Crónicas de Vhaalzord - Libro 23 - 5 (Final)

Mina por fin empieza a entender el problema al que se enfrenta y acepta que Val la adiestre, pero aún les queda algún que otro problemilla que salvar antes de poderse dedicar a ello

CRONICAS DE VHAALZORD

Libro - 23

Capítulo- 5

Nos dirigíamos hacia las montañas, éramos lo suficientemente pocos como para no ser una amenaza, pero los bastantes como para evitarnos problemas o encontronazos desagradables con bandidos. Durante todo nuestro viaje habíamos estado rapiñando víveres de nuestros “objetivos”, pero durante este nuevo periodo de movimiento en el que ya llevábamos casi dos semanas, estos se nos estaban acabando, por lo que pronto tendríamos que pararnos y entrar en alguna población para reabastecernos. Mina por su parte estuvo hablando conmigo sobre sus “problemas”, debo de indicar que no fue por nada que yo dijese, ella misma se fue dando cuenta de lo que le ocurría por el empleo masivo de poder… Le explique lo que le ocurria, las consecuencias de ello y la forma en que se había estado comportando…

  • Oye Val, ¿todo esto ha sido para que aprendiese? Me refiero a todo esto de Vhaalzord…
  • ¿Dices tantos muertos?
  • Si, básicamente sí.
  • Si, y no. ¿Gran parte de todos esos muertos fueron por tu causa, por esa embriaguez de poder? Si, sin la menor duda, en mucho ha sido responsabilidad tuya –hizo un gesto de dolor al escucharme-. Pero, como te he dicho también, no, por otro lado no, ya que realmente la gran mayoría de ellos eran inevitables, con o sin tu intervención.
  • No lo entiendo… -me miró perpleja.
  • Está bien, nuestra última batalla por ejemplo. Tú fuiste el detonante final de su ataque, y eso creo que a estas alturas tu misma lo reconoces, ¿no es así?
  • Si, lo sé, sé que yo fui la responsable indirecta de ello…
  • Bien, pero el caso es que eso daba igual, con o sin ti hubiésemos sido atacados. Ninguno de los dos ejércitos se podrían haber permitido que quinientos jinetes de caballería se moviesen libremente a esa distancia hacia uno de sus flancos, una carga desde esa distancia podría haberles supuesto un serio problema… Antes o después, uno de ambos generales hubiese dado la orden de ataque contra nosotros a sus arqueros. Ambos pensarían que éramos tropas del enemigo, y bajo esa circunstancia, siendo realistas, ninguno de ellos tenía más opción que atacarnos.
  • Entonces… -la corté.
  • Aun dando exactamente igual, el hecho es que fue tu responsabilidad Mina. Directamente no tenías alternativas para haberlo podido evitar, como te dije, ni aun descubriendo a los Khulgan habríamos evitado el ataque. Pero debes de ser consciente de que tienes que controlarte, debes de admitir que te enseñe como hacerlo, porque tienes un serio problema, porque puede que la próxima vez, sí que existan otras opciones….
  • ¿Soy responsable de casi todas las muertes de este viaje? –dijo con un hilo de voz.
  • Nuevamente si, y no. Tus acciones lo decidieron, pero realmente en la mayoría de los casos no existían más oportunidades de actuar que de esa forma.
  • Más de ochenta mil muertes…
  • Si, bastante más, de hecho rondaran las cien mil. Sé que no es consuelo para ti, pero te repito que no existían opciones realistas para evitar prácticamente ninguna. Pero como ya te he dicho, antes o después, no ocurrirá esto, por ello repito, debes dejarme que te enseñe, pero para eso debes de admitir antes que tienes un problema… y muy serio.
  • Está bien, y si lo admito, ¿podre corregirlo?
  • Si, rotundamente, pero deberás de trabajar muy, muy duro para ello, no será nada fácil, te pondré en una situación límite constante hasta que consigas hacerlo y tenemos poco tiempo para ello, lo que lo hará mas difícil todavía.
  • Está bien, ¿cuándo empezamos? –dijo decidida.
  • En cuanto entremos en las montañas, acamparemos durante un mes, puede que algo mas incluso. Emplearemos ese tiempo para que logres controlar esos impulsos sobre ti…, cuando actúes con todo tu poder y bajo todas las consecuencias, debe de ser porque tu voluntaria y fríamente estés absolutamente segura de que tiene que ser así.
  • Supongo que ya tienes localizado donde hacer eso, ¿o me equivoco?
  • Sí, tengo de hecho tres posibles ubicaciones aptas para ello entre este sitio y el inicio de los dominios de las Tribus Mielar, antes de empezar a buscar el Templo tienes que tenerlo bajo control, es muy probable que también existan esferas, y no creo que deba de decirte que no son ninguna broma...
  • No, créeme que no te hace falta, aun me dan escalofríos cada vez que pienso en esa sala. Está bien, entonces eso haremos…

Lo cierto es que no intente consolarla, aunque vi cómo se sentía de miserable en esos momentos. Considere necesario para ella ese dolor y bajón emocional por el que estaba pasando, hasta ese instante había sido únicamente la poderosa “Bruja Roja”, y únicamente se había visto limitada por su poder. En estos momentos esto ya no era así, se había convertido en mi pareja, en la pareja de Vhaalzord el Nigromante, el Nishinn-tag ese o quien coños fuese realmente ahora, y por muy pomposo o arrogante que pudiese parecer, ese hecho la convertía en mi par, en la compañera de alguien que ya en su momento hizo temblar al mundo por la magnitud de su poder. Y ahora mismo, incluso sin mí presencia, ella en cierto modo, por si misma y su recién adquirida magia Oscura, era algo muy parecido a lo que yo fui en aquellos días.

En un intento de dejar la fuente interna de poder de Mina con un importante déficit, la obligué a practicar conjuro tras conjuro de revitalización sobre nuestros cansados músculos. Dado que únicamente con ello y los escudos se mostraba insuficiente a todas luces, le hice convocar varias pequeñas criaturas a modo de guardianes, con ello le obligaba a mantener conjuros anclados a ella, drenando poder en buenas cantidades. Pero este modo de hacerlo, no la sobrecargaba, aunque los resultados me estaban haciendo fruncir seriamente el ceño, ya que me empezaba a parecer que cada vez recuperaba su poder con mayor celeridad… y eso podía ser un serio problema, pues también entonces debería de consumirlo más rápidamente.

Al llegar a la primera ciudad con que nos topamos nos encontramos con un pequeño problema, en un principio pensé en entrar yo únicamente, hacer las compras oportunas y volver de nuevo a salir de allí lo más rápido posible. Mina se negó en redondo a ello, dijo y en un tono de voz que estaba claro que no pensaba dar en esta ocasión su brazo a torcer, que entraríamos ambos. Me toco desconvocar por completo a los Khulgan, retirar un buen número de conjuros de ilusión que teníamos sobre nosotros y de nuevo volver a ser una pareja de pacíficos viajeros. Localizamos el sitio que nos interesaba, donde pudiésemos hacer acopio de todo lo necesario de una sola vez, y mientras nos lo preparaban, Mina se empeñó en ir a tomar algo a alguna taberna…

Encontramos una cerca con no muy mala pinta, por lo que decidimos entrar dentro y pedir de beber unas jarras de cerveza, que sinceramente, mas parecía agua de fregar que el líquido ambarino que solicitamos, era mala con avaricia, pero aun así, dimos buena cuenta de ello. En cuanto Mina escucho de un parroquiano que estaba hablando con otro el nombre de la ciudad, “Kranquizal”, vi como fruncía el ceño…

  • ¿Pasa algo? Te ha cambiado la cara al escuchar el nombre de la ciudad –le susurré.
  • Sí, sí que pasa, “Kranquizal” es una ciudad bastante conocida, está relativamente cercana a las Grandes Montañas, y es un nido de nada bueno para las Tierras Salvajes o las propias Montañas…
  • ¿Bandidos?
  • Y asesinos, violadores, saqueadores, aventureros…, todo lo que te puedas imaginar se da cita aquí… Se dice que si vienes con dinero suficiente, aquí puedes conseguir cualquier cosa que desees, y no te equivoques por lo que digo, aquí podrías pasear de noche por calles aisladas cargado de oro que nadie te robaría o te tocaría un solo pelo de la cabeza… -repuso Mina muy seria.
  • ¿Y cuál es entonces el problema?
  • Que los habitantes de las Tierras Salvajes aquí no son bien recibidos…, excepto como esclavos… y yo soy una Talkinq… Ese es básicamente el problema, deberíamos de marcharnos lo antes posible de aquí…
  • Está bien, vámonos entonces, esperaremos en el mismo almacén a que nos lo terminen de preparar todo… -dije soltando unas monedas para pagar la bebida.
  • Demasiado tarde… -replico Mina cuando nos dimos la vuelta y vio a cuatro tipos armados hasta los dientes mirándonos sonrientes desde la puerta.
  • Amigo, si no quieres morir aquí, nos dejas para nosotros a esa puta Talkinq que te acompaña… -dijo sonriente uno de los cuatro justo antes de que sus ojos se abrieran al triple de tamaño por la sorpresa.

Como ya os dije en su momento, Mina me atemperaba mucho el carácter, de hecho mientras viaje con ella como su hombre escudo, si no maté muchísima más gente fue por su férreo control sobre mis… “impulsos naturales”. Lamentablemente en esta ocasión, quien mandaba era yo, y siete segundos después, los cuatro idiotas caían presa de mis Dagas Khlomn… Sorprendí con mi reacción a todo el mundo excepto a Mina, que me miro meneando la cabeza…

  • ¿No se supone que hay que controlarse?
  • No, se supone que “tú” debes de aprender a controlarte, yo ya se hacerlo… Cuando lo considero oportuno ataco sin mas, además, no he usado nada de magia, únicamente he utilizado mis cuchillos. Mina, entiende que quiero que te controles, que seas capaz de retenerte, no que no hagas nada de nada, si lo consideras necesario, actúa, mata, tortura… en esos casos, no te contengas. Debes de saber diferenciar entre “cuando” si eres tú, o “cuando” no…
  • Ya, que oportuna la explicación…
  • ¿Verdad que si? –le pregunté socarrón.
  • ¿Y ahora qué hacemos? Se correrá la voz y los propios señores de la ciudad ordenaran que nos den caza…
  • Pues ahora, vamos con lo que habíamos pensado, al almacén a recoger nuestro pedido. Si tenemos suerte ya estará todo y entonces podremos largarnos… eso si esta… que confió en que si…
  • ¿Y si no que hacemos cuando nos caigan encima?
  • Pues entonces, igual alguien tiene un serio problema con nosotros dos… y debamos de ir a explicarle a esa o esas personas él porque es tan mala idea…
  • ¿Entonces solos los dos?
  • Bueno, si quieres me tomo la molestia y convoco a varios miles de Guerreros, pero ya sabes lo que eso significaría…
  • No, déjalo, de verdad, mejor nos ocupamos entre los dos… y te prometo que si se da el caso, tratare de controlarme.
  • Eso me parece perfecto, porque si te descontrolas y me obligas a actuar para protegerte de ti misma, te pondré una fuerte de escolta de varias decenas de cientos de quienes tú ya sabes con la orden expresa de protegerte incluso de quien te mire mal… y entonces, sí que será culpa tuya por completo, ¿te quedó claro? –le sonreí.
  • Clarísimo, te juro que me contendré… -vi como tragaba saliva.

Después de andar los pocos metros que separaban la taberna del almacén mientras hablábamos, entramos en este en silencio. El propietario del mismo no informo de que teníamos todo preparado para que pudiésemos marcharnos cuanto antes. No dijo nada más, pero la intención junto con el aviso de ese hombre nos llegó fuerte y claro a los dos, hicimos un gesto con la cabeza de agradecimiento por ello. Pagamos el resto del precio acordado dejándole una buena propina y nos pusimos en marcha hacia la salida de la ciudad, que afortunadamente también estaba casi justo a nuestro lado.

Atravesamos las puertas sin incidentes, vi como Mina soltaba un silencioso suspiro al ver que lo conseguíamos sin tener que volver a matar a nadie, o quizá, sin que tuviésemos que ponernos a luchar en su interior… Por lo poco que me había contado Mina, más por lo que yo conocía del mundo y de la naturaleza humana, dudaba muy seriamente que tras matar a esos cuatro esto fuese a quedar así. Otro hecho que me llevaba a esa conclusión, es el que Mina, alguien de las Tierras Salvajes, hubiese entrado en la ciudad libremente, se hubiese movido por ella sin dificultad y por último, aunque no fue ella en realidad, había matado a varios hombres para luego irse con la misma calma con la que había llegado. Eso, visto así por los señores de la ciudad, y estaba seguro de que sería como se veía, lo considerarían una ofensa muy grave que debería de ser castigada.

Tan solo cuarenta minutos después de nuestra partida, con los ojos de nuestras aves, vimos como por la misma puerta por la que salimos nosotros, abandonaban la ciudad un grupo importante de hombres. Al frente de todos ellos parecía ir un mago, más que nada por su vestimenta y por el hecho de que había bloqueado con relativa facilidad el visión de nuestros pájaros casi en el acto en cuanto se pusieron en marcha tras nosotros por el camino. El Mago llevaba una túnica negra que le cubría la totalidad del cuerpo, sus manos según aprecie, también debían de ir cubiertas por guantes posiblemente de piel, pero el descubrimiento más importante en esos segundos de observación, fue sobre el conjuro que empleo para bloquear la visión de las aves… De inmediato me dirigí a Mina…

  • Nos están persiguiendo ahora mismo, debemos acelerar…
  • Ya lo he visto, y ese mago que les encabeza ha bloqueado nuestra visión… ¿Vas a convocar ya a los Khulgan?
  • No, no sería una buena idea hacerlo todavía, antes de eso necesitamos encontrar un terreno propicio y prepararnos, especialmente tu…
  • No te entiendo, ¿prepararnos para qué?
  • Para ese mago, el conjuro que uso para bloquearnos era un hechizo muy básico pero tremendamente efectivo, era magia Nigromántica… Si convocase ahora mismo a los Khulgan le indicaríamos quienes somos, cosa que si no lo sabe, no nos conviene hasta que estemos algo más alejados de la ciudad, y que caiga la noche…
  • ¿Pero la noche no le beneficiara?, siempre escuche… bueno… -Mina se atoro al ver la mirada de Val.
  • No, no necesariamente, alguna magia Nigromántica concreta es cierto que es más poderosa con las lunas presentes e incluso sin ninguna de ellas, pero también lo es, que para poder usarla tienes que poder ver en que o sobre quien la usas… y eso sí que es un problema si como esta noche, no hay más que una luna con una luz muy pobre en el cielo…
  • Contabilice al Mago y unos cuarenta hombres…
  • Si, como yo, pero añade mejor un segundo mago… solo por si acaso, siempre es más inteligente esperar problemas de mayor importancia de los que creemos… Además, ese mago es extraño… -dije pensativo.
  • ¿Extraño porque?
  • No lo sé exactamente… el uso de ese conjuro que utilizo contra las aves, me recuerda a algo que sé positivamente que es desagradable en extremo, pero no logro ubicarlo… De todos modos Mina, cuando estemos frente a ellos, redobla tu atención, y por favor, contrólate todo lo posible, de hecho preferiría si no te importase, que te limitases de momento a estar a la defensiva, sin emplear tu poder para atacarles hasta que yo te diga lo contrario.
  • De acuerdo, ¿esto no es solo por que pueda perder el control y verme arrestada, no?
  • No, eso me preocupa, pero en este caso no es únicamente por ese temor. Necesito ver a ese mago, y a ser posible sin interferencias por tu parte o por parte de magos Khulgan, en esta ocasión creo que yo mismo llamare a los Guerreros… y Mina cariño, pase lo que pase, veas lo que veas, solo defiéndete, no ataques si no te lo digo.

Mina me miró preocupada, sabia por mí que el mejor método posible para controlar a los Guerreros Khulgan es que lo hiciesen sus magos, que rara vez hacia algo como lo que estaba a punto de hacer ahora, lo que quería decir que ese mago que venía a por nosotros me preocupaba de verdad. En realidad si lo que creía era cierto, tendríamos ante nosotros la primera huella de Shargon en el continente, pero sería una huella que lamentablemente tendría que destruir, algo que no era precisamente lo más idóneo para conseguir información, pero dudaba de tener más opciones.

Por fin encontré un terreno idóneo, un lugar despejado y que no les ofreciese posibilidad de prepararnos ninguna sorpresa. Le indique a Mina como quería exactamente que tejiese su entramado de conjuros defensivos, parte de estos los ancle a mi fuente interna de poder para ser capaz de suministrarles energía si demandasen más de la cuenta, no por temor a que la de Mina se agotase, sino para asegurarme ayudarla a controlar su “borrachera” y que tárdese mas en alcanzarla si llegaba el caso. Cuando llegaron a nuestra altura, se desplegaron en un semicírculo para rodearnos, les corte la intención al convocar con rapidez sesenta Guerreros Khulgan, haciendo que Mina me mirase extrañada, ya que por mi sabía que nunca convocaba más de estos que enemigos, y en este caso, eso era justo lo que había hecho.

  • Así que tengo ante mí a Vhaalzord, el Nigromante, y supongo que ella será la famosa Bruja Roja –dijo el mago con una voz rasposa y ajada.
  • Veo que sabes perfectamente quienes somos…
  • Si, lo sé, mi maestro me instruyo contra vosotros, por si teníais la desgracia de aparecer ante mí… Sera un placer destruiros…
  • Eso lo dudo, eres consciente de que no tienes suficiente material que poder enfrentarme, desgraciadamente para ti, al no saber que éramos nosotros, solo trajiste esto… poco.
  • Eso no importa mucho, la verdad… no creo que puedas mantener a tus Guerreros por mucho tiempo… -respondió alzando las manos rápidamente.
  • Decapitadlos a todos ellos… -ordene dirigiéndome a los Khulgan, que de inmediato se pusieron en marcha.

En total eran el mago, un segundo hechicero con él, bastante normalito por cierto, junto con cuarenta y tres hombres de la ciudad. Al convocar a un superior número de Khulgan me aseguraba que cumpliesen con relativa comodidad y rapidez mi orden de matar a esos hombres decapitándolos, pese a saber que probablemente esa relación de fuerzas no les hiciese nada felices. Por mi parte concentre mi poder en el segundo mago, pero contra lo que este suponía que estaba haciendo al lanzarle varios dardos, me centre en crear lentamente una burbuja de energía en el interior de su cuello, cuando esta fue lo bastante importante como para que empezase a notarla, la sobrecargue haciéndola estallar, el resultado fue su decapitación instantánea.

El mago principal, al igual que en su momento hiciese Shargon con sus acólitos, se centró en atacar a Mina, y como entonces, no físicamente sobre sus escudos, sino a un nivel energético sobre su fuente interna de poder. El problema, es que en esta ocasión Mina no poseía energías encontradas en su interior, sino el poder y la fuerza oscura de Nakriss, el poder mágico más puro que existía y fuente del resto, con lo que prácticamente no se vio afectada para nada. Para cuando se dio cuenta de su error y de mis intenciones, fue demasiado tarde, mis Khulgan habían masacrado por completo a sus hombres, tras ello los había desconvocado, aunque a la vez que lo hacía, llamaba a varios Lobos Espectrales que se mantuvieron ocultos a nuestras espaldas a la espera de que requiriese de su intervención… El mago nuevamente alzo sus brazos y ejecutó un poderosísimo conjuro que hizo temblar a Mina al sentirlo…

  • Eres un auténtico inepto, no entiendo como Z’mall te dejó aquí para tratar de controlar toda esta región… -menee la cabeza al ver sus intentos de levantar de nuevo a sus hombres.
  • Te voy a arrancar la lengua “ser de leyenda”, espera y veras… -me gritó, repitiendo nuevamente el poderoso conjuro, mientras mina me miraba preocupada e inquita por mi aparente estupidez al no atacarlo.
  • Ves cómo eres un inepto, que pasa, ¿es que nadie te ha explicado que alguien cuya cabeza ha sido separada del tronco no puede ser reanimado? –le pregunté sarcástico.
  • Eso será cierto para ti, mas no para mí, no tienes ni idea de a lo que te enfrentas…
  • Cada vez me demuestras ser más inepto que la anterior… El hacer eso que estas tratando, está más allá incluso del poder de un SemiLiche como tú… y más aún en el caso de algo tan defectuoso como tú eres…
  • Yo soy perfecto… -dijo arrogante-, y seré quien os destruya a ambos…

Alzo nuevamente los brazos, esta vez el conjuro me fue dedicado en exclusiva, alce mis poderes al máximo que mis canales me permitían, mis ojos y mis zarcillos hicieron su aparición. Observando las urdimbres del conjuro que estaba preparando supe de inmediato de que se trataba, era un poderoso desarraigador temporal corpóreo. Este conjuro servía para separar durante unos minutos el alma del cuerpo, dejando este indefenso, era uno de los más poderosos en Necromancia, pero nunca usado de ese modo tan chapucero… Desgraciadamente para él, como ya dije antes y no mentía, se trataba de un inepto en toda regla, ya que ese conjuro no se debía de usar nunca a distancia, pero menos aun contra quien tenía poderosas y especificas defensas contra determinado tipo de conjuros Nigrománticos, como era mi caso o el de Mina, sin entrar ya en el detalle de intentarlo contra Vhaalzord “el Nigromante”..., posiblemente el único realmente puro que aún existía, lo que ya era el colmo de la estupidez…

Resultó un conjuro de ida y vuelta, chocó contra mis protecciones, después de ello regresó a su punto de origen impactando sobre su lanzador, que al tratarse de un Semiliche no sufrió sus consecuencias en absoluto, aunque eso sí, la descarga energética del conjuro devuelto le hizo trastabillar y que la capucha cayese hacia atrás, dejando ver un rostro blancuzco, de aspecto lechoso, lleno de costras negras y con la piel apergaminada, aunque eso sí, era alguien vivo..., o más exactamente, alguien con un pie ya en el lado de la muerte... Igual que un Lich era alguien muerto cuyo poder lo ataba a este mundo y que disfrutaba de los plenos poderes de la Necromancia, de la misma muerte, el SemiLich en realidad, era como una parodia de mal gusto de este, tenía parte de su poder a la vez que retenía una parte de su humanidad en su cuerpo aún vivo. Un Semiliche creado por un Liche, era un ser tremendamente poderoso que “vivía” esclavizado por este, con todo su alma en la orilla del mas allá. Pero un Semiliche como ese ser que tenía enfrente, creado por un mago totalmente humano, en cambio era digno de lastima en todos sus aspectos, y en especial, por su debilidad en la conjunción de ambos espectros, digamos que había sido creado desde el lado malo de la ecuación.

Reclamé mi bastón y desplegué mi Shilkka, luego pase la palma de mi mano sobre su hoja ejecutando un poderoso conjuro Nigromántico sobre ella, Mina me miraba pálida mientras ejecutaba el hechizo. Yo era plenamente consciente de que al estar tan cerca de mi, sentía perfectamente la vibraciones residuales que mi poder dejaba con el conjuro. Se trataba de un conjuro Nigromántico de división, o de ruptura de vida como prefiráis, este en concreto era tremendamente poderoso, pero no podía ser empleado directamente sobre el blanco, sino que necesitaba ser usado sobre un arma cuya hoja fuese capaz de soportar su impronta corrupta durante un mínimo de tiempo, tras el cual no volvería a ser útil nunca más para nadie… El motivo de usar mi Shilkka no era otro que el hecho de que su hoja estaba mágicamente creada a partir de la escama de un poderoso Dragón, escama a la que no le afectaría su podredumbre, pues eran inmunes a “ello”.

El Semiliche lanzó un buen número de conjuros de muerte a su alrededor, exterminando con ello a toda criatura que se encontrase dentro del radio de alcance del impacto de estos, luego uso un conjuro de alzamiento sobre dichas áreas levantando toda criatura que se hubiese visto afectada por su poder de muerte. Tal y como esperaba al ver aquello, todas esas criaturas fueron lanzadas contra mí, momento que proveche para usar mis habilidades como ejecutor para ponerme en marcha mientras le pedía a Mina que emplease su poder para “limpiar” a mi alrededor con fuego. Sus dardos ignífugos empezaron a alcanzar a las criaturas más grandes, no es que las tumbase de nuevo, pero sí que parecía ralentizarlas bastante. Entonces, cuando llegue junto al Semiliche alce la Shilkka dispuesto a golpear lateralmente con intención de decapitarlo, este alzo sus brazos conjurando un potente escudo para evitarlo, pero en el último instante hice girar la hoja de la Shilkka clavándosela profundamente sobre su estómago.

Sus ojos se abrieron a triple de su tamaño, de su garganta salió un alarido de agonía, sus brazos se alzaron mientras su cuerpo empezaba a sufrir convulsiones. Retire mi Shilkka alejándome tres pasos de su cuerpo, mientras lo hacia sostenía el arma con una mano. Considere que ya era también hora de terminar con las tonterías, por lo que extendiendo la otra mano, conjuré un contra hechizo de alzamiento, tumbando lentamente a todo animal alzado que entraba en un radio de un metro de mi o de Mina…

El cuerpo de Semiliche se empezó a desmoronar lentamente entre gritos de dolor y agonía de este… Para que un mago humano pudiese crear un Semiliche era necesario que anudase al poder de la vida al de la muerte, esto se hacía con una runa Nigromántica específica y una pequeña parte del alma del mago, asegurándose de ese modo su estricta obediencia. Aunque en realidad, eso lo reducía a ser poco más que un esclavo muy poderoso, el modo más rápido de eliminar a un Semiliche era cortar esa runa de unión, cosa que la hoja de mi Shilkka imbuida con el conjuro de ruptura había hecho… La hoja corto sobre su estómago la imagen en su carne de la runa y el conjuro la magia con que esta le ataba…

El mago que hizo el conjuro tampoco habría salido indemne, ya que probablemente esa parte de su alma puesta sobre el Semiliche habría cruzado al otro lado al ser este destruido… y eso no era algo muy bueno que dijéramos, pero aun en el caso de conseguir salvarla, esa parte, estaría siempre tocada por “el otro lado”, algo tampoco nada agradable. Desde luego si algo tenía muy claro, es que ese mago no habría sido Z’mall, era demasiado inteligente como para mezclarse con la Nigromancia a esos niveles, mucho menos como para ceder nuevamente tras su experiencia, una parte de su alma de nuevo a otro ser con el riesgo que eso suponía. Ordene a los Lobos que se desplegasen y me advirtiesen de cualquier presencia humana o magia en un radio de dos kilómetros de nosotros… Treinta Lobos Espectrales partieron a cumplir con sus instrucciones mientras Mina y yo nos poníamos nuevamente en camino en dirección a las montañas, en total y absoluto silencio…

EPILOGO

Una vez que nos internamos en las montañas, desconvoque por completo a los Khulgan, sustituyéndoles por varias decenas de Lobos Espectrales. Una vez que ambos llegaron a un lugar que Val estimo como idóneo para poder enseñar a Mina como ser capaz de controlar los efectos euforizantes de su poder sobre ella. Durante los siguientes dos meses estuvo centrado y completamente dedicado a ello. El entrenamiento al que sometió a Mina fue absolutamente brutal, cuando terminaron dos meses después, Mina le odiaba con toda su alma por su extremada y refinadísima crueldad para con ella en ese tiempo. Pero al final, el resultado obtenido por Mina fue óptimo, su autocontrol era realmente excepcional en todos los aspectos, ahora era como un tempano de hielo en la parte más profunda de un glaciar…

Una buena parte de su intención al pisar por primera vez el continente se cumplió, consiguió lograr que Mina entendiese los problemas subjetivos que representaba su cada vez mayor capacidad de poder. Su Leyenda resurgió, la Leyenda de Vhaalzord el Nigromante cobro nuevamente fuerza, aunque en esta ocasión quedo entremezclada con la de la Bruja Roja, hasta un punto, que más de cien años después de estos hechos, tras pasar por muchas manos y sufrir las habituales “modificaciones” de embellecimiento normales en estos casos, no se podía saber muy bien, donde empezaba la de uno y terminaba la del otro… Pero por el contrario a la suya inicial, esta vez, Vhaalzord el Nigromante no era alguien “temido” ya que la leyenda contaba que la Bruja Roja evitaba que hiciese cosas “malas” a los inocentes, dándole los retazos de justiciero que en sus andanzas milenarias anteriores le faltaron…

Val no quiso decirle nada a Mina, por lo menos no mientras continuase en su estado de “odio a muerte a Val”, pero este sentía como el Templo de Nakriss parecía estar llamándolo, como existía una fuerte atracción desde una dirección muy concreta, y como, determinados sueños extraños regresaron nuevamente justo el mismo día en que acamparon a la vista del inicio de los enormes Bosques de las Tribus Mielar… Soñó con el Templo, con su ubicación, con extraños rituales habidos en él, con la gente que milenios atrás lo habitaron, vio a Dragones, Arcanos, Humanos y Guardianes juntos, pero no supo decir que era todo ese que veía, que significaba o más importante aún, por qué veía todo eso en sus sueños…

Por otro lado recibió también cierta información de la Reina Amaratha, notificándole que Shargon se encontraba en algún lugar de las Gigantescas Montañas Centrales del continente, varios Dragones lo habían conseguido localizar y atacar. Un Dragón Azul había muerto, dos más fueron heridos, pero Shargon escapo, aunque no antes de dejar tras de sí a cuatro poderosos acólitos Nigrománticos y dos semiliches que según dijeron los Dragones ancianos que guiaron el ataque, no parecían muy “viejos”… Dado lo que explicaron estos, Val dedujo que uno de esos cuatro debía de haber sido el creador del Semiliche que el elimino, si eran cuatro magos, todo parecía indicar que por algún sitio aún quedaba un semiliche “vivo”. Si la presencia en vida de su “señor”, el semiliche debería de enfrentarse a la presión tanto de la vida como de la muerte, y únicamente si lograba mantenerse entre ambas por sus propios medios y poder, el Semiliche sobreviviría. Si lo hacía expulsaría el fragmento de alma de su amo hacia la muerte y sería totalmente un ente con libre albedrio manteniendo completamente intacto todo su poder…

La situación para Val no resultaba nada divertida en absoluto, parecía que los problemas se le estuviesen acumulando uno tras otro, y a cual más serio… Esta fue una época especialmente dura para él en muchos sentidos… y por si alguien se lo pregunta, no, Val no se olvidó de la ciudad de “Kranquizal” y lo idílica que había resultado para ellos, además de que estuviese bajo el control de un SemiLiche de Z’mall. Al poco de cumplirse el primer mes de entrenamiento de Mina, sin que ella lo supiese, un ejército de quince mil Guerreros Khulgan y setenta magos visitaron la ciudad por sorpresa, reduciéndola a escombros humeantes en tan solo unas pocas horas… El número de víctimas es indeterminado, según el cronista oscila entre veinte y setenta mil, pues no existía censo de población y el número de “visitantes indeseables para el resto del mundo” era muy alto también. Aun así, tanto la gente honrada de esa parte del continente así como las tribus más cercanas de las Tierras Salvajes, lo agradecieron durante años…

FIN