Crónicas de Vhaalzord - Libro 20 - 3
Val continua su camino hacia la Fortaleza del Dragón Rojo
CRÓNICAS DE VHAALZORD
Libro - 20
Capitulo- 3
Con todos los atacantes por fin desplegados a mí alrededor, mi sonrisa lobuna apareció, espere pacientemente a que se decidiesen a atacarme, confiando en que mi intuición fuese la correcta y lo hiciesen todos a la vez. Efectivamente, de pronto, todos ellos se vinieron por mí, avanzaron raudos contra mí, alzando las espadas y colocando sus dagas en posición defensiva, vigilando mis hojas, listos para bloquearlas.
Cuando les vi arrancarse, alce mis espadas, las voltee clavándolas en el suelo ante mí, inclinando mi cuerpo, preparando mis músculos para un movimiento rápido mientras reclamaba mi Shilkka. Me fue bastante justo, pero estuvo en mis manos con suficiente tiempo como para permitirme actuar con “calma”, inicie rápidamente mi movimiento de rotación sobre mí mismo pivotando sobre mis hojas clavadas, aprovechándolas como referencia, a la vez que descendía agachándome mientras lanzaba la hoja de la Shilkka en un veloz movimiento guiado con mi cuerpo.
Mi veloz giro les pilló a todos ellos a contra pie, el cambio en mi altura les obligo a frenarse unas décimas para ajustar sus armas y el golpe que pretendían darme con ellas, unas décimas que les resultaron fatales a casi todos, solo logró escapar el jefe. Cuando me reincorpore con la hoja de mi Shilkka chorreando sangre, cinco cuerpos quedaban tendidos sobre el terreno, mientras que el sexto atacante, el jefe, completamente pálido se levantaba de suelo tras haberse visto obligado a tirarse y rodar para escapar de la silbante hoja que paso sobre él. Me reincorpore, alzando la Shilkka con un gesto ostentoso, hice que se desvaneciese ante sus ojos… y para mi sorpresa… dedujo algo que me hizo meditar a posteriori sobre ello. Tras desvanecerse la Shilkka, recupere mis espadas, moviéndolas lentamente ante mí, para recuperar su sensación de equilibrio y peso tras el uso de la Shilkka…
- Así que es eso, de ese modo ha matado a tantos de los nuestros, jamás vi un brazalete mágico como el suyo…
- ¿Brazalete mágico? –alcé las cejas sorprendido.
- Jajajajajajaja –rio visiblemente sin ganas-, no se moleste en negarlo. La idea es buena, un brazal oculto bajo las mangas cubriéndole los antebrazos repleto de armas, uno de ellos mágico y el otro creado a su imagen… ¿Quién pensaría nada raro de ellos de descubrirlos? Solo vería un intento de engañar al ocultar esa defensa, además llevando sobre el esas Dagas arrojadizas, ante cualquier tipo de tajo sobre el brazo. Una bonita arma ese brazal… cuando le mate, tendré que aprender a usarla, pero visto lo eficaz que es… créame que me esmerare en ello… -sonrió con malicia.
Se lanzó contra mí, me ataco desde varias posiciones, moviendo sus armas de modo muy eficaz, sin dejar la más mínima brecha que pudiese aprovechar, lo que me ponía en un aprieto, porque contra mas tardásemos más posibilidades de que llegasen nuevos miembros de la orden, que era lo que me daba la impresión que pretendía al prácticamente defenderse solamente. Cuando alguna vez atacaba con una, se cubría con la otra de forma muy eficaz, su coordinación también era excelente, nuestros intercambios de golpes eran vertiginosos y no diré que con su enorme habilidad defensiva, su intención no fuese la adecuada en esas circunstancias. Pero lamentablemente para él y pese a ese gran control que poseía, tenía una desventaja crucial con respecto a mi…, que no tenía el adiestramiento de un Ejecutor o los conocimientos mínimos necesarios como para poder enfrentarse a uno con ciertas garantías, de lo contrario, nunca me hubiese permitido hacer lo que hice y habría tenido que recurrir de forma ineludible a la magia.
Un Ejecutor en si es un arsenal con patas, lleva armas incluso en el sitio más insospechado, como por ejemplo en mi caso, en las suelas de las botas, o como mínimo, de una de ellas. Me moví veloz, retrocedí un paso y dispuse mis piernas juntas, las flexione como si fuese a saltar de lado y en el último momento choque de una forma determinada los talones… Un resorte en mi bota izquierda entró en acción, apareciendo en la puntera la pequeña hoja de un estilete, un elemento cilíndrico de unos cuatro centímetros, lance mi pierna impactando contra la suya, clavando la hoja en la carne de su muslo derecho. Tras el impacto en mismo resorte que la sacó, recogió la hoja a su posición inicial oculta, desapareciendo de la vista en el acto, evitando de ese modo que quien no fuese mi contrincante pudiese saber que había pasado. En mi caso además, por el pequeño tamaño del punzón y recogerse de nuevo enseguida tras el pinchazo, era extraño que mi victima pensase más allá de haber recibido un fuerte punterazo de una bota un poco puntiaguda con un refuerzo metálico en el extremo.
Mi adversario dio un grito de dolor, mirándome con los ojos muy abiertos y visiblemente enojado, lo primero que hizo fue llamarme cobarde traidor por dar patadas de ese estilo, a lo que respondí con una risita irónica, bloqueando sus violentos ataques tras el golpe sufrido… Apenas un minuto después su cara se empezó a congestionar lentamente… retrocedió unos pasos mirando entonces su muslo con cara de no entender, viendo el hilo de sangre que manchaba su pantalón de cuero crudo que le hacía las veces de armadura blanda. De repente, soltando sus armas se llevó las manos a la garganta… Enfunde mis armas donde estaba, y sin moverme me dirigí a él…
- Morirás dentro de poco al no poder respirar, lo que te recorre el cuerpo es un veneno de efecto rápido –al ver sus intentos de hablar alce la mano-, no te molestes en insultarme o preguntarme que ha pasado. Simplemente me calibrasteis mal, de hecho, lo hicieseis muy, muy mal… Soy una Sombra con habilidades de Guerrero, lo que antaño llamaban un Ejecutor… y tú has sufrido las consecuencias de ese error.
Para mi sorpresa vi como sus ojos se abrían aún mucho más, al ver el gesto, rápidamente lance una sonda mental sobre él. Pude leer sus últimos pensamientos, y para mi asombro, conocía lo que era un ejecutor y las diferencias de este con un simple asesino. Sus dos últimos pensamientos fueron, el primero para lamentarse de su error de cálculo ya que de haberlo sabido jamás habría actuado como lo hizo, y el segundo para dar por supuesto que si era un Ejecutor y me dirigía en dirección a la fortaleza, era porque alguien debía de haberme contratado para matar a su señor…
Desgraciadamente no logré obtener nada más de él antes de que muriese, sus pensamientos en su agonía eran caóticos, no obtuve ninguna imagen valida aparte de esto que ya he contado y desde luego no me pensaba arrimar a alguien como él, me marche de allí a buscar un sitio donde poder estar tranquilo. Una vez que encontré un lugar, sino perfecto, si bastante aceptable, lo primero que hice fue quitarme la bota y volver a preparar el punzón con su veneno, dejándolo listo para un nuevo uso, el ungüento que usaba sobre él era un veneno que permanecía activo sin deteriorarse durante varios meses dependiendo del clima, etc… solía renovarlo cada dos o tres por precaución.
Por si os sorprende lo sucedido, os diré que todo Ejecutor, por sistema, lleva siempre consigo un arma, pocas veces dos diferentes, que solo usa como último recurso y si se ve muy, muy, muy apurado. En mi caso mi “último arma” o “arma final” es esa hoja oculta en la bota. Muchos ejecutores antaño, han muerto sin usar nunca su “arma final” por no considerar el momento como necesario, muriendo sin embargo por ello, por su resistencia natural a tener que usarla. Debéis de entender, que a medida que un Ejecutor va adquiriendo renombre y contra más famoso va siendo, más atrae la atención sobre sus “habilidades y sorpresas”, por ese motivo son tan reacios a usar ese “último arma” en cuya utilización es tan experto como pueda serlo en el uso de su preferida. Los Ejecutores las vemos, como nuestro seguro de vida. Esto sin embargo, no es así con los simples Asesinos, estos es raro que lleven una arma que no estén dispuestos a usar si se tercia, pero como ya he dicho, el entrenamiento y habilidades de un Ejecutor, están considerablemente más allá de las de un Asesino.
Lo siguiente que hice fue quitarme el brazal del antebrazo derecho, el mismo que sostenía mis dagas Khlomn, retirando estas también con muchísimo cuidado, dado que por lo general sus hojas como ya sabéis, también están envenenadas. Estuve estudiándolo detenidamente, pensando en cómo, en cierta forma, poder hacer realidad lo que el hombre de la Orden había supuesto, que ese era el origen de la aparición de mi Shilkka, ya que su ausencia de este plano físico, restringía que pudiese usarla muchas veces en que me hubiese hecho mucha falta la capacidad de disponer de ella sin revelarme automáticamente como mago…
No hacía más que darle vueltas a de qué forma podría disponer algo en ese brazal, para que al aparecer la Shilkka, quien tuviese de frente supusiese que procedía de un objeto mágico, pero que a la vez, no lo señalase de forma ostensible, pero sobretodo, en como poder engañar con ello a Mina llegado el momento. Existían los objetos mágicos, pocos, pero existían, y en prácticamente todos los casos, una de sus principales características era precisamente, no resultar “ostensibles”, ya que su finalidad eran ser “secretos” o si lo preferís, ser solo “visibles” para sus dueños. Si tenías sospechas y especialmente siendo un mago, había ciertos modos de saber si había alguno implicado, lo que no quería decir que pudiese identificar cual era tan fácilmente sin una investigación más profunda o tener una habilidad innata para localizarlos una vez que sabias que buscar. Por esa razón, lo que quería del Brazal se las traía, además la magia del objeto debía de estar más o menos acorde con su aspecto o función… no cualquier cosa servía para portar cualquier magia… Como ya dije en libros anteriores, el hacer un objeto de estos requería del dominio de Artes Arcanas, y con ello no me refiero a la Raza Arcana precisamente, sino a Artes muy, muy, muy antiguas y desconocidas hoy en día para la inmensa mayoría del mundo… que no para mí.
Pensé que quizá un conjuro de anclaje, al que fijar uno de ilusión que crease una Shilkka en mi mano mientras reclamaba la auténtica podría servirme, pero también debería de incluir alguno de dispersión mágica que impidiese que un rastreo superficial localizase el elemento, junto con uno de protección para evitar que nadie fuese capaz de reconocer sus características sin tenerlo en las manos. Todo esto era algo muy básico que debería de pulir con calma y meditando mucho que usar exactamente en ello, el ser un “abraxx” también me podía resultar útil, pero en esos instantes tenía claro que no podía dispersarme en ese tipo de cosas…
Una de las opciones que tenía para pasar desapercibido era buscar acomodo en granjas relativamente aisladas durante el camino hacia la Fortaleza, pagando bien, por regla general los aldeanos si nadie me veía no solían irse luego de la lengua por temor a que les quitasen el dinero que pudiesen sacar por el cobijo, a más dinero, menos probable que hablasen de ello con nadie. Esa noche decidí intentarlo en una Granja que me pareció lo suficientemente aislada para que nadie me viese ni por la más remota de las casualidades.
Llame a la casa, y cuando se abrió la puerta hable con el hombre que lo hizo sobre mis pretensiones, fue ofrecerle dos monedas de Plata y terminarse las dudas, preguntas, curiosidad, etc… dejaron de tener interés en todo lo que no fuese que me sintiese cómodo durante esa noche de estancia. El matrimonio me ofreció la mejor de las habitaciones de la casa, la suya propia, pero me negué, me remití a decirles que dormiría en el Granero con los animales, no cedí ni por un instante a su insistencia. De esta el motivo era obvio, sin duda temían que pudiese levantarme de madrugada e irme sin pagarles lo acordado, de forma que le di su parte por anticipado, antes de irme donde había dicho, con eso parecieron quedarse más tranquilos.
El irme al granero con los animales no era algo gratuito, sino algo por mi propia seguridad, no me fiaba para nada de esa familia de almas bondadosas. La cuestión era muy simple, si alguien ajeno se acercaba los animales se empezarían a remover inquietos, y si quien se acercara era de la familia, entonces, serian mis caballos únicamente quienes se removerías intranquilos, pero de un modo u otro, me enteraría en el acto si alguien se acercaba a mí por la noche. Casi en la media noche, fueron mis caballos quienes empezaron a ponerse nerviosos… resultando ser Derena, la joven hija de los granjeros que por lo que parecía me traía agua para que bebiese por la noche si así lo deseaba… y algo más.
- Tome, este pequeño pellejo lleva aguardiente de bayas que hacemos nosotros mismos, por si quiere echarse un trago…
- Gracias, también por el agua… -sonreí-, si tengo sed hare uso de ello…
- De nada… -me miró fijamente-, ¿me permite un trago?
Por supuesto no dije nada, me limite a tenderle el pellejo con el aguardiente, que ella se limitó a alzar y darle un generoso trago… luego dejo rebosar su boca viendo como le caía el ardiente licor por su cuello, yendo a parar al canal entre sus pechos… Su camisola aparecía generosamente abierta, mostrando en esos momentos un espectáculo de lo más erótico que cualquiera se pueda imaginar… Bajo el pellejo mirándome, para con una voz insinuante…
- Vaya, que torpe… me he “mojado”… le importaría ayudar a secarme… -dijo mientras se abría despacio la camisola.
No dije ni media, simplemente me acerque buscando sus labios con los míos, cuando los encontré introduje mi lengua en su boca, encontrándome con el fuerte sabor del trago de aguardiente que habías pegado. Lentamente mis labios fueron recorriendo el camino seguido por el líquido sobre su cuerpo mientras mis manos procedían a desnudarla a toda velocidad, mientras ella hacía lo propio con mi ya de por si escasa ropa.
Una vez desnudos terminamos ambos sobre el heno, ella bajo mi cuerpo, con sus piernas rodeando mi cintura y con mi polla dentro de ella, alcanzando lo más profundo de sus entrañas. Estaba moviéndome rápido y duro sin dejar de tener mis labios contra los suyos con el fin de ahogar sus gemidos y jadeos en lo posible. La chica me estaba matando de gusto, su coño parecía una trituradora, parecía querer exprimirme la polla cada vez que esta se movía en alguna dirección. Llegado un momento se tensó, clavándome con fuerza las uñas en mi espalda, lo que provoco en mí una punzada de dolor, que me hizo moverme dentro de ella aún con más seña, lo que en una especie de círculo vicioso, resulto para que aun hundiese más sus uñas, obligándome por el dolor a arreciar con las embestidas. Fueron apenas tres minutos hasta que ambos nos corrimos.
Nada más recuperarnos, la chica, sin decir nada de palabra se colocó ante mí a cuatro patas, inclinando el torso hacia adelante y abriéndose con sus propias manos los cachetes del culo, introduciéndose en el dos dedos que enseguida empezó a mover dentro de su recto. Cuando vi eso ni me lo pensé, me situé tras ella, le hice retirar su mano y de un solo empeñon hundí mi polla en su culo, arrancándole un grito de dolor que fue sofocado por mi mano situándose sobre su boca a modo de mordaza.
En el campo, incluso ya en mis tiempos, se veía como algo normal entre los campesinos, estos empezaban a disfrutarlo a muy temprana edad, principalmente con los vecinos o vecinas de sus mismas edades, lo que no era tan normal era algo como lo de esta chica, de buenas a primeras y con un forastero, era… extraño, aunque muy placentero. La verdad es que se podía decir que en cierto modo me tenía subyugado con su voluptuosidad y su salvaje deseo… Con mi poya enterrada profundamente dentro de su culo, una de mis manos sobre su boca y la otra retorciéndole los pezones con saña, la chica parecía estar enloqueciendo poco a poco de placer, meneando el culo de un modo que no os podéis hacer una idea siquiera…
Seguí dándole con todas mis fuerzas, mientras mi mano ahogaba todos y cada uno de sus gritos, era consciente de que una de las manos de ella estaba perdida bajo su cintura, sin duda con los dedos dentro de su coño. La chica era increíble del todo, se entregaba de un forma como hacía mucho que no veía, y tenía una experiencia que más de una puta hubiese querido tener para poder ofrecer a sus clientes. Al final, tras casi una hora y media de combate entre ambos quedamos exhaustos… viendo lo que habíamos tardado…
- ¿Qué le dirás a tus padres?
- Nada, cuando entre seguro que ya están dormidos, madrugan mucho, no se enteraran… Lástima que solo estés hoy… -dijo.
Vi cómo se marchaba desnuda y con su ropas en la mano, dejándome allí completamente agotado, esa chica desde luego era insaciable follando, incluso estaba seguro de que por ella aun hubiésemos podido echar algún polvo más, pese a que su culo y su coño debían estar bastante machacados. No obstante, en todo esto había algo que me sonaba muy raro, me apetecía echarme directamente a dormir para recuperarme, pero hice otra cosa, use magia sobre mí, conocía un par de conjuros que podían restituir parcialmente mis fuerzas, no del todo y al 100% porque el agotamiento seguiría ahí, pero si arreglármelo bastante.
Solo dos horas después de irse la Chica, sentí como mis caballos se removían inquietos, escuche voces, con sumo cuidado me moví. Estaba completamente vestido, apoyado en un travesaño del techo del Granero, oculto en la estructura… Lo que vi y escuche no era exactamente lo que me había imaginado, pero tampoco es que me sorprendiese mucho que dijéramos…
- No me gusta… -dijo la madre.
- No te preocupes mama, le he dejado tan cansado que no lo despertaría ni un trueno.
- Si ya hemos visto cómo has regresado… menuda puta estas hecha –dijo el hermano.
- Pues ya sabes, para la próxima, pones tú el culo y que te lo follen…
- Callaos los dos… que todavía le vais a despertar –terminó el padre con la discusión.
- ¿Cómo? –preguntó la madre.
- Yo lo matare, si se despierta por algún motivo, le diré que quería más, y en cuanto se descuide… -dijo la chica pasándose el dedo pulgar por el cuello.
- Sigue sin gustarme, por lo que sabemos la orden debe de estar tras él, si descubren que no le entregamos…
- Venga ya, no sabrán nada… le enterramos donde los anteriores y arreglado… -se rio por lo bajito la chica.
- Eso espero… aunque sigue sin gustarme, ese hombre me da mala espina… -insistió la madre.
- No sé porque… son tonterías… -dijo el padre.
Ese fue el preciso momento en que decidí intervenir en la conversación de la familia, a esas alturas ya tenía dos de mis dagas en las manos, las guarde para recurrir mejor a mis espadas tras pensármelo unos segundos…
- Pues deberías haberle hecho caso desde el principio… porque ahora tras lo que he escuchado… nadie saldrá vivo de aquí.
Salte del travesaño sobre un montón de paja que había en un lateral, desde donde rodé hasta quedar junto al padre y el hermano, a los que raje la tripa de modo lateral, permitiéndoles seguir todo el proceso de lo que pasaba con las mujeres mientras agonizaban. La madre intento atacarme, pero un paso al costado, una media vuelta al hacerlo con un golpe seco sobre su nuca la dejo inconsciente. Con la hija fui menos sutil, bloquee su ataque con la daga que empuñaba y le sacudí un fuerte puñetazo en la cara que la dejo también sin sentido.
En cuestión de cuatro o cinco minutos las tenía preparadas ante los dos hombres, viendo que estos no tardarían excesivo tiempo en morir, decidí hacer las cosas del modo más veloz que pude. Para no extenderme diré que primero realice unas superficiales lecturas de mente para averiguar lo que pudiese sobre ellos aunque sin llegar al extremo de destrozárselas. Despues use con ambas mujeres una buena colección de maderos y piedras, primero les forcé ambas entradas con maderos, a ambas les raje el culo sin piedad, no os digo ya cuando los palos les entraron por los coños… y para rematarlo, cuando estaban ambas bien abiertas les introduje piedras por ambos sitios… provocándoles sendas hemorragias… Les deje allí a todos ellos, atados, con los animales libres y agonizando mientras se veían morir unos a otros…. Luego le pegue fuego a todo con ellos dentro…
Salí de allí con mis caballos, tranquilamente. Por lo que pude averiguar por encima, se dedicaban a matar a viajeros que como yo se desviaban del camino principal. Tenían lista la habitación de los padres con algún tipo de trampa dispuesta para ello, al empeñarme en dormir en el granero no les quedo otro modo que el que intentaron. Por lo que supe eso mismo del granero lo habían hecho un par de veces antes y les salió bien, la chica se follaba a los incautos dejándoles para el arrastre y después les degollaba. En mi caso quede para el arrastre pero no me dormí enseguida, por lo que se tuvo que marchar… Luego, pues bueno, lo que ya he contado, regreso con su padres y hermano para matarme, al estar todos después podrían enterrar mi cadáver junto al de los anteriores “afortunados” de su hospitalidad.
Decidí dejar momentáneamente lo de la fortaleza de la Orden, la zona estaba siendo enormemente peligrosa, varié la ruta. Me dirigí directamente hacia el Norte con el fin de entrar pronto en las montañas, reunirme con Amaratha y después, moverme por ella hasta lo más cerca posible de la fortaleza, de ese modo confiaba en evitar… unos cuantos problemas que sin duda me encontraría de seguir con la ruta que seguía.
Lo cierto es que la Orden estaba resultando más poderosa, o cuento menos, más numerosa de lo que me imagine en un principio, parecía tener acólitos por todos sitios. En los tres siguientes días esquive varios grupos de estos que se dirigían hacia el Sur, registrando y comprobando quien era todo el que se cruzaba con ellos, me resulto obvio que debían de estar buscándome a mí. A medida que me iba internando hacia el norte, en dirección a las montañas, los grupos de estos empezaban a ser más débiles y encontrármelos más espaciados, mas parecían patrullas rutinarias que grupos de búsqueda.
Procure no toparme con nadie, aunque es algo que no pude evitar del todo, y justo cuando ya pensaba que estaba libre de tropiezos. Casi en las faldas de las montañas me topé con un numeroso grupo de acólitos de la Orden que sinceramente, estuvieran haciendo por allí lo que estuviesen haciendo, desde luego no podían haber estado en peor lugar y en peor momento. Subiendo por una senda hacia el interior me dieron el alto, para mi sorpresa, en lugar de lo que pensaba que serían únicamente cuatro o cinco cuando me interpelaron, al llegar a su altura la senda terminaba en un especie de mesetilla, donde parecía haber instalado un campamento en el que habría unos cuarenta o cincuenta acólitos. Subí hasta ellos con las manos en el interior de las mangas, listo para lanzar las dos primeras dagas Khlomn, estaba casi a su altura, a punto de sacar las manos para lanzar cuando lo vi… de inmediato me paré y empecé a pensar a toda velocidad en que demontres hacer…
CONTINUARA