Crónicas de Vhaalzord - Libro 24 - 2
Val y Mina son conducidos por los bosques Mielar hasta la Aldea del Anciano Grohks, llevándose una sorpresa cuando la ven por primera vez, pues nunca pudieron imaginar algo semejante
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 24
Capitulo- 2
Como ya expliqué, cuando Jolghar por fin cayó derrumbado a mis pies, hice arder el corazón, aunque no de un modo tan simple como el que he descrito, en realidad, lo use para darle a la situación un nuevo golpe de efecto aprovechando las propiedades de la luz. Hacía ya bastantes siglos que sabía, aunque no era capaz de decir cómo o porque, que la luz se descomponía en diversos colores, que eran los que podíamos apreciar. Por ello fue que cuando hice aparecer las llamas, con un conjuro de ilusión sobre la luz que incidía sobre ellas o que a su vez desprendían, las transforme, dándoles la apariencia ante los ojos de todos de ser de color completamente negro. Incluso Mina dio un paso instintivo hacia atrás cuando vio aquellas llamas de un color negro intenso que parecía querer tragarse la propia luz, mecerse con la brisa mientras devoraban el corazón humano que sostenía en mi mano hasta dejarlo reducido a polvo…
Por un lado mis ojos negros, con los zarcillos restallando como látigos a mi alrededor con el fin de protegerme, las llamas negras aun sobre la palma de mi mano, y junto a mí, Mina, con su fortísimo halo de color rojo envolviéndola más sus ojos, también cubiertos completamente de una intensa tonalidad rojiza… Decir que en esos instantes los Mielar estaban asustados, era realmente quedarse terriblemente cortos, el único que allí parecía poder mantener hasta cierto punto los papeles sin echar a correr a la mínima, era el anciano… Los guerreros… bueno, esos, tanto los de escolta de este, como los que acompañaron a Jolghar, creo que hubiesen echado a correr desde el principio de no estar siendo contenidos por la presencia de ese mago de su pueblo en el que tenía la vista clavada con fijeza, en el anciano.
- Lo lamento, pero como ya advertí, no toleraría una tercera amenaza contra mi compañera –me dirigí al anciano haciendo un leve gesto de inclinación con la cabeza a modo de disculpa.
- Y yo, debí de darme más prisa en otorgarle a protección y amistad de mi pueblo… debí de ofrecerle la comida y la sal antes… Ahora, esto –señalo al muerto-, es un problema para todos nosotros…
- Creo que su padre, siendo alguien tan importante, lo entenderá… -sonreí.
- Pues yo creo que no lo hará… para nada… aunque le ofreciese la comida y la sal de nuestras viviendas… -negó con la cabeza el anciano.
- Bueno, entonces, quizá también me vea obligado a matarlo a él si no honra el cargo de prestigio y honor que ocupa… Y le garantizo también, que si lo hace como sospecha, no creo que le guste lo que le haré cuando caiga en mis manos…
- ¿Eso es una amenaza? –espeto uno de los acompañantes de Jolghar.
- Yo nunca amenazo a nadie… solo informo de lo que ocurrirá…
- No le per…
- ¡¡¡¡BASTA YA!!!! –grito el anciano ante la cara del guerrero-, cállate o terminaras como ese estúpido de tu amigo, aprende a estar callado cuando los mayores hablan, o yo mismo te mataré si lo vuelves a hacer conmigo…
El guerrero apretó los labios, pero se contuvo y cerro la boca sin volver a decir nada, aunque eso sí, mirándonos al anciano y a mí con odio, aunque también es cierto, que al primero, con cierto miedo. Sabía que ese imbécil que había matado y los que le acompañaban en realidad no tenían ni idea de con quienes estaban tratando, sin embargo, el anciano estaba claro que sí, y que tras mi reacción o la de Mina mostrando libremente nuestras “características secundarias” le había quedado plenamente confirmado, por ello en esos momentos, su “diplomacia” había aumentado en muchos enteros. Cuando dije que me vi obligado a actuar, fue porque por su mente paso rápido y veloz un pensamiento sobre si seriamos en verdad Vhaalzord el Nigromante acompañado de la Bruja Roja o no… y los problemas que eso le causaría con cierta gente en su pueblo… Fue la imagen de esa “gente” la que me hizo ser especialmente “cruel”.
Tras eso aparecieron ciertos datos sobre nuestras recientes andanzas por el continente, pero en ese justo instante lo reprimió todo con gran rapidez, volviendo a establecer una calma en su mente que me impidió seguir “mirando”. El verdadero problema de ello, “gente rara” aparte, no era el que supiesen quienes éramos, sino que conociesen ciertos detalles de nuestras andanzas, como que habíamos pasado por medio continente a sangre y fuego con unos “Guerreros Extraños” a nuestras espaldas…, derrotando todo lo que se nos puso por delante… Si bien en el entrenamiento de Mina había empleado dos meses, como era posible que los Mielar, que no abandonaban “nunca” sus bosques, estuvieran tan, tan, tan bien informados aparentemente según lo que “leí” en el anciano… Estaba pensando en ello, cuando una voz que ya conocía bastante bien, restalló otra vez en mi mente con una única palabra… ¡¡¡puertas!!!… Al punto que no pude evitar sobresaltarme un tanto, algo que rápidamente controlé…
Miré a Mina, trate de indicarle con la mirada que mantuviese la calma y no hiciese nada extraño o que pudiese parecerles ofensivo, que se relajas y me dejase a mí. Lo que yo me preguntaba, es… ¿cómo podían saber de nuestras andanzas los Mielar cuando supuestamente nunca salían de sus bosques. Pero estaba claro que eran plenamente conscientes de lo que habíamos estado haciendo, las referencias del anciano eran excesivamente precisas para mi gusto, era muy dudoso que algo así hubiese llegado a sus oídos a través de buhoneros o comerciantes… Incluso el uso de ciertos hechizos de observación lejana o convocaciones de animales era muy dudoso, pues siempre teníamos mucho cuidado con ese tipo de cosas. Observaba al anciano con mucha atención, tratando de discernir que era exactamente lo que sabía y como…
- Y bien, antes de poder ofreceros mi comida y mi sal necesito saber para que habéis entrado los dos en los territorios Mielar… -dijo el anciano.
- Está bien, pero primero me gustaría saber con quién hablo, ya que parece que usted si sabe perfectamente con quien lo hace…
- Soy Grohks, y soy el *Khusiar de los Mielar, digamos que soy el máximo representante de los hombres de poder de mi pueblo.
- Está bien, usted también ya sabe quiénes somos mi compañera y yo, si quiere se lo confirmo con nuestros respectivos nombres…
- No, es algo que no hará falta, incluso prefiero que se mantenga así de momento, por lo menos en su caso, en el de su compañera… creo que resulta muy obvio que es “La Bruja Roja”… -vi como repentinamente los guerreros presentes palidecían al darse cuenta por primera vez de quien se trataba, pese a haber tenido ante sus narices en todo momento las pruebas de ello.
- Lo entiendo… Está bien… Venimos buscando unas ruinas, concretamente un templo de una antigua raza, y a la vez estamos tratando de cazar a un hombre, que también busca dicho templo…
- ¿Y que tiene prioridad? –interrumpió el anciano.
- El hombre… realmente queremos hallar el templo pero principalmente es para impedirle a él el acceso al mismo… -alce la mano impidiendo hablar al anciano-. No, no sé qué quiere hacer en ese templo exactamente, no tengo ni idea, pero de lo que si estamos completamente seguros ambos, es que no será nada bueno para nadie que no sea él mismo… Posiblemente, para los demás, lo que haga no resulte nada agradable… De todos modos, también queremos visitarlo…
- Entiendo… por favor, ¿cuál es el nombre de aquel que persiguen…? -en su mente apareció el mismo que yo iba a pronunciar.
- El nombre que usa es Shargon…
- Lo temía… Ya ha estado antes entre mi pueblo, hace diez años, y aun sentimos su… “influencia”, ese joven –señalo al muerto-, es uno de los más claros ejemplos de la misma… Y últimamente parece ir a peor…
- ¿Entonces deduzco que está aquí, no?
- Oficialmente o que nosotros sepamos, no, pero personalmente no tengo dudas de ello, siento la podredumbre de su presencia bastante cerca de nuestros bosques… Es alguien a quien no queremos por aquí…
- Pues entonces creo que nos entenderemos perfectamente… ¿no?
- Quizá, solo quizá. Yo puedo ofrecerle mi comida y mi sal, pero para lo que quieren de verdad, aparte de a ese hombre, para acceder a ese templo, necesitaran el permiso para ello del *Kumantar. Y creo que quizá eso sea algo complicado en estos momentos… -miro al cadáver.
- Quizá sí, o quizá no, pero sino se intenta no se puede saber, ¿no le parece?
- Si, si me lo parece… ¿Val, que es como le llama su compañera estaría bien?
- Si, perfecto, de hecho es el nombre por el que prefiero que me llamen… digamos que es menos rimbombante que el otro… -sonreí.
Tras la conversación el anciano nos ofreció su hospitalidad, lo cual es mucho más importante de lo que nadie pueda llegar a figurarse, ya que en cierto modo, al hacerlo a nivel personal, se hacía responsable el mismo de nosotros dos. Después de descansar allí esa noche, nos pusimos en marcha junto a nuestros “acompañantes”, debo de reseñar también, que los Guerreros que llegaron acompañando al fallecido partieron la tarde anterior llevándose con ellos el cuerpo, advirtiéndonos el anciano, que no esperásemos una calurosa bienvenida al llegar a la aldea. Esa noche, tuve una conversación en voz baja con Mina explicándola detalladamente todo lo que había averiguado, incluyendo también en ello lo de la “voz” en mi cabeza. También ella se preguntó por cómo podían saber de nuestras andanzas, y claro, por esa vocecita que me decía cosas…
Cuando llegamos a la que el anciano nos indicó que era “su” aldea, y donde de momento no deberíamos de temer nada, fue una autentica sorpresa para ambos por no solo no esperarnos lo que vimos, sino porque jamás ninguno de los dos, ni siquiera yo con mis más de dos mil años, sabíamos de nada igual en el mundo. La aldea se alzaba en lo alto de los gigantescos árboles, usando los troncos de estos como base, en muchos tramos, en los más antiguos, era incluso prácticamente imposible distinguirlos desde el suelo por el follaje y todas la ramas crecidas bajo las plataformas. De árbol a árbol, de plataforma a plataforma se pasaban por largas pasarelas de madera sujetas con fortísimas lianas.
La aldea para los estándares normales seria pequeña, unas mil a dos mil almas en total, pero dada su peculiaridad, lo cierto es que ni Mina ni yo teníamos idea de cómo calificarla. A recibirnos salió el jefe de la misma, y para sorpresa de todo el mundo, incluidos nuevamente nosotros, el anciano nos presentó a ambos con nuestros “sobrenombres” completos, La Bruja Roja y Vhaalzord el Nigromante, para después aclarar que deberíamos de ser llamados, simplemente Mina y Val. Si la conmoción que percibí en todos los presentes de la aldea fue alta, no quiero deciros de los Guerreros que nos acompañaron cuando supieron quién era yo realmente, no solo fue la conmoción, sino la palidez cadavérica que sus rostros adquirieron. No me hizo falta lectura mental ninguna para saber que estaban pensando en la forma en que mate y como hice arder aquel corazón…
A Mina y a mí nos fue asignada una cabaña donde nos dejaron agua y comida, junto con todo lo necesaria por si queríamos asearnos tras nuestro viaje. Una vez quedamos solos y extendimos nuestros campos de protección para evitar posibles conjuros o que hubiese oídos extraños…
- ¿Qué opinas Val?
- Más o menos como tú, posiblemente toda esta magia que nos rodea proceda del templo. Según lo dicho por el anciano tengo la impresión de que ellos tienen libre acceso a él… aunque dudo que a todo su interior…
- ¿La sala de las esferas también?
- Eso no lo sé, no sé si tendrán acceso a un nivel tan profundo, pero lo dudo mucho. El Templo de Nauruem tiene muchas trampas, pero casi todas son de magia Arcana, las pocas que existen de otra magia creo que pertenecieron a los Guardianes, pero no lo sé con certeza, aunque me extrañaría mucho en este caso, no creo que los Mielar tengan conocimientos del nivel de los Arcanos. Otra cosa Mina, el anciano sabia quienes éramos y todo lo que habíamos hecho hasta llegar aquí a lo largo de nuestro viaje por el continente… sino todo, si la mayor parte…
- Ya me di cuenta, ¿pero cómo? –preguntó visiblemente sorprendida.
- No lo sé, pero… -golpe con el índice mi sien- la vocecita de mi interior me dijo algo, cuando descubrí eso en mi cabeza dijo “puertas”.
- Uhmmmm… Mina se pasaba la mano por la nariz como rascándosela pensativa-, quizá se refiriese a algún método de viajar, algo como eso que me contaste que usaron los arcanos para escaparse de los Dragones y los humanos… Pero eso significaría algo así como sacrificios para poder crearlas, ¿no?
- Quizá sí, o quizá no, recuerda que en ese caso fue para viajar a otro mundo, y no es que tampoco tuviesen muchas más opciones salvo la de perecer. Pero para aquello los arcanos necesitaron sangre propia, sangre de Dragón y la sangre de un humano, aunque quizá para viajar por el mundo solo sea necesaria la humana… Puede que no haga falta mucha tampoco de ser así… Además, la magia aquí es extraña, la noto, pero no soy capaz de identificarla… es curioso… De todos modos, aquel conjuro para irse a otro mundo lo realizo Z’mall, y como te digo, dudo que nadie entre los Mielar pueda siquiera acercársele como mago.
- ¿Quieres decir que no es magia humana?, quizá sea de otra, arcana o Draconiana la que han usado, ¿sería posible eso? –preguntó Mina preocupada.
- No, tampoco es ninguna de ambas, si fuera una de ella lo sabría… esta no la notó igual. La siento, noto su “esencia”, incluso percibo cierta familiaridad en ella, pero no soy capaz de discernirla con claridad…
- Oye Val, cuando me explicaste todo esto que me pasa… Bueno, y a ti, me dijiste que la magia humana, Draconiana o Arcana, solo son parte del “Arcoíris” del a oscura de Nakriss, no será esa otra parte de esos colores…
- También lo he pensado, pero recuerda que solo te dije lo de los colores para que te fuese más sencillo visualizarlo al tratar con las diferentes formas, nada más.
- Lo sé, lo sé, pero me refiero, para entendernos, no habría modo de ver si esta magia tiene “otro color” diferente –insistió Mina.
- Sí, sí que la hay, pero nunca lo he intentado, es una de esas cosas que se pero no como he obtenido el conocimiento, no tengo ni idea de que repercusiones pueda tener el conjuro aparte de conseguir lo que buscamos.
- Creo que es un riesgo que podríamos correr… necesitamos saber identificarlos y ver qué es lo que hacen con su magia, ¿no crees?
- Sí, pero el conjuro me parece complicado y largo, necesitare calma…
- Yo te proporcionare eso, tranquilo, tu ve empezando con ello…
Hubiese podido decir que me puse con el conjuro de inmediato para obtener lo que necesitábamos, pero la realidad fue otra muy diferente, al empezar el conjuro tuve que acceder al más puro poder de Nakriss, y dado lo saturado que estaba el ambiente con esa otra magia pude identificarla simplemente con eso… Os aseguro que fue una auténtica sorpresa. No era del todo una magia extraña, era en buena parte magia humana, pero se mezclaba con ella otros elementos procedentes de los propios bosques de los Mielar, en especial de sus gigantescos árboles, como si procediese de su interior, pero esa parte me recordaba muchísimo al poder de los Guardianes. También fui capaz de detectar la fuerza mágica que muy probablemente debía de proceder del Templo, ya que podría definirla perfectamente como parte del poder puro de Nakriss. Incluso por un instante, pensé en el propio bosque como una especie de Guardián del Templo.
Por el modo en que lo detecte, por su comportamiento y por algunas otras cosas, llegué a la conclusión de que quizá esos bosques se habían visto influenciados durante miles de años por ese poder que debía de escapar del Templo, lo cual explicaría muchísimas cosas, como por ejemplo su tamaño. Pero dejaba en el aire también un buen montón de preguntas, y para ninguna de ellas tenía siquiera una mínima teoría “consistente” o “plausible”. Todo esto lo comenté con Mina, no siendo capaces de sacar una conclusión clara de nada de esto en esos momentos… Mina decidió intentar darse una vuelta por el poblado, más que para verlo, lo que pretendía en realidad era ver los límites de nuestra "libertad" de movimientos. Regresó al poco tiempo con un gesto de... perplejidad.
- ¿Qué pasa que traes esa cara?
- Pues veras, no me han puesto la menor pega para moverme por la aldea, para nada, he podido entrar en todos sitios sin oposición, incluso he descendido al suelo y me he alejado del poblado poco más de un kilómetro sin más que unas miradas de curiosidad por parte de aquellos con quienes me he cruzado...
- Bien, según esto podemos movernos con libertad tal y como dijo el anciano, ¿entonces?
- Bueno veras, cuando venía ahora para aquí, me he fijado en algo que me paso antes desapercibido, era una pasarela que está en un nivel superior a este, he preguntado y me han dicho que es el acceso a la cabaña de los espíritus o algo así, no tengo muy segura su definición...
- ¿Y?
- Pues que tras eso todo el mundo de repente ha recordado a la vez que tenía cosas mucho más importantes que hacer que observarme a mí, no ha quedado nadie a mi alrededor... He buscado el modo de llegar a esa pasarela y no he sido capaz de encontrarlo, sin embargo he creído ver al anciano andando por ella ahora cuando entraba...
- ¿Se ve desde aquí esa pasarela?
- Si, cuesta un poco definirla, pero sabiendo que está allí sí, es posible verla...
- Enséñamela, venga...
- Ven -dijo saliendo de inmediato de la cabaña conmigo detrás.
Y si, fue tal y como Mina me dijo, costaba ver por encima de nosotros es pasarela. Una vez que sabias donde estaba y te fijabas bien en ella eras capaz de seguir su ruta, pero aun así, de nuevo tal y como ella dijo, resultaba difícil definirla con precisión debido al enmarañado follaje que parecía rodearla cubriéndola en la mayor parte de sus tramos. No lo dude ni un instante, indique a Mina que me acompañase para buscar por donde se podía subir allí, pero antes de que pudiésemos ponernos en marcha apareció el anciano junto con otros cinco hombres, entre los que reconocí al jefe de la Aldea, supuse que otros tres de ellos debían de ser guerreros, pero el quinto no me quedo muy claro, aunque por las pintas y forma de mirar al anciano posiblemente fuese su acolito, ayudante, aprendiz o algo de ese estilo...
- Tenemos que hablar, debéis acompañarnos...
- ¿Dónde? -no pude evitar preguntar.
- Eso no es de tu incumbencia ext... -el anciano cortó en seco al que parecía su aprendiz o ayudante.
- ¡¡Kuhar, vale!! responde a su pregunta... -le espetó el anciano muy serio.
- A la casa de los espíritus, -se giró señalando hacia la pasarela por encima nuestra- allí arriba.
- De acuerdo... -acepte sin más mirando a Mina, que me devolvió la mirada curiosa.
- Seguidnos -dijo el anciano abriendo la marcha de inmediato.
Descubrimos que el acceso a esa pasarela se encontraba en el interior de una de las cabañas, una muy amplia, quizá la más grande, y que parecía como el centro de reunión del consejo de la aldea. Abrieron lo que me pareció un panel oculto en la parte trasera de una especie de atrio donde debían de sentarse los "importantes" de la aldea y que daba acceso a unas escaleras que se retorcían sobre sí mismas, dando en su parte superior acceso a la dichosa pasarela. Cuando caminamos por ella tras el anciano, nos pudimos dar cuenta de que en realidad, las ramas de los gigantescos arboles parecían hacerme de techo y paredes, en verdad que la cubrían casi por completo, dejando solo libre el paso porque alguien debía de podarlos, pues se apreciaban los cortes en las ramas en ese sentido.
La llamada casa o cabaña de los espíritus estaba prácticamente a la altura de la copa de uno de los árboles, no precisamente el más alto, pero si quizá el más grande y posiblemente resistente de todos ellos. Desde la pasarela había una escalera de madera con unos veinte a veinticinco peldaños y sin barandilla de protección en el lateral, ese tramo quedaba completamente al descubierto sin un motivo lógico aparente. Entre la pasarela y la plataforma de la cabaña habría un desnivel de dos metros, dos metros y medio de altura y unos cuatro o cinco de distancia, entendimos todo cuando tras pasar a la plataforma nosotros con el anciano, su ayudante, y uno de los guerreros, este último procedió a retirar esa escalera, deslizándola de su posición mediante un ingenioso sistema de poleas, dejándonos de ese modo completamente aislados a los cuatro en la plataforma de la cabaña. Ni que decir tiene que Mina y yo nos volvimos rápidamente hacia el anciano al ver aquello...
- Una vez que la ceremonia empiece nadie debe de interrumpirla, por eso se retira el acceso, para que todo el que no va a participar en ella quede del otro lado.
- ¿Ceremonia?, ¿que ceremonia? -preguntó Mina.
- La de comunión con los espíritus del bosque, si queréis tener una oportunidad de conseguir el permiso para acceder al más sagrado de nuestros lugares, no tenéis otra opción que pasarla... y superarla...
- Comunión con los espíritus... -me repetí en voz baja para mí, luego- ¿te refieres a tomar algo que nos haga entrar en su mundo espiritual para interactuar con ellos o algo así quizá? -pregunte al anciano.
- Si, algo parecido a eso. Preparare la bebida ceremonial que nos lo permitirá, beberemos y ellos decidirán si sois aceptables para visitar ese lugar que queréis o no... Os advierto que su decisión en este ritual será inapelable...
- ¿Tenemos que pasarlo los dos? -pregunte un poco preocupado.
- Deberíais los dos, aunque en el caso de ella no es estrictamente necesario... Pero si me permites el interés, ¿el porqué de esa pregunta?
- Pues... Mira Khushiar Grohks -me referí al anciano por su "filiación" oficial-, todos aquí sabemos quién soy, pero lo que únicamente mi compañera conoce, son los riesgos de que pierda en un momento dado el control de mi poder si de repente surge algo que me parezca una amenaza por cualquier motivo... Creedme que ni a vosotros ni a vuestra aldea os gustaría estar cerca si algo semejante ocurre...
- Uhmmm... -masculló pensativo el anciano-, se de tu locura en los tiempos antiguos, la he visto en mis sueños, los pueblos destruidos, las masacres, tus "muertos" siguiéndote por estas tierras... -le mire sorprendido.
- ¿En tus sueños?
- Si Vhaalzord el Nigromante, el inmortal, aquel no que puede morir pues siempre regresa de allí donde las almas moran, si, se muchas cosas de ti. Soy un soñador, alguien que mediante sus sueños puede ver cosas, e incluso algunas veces predecirlas... como vuestra llegada a nuestro pueblo. ¿Si tu... "aprendiz" -señalo a Mina- se queda para ayudar en la ceremonia junto a mi aprendiz, podría impedirte actuar en caso de que esa "locura" regresase?
- No creo que ocurra nada anciano, pero de pasar –señale a Mina-, ella tiene una oportunidad de pararme, vosotros tan solo podríais morir... -le dije en tono lúgubre.
Mina disculpándose ante todos me llevo a un aparte para hablar conmigo en "privado", aunque ambos sabíamos que a poco que se esforzasen podrían escuchar lo que hablásemos. También que aunque el guerrero no y el ayudante tampoco se atreviese, el anciano lo más probable es que si lo hiciera, pero era algo que no podíamos evitar.
- Val, ¿crees que esto es necesario? No sé qué temes que te pueda ocurrir, pero si pasa algo y como creo que sospechas los convocas... -dijo refiriéndose claramente a los Khulgan.
- Tenemos los dos varios conjuros de protección entrelazados, se alimentan principalmente de mi fuente de poder, también estableceré un enlace directamente entre ambas fuentes que dejare bloqueado en ti bajo tu control. Si los convoco abre el canal, extrae de mi poder y redirígelo hacia ellos. Luego háblales con instrucciones lo más precisas posibles pero que no supongan algo contradictorio para ellos, actúa por ejemplo ordenándoles que se sitúen de guardia o simplemente que esperen instrucciones vigilantes... Mina, pase lo que pase, no trates bajo ningún concepto de "retirarlos", de mandarles algo que vaya contra la “situación”, de que no me “asistan” si me creen en problemas o de hacerles frente, ni se te ocurra o perderás el poco control que en esos instantes pudieses tener... ¿está claro, lo entiendes bien?
- Si, perfectamente, nada de oponerme a ellos y lo que crean que sea su prioridad, únicamente tratar de modificar sus intenciones en lo más posible hasta que tú te recuperes....
- Eso es, en este tiempo se han acostumbrado a ti e incluso han obedecido tus instrucciones siguiendo mis órdenes o por iniciativa propia al no chocar con estas, aprovecha eso. Y Mina, pase lo que pase, tampoco trates de interactuar conmigo, no sea que lleve pasajero...
- ¿Qué es lo que temes realmente? -me susurró.
- No lo sé, no lo tengo nada claro... pero presiento problemas de algún tipo con toda esta ceremonia... Permanece alerta...
- Lo hare, no te preocupes...
- Está bien, eso espero... -me volví hacia los demás-. Anciano, cuando tú quieras empezamos... venga...
- Bien, te presentare a este hombre -señalo al Guerrero-, se llama Gungan, y es el mejor guerrero de nuestra aldea, compartirá nuestro viaje y nos protegerá en él, tranquilo, no es la primera vez que lo hace.
- Entiendo, pero quien debería de preocuparse en realidad es él, no yo. Entonces la ceremonia la realizaremos los tres...
- No, los viajeros seremos tú y yo nada más, el únicamente nos acompañara para protegernos, no tomara lo mismo, será algo un poco diferente, no entrara tan profundo como nosotros...
- Está bien...
Tras la charla me fije bien, al igual que Mina que no quitaba ojo de encima, en cada movimiento del anciano. Este tras encender un fuego en el centro de la cabaña su ayudante, estuvo preparando una especie de infusión de varias yerbas entre canticos y extrañas palabras rituales con una especie de hipnótica cadencia. En todo lo que hacía creí establecer una especie de patrón, era como si los canticos, los gestos y los movimientos que hacía, le fueran dando los diferentes tiempos de realización de las cosas, como la cocción de las hierbas, etc... Era algo que como ya explique mucho tiempo atrás, ya había visto muchas veces en el uso de la magia. El recitar los conjuros o hacer gestos como muletillas para recordar sutilmente a la mente de lo que en realidad tenía que hacer... No podía tampoco dejar de mirar de reojo a Mina con preocupación, ya que desde el principio, con toda esta ceremonia tenía una especie de presentimiento extraño... Si algo sabia, es que la tierra de los muertos y sus senderos estarían peligrosamente cerca cuando entrase en el mundo espiritual…
CONTINUARA.
*Kumantar: Titulo que reciben los miembros del alto consejo Mielar, concretamente cinco de los once que lo componen.
*Khusiar: el Khusiar es el grado más alto entre los hechiceros de los Mielar y el que está a la cabeza de su consejo.