aparecieron... -mis ojos eran incapaces de apartarse del cuerpazo desnudo de Mina.
  • No Val, me refiero... "a solas"... ¿es que no te apetece? -pregunto arrodillándose ante mí, empezando a besarme el cuello y a sobarme suavemente la polla por encima de las calzas...
  • Oye Mina, que los Mielar... -me sello la boca con un beso.
  • Los Mielar nada esta noche... pon varios conjuros si quieres... pero esta noche serás totalmente mío... Tienes que cumplir con tu compañera, que hace mucho que no me haces nada... cielo... -sus manos se las apañaron para sacarme la polla, luego de inmediato empezó a chupármela sin que por ello sus ojos dejasen escaparse los míos.

Podría decir que trate de resistirme, pero no, no sería para nada cierto, es más, incluso diría que "entregue" mi rendición en el mismo momento en que sus labios se posaron sobre mi glande, tras eso, fui completamente incapaz de negarme a lo que Mina desease de mí. Por fortuna lo único que quería, era que le devolviese la caricia, por ello, me moví hasta quedar ambos en el suelo, y mientras ella me la chupaba, yo me las apañe para montar un 69, iniciando en cuanto pude una buena comida de coño... Mina estaba especialmente caliente y lo malo es que a mí me estaba poniendo no muchísimo mejor, aun empezando a perder mi autocontrol cuando me aparto casi violentamente para sentarse encima mío, tuve la suficiente cabeza como para desplegar un mínimo de conjuros de protección en torno a nosotros.

Mina de improviso se sentó encima, sujetándome la polla con una mano para dirigirla a la entrada de su sexo. Una vez puso mi glande en la entrada, lentamente comenzó a sentarse, no sé dónde demontres habría aprendido lo que me estaba haciendo en esos instantes con los músculos de su coño, que estaba viendo que me iba a correr sin remedio y no tardando mucho. De hecho, según se sentó por completo y puso sus manos sobre mi pecho, jadeando por el esfuerzo, me corrí en su interior como un búfalo en celo, mis caderas empezaron a moverse sin control mientras mi polla regaba el interior de Mina que se abrazó a mí con cara de extrema lujuria... Cuando termine de soltar mi semen en su interior... levanto la cabeza que tenía apoyada sobre mi hombro...

  • Genial, no se te ha bajado... entonces es mi turno de disfrutar... -me soltó con los ojos brillantes.

No pude decir ni media palabra, me lo impidió clavándome un besazo de tornillo de escándalo. Mientras me comía literalmente los morros, empezó a mover sus caderas en un lento movimiento rotatorio mientras empezaba a levantar y bajar la pelvis sobre mí, mientras que a la vez, volvía nuevamente a medio estrangularme la polla con los músculos de su sexo. Creo y confieso, que el haberme corrido me concedió un pequeño momento de lucidez antes de que lograse hacerme perder nuevamente el norte con sus movimientos. En ese pequeño instante me di cuenta que lo que Mina estaba haciendo con sus músculos vaginales no era cosa que pudiese "entrenarse" en un solo día, lo que únicamente me dejaba una explicación plausible... magia, algo que teóricamente me había prohibido que usásemos los dos a la hora de hacer el amor, como a Mina le gustaba definir nuestras sesiones de sexo.

  • Eres una mala zorra... estas usando magia, so putón... -la reprendí-.
  • Por supuesto, igual que tu cuando alzaste la temperatura de tu sangre... Hoy soy yo la que te voy a joder y a hacerte sufrir un poquito... cabronazo... que eres un cabronazo... -me replico entre jadeos.
  • Pues espero que lo consigas... venga... hazme disfrutar... -Me alce lo suficiente como para alcanzar con mis dientes uno de sus pezones.
  • ¡¡¡Arghhhh!!! ¡¡¡Uhmmmm!!!
  • ¡¡Uffff!! pero como estas tesoro... parecen piedras...
  • Siiii... los noto incluso dolorosos... de lo cachonda que estoy... ¡¡¡Arghhhhh!! Sigue... no pares... continua chupándomelos y mordiéndolos... ¡¡Uhhhh!! ¡¡Joder qué bueno!!

Después de eso ya no fui capaz de seguir hablando, primero necesitaba mi boca para poder seguir trabajando los pechos de Mina, y segundo concentrarme en no correrme de nuevo otra vez enseguida ya que la vagina de Mina seguía torturando mi polla tratando de exprimirla. El problema es que me costaba concentrarme para usar magia también pues por mi parte también estaba muy excitado y casi al borde del orgasmo... lo que hacía difícil que me concentrase... Aclaro que aun en esta situación no habría tenido problemas en ejecutar cualquier tipo de conjuro ofensivo e incluso defensivo, pero uno del tipo que la situación requeriría... eso estaba fuera incluso de mi alcance. Mina seguía moviéndose sobre mí, haciéndome sufrir lo indecible para no correrme, en un momento dado pude observar "divertido" que ella misma también empezaba a tener mis mismos problemas, sin embargo en su caso lo tenía más sencillo, pues era quien controlaba realmente la follada...

En un momento dado en que prácticamente casi se detuvo y se venció hacia mí para tratar de controlarse, me dejo respirar lo suficiente como para poder volcarla hacia un lado y situarla debajo de mí. Pero no penséis que se resistió mucho, que no, en cuanto vio que no tendría opción a caer vencida a mi lado, empleo sus fuerzas precisamente en lo contrario, en forzarme a quedar justo sobre ella, pero sin tiempo para situarme cómodamente, pues en el mismo momento en que quede encima sus piernas se cerraron sobre mi cintura como dos cepos. Cuando me di cuenta de la jugarreta, no pude evitar pensar que desde luego más zorra y más puta no podía ser, se había situado lo suficientemente "encima" mío como para que al retirar mis caderas para embestirla después, le permitiese un levísimo movimiento circular con las suyas que "batiese" mi polla según entraba nuevamente en su interior, forzándome además a hacerlo fuerte por culpa de la presión de sus músculos vaginales sobre mi miembro durante el recorrido tanto de entrada como de salida.

El orgasmo por parte de ambos fue arrollador, dejándonos completamente exhaustos, me gustaría decir que yo fui quien salió ganador de aquella especie de batalla puesto que logré que se corriese antes, pero no, no sería justo con Mina. La verdad, la dura verdad, es que todo el tiempo me tuvo tratando de defenderme para no ser un mero juguetito entre sus piernas, el que ella se corriese antes que yo fue simplemente un mero hecho circunstancial, y no por mucho tampoco, pues no había terminado aún de "pasar" su orgasmo cuando me derrame en su interior... alcanzando el mío. Quedamos ambos juntos, abrazados, jadeantes durante unos segundos, para de seguido empezar a besarnos con calma... sin prisas, tomándonos nuestro tiempo para hacerlo antes de empezar a hablar...

  • ¿Y esto tan repentino? -le pregunté curioso.
  • Tenía ganas de follar -fue su sencilla respuesta.
  • ¿Y ya está, solo eso?
  • Si, solo eso, ¿es que hay que necesitar algo más? -me miró divertida con cara satisfecha.
  • Pues no, supongo que no, pero dada nuestra situación, en donde estamos y lo acontecido antes de ello... no creo que sea una situación como para ponerse especialmente "ardiente", digo yo, eh.
  • Está bien -suspiro-, tienes razón, no, es algo más que eso. Cierto que tenía ganas desde que entramos en el bosque, durante el periodo de entrenamiento antes de acercarnos estuvimos follando casi cada día pese a que acabábamos agotados, supongo que noté a faltar eso. De todos modos no es motivo como para hacerme poder los papeles de este modo, en ello estoy de acuerdo contigo... ha sido cuanto menos extraño -terminó pensativa.
  • Sí, eso me pareció... -me callé repentinamente, pues la voz esa que suponía como de Nakriss me soltó un "eso ha sido la resonancia de vuestros poderes incompletos con lo que sentís por el otro, y no será la única".

Como réplica a esa repentina irrupción en mi mente, sardónicamente le solté mentalmente un “¿vaya, ahora puedes hablar conmigo libremente?”. Espere a que dijese algo más, pero solo obtuve el silencio por respuesta.

  • ¿Qué pasa? -me preguntó Mina repentinamente alerta, supongo que por mi expresión.
  • ¿Qué opinas de ello? -le pregunte tras explicarla lo que había dicho esa "vocecita", excepto la última parte claro, preferí no mezclar problemas futuros.
  • Primero, ¿seguro que es Nakriss o como quiera que se llame de verdad?
  • Si, de eso estoy plenamente convencido, créeme, resulta increíble, pero si, es Nakriss "en persona".
  • Bien, pues entonces, hecho aparte de que pueda comunicarse contigo de ese modo de repente, ahora viene lo segundo, ¿que se supone que significa eso de que nuestros poderes "incompletos" resuenan entre ellos? -preguntó muy seria.
  • Pues no lo tengo muy claro que digamos, pero es referente a ti concretamente... Según entiendo tienes el poder de una Guardiana, pero por lo que se ve, "aun" no eres una, te faltan ciertos "requisitos" para poder serlo, ¿quizá más poder o control sobre él?, no lo sé.
  • ¿Se puede saber de qué coño hablas? Mira -alzó la mano creando una bola de lo que parecía una especie de fuego muy concentrado sobre su palma- en mi puta vida imagine poder ser capaz de hacer algo como esto, nunca habría sabido ni como, ni plantearme el manejar tal cantidad de poder como requiere esto... Míralo Val, es sólido, si choca contra algo, un muro por ejemplo, lo atraviesa, es fuego macizo… -en mi mente la "voz" resonó con una frase que supongo que era aclaratoria sobre lo que tenía Mina sujeto, pero que no entendí, dijo... "a eso se le llama Plasma".
  • Si bueno -"lo que sea, me da igual, y contéstame ¿Cómo es posible que ahora me puedas hablar así?", le replique a la voz mentalmente sin obtener nuevamente respuesta por su parte-.
  • Mira Mina, no sé exactamente qué pasa, pero sí sé que tienes aun que pasar una especie de ceremonia en cuanto lleguemos a ese templo para que estés "completa", y créeme que aunque no sepa decirte por qué tiene que ser así, si se dé seguro que es completamente necesario para ti -alce una mano impidiéndole hablar-. No, déjalo, no preguntes porque no podría darte una explicación coherente... eso es algo que según "Nakriss" sabrás en su preciso momento y entonces lo entenderás todo...
    • ¿Y ya está? ¿Esa es la explicación? -se sulfuró.
    • Y que quieres que te diga -me enfadé-, ¿que no se mas?. Pues ya lo sabes, no se más de lo que te he dicho, excepto que no estarás tu sola, seréis dos a pasar esa especie de ritual una vez en el Templo... -dije preparándome para la Tormenta.
    • ¿Cómo que dos, que dos? -se sorprendió, aunque rápidamente eso pasó para ser sustituido por recelo-.
    • Si, habrá otra que también lo pasara junto a ti... -me cortó en seco.
    • ¿Cómo que otra? ¿Te refieres a otra mujer? -su voz se crispo, tomando repentinos tintes peligrosos de celos.
    • Si, una hembra, concretamente un Dragón, o más exactamente, una de las Reinas Dragón... Amaratha -vi a Mina ponerse pálida como una muerta.
    • ¿La que vi volando? -jadeo recordando lo que la comenté, empezando a mostrarse visiblemente nerviosa.
    • Si era ella, si, esa misma. Estate tranquila que no supondrá ningún problema, relájate, estaremos completamente seguros y a salvo en su compañía...
    • Si ya, seguro... a salvo...
    • Oye Mina, creo que quizá vaya siendo hora de que me cuentes como fue que descubriste su existencia y a quien, aunque supongo que sería a Lord T'ldord... -vi como pálida asentía con la cabeza.

Tras esto fue como un dique que se rompía, Mina empezó a hablar, y ciertamente, la historia la encontré totalmente fascinante. Resulto que si, a quien descubrió fue precisamente al propio Lord T'ldord tal y como había supuesto por sus reacciones cuando nos habíamos cruzado con él. No pude por menos que sonreír un poco malicioso pensando en lo que le esperaba a la pobre aun con los Dragones, y no por Amaratha precisamente... El tener que encontrarse en un futuro "cercano" frente a uno como "R’halrhaz", el Nhakkar Negro del Sur, con su impactante y poderosa presencia, ante la cual la que emanaba de Lord T'ldord resultaba casi inapreciable para que nos entendamos, sería interesante. Pero peor aún que este, sería la otra Reina, Margatta, sobre todo cuando ella me impone incluso a mí de primeras siempre que estoy en su presencia. Sonriendo maliciosamente para mí, pensé que sin la menor duda, para Mina, esa iba a ser una experiencia realmente... "reveladora" al encontrarse con Amaratha tan pronto, ingenuo de mí, que no sospeche ni por un instante la que me esperaba.

Bueno, el caso es que según me contó, descubrió que Lord T'ldord era un Dragón de un modo completamente accidental. Hacia unos ochenta años, cien o así, muy exacta no fue con el tiempo, la Hermandad la había contratado para terminar con un grupito de facinerosos que no les daban más que problemas en el Norte del continente Occidental y que sus hombres se habían visto incapaces de solucionar por sí mismos, incluida la por entonces ya poderosa Orden Carmesí. Fue el propio Lord T'ldord quien la contrato, pareciéndole en ese entonces alguien absolutamente ridículo encerrado en aquella armadura tan tosca, aunque obviamente, no se dejó engañar por aquella sensación, pues conocía perfectamente quien era y su reputación como uno de los líderes más despiadados de la Hermandad.

El caso es que por lo visto tardo como mes y medio en descubrirles, luego en apenas cinco días dio buena cuenta de un buen número de ellos por separado. Se ve que el grupito se lo tomo a mal, e intento dar un escarmiento a la Hermandad, y para ello eligieron al cargo más alto de la misma al que tenían alcance, en esos instantes, el propio Lord T'ldord. La emboscada les salió perfecta, los ocho hombres de la Orden Carmesí que le acompañaban como escolta cayeron sin saber siquiera que pasaba, cosidos por las flechas y dardos de ballestas. Mina está apunto y decidida a intervenir, cuando ante sus aterrados ojos según ella misma reconoció, Lord T'ldord sufrió una terrible metamorfosis, quedando convertido en un enorme "Dragón", pues por lo que me reconoció, fue la única criatura que se le ocurrió que podría ser aquel ser, pese a creerse que era únicamente pura mitología.

Treinta y tres hombres y mujeres le habían tendido la emboscada, matando a su escolta. Todo ellos tuvieron el mismo y espantoso final antes sus atónitos ojos por lo que veía, fueron devorados vivos por el Dragón, ninguna de sus armas fue capaz de traspasar ni una sola de sus increíbles y poderosísimas protecciones mágicas, incluso conto como Lord T'ldord se recreó con los tres jefes al devorarlos, como procuro que sobreviviesen mientras veían como poco a poco se los iba comiendo ante sus ojos. Mina uso todos sus conocimientos mágicos para pasar desapercibida, pues si de algo estuvo segura en esos instantes, es que aunque le causas importantes heridas y le infligiese un gran dolor con ello, difícilmente sobreviviría a un enfrentamiento contra ese ser. Aun así por lo que contó, tuvo la sangre fría de cobrar su precio, pero después de eso, trato de esquivar a la Hermandad en todo lo posible, especialmente cuando dos o tres años después de eso, vio a Lord T'ldord con otros tres "hombres" que llevaban el mismo tipo de tosca armadura que él y del mismo color... no le hizo falta nada para darse cuenta de que eran también esos tres. Después de eso procuro con especial énfasis mantenerse lo más lejos posible del Lord y la Orden Carmesí, pero  se vio nuevamente involucrada con el aun sin quererlo realmente tras unirse a mí, o que yo me uniese a ella, que tanto daba. Y desde luego, eso de querer "presentarle" a una Reina Dragón, no es que le hiciese especialmente feliz como comprenderéis... Y yo pensé en el acto sonriendo para mí, que cuando viese la forma "humana" de Amaratha en comparación con la de los machos, ese sentimiento se vería especialmente... "agudizado".

Esa noche dormimos bien, de hecho como hacía días que no lo hacíamos, lo que hizo que nos recuperáramos bastante. Al día siguiente, tal y como dijo Mina, nos fueron a buscar a ambos para mantener la reunión que les solicite con el consejo de aquella tribu o como ellos lo definiesen. Digamos que en realidad, era una toma de contacto aún más profunda por parte del Anciano Grohks, directamente enfocada a averiguar que pretendía del templo, porque sí, me di cuenta de que su atención estaba exclusivamente centrada en mí, como si Mina en aquella conversación no importase mucho. Tras lo ocurrido el día anterior, me abstuve de hacer cualquier acción con mi poder que pudiese ponerles nerviosos, o mejor dicho, más nerviosos aun de lo que ya estaban. Más o menos les conté el porqué de buscar el templo, en lo que si hice hincapié fue en el hecho especifico y que ellos ya habían notado, que mi poder era prácticamente idéntico al procedente del Templo, de lo que me aproveche a conciencia para que me concediesen por su parte el acceso a su "territorio" y su hospitalidad mientras anduviese por allí.

Aclaro que este era un primer paso muy importante, porque para poder acceder al Gran Consejo Mielar, ya el anciano me había advertido que tendría que lograr que alguna aldea, por insignificante que esta fuese, me permitiese la estancia en "sus" bosques y compartiese su pan con la sal con nosotros, que era justo lo que acababa de suceder en esos instantes. Lo cierto es que la alegría de Mina y mía por este pequeño triunfo fue realmente breve, como de unos dos o tres minutos escasos tras nuestra salida de la reunión del Gran Consejo. Estábamos hablando los dos con el Anciano Grohks, con Gungan y con el jefe de la aldea cuando les vieron dirigirse hacia nosotros, casi en el acto los tres empezaron a removerse intranquilos sin apartar su vista de los hombres que se acercaban.

Eran cuatro, vestían largas túnicas Verde Oscuro con una especie de bocamangas de color negro que les llegaban prácticamente hasta los codos, sus rostros quedaban en una semipenumbra bajo sus capuchas. Casi me reí de ellos al verles, pues yo mismo había usado más de una vez ese tipo de indumentaria y los mismos trucos para intimidar a la gente que me veía por primera vez, aunque observando a mis tres interlocutores, supuse que el hecho de que esos cuatro visitasen la aldea tendría muy poquita gracia. Lo que si hice según me dijo eso el anciano, fue prepararme para si llegaba el caso, dar un nuevo escarmiento, dejar meridianamente claro quien era yo en realidad y la poca gracia que tenía enfrentarse a mi o tan siquiera enfadarme…

El anciano en voz baja y disimulando...

  • Mucho cuidado con lo que habláis sobre el Templo ante ellos, son fanáticos, creen que es la morada de un señor o señora oscuro al que adoran, y todo gracias al hombre que estáis siguiendo -dijo con un tono de amargura en su voz-.
  • ¿Son numerosos entre vosotros entonces?
  • No, para nada, son pocos, pero extremadamente poderosos, quien les hace frente abiertamente no dura mucho, de un modo u otro siempre termina muriendo o desapareciendo... Sé que te apodan "el Nigromante" en el mundo exterior, que has vivido incontables años y se todo lo que eso implica, pero créeme que esos están bastante por encima de eso, estos hombres se codean con la misma muerte -me dijo muy serio.
  • Si aprendieron sus artes "Nigrománticas" de Shargon no me extraña, pero deberías de estar tranquilo... yo no soy tan dulce y suave como él –también pensé en que lo que Z’mall supiese de ese arte, tenía que haber sido por mediación mía-.
  • Por favor, no les provoques, déjame hablar a mi…
  • Anciano, créeme que si me obligan van a comprobar de primera mano dos cosas, la primera porque me llaman "el Nigromante" y en segundo lugar, por qué mi nombre no ha sido olvidado en más de dos mil años.
  • Dejadme a mí... –repitió Grohks, después se adelantó haciendo el típico gesto Mielar de bienvenida.

Los cuatro hombres se detuvieron a escasos cuatro metros de nosotros y a tres del anciano, pues esta se encontraba como un metro por delante, interponiéndose entre ellos y nosotros. A esa distancia pude observar sus caras a placer, y vi en ellas cuatro clarísimas miradas de desprecio dirigidas hacia el anciano, en el que hacía de jefe, un gesto incluso de asco al dirigirse a él...

  • Te saludamos Khushiar de los Mielar, y vemos con pena como tras de ti siguen vivos los asesinos de uno de nuestros hermanos... Quítate de en medio para que podamos "hablar" con él... esto no te incumbe...
  • De hecho sí que lo hace, pues los dos son mis huéspedes. Sobre ese al que llamáis vuestro hermano, debo de señalar que fue el primero que empezó a no saber comportarse y que su muerte únicamente fue causa de su propia culpa por ello... -defendió el anciano.
  • No vamos a discutir contigo viejo estúpido... para nosotros ni tú ni nadie de aquí es nada... o te quitas... o te matamos... -dijo ya en claro tono de desprecio el que llevaba la voz cantante.
  • Tenéis los cuatro tres minutos para iros... pasado ese tiempo... me encargare personalmente de que no podáis hacerlo vivos... -replicó el anciano con voz dura.
  • Estúpido viejo...

Un conjuro ataco al anciano Grohks, estrellándose contra sus defensas, en el acto empezó a conjurar un hechizo ofensivo, quedándose paralizado a la mitad... Habían notado perfectamente la oleada de poder que los cuatro hombres que tenía ante el habían dirigido a sus espaldas, intuyó que sobre Mina o sobre mí, sin embargo, lo que no se podía explicar era el modo tan salvaje en que los cuatro se empezaron a mover repentinamente. Sus cuerpos temblaban, cayeron al suelo, donde brazos y piernas parecían retorcerse brutalmente, tan salvajemente, que incluso a uno de ellos se le descoyunto uno de sus hombros. El anciano se giró solo para ver como yo avanzaba con mi mano derecha extendida, con cara inexpresiva y con una especie de llamas negras extendiéndose por mi brazo hasta llegar a mi hombro.

  • ¿Que... que... que es esto...? ¿Qué les... ocurre...? -tartamudeo el anciano señalando a los cuatro hombres agonizantes entre aparentemente, terroríficos sufrimientos.
  • Eso es su alma, su energía vital, como prefieras llamarlo, siendo arrancada de sus cuerpos, y estos devorados lentamente por dentro gracias a mis llamas negras... Disfruta del espectáculo anciano... pues aún le quedan minutos de tormento... -seguí avanzando hasta situarme ante los cuatro que me miraban aterrorizados-.
  • Pi... pie... pieda... piedad... -pudo por fin susurrar uno de ellos aterrado y bajo un dolor salvaje.
  • No... -repliqué con voz gélida.

Tardaron diez minutos más aun en morir los cuatro, el último fue el que parecía ser el jefe cuando llegó. Varios Mielar de la aldea se encontraban mirando desde varios lugares, plataformas adyacentes, pasarelas, en nuestro nivel o desde niveles superiores, y os aseguro que más allá de lo que hubiese hecho o no, lo que de verdad creo que más les aterrorizo a todos, fue el agónico instante final de los cuatro, cuando sus ojos ardieron con el fuego negro para finalmente morir. Tras de su muerte, una fina estela de humo surgió de las ennegrecidas cuencas de sus vacíos ojos... El resto de su cuerpo quedo de un color blanco marmóreo, el contraste entre su piel y el hueco de sus ojos era realmente estremecedor para cualquiera que lo viese, Mina incluida, que estuvo a punto de vomitar.

  • ¿Qué es lo que has hecho? -preguntó una Mina pálida.
  • He respondido a su amable conjuro de muerte, solo que yo he destruido por completo sus almas luego de arrancarlas de sus cuerpos y destrozado estos por dentro mediante el fuego negro... -Mina y los Mielar que me escucharon tragaron saliva ostensiblemente-, ¿algún problema con ello?
  • ¿Entonces ya no...? -Mina dejo la pregunta colgando.
  • ¿Ya no irán al hades, a las praderas de los guerreros, a los Bosques mágicos del otro lado, ya no revivirán siendo otros, no avanzaran de existencia, no conocerán el placer eterno... etc... etc... etc... de lo que sea que esos cuatro creyesen? ¿Es eso lo que preguntas? -asintió con la cabeza-, pues no, cuando alguien muere su esencia vital permanece, pase lo que pasa después con ella o vaya donde vaya, pero en el caso de esos cuatro, ya no existe... pues las he destruido por completo -alce una mano impidiendo hablar-. Y no, ahórrate la pregunta, no tengo el menor síntoma de arrepentimiento por ello, volvería a hacerlo nuevamente otra vez sin el menor problema, soy Vhaalzord el Nigromante, y eso es lo que le sucede a quien trata de jugar conmigo con ese tipo de magia, que no tengo la menor piedad.
  • Eres más poderoso de lo que creía Vhaalzord el Nigromante -repuso el anciano en un susurro.
  • Y mucho más de lo que siquiera puedas estar presuponiendo ahora mismo anciano... -señale a los cuatro caídos-. Créeme que eso que les ha pasado, no es ni con mucho lo peor que podría haberles hecho, existen cosas mucho más terroríficas que esa.

Tras el "espectáculo" Mina y yo nos dirigimos a la morada que nos habían asignado como tal, según el anciano debíamos de irnos para que el consejo se pudiese reunir con el fin de decidir la composición del grupo que definitivamente, nos acompañaría a ver al Gran Consejo. Deduje que la presente experiencia debía de haberles impactado muchísimo, y que en general, estaban deseando sacarme de su aldea como fuese... Por la cara de Mina mientras nos dirigíamos a nuestro alojamiento estaba más que seguro que me esperaba una completísima lista de preguntas sobre todo lo que acababa de ocurrir.

En cuanto nuevamente nos quedamos a solas los dos...

  • ¿Qué ha ocurrido ahí fuera, que es ese poder que has usado? -pregono nerviosa mientras veía como reclamaba mi Shilkka y desplegaba su hoja ante sus ojos.
  • Veras, al Norte del territorio de tu aldea, existió una enorme torre... esa misma que tu buscaste y visitaste cuando estabas tras mi pista y nos separamos. Allí existió una hermandad, asociación de magos o como lo quieras llamar. Eran Nigromantes, pero no de los que tú entiendes o cualquier persona entendería como tales, no, estos eran diferentes en muchos aspectos, el principal es que ellos si entendían la Nigromancia realmente.
  • No entiendo... -la silencie poniendo un dedo con cariño sobre sus labios.
  • Espera y lo comprenderás. Los Nigromantes son capaces de recorrer los caminos de los muertos, pero son los que rodean las fronteras de la otra vida en la que transitan las almas, algunos de los cuales se internan dentro unos pocos metros y retornan hacia afuera de nuevo, otros en cambio, no vuelven a aparecer. Un Nigromante realmente poderoso no tendría problemas para usar cualquiera de esos caminos, y entrar esos metros dentro de la Tierra de los Muertos te otorga capacidad, conocimiento y poder sobre la vida... -me interrumpió.
  • Y tú eres de esos que los transitas y se internan esos metros, ¿no?, en ambos caminos antes de retroceder luego. Supongo que fue en esa torre donde te enseñaron a hacerlo, esos Nigromantes imagino que también podían...
  • No. Como bien dices, esos Nigromantes si podían, pero se internaban bastante más de unos pocos metros Mina, lo hacían por horas... eran extremadamente poderosos, pero el pasar allí mucho tiempo, trae aparejado consigo el pagar cierto precio, muchos de esos Nigromantes estaban locos, pero con una locura muy especial... La locura de escapar de la propia Muerte, la de convertirse en seres entre ambos mundos, en lo que tu denominarías como Lich, en alguien que no está ni estará en uno u otro mundo, a salvo de ambos… o eso creían ellos.
  • ¿Como el que vive... perdón, el que domina la Torre de los Huesos en los desfiladeros entre el Gran Continente y el Continente Sur?
  • Si, como ese... yo me limite a evitarles el sufrimiento de descubrir la triste verdad de esa condición. Tras aprender todo lo que sabían, los mate a todos y extermine cualquier vestigio de esa "secta". Mina, debes de entender que yo no soy como ellos o como cualquier otro Nigromante, yo he muerto innumerables veces, he transitado por allí por derecho propio y después, siempre he regresado a este lado de la frontera, a la vida. Quizá no recuerde mucho o nada de mi paso por allí, pero es precisamente por ello, por mi constante paso por allí, que yo transito libremente en su interior cuando quiero -se puso pálida-.
  • Eso quiere decir que cuando deseas... -la interrumpí.
  • No Mina, no, ¿podría?, si, desde luego, ¿pero lo hago?, no, para nada. Debes entender que nada es gratis, todo tiene un costo, y en esto no es menor. Yo no puedo morir, luego no pertenezco ni perteneceré a esa tierra en tanto en cuanto mantenga esa cualidad, por ello no me afecta en ese sentido como al cualquier otro. Sin embargo, precisamente por eso, al ser un completo extraño... ¿Cómo te lo explicaría?... Digamos que "no me oriento", me sería muy fácil perderme en ella para siempre, cada vez que voy allí, asumo un gran riesgo... Pero eso no obsta, para que ello me convierta en el Nigromante más poderos que existe y que probablemente haya existido jamás, pues me permite controlar mejor que nadie el poder de esa y en esa tierra... Pero poderoso, no significa omnipotente... –pensé para mí que además, llevando el pasajero que llevaba nuevamente cuando regresaba, habría sido un suicidio por mi parte, y entonces, recordar precisamente eso, me preocupó y me hizo meditar muy seriamente en mis futuras acciones-.
  • Creo que lo entiendo... nunca lo vi así, no pensé que el ser un Nigromante supusiese ir al otro lado... -dijo Mina pensativa.
  • Y no lo supone, pero entonces, si no lo haces, no obtienes el verdadero poder Nigromántico, hasta que hagas ese viaje y regreses, algo que por cierto no todos consiguen, únicamente estarás rozándolo por encima.
  • ¿Crees que Shargon... perdón, Z'mall, ha hecho ese viaje?... - preguntó Mina preocupada.
  • No, es imposible. Cuando estaba conmigo incrustado en mi alma, el motivo por el que yo si viajaba allí mucho y me internaba libremente, era porque en ese lugar me sentía solo y a salvo… su alma no me acompañaba. Aunque ahora mismo la verdad es que me replanteo muchas cosas sobre lo que he estado creyendo o no en relación a ese visitante que lleve durante milenios, de esto si estoy seguro. Tanto Z'mall o ahora Shargon como su Avatar…, su misma existencia como están ahora se lo impide. En esa forma incompleta de su alma o ahora mismo que estando intacta no está en su cuerpo “natural”, no, no puede transitar libremente como yo por allí. Aunque también reconozco que ello no es óbice para que como mi “pasajero” al regresar, conozca un buen surtido de conjuros Nigrománticos y además por sí mismo ya es un poderoso mago, lo que todo junto lo convierte en alguien muy peligroso, pero no en un Nigromante de verdad.
  • Entonces con Z'mall...
  • Déjalo estar Mina, a Z'mall en cuanto haga su aparición le tengo preparado algo muy especial que no creo que se espere, y créeme que es mucho mejor que no sepas nada... Te garantizo que será una “agradable sorpresa”, aunque no creo que precisamente para él.
  • Está bien... confió en ti...

Al día siguiente nos pusimos en marcha hacia la que el anciano Grohks nos dijo era la Aldea Capital y en donde se reuniría el Gran Consejo, y ya nos advirtió desde el mismo inicio de salir de la aldea que este no sería un viaje fácil... pues había muchos intereses creados y según dijo también, y mismo me había creado un buen número de enemigos entre los Mielar, empezando por el padre de Jolghar, al que maté arrancándole el corazón, y terminando por la extraña secta de esos cuatro fanáticos que nos habían atacado en la aldea. El viaje hasta allí me resulto curioso, y no porque nadie nos molestase durante el mismo, sino porque sentía que cada vez parecíamos acercarnos más al templo, cada vez notaba su presencia, su poder, con una mayor intensidad, y a Mina le pasaba igual.

CONTINUARA