Crónicas de Vhaalzord - Libro 20 - 2
Val continua avanzando y haciendo cada vez más amigos entre los acólitos de la Orden del Dragón Rojo... aunque ellos quizá no lo vean exactamente de ese modo...
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 20
Capítulo- 2
Observe como se comía a su segunda víctima mientras rumiaba como hacer la siguiente pregunta…
- Dime el número máximo de vosotros que habéis acudido a la vez a una llamada en los últimos diez años humanos
Vi como dejaba de comer, deteniéndose por completo, girando el rostro del cadáver para mirarme con esos ojos muertos…
- La pregunta es rara…
- No, no lo es, contéstala… es simple, ¿cuántos?
- ¿No preferirías otra diferente? ¿Cómo por ejemplo como se abre un portal y se mantiene así?
- No, quiero la respuesta que te he pedido…
Cuando se trata con un Damok, o un Demonio con intención de obtener información, lo peor que se puede hacer aparte de dudar, es salirse del guion preestablecido, eso evidentemente podría hacer vacilar al convocante, lo cual podía suponer que el Damok se liberase, algo que desde luego no era nada divertido si llegaba a pasar. Dado mi poder, eso sí que no era algo que me preocupase, la situación en ese caso era la misma que con los Khulgan, aunque estos al lado de un Damok, era como el de un cachorrito al lado de un Lobo Espectral adulto.
- Cinco, el máximo que acudimos a la vez fue de cinco Damok…
Vi como el Damok permaneció quiero mirando el segundo cadáver, luego miro con ansia de carne al tercer hombre que no hacía otra cosa que gritar, igual que la mujer, pese a que la mordaza apagaba el sonido de sus gritos. El Damok, pese a su evidente hambre, no se había movido para nada de su sitio… esperando… gran parte de culpa en ese hambre lo tenía la forma en que le había confinado en ese cuerpo… lo había hecho potenciando esa característica al máximo…
- Qué raro que no quieras tu tercer plato… puedes comértelo, es para ti -dije, con muchísimo cuidado de no preguntar nada, aunque fuese simplemente algo retorico.
- Espero que me hagas tu pregunta…
- Bueno, ves comiendo y te la hago, tengo que pensarla un poco más…
- No, comeré, pero cuando me la hagas…
- Qué raro, es la primera vez que veo algo así, será que no tienes hambre -me encogí de hombros sin perder de vista al Damok-, podemos esperar, te daré un par de horas… tengo poder de sobra para mantener la convocatoria… -sonreí.
- No hace falta, pregúntame antes… o no comeré…
- No preguntaré, considéralo un regalo, puedes comértelo… -dije entornando los ojos ante su resistencia.
- No, eso generaría una deuda, y tú eres un Guardián, me vería obligado a compensarte por ello, no sería inteligente para mí. Debes de preguntarme si quieres que me lo coma… -nuevamente me sorprendió la referencia “al guardián”.
- Está bien… ¿Cómo se llama y en qué lugar te convoco el último mago que te llamó?... si contestas la pregunta completa respondiendo también a la segunda parte, te entregare como alimento a la mujer… Mira como tiembla, como grita de miedo, su carne debe de ser tierna y el miedo debe de hacerla de lo más apetecible…
Ahora, tras mi comentario al Damok, los chillidos y gritos aterrados de esta creo que se podían escuchar a kilómetros y eso que estaba amordazada. Vi como los ojos del cadáver se quedaban mirándola detenidamente, mostrando con claridad su hambre de carne.
- El mago que nos convocó se llama “Shargon”…
No dijo nada mas, se limitó a acercarse al tercer hombre y empezar a devorarlo vivo. Tras terminar con él, me pidió permiso para poder irse puesto que no aceptaba a la mujer, algo que le concedí… Su consideración conmigo, me sorprendió del mismo modo en que me había sorprendido en su momento la de los Khulgan… supuse en el acto que muy posiblemente tendría que ver con eso de ser un “Guardián” y el poder de Nakriss latente en mí, aunque yo no tuviese ni repajolera idea de sobre que iba todo esto…
Tras que el Damok se retirase y verificarlo de varias formas, ya que eran unos seres astutos y traicioneros de los que jamás había que fiarse, me centre en la mujer atada, me miraba desde el suelo completamente aterrada. Me dirigí hacia ella desabrochándome el calzón lentamente, sacando mi polla y acariciándomela para ponerla en forma mientras ella empezaba a forcejear…
- No intentes resistirte, no vas a evitarlo, pienso disfrutar de tu coño y de tu culo, después… bueno, luego dependiendo del placer que obtenga, veré que hacer contigo, si ser clemente o torturarte hasta que mueras… -solté una risita cruel- la lastima es no haber visto como eras devorada... pero si quieres vuelvo a llamarlo…
- Hare lo que digas… pero no me entregues a eso, no me mates así… -dijo con voz aterrada.
- Veremos cómo te portas… zorra…
Me acerque, soltándole las sogas del torso ayudándola a levantarse, después seguí liberándole las piernas, momento en que intento golpearme con ellas, pero al tenerlas entumecidas falló, haciendo que estallase en carcajadas debido a que se cayó redonda al suelo de frente. Aproveche la situación para arrancarle la ropa e inmovilizarla en dicha posición…
- Gracias por ofrecerme tu culo… -dije irónico mientras la sometía.
- ¡¡¡¡CABRONNNNNNN!!!! ¡¡¡¡SUELTAMEEEEEE!!!! ¡¡¡¡ARGGGHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!
Primero protegí mi polla con un leve escudo, lo suficiente como para no destrozarla al metérsela por su visiblemente más que estrechito culo. Sin la menor piedad se la metí de un solo movimiento, entrando con deliberada lentitud para prologar su agonía, haciéndola chillar de dolor al sentirse perforada de ese modo.
Tras saciarme en su culo y correrme en su interior, me retire, observando como de este le salía un hilo de sangre, debía de habérselo rajado al meterle la polla, lo que ciertamente me dio exactamente igual, ni me inmute. Cuando mi polla se recupero, fue cuando me dirigí a por su coño, nuevamente en previsión de no hacerme daño protegí mi miembro con un pequeño escudo, que también necesite, ya que la mujer estaba seca, muy, muy seca… Mi polla entro dentro arrancándola esta vez únicamente gemidos ahogados de dolor, supuse que la parte anterior de los gritos la debían de haber dejado sin fuerzas para continuar con ellos.
Estuve un buen rato follándomela, dándola con todas mis fuerzas, aunque sinceramente, entre eso que hice y una paja, la diferencia es que cambien la mano por el coño y el culo de una mujer, porque por lo demás… en fin, que bueno, al menos me sirvió para desahogarme. Pero no penséis que quede satisfecho con lo sucedido, que no, dado que ella no había colaborado para nada, decidí hacer de mamporrero… puse a tono al caballo, y con mucho cuidado guie su enorme polla al culo de la mujer, sujetándole eso sí, para evitar que con su peso y sus ansias la matase… antes de tiempo. Tras su culo, el buen caballito también tuvo el placer de probar su coño… cuando el equino termino, lo que allí quedaba solo era una piltrafa humana, de modo que usando mi Shilkka, la decapite.
No penséis que lo hice por piedad, que no, si hubiese podido correr el riesgo, o estar seguro de que nadie la encontraría antes de su muerte, o que nadie fuese a poder sacarla información si daban con ella todavía viva, hubiese dejado que tardase días en morir agonizando… pero era algo que en esos momentos no considere posible permitirme, por ello la decapité. Tras terminar con este pequeño asunto, me puse en marcha hacia la población más cercana con la sanísima intención de reabastecerme de víveres, pues estaba casi en las últimas. Al llevar los dos caballos de los magos de la Orden del Dragón Rojo, pensé en cargar el segundo con la suficiente comida y pellejos de agua, como para poder evitar volver a entrar en población ninguna hasta reincorporarme de nuevo a mi ruta hacia el templo.
Entre en una pequeña población, de la que me gustaría poder decir que recuerdo el nombre, pero que en realidad nunca supe cómo se llamaba, era algo que en esos instantes no entraba en mis preocupaciones. Era una bonita población, con una buena tienda de comestibles y material para viajar, que fue justo donde tuve el primer problema tonto.
Estaba con el propietario haciendo una lista de cosas que quería cuando entraron cuatro tipos vestidos de una forma muy evidente de quienes eran. Capas rojas, en la cintura un ancho cinturón de cuero rojo, en este una espada y una daga pesada con empuñaduras también de color rojo, botas, que como no, también eran rojas y guantes evidentemente rojos, como si no. Al entrar, tras mirarlos y escuchar sus primeras palabras ya supe que me darían problemas…
- ¿Quién es el que ha llegado en esos dos caballos de la talanquera?
- Yo, ¿pasa algo?
- Y los dos hermanos que eran sus propietarios, ¿dónde están? –pregunto sacando los cuatro a la vez sus armas.
- Pues creo que es evidente, muertos…
- Morirás por eso extranjero… aggggghhhhh… -gorgojeó por la daga que se le clavo en el cuello.
Nada más decir eso y sacar sus armas, dos dagas Khlomn salieron de mis manos, una para el que llevaba la voz cantante y otra para el que se encontraba más retrasado, tras esto mis dos espadas terminaron el trabajo tan solo segundos después. Mi rápida reacción les sorprendió a los cuatro, creo que nunca nadie les había plantado cara como lo había hecho yo, lanzándome de inmediato a por ellos sin dejarles terminar de hablar. Me acerque a las dos primeras víctimas, recogiendo mis dagas de sus cuellos, después me volvió hacia el dueño de la tienda, al que vi mesándose el pelo aterrado…
- ¿Qué ha hecho?, será mi muerte y la de usted… no tiene idea de que ha hecho…
- Matarles, igual que a los dos magos que llevaban mis caballos, igual que hare con todo imbécil de esa orden que se cruce en mi camino… y voy hacia el noroeste –sonreí irónico.
- Pero que dice… -se puso pálido- ira directo hacia su fortaleza, por los dioses, aléjese todo lo que pueda en dirección contraria, quizá pueda escapar de ellos… -recomendó.
- No, tranquilo, se lo que me hago, además… -le sonreí- de este modo, nadie le hará nada a usted…
- Como que no… morirán ambos aquí… y ahora… -dijo alguien repentinamente.
No me hizo falta mirar para conocer que eran más miembros de la Orden, solo tuve que mirar la cara del tendero para saberlo. Me gire lentamente, separándome del mostrador con calma, viendo a un total de tres hombres, uno ante la puerta, el que llevaba la voz cantante, y otros dos flanqueándole, pero situados a una distancia suficiente como para que no pudiese saltar hacia ellos y tenerles a todos a la vez a mi alcance, me di cuenta de que estos eran más peligrosos que sus “amigos”.
- Bueno, yo solo veo a tres, antes sus amigos eran cuatro y sin embargo… -señale a los caídos.
- Ellos no eran magos, solo unos estúpidos que no nos hicieron caso… -les escupió-, se creían los mejores, están bien muertos. Pero eso no quita para que les matemos a ambos por ello…
- ¡¡¡Ahhh!!!, es decir, que como son magos… solo por eso nos van a poder matar a ambos… -sonreí.
- Exactamente, por eso mismo es por lo que morirán…
- Saben una cosa… no lo creo…
Girándome con rapidez lance una daga Khlomn contra el tendero, el mango de la misma le golpeo la frente dejándole inconsciente. Para mi sorpresa y aunque note el súbito incremento en su poder, ninguno de los tres magos me ataco ante mi acción, pese a haber reaccionado de inmediato, lo que me dio la mejor de las pistas posible sobre su peligrosidad…
- Y eso… -señalo al tendero el que parecía el jefe- ¿Por qué?
- Porque si estuviese despierto mientras os mato no me quedaría otra opción que eliminarle también por ver lo que no debería –les sonreí como un Lobo.
- ¿Y que se supone que vería? –dijo divertido.
- Esto… -respondí, aumentando velozmente mi poder.
Tras eso se terminaron las charlas, las buenas caras e incluso la tranquilidad por parte de esos tres. Aparecieron mis ojos negros sin fondo, los zarcillos de poder Oscuro comenzaron a sisear a mi alrededor, como buscando algo a lo que atacar si se acercaba lo bastante. Los tres lanzaron conjuros ofensivos contra mí, lamentablemente para ellos no surtieron efecto, es más, mis defensas los absorbieron, evitando de ese modo daños innecesarios en la tienda, lo último que quería es descubrirme como mago y un combate entre estos era fácil de identificar por los destrozos.
Me centre en el que más débil me pareció, sature sus defensas con dardos mágicos, tres lograron pasar y alcanzarle, eliminándole en el acto. Al segundo seguí la misma táctica, nuevamente sature sus escudos y varios dardos mágicos impactaron sobre él acribillándole. Con el que hacía las veces de jefe, aparentemente debería de haber tenido más problemas ya que sus escudos eran mucho más poderosos que los de sus compañeros, sin embargo, este tan solo disponía de doce puntos débiles en sus urdimbres… Concentre mi poder y centre toda mi atención en ellos, atacándolos a la vez, derribando su barrera en un segundo ante su total asombro… se encontraba intentando levantarla de nuevo de forma desesperada cuando abriendo muchísimo los ojos me vio moviéndome espada en mano contra el… de un solo movimiento use el filo de la espada para degollarlo como un cerdo… abriéndole el cuello y las venas de este, empezando a salir chorros de sangre por el corte mientras llevaba sus manos a este para intentar evitarlo… Sonriendo, di un paso atrás, mientras le miraba fijamente, viendo como agonizaba entre estertores y espumarajos sanguinolentos que escapaban por sus labios al intentar respirar…
Tras esto, recogí mis compras, deje sobre el mostrador el dinero y usando un leve conjuro hice que poco a poco el tendero recuperase la consciencia. Cuando se levanto y vio la nueva carnicería de miembros de la orden abrió los ojos como platos… antes de marcharme…
- Siento el golpe –le sonreí-, pero era más rápido eso que decirle que se tumbase en el suelo, si le hubiese gritado podrían haberle atacado antes de darle tiempo –me despedí con un gesto, que él me devolvió de manera totalmente inconsciente, por puro acto reflejo.
Dado que en la Talanquera había siete nuevos caballos de la orden, cambie el que llevaba para cargar por otro que era considerablemente mejor, dejando el resto allí atados, para que se quedase con ellos quien desease. Me puse en marcha en dirección hacia la fortaleza de la Orden, aunque pensé irónicamente, que al paso que iba, cuando llegara allí no quedaría nadie con quien probar mi poder… Me los iba a cargar a casi todos por el camino según lo visto.
Debo de añadir, que lamentablemente estaba empezando a animarme, mi corazón se aceleraba por la emoción del riesgo, sentía hervir mi sangre en las venas con la perspectiva del combate… eran emociones que no había sentido en muchísimo tiempo y que ahora sin Mina a mi lado me costaba reprimir. Tres días después de lo del pueblo, tras un… problemilla tonto, tuve que sentarme a ponerme a meditar con calma, a relajarme, tranquilizarme e intentar centrarme de nuevo, porque veía que todo esto se me estaba empezando a ir de las manos.
Me encontré con una columna de gente de la orden, me parecieron en el primer vistazo unos veinte o treinta, diferencie entre ellos un mínimo de tres magos, todos se dieron de inmediato cuenta de que mis caballos eran de los suyos, no me preguntéis como fue eso posible porque no lo sé ya que estaban marcados con diferentes hierros, solo sé que de repente todos sacaron las armas y se vinieron directos a por mí. Reaccione de modo instintivo y con gran violencia… reclame mi Shilkka de inmediato a la vez que convocaba refuerzos… a mi lado flanqueándome mientras galopaba aparecieron una docena y media de Guerreros Khulgan y media docena de Lobos Espectrales.
Los atacantes al ver eso frenaron en seco, los magos lanzaron los ataques que había preparado, pero mis defensas mágicas entonces ya englobaban a todos mis “aliados” por lo que fueron rechazados. Caímos sobre ellos como halcones sobre conejos, fueron masacrados sin piedad. Con la Shilkka decapite a uno de los magos tras abatir sus escudos… tras abatir los de los otros dos, los Guerreros Khulgan se hicieron cargo de ambos, a los dos les arrancaron el corazón con la mano. Al jefe de los hombres de la Orden, uno de los Khulgan le clavo una espada entre los ojos, moviéndola luego, dejando media cabeza colgando… mientras pasaba a su lado listo para matar al siguiente miembro que se cruzase con él.
Tan solo tres minutos después del inicio el silencio cayó sobre el campo, todos los miembros de la Orden habían sido masacrados, tanto los Guerreros como los Lobos habían hecho un magnífico trabajo, los cuerpos que parecían estar más enteros eran los que yo había matado… el resto… bueno, eran cuerpos o bien medio devorados por los Lobos, o bien medio desmembrados por los Khulgan. El combate había sido de un salvajismo brutal por su parte.
Tras todo esto, me aleje de allí saliéndome del camino, internándome en las fincas, buscando un sitio donde poder pararme tranquilamente a pensar. La cosa cada vez iba a peor, empecé a darme cuenta de donde radicaba el problema, o más bien, mi problema. Tras más de dos mil años sin “sentimientos”, estos ahora no paraban de alcanzarme de las formas más variopintas, y cuando recurría al poder de Nakriss en toda su plenitud, estos se sobre amplificaban, saturándome de ellos y yo no estaba acostumbrado ya a tratar con algo así. Pero sobre todo, el poder de Nakriss amplificaba la ira, el odio, o los deseos muy intensos, como el de matar por ejemplo…
Hasta el momento, el único motivo por el que no había llegado a estos extremos había sido por la presencia conmigo de Mina, que me obligaba a controlar mi poder de forma constante. También era Mina quien atemplaba considerablemente mis sentimientos de todo tipo y mis reacciones a ellos… pero ahora, Mina no estaba aquí para ello, y estos circulaban libremente por mí, provocando que de vez en cuando, como con ese grupo, perdiese por completo el control, reaccionando de forma furibunda y desproporcionada.
Tras esto empecé a plantearme otra cosa muy en serio, el ir al templo en solitario, sin Mina a mi lado. Llevarla conmigo era un grandísimo riesgo para ella sin contar con que tendría que descubrirme si o si, pero él no llevarla como elemento de “control”, podía ser incluso aun peor… era un dilema complicado, nada fácil de saber qué hacer, ambas opciones podían terminar en desastre… y en el templo, eso sería enormemente peligroso, sobre todo en donde yo quería hacer un par de pruebas, en la cámara de las esferas… Donde sospechaba que los Arcanos cuando escaparon, en realidad, de algún modo usando esas esferas, lo que abrieron… fue en realidad “un portal”.
Deje de momento el asunto, primero quería verificar todo el tema del Dragón Rojo, y una vez hecho eso, vería que decisiones tomar, si continuar a delante, o dar media vuelta e ir en busca de Mina para que me acompañase… Otra cosa que no me estaba gustando ni media era mi lentitud en darme cuenta de según qué cosas sobre mí, anteriormente nunca había tenido estos problemas en ver mis “dificultades”, sospechaba que esa misma afluencia y saturación que sufría de sentimientos estaba también interfiriendo con mi habitual capacidad autocritica, opacándola bastante, lo que no dejaba de ser un peligro mas para mí. Si en un principio me alegre de recuperar mi capacidad de sentir, ahora mismo, ya no tenía tan claro hasta qué punto eso podía llegar a ser “bueno” para alguien de mis capacidades, quizá hubiese sido mejor que no los recuperase.
Decidí avanzar hacia la fortaleza dando un pequeño rodeo, me llevaría más tiempo pero evitaría caminos “importantes”, eso debería de mantenerme lejos de los acólitos de la Orden, por lo menos hasta que estuviese bastante cerca de su fortaleza. La idea en realidad era buena, pero no funciono, de no haberme tropezado con aquel grupo y reaccionado como reaccione, me habría salido con la mía, pero tras aquello, ahora la orden me estaba buscando con todos sus medios puestos en escena. Confirme que estaba en problemas en la primera aldea que pasé, nada más salir de ella y avanzar unos pocos minutos un veloz ave paso sobre mi cabeza, no me hizo falta mucho para saber que era una mensajera… evidentemente no llego muy lejos, el Halcón Azul que mantenía controlando mis alrededores la derribó…
El mensaje era escueto, informaba de una persona extraña con dos caballos de la Orden y la dirección, nada más. Sin embargo, eso era más que suficiente para que los acólitos de la orden cerrasen un cerco a mi alrededor, quizá además lo suficientemente poderoso como para obligarme a defenderme… a gran escala, lo que como supondréis, tenía mucho interés en tratar de evitar. Interceptar el ave me daba tiempo, pero no sabía cuánto, dependería de si habían enviado un segundo e incluso de si la Fortaleza debía de responderles con alguna especie de “recibido”, pero era obvio que antes o después, en la aldea se darían cuenta de que la fortaleza de la Orden no debía de haber recibido su aviso.
Me puse en marcha de nuevo, avanzando a toda velocidad, hasta que ocurrió lo que tenía que ocurrir, que de nuevo me di de morros contra acólitos de la Orden. Por fortuna eso de las capas, los guantes, las empuñaduras de las espadas, las botas, el cinturón y todas las demás cosas de color rojo, los hacía igual ser igual de visibles que una antorcha en plena noche cerrada. Eran seis tipos con muy mal aspecto que me cortaron el paso de inmediato, sus manos estaban muy cerca de sus armas, listos para empuñarlas a la menor indicación de peligro o de que yo fuese quien buscaban, aunque esto último suponía que si de matar se trataba tampoco es que les importase mucho.
- Buenas tardes –saludo uno de ellos.
- Buenas…
- Bonitos caballos de la Orden… -intervino otro.
- Si, son bastante buenos la verdad…
- ¿Alguna explicación? –intervino esta vez el que parecía el jefe.
- ¿Os la creeríais? –dije con sorna.
- No, probablemente no, le mataríamos de todos modos dijese lo que dijese –admitió.
- ¡¡¡Ahhh!!!, entiendo… me preguntaba porque esta conversación…
- ¿Y ha llegado a alguna conclusión?
- Si, lo cierto es que sí, creo que me estáis evaluando…
- Veo que es inteligente, es exacto, le estaba evaluando…
- ¿Y me podría decir a que conclusión ha llegado? –sonreí.
- Que el echar a suertes quien iba a matarle como teníamos pensado, sería un error gravísimo por nuestra parte.
- ¿Eso cree?
- Sí, eso mismo, somos seis y usted solo uno, pero estoy convencido de que esa superioridad nos va a ser muy necesaria para poder matarle.
- Entiendo… ¿Descabalgamos o prefieren a caballo? –pregunté.
- Creo que será mejor descabalgar, por los caballos más que nada, así evitaremos herirlos innecesariamente…
- ¿Y no temen que cuando hayan descabalgado salte sobre mi caballo para escapar al galope?
- No, para nada, no es idiota, ha visto de sobra las ballestas que llevamos colgadas en la grupa de los caballos, sabe que están montadas y con un dardo listo para usar… si hace eso no llegaría muy lejos, somos seis, es imposible que todos fallemos y con que uno solo de nosotros le hiriera volvería a ser nuestro, solo que en peores condiciones que ahora… ¿o no piensa igual?
- Sí, pero podría jugármela pese a todo, quizá se produzca una casualidad entre mil… -sonreí-, aunque lo dudo mucho. Además no creo que fuese bueno para mí darles la espalda…
- No, nada bueno –me sonrió como un lobo.
Todos descabalgamos sin perdernos de vista, encargándonos de que los caballos quedasen atados en un sitio donde no molestasen. Tras ello nos fuimos acercando unos a otros, yo saque de inmediato mis dos espadas, haciendo ellos lo propio con la espada y la Daga pesada que cada uno llevaba en su cintura, abriéndose en abanico para poder rodearme… Viendo eso sonreí, en la forma en que lo estaban haciendo, no sabían que cometían un error de cálculo letal… Estaba claro su plan, pensaban rodearme y atacar todos a la vez, eso, con mis dos espadas era una idea muy válida, pero para su desgracia, yo como arma principal, no solo disponía de mis espadas. Cuando finalizaron su despliegue a mí alrededor, mi cara cambio, paso de una sonrisita irónica al verles hacer eso, a una sonrisa de lobo, parecía la sonrisa de satisfacción de un Lobo Espectral a punto de lanzarse sobre su presa… y devorarla…
CONTINUARA