Crónicas de Vhaalzord - Libro 24 - 3
Val toma el preparado que el anciano Grohks le da para que beba y de ese modo poder viajar al mundo espiritual. Es entonces cuando empiezan los problemas para todos
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 24
Capitulo- 3
Cuando el anciano consideró que la mezcla que preparaba estuvo lista llenó dos cuencos completos, luego puso una pequeña parte en un tercero en el que a su vez incorporó varias cosas más que saco de unos pequeños saquitos, parecía como si estuviese añadiendo algún tipo de medicinas a la mezcla, para finalmente, llenarlo también hasta arriba usando el agua de un pellejo que había llevado con él. Tras tener los tres los cuencos ante nosotros, el Guerrero, yo y él, por fin habló...
- Bien, ahora vamos a sumergirnos en el mundo de los espíritus, rozaremos las paredes de la tierra de los muertos, procurad no acercaros o atravesarla -me miró-, aunque muy posiblemente usted ya lo conozca. Cuando diga empezaremos a beber lentamente, sin prisas, los dos deben de mantener mi ritmo, pero sobre todo, no paren de beber ni un instante hasta haber terminado con lo que les he dado... ¿está claro para ambos?
- Sí, no es mi primer viaje por los territorios de los espíritus -dijo orgulloso el Guerrero.
- Hare lo que me está diciendo...
- Jejejejejeje -la risa del anciano sonó cascada-, muy curioso... jejejeje...
- ¿Muy curioso el que? -pregunté.
- Que ha evitado cuidadosamente al contestarme toda referencia a mi comentario sobre usted y la tierra de los muertos...
- ¿Quiere saber si he estado allí? Pues sí, lo he hecho, he caminado por las sendas de los muertos, soy un Nigromante, probablemente en este mundo ahora mismo y por fortuna, ya no quede ninguno como yo –no pude evitar pensar que quizá no fuese del todo cierto, pues mi pasajero de esa época andaba ahora suelto por el mundo-. Pero no creo que estemos aquí para tratar de ello...
- No, no lo estamos, pero para mí, y a mi edad, entienda que resulta interesante... jejejejejeje... -la risa del anciano dado el contexto tenía un leve toque de escalofriante.
- Mina -susurré para que solo me escuchase ella-, recuerda lo que te he dicho, tan solo acércate tú a mí, no lo permitas a nadie más... -volví a alzar la voz. Empiezo... -enfoque mi poder hacia ella rehaciendo varios conjuros y estableciendo otros nuevos.
- ¿Qué está haciendo? -preguntaron a la vez un poco alarmados el Guerrero y el ayudante del anciano, quien en un tono seco les contestó para mi sorpresa.
- Posiblemente, tratar de salvarnos la vida a todos los que estamos en esta aldea si la cosa se pone mal... darnos y darse tiempo para regresar...
Tras eso no dejo que nadie más hablase, para ello tomo entre sus manos el cuenco de líquido haciéndonos un gesto al guerrero y a mí para que le imitásemos. El líquido empezó a bajar por mi garganta poco a poco, tenía un toque de sabor levemente acido, pude distinguir al menos tres o cuatro especias así como el leve pero para mí inconfundible sabor de ciertas hierbas, raíces y plantas, como por ejemplo la muy odiada "Raíz del Esclavo", capaz de anular la voluntad de la gente... Por fin los tres terminamos nuestros respectivos cuentos, a los pocos segundos, apenas quizá diez o quince, empecé como a despegarme de mi cuerpo, a sentirme mucho más leve, más ligero, veía a todo el mundo a mi alrededor, pero parecía como si los demás se hubiesen detenido por completo y únicamente yo tuviese movimiento... fue algo extrañísimo.
Estaba confiado en mí conjuro contra venenos, que continuaba activo, y sabía que aunque no fuese del todo eficaz para contrarrestar la totalidad de lo que el anciano me hubiese dado, sí que fuese capaz de anularlo en su mayor parte, por eso me sobresalte interiormente cuando sentí el mismo instante en que ese hechizo quedaba deslavazado por completo, anulándose a los pocos segundos totalmente. Intenté reaccionar pero ya era demasiado tarde, si en un principio creí que todo era cosa del anciano, que lo había preparado dando por supuesto que posiblemente me protegiese con algún conjuro de ese estilo, no tarde en desecharlo por completo. Tras varios minutos de estar intentando luchar contra mi progresiva pérdida de control sobre mi cuerpo y voluntad, notaba como me iba cada vez desinhibiendo más, más y más... perdiéndome como en otro plano diferente de este mundo…
Pero con todo y con eso, no podía siquiera imaginarme que era lo que realmente estaba pasándome... lo entendí cuando repentinamente "la voz" sonó alta y clara en mi cabeza...
- Por fin podemos hablar los dos con tranquilidad y sin nada que interfiera... siento haber tenido que deshacerme de ese conjuro tan inoportuno con que te protegias…
- ¿Quién eres? -pregunte de inmediato.
- Tú ya lo sabes Vhal-Ayl-Zordys . Más conocido por todo el mundo como Vhaalzord el Nigromante, me dais el nombre de Nakriss, como a la Luna Negra que orbita vuestro planeta... y como ya deberías de saber y haber aceptado a estas alturas, digamos que soy... algo parecido a tu padre o tu madre, el que prefieras de los dos o incluso ambos...
- ¿Perdón, como dices?, como que mi padre o mi madre, no entiendo... y más importante aunque todo eso, ¿qué es lo que quieres de mí?
- Está bien, escucha porque no se el tiempo que tendremos, aunque tratare de ampliarlo todo lo posible, procura asimilar tu situación lo antes posible, pues el tiempo se te está agotando, junto con el de tus compañeras. Tú eres mi creación y lo que quiero de ti es que me liberes de mi prisión en la Luna Oscura para poder seguir construyendo la realidad...
- ¿De verdad piensas quien quiera que seas de verdad que con estas tonterías sacare algo en claro? –pregunté, aun teniendo claro que posiblemente no me estaba engañando sobre su identidad, de hecho estaba casi seguro de eso, pues sentía perfectamente la presencia del mayor poder que jamás hubiese imaginado que existiese...
- Ya vale Vhaalzord, veo que así no terminaremos realmente nada... prepárate para saber unas cuantas cosas que te convienen... y ya que así lo quieres, será por la vía mala… lo siento por ti…
- Pero que... ¡¡¡¡¡¡¡¡¡ARGGGGGGGGGGGHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!
Solté un auténtico alarido de dolor, al extremo que creí que se me romperían las cuerdas vocales, incluso la garganta pareció empezar a arderme como si hubiese tragado fuego líquido. Cuando me recupere, y en ello os aseguro que me pareció tardar una autentica eternidad, estaba completamente aterrado... Sí, yo, al gran Vhaalzord el Nigromante, yo era el que tenía el mayor y abyecto terror que nunca pensé que nadie fuese capaz de sentir, pues había estado con la mismísima Nakriss, sintiendo en mi propia alma todo el aterrador esplendor de su poder... Si tuviese que definir lo que sentí, lo que vi, lo que entendí que era ese, esa o eso al que llamábamos Nakriss, diría que lo haría como un creador de mundos, me dijo mucho, y me enseño mas todavía, aunque con lo que yo considere como algún pequeño desliz de comprensión por su parte, pues realmente entendí de poco menos.
Comprendí que las estrellas que por las noches veía eran como nuestro sol, aquel que nos daba vida con su luz, que había tantas que incluso contando los granos de toda la arena de nuestro mundo, seriamos capaz de igualarlas a un grano por estrella. Playas de granos de estas se juntaban en agrupaciones mayores, y de estas agrupaciones tampoco posiblemente existiesen granos de arena bastantes para igualarlas... Muchas de esas estrellas eran como nuestro sol, alimentaban mundos, mundos como el nuestro o diferentes, mundos que eran los de otros seres iguales, parecidos e incluso terriblemente diferentes a nosotros... Por eso mundos, por esos lugares, junto a esas estrellas, creándolas, todo eso había sentido, igual que la propia Nakriss lo hizo, pero a un nivel que soy incapaz de saber qué fue lo que realmente vi o hice allí... pero sí que entendí algunas cosas.
Por ejemplo comprendí que todo esto, todo ello era obra de Nakriss y los otros hacedores que estaban esperándole para continuar su camino de construcción... de creación de vida... Que yo no era realmente su hijo o su creación como me definió, sino parte de él, o de ella, a la vez que alguien completamente humano, con mi propia alma, mi propia vida y mi propia independencia, y por tanto libre… algo que no entendí muy bien. Me contó muchísimas cosas durante nuestro viaje entre las estrellas, pero son multitud de cosas increíbles las que me enseño, pero de un modo que realmente, que de verdad, que no comprendo, que no soy capaz de concebir y que soy completamente incapaz de explicar, ni ahora, ni en un futuro cercano, y que muy probablemente puede que realmente jamás alcance el conocimiento necesario para ello, porque escapa a mi capacidad de tan siquiera soñarlo. Creo que fue la primera vez en mis más de dos mil años de vida en que me di cuenta de lo realmente insignificante que soy... incluso una hormiga a mis propios y despectivos ojos, es mucho más importante que yo mismo ante los de Nakriss, aun siendo su medio, creado por ella o él para liberarse de su prisión de magia... de esa Luna Negra que lo mantiene atado y atrapado a nuestro mundo.
Hubo sin embargo muchas cosas que si me "explicó" y entendí perfectamente, como por ejemplo, el modo de entrar al templo, a sus zonas más profundas de un modo bastante diferente por cierto al que usaban los Mielar. A mí me enseño a hacerlo de la forma en que los Guardianes lo hacían en la época en fueron sus dueños... por la puerta, haciendo del Templo algo mio. El método y la forma en que los Mielar entraban o como se movían, atravesó de lo cual supieron de nuestras andanzas por el continente, con vuestro permiso, me lo reservare para más adelante. Como decía aprendí muchísimas cosas, por ejemplo el motivo real de la aparición de mis ojos Negros y zarcillos, al igual que el de Mina para sus propios ojos o su aura también rojiza, pero más importante aún, el cómo ser capaces de controlarlo completamente... al menos, cierta parte, o quienes eran en realidad los Khulgan y en qué modo estaban relacionados con Nakriss y conmigo...
Con respecto a esta situación que viví, lo dejare aquí, pues muchas de las cosas que descubrí o que me descubrió "Nakriss" durante nuestra "conversación"... son peligrosas, excesivamente peligrosas como para atreverme a dejarlas por escrito... me siento mucho más seguro si únicamente yo tengo conocimiento sobre ello y este terminase conmigo en algún momento. Incluso me dejo una pequeña perla sobre Mina, que me iba a obligar a hablar con ella en cuanto pudiese, pero asegurándome que estuviéramos a solas, pues no era algo como para tratar ante nadie. Aunque esa conversación no solo iba a ser con ella... pues también me dejo la misma perla con otro ser, Amaratha, incluso ahora ya sabía el motivo real de la aparición de una nueva Reina Dragón, y no era por la futura próxima muerte de Margatta como creía al principio, a esta aun le quedaban muchos años, sino siglos de vida… Miedo me estaban dando Mina y Amaratha cuando hablase con ambas…
La parte menos divertida de todo esto fue el despertar, el retorno de aquel mundo espiritual al que supuestamente me había llevado el Anciano. Cuando por fin abrí mis ojos recuperando mi conciencia, el saber donde, cuando y como me encontraba... para llevarme una sorpresita... Me encontré en la misma posición en que estaba cuando comencé a tomarme el contenido del cuenco que me ofreció el anciano, con este en mis manos, en la misma choza, pero solo, únicamente yo seguía allí sentado, y la cabaña... estaba en llamas. Si, como lo leéis, las paredes de la cabaña las recorrían unas llamas de color negro, que si bien no parecían consumirlas, sí que en cambio parecían desprender el mismo calor y la misma intensidad que si lo estuviesen haciendo. Sin embargo en esta ocasión, no eran ninguna ilusión de color, eran reales y de color negro de verdad. Como supondréis me faltó tiempo para levantarme y dirigirme a toda velocidad hacia la puerta, que también estaba ardiendo, sin embargo, al acercarme a ella, las llamas parecieron empezar a rielar, desapareciendo, reduciéndose cada vez más en aquella zona a la cual me acercaba hasta terminar por desaparecer completamente y permitirme salir por la puerta.
Una vez fuera me encontré con un panorama... complicado, muy complicado. Mina estaba rodeada por el anciano, su ayudante y el Guerrero, no porque la hubiesen capturado, sino porque era necesario para que ella pudiese protegerles de las llamas negras que recorrían por completo la plataforma y a la que únicamente parecían respetar entre los seres vivos, ya que vi varios cuerpos de pájaros, ardillas y otros pequeños roedores aparentemente calcinados. Unos metros más allá, unos cuantos guerreros estaban en la pasarela mirando hacia la cabaña impotentes para hacer nada y visiblemente asustados. Con estudiada calma alce la mano obligando a las llamas a retroceder y replegarse sobre si mismas hasta finalizar por apagarse del todo. No pude siquiera disculparme ni nada, pues Mina pasó como una exhalación por mi lado en dirección a la escalera que los guerreros de la pasarela a una "orden" suya se apresuraron a tender... Para mi asombro, no solo nadie dijo nada, sino que todos los Mielar parecieron asumir sus órdenes “encantados” de la vida, como deseando que se uniese a ellos... Como es evidente, no pude evitar preguntar...
- ¿Mina que ocurre?
- Los Khulgan, a cientos, están en el poblado, he conseguido que te esperen para que des ordenes, y que vigilen los accesos a estas alturas desde el suelo, pero... –hizo un gesto que me dejo muy clara la situación-. Por cierto Val, tus ojos, están otra vez completamente negros y son muy visibles, más de lo normal... deberías calmarte y tratar de reducir todo el poder que puedas de uso para que desaparezcan... junto con tus zarcillos…
- De momento ocupémonos rápidamente de los Khulgan, lo otro tendrá que esperar a que hablamos los dos... ¿Los Khulgan han subido a las plataformas entonces?
- ¿Hablar?
- Si, y no te va a gustar lo que tengo que decirte... pero ahora contéstame, ¿han subido?
- ¡¡Eh!! No, perdona, no, solo hasta los dos primeros niveles, los Mielar retiraron todas las escaleras de subida. Trataron de hacerlo, pero envié un Gavilán... trate de hacer lo mismo que cuando hacia las advertencias durante nuestro viaje, les di instrucciones de proteger el poblado del “exterior”, y de momento parece funcionar...
- Pues vamos, no perdamos más tiempo, pero como ya he dicho, primero los Khulgan... -me volví hacia el anciano- guíeme hasta el suelo lo más rápido posible...
- Sígueme... -dijo pasando ante mí.
Realmente el anciano me sorprendió, su ritmo era muy alto, tengo que confesar con cierto bochorno que me costó un poco seguirle el paso. Una vez llegue al suelo no me costó en absoluto desconvocarlos a todos ellos a la vez, aunque no dejó de ser un problema, y serio, de hecho termine agotado, sudando a chorros por el esfuerzo. Cientos de ellos estaban reunidos bajo el poblado, esperando para atacarlo o para ir en cualquier otra dirección que yo ordenase. Mi cansancio fue porque no había sido yo quien los trajese allí, o por lo menos no conscientemente, creo que ocurrió durante mi "charla" con Nakriss. Sinceramente, en el estado en que ocurrió todo, me sería del todo imposible discernir si el convocante había sido yo, o por el contrario fue Nakriss usándome como intermediario para asegurarse no ser molestados por nadie... La parte buena es que salvo el cansando por la elaboración de ciertos conjuros que "ahora" conocía, pude devolverles allí donde habían venido. Por otro lado, temía el momento de hablar con Mina.
Cuando regresé arriba, a las plataformas, le indiqué con un gesto a Mina la dirección del sitio que nos habían cedido para nosotros, ella lo entendió marchando hacia allí delante mío. Al pasar junto al anciano le saludé con un leve gesto de respeto con la cabeza, algo que me devolvió a su vez. Una vez que entramos en la cabaña, use varios conjuros para tratar de insonorizarla y bloquear cualquier tipo de conjuro, pues tenía claro que cuanto antes hablase con ella, mucho mejor para ambos, pues la cosa tenía su miga. Antes de que pudiese decir ni media, Mina se volvió hacia mí y me dejo con la palabra en la punta de la lengua, casi al borde de decirla, literalmente me quede con la boca abierta.
- Creo que antes he visto un Dragón... -dijo Mina de repente según se giró hacia mí al entrar.
- ¿Cómo dices?
- Que juraría que vi un Dragón en el cielo cuando salí con los Mielar de la cabaña de los espíritus. Pero no estoy segura de ello, porque era de un color amarillento... no se... muy extraño... supongo que estaría malo para tener esa tonalidad -tome aire antes de hablar.
- ¿No sería Dorado?
- Sí, eso, quizá eso, sí, creo que Dorado lo definiría muy bien...
- Malo... -dije pensativo mientras me rascaba la barbilla, presuponiendo quien era.
- ¿Malo porque? ¿Qué ocurre con ese Dragón? Por cierto, que no sabía que existían Dragones Dorados...
- Si existen, y si de verdad viste un Dragón Dorado, significa que es una de las Reinas. Según todo lo que se, debería de ser Amaratha ya que es la Reina del Norte, y cualquier cosa en este sitio relacionado con los Dragones le correspondería a ella resolverlo, además de por otras cuestiones. Pero es extraño que no me haya avisado mentalmente de su visita, normalmente lo haría de ese modo, mas sabiendo positivamente que ando por aquí, es raro.... –seguí dándole vueltas a las posibilidades.
- Según eso, de no ser ella, tendría que ser Margatta, la Reina del Sur, pero ella no se separaría mucho de su huevo de reina, dudo que dejase las arenas de eclosión lejos de su vista, no al menos en estos momentos tan delicados... Tiene que ser Amaratha por fuerza…
- Val, creo que tú y yo aún témenos que hablar muchas cosas sobre los Dragones... y sus reinas -me dijo mirándome fijamente con el ceño fruncido y cruzada de brazos.
- Tenemos que hablar de bastantes cosas Mina, pero en estos momentos, de lo que menos, es de la vida y obra de los Dragones. De ellos ya te iras enterando, sin prisas... te recuerdo que tenemos una cita... en su reino del Sur... con la Reina Margatta para más señas -la vi tragar saliva al recordarlo.
Si Mina había visto bien, y no tenía por qué dudar de sus dotes de observación, más cuando era muy obvio que conocía a los Dragones... aunque también debo de reconocer, que eso era algo por lo que tenía una cierta curiosidad. Si era de verdad una de las dos Reinas…, a Amaratha me la esperaba, pero de ser Margatta es que algo iba mal, muy mal, o al menos, que algo muy grave ocurria. Además todo esto me llevó también a otra de las cosas que Nakriss o como se llamase realmente me dijo, explicó o puso directamente en mi cabeza... lo que fuese, y era que tendría que ayudad a avanzar en su poder y comprensión de su situación a mis compañeras, pues ellas ya estaban firmemente ligadas a mi destino, pero el seguir hacia adelante era su opción. Si bien al principio lo tome por un pequeño desliz al pluralizar, ante lo que me estaba contando Mina, no pude sino pensar en que si realmente era a Amaratha a quien había visto, puede que en realidad no fuese ningún error por su parte y esta estuviese aquí quizá respondiendo a alguna extraña llamada del propio Templo, o quizá directamente de Nakriss.
Decidí dejarlo momentáneamente de lado, tanto si era Amaratha, como Margatta, ya me enteraría a su debido tiempo, si es que decidía comunicarme su presencia en la zona, claro. Me quede mirando fijamente a Mina, después con un suspiro...
- Bueno Mina, ahora... que fue lo que ocurrió en la cabaña de los espíritus, ¿qué pasó? -vi cómo se removía inquieta.
- No lo sé Val, sinceramente no lo sé... Veras, hice lo que me pediste, en cuanto te note "extraño" me apresure a desplegar los conjuros escudo más potentes de que tengo conocimiento, incluso lo hice aprovechando los enlaces con tu fuente interior, protegiéndolos también estos para evitar que se cortasen... Los extendí a todos los presentes... y menos mal...
- ¿Menos mal, porque?
- Tu rostro cambio, se volvió... inexpresivo, inexpresivamente inexpresivo si me permites, valga la redundancia. El ayudante del anciano intento moverte al verte en ese estado, comprobar como estabas, confieso que se me adelanto, entonces fue cuando tus zarcillos empezaron a atacarnos en serio a todos los presentes, no sé ni cómo fue capaz de contenerlos... incluso extrayendo poder de tu fuente interna parecía que fuese a ser incapaz de salvarnos. Luego vinieron las llamas, esas llamas negras que no queman nada pero que sin embargo, parece que si puedan abrasar sin piedad tanto la piel, como el alma.
- Creo que te deje muy claro que solo tu podías tocarme… -la reprendi serio.
- Lo siento, no me dio tiempo a reaccionar, ese guerrero es muy rápido, me sorprendio…
- Está bien. Las llamas… ¿os intente atacar con ellas?
- No exactamente, si bien con los zarcillos si lo pareció, con las llamas únicamente me dio la impresión de que tratabas de echarnos, de crear un muro con ellas a tu alrededor para poder estar solo...
- Por eso te dije que no permitieses a nadie que se me acercase o me tocase estando en trance... Temía reaccionar de forma instintiva e iniciar algún tipo de defensa, de todos modos si bien los zarcillos puede que fuese yo, te garantizo que las llamas sí que no fueron cosa mía... muy posiblemente lo hiciese Nakriss... -vi como Mina se sobresaltaba.
- Nakriss... -musito como si fuese una especie de monstruo malo.
- Si, Nakriss... Digamos que en todo ese tiempo que no estuve aquí, anduve de charla con... ello... Me explico un buen montón de cosas, dejándome muy claras otras, incluso algunas relacionadas contigo... Mina, te voy a preguntar algo, y quiero que te lo pienses muy bien, tomate tú tiempo, medítalo y después, antes de que lleguemos o vayamos a entrar al templo, debes de haberme dado una respuesta en un sentido o en otro, porque esta es tu última oportunidad. ¿Quieres de verdad seguir a mi lado en el futuro arrostrando todas las consecuencias que ello lleva aparejadas?
- Si -me respondió en el acto, sin pensárselo ni medio segundo.
- Mina, vale, esto es muchísimo más serio de lo que crees. Nakriss es un hacedor, por lo que entendí es el creador de este y miles de mundos más, no está solo, no es el único. Yo estoy indefectiblemente ligado a él, me guste o no, pues en cierto modo según lo he entendido soy parte suya, digamos que soy su hijo o su criatura, no tengo elección al respecto, pero tu si la tienes... todavía. Aceptar lleva aparejado mucho dolor, la perdida de todos cuantos conoces, un enorme poder, y lo peor de todo, la incertidumbre de si algún día te será permitido ese descanso eterno al que todas las criaturas tienen derecho.
- Val, todo esto ya lo hablamos anteriormente, ya me lo avisaste, y lo que te dije en ese entonces te lo reitero ahora. No sé qué es lo que te diría esa... voz o quien sea que tanto te preocupa ahora, pero no dudes de que seguiré contigo pase o que pase y le pese a quien le pese, ¿está claro? Y por favor, haz algo con tus ojos, siguen completamente negros...
- Si, como el agua... pues prepárate... porque de lo que has aceptado, mis ojos solo son la punta del iceberg... Por cierto, no puedo hacer nada al respecto, mis ojos marcan mi nueva realidad, mi aceptación de ser quien soy realmente, el hijo de Nakriss. Esta es la forma definitiva de mis ojos, no puedo hacer nada por cambiarlos... pensare algún modo de disimularlos o de distraer la atención sobre ellos, pero poco más puedo hacer.
- ¿Un conjuro de ilusión? -me pregunto, aparentemente para mi sorpresa, aceptando todo esto con evidente tranquilidad.
- No, te recuerdo que no sirve, por algún motivo la magia es completamente inoperante en ellos, el conjuro quedaría disuelto en cuanto se tratase de instalar en ellos para operar... En ese aspecto no hay la menor solución.
- Pues que bien esos ojos negros pueden terminar siendo un problema allá donde vayamos, como mínimo llamara la atención en exceso allá por donde nos queramos mover.
- Y los tuyos Mina, y los tuyos...
- ¿Los míos que...? -se quedó paralizada. quedándose con la boca abierta al comprender...
- Tienes que seguir cambiando aun mas, y los ojos, únicamente será uno de los precios que tendrás que pagar por ello. Tienes que volver a cambiar, esta vez sin embargo usare determinados conjuros para acelerar el proceso, pero durante un cortísimo periodo de tiempo puede que “mueras”... pero eso será una vez dentro del Templo…
- ¿Morir? -me miró sobresaltada por completo.
- Sí, no sé cómo poder explicártelo exactamente, pero esa es la mejor que tengo, que quizá sea necesario que mueras de algún modo para que tu cuerpo se regenere por completo bajo el poder e influjo de Nakriss. Mira Mina, no es morir, morir, pero exactamente no sé cómo definírtelo para que llegues a entenderme…
- Está bien, no sé a qué te refieres y confieso que tengo cierto miedo por ello, pero obedeceré lo que quieras que haga, pues tengo plena confianza en ti.
- Gracias... me halaga saberlo.
- Y sobre lo otro, ¿lo que vi en el cielo...?
- De eso me ocupare a su debido tiempo, y no es este, por ahora tenemos problemas más acuciantes e inmediatos...
Mina se limitó a asentir ante mi afirmación, su siguiente pregunta fue que íbamos a hacer ahora con lo de la aldea, pues era evidente que todos sus habitantes debían de estar una mezcla de entre nerviosos y asustados. Al final tomamos la decisión de hablar largo y tendido con los máximos responsables de la Aldea, el anciano, el jefe y el mejor de sus guerreros, fue Mina la encargada de prepararlo todo para que pudiese hablar tranquilamente con esa gente. Tras sus gestiones, me indicó que la reunión que solicite seria al día siguiente sobre media mañana… Ella parecía muy convencida de tenerlo todo bajo control, pero yo por mi parte de eso no estaba tan seguro… barruntaba problemas…
CONTINUARA