Crónicas de Vhaalzord - Libro 19 - 2
Val se reencuentra con Mina, lo sucedido a los Kolima despierta recuerdos de antaño en las Tierras Salvajes
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 19
Capitulo- 2
Cuando considere que mi cercanía al campamento donde estaba Mina ya era la suficiente, desconvoqué a mis acompañantes y me deshice del Hrull, por lo que tuve que continuar andando. Tal y como me imaginaba, no tarde en ser interceptado por unos cuantos guerreros Dhakara, a los cuales por cierto, le resulto terriblemente extraño ver alguien que como yo, atravesaba los Territorios de las Tribus sin ningún tipo de montura, amablemente me invitaron a ir a su campamento con ellos.
Cuando entré, rodeado por los guerreros, lo primero que vi fue a Mina mirándome con cara de estar completamente alucinada, de inmediato la salude con la mano en un cariñoso gesto…
- Pero… ¿qué haces aquí? –me pregunto sorprendida de verme.
- Bueno, como no regresabas, decidí venir a buscarte…
- Así, ya está, ¿y los Kolima?
- ¡¡¡Ohhh!!!, bueno, me marche de su aldea…
- ¿Te escapaste?
- La verdad es que no, salí tranquilamente por la entrada principal a plena luz del día como aquel que dice… -repuse irónico-, ¿Y tú qué tal?
- Bien, muy bien, de hecho estaba intentando convencer a los Dhakara para que me permitiesen ayudarles a atacar a los Kolima con el fin de rescatarte…
- ¿Este es tu hombre entonces, no? –dijo interviniendo una anciana vestida con una larga túnica y muchos abalorios.
- Si anciana, este es mi hombre escudo, mi protector… -dijo Mina, dirigiéndose a la anciana con gran respeto.
- Bien, se bienvenido con nosotros hombre escudo, si eres amigo suyo, también lo eres nuestro…
Salude a la anciana con la debida deferencia y agradeciéndole el que cuidasen de mi protegida, dándome también a mi cobijo junto a ella. Después de esto, me dirigí con Mina a la tienda que nos habían asignado, una vez dentro le pregunté por cómo iba todo con esta Tribu…
- Muy bien, había varios niños enfermos, he logrado estabilizarlos y que poco a poco se vayan recuperando. Eso ha ayudado muchísimo a que me aceptasen tan bien.
- Supongo que ya no te casaras, ¿no?
- No, ni antes tampoco. Los Dhakara no están dispuesto a olvidar la afrenta que sufrió esa mujer a manos de los Kolima, quieren resarcirse, bien con la sangre del culpable, o con la de cualquier Kolima con el que se crucen durante la razzia de castigo que han organizado…
- Entiendo, ¿y tú ibas a participar?
- Si, además de mi podían obtener datos actuales de donde estaban. Pensaba ayudarles, de ese modo regresaría rodeada de guerreros y te podría liberar, y si, antes de que me preguntes, si, confiaba ciegamente en que de un modo u otro seguirías vivo… A estas alturas ya he aprendido que no es tan fácil matarte como pueda parecer en un momento dado.
- Vaya, gracias por el voto de confianza, me alagas…
- No, no lo hago, es la verdad… lo que no tengo tan claro es como has conseguido liberarte y luego librarte de los Kolima llegando hasta aquí, tu solo, y encima, andando… no consigo entenderlo, supongo que será otra de tus “misteriosas” sorpresas…
- Supongo que sí –sonreí-, lo que pasa es que ando muy deprisa.
- Ya, claro, supongo que será por eso, sin duda alguna –replicó sarcástica.
Unos siete días después regresaron los guerreros de la partida de castigo que habían enviado, al final no permitieron que Mina les acompañase… ni yo, claro. Tan solo media hora después de esto ambos fuimos llevados ante los ancianos de la tribu, que se encontraban en una gran tienda, sentados en un semicírculo ante una hoguera… Al entrar nos hicieron señas a los dos para que tomásemos asiento, allí por lo que observe, también estaban allí cinco guerreros y dos de sus hechiceros, junto con la anciana de los abalorios…
- ¿Todo fue bien? –preguntó Mina
- Todo lo bien que puede ir una ataque de castigo que no se produce porque no hay a quien castigar –respondió uno de los guerreros.
- ¿Cómo? –pregunto extrañada.
- Ya no existen los Kolima, estaban todos muertos… incluso una docena de guerreros que patrullaban en torno a la aldea por si les pretendíamos atacar, como tu dijiste –respondió el guerrero.
- Pero eso es imposible, como van a estar todos muertos.
- Eso es lo que no entendemos, usted dijo que se marchó de allí, ¿no? –me preguntó directamente.
- Sí, eso dije. No me resultó nada difícil dadas mis habilidades. Soy un especialista en moverme con sigilo, podría haber entrado aquí del mismo modo que salí de allí, y no hubiesen podido impedírmelo –dije, y realmente no mentía.
- Eso es cierto, es… bueno… -para mi nula sorpresa Mina parecía estar entre desconcertada y muy sorprendida.
- He estado fuera de estas tierras, más allá de las montañas y se lo que es su protector… lo leo en su forma de moverse -dijo un anciano.
- Es un guerrero, eso lo sabemos, lo que no explica que paso allí o como salió –dijo nervioso uno de los Guerreros Dhakaras.
- No, no es un guerrero únicamente, es lo que más allá de las montañas llaman una sombra, es un hombre especializado en moverse en la noche y matar a otros. Es cierto que podría haber matado a muchos sin que se diesen cuenta, pero no hacer eso el solo –concluyó el anciano.
- Sí, pero en realidad yo lo que soy es un “ejecutor”, una sombra con habilidades de guerrero si así lo quiere definir. Yo podría entrar aquí y matar a todos los presentes sin ruido, y al terminar hacer una autentica carnicería en este poblado dadas mis habilidades… -Mina me interrumpió.
- Sí, pero todo tiene su límite, como ha dicho el anciano no podrías matar a todo el mundo. Contra más muertos más riesgo, eso cualquiera lo sabe… -dijo Mina visiblemente desconcertada por algo que no supe descifrar en ese momento...
- Evidentemente, un solo hombre no pudo hacer aquello, es imposible…
- Bien, y que desean de nosotros, como dice, él no h… -el anciano me interrumpió.
- No, sabemos que usted no ha podido hacerlo, pero quizá si viese a quien lo hiciese. ¿Vio algo extraño o a alguien raro en su camino hacia aquí?
- No, nadie hasta que me encontré con sus guerreros…
- Entiendo… -el anciano pareció pensativo, miraba a los demás ancianos que se removían inquietos.
- ¿Qué ocurre? –preguntó Mina viendo el nerviosismo.
- No encontramos con Guerreros Lashite, según dijeron vieron a alguien dirigiéndose hacia aquí a gran velocidad sobre un caballo… acompañado por otras cosas… -dijo el Guerrero sin perderme de vista.
- Perdón, yo ya dije que vine llegué andando… me ha supuesto un gran esfuerzo poder hacerlo…
- ¿Qué sospechan? –pregunto Mina.
- No estamos seguros… pero nos gustaría contar con su asesoramiento… sabemos quién es… en los dos mundos, aquí y más allá de las montañas, donde se la conoce como la Bruja Roja –dijo de repente la anciana de los abalorios dirigiéndose a Mina con una más que evidente deferencia-, hemos oído de su filiación y de las historias de su Clan familiar...
- Entiendo –Mina apretó los dientes-, así que saben quién soy, y que fuera de aquí me conocen como la Bruja Roja… ya veo. ¿Qué quieren que les diga?
- Si nuestras sospechas son posibles… -meneo la cabeza-, usted conoce las leyendas del que camina con los muertos también como nosotros, probablemente muchísimo mejor de hecho, es posible que incluso cosas que nosotros desconozcamos. Ese extraño que los Lashite vieron… iba acompañado de Lobos Espectrales… -la anciana dudo antes de continuar-, o algo que se les parecía mucho al menos…
- No lo sé, no tengo ni idea, la verdad, pero la leyenda del que camina con los muertos es muy antigua, no sé qué tendrá de verdad en ello… -vi que Mina se ponía a la defensiva.
- Pero usted sí que cree… -afirmó un anciano.
- Sí, yo sí que creo que ella igual que todo mi pueblo, en esa y en muchas otras sobre él que ahora son tratadas por muchos otros como si solo fuesen cuentos o que directamente han sido olvidadas… -admitió Mina.
Me desvincule de la conversación para pensar con calma en todo esto. Estaba claro que había metido la pata, y lo de no haberme dado cuenta yo o los Lobos de los guerreros Lashite era un buen fallo… estaba seguro que había sido por culpa de mis prisas… fue un error no haber permitido a estos separarse, ya que a los halcones los había enviado a por este campamento sin reservarme ninguno para hacer vigilancia de mis alrededores. Estaba cometiendo muchos fallos últimamente por confiarme, me dije a mi mismo que debería de ir con muchísimo más cuidado mientras estuviese cerca de Mina, o terminaría por hacerse demasiadas preguntas a las que no podría responder…
Tanto los ancianos, como la anciana, como los guerreros, los Hechiceros y Mina, llegaron a la conclusión de que la muerte de los Kolima solo podía haber sido obra del que camina con los muertos. Intente dar opciones más o menos plausibles sobre lo sucedió, otras tribus, una coalición de varias, pero nada funciono, una tras otra me las fueron tumbando con razonamientos para dejar solo aquella, que como ya sabéis, era precisamente la real y justo la que yo quería de dejasen de lado.
Por lo que averigüe para mi sorpresa, aunque evidentemente tras lo sucedido ya me lo imaginaba, en las Tierras Salvajes la leyenda de Vhaalzord no había sido olvidada ni muchísimo menos. Cierto es que poco a poco iba perdiendo fuelle y dejándola más o menos de lado, pero por lo que contaron, aún había muchas tribus en aquellas tierras que seguían venerándolas como reales, y no solo en los Territorios de las Tribus, sino también entre las del Norte, Lantares, Talkinq, los mismos Hombres del Norte, etc… según parecía todos ellos estaban convencidos de que volvería a aparecer, me daría a conocer o no, pero que seguro que volvería a andar de nuevo por estas tierras. Según saque en claro, mantenían las historias muy vivas con la esperanza de poder evitar cruzarse en mi camino dando por supuesto mi regreso antes o después…, lo que en ese instante no es que me hiciese mucha gracia que dijésemos, por cierto.
De allí partimos unos pocos días después hacia el Norte, rumbo a las grandes montañas, acompañándonos durante unos cuantos días Guerreros Dhakaras para evitarnos problemas con los vecinos. Cuando por fin nos quedamos solos, a los dos días de ello, Mina se decidió a hablar conmigo…
La conversación verso sobre la ruta que deberíamos de tomar, no es que me consultase sobre ello, ya que teóricamente yo no sabía nada de la zona, pero sí que tenía que explicarme ciertas cosas, que sí que me sorprendieron. Cruzaríamos las montañas por territorio Talkinq, por lo que ella denomino, “territorios de la 18ª aldea”, el problema según me explico, seria llegar al territorio de las Talkinq, puesto que habría que atravesar territorio de los Lantares…
Según recordaba, gracias a Dhi las Talkinq y los Lantares habían hecho las paces, con lo que no entendía del todo. Logré sacarle suficiente información a Mina, por lo visto, más de trescientos años antes, el pueblo Lantar se fracturo en tres clanes, los Lantares y haciendo frontera con las Talkinq, los Ekates y los Korhisas, estos dos últimos volvieron a empezar con sus razzias contra las Talkinq para evitar que ayudasen a los “Lantares” en su guerra, el problema que surgió al finalizar esta, es que debido a esta fractura, ambos clanes eran mucho más débiles que ellas puesto que los Lantares mantuvieron las relaciones y se llevaban bien, no pudiendo forzar tampoco una tregua. También me explicó que los Lantares habían perdido buena parte de sus territorios, varias aldeas habían cambiado de lealtades, unas se habían incorporado a las aldeas Nómadas de los Territorios de las Tribus debido a su debilidad, y otras se habían incorporado con sus terrenos a grandes tribus como los Tairas o los Tumbares. Estos dos últimos además se vieron arrastrados a su vez a la Guerra Civil Lantar, también ellos sufrieron importantes pérdidas nominales de territorios al tener que reagruparse varias aldeas por las pérdidas de la guerra…
Nuestra ruta más directa de acuerdo a nuestra situación según lo que dijo Mina, seria atravesando territorio Ekate, internándonos luego en los enormes bosques de Khal-Tor-Khild para salir ya al sur del territorio Talkinq, y aquí es donde la conversación se puso interesante con Mina…
- Bien, todo eso lo entiendo, tendremos problemas con los Ekates, pero no creo que supongan un gran problema, si nos atacan… bueno… peor para ellos…
- Si bueno, no creo que sean un problema, ciertamente, pero no es eso lo que te quería comentar específicamente.
- ¿Entonces?
- Bueno, cuando lleguemos a Territorio Talkinq las cosas cambiaran…
- Lo sé, me dijiste que es un matriarcado, pero no veo… tu eres quien mandas, no creo que suponga… -me interrumpió.
- El problema soy yo misma, yo soy Talkinq, y cuando entre en el territorio, posiblemente tengamos algunas… dificultades…
- ¿Te consideran quizá una Renegada? –pregunte serio.
- No, no, para nada, no es eso…exactamente… Veras, no es que sepan que soy la Bruja Roja fuera de las Tierras Salvajes, que posiblemente si lo sepan, pero allí ese nombre no tiene efecto. Para las Talkinq soy una de sus hechiceras… y bueno, digamos que tengo un estatus un tanto… particular… -dijo.
Mina estaba visiblemente nerviosa por lo que fuese que pasaba, pero por otro lado, por fin conseguía saber con certeza de donde procedía, y de algo estaba completamente seguro del todo de forma definitiva, Mina era de mi sangre, aunque eso ya lo sospeche dada la presencia en ella de magia Arcana. Pero ahora, me preocupaba otra cosa diferente en ella, ¿qué demontres se suponía que era lo que llevaba buscando doscientos años? Empezaba a temerme, que realmente, Mina, me estuviese intentando encontrar a mí… Solo pensarlo, me hizo fruncir el ceño, no era lo que me gustaría que fuese, pero si era una de mis descendientes, podría saber bastantes cosas sobre mi puesto que tanto Dhi como Khala me conocieron “bastante bien…” Bueno, si lo confirmaba, vería que hacer llegado el momento… Le reste importancia a lo que me contaba, transmitiéndola toda mi confianza en sus acciones y decisiones que tomase al respecto… tras ello nos volvimos a poner en marcha.
Seguimos camino, nos desviamos un poco hacia el este, teníamos intención de entrar en territorio de los Tumbares, y desde allí cruzar por el territorio Ekate y adentrarnos en los bosques, donde nos podríamos considerar, según Mina, a salvo de ellos, puesto que los Lantares, solían ser un tanto renuentes a adentrarse alegremente en las profundidades de Khal-Tor-Khild. Obviamente, como me explico Mina, controlaban sus territorios en los bosques, pero digamos que era un control más nominal que efectivo, solían entrar y salir con suma rapidez, incluso cuando cruzaban para saquear territorio Talkinq, solían cruzar muy veloces, y es que, tanto en uno como en otro pueblo, se temía a lo más profundo de esos bosques debido a viejas leyendas… aunque al mencionar esta última parte, una extraña sonrisita irónica cruzo la cara de Mina, lo que me hizo sospechar aún más, de cuanto conocería sobre mí realmente.
Justo antes de entrar en territorio de los Tumbares, Mina cambio sus ropas, paso a vestir la típica vestimenta Talkinq. Falda corta de cuero, botas de cuero hasta justo bajo la rodilla, corpiño de cuero muy ajustado, mostrando claramente sus atributos y por supuesto, sus armas, espada bien visible y un arco colgado del lateral de su silla, colgando de la grupa del caballo el carjad con las flechas. El problema de esto, es que llevaba bastante ya sin pasar una noche divertida con una mujer, y el tener a una como Mina a mi alcance, con ese cuerpazo, mostrando carne como mostraba… buffff, me estaba poniendo malísimo.
Según me dijo Mina, los Tumbares no tenían problemas con las Talkinq, no es que fuesen muy allá entre ellos, pero no se molestaban. Dado que solo entraríamos en los límites de su territorio, esperábamos no tener conflictos con ellos. El motivo para hacerlo de este modo y no por Territorio de las Tribus, es que era menos probable la presencia de problemas por esa ruta, aunque esto se terminaría en cuanto entrásemos en territorio Ekate, nuestra idea era refugiarnos por el día y avanzar con calma por la noche, tratando de evitar de ese modo posibles problemas.
Llevábamos un par de días andando por territorio de los Tumbares, cuando…
- Val… -me hizo un gesto con la cabeza.
- Lo sé… me di cuenta hace un rato… creo que son ocho…
- Si, son ocho… son Guerreros Tumbares… no pasara nada, pero no hagas nada “extraño” y no nos molestaran. Solo somos una guerrera Talkinq y uno de sus “hombres”.
- Vaya, supongo que por lo que dices no es algo extraño que suceda, ¿no?
- No, no lo es, entre los Tumbares y las Talkinq hay una excelente relación, de hecho ambos pueblos suelen usar el territorio del otro para sus comercios o visitas a otros pueblos, como los Koh, Las Tribus Pueblo, los Tarhaxas y otros. Por eso mismo, mientras que solo nos limitemos a circular por su territorio estaremos a salvo.
- Entonces… ¿no podríamos ir directamente por su territorio hasta territorio Talkinq?
- Si, podríamos, pero sería desviarnos bastante, además, tendríamos que cruzar entre los territorios por el bosque, y esa zona es muy intrincada, más de lo que pueda parecer… serian casi un mes más de viaje el desviarnos…
- Entiendo… un mes entero…
- Sí, eso como poco, se acerca el invierno, y aunque por aquí no afecte mucho eso, puesto que la temperatura no será excesivamente baja…
- Ya… las montañas y los páramos…
- Si, allí es imposible… aun así, aún sin contratiempos, puede que nos veamos obligados a permanecer un tiempo en territorio Talkinq a poco que se adelante el cambio de estación…
- Es posible, vamos un poco justos, pero una vez en los páramos, el cambio de estación sería un problema menor sabiendo moverse por ellos… y tu supongo que sabes, ¿no?
- Si, si se, y tienes razón en ello, pero no con las montañas, en invierno, en cuanto empiecen las nieves, quedaran cerrados…
- Y si nos pilla al otro lado, nos quedaríamos en los páramos…
- Sí, pero podríamos ir hacia el Este o el Oeste cruzando, evitando las montañas, podremos llegar al sur por la costa…
- ¿Y los hombres del Norte?
- Soy Talkinq, si la 18ª Aldea nos da su apoyo, podremos cruzar por su territorio con un salvoconducto, tienen una serie de acuerdos con ellos… pero habría que conseguirlo… y eso… bueno, será más complicado.
- Ya, entiendo… pues nada, vamos entonces, adelante… -dije poniendo el caballo al trote.
Entre la información actualizada que saque de Mina con respecto a las Talkinq, estaba el hecho de que las 18 Aldeas, ahora eran 24, que seguían con la misma peculiar forma de organización con referencia a su importancia, solo que, la 18ª Aldea, quedaba fuera de esta. Las 23 restantes Aldeas eran las que elegían al triunvirato, la 18ª desde tiempos de su fundadora real para todas, Dhialmina Ard-Lackluhd, del clan Esghiberdh, se abstenía de participar en ello, como resultado su situación en el “ranking” de Aldeas era solo simbólico, manteniendo siempre el 18º lugar y su nombre, 18ª Aldea, aunque por su poder real debería de ser la primera y con mucha diferencia sobre las demás. Pero era un estatus que a todas ellas convenía mantener, aunque obviamente, a cada una de las Aldeas por sus propias causas.
Recuerdo que cuando Mina me lo estuvo contando, no pude evitar sonreír, al darme cuenta de que Dhi había conseguido lo que quería, que su Aldea, que su clan, quedase al margen por completo de la compleja política de su pueblo, consiguiendo de este modo su propia estabilidad casi perfecta. Sin embargo, un hecho que nadie pudo prever, o más bien, que ni ella ni yo pensamos cuando hablamos sobre sus planes, fue que la 18ª Aldea, precisamente por su especial situación con respecto a las demás, se fuese a convertir en una especie de… “oasis” Talkinq para solucionar sus problemas, considerándola como terreno neutral, y cargándola con todas las grandes reuniones de su pueblo. Se celebrasen donde se celebrasen, cuando necesitaban un mediador, siempre recurrían a alguien preeminente de la 18ª Aldea.
En esto, especialmente La Matriarca de la 18ª Aldea y su Gran Hechicera, eran consideradas neutrales, y lo suficientemente sabias como para poder mediar en los problemas graves, ya que si estaban en ese puesto era por su especial saber, evitando por otro lado que el triunvirato tuviese que actuar contra nadie, generando los consiguientes recelos por sus anteriores “filiaciones”… Mina cuando me dijo que era Talkinq, me especifico que pertenecía a la 18ª Aldea, lo que durante el trayecto, podría ser un pequeño inconveniente, y aunque tampoco tenía muy claro por qué… lo pase por alto, más preocupado en esos momentos por lo que me empezó a contar sobre los Ekates y sus costumbres.
Salimos del territorio de los Tumbares y entramos en el territorio Ekate, nos quedaban bastantes días para poder adentrarnos en los bosques, donde estaríamos más seguros que allí, en terreno abierto. Procurábamos pasar desapercibidos en lo posible, aunque resultaba complicado… aprovechábamos en lo posible las vaguadas, pequeñas arboledas para acampar, cauces secos para caminar por ellos al estar más bajos que el terreno circundante, procurábamos usar todo lo que nos permitiese permanecer más o menos ocultos a grandes distancias, de ese modo, recorrimos casi todo el trayecto hasta los bosques.
Al final lo que nos temíamos sucedió, una partida de guerreros Ekates nos localizó… aclaro que en ese instante, Mina volvía a vestir su indumentaria normal, al salir del Territorio de los Tumbares, había vuelto a cambiarse. Los guerreros cuando nos localizaron se quedaron por un par de minutos parados, para de seguido ponerse en movimiento hacia los dos, por suerte solo se trataba de cinco guerreros, o más bien, de dos hombres jóvenes y tres chicas que aparentaban estar cazando cuando se toparon con Mina y conmigo.
Cuando llegaron a nuestra altura estuvieron interrogándonos, al final logramos convencerles, primero por el hecho de contestar yo, segundo porque Mina parecía bastante sumisa conmigo, algo que sería imposible de fingir para una Guerrera Talkinq… aunque cuando se fueron…
- ¿Qué crees? –me preguntó Mina.
- No lo sé, creo que se lo han tragado, pero tengo mis dudas, además, se supone que vamos a territorio Talkinq para comerciar con ellas… En mi opinión y por lo que has contado, se han conformado muy rápido… pese a ser tan jóvenes
- Sí, eso mismo pienso yo, deberían habernos puesto pegas o intentado por todo los medios que comerciásemos con ellos y no con las Talkinq. Creo que buscaran a sus mayores para que sean ellos quienes decidan que hacer…
- Si, también lo creo así, mandaran a las chicas como mensajeras y los otros nos tendrán controlados…
- No creo que hagan nada mientras estén solos, para ello esperaran a que entremos en el bosque y nos adentremos un poco en él…
- Pues veremos de que no tengan mucho tiempo para arrepentirse de ello si es lo que hacen.
- Siempre y cuando no les dé tiempo a sus guerreros a llegar antes de que podamos meternos al bosque…
- No creo que le dé tiempo, eso sí, debemos de seguir avanzando sin detenernos, dejaremos claro que no queremos más compañía, pero mejor que nos pille allí que aquí, que estamos al descubierto –dije.
- Si, allí será mucho más fácil poder matar a todos los que vengan a “investigarnos” –dijo Mina con malignidad.
- Vaya, veo que tu vena Talkinq sale a flote…
- Bueno, soy Talkinq, que esperabas, no me gustan los Ekates. No les mataría por matar, pero si me atacan, para mí es un placer el poder masacrarlos… y espero que los que vengan nos ataquen -dijo Mina con ferocidad.
Me sorprendió como habló, en el tiempo que llevaba con ella no le había visto hacerlo de ese modo, estaba claro que aquello era algo personal para ella, supuse que quizá, algún altercado con ellos le hubiese costado la vida a alguna persona cercana a ella. Solo siete horas después nos internábamos en los bosques de Khal-Tor-Khild, mientras a lo lejos veíamos el polvo que debían de levantar un buen número de caballos… Una vez dentro y en un descuido de mina logre poner un Halcón Azul en el cielo, y me descubrió que ese polvo pertenecía a una veintena de guerreros Ekates que se dirigían hacia nuestra posición, por lo que continuamos internándonos en los bosques sin detenernos…
CONTINUARA