Crónicas de Vhaalzord - Libro 24 - 1
Val y Mina se internan en los bosques Mielar en busca del Templo, donde su primer encuentro con los miembros de la Tribu no resulta todo lo agradable que ellos hubiesen deseado
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 24
Capitulo- 1
Estábamos ambos ante el inicio de los bosques de las Tribus Mielar, Mina había recibido un entrenamiento brutal durante dos meses, luego había requerido de diez días completos de reposo para poder recuperarse, pero en esos momentos, ya era capaz de auto controlarse por completo, o al menos eso pensábamos y esperábamos por la cuenta que nos traía. A nuestro alrededor se movían media docena de Lobos Espectrales impacientes porque les diese la orden de internarse en aquellos bosques como avanzadilla…
- ¿Qué sabes de las Tribus Mielar?
- ¿Realmente?, muy poco, tan solo lo que he escuchado comentar, pero con ellos son más leyendas que datos ciertos. Aunque ahora que lo pienso… es curioso… -dijo Mina mirando fijamente al vacío, con su mente perdida en otro lugar.
- ¿El que es curioso Mina? –le pregunté.
- Pues todo lo referente a ellos, si ahora mismo lo miro desde nuestra perspectiva, dejando fuera todo lo que se o que creo saber… si me limito a lo que en realidad puedo confirmar… uhmmmm… curioso, si…
- Mina… que pasa… -dije en tono de advertencia para evitar que empezase a divagar otra vez.
- Si, perdona, pues que en realidad, con los Mielar ocurre un poco como con los Nauruem, que nadie sabe nada sobre ellos, excepto que no les gustan mucho los forasteros o unos cuantos mitos y leyendas… Cuando alguien quiere hablar con ellos y se envía una delegación, como por ejemplo creo que alguna vez hizo mi pueblo, rara vez se encuentran en los bosques, se suele dar la reunión fuera de ellos… Pero sinceramente, no sé cómo se comunicaron con los Mielar… es algo que nunca me preocupo enterarme… y que ahora me arrepiento de ello…
- No tiene importancia, no podías saber esto, que necesitaríamos saber de ellos. Y las Tribus Pueblo, ¿no comercian con ellos que son sus vecinos?
- Sí, pero creo recordar haber escuchado que sus comerciantes y buhoneros siempre son interceptados a poca distancia del límite del bosque. Compran y venden lo que lleven allí mismo, que yo recuerde no he oído que ninguno haya llegado a ningún poblado Mielar… Bueno, ni de ellos, ni de nadie… solo rumores y comentarios de alguien que escucho a otro y este a otro… ya sabes…
- ¿Y nunca te pico la curiosidad o te sorprendió saber eso, no te intrigo algo semejante?
- Pues mira, no y reconozco que no es muy normal en mí, especialmente con la búsqueda que estaba realizando… Pero lo único cierto es que de los Mielar no se sabe nada de nada… -se quedó pensativa.
- ¿Es algo así posible? Que no se sepa nada de nada por parte de nadie, ni siquiera comerciantes o buhoneros –pregunté mirándola fijamente.
- No lo sé Val, incluso puede que sea mentira. Si somos prácticos poniéndonos en su piel, lo cierto es que si yo fuese una de ellos y consiguiese poder comerciar directamente en uno de sus poblados, lo guardaría en total secreto… me aseguraría que nadie se enterase de nada…
- Entiendo, un poco como con los Nauruem, ¿no? –asentí con la cabeza.
- Si, más o menos como lo que vi allí de ellos. Es como ahora pasara con Zoila, que gracias a ti y al acuerdo que le conseguiste, tiene opciones a comerciar con ellos en aquella ensenada en que les enseñaste a entrar sin riesgos para su barco. Ahora mismo esa es una posición privilegiada para ellas. Créeme que tanto ella como toda su tripulación protegerán ese secreto incluso con su vida, pues es su medio de hacerse ricas, de conseguir ampliar sus familias, sus clanes y además de llevar también parte de todo eso a la propia Isla de Talkq, al resto de su pueblo. Por cierto, tú en tu época de locura no pásate nunca por aquí?
- No, jamás –dije meneando la cabeza-, es de los pocos sitios que se libraron de mi presencia. Es mas, creo que en las Tierras Salvajes posiblemente sea el único, de hecho, esta es la primera vez que veo estos bosques.
- Que extraño… Tú tampoco te sentiste atraído… -se quedó pensativa-. Sin embargo si lo hiciste por todo el resto, incluido los territorios actuales de las Tribus Pueblo…
- Ya lo he pensado yo también, y no me gustan las conclusiones a las que podría llegar en todo esto.
- ¿El Templo?
- O algo más –murmure, pero me apresure rápidamente a cambiar de tercio-. Veras, sé que suena estúpido, pero si, podría ser una razón, cuando enloquecía Z’mall me controlaba, aunque empiezo a pensar que quizá no fuese eso tan simple como yo creía o que de verdad fuese un control real por su parte, quizá el Templo influyese cuando me acercaba. De todos modos, es algo que ahora mismo no tiene importancia para nosotros. Nuestra principal preocupación debe de ser ese bosque, y por cierto, debo de señalar, que sus árboles son ciertamente impresionantes.
- Si, tienes razón en que eso de Z’mall es pasado, aunque como le echemos el guante va a tener muy poco futuro también…
- Eso te lo garantizo… -la interrumpí.
- Lo se Val, y también que sí, que estos ciertamente lo son, comparado con estos árboles reconozco que los de las profundidades de nuestros bosques de Khal-tor-Khild, pierden mucho… estos son auténticamente enormes… y están en la zona externa del bosque… aunque del lado de las montañas, eso sí.
- Si, por lo menos por este extremo, quizá por las Tribus Pueblo no lo sean tanto… de todo modos es curioso como se sabe tan poco de ellos.
- Sí, eso es cierto, pero viendo estos árboles y la densidad que se aprecia en este bosque, si todo ello es igual, la verdad es que no me extraña
- Está bien. Sea como sea, tenemos que seguir… espero que no sean muy hostiles… -dije.
- Pues mira, visto lo visto con los Nauruem y como se parecen en ambos casos… no estaría yo muy tranquila a ese respecto. Mejor que mantengamos todas las defensas posibles sobre nosotros… -repuso Mina en tono irónico.
- Si, en eso esto de acuerdo… te abriré varios canales hacia mí para apuntalar las tuyas…
- De acuerdo, me parece bien… pero junto a tus lobos, pondré también algunos animales menores para que se muevan más cerca de nosotros… vamos a crear dos líneas entre nosotros y lo que nos espere ahí dentro –señalo con la cabeza el bosque.
- Está bien… pues entonces, adelante… -dije avanzando.
Golpee con los talones los flancos del caballo haciéndole avanzar, a la vez que con un gesto enviaba a los Lobos Espectrales al interior de bosque… se perdieron dentro en cuestión de segundos. Después de ellos fuimos nosotros quienes nos adentramos, y desde el primer instante nos dimos cuenta de un detalle sin importancia, que los caballos más que ayudarnos a avanzar más rápido, en aquel laberinto de árboles tan denso, en realidad, no hacían otra cosa que retrasarnos y entorpecernos, por lo que tuvimos que tomar una decisión.
- Mina, los caballos… -deje caer.
- Si, ya me he dado cuenta, nos están entorpeciendo, nos hacen ir más lentos que si fuésemos a pie, pero si salimos de estos bosques a las llanuras, vamos a necesitarlos…
- No necesariamente, tenemos otra opción más rápida que ellos y que se cansa diez veces menos…
- Pues ya me dirás…
- Los Hrull –fue todo lo que dije, viendo palidecer a Mina ante su única mención.
- No, no, de ningún modo… de eso nada… esos bichos para ti y los Khulgan, para mi desde luego no, para nada –se negó en rotundo.
- No sé por qué tantos aspavientos, que yo sepa, todavía no se han comido nunca a sus jinetes…
- Claro que no, sus jinetes son los Khulgan o Vhaalzord el Nigromante, ¿Cómo coño se los iban a comer sin terminar despedazados únicamente por intentarlo?
- Bueno, sí, eso te lo admito, pero es cierto que jamás se comieron a un jinete… -dije socarrón.
- Muy gracioso, Val, pero que muy gracioso, mira como me rio… ja ja ja y más ja ja –dijo completamente mosqueada.
- Mira Mina, tenemos pocas opciones, o seguir arrastrándonos con los caballos, o dejarlos, aún están cerca de la salida y encontraran pastos hasta que alguien los vea y se los apropie, no se morirán… Lo de los Hrull sería solo algo temporal hasta encontrar nuevas monturas “normales”, y eso suponiendo que no los hallemos antes siquiera de salir de estos bosques.
- Lo sé, sé que tienes razón, pero es que lo de esos bichos lo llevo muy mal… está bien, fuera caballos, pero que nos llevamos…
- De primeras nos cambiaremos por las ropas que conseguí de “ejecutor” como tu decías, aquí su capacidad de camuflaje nos serán más útiles que las que llevamos. También los pellejos de agua que podamos, porque de comida por lo visto hasta el momento no creo que tengamos problemas…
- No, tienes razón, hay mucha fruta, setas y bayas comestibles que conozco relativamente bien… El agua tampoco creo que sea un problema, pero en eso es mejor ser precavidos –apunto Mina.
- Si estoy de acuerdo, lo mejor sería empezar ya a prepararnos…
Tras dejar los caballos se notó que nuestra velocidad al movernos por los bosques aumento, como a los tres días de estar allí empezamos a notar ciertas cosas que nos preocuparon, especialmente a mí, era algo que ni me esperaba, ni había sentido nunca antes, nuevamente empecé a plantearme el motivo por el cual durante más de dos mil años de vida y de locura, jamás me había acercado a aquellos bosques. Lo que estaba ocurriendo, no solo lo noté yo, y no únicamente fue a mí a quien afecto, quizá la persona que más se preocupó con ello fue la propia Mina… Tras un día entero sintiendo aquello, fue Mina quien por fin se atrevió a comentarlo, en su tono de voz se notó incluso un poco de miedo…
- Val… -trago saliva- ¿lo notas verdad?
- Si, perfectamente, y a medida que nos internamos más en estos bosques la sensación se intensifica…
- Esto me empieza a desbordar Val, no sé cuánto más poder aguantar sin mostrar síntomas, esto… no es como decirlo… me satura…
- Entiendo lo que dices, más que sentirse, diría que se masca el poder… y contra más nos adentramos más fuerte es esa sensación, confieso que jamás había sentido algo semejante…
- Yo sí, y exactamente la misma sensación –fue la sorprendente confesión de Mina.
- ¡Sí!, ¿Dónde?
- En la sala aquella con esferas en el templo de la isla Nauruem, cuando te metiste en medio para salvarme y te drenaron todo aquel poder, justo cuando restallaron iluminándose, esta es la misma sensación de saturación mágica que tuve entonces. Allí fue como si toda aquella sala se inundase de energía mágica… y es la misma energía que ahora...
- Eso solo puede significar una cosa… el templo y el poder de Nakriss.
- Y si es lo mismo que sentí, tiene que estar igual que el de Nauruem ahora mismo, como tú dices, debe de estar completamente repleto de energía mágica de Nakriss –dijo, refiriéndose por primera vez de forma voluntaria a la Luna Negra.
- Tenemos que controlarnos Mina… tus manos… -dije refiriéndome al aura rojiza que empezaban a mostrar.
- Lo intento Val, créeme que lo intento, pero me es muy difícil… Es como si mi propio poder replicase a todo este que nos rodea. La sensación no es de que mi magia aumente o crezca, sino de que… responde...
- Lo sé, escúchame bien lo que voy a explicarte, y quiero que hagas exactamente lo que te diga… sentémonos un momento para ello…
- Si Val…
Una vez estuvimos ambos sentados, empecé a explicarle como controlar las vías de flujo de poder desde su fuente interna hacia el exterior, de modo que esta no pudiese “contestar” a la magia que en esos instantes parecía rodearnos. Le explique tranquilamente como hacerlo y también como poner “controles”, es decir, pequeños conjuros capaces de deshacer esos cambios rápidamente si necesitase libre acceso a su fuente interna. Lo que si le deje claro es que en ese caso y en las presentes circunstancias, dejaría a la vista que era la “Bruja Roja”, pues al restablecer el flujo intacto no podría evitar que ascendiese por encima del umbral en que empezábamos a mostrar nuestros “efectos secundarios”, y todo esto, como le explique también a ella, me incluía a mí en el mismo paquete.
Tras poner todo tipo de trabas que se nos ocurrieron con el fin de no mostrar quienes éramos de verdad, continuamos adentrándonos en los bosques, siempre rodeados de pequeños mamíferos controlados por Mina y un círculo externo a ellos de Lobos Espectrales controlados por mí. Nuestras ropas de asesino no se mimetizaban nada mal con la estructura visual de los árboles de aquellos bosques, por lo que podríamos pasar bastante desapercibidos. Tardamos aun tres o cuatro días más en tener noticias de sus misteriosos habitantes, mis Lobos los olieron, también los pequeños animalitos de Mina, pero ni unos ni otros fueron capaces de localizarlos, pero simplemente con esa advertencia nos pusimos en guardia, pudiendo notar perfectamente el instante en que los Mielar nos alcanzaron, o mejor dicho, el momento en que se situaron de modo que pudiesen estudiarnos y espiarnos, pues ni por un instante se dejaron ver o dieron muestras de que quisiesen que supiéramos que estaban allí.
- ¿Qué hacemos? –pregunto Mina refiriéndose a nuestros espías.
- De momento nada, dejemos que vean tanto como deseen, pero espantémoslos por la noche cuando vayamos a descansar…
- ¿Empezamos a turnarnos para hacer guardias? –pregunto Mina.
- No, no será necesario, intensificare la presencia de “guardias” a nuestro alrededor para que los Mielar que anden cerca deban de retroceder…
- ¿Cuánto vamos a dejar que nos observen?
- Hasta que crean estar listos para interceptarnos, salvo por la noche, el resto del tiempo vamos a darles todas las facilidades del mundo para que puedan hacerlo y decidir que no somos ninguna amenaza para ellos. Una vez que se presenten ante nosotros… bueno, entonces ya veremos como lo hacemos…
Mina se limitó a asentir, y a petición mía se despreocupo un poco de la situación, o más bien, simulo que lo hacía, aunque el movimientos constante y vigilante de sus ojos lo desmentía, pero que se le va a hacer, eso sabía que era algo que no podría evitar con ella, más de doscientos años de vida solitaria defendiéndose de todo y de todos, pasaban su factura en modo de costumbres, y Mina tenía la de no fiarse... Al tercer día de estar en esa situación...
- Val, tus ojos... se han vuelto negros otra vez... -me indicó Mina con un susurro.
- Lo sé, pero el único modo de evitarlo sería levantar la mayor parte de nuestras defensas o prescindir de los Lobos. Procurare que se me vean lo menos posible, por fortuna es un indicio que para darse cuenta hay que estar prácticamente frente a mí...
- Maldita sea, porque no tendré yo también el primer aviso con mis ojos y no con el aura... -mascullo Mina.
- Supongo que porque eres la Bruja Roja, esa aura parece algo intrínseco en ti...
- ¿Y tus ojos entonces?
- Ni idea, supongo que por algún sitio tenía que salir la muestra visible de mi poder... y por fortuna no han sido esos zarcillos defensivos..., aunque en alguna ocasión no diré que no los prefiriese... Cuerpo a cuerpo suelen ser muy útiles...
- Si, ya lo he visto, parecen látigos... no como mi aura, que solo asusta... -torció el gesto una vez más, provocando la risa de Val.
- No lo sé Mina, no te confíes, eres o en su momento serás una guardiana, y aun no has probado plenamente tus capacidades máximas, tengo la sensación de que tu aura quizá sea más de lo que parezca...
- ¿Qué quieres decir? -preguntó curiosa, visiblemente interesada.
- Solo eso, que tengo esa sensación, pero no te puedo dar una razón lógica o que sea algo tangible, si es lo que quieres...
- De acuerdo, entiendo... espero que tengas razón y sea algo útil, ya que tengo que padecerlo... sería un detalle por parte de Nakriss, ¿no crees? -replicó Mina con gesto divertido.
- Mina, ten cuidado con tus deseos, no sea que se cumplan y tengas que arrepentirte de ellos... y ten mucho cuidado con lo que le pides a Nakriss...
- Oye Val, que no es un dios, solo es una Luna -dijo riéndose.
No quise decirle nada a Mina, pensé para mí que era por no preocuparla por un lado, y por otro, porque ni yo mismo tenía respuestas, pero a estas alturas, si tenía algo muy claro, Nakriss era algo "vivo", algún tipo de... "algo" o quizá "alguien", pues con todo lo que había pasado, o me había vuelto loco nuevamente, o estaba claro que tenía su propia "conciencia" de ser ello mismo como ente independiente. Y en ese punto decidí dejarlo de lado nuevamente, como cada vez que me daba por pensar en eso, lo único que conseguía era un intensísimo dolor de cabeza, como si tratase de forzar algo en mi cabeza, como si tratase de abrir una puerta para la que aún no tenía capacidad de hacerlo... Por cierto, que en esto también estaban mezclados esos presentimientos míos tan particulares, y ahora parecían decirme que aún no era el momento.
Cada vez nos estaba quedando más claro que nuestras criaturas eran completamente ineficaces contra los Mielar, por lo que decidí retirar los Lobos Espectrales, mientras que Mina mantenía sus animalitos, para por lo menos, tener claro que efectivamente, los habitantes de estos bosques continuaban a nuestro alrededor sin, por el momento, dar señal alguna de vida. Aun tardaron en mostrarse unos tres días mas si no recuerdo mal, justo cuando se cumplía la primera semana de nuestra entrada en su territorio, y cuando lo hicieron, ciertamente, resulto espectacular, ya que parecieron surgir de la nada, saliendo por entre la neblina matutina del valle donde en esos instantes nos encontrábamos. Llevábamos avanzando unos cuarenta minutos cuando nos fuimos casi a dar de bruces contra nueve Mielar, un anciano y lo que parecían ser ocho guerreros que quizá le estuviesen sirviendo de escoltas.
El primer saludo del Anciano me trajo recuerdos, ya que tanto sus modos como sus formas me recordaron enormemente a los de los Nauruem, algo ciertamente… curioso, especialmente si teníamos en cuenta la más que probable ubicación de un segundo templo en territorio Mielar... Tras su saludo, hice una réplica del mismo, pero aproveche los conocimientos que tenia de las formas Nauruem para usarlos añadiéndolos, algo que tras mi saludo vi que al anciano le sorprendió. De repente, para mi sorpresa, todo aquello pareció derivar en una especie de… ceremonial o algo así, vi que incluso a los guerreros que acompañaban al anciano les sorprendía aquello, no digamos ya a Mina. El anciano en todo momento se dirigió a nosotros en el lenguaje común, aunque a sus “escoltas” se refería en otra lengua completamente desconocida para nosotros y que por discretas señas preacordadas por ambos, Mina me indico que no tenía ni idea de nada de todo aquello.
Llegado el instante en que el Anciano y yo formamos una hoguera, en que sus guerreros acercaron sendos troncos para poder sentarnos a hablar, dándonos de ese modo el anciano acceso a la hospitalidad Mielar, todo ello nuevamente siguiendo lo que parecía un nuevo ritual prácticamente calcado de otro Nauruem… fue cuando la situación se complicó de malísima manera, ya que un nuevo grupo de Mielar hizo su aparición en esos instantes, y no me parecieron tan amistosos como el anciano con su escolta. El recién llegado, un joven de quizá unos veinte bastantes años, rozando la treintena, se “enfrento” de malas formas al anciano, sinceramente creo, que si no le pego en esos instantes un empujón, fue porque al acercarse colérico a él, los ocho guerreros de su escolta empuñaron las armas con firmeza y claras intenciones de matarlo si le ponía una sola mano encima…
En otras circunstancias ni se me hubiese ocurrido, pero en las presentes, con la tensión generada repentinamente entre ambos grupos de Mielar, use un conjuro de lectura mental de mi propia cosecha… Bueno, digamos que en realidad era un tipo de conjuro nigromántico un tanto excéntrico y poco conocido, también porque no decirlo, realmente agotador para quien lo usase… El conjuro en si me permitía “ver” los pensamientos más superficiales de alguien apoyándome en sus fuertes sentimientos del momento, como parecía suceder con esos dos en plena discusión. Descubrí solo con iniciar el conjuro, que si bien al recién llegado le percibía con claridad meridiana, al anciano ni modo, me costaba muchísima concentración ser capaz de percibirle… pese a su más que evidente enfado, pero dominaba plenamente sus emociones pese a todo.
El recién llegado iba acompañado de una docena y media de guerreros, en su mente notaba su frustración pues cuando la escolta del anciano “amenazó”, únicamente cuatro de sus acompañantes tomó un claro partido por él sobre el anciano. El resto se vio indeciso, además en su ofuscación tuvo a bien mostrarme “imágenes” de quienes eran esos cuatro “muertos” en vida que le acompañaban. Digo esto último, porque la discusión con el anciano venia por el interés o la intención de este de darnos cobijo y respeto en su territorio, mientras que el joven quería matarnos a toda costa, o más bien, matarme a mí y disfrutar de Mina lentamente con sus amigos antes de hacerla desaparecer también… algo que como comprenderéis no me gusto en absoluto… Otra cosa que conseguí del joven, pues del anciano era realmente difícil, cansado y complicado obtener algo, fue los nombres del anciano, el suyo propio y el del que parecía ser, su poderoso padre entre los Mielar, único motivo por el que deduje, que el anciano no le había matado ya, quien por cierto, gracias al jovencito estúpido y pronto difunto, averigüe que era un poderoso y muy respetado mago entre su tribu, principal motivo también, para esa falta entusiasta de colaboración entre sus “acompañantes” a la hora de hacerle frente…
Cuando el joven, de nombre Jolghar, hizo su segunda petición de muy malos modos al anciano para entregarle a “ambos” para que nos matase y por fin identifique en él algo que no me estaba gustando en absoluto, fue cuando abrí la boca para intervenir, eso sí, en lengua común…
- Es la segunda vez que nos amenazas a mi compañera y a mí… Créeme que no sería nada sabio hacerlo una tercera… Jolghar… hijo segundo del *Kumantar Jogahanar –dije sorprendiéndolos a todos ellos al nombrar su filiación completa.
En realidad, ateniéndome a mis conocimientos Nauruem y si aquí funcionaban más o menos de idéntico modo, lo que estaba haciendo era lanzarle un insulto velado al nombrarle como hijo segundo de su padre, ya que los derechos que se estaba arrojando sobre si al hablar como tal, en realidad pertenecían al primogénito en exclusiva, por lo que yo lo estaba menospreciando ante todos los presentes. Lo cierto es que debo de confesar que estaba buscando una buena razón que me permitiese matarlo de un modo… digamos que “clarificador” para todo el mundo.
- ¿Y que harás si lo hago extranjero? Mueve una mano de mas, y me encargare de que tu muerte no sea nada dulce… claro que… la de tu compañera, al menos, será gozosa, descubrirá por fin lo que son hombres de verdad –dijo con voz maliciosa, vertiendo nuevamente una amenaza sobre nosotros.
Desgraciadamente para el pobre estúpido, un pensamiento que pasó como un rayo por la mente del anciano, y que reprimió con la misma velocidad, fue en realidad, lo que me obligo a reaccionar de forma tan contundente como lo hice en ese mismo instante. En cuestión de segundos me vi obligado a decidir qué hacer con ese imbécil para dejar clara mi “postura” sobre hasta dónde estaba dispuesto a aguantar. El anciano me acababa de confirmar mis sospechas, por lo que mi decisión de actuar fue “extrema”
- Una lástima que no aprendieses lo que es el respeto o la educación, y que ya no vayas ya a conocerlo jamás…
- Jajajajajajaja… -se rio atronadoramente, luego con gesto despectivo-, ¿y que harás estup…? –su cara cambio a un rictus de total asombro… y dolor…
- Una pena que no sepas reconocer de un simple vistazo a quien le debes respeto y a quien no… Tu padre debió de haberte educado mejor… para que ahora no te pasase esto…
Mientras hablaba mis ojos se habían vuelto completamente negros al aumentar de forma voluntaria el poder en mis escudos, hice un leve movimiento calculado para poder mostrarlos. Pero aun así y todo, su atención se centró principalmente en mi mano derecha, que en esos mismos instantes se encontraba dentro del pecho de Jolghar, justo con mi muñeca entre sus costillas, aferrado su corazón con mis dedos. Tras ello y terminar de hablar, con un violento tirón se lo arranque, abriendo al sacar el puño cerrado sus costillas, rompiéndolas hacia afuera, mostrando sus astillados bordes entre el agujero abierto en su pecho… para una vez que cayó al suelo hacer aparecer una llama en mi mano que calcino completamente el órgano, convirtiéndolo en fino polvo negro que voló de mi mano a la primera ráfaga de la brisa del bosque.
En ese mismo instante deje fluir con total libertad mi poder, intensificándolo de forma dramática, haciendo Mina lo propio con el suyo, apareciendo en el acto mis zarcillos, y por parte de ella, volviéndose sus ojos de color rojo intenso rodeándose a su vez su cuerpo con un aura del mismo color e intensidad… Cuando le arranque el corazón, Jolghar tardo apenas quince segundos en caer, eso sí, sin dejar de mirar ni un instante su órgano aun palpitante en mi mano, creo que murió sin comprender siquiera que era lo que le había pasado en realidad…
como era posible que alguien le hiciese aquello…
CONTINUARA
*Kumantar: Titulo que reciben los miembros del alto consejo Mielar, concretamente cinco de los once que lo componen.