Crónicas de Vhaalzord - Libro 23 - 3
El viaje continua para ambos, pero cada vez resultara más complicado e inesperado para Mina, que poco a poco ira conociendo más cosas sobre Val
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 23
Capitulo- 3
Tras la masacre de la Ciudad de Colgsar, Mina no le había vuelto a dirigir la palabra a Val, seguía rumiando y mirándole con recelo, apartando la mirada cada vez que este se fijaba en ella. Llevaban dos días cabalgando de nuevo en los límites de las tierras de la Hermandad, nuevamente iban protegidos por la ilusión de ser tropas de esta. La tercera noche, Val se sentó ante Mina, que de inmediato se fue a levantar… gesto que fue cortado por la fría y seca voz de Vhaalzord, porque Mina estuvo segura, de que quien estaba en esos instantes ante ella, no era Val, su Val.
- Siéntate… -la voz fue seca, fría, incluso se diría que con ciertos matices de crueldad.
- ¿Qué?
- Querías a Vhaalzord, y te di lo que deseabas. Creo que nunca has llegado a entender para nada lo que supone ser esa persona… -Mina le cortó.
- Un asesino cruel, eso es esa persona…
- Veo que por las buenas no podrá ser, no vas a dejar que te lo explique, ¿verdad?. Entonces tendrá que ser por las malas Mina… vas a compartir cierto honor que solo dos personas han tenido en este mundo…
- No me lo digas, ¿me vas a torturar o a mandar al inframundo, es eso?
- No, te voy a conceder algo que solo, curiosamente, otras dos Talkinq has experimentado, la Gran Matriarca Nardhu y Dhi, lo siento por ti, porque esto no será nada agradable… Pero todo lo que ha pasado es culpa mía, esto es algo que debería de haber hecho hace tiempo, debí de hacerlo cuando te dije quién era de verdad… dado que vas a estar a mi lado…
Antes de que Mina fuese capaz de reaccionar, el poder de Val se desplego al instante alcanzándola y derribándola de su asiento. Estaba intentando recuperarse y reincorporarse cuando tuvo sentado a Val sobre su estómago, con sus manos rodeando su cabeza… Instintivamente Mina intento alcanzar sus armas y convocar su poder, se quedó paralizada al escuchar lo siguiente que Val susurro, más para él que para que ella lo escuchase…
- Lo siento Mina, pero si vamos a estar juntos necesitas saber lo que significa ser como yo… o como alguien que tiene tu poder…
Como en su momento hiciese con Nardhu y Dhi, Val le mostro sus vivencias, Mina fue capaz de sentir como él, de pasar por mucho de lo que pasó, de vivir los miles de años que el vivió, con su agonía y sufrimiento, el descontrol de su poder. Con la presencia de Z’mall, el llamado Dios Loco, dominándolo, tratando de enloquecerlo, su lucha contra él o su poder a lo largo de dos mil años de lucha sin cuartel, las batallas, toda la sangre derramada durante su locura mientras al veía todo lo que ocurría sin poder hacer nada… Todo el horror de esos milenios… Como en el caso de sus dos antepasadas, todo esto fue excesivo para ella, quedo inconsciente durante dos días completos, con Val esperando pacientemente a que su mente regresase, a que reaccionase, pero contra lo que era incierto en Nardhu y Dhi, lo tenía por seguro con Mina, precisamente debido a su poder Oscuro. De algún modo, sabía que debido al poder de Nakriss, Mina no se perdería… Cuando se recuperó, aun estuvo un día completo rehuyendo a Val, luego… por fin se decidió a enfrentarlo…
- Todo lo que me has mostrado era tu vida, ¿no?
- Sí, todo, antes de ti solo dos personas vieron eso…
- ¿Cómo has podido vivir así Val? No sé si yo hubiese podido…
- Porque no podía morir Mina, por eso, porque era inmortal. O más bien, porque tras mi muerte física, mi cuerpo se regeneraba y mi alma regresaba de nuevo para habitarlo como has podido ver y sentir varias veces… No tenía opciones de hacer otra cosa…
- ¿Quieres decir que ahora…?
- No lo sé Mina, sinceramente no lo sé.
- Pero…
- Pero como te digo, no tengo ni idea… -evito cuidadosamente el hecho de que ella ahora estaba unida también a él en esa misma espiral de seguir aun siendo “inmortal”, y mucho se temía, o más bien, estaba prácticamente seguro de que aquello no había desaparecido.
- Lo de Colgsar…
- Lo de Colgsar ha sido lo habitual en Vhaalzord cuando lanzas a los Khulgan contra alguien o algo Mina…
- Pero siempre has podido controlarlos bien… -la interrumpió.
- En campo abierto Mina, en campo abierto. Si los lanzas contra una ciudad cerrada por murallas, eso es lo que ocurre, excepto que ataque con unos pocos únicamente y al estar a su lado pueda estar pendiente de lo que hacen en todo momento. Pero esto es una guerra, y cuando Vhaalzord cabalga… -Mina continúo.
- Cuando Vhaalzord cabalga los muertos le siguen por miles… y quizá las leyendas no se refiriesen precisamente a un ejército de Guerreros Khulgan… -susurró, y por su parte, Val no quiso sacarla de su error.
- Eso es Mina, eso exactamente, lo que acabas de decir, un ejército de Guerreros Khulgan. En campo abierto luchan contra otros soldados que se defienden, van armados y mueren. En una ciudad, toda ella es la que se defiende tras sus defensas, y cuando penetran las murallas, todo lo que haya tras ellas forma parte de sus enemigos… por ello, también mueren…
- Pero tú puedes… -Mina pareció alterada, Val la cortó en seco.
- No Mina, esa es la cuestión, ¡¡¡que yo no puedo!!! Así son los Khulgan, y así se comportan, es su propia naturaleza… Si Vhaalzord cabalga, los Khulgan lo harán con él por miles, y ese será el resultado… un rastro de cadáveres a nuestro paso…
- Pero en nuestras tierras, las leyendas del que Cabalga con los muertos… allí no es así, nunca ha sido así… solo has destruido pueblos cuando… -Val la interrumpió.
- ¿Aún no lo comprendes Mina?, campo abierto… sin ciudades… sin murallas de piedra. En las llamadas Tierras Salvajes, como mucho los campamentos tienen una empalizada, y son más para evitar los depredadores que por motivos realmente defensivos. Los Khulgan pueden romperlas lanzando contra ellas a los Hrull o golpeándolas con sus armas… por algún motivo, no lo consideran igual que las ciudades amuralladas, se comportan con si estuviesen en campo abierto. Puedo hacer que solo maten a quienes se les enfrenten… pero allí, hasta las mujeres, los ancianos e incluso muchas veces los niños luchan… por eso algunas masacres fueron inevitables…
- Entiendo…
- Pero no era eso lo que quería mostrarte…
- ¿No? –lo miró sorprendida.
- No. Veras, entiende que cuando se usa tal cantidad de poder como para usar tantos Guerreros, poco a poco este te embriaga, te somete a un grado impensable de euforia… hasta que al final pierdes el control de ti mismo y te sumerges en la batalla, en la sangre que se derrama queriendo más de esta. Con el poder Oscuro de Nakriss, eso es muchísimo peor, te lo garantizo, a mí me cuesta mucho más dominarme… y llevo miles de años haciéndolo…
- ¿Y qué?
- Nada, en cualquier otro nada Mina, pero en mí, o ahora mismo en ti, con el poder que tienes y la capacidad para usarlo que reside en tu interior también estas sometida a ello. Si en plena batalla te dejas arrastrar, entraras en una espiral de sed. Tendrás sed de emociones, de lucha y finalmente… terminaras nadando en sangre porque toda te parecerá poca. Da igual que sean Khulgan, Lobos Espectrales o ratones de campo... si entras en una espiral embriagadora de poder… al final… perderás el control y harás lo que no desearías o jamás harías conscientemente.
- Yo… yo… -tragó saliva-. ¿Es lo que te pasó en Colgsar?
- No, para nada Mina, eso lo disfrute… para nada perdí el control en ningún momento -le miró con horror.
- ¿Te sorprende tras lo que viste de mí? Más de dos mil años sin sentimientos Mina, haciendo las cosas solo por conveniencia, que no por convicción… Mis manos están manchadas con millones, decenas de millones de muertes a lo largo de estos miles de años, puede que incluso más. Entiende que para mí veinte mil, treinta mil o cien mil más, solo son un número que sumar a la larga lista, de hecho podría pasar todo este conteniente a sangre y fuego sin inmutarme lo mas mínimo. Lo que quiero que comprendas, es que tú eres mi escudo contra ello, durante nuestros viajes, tu presencia a mi lado es lo que me ha contenido de matar, y no digo como ejecutor, sino de despertar a Vhaalzord en más de una ocasión en que me han contrariado o atacado gravemente…
- Y yo he tenido que pedirte que lo sacases de nuevo a la superficie… -murmuró-, lo siento Val, yo no sabía…
- No pasa nada Mina, si lo has comprendido todo, bien esta… -alcé la vista al cielo, mirando las estrellas-. Siento lo del Bebe en Colgsar, fue innecesario del todo hacerlo… aunque sí creo que te hizo reaccionar…
- Si, ciertamente lo hizo, aunque eso no te exime de que fuiste un auténtico hijo de puta con aquello… pero ahora al menos, entiendo el porqué, aunque te costara que te perdone eso…
- Bien… vamos a dormir… y trata de descansar, ¿vale?
- Si, lo haré… aunque tengo muchísimo en que pensar.
Val vio como Mina se retiraba a sus mantas de nuevo, como se tumbaba, se colocaba de lado con la cabeza contra la silla de montar. Estuvo así, quieto durante más de dos horas, con la mirada fija en ella, sabiendo que no dormía, que Mina estaba pensando en todo lo que habían estado hablando. Val no se retiró a sus propias mantas hasta que no estuvo seguro de que Mina por fin se había quedado dormida… A la mañana siguiente…
- Y bien Val, ¿cómo vamos a hacerlo ahora…?
- Seguiremos con el plan original, nos moveremos por la frontera de la Hermandad, pero Vhaalzord cabalgara de nuevo por estas tierras…
- Pero no dijiste… -se puso pálida al pensar en lo que podría significar eso.
- Sí, pero lo haremos de modo que no nos veamos obligados a atacar ninguna ciudad, pero tú no quiero que te separes de mi lado para nada. Si te alteras entraras a luchar, si lo haces deberás de aumentar tu poder y eso te excitara, lo que me obligara a mí a hacerlo también porque tendré a mi vez que entrar para protegerte y controlarte… lo que… -se encogió de hombros sin terminar la frase.
- Entiendo… y podrías llegar a descontrolarte, ¿no?
- Si, sería difícil pero si, además te recuerdo que estamos tras Shargon… es decir, Z’mall, un… -me interrumpió.
- Lo sé, me lo explicaste, uno de los magos más poderosos de la Raza Arcana. Lo siento Val, ni por un momento pensé en el peligro que representaba, te prometo no me separare de ti y si aparece estaremos ambos juntos para hacerle frente… yo te cubriré las espaldas…
- Entonces perfecto, y Mina, créeme si te digo que me siento tanto más seguro, como mucho más tranquilo de saber que tú me las estarás cubriendo durante nuestro viaje y los enfrentamientos que tengamos. Pero no te distraigas ni te fíes de nada, ni de nadie, recuerda que ya nos puso al borde de morir ambos una vez por descuidarnos –aunque sabía de sobra que el único culpable había sido yo.
- Lo sé, te prometo que procurare no ser ningún lastre para Vhaalzord…
- Nunca lo serias Mina, pero si quieres que todo esté bajo un absoluto control, debes de ayudarme a poder “despreocuparme” de ti…
- ¡¡¡Prometido!!! –alzó la mano en señal de juramento, provocándome la risa al ver el gesto.
Por fortuna había sido ella misma la que viese el potencial peligro si Z’mall nos atacase por sorpresa y yo no estaba en mi mejor forma, con todo bajo control, esa era otra de las lecciones que quería que entendiese cuando atacamos Colgsar, en lo que podría suceder si en una situación similar éramos atacados por Z’mall, hasta qué punto podía ser peligroso que se descontrolase todo el asunto, y en especial los Khulgan. Solo esperaba que esto de Mina no fuese solamente un espejismo, aunque por otro lado, yo era el primero en ser consciente de que eso de controlarse, era mucho más fácil de decir que de hacer, y especialmente en los primeros momentos en que tanto poder te embriagase, como era el actual caso de Mina, yo llevaba luchando contra eso milenios, ella, únicamente un par de meses escasos… Por eso tenía que buscar el modo de que me permitiese entrenarla, y debía de querer hacerlo por iniciativa propia para que funcionase.
Durante casi una semana avanzamos rápidamente por los límites de la frontera de la Hermandad, arrasamos todos y cada uno de los puestos de soldados en una franja de más de treinta kilómetros de anchura. El último día de estos, un ejército salió a nuestro encuentro, nuestros pájaros nos los mostraron un día antes de que tropezásemos con ellos, eran unos trece mil soldados de infantería con unos tres mil jinetes, y se encontraban estacionados en la entrada de un fértil valle, justo en la salida de la llanura por la que transitábamos en esos momentos. Mina me advirtió de la presencia de más tropas en nuestros flancos, al menos teníamos cinco mil hombres más por cada lado, unos cuatro mil infantes y mil jinetes, que posiblemente según creyesen permanecían ocultos de nosotros. Ellos serían las puertas que nos cerrarían cualquier posible retirada una vez estuviésemos ante el grueso de sus fuerzas…
- ¿Qué vamos a hacer Val?
- Lo más normal en estos casos, caer en su trampa, por supuesto…
- ¿Cómo? –se giró sobresaltada en la silla para mirarme.
- Claro Mina, nos presentaremos ante sus fuerzas principales, lo que hará que pongan su trampa en marcha y todos ellos salgan al descubierto, no tengo ganas de estar buscando donde se ocultan…
- Quiero un Ala de Guerreros –dijo muy seria.
- ¿Perdona?
- Vas a enviar a los Khulgan tanto contra el grupo principal, como contra los dos que nos flanquean y tratan de encerrarnos, ¿verdad?
- Pues claro que si…
- ¿Con cuántos Guerreros contra cada uno Val?
- Pues… Oye Mina, ¿qué tiene esto que ver con lo otro que me has dicho…?
- Por favor, contéstame la pregunta…
- Pues no sé, cálculo que unos cinco o seis mil Guerreros con diez o doce magos para el grueso, y unos mil Guerreros con al menos tres magos por cada uno de los otros grupos… ¿Por qué?
- Porque quiero el mando sobre los que se enfrenten a uno de esos grupos… -me miro muy seria, haciendo que respingase ante la simple idea-.
- Oye Mina, que se supone que debes de ayudarme a no preocuparme de ti, que…
- Si lo haces así y confías en mí, te prometo no ponerme en peligro. Me mantendré tranquila y serena, pero por favor, creo que necesito hacer esto para poder entender lo que pasa con los Khulgan…
- Está bien… así será, pero recuerda tu promesa…
- Lo hare, no te preocupes…
- De acuerdo… venga, hagamos saltar la trampa –Val golpeo los talones en los ijares del caballo para avanzar más rápido.
A Val no le hizo la menor gracia la petición de Mina, pero si quería que fuese su pareja, había cosas en las que debería de confiar en ella, y esta desgraciadamente, sería una de ellas. Fue consciente del momento en que las fuerzas de sus flancos se pusieron en marcha para cercarlos y que no tuviesen donde escapar en cuanto se encontrasen con el grueso de su ejército. Tardaron solo cuatro horas en llegar al punto crítico, fue entonces cuando convoco a los Magos Khulgan y estos a los Guerreros, estuvo tentado de reforzar el grupo de Mina con al menos mil Guerreros más, pero desistió, sabiendo que eso la enfadaría y con ello no demostraría el menor signo de confianza en ella. Vio partir ambos grupos, pero el de Mina con especial preocupación… más que nada, porque era plenamente consciente aunque nunca lo hubiese pensado tranquilamente, de que como a ella le pasase algo, más le valía a quien fuese rezar por no caer en mis manos, y en ese momento era todo el continente quien debería de echarse a temblar… porque si la perdía era más que capaz de arrasarlo por completo a sangre y fuego…
Eso sí, Val mantuvo en el aire dos Halcones Azules con la dedicación exclusiva de vigilar ese grupo concreto… algo que evidentemente no paso desapercibido para Mina, pero que contra lo que cualquiera pudiese suponer, no la enfado en absoluto, sino que provoco que una sonrisita de satisfacción asomase a sus labios cuando los identifico… Luego se puso totalmente seria, avanzando con los Khulgan contra las confiadas tropas que avanzaban hacia ellos sin saber lo que se les venía encima… Cuando Val convoco a los nuevos Khulgan y estos estuvieron a corta distancia del enemigo, se deshizo de todos los conjuros de ilusión, por lo que ahora, cualquiera que los viese, sabría perfectamente lo que se les venía encima, como así ocurrió…
Prácticamente al mismo tiempo, en tres lugares diferentes, los Guerreros Khulgan cargaron entre alaridos de batalla contra unos más que aterrorizados soldados, que lejos de presentar un frente organizado y hacer caso a sus oficiales, únicamente pensaban en huir de la pesadilla que avanzaba hacia ellos. En el cuerpo principal, apenas ochocientos de ellos mantuvieron su formación, aunque eso sí, sus manos temblaban por el terror que sus corazones sentían al ver a todos aquellos “demonios” avanzar contra ellos. El primer encontronazo destrozo la frágil línea, los Hrull destrozaron a los hombres con los que chocaron, sus dientes y garras abrieron profundos surcos en sus armaduras, más de uno termino devorado por las monturas de los Khulgan, aumentando así el terror de los que lo vieron.
Unos Ocho mil Guerreros y Magos Khulgan se enfrentaron a un total de aproximadamente veintiún mil infantes y cinco mil jinetes, no más de cien de los primeros y treinta de los segundos lograron salir vivos de allí, y solo porque tanto Val como Mina decidieron seguir adelante sin permitir a los Guerreros rematar a los que estaban heridos únicamente, que fueron casos muy aislados. Durante los dos días siguientes a la batalla Mina permaneció muy pensativa, ante la pregunta de Val de que era lo que le ocurría, ella simplemente le indico, que por fin empezaba a entender de verdad lo que había querido decirla sobre los Khulgan, que por cierto, si a estos los llevaba bien, la verdad es que lo de los Hrull era superior a la pobre, era verlos y darle escalofrió tras escalofrió a lo largo de toda su espalda.
Al tercer día tras la batalla, una Mina preocupada quiso hablar con Val, pero hablar los dos tranquilamente sentados, y no avanzando al veloz ritmo que llevaban. Val acepto el hecho dada la cara de seriedad con que esta se lo pidió…
- ¿Qué pasa Mina?
- Tus Halcones te han mostrado lo mismo que a mí, ya no hay más guarniciones aisladas, desde aquí nos vamos a encontrar aldeas y poblados de relativa importancia y bastante habitados, los soldados estarán mezclados con la gente… No podemos lanzar alegremente a los Khulgan contra ellos como hasta ahora, no quiero una nueva Colgsar…
- Lo sé, lo he visto también, y es un problema…, pero creo haber encontrado la solución, empezaremos a viajar de noche, eso hará que podamos lanzarlos exclusivamente contra las casas donde se alojen… Además, cuando se meten soldados entre población hostil, se suele desarmar a esta, con lo que difícilmente ningún campesino podrá armarse cuando ataquemos y dudo mucho que caigan muchos inocentes en nuestros ataques.
- Sí, eso también lo había pensado yo, pero creo que hay otra posibilidad que nos asegure que nadie toqué un arma aun en caso de que las tuviesen… o por lo menos, la menor gente posible… -dijo con un leve tono de rubor en su cara, lo que sorprendió a Val…
- Bien, ¿y qué piensas hacer exactamente?
- Bueno veras… es muy posible que tu no lo hayas escuchado nunca, porque es algo que se dice, pero que no se incluye en las leyendas de “La Bruja Roja”, dicen que esta algunas veces, manda mensajeros alados para avisar de calamidades, ataques de bandidos, batallas en el futuro, etc., para que la gente pueda ponerse a salvo o saber que debe de hacer –para ese instante ya estaba colorada como un tomate-.
- Entiendo, de modo que aprovechándote de tu propia leyenda puedes avisarles para que no toquen ningún arma si los soldados son atacados, ¿no? –dijo un Val que la miraba divertido y con evidentes síntomas de estar aguantándose la risa-.
- Sí, eso mismo, si yo les avisase, posiblemente nadie o casi nadie movería ni un dedo…
- De acuerdo hazlo, ¿Cuántos días necesitaras?
- Un par, con eso será más que suficiente…
- Esperaremos tres días antes de volver a ponernos nuevamente en marcha, úsalos para alertar a todas las aldeas que puedas de nuestra… “visita”.
- ¡¡Ohhh!!!, no hará falta tanto, con advertir a cuatro o cinco bastara, el resto del tiempo es para dar tiempo a que se corra la voz, y cuando lleguen noticias de lo ocurrido más al Sur si es que no lo han hecho ya… créeme que harán caso…
- Pues entonces perfecto.
Mina como antes de conocer a Val ya hiciese multitud de veces, empleo a pequeñas aves para transmitir sus advertencias, todas ellas hablaban con algún habitante de las aldeas mientras estaban envueltos en un halo rojizo que les marcaba con mensajeros de su señora. La Bruja Roja era una leyenda, pero una leyenda de la que nadie tenía dudas de que era real y recorría el mundo, por lo que cuando esos mensajes empezaron a llegar, para poco después también alcanzarlos las noticias de todo lo acontecido por el sur, nadie se los tomo a broma. Especialmente por el mensaje que estas transmitieron de parte de su señora…
Más tarde diría la leyenda sobre estos hechos, que las aves advirtieron a los honrados, que un ser mítico, un ser de cuento cabalgaría por sus tierras matando a todo el que se opusiese a su marcha, pero respetando a aquellos que simplemente, inclinasen su cabeza en señal de respeto si tenían la mala suerte de cruzarse en su camino. Los Bardos y los Arpistas luego cantarían que los pájaros dijeron…
“La Bruja Roja junto a Vhaalzord el Nigromante cabalgaran vuestras tierras, y los muertos irán con ellos. No alces tu mano o morirás, inclina tu cabeza en señal de respeto y vivirás”
Las leyendas contaron que durante semanas, por toda esa región cabalgaron los muertos, pero que gracias a la “Bruja Roja” que les advirtió nadie resultó asesinado a sus manos, excepto los soldados e invasores que les maltrataban, vejaban y robaban… Los soldados alzaron sus armas mientras que la gente honrada inclinaba la cabeza en señal de respeto y como tal, fueron a su vez respetados, mientras que los otros, fueron despedazados. Tras esto la Leyenda de La Bruja Roja se incrementó, y los cuentos sobre Vhaalzord comenzaron de nuevo a relatarse en las ferias o las fiestas… De un modo u otro, ambos personajes terminaron quedando en años muy posteriores, cuando gran parte de los que vivieron esos hechos ya habían muerto, entrelazados entre sí, al punto que era difícil saber dónde empezaba uno y terminaba el otro…
Lo cierto es que dijese lo que dijese la leyenda, algunos muertos sí que hubo, especialmente porque el miedo es libre. También estaba eso de que encontrarse con un Khulgan y ponerles el cuello franco en señal de respeto, es más fácil pensarlo que cuando lo tienes frente a ti hacerlo, pero pocos fueron los que trataron de defenderse, los más, corrieron huyendo, lo que fue igual de efectivo pues afortunadamente, casi se podría decir que ni con un mísero cuchillo contaban y los Guerreros Khulgan simplemente los ignoraron. Sin embargo, también es cierto que quienes más cumplieron con lo pedido por la Bruja Roja fueron las mujeres con los niños, cuando se encontraban con los Khulgan, aun muertas de miedo, ellas si tuvieron la suficiente sensatez como para hacer caso de la advertencia y obligar a los pequeños también a hacerlo… viendo de reojo como pasaban, incluso en ocasiones casi rozándoles, aquellos seres de pesadilla en sus aun mas terroríficas monturas sin hacerles el menor daño ante su muestra de respeto tal y como dijeron los mensajeros de la Bruja, incluso alguna contó después que pudo ver a la propia Bruja envuelta en su halo rojo y al Nigromante, cabalgando ambos a su cabeza…
CONTINUARA