Crónicas de Vhaalzord - Libro 20 - 5 (Final)

Val por fin llega a la Fortaleza del Dragón Rojo, donde se encuentra con problemas, y no ciertamente por parte de quien podría pensarse

CRÓNICAS DE VHAALZORD

Libro - 20

Capitulo- 5

Tras pagar al jefe una bonita cantidad de platas por el servicio de ambas jóvenes, dispusieron uno de sus carros “de juegos” de modo que tuviésemos algo de intimidad, apartándolo un tanto del resto, aproveche para que lo dejasen cerca de los árboles. Até mi caballo en el más cercano, dejando sobre el casi todas mis armas y equipo, solo mantuve conmigo cuando entre con Arana y Calia en el carro mi cinturón con las dos Dagas pesadas que siempre llevaba a la cintura, este le deje en un lado junto con mi ropa.

Todo el suelo del carro era un único jergón que por la pinta y el olor debía de estar relleno de hierba fresca cortada hacia relativamente poco, muy mullido. Nos metimos los tres dentro, aunque antes y con mucha discreción puse varios de mis pequeñines en los alrededores para que me informasen si alguien trataba de acercarse a donde me encontraba. Ambas chicas terminaron de desnudarme y luego, muy lentamente lo hicieron una con la otra mientras se besaban, se acariciaban… me pusieron por las nubes, con ganas incluso de aullarle a la luna, era obvio que sabían cómo calentar a alguien…

No dude en unirme a la fiesta, poniéndome de rodillas y metiéndome entre ellas, besándome alternativamente con una o con otra, mientras mordisqueaba los labios de una la otra se encargaba de lamerme, besarme, arañarme por cualquier lado, evitando cuidadosamente tocarme la polla. En un momento dado Arana se tumbó, apoyando sus hombros en el extremo del carro, con las piernas muy abiertas, enseñando su coño completamente mojado, Calia se lanzó entonces a chupárselo y lamérselo… Estaba con la cabeza metida en el coño de su compañera, puesta a cuatro patas y moviendo el culo de forma incitante en mi dirección, automáticamente me puse detrás y le clave la polla en su coño hasta el mango, arrancándole un largo gemido…

Unos minutos después, casi tumbado sobre ella, follándomela mientras por encima de su hombro observaba detenidamente como le comía el coño a su compañera Arana, mientras le perforaba a la vez el culo, viendo como se lo follaba con dos dedos. Tras esto fue demasiado para mí, saque mi polla, y sin la más mínima delicadeza cambie de agujero, protegí mi polla con un leve escudo y empuje a lo bestia metiéndosela entera de un solo golpe… Levanto la cabeza del coño de Arana para lanzar una aullido de dolor… pero esta, volvió a sujetar la cabeza de Calia por los lados, obligándola a seguir con la comida de coño que le había estado haciendo…

Mientras embestía a Calia, me sujete como pude, colocándome de otra forma, para poder alcanzar los pechos de Arana y poder retorcérselos levemente mientras la comían el coño, sustituyendo sus manos por las mías… Cuando estaba a un paso de correrme, sentí como me derribaban entre ambas, como se lanzaban sobre mi tumbándome, para luego ponerse a dúo a lamerme la polla, limpiándomela mientras me llevaban al orgasmo, repartiéndose entre las dos mi leche, tragándosela sin dudarlo ni un instante. Luego empezaron a hacerse un 69 mientras yo me recuperaba y les observaba, hasta el instante en que ambas se corrieron en la boca de la otra…

Tras esto, Arana me dijo que me preparase, porque cuando me recuperara le tocaba a ella sustituir a Calia para follar conmigo… No puse el menor reparo en ello, estaba deseando poder follármela también, igual que había hecho con su compañera. Cambiaron sus papeles, esta vez fue Calia la encargada de ponerme a todo para que me pudiese ocupar de su compañera, una vez estuve listo, ambas volvieron a llevarme al límite con uno de sus numeritos lésbicos, esta vez fue Arana quien pago el pato, o quizá mejor dicho, su culito fue el que pago el pato. Como anteriormente a Calia, se lo barrene sin piedad, haciendo que Arana gimiese y gritase como hizo su compañera, mientras esta se afanaba por conseguir que pese a todo, no dejase de comerla el coño ni un segundo…

Estábamos los tres tumbados sobre el jergón recuperándonos, hechos un amasijo de cuerpos, cruzados unos sobre otros, tal y donde quedamos al corrernos, cuando mis criaturas me avisaron de que había problemas en el campamento… Me incorpore rápidamente, hice un gesto a las chicas de que guardasen silencio…

-      ¿Cómo puedo mirar desde aquí por este lateral –señale al que daba hacia donde estaban los demás carros- sin que nadie se dé cuenta…?

-      No sé a qué te refieres… -objeto Calia.

-      Escúchame, algo raro está pasando, el ruido exterior ha cambiado… Sé que podéis mirar fuera para saber quién os toca de cliente antes de que entre y prepararos –intenté ser persuasivo…

-      Aquí –dijo Arana enseñándome una especie de trampilla tras meditarlo un poco.

Tras la trampilla había cuatro pequeños orificios que no eran visibles desde fuera y permitía mirar a dos personas, miramos Arana y yo, luego cuando me retiré, rápidamente mi lugar lo ocupó Calia. Lo que vimos no me hizo la menor gracia, se trataba de acólitos de la Orden, entre quince y dieciocho fue lo máximo que pude precisar. El jefe de las chicas estaba de rodillas, un acolito le sujetaba por cada brazo mientras otro, que por las formas y lo que vi debía de ser el jefe, jugaba con un cuchillo haciéndole pequeños cortes, di por sentado que estaba siendo interrogado, y sospechaba que sin duda, las preguntas harían referencia a mi… Me puse frente a las dos chicas…

-      Necesito vuestra ayuda en algunas cosas si queremos salir vivos y salvar a vuestro jefe…

-      ¿Qué necesitas? –dijo Calia.

-      Primero llegar a mi caballo para recuperar todas mis armas… Cuando lo haga voy a necesitar saber si vuestro jefe lleva algún arma oculta y que brazo necesita libre para poder usarla…

-      Si, suele llevar oculta una Daga, pero no entiendo lo del brazo, yo… -corté a Calia…

-      Es simple, estoy seguro que cuando me visteis os fijasteis que de la parte delantera de mi silla cuelgan dos ballestas armadas. Un dardo para eliminar al que sujeta a vuestro jefe, pero necesito saber, sobre quien debo de lanzar el segundo… necesito saber que brazo debo de liberar para que él se ocupe del tercer hombre…

-      El izquierdo –replico Calia-, él es zurdo, tienes que matar al de su izquierda…

-      Vale, ahora… ¿cómo salimos de aquí sin que nos vean…?

-      Por aquí –Calia se puso a quitar el jergón-, hay una trampilla que nos puede sacar… espero que las ruedas nos tapen lo suficiente…

-      Perfecto… una última cosa, ¿sabéis usar una ballesta?

-      Si, las dos –replico Arana-, pero no es que seamos muy buenas, pero vamos, que para acercar a alguien desde cerca si, de sobra.

-      Bien, cuando lleguemos al caballo os entregare mi carjad, no me va a hacer falta, cuando use mis ballestas las desechare, cogedlas, cargarlas y usadlas vosotras, ¿de acuerdo?

-      Sí, no te preocupes –respondió Arana-, Calia y yo usaremos esas ballestas…

-      Pues venga, vamos a ponernos en marcha –dije saliendo el primero por la trampilla.

Sinceramente pensé que sería más difícil, pero no, llegué enseguida y sin que se diesen cuenta hasta mi caballo, el mismo carretón nos tapaba. Le entregué el carjad a Arana, luego tome una ballesta con cada mano y puse en marcha el caballo, guiándole con una mezcla de órdenes con las rodillas y magia. Salí a trote rápido desde detrás del carromato dando un fuerte grito, todos los acólitos se volvieron al unisonó al escucharme… fue el instante que elegí para disparar mis ballestas, tras lo cual las tire al suelo hacia atrás, sacando de inmediato mis espadas y poniendo el caballo al galope…

El primer dardo lo recibió el que estaba interrogando al jefe del campamento en el pecho, unos cuatro dedos debajo del cuello, el segundo dardo impacto contra el acolito que sostenía el brazo izquierdo del jefe, para su desgracia se movió y el dardo en lugar de impactar sobre su hombro, le entro por un ojo. El que desde luego no perdió el tiempo fue el jefe, ya que solo tres segundos después de tener el brazo libre, estaba apuñalando en el oído al acolito que le sujetaba el brazo derecho, luego retrocedió a trompicones para salir de al lado de los demás acólitos.

El jefe del campamento retrocedió mientras que yo me metía justo entre medias de los acólitos acuchillando a derecha e izquierda, tras pasar había dejado tendidos sin vida o gravemente heridos a tres de sus hombres. Descabalgué en el acto, listo para enfrentarme a los acólitos que más cerca estaban de mí, los dos más cercanos cayeron en segundos bajo mis hojas, los dos siguientes, bueno… cuando fui a por ellos me encontré con que caían ante mí con sendos dardos de ballesta en sus espaldas, al mirar ante mí, me fije en que los acólitos estaban siendo masacrados por los integrantes del campamento. Cuando todo termino…

-      Gracias por tu ayuda, sin ti creo que no hubiésemos salido de esta –dijo el jefe del grupo.

-      No, gracias a Arana y Calia que me ayudaron a poder llegar a mi caballo y confiaron en mí…

-      Normalmente no nos meteríamos, pero como digo, te debemos el darnos la oportunidad de salvarnos. Preguntaban por ti, concretamente estaban siguiendo a tu caballo, según dijo el que me interrogaba, pertenecía a uno de los hijos del senescal de la Fortaleza del Dragón Rojo…. Ese es el número dos de la Orden… deberías de abandonarlo, no creo que no haya un acolito de más o menos nivel por bajo que este sea que no sea capaz de reconocerlo al instante…

-      Gracias, por la información, la tendré en cuenta, ahora mismo no puedo prescindir de él, pero no te quepa duda que en cuanto pueda hare honor a tu consejo, lo cambiare por otro….

-      Muy bien, como tú creas que es mejor para ti, nosotros no vamos, esta zona ya no es segura para nosotros… -Me saludo, luego hizo que todo el mundo montase en sus carros o caballos y se pusiese en marcha.

Salude a Arana y Calia cuando se marcharon, una vez me quede solo estuve dándome de cabezazos por mi estupidez concentrada, pensando en el anillo de Mina, y resultaba que era algo tan estúpido como mi “esperpéntico” caballo… Me había habituado a verle y no le daba ya importancia a su apariencia, quizá porque su estampa era muy negativa, pero eso mismo era lo que le hacía tan sencillo de seguir… Tenía que reconocer que desde que deje a Mina estaba siendo de lo más torpe, si me lo hubiesen dicho me habría partido de la risa… Lo malo es que ya estaba relativamente cerca de la fortaleza, solo tres o como mucho cuatro días, excesivamente cerca como para que el cambiarlo por otro me fuese a solucionar mucho, además… Dado que no sabía cómo saldría lo de la Fortaleza, prefería tenerlo conmigo por si había que salir de allí a toda velocidad…

Mi única ventaja es que no iba Mina conmigo, por lo que pude usar con total impunidad sobre el caballo de un conjuro de ilusión, pasando a ser un equino de lo más normal en todos los aspectos. Esto es algo que comprobé cuando me cruce con un grupo de diez acólitos que pasaron por mi lado sin hacerme el menor caso tras mirar, de forma discreta mi caballo. Confieso que de no haber estado muy pendiente de ellos y de sus gestos, por si hubiese tenido que matarles, no me habría dado cuenta de cuanta atención le pusieron a mi caballo…

Cuatro días después y tras haber conseguido camuflar bien mi caballo, conseguí llegar a las cercanías de la fortaleza de la Orden, y la verdad, no era nada de lo que me esperaba. Supuse que estaría junto a una ciudad, en la parte alta, con sus propias murallas, pero dentro del recinto amurallado de la población… pero no, me cole de medio a medio. En sus cercanías ciertamente había una ciudad de cierto tamaño debidamente amurallada, pero sin embargo, la fortaleza del Dragón Rojo o como se diga, estaba a cierta distancia de la ciudad en una zona alta y bastante complicada de llegar.

Aquí no se podía usar el socorrido medio de entrar a la ciudad y allí investigar, hacer mil y una cosa para poder ponerte bajo los muros y ver que se ve, que no se ve, cual está mejor, cual peor, etc… Aquí si te acercabas a los muros se te vería en el acto, eso suponiendo que se pudiese, que no era así, pues un foso de agua lo protegía dejando una única puerta de entrada y salida sobre ello…

Estuve en la ciudad unos tres días, deambulando, mirando de descubrir si había algún modo de infiltrarse en la fortaleza como ayudante de alguien o algo así, pero no hubo forma. Por otra parte también estaba lo de Mina, que venía a mi encuentro, y lo último que podía ocurrir es que me alcanzase antes de haber presentado mis respetos al señor de la fortaleza. Al final, de la forma más tonta averigüé que debía de hacer… Estaba en un local tomando algo de vino para beber, cuando un herrero le hizo un comentario de lo más inocente al tabernero. Cuando el herrero salió me fui tras de él, por unas pocas monedas de oro obtuve suficiente información como para saber exactamente lo que quería.

La fortaleza tenía únicamente una puerta levadiza que hacía las veces de puente sobre el foso al bajar. Al atravesar la puerta se llevaba a una especie de habitación rectangular, al fondo de la cual la entrada se podía cerrar con una reja, y la entrada que en su momento dejo libre el puente levadizo para ocupar el foso, se podía bloquear igualmente del mismo modo. Era una especie de habitación cubierta justo encima, era una sala con un gran caldero, agujeros para verter aceite hirviendo y las grandes ruedas con poleas que controlaban la puerta junto con los rastrillos. Supuse que sería lo normal en esos casos, quizá entre seis y ocho guardias allí. La estructura para mejorar su resistencia era de forma circular.

El asunto es que sabiendo eso, ya tenía más o menos idea de cómo entrar, tendría que usar todas mis habilidades de asesino, pero con eso ya tenía una idea interesante de cuál era el punto débil de la fortaleza. Eso sí, únicamente iba a tener de margen unas pocas horas, entre tres y cuatro posiblemente. En esos casos el punto más débil de toda la fortaleza para un asesino es precisamente esa sala, llegar a ella es difícil, se requiere trepar por la pared con mucho cuidado hasta una de las dos pequeñas ventanas o troneras por la que asomarse para ver si tienen que abrir o no, bajar el puente o no, en el extremo contrario otras dos para recibir instrucciones, y dos accesos a cada lado de la muralla protegidos por gruesas puertas revestidas de hierro… Esas troneras son su principal punto débil, justo encima de esa sala hay un almenado para poder pasar de un lado a otro de las murallas, que es por donde se mueven los guardias.

Cuando considere que sería la noche perfecta lo que hice fue apañármelas para poder cruzar el foso y llegar trepando hasta allí arriba, tuve que estar casi una hora hasta que se produjo el momento del relevo de guardias. Cuando este hubo pasado, solo tuve que esperar una veintena de minutos hasta que se pusieron a jugar a algo, lo que me valía, aunque hubiese preferido que algunos se tumbarse a dormir y se turnasen para vigilar. La ventaja es que estaban bastante concentrados en el juego y ni me escucharon cuando entré. No se enteraron de nada, los cuatro que formaban la guardia estaban muertos en segundos, ni tiempo de echar mano a sus armas les di….

Desde esa sala se puede descender hasta el patio interior por un par de sitios que crean puntos ciegos en la muralla, además, los guardias por lo general, rara vez miran hacia adentro, como mucho las escaleras o los puntos por donde pueden llegar sus superiores con los relevos, con eso también contaba. Lo siguiente fue entrar por alguna pequeña puerta del edificio principal, especialmente cerca de las cuadras, para lo primero hacer un pequeño montoncito de paja para poder crear una distracción para salir después. Di con la puerta, prepare la paja dejándola lista para encenderla y me colé en el edificio.

Fui a entrar por las cocinas, donde me tropecé con un… cocinero, pinche, mozo o lo que fuese, abrió la boca para gritar y yo le abrí la garganta para evitarlo, después oculte el cuerpo en el interior de un caldero en el que parecía estar todo preparado para hacer una especie de sopa, caldo o algo así… supuse que si no le encontraban antes, al menos le daría más sabor. Cuando salí de la cocina me topé con un criado, otro más al que no me quedo más remedio que degollar, nuevamente fue verme y abrir la boca de par en par para gritar… Esta vez me costó más deshacerme del cuerpo, termine metiéndole en una habitación dentro de un gran arcón con ropa…

Lo siguiente fue más peliagudo, me libre de milagro de darme de bruces contra una patrulla de guardia, aclaro que los soldados, guardias y demás, por las pintas eran todos acólitos, aunque se les veía más profesionales que la mayoría de los inútiles que me había ido encontrando por el camino. Me escabullí dentro de una habitación pequeña que debían de usar como armario para diversas cosas. Cuando escuché como sus pisadas se perdían por el pasillo me largué de allí a toda prisa. Estuve buscando la escalera como unos diez minutos, mientras esquivaba a la gente que se movía trabando o las rondas de las patrullas.

Al final, fui a dar con una especie de chambelán o algo parecido por las pintas, de modo que opte por la vía drástica… le deje inconsciente, le hice una lectura de mente para saber por dónde andar allí adentro y después, le corte el cuello. Tras esto tenía una idea bastante clara de la distribución de la mayor parte de las cosas allí adentro, aunque no de las disposiciones de guardias en ciertas áreas, ya que eran sitios restringidos únicamente para ciertos acólitos de la guardia  personas muy concretas de rango elevado…

Estuve moviéndome en silencio, viendo por donde poder entrar, me recorrí toda la planta inferior y parte de la primera, pero por lo que vi solo parecía existir una única entrada. El problema es que ante ella había media docena de guardias, y no parecían precisamente acólitos, sino mercenarios muy bien entrenados. Otro problema que vi es que esa puerta se abría desde dentro únicamente, era de recia madera, incluso con un ariete sería un arduo trabajo el derribarla. Pero en ese momento, cuando estaba meditando si usar directamente magia e irme a por el líder descubriéndome como Vhaalzord, tuve un golpe de suerte ya que la puerta se abrió para dar paso a un hombre escoltado por cuatro guardias, dentro había otros cuatro guardias más.

No me lo pensé, dagas Khlomn para los dos hombres que estaban en ese momento en medio, les alcance en el cuello matándoles en el acto, y más importante aún, cayeron de modo que impedían que pudiesen cerrar la puerta del todo sin haberlos retirado antes de allí. Sin embargo, en esta ocasión, no use mis espadas, directamente recurrí a mi Shilkka, fue aparecer, un giro violento y rápido, para que tres de los guardias iniciales del exterior junto a los cuatro de dentro que trataban de liberar la puerta en ese momento, pasasen a mejor vida, aumentando la cantidad de cuerpos que la bloqueaban. Una parada de una espada con la hoja de mi Shilkka, un molinete sobre mi cabeza, pasarla a mi cintura y girarla sobre mi cintura mientras me iba inclinando hizo que tres guardias más sufriesen de su cariño. El guardia restante me intento hacer frente para darle tiempo al escoltado a escapar… mi Shilkka se encargó de él, y uno de los Colmillos de la Luna del otro, al que alcanzo en la espalda mientras corría para ponerse a salvo… ante mí, la poderosa puerta abierta de par en par…

Si una cosa tenia clara ya, es que con el escándalo del choque de aceros todo mi sigilo se había ido a la porra… mire a mi alrededor y me fije en las paredes, llenas de bellos tapices, que principalmente se usaban para aislar el frio de las paredes… pero que eran un problema muy serio si se hacía lo que yo hice… que fue usar una antorcha para pegarles fuego y crear así una distracción… Las paredes eran de piedra y por lo que vi, incluso el techo lo era, aquí no había pisos intermedios creados con madera o soportados por vigas de ese material por lo que veía, con lo que la construcción sufriría daños pero dudaba que se derrumbase, o por lo menos, no antes de que yo me hubiese largado, claro. Desde fuera empezaron a llegar sonidos de gritos, ruidos metálicos, golpes fortísimos… pensé que serían los acólitos despertándose de mal humor y armándose para venir a por mí.

De nuevo mande la Shilkka a su sueño y empuñe mis espadas, reforzando sus hojas con un conjuro de origen ígneo, dispuse mis escudos listos para usarles… y después, me lance por el corredor que se abría ante mí, tal y como supuse no tardaron en aparecer acólitos… o más bien, como ya dije, mercenarios en realidad. Use todos mis conocimientos con el fin de tratar de esquivar el uso de mi magia, dagas envenenadas, los colmillos, mis espadas…, me fui abriendo paso dejando tras de mí un auténtico reguero de sangre a mi paso. Cuando abrí una amplia puerta que me dio paso a un amplio salón, me encontré con seis guardias y un hombre entre ellos, todos con las espadas desenvainadas… Reconocí de los recuerdos del chambelán al que le ley la mente al hombre, era el senescal del castillo, el mismo que había puesto a toda la orden tras mi pista por la muerte de su hijo…

Tras estos vi a un hombre de pie en una especie de estrado, con una armadura ridícula de color rojo, el casco simulaba la cabeza de un…, bueno, en realidad era una cosa extraña y horripilante, que supuse que ellos consideraban que era de Dragón… La situación me quedo clara, el poder de la orden no podía ser aquel fantoche, por lo que si no era él, entonces era su segundo, el maldito senescal… Sonreí… guarde mis espadas y dándoles la espalda cerré tras de mí las puertas… tal y como supuse al hacer eso, ni se habían movido de su posición… La forma en que se habían colocado me resultaba… curiosa, ya que me dejaban un claro pasillo hacia el Líder de la Orden, no hacía falta ser ninguna lumbrera para imaginarse que debía de haber varias trampas ante mí…

Observe con cuidado las paredes a ambos lados, y en ellas vi varios pequeños orificios circulares, parecían ser parte de la decoración del paneleado de madera noble de esa sala… aunque supuse que su verdadera función sería la de lanzar dardos, posiblemente envenenados… Ante mi tenía que existir algún resorte que los activase… reforcé mis escudos y avance, entonces el senescal también se descubrió como mago, por un lado active el resorte al pisar, lo que provoco la salva de dardos envenenados que mis escudos rechazaron, y además, el señor senescal lanzo contra mí un conjuro de dardos ígneos que también fueron rechazados… ¿El problema de esto? el gran aumento de poder en mis escudos, mis ojitos aparecieron junto a mis queridos zarcillos…

Lamente eso, ya que no me dejaron opción… Siete Khulgan mientras yo me dirigía directamente contra el “poderoso Dragón Rojo”… que parecía un idiota con armadura, no parecía saber ni coger una espada, lo único que hacía era gritar, llamar a sus acólitos para que matasen al infiel, es decir, a mí. Me detuve un segundo para ver como el senescal era empalado por la espada de uno de los guerreros mientras trataba de usar un conjuro contra él, vana intención… La espada le entro por la boca del estómago en sentido ascendente y luego fue alzado del suelo sujeto en ella… un segundo Khulgan que ya había terminado con su víctima, le metió entonces la hoja de su espada por la boca, que estaba abierta debido a los chillidos de dolor que daba.

Cuando subí a la especie de estrado, un “líder” aterrorizado me estaba esperando espada en mano… No me resulto difícil para nada, le desarme sin el menor esfuerzo, luego le empuje contra la pared de una patada en el pecho. Me di cuenta de que los Guerreros habían terminado con su parte y se dirigían a por mí presa, por lo que les desconvoque al instante, quedándonos allí dentro el poderoso “Dragón Rojo” y yo… Vi que la armadura sería un problema, era desde luego poco practica ya que debía de ser imposible del todo luchar con algo semejante encima, pero eso sí, para traspasarla… era complicado encontrar algo que no fuesen las axilas o la parte de atrás de las rodillas… El resto estaba total y completamente cubierto por acero de la mejor calidad…

Al final, visto el trabajo que me iba a costar, decidí hacer algo… más divertido, para empezar necesitaba que no pudiese moverse, de modo que le apuñale en la trasera de las rodillas, dejándole de ese modo impedido para ponerse en pie. Las pesadas lámparas de metal de la sala colgaban del techo sujetas por cuerdas, están iban por el techo a unas argollas por las que pasaban, luego bajaban por las paredes hasta el suelo, donde había una serie de poleas que se usaban para bajarlas y reemplazar las velas aromáticas que están usaban para alumbrar. Lo que hice fue muy simple, le arrastre situándole bajo la que estaba más alta, y luego, corté la cuerda… la lámpara cayó sobre él a plomo, su cuerpo fue aplastado dentro de la armadura ya está al abollarse le aplasto huesos y causo un sin número de heridas, en el momento de caer sobre él, la puerta de la sala se abrió con enorme violencia, parecía que hubiesen usado un ariete con ella.

Tras ver como la lámpara le aplastaba, extraje mis armas girándome para hacer frente a la puerta, con mis espadas en las manos… y entonces me quede con la boca abierta… Allí de pie, con una bola de fuego sobre cada mano, estaba una mujer con cara de estar cabreadísima y un halo de un rojo intensísimo rodeándola mirando en todas direcciones al interior de la enorme sala… Al final me miro directamente a mí con la cara congestionada por lo que parecía pura ira…

-      ¿Y para esto corro yo hasta aquí? ¿Para qué ya te hayas cargado tú a todo el que resultaba interesante de matar? ¿No te dije que no te metieses en líos mientras yo no estuviese? –me dijo visiblemente enfadada.

-      Hola Mina, se te ve muy… bien…

-      ¿Y ya está? ¡¡Que se me ve muy bien!!!, ¿eso es todo lo que tienes que decirme? ¡¡¡Que se me ve muy bien!!!

-      No claro –sonreí-, bienvenida de nuevo, me alegro de verte y de que volvamos a estar juntos…

-      Vámonos, -sus ojos parecían despedir fuego- sígueme yo nos abriré paso, y ni se te ocurra meterme en medio a matar a nadie… ¡¡Los que quedan son míos!!

Vi como al escucharme crispaba las manos, se daba media vuelta, salía poniéndose frente al pasillo y como por el lanzó sus dos bolas de fuego… unos terribles alaridos se escucharon al fono de dicho pasillo, así que supuse que alguien había recibido sus muestras de… “cariño”. No se me ocurrió abrir más la boca, me limite a ponerme tras ella y permitirla “sacarme de allí”… a base de bolazos de fuego contra todo el que asomaba el morro… Os aseguro que sí, que parecía estar bastante cabreada conmigo y que todos esos bolazos yo diría que los lanzaba pensando quizá en que yo fuese su receptor, y esos pobres solo estaban pagando el pato… Desde luego viendo su innata alegría en esos momentos, ni por un solo instante se me cruzó por la cabeza la brillante idea de decirle en esos instantes quien era yo de verdad, ni por asomo, aun sabiendo que antes o después iba a tener que hacerlo…

EPILOGO

Tras la caída de la orden estalló el caos en toda la región, todos los nobles que estaban sometidos empezaron a sacudirse de encima a sus opresores, lo que no quiso decir que no estallasen guerras entre ellos también para poder obtener el mayor poder posible, incluso alguno trato de ocupar el Liderato de la Orden, aunque sin que ninguno lo consiguiese. La siguiente consecuencia de la caída del poder de la Orden, es que los acólitos fueron perseguidos y prácticamente exterminados por todos sitios, no les daban cuartel, igual que antes ellos tampoco lo habían dado.

Por lo poco que Mina me quiso contar cuando salimos de la fortaleza, eso sí, por la puerta principal y dejando la fortaleza en llamas tras nosotros… No veáis el cabreo que llevaba la señora. Como digo, por lo que me contó, cuando llegó a la 18ª Aldea y empezó con sus obligaciones para pasar el rito de hechicera, me dijo que solo un tiempo después, que no me especifico por cierto, tuvo algunas ideas nuevas y decidió ponerse otra vez en marcha, aunque eso sí, también me esquivo todo lo referente a esas ideas.

Otra cosa que me dejo clara es que había estado siguiendo mis pasos, y que no había hecho otra cosa que matar cosas, agregando que las pocas que yo no había matado antes… Después de eso, por como apretó los dientes cuando me explicó que por último había hablado con los “expertos en juegos” a los que salve de los acólitos, les demostró, no me dijo como y tampoco ose preguntarle, que era mi compañera, y estos en agradecimiento le habían indicado con exactitud mi camino junto con sus sospechas de a donde me dirigía. Viendo lo “alegre” que parecía, empecé a pensar en que más le podían haber dicho para que estuviese tan mosqueada y me mirase de tan mala manera…

Sonreí cuando me acorde de las dos jóvenes y lo bien que “jugaban”, no estoy seguro, pero por cómo cambio su cara y me miró, hubiese podido jurar que me había leído el pensamiento viendo lo que estaba recordando en esos instantes, no sé, pero por la expresión que puso pareció que le hubiese gustado descuartizarme vivo… Cuando se hubo calmado, decidió por unanimidad que seguiríamos hasta la costa, con calma, tranquilos y procurando no matar a nadie más… pero también me dejo claro que teníamos que hablar de mi “paso” por las Tierras Salvajes y que había hecho o visto exactamente en ellas, sin olvidarme de detallarla mi ruta, metro por metro…

Decidí sabiamente, que lo mejor que podía hacer era callarme… por lo menos hasta que se le pasase… sin olvidar, aprovechar para pensar como librarme o que demontres decir en esa “charla” que quería tener conmigo… Creo sinceramente, que cuando se calló, yo estaba sudando solo por pensar en esa conversación que me esperaba… recordando el camino de muerte y destrucción que dejé a mi paso…

FIN