Crónicas de Vhaalzord - Libro 23 - 2

Mina esta medio descontrolada debido a la enormidad de su propio poder, por ello Val decide concederle una petición envenenada… Vhaalzord el Nigromante cabalgara nuevamente como hiciese antaño

CRONICAS DE VHAALZORD

Libro - 23

Capitulo- 2

Si Val puso en el cielo un par de Halcones Azules con el fin de estudiar al “ejercito” que se acercaba a Filestra, Mina decidió hacer lo propio con un Azor Rojo, una especie de Ave de presa procedente de las Montañas del Norte, de la región de la 18º Aldea de las Talkinq. Cuando tuvieron localizado al ejército en marcha en dirección hacia la ciudad, ambos se sorprendieron con su tamaño y disposición, pero especialmente Mina.

  • Sinceramente, no los entiendo… Apenas distinguimos 2000 hombres, debe de ser un error nuestro, y además fíjate bien, se están separando en grupos pequeños por diferentes caminos… No lo comprendo…
  • Uhmmm… Creo que yo si tengo una leve idea de lo que están haciendo en realidad, y no puede ser más… “ocurrente” desde luego.
  • Pues si me lo explicas… porque está claro que con ese número de soldados no van a tomar una ciudad como Filestra, y mucho menos con ese equipamiento tan ridículo… Es que no parecen ni tropas, son más una panda de vagabun… -abrió los ojos con sorpresa.
  • Exacto Mina, ellos no piensan atacar la ciudad, ya que esperan que les abran la puerta norte para que entren. El grueso de la guarnición, una vez estén dentro, serán cogidos por sorpresa mientras duermen en sus barracones, después de eso y junto con los hombres del Gobernador que ya estén dentro en estos momentos, se ocuparan de los soldados de guardia en puertas y murallas… Tras la hecatombe, posiblemente muchos se unan al gobernador para poder seguir vivos…
  • Y avanzando de este modo, tan separados y en grupos, no dan la sensación de ser ningún peligro…
  • Eso es, la única sensación que dan, es la de que la guarnición tendrá que reforzar las patrullas de la zona de locales de la ciudad para evitar escaramuzas y peleas, que en realidad, no es nada nuevo para ellos y de paso provocaran una mayor dispersión de la posible oposición interna de estos… Como ya he dicho, un plan muy inteligente…
  • Podríamos avisar al capitán de la guarnición que hace las veces ahora de gobernador, y que les estén esperando cuando lleguen, podrían emboscarles y terminar con ellos sin que intervengamos…
  • Sí, pero no quiero riesgos, no sabemos cuántos hombres tenía en la ciudad el gobernador, tienen que estar buscándolos en este momento. Si ese pequeño “ejercito” no aparece, ellos no se levantaran, trataran de escapar por la cuenta que les trae, porque si no lo hacer, saben que el Capitán, que no es nada tonto, antes o después dará con ellos.
  • Supongo que avisarías de algún modo a Lord T’ldord, ¿no?
  • Por supuesto, nada más salvar la situación con el gobernador le envié un Halcón Azul con una pequeña nota… Creo que no tardaran en llegarles refuerzos a la guarnición de la ciudad, puede que incluso más de los que esperan…
  • La Orden… supongo…
  • Si, y el propio Lord T’ldord mas que probablemente…
  • De acuerdo, ¿y ahora que hacemos?
  • Pues por supuesto, matarlos… -señalo en dirección a los infelices que se acercaban.
  • Pero creo que podríamos hacerlo de otro modo diferente al que creo que tienes pensado que empleemos… -sonrió Mina con malicia.
  • ¿Cuál? –pregunto intrigado Val.
  • Convoca a los Khulgan, ponlos bajo un hechizo de ilusión para que parezcan tropas de Filestra y haz que porten estandartes de la Hermandad cuando ataquen… De este modo los eliminaremos y además daremos la impresión de que la Ciudad cuenta con fuerzas más numerosas de las que en realidad existen tras sus murallas. Eso les dará tiempo a llegar a los refuerzos y así mantenemos a la Hermandad controlando esta zona…
  • Muy inteligente, y si Mina, es sin duda mucho mejor que mi propio plan, pero entonces, mientras yo me ocupo de los conjuros y las invocaciones, tu deberás de ocuparte de la parte de la “información”, necesitamos poder localizar con total precisión cada uno de los grupos de “soldados”.
  • No hay problema, totalmente de acuerdo contigo –dijo con un brillo muy especial en los ojos-, venga, pongámonos en marcha…

Tal y como lo habían planeado, Val se encargó de ir convocando a los Khulgan con su sistema habitual, el a los magos y estos accediendo directamente a su fuente de poder, al resto de los Guerreros. Mientras, Mina empezó a desplegar Azores Rojos para vigilar a los diferentes grupos, para de ese modo saber, cuando y a quienes atacar primero. Val distribuyo a los Khulgan en cinco Grupos que constaban de dos magos y cien Guerreros, Mina y él se quedaron con uno de ellos, concretamente con el que avanzaba en el centro de la formación. Las órdenes de Val fueron claras y simples, matar a todos los soldados… Mina, pensativa según avanzaban, se dirigió a Val curiosa…

  • Oye Val, ¿Por qué convocas primero a los magos de los Khulgan?
  • Pues porque me es más cómodo controlar únicamente a diez de ellos, y que sean estos quienes llamen a los Guerreros, estos siguen bajo mis órdenes, pero no tengo la necesidad de controlarlos.
  • Entiendo, es lógico…
  • ¿Pasa algo? –pregunto preocupado Val.
  • No, es que solo trato de entender todo esto de los Guerreros Khulgan que tu llamas. Oye, una cosa -le miró fijamente-, ¿tú puedes convocar mayor cantidad de Guerreros que estos de ahora, no?
  • Si, de querer podría hacerlo, si, muchos más de hecho… ¿Por qué?
  • ¿Y porque no lo haces, no sería más sencillo así?, contra mas haya más fácil nos resultara…
  • No, no es así de simple Mina. Los Khulgan son Guerreros, e incluye en esa apreciación a sus magos también, cuando les llamo, es para que luchen por mí, y hasta lo que yo sé, a ningún guerrero le gustan las batallas fáciles o simples, de modo, que procuro que cuando tengan que pelear por mí, tengan batalla por delante, y por otro lado, si algo si se dé cierto, es que a los Khulgan, les gusta mucho la pelea. No sé si me he explicado…
  • Si, perfectamente. Ahora mismo hay una proporción general de soldados con respecto a los Khulgan de aproximadamente 3 a 1, lo que les da una buena perspectiva de batalla y de matar… Tú procuras darle lo que ellos desean cuando los llamas…
  • Básicamente si, así es como lo hago… según las circunstancias de cada caso…
  • Entiendo… Bueno… pues vamos entonces a por esos… soldaditos…

Mina azuzó a su montura poniéndola al trote y situándose en cabeza del grupo. Pero para mi sorpresa, lo mejor del caso es que los Khulgan reaccionaron a ello, aumentaron también la velocidad, únicamente mantuvieron mi paso uno de los magos y seis de los guerreros, que supuse serian mi escolta, incluso el enorme Jefe de ellos, se emparejo con Mina, que le… sonrió. Una hora después, tuvieron el primer encontronazo con el grueso del grupo enemigo al que nos enfrentábamos, unos 250 hombres y al menos tres magos… Fue algo interesante de ver… Pero tras esto por fin mi plan para “enseñar” a Mina, estaba en marcha, esta aunque no se diese cuenta, se estaba metiendo ya en plena espiral por culpa de su magia y de la cantidad de poder que le estaba obligando a emplear constantemente…

Cuando ambos grupos se vieron, Mina con los Khulgan ya estaban terminando de desplegarse en dos líneas compactas, listos para cargar contra el enemigo, que empezaba a tomar posiciones a toda prisa ante lo que se le avecinaba… Los estandartes de la Hermandad ondeaban entre nosotros, con lo que la situación no dejaba lugar a dudas… Los magos detectaron de inmediato que nuestro grupo estaba cubierto por un conjuro, supongo que antes si quiera de tratar de averiguar de qué se trataba, decidieron que daba igual y que lo importante era anularlo, así que se esmeraron en ello, “consiguiéndolo” con relativa facilidad... para su desgracia. Como ya dije en alguna ocasión, el que te destrocen un conjuro no es nada divertido, este en concreto me dolió, claro que nada comparado con lo que les ocurrió a ellos…

Sus magos lanzaron varios contra conjuros para deshacer el mío, cuando este cayo, los soldados rielaron, así como sus caballos y los bellos estandartes, en su lugar, vieron que lo que se les estaba echando encima eran Guerreros Khulgan montados sobre sus Hrull, así como a la Bruja Roja entre ellos, esta última envuelta en un aura rojizo que la enmarcaba perfectamente. Como siempre he dicho, si hay algo fácil de reconocer en cuanto se ven grabados o se escuchan mis leyendas, es un Khulgan con sus adorables monturas, podéis suponer el desbarajuste que se formó en el grupo contrario al verlos galopando hacia ellos, agitando sus armas en las manos a menos de cuatrocientos metros… Fue un absoluto sálvese el que pueda, cada uno de los adversarios intento escapar por su lado, el resultado fue una masacre, no una batalla. Cuando todo acabo, Mina estaba exultante, completamente ebria de poder, con su espada en su mano, chorreando sangre por su hoja… Pese a ser parte de mi plan, tuve que ponerme serio con ella para que se controlase y aflojase un poco su “emoción”, pues aun no era el momento…

  • Queridísima Mina, ¿te puedo hacer una preguntita? –preguntó Val en tono socarrón.
  • Si claro –miró a Val un poco desconcertada.
  • ¿A quién se supone que vamos a interrogar ahora por si esto era cosa de Shargon? Los habéis matado a todos… -hizo un amplio gesto, señalando a los adversarios, todos muertos.
  • Esto… bueno, creo que no hay problema, seguramente no tenían nada que ver… además se opusieron con mucho empeño… -contesto totalmente ruborizada y dando unas explicaciones a cual más peregrina.
  • Claro que no, era del todo imposible que estuviesen con Shargon… sobre todo porque ahora que no podemos preguntárselo… -la miraba divertido.
  • Bueno, digo que tú también podías haber dado orden de que capturasen a alguien vivo, ¿o no? –se enfadó.
  • ¿Te refieres a después de que acelerases el ritmo y empezases a darles órdenes por tu cuenta a los Khulgan…? -lo que Val no dijo, es lo sorprendido que se quedó de que estos la obedeciesen a la primera.
  • Lo siento, es que… bueno… pensé que… yo Val… lo siento…
  • Mina, con calma, cuando te digo que controles tu poder, no me refiero únicamente a la cantidad que uses o a su caudal… La magia de Nakriss puede resultar embriagadora, también debes de controlarte a ti misma…
  • Pero a ti no parece afectarte eso que dices… -se puso de nuevo a la defensiva.
  • Si lo hace, pero yo llevo controlándome más de dos mil años para no enloquecer por culpa del Dios Loco… y tengo también experiencia con las “borracheras” de poder… No son nada divertidas Mina, especialmente cuando puedes hacer mucho daño por su culpa…
  • Dices del tal Z’mall ese ¿no?
  • Si Mina, me refiero a Z’mall. Gracias a eso tengo muchísima experiencia en controlarme por mucho que me llame el usar más y más poder… Eso es algo que tu deberás de aprender, por las buenas, o por las malas, pero esto de hace un rato no debe de volver a pasarte más.
  • Está bien… ¿Qué hago para evitarlo?
  • Limítate a ser la Bruja Roja, solo eso, haz lo que hacías antes sin variar ni un ápice, tú eres maga, no una guerrera, tenlo siempre en cuenta…
  • Pero tú…
  • Yo si te fijaste, me quede detrás con unos Khulgan como escolta personal… y no soy yo quien les pide ese detalle. Puedo unirme a ellos llegado el caso, pero tengo claro que si les llamo, es para que en su mayor parte, la batalla la luchen ellos, yo soy el mago que debe de cubrir la parte mágica –lo cual sabía que no era para nada exacto, pero no me convenía que saliese a relucir.
  • De acuerdo, permaneceré cerca de ti e intentare controlarme…
  • Perfecto, no puedo pedirte más que eso… que lo intentes…
  • Bien, ahora sigamos… ¿podías por favor restaurar los conjuros de ilusión sobre nosotros?
  • Lo hice mientras hablábamos…
  • Pero si… -le miro sorprendida.
  • Creo que en su momento ya te dije que para hacer magia, no hace falta gesticular, eso es de cara a la galería para que quede bonito, pero no es necesario en absoluto.

Mina se hundió en sus pensamientos tras eso. Val por su parte indico a los magos Khulgan que les acompañaban que se encargasen que los restantes grupos se les uniesen en cuanto terminasen con sus respectivos enemigos. Lo cierto es que no tenía muy claro cómo se comunicaban entre ellos a tan largas distancias, supuso que sería una cosa parecida a los de él con Amaratha, pero lo único cierto, es que podían hacerlo. Una vez todos reunidos de nuevo trazo una ampliación de la ilusión de ser soldados de la Hermandad, solo que protegiendo esta vez el conjuro con defensas, un “error” que cometió antes al no hacerlo, y que no pensaba volver a cometer. Claro, que tampoco pensaba confesárselo a Mina, especialmente tras la charla que le había metido antes sobre “controlarse”, no jugar y estar pendiente de lo que se hacía en todo momento. De improviso, Mina…

  • Oye Val, he estado pensando, la mejor opción para llegar a los Bosques de las Tribus Mielar seria por el Norte del Continente. Desde aquí la ruta normal que seguiríamos de ir tras el Templo, seria cortando por medio, o bien manteniéndonos al sur de las Grandes Montañas, o bien cruzando a las llamadas Tierras Salvajes, ¿no?
  • Si, son las dos opciones más simples que tenemos…
  • Yo creo que no… pienso que tenemos otra diferente, quizá sea un poco más larga, pero puede que nos venga mejor para tus planes de reforzar el poder de la Hermandad en el continente…
  • ¿Avanzar por la costa en dirección Norte dentro de sus posesiones, y luego cortar directamente hacia los territorios Mielar? –dije, dando la ruta en la que ya había pensado seguir en el barco mientras nos acercábamos al continente.
  • Si, avanzaríamos por territorio teóricamente perteneciente a la Hermandad, mucho del cual ha sido tomado por otros… Si nos tropezamos con esos soldados, podríamos recuperarlo para ellos, y si lo hacemos bien, si no nos descubrimos, solo seriamos tropas de la Hermandad, puede que así no averigüemos mucho sobre Shargon, pero del otro modo tampoco es que tuviésemos muchas opciones, ¿no crees?
  • Si, tal y como dices, cruzando directos hacia el norte, difícilmente obtendríamos nada en claro sobre Shargon, nos lleva muchísima ventaja y posiblemente esté bien oculto… En este caso, si bien tardaremos mas en llegar al territorio Mielar, tenemos tiempo de sobra y el ocultarnos a simple vista de ese modo, podría resultarnos favorable.
  • Además andaríamos un buen tramo del camino por territorio teóricamente aliado –apuntillo Mina.
  • Si Mina, pero prepárate para derramar sangre, porque si avanzamos como dices, no será esta la última batalla que tengamos que combatir…
  • Por mi perfecto, y a los Khulgan no creo que les disguste según me dijiste, de modo, que por mí parte adelante con mi idea… -sonrió.
  • Pues nada, vamos a seguir la costa hacia el norte… -dije mirando a Mina y como su rostro se iluminaba al escucharme, sabiendo que no era consciente de en qué se metía con tanta ligereza.
  • ¿Quién será nuestro primer enemigo? –pregunto un pelín demasiado ansiosa Mina.
  • Oye Mina, con calma, vale, con calma…
  • Si, si, tu tranquilo, que me lo tomo con calma… ¿pero quién será?
  • Sí, eso ya lo veo, ya… con absoluta calma… Y no lo sé, eso ya se verá… -como presuponía, mis llamamientos a que se calmase, solo la enervaban más.

En realidad, no pensaba hacer lo que Mina se pensaba, con Z’mall ya me había confiado una vez y casi le había costado la vida a Mina, cosa que no se iba a permitir hacer más. No tenía intención de avanzar sobre seguro por territorio en exclusiva de la Hermandad, sino justo por la teórica frontera entre esta y sus, en esos momentos, invasores. El motivo era muy evidente, no tenía la intención de permitir que nadie pudiese, ni aun por pura casualidad, pillarnos por sorpresa con el océano a la espalda, que era un riesgo muy serio de avanzar como Mina pensaba que haría, por la costa. Pensaba ir avanzando sobre la teórica frontera de su territorio, de ese modo entre el Océano y nosotros nunca habría menos de cien kilómetros, más que suficiente como para poder replegarse o desplegarse de ser necesario en caso de emboscada, además, al ir por allí sabía que encontraría batallas con toda seguridad, y si quería que aceptase que le enseñase autocontrol iba a necesitar sangre para Mina, posiblemente, mucha sangre.

Los Halcones Azules de Val, le informaron de la presencia de pequeñas guarniciones a lo largo de todo el territorio de la Hermandad en los siguientes ciento sesenta kilómetros que había entre su posición, y la siguiente plaza fuerte de la misma. Todas esas fuerzas pertenecían al Gran Ducado de Colsigeura, una antigua familia noble muy poderosa que en cuanto tuvo ocasión, atacaron a sus antiguos reyes, matándolos y haciéndose independientes y con gran parte del territorio del antiguo reino, eso fue en la época del Gran Caos, en la que cayeron la mayor parte de los reinos del Gran Continente… Y según parecía, esa época tenía visos de estar retornando, o de que alguien desde las sombras, estaba sembrando las semillas para ello.

Con tan solo quinientos “soldados” y diez magos, éramos un tierno bocado para cualquier ejercito capaz de atacar el territorio de la Hermandad, especialmente si empezábamos a dar problemas. Cuando entramos por fin en el territorio ocupado al Norte de Filestra inicie las operaciones de “diversión” para los Khulgan. A lo largo de los principales caminos, habían establecido pequeños grupos de soldados de Caballera en número de entre veinte y treinta de estos con suficiente cercanía entre ellos como para ser un problema serio. De ese modo, controlaban las rutas para prevenir bandidos y posibles espías, así como el comercio por pequeño que este fuese en dirección a las plazas fuertes de la Hermandad por tierra. Estaban bien organizados ya que se podrían reunir en grupos mayores con relativa facilidad a la menor señal de emergencia. Para su desgracia, cuando aparecimos nosotros no tuvieron tiempo de nada, ya que dieciséis de estas ubicaciones fueron atacadas a la vez.

En todos los casos los soldados fueron eliminados, no se aceptó rendición ninguna, incluso los heridos fueron pasados a cuchillo por los Khulgan, y he de decir, que con aparente gran placer por su parte, aunque en realidad, lo que hicieron fue decapitarlos, pero bueno. Otro asunto fue Mina, a quien no le sentó muy bien la actuación que hicimos…

  • No hacía falta matar a los heridos… -le espetó colérica a Val.
  • Si, si hacía falta Mina, si voy a garantizar los territorios de la Hermandad durante un prolongado periodo de tiempo y considero que este es el mejor metido para ello, eliminar por completo a las fuerzas enemigas en imperativo.
  • Pero esto es un asesinato, esos… esos… -hizo un gesto con las manos en dirección a los Khulgan que nos rodeaban.
  • Khulgan, Guerreros Khulgan es su nombre…
  • Pues esos… han matado a gente que se había rendido y tirado sus armas Val, estaban desarmados, ¿lo entiendes?
  • Lo entiendo perfectamente Mina, esto es una guerra que empezaron ellos. Has visto pueblos enteros quemados desde que salimos de Filestra, muchos de sus habitantes fueron asesinados y la mujeres violadas por esos “pobres soldados”, de modo, que si Mina, si, lo entendí perfectamente, en ambos casos, quien parece que no entiende lo que hacemos, eres tú.
  • Pero tú eres Vhaalzord el Nigromante, tu solo nombre provoca pánico… no hacía falta todo esto… si fueses tú de verdad…
  • Si, tienes razón, yo soy Vhaalzord el Nigromante ¿Y qué quieres Mina, dime? –la pregunta fue en un tono de voz tan serio, que Mina debió de haber sospechado que allí había más de lo que parecía, pero digamos, que en esta ocasión, el árbol, no le dejo ver el bosque.
  • Pues que seas tú, que te muestres, que te teman y evites todo esto…
  • Así que quieres que dejemos este estúpido juego que tú misma propusiste de aparentar ser la hermandad y cabalguemos de verdad bajo mi bandera… ¿pero tu estas segura de que entiendes lo que sería hacerlo de ese modo, igual que en mis principios, verdad?
  • Peor que esto no creo que pueda ser…, prefiero que seas tú quien cabalgue, al menos haremos menos daño… el terror se extenderá y esto cesara…
  • No sabes lo que me estas pidiendo, no tienes ni idea de ello… me parece que te estas dejando llenar por todas esa edulcoradas leyendas mías de hoy en día… Eres Talkinq, quizá debiese de prestarle más atención a las de tu pueblo que a las de todos estos reinos “civilizados”.
  • Sí, sí que lo sé, como bien has dicho, soy Talkinq, crecí escuchando las historias sobre ti… sobre “el que cabalga con los muertos”… claro que lo se… -Val se la quedó mirando muy fijo, sus ojos se volvieron totalmente negros, luego asintió levemente.
  • Está bien, si tú crees que lo sabes adelante… dejaremos las sutilezas…, será y tal y como “tú” me pides… Vhaalzord el Nigromante cabalgara de nuevo por estas tierras para pacificarlas… Pero recuerda bien esto, este instante, porque lo que sucederá en los próximos días es lo que tú me has pedido –tras eso Val se cubrió la cara con la capucha de la Capa, dejando su rostro en la sombra, luego cruzo la sobre tela para cubrirse la boca con lo que únicamente se veían sus negros ojos, y avanzando hasta la cabeza de la columna tomó directamente el mando por primera vez.

Lo cierto es que Val sabía perfectamente que no había necesidad de lo que estaba a punto de hacer, podrían haber seguido ocultándose tras su disfraz, emplear su magia y aterrorizar a todo el mundo aun sin mostrarse como antaño, pero visto lo visto con Mina, y que esta parecía no darse cuenta de verdad de lo que suponía ser “Vhaalzord”, iba a darle una enorme ración de “vía dura” en los morros. Por eso estimo que posiblemente, era el mejor momento y puede que incluso el menos sangriento en un futuro cercano para demostrárselo de forma… “practica”, y de paso, mostrarle un ejemplo práctico de lo que ocurriría si alguien como ellos entraba en una espiral de abuso de poder, la famosa borrachera.

Mina tenía un poder similar al suyo, era ahora muchísimo más poderosa de lo que nunca fuese, y en ella notaba con fuerza ciertas particularidades que había padecido el mismo en el pasado. No es que fuese exactamente igual, pero las sensaciones de ebriedad por culpa del enorme poder, la forma de empezar a perder el control, eran excesivamente similares como para no querer que Mina lo entendiese cuando llegase el momento, y ahora tenía una oportunidad de mostrárselo por la vía dura en cabeza ajena, ya llegaría el momento de hacerlo en la suya propia. En esta ocasión el seria el culpable directo, pero sabía que antes o después en este viaje encontraría la ocasión de que la culpa recayese íntegramente sobre ella.

Tan solo dos horas después de la discusión con Mina, Val cambiaba de repente la dirección del grupo, pasaron a internarse poco a poco hacia el interior del continente, abandonando la zona fronteriza de la Hermanad… Miro hacia atrás, hacia donde cabalgaba Mina, este llevaba también su capucha echada sobre la cabeza, supuso que estaría dormitando tranquilamente hasta que llegase el momento de pararse a pasar la noche.

Avanzaron esquivando las patrullas que se iban encontrando por el camino durante tres días, desde luego no era nada simple para quinientos jinetes esconderse, es algo más fácil de contar que de hacer, pero gracias al aviso de los Halcones y a la propia magia tanto de Val como de Mina, les resulto relativamente simple de hacer. Cierto que podría haber reducido el número de Guerreros o hacerlos retirarse hasta que los necesitase, pero le era indispensable que Mina emplease su poder, mantenerla cercana al punto de entrada en la espiral de ebriedad. Mina se encontraba un poco frustrada con Val y el cambio de rumbo que había tomado por iniciativa propia, cuando se dio cuenta el primer día, intento hablarlo con él, y se encontró con un muro de silencio por su parte al respecto, pero el tercer día, su paciencia se colmó…

  • Bueno, ya está bien, ¿se puede saber hacia dónde narices nos dirigimos exactamente?
  • Por supuesto que sí, nos dirigimos a la ciudad fortificada de Colgsar, la capital del poderoso Ducado de Colsigeura…
  • ¿Y para que se supone que vamos allí?...
  • Para garantizar el control de la Hermandad en toda esta región durante al menos los próximos cien años… y que mi nombre vuelva a recordarse por más de mil…
  • Tú estás loco, ¿pero tú sabes lo grande que es y las murallas que tiene…? ¿y cómo narices piensas hacer algo así, dime?, no tenemos tiempo para sitiarlo –era obvio que Mina continuaba cabreada.
  • En tres horas lo vas a ver… -dicho lo cual, Val se volvió a quedar callado, sumergido en su propio mundo.

Mina estaba que mordía contra Val, no le gustaba en nada cuando se ponía de ese modo, “en plan místico”, como ella lo denominaba. Tenía claro que quizá se hubiese pasado con lo de Vhaalzord, a estas alturas ya sabía de sobra que a Val tal personaje no le gustaba en realidad aunque no lo dijese. Lo podía usar para beneficiarse de todo lo que representaba, pero de ahí, a que le resultase alguien agradable…, a él le gustaba ser Val, simplemente Val…

Tan solo tres horas después, Mina vio por fin las imponentes murallas de Colgsar con su puerta más cercana llena de gente que entraba o salía. La ciudad en si era pequeña, unos veinticinco mil habitantes con una poderosa guarnición de al menos diez mil soldados, el condado era extremadamente rico, podía mantener un fuerte ejercito permanente, lo que le había permitido conquistar importantes territorios a su alrededor. El motivo del pequeño número de población de su capital, es que se necesitaba un permiso para establecerse en ella, de ese modo la familia ducal se aseguraba de evitarse traiciones intestinas, ya que la gran guarnición era numéricamente mucho más que capaz de controlar del modo más efectivo cualquier cosa que ocurriese entre sus muros, siendo además, esas las mejores y más leales tropas del Duque.

Siguieron cabalgando hasta no estar a mucho más de un par de kilómetros, quizá tres, fue entonces cuando para su sorpresa noto enseguida un violento tirón de su poder, supo en el acto que Val acababa de retirar el conjuro de ilusión que les estaba cubriendo, y lo que fue aun peor… De repente, en cuestión de segundos, todo el panorama había cambiado para ella, se puso pálida como una muerta, especialmente cuando escuchó el contundente sonido de los cuernos de Guerra de los Khulgan, un sonido que le erizo de terror incluso el Alma, luego llegó el violento retumbar de los cascos de los Hrull sobre la tierra, mientras que seis guerreros y un mago le impidieron avanzar con el resto, uno de los seis tomo las riendas con su acerada mano para controlar al Hrull que montaba y que no se lanzase tras sus “hermanos”.

Vio con ojos aterrados a Val cabalgando al galope en dirección a la desprevenida ciudad con la Shilkka en su mano derecha y no menos de siete u ocho mil Guerreros Khulgan a su estela, a su lado manteniendo el ritmo y a modo de escolta permanecían ocho Guerreros, el enorme Jefe de estos y dos magos… Los Khulgan llegaron hasta la puerta de acceso más cercana, los defensores habían tardado mucho en salir de su sorpresa ante la inopinada aparición de todo un ejército ante sus narices, cuando empezaron a reaccionar tuvieron una nueva y desagradable sorpresa, fue la primera vez que todos ellos veían a los Khulgan, lo que provoco que la sangre se les congelase en las venas y el miedo tendiese sus garras hacia sus corazones. Todo el mundo trato de entrar a la vez en la ciudad, formando una montonera de gente en las puertas, lo que impidió que pudiesen ser cerradas a tiempo… algo con lo que Val ya contaba al cargar de aquel modo.

Cuando los primeros Khulgan llegaron a la puerta, esta estaba empezando a ser cerrada. Ocho Guerreros con dos magos tomaron la cabeza del ejército adelantándose unas pocas decenas de metros, los Guerreros entraron por el hueco entre las puertas matando todo a su paso mientras los magos hacían reventar estas, destrozándolas, saliendo disparadas arrancadas de sus pesados y gigantescos goznes del mejor acero forjado, destrozando literalmente a todo el que pillaron en su trayectoria. Al ver aquello los defensores dejaron caer los pesados rastrillos de hierro para cerrar el hueco de las puertas, aplastando bajo su peso a innumerables civiles e incluso a varios de sus propios compañeros. Los magos Khulgan reventaron también esos rastrillos, convirtiéndolos en metralla que despejo la entrada al despedazar todo lo que había tras ellos, incluyendo los primeros soldados que se incorporaban a la defensa a modo de refuerzos, permitiendo la entrada libre a los Guerreros. A espaldas de estos, tan solo quedaban muertos… Una vez que los Khulgan penetraron tras las Murallas por aquella puerta, la ciudad de Colgsar y sus habitantes fueron sentenciados…

Una hora y media después, la poderosa Ciudad ardía en llamas por los cuatro costados, de su población apenas escaparon unas pocas docenas de personas por la puerta contraria a la del asalto, o quizá es que no pudieron entrar antes de que las cerrasen, el caso es que se salvaron… y ni uno solo de ellos, dudaron de quien era el que les había atacado, el nombre de Vhaalzord el Nigromante volvía a estar de nuevo en boca de las aterradas gentes del Gran Continente. Ese día, más de treinta y cinco mil personas perdieron su vida, la familia Ducal pereció al completo, toda la línea de sangre fue borrada de la faz de la tierra…

Cuando Mina por fin entró en la ciudad, ya que los Khulgan de su escolta se lo habían impedido por orden de Val, casi se cae del caballo, este parecía muy alterado con todo a su alrededor. Todo lo que se veía por las calles eran muertos y sangre, había mucho humo de los edificios en llamas, Mina no paraba de mirar en todas direcciones, completamente pálida. Un hombre enloquecido salió de una esquina armado con un palo, uno de los Guerreros de su escolta le partió literalmente en dos de un solo hachazo… Apretó los labios y puso al nervioso caballo al trote en cuanto vio a Val parado en una plaza, contemplando el montón de cadáveres que estaban haciendo los Khulgan…

  • ¿Qué has hecho Val, que coño has hecho? –le gritó medio histérica cuando llegó a su lado…
  • ¿Aún no lo has entendido verdad Mina?
  • ¿Entender el que? ¿toda esta matanza innecesaria? ¿Por qué Val, porque?

Val se limitó a mirarla de arriba abajo, con la misma mirada con la que lo haría con una mosca, algo que Mina notó perfectamente y le provocó uno de los peores escalofríos de su vida. Entonces para su sorpresa, Val se acercó a la montaña de cuerpos, se agacho por el lado contrario del caballo recogiendo algo. Solo segundos después, le tiro a Mina lo que había cogido, se trataba del cuerpo de un bebe al que alguna espada le había abierto la cabeza… Mina se puso lívida como una muerta…

  • Toma Mina, este es el principio de tu legado de terror, empieza a disfrutarlo –le dijo mientras le lanzaba los restos a sus manos-. Querías a Vhaalzord el Nigromante cabalgando por estas tierras de nuevo, ¿no?, pues ya lo tienes, solo he hecho lo que tú misma me has pedido que hiciese. Ahora, disfruta del regreso, tal y como dijiste, por fin el terror a su nombre volverá a recorrer el mundo, al igual que lo hiciese antaño… Ahora si me disculpas, puede que aun quede por aquí más gente a la que pueda torturar y matar…

Tras eso, de nuevo Val se puso en marcha, internándose en la ciudad rodeado de un par de docenas de Guerreros Khulgan, el jefe de estos y cuatro magos. Se marchó deseando que Mina hubiese entendido por qué no quería que Vhaalzord el Nigromante apareciese en todo su esplendor, y el peligro de perder el control por un exceso de uso prolongado de su poder en grandes cantidades, algo a lo que ella ahora mismo también estaba expuesta… Si lo había aprendido, todos esos muertos los podía dar por bien empleados... sino… aun le quedaban lecciones muy duras que aprender… y el número de víctimas continuaría subiendo dramáticamente, y a él varios miles más de muertos arriba o abajo, no le suponían ningún problema…

Mina por primera vez, se dio cuenta que ese que se alejaba, no era el Val que ella conocía, que ese, en realidad era Vhaalzord el Nigromante, el auténtico y no la versión ligera que siempre le había mostrado Val de él. Por fin entendía, porque Val no lo quería cerca suyo y siempre terminaba por complicarse la vida para no recurrir a “él”…, cuando ella, aunque nunca se había atrevido a planteárselo abiertamente, veía más sencillo hacerlo del otro modo, recurrir a su fabuloso poder, a su misma Leyenda, y usarlo todo ello indiscriminadamente para arreglar los problemas... Miro los restos que seguían en sus brazos, ese bebe era el resultado directo de su petición… No pudo evitar echarse a llorar amargamente abrazando ese cuerpecito sin vida contra su pecho, algo que hacía mucho tiempo que no le ocurría…

CONTINUARA