Crónicas de Vhaalzord - Libro 19 - 1
Val retorna a las Tierras Salvajes junto a Mina Las leyendas de las Tribus dicen que El que cabalga con los Muertos un día regresará y cuando lo haga, todo aquel que no se aparte, marcara su camino con su sangre
CRONICAS DE VHAALZORD
Libro - 19
Capitulo- 1
Entramos en las Tierras Salvajes disponiéndonos para atravesar el Territorio de la Tribus. Incluso en mi época, era un riesgo atravesar este lugar, por el circulaban un número no definido de tribus en constante migración y cambios en sus alianzas, aunque todas tenían una cosa en común, enemigas o no enemigas, se unían ante cualquier intento de intrusión de mas allá de las montañas. Las tribus podían ir desde las pequeñas con apenas un par de cientos de individuos a las más grandes con varios miles. Más allá de estos territorios y en esta zona de las Tierras Salvajes, estaban los territorios de las más poderosas de todas, aquellas capaces de defender su propio territorio como si de una nación se tratase, Lantares, Talkinq, Nishuaras, Nirex, Pamanes, Baletes, etc, aunque ciertamente ahora, tras seiscientos años de no moverme por el mundo, estos conocimientos prácticamente no valían nada… Aunque albergaba ciertas esperanzas sobre eso, ya que esas tribus durante más de dos mil años demostraron ser las más estables de todas ellas en sus territorios y organización, podían ceder o aumentar sus territorios en mas o en menos en guerras entre ellas, pero siempre dentro de unos márgenes.
Pero esta zona del sur era otro cantar diferente, en estas zonas las tribus no era suficientemente poderosas como para establecerse y proteger el territorio, por lo que eran nómadas, respetándose entre ellas hasta cierto punto, pero no reconociendo territorios a nadie… siendo, extremadamente agresivas con los extranjeros. Cuando entramos en la zona desde las montañas, la primera orden de Mina fue la habitual, dejarla hablar siempre a ella, añadiendo después, que para efectos, yo, como si fuese mudo.
Llevábamos un par de días en los Territorios de la Tribus, cuando Mina…
- No hagas el menor movimiento, tenemos compañía…
- Seis o siete, ¿no?
- Si, seis, veo que te diste cuenta.
- Fue fácil, no es que hayan hecho mucho esfuerzo por ocultarse mientras nos seguían, lo cual tampoco es que entienda mucho.
- Tiene su explicación, son guerreros Kolima y rarísima vez van en tan pequeño grupo cuando están en partida de guerra… fíjate bien en ellos.
- Si, entiendo, luego por lo que dices, supongo que no muy lejos andarán mas guerreros.
- Si, debería de haber si no me equivoco, como mínimo una veintena más de ellos por algún lado.
El problema, es que yo no tenía ni un solo espía a nuestro alrededor para darnos aviso de problemas, ya que últimamente Mina parecía especialmente observadora conmigo. A esos seis hacia como siete u ocho horas que los había detectado, igual que ella más o menos. Los guerreros llevaban pantalones de piel con flecos en los laterales, chalecos de piel curtida en mínimo de cuatro capas sin mangas que hacía las veces de armadura, e iban armados con lanzas y arcos, más los correspondientes cuchillos en sus cinturas, lo que serian más o menos equivalentes a una daga pesada. Llevaban ciertos adornos en las armas y la ropa que indicaban que iban en son de… digamos que exploración con intereses de rapiña sobre quien se encontrasen… y eso les había sucedido con nosotros, además uno de ellos tenía todas las trazas de ser un hechicero, que suerte.
Media hora después aceleraron el paso mostrándose ya descaradamente, avanzando directos hacia nosotros…
- Lo que sea que tengan en mente, ya lo tienen listo para venir de este modo tan directo –comenté.
- Supongo que el resto de guerreros ya tomo sus posiciones rodeándonos, veremos cómo se muestran y en que terminamos. De todos modos, recuerda, déjame a mí…
- Entendido, te dejare a ti la conversación con ellos…
- No, no solo eso, quiero que te mantengas apartado de nosotros, cuando se acerquen saldré a su encuentro, tu quédate parado donde yo te diga, vamos a ver si podemos salir de esta sin tener que luchar…
- No hay problema, pero ve con cuidado, si te alejas mucho no podre hacer nada…
- Lo sé, y tranquilo, se lo que me hago, no es la primera vez que estoy por aquí…
Mina salió a su encuentro, no sé bien que hablaron o dejaron de hablar, lo cierto es que una media hora después se volvió a acercar a mí diciéndome que ya estaba solucionado, aunque nos habían invitado a su aldea y no teníamos otra opción que aceptar. Eso de que nos invitaran a su aldea y considerar que ya estaba todo arreglado, como que me rechinaba un poco, Mina diría lo que quisiese, pero yo no me fiaba, aunque cierto es, que tampoco es que la viese a ella muy allá pese a lo que me dijo y el aspecto de seguridad que me trató de transmitir. Pero peor se puso cuando a medida que nos acercábamos a su campamento se nos empezaron a unir abiertamente el resto de los guerreros que nos habían estado siguiendo…
- Y bien Mina, ¿qué es lo que ocurre?
- Nada
- Si tú lo dices –suspiré.
- No entiendo…
- Si, si que entiendes. Cuando fuiste a hablar con ellos, se mostraron abiertamente, orgullosos de ser guerreros, confiados, sin embargo, cuando regresaste a mi lado, esa no era la impresión que daban, especialmente su hechicero, parecían cautelosos… Solo se han ido uniendo a nosotros el resto de los guerreros al ir llegando a su aldea… ¿Qué pasa?
- Eres intrigante, ¿sabes?, dudo que ningún otro sin conocer sus costumbres se hubiese dado cuenta de nada…
- No me hace falta conocer sus costumbres Mina, te conozco a ti y conozco a los guerreros, y estos últimos, por lo general están todos cortados por el mismo patrón…
- ¿Y yo?
- Tú, bueno, es obvio que redujiste el uso de tu poder durante el camino, y ese hechicero ha estado muy pendiente en todo momento de ti. A mí me han ignorado, pero a ti no, ni por un solo instante, y los guerreros que nos flanqueaban, llevaban los arcos en las manos con una flecha lista… Todos ellos te apuntaban a ti, lo que es raro…
- Muy bien, creo que por algún motivo, no paro de subestimarte… El hechicero se dio cuenta de que soy maga, pero no tiene claro de a que niveles tengo poder, por otro lado… -iba a decir algo pero pareció cambiar de opinión-.Bueno, digamos que no les conviene mucho ponerse en mi contra… podrían tener problemas… antes o después.
- Bien, de acuerdo, seguiré como hasta ahora.
- ¿Y ya está? –pareció sorprenderse.
- Si, tú mandas, tú decides que hacemos, de modo que… bueno, esperare acontecimientos…
- Val, sigo diciéndote que eres extraño, muy, pero que muy extraño… -de seguido murmuro- y cada vez más…
Hice caso omiso del comentario entre dientes, no variando mi posición o movimientos en nada. Una de las cosas de las que me había preocupado mucho de mantener con los Guerreros Kolima, era un perfil bajo de amenaza para ellos, al punto, de que cuando estábamos llegando a la aldea, prácticamente ninguno de ellos me vigilaba ya, casi podría decirse que ni me miraban… solo tenían ojos para Mina. La situación, por mucho que ella explicase e intentase tranquilizarme, no me gustaba en absoluto, digamos que me olio problemas, y a no tardar mucho además.
Cuando entramos en la aldea, todo el mundo a nuestro paso se quedaba mirándonos, algo por otro lado nada extraño. Lo que si resulto raro, fue que nos llevasen de entrada a ambos a una tienda, nos hiciesen entrar de manera extremadamente educada, pusiesen tres guerreros en la puerta y desapareciese de allí todo el mundo…
- Tranquilo, no pasa nada…
- No he hecho comentario ninguno –sonreí.
- Ya, pero te lo digo por si acaso estas intranquilo.
- No, la verdad es que no.
- Bien, creo que estarán convocando a los ancianos y hechiceros a un círculo… -me miro especulativa-, ¿sabes qué es eso?
- Pues mira, la verdad es que no –mentí como un bellaco.
- Ya… seguro –me miro dudando de si creerme o no.
Sabia de mi época, que cuando las tribus reunían a ancianos, hechiceros y Guerreros en un círculo de decisión, normalmente no solía ser por nada bueno, aunque al principio pudiese parecerlo. Normalmente las decisiones las tomaba el consejo de la tribu, los ancianos se asesoraban por los mejores guerreros y los hechiceros, pero solo eso, solo asesorarse. Si por el contrario se trataba del llamado “circulo de decisión”, entonces tanto guerreros como hechiceros tienen voz y voto en la cuestión a tratar, pero esto solo se hace en casos o situaciones extremadamente graves….
Por la noche, entraron en la tienda cuatro guerreros para acompañar a Mina ante el consejo de ancianos por lo que dijeron. Pude observar un par de cosas curiosas, primero, y muy claro, la preocupación de Mina, segundo el mal disimulado desprecio con el que los guerreros me miraban, se me empezó a agudizar la sensación de que todo aquello no iba a terminar bien, pero que nada bien. Mina regresó un par de horas después, si cuando salió se la veía preocupada, cuando regresó estaba de verdad y clarísimamente muy preocupada por lo que fuese que hubiese sucedido…
- ¿Y bien?
- Problemas, y grandes –dijo lacónica.
- Eso lo he supuesto desde el principio, ¿pero qué problemas?
- Quieren que haga de intermediaria con una tribu rival con la que parece que han tenido disputas muy serias y perdieron de la peor forma, por lo que necesitan un “embajador” neutral…
- Bien, hasta aquí lo entiendo, consideras que es peligroso para ti, bueno, yo estaré allí para protegerte, y creas o no en mi, te garantizo que estarás a salvo…
- No, tú te quedaras de rehén para garantizarles que llevare a cabo mi misión y luego regresare por aquí para dar cuenta y buscarte.
- No me gusta pero lo veo lógico desde su punto de vista, sabes por otro lado que no tendría problemas a escaparme tranquilamente la primer noche, así que, ¿Cuál es el verdadero problema con los Kolima?, porque estoy seguro que el problema son ellos…
- Si, el problema son ellos, tienen muy mala fama, sus promesas son como el viento de frágiles, si eres más poderoso las mantendrían, pero en nuestro caso me generan dudas, y muy serias. Si me descubriese como la Bruja Roja serían muy cuidadosos, pero generaría otro tipo de dolores de cabeza… de verdad que es un dilema.
- En serio, no te preocupes por mí, no correré peligro mientras te este esperando aquí, se defenderme, y te recuerdo qu… -me hizo un gesto y un mohín.
- Lo sé, lo sé, eres un Ejecutor, no un hombre normal, lo se
- Pues entonces perfecto, si quieres nos largamos esta noche, no me sería muy complicado librarme de los guardias, conseguir los caballos, nuestras cosas e irnos tranquilamente.
- Y por la mañana nos darían caza, yo soy poderosa, pero un par de cientos de guerreros acompañados de casi una decena de hechiceros me superaría un poquito, sabes.
- ¡¡Ohh!! Vaya, no lo había pensado… -sonreí-, entonces… ¿¿¿debería de matar treinta o cuarenta guerreros para darles en que pensar antes de escaparnos???
- Jajajajajaja, muy buena la broma, lo pasaremos lo mejor posible, intentare conseguir lo que desean y luego, bueno, veremos de convencerles de que les conviene acatar nuestros pactos….
- Está bien, como tu decidas, acatare lo que digas –sonreí-, pero no lo decía en broma...
Vi que se me quedaba mirando fijamente, como evaluando si lo que decía era de verdad en serio o solo bromeaba con ello, por su gesto final me pareció que no le quedaba muy claro, aunque obviamente, sí que había hablado completamente en serio. Si lo que Mina decía era cierto, objetivamente hablando la mejor opción que teníamos era la que ella proponía, otra opción más drástica seria confesarle de verdad quien era, llamar a mis guerreros con algunos lobitos para dejar una “huella” perpetua y que nos permitiesen seguir pacíficamente nuestro camino. Sería perfecto, pero no realista por mi parte, por un lado no me quería descubrir, y por otro Mina no me dejaría hacer una masacre para escapar, de modo que no tendría más opción que esperar pacientemente…
Por lo que me dijo Mina, los Kolima debían de haber ofendido gravemente a una tribu relativamente cercana a ellos, los Dharaka, Dhakara, Dakhare o algo así, no tenía muy clara la pronunciación de su nombre. El caso es que esa tribu era como veinte veces más poderosa que los Kolima, si estos podían levantar unos trescientos guerreros o así, los Dhakara, o como se digan, fácilmente podrían llegar a los tres o cuatro mil… era el tipo de situación, en la que los Kolima se solían mantener con gran fidelidad dentro de los acuerdos… Por lo que parece, un guerrero Kolima se prendo de una mujer Dhakara y la secuestro, su marido parece que no se lo tomo muy bien, especialmente cuando recupero a su esposa y se encontró con que había sido violada repetidamente por el guerrero Kolima… Ese era el origen del “problema”, que el marido quería la cabecita del agresor, hijo de uno de los ancianos Kolima…
Si bien la situación evidentemente no me gusto, y además me sonaba “extraña”, no tenia argumentos para oponerme a la decisión de Mina de hacer lo que pedían y de ese modo luego, obtener su ayuda para llegar al Norte de los Territorios de las Tribus. Mina partió de la aldea de los Kolima acompañada de diez guerreros, se despidió de mí en la salida de la misma, me cruce de brazos entrecerrando los ojos, viéndola marchar. Cuando mire de reojo a los ancianos, que también habían ido a despedirla, vi en sus caras una sonrisa que no me gusto ni media… Decidí acercarme a ellos e intercambiar alguna que otra palabrita…
- Espero que cumplan con su palabra…
- No se preocupe, haremos lo que debamos hacer –sonrió mirando con menosprecio.
- Sabe, me da la impresión de que se están ustedes equivocando, y no saben bien de qué manera, procure mantenerse fieles al acuerdo a que llegaron con nosotros…
- ¿O si no que?, hombre débil… -gruño un guerrero que había cerca.
- ¿Hombre débil?
- Si, no eres ni siquiera hombre, dejándote manejar por la mujer… -escupió sobre mi-, das asco y denigras con tu presencia a los guerreros Kolima…
- Si vuelves a faltarme al respeto como acabas de hacer, puede que no tengas oportunidad de repetirlo, ten cuidado con este hombre débil…
Nuevamente me escupió, y solo tres segundos después estaba en el suelo, cogiéndose desesperado el cuello, de un golpe con el filo de la mano le había golpeado la tráquea, por lo que se estaba ahogando… Mire fijamente a los demás guerreros y a los ancianos…
- Que no tenga mis armas conmigo no significa que no pueda mataros, procurad no volver a equivocaros con nosotros o lo tendréis que lamentar hasta extremos que ni soñáis siquiera, Kolimas… esta vez vivirá… pero solo por esta vez…
Nadie dijo nada, pero resultaba evidente que lo del guerrero que acababa de derribar me la tendrían guardada, posiblemente lo único que impidió que reaccionaran contra mí es que Mina aún estaba muy cerca, lo cual era muy mala señal. Estaba preocupado, no creía que Mina hubiese sido enviada para negociar, cada vez visto lo visto estaba más convencido de ello… el problema era moverme y equivocarme, tendría que dar muchas explicaciones que no pensaba, o más bien, que no quería tener que darle a ella. Los guerreros Kolima que la acompañaron regresaron unas noches más tarde, a la hora de haber vuelto, cuatro guerreros entraron en la tienda en que dormía y me sacaron de allí arrastras…
En nada de tiempo me encontré en medio de un círculo formado por prácticamente toda la aldea Kolima, veía como desde los guerreros a los niños, pasando por las mujeres o los ancianos, todos ellos llevaban algún tipo de arma en sus manos. Las mujeres y los niños llevaban pequeños cuchillos, los ancianos hondas y los guerreros, arcos o lanzas. Conocía aquello, si no había cambiado mucho en todos estos siglos en que permanecí… fuera del mundo, pensaban matarme entre todos en una ceremonia ritual de sacrificio. En primer lugar los guerreros causaban al cautivo alguna herida que le impidiese escapar, luego eran mujeres y niños con sus cuchillos quienes le daban muerte, una muerte de lo más dolorosa y horrenda, los ancianos con sus hondas se encargaban de que el prisionero no fuese capaz de hacer nada contra ellos mientras daban cortes.
No fui capaz de impedirlo, no pude evitar reírme al ver aquello…
- Antes de empezar, decidme, que pasa con mi compañera, ¿creéis que cuando regrese se tomara bien todo esto?
- Tu compañera fue entregada como esclava como compensación por el daño que los Kolima causamos, jamás volverás a verla, entre otras cosas porque tu morirás ahora…
- Jajajajajajaja, no tenéis ni idea de lo que habéis hecho, ni la mas mínima, acabáis de sentenciar a todo vuestro pueblo a muerte…
- El hombre débil esta volviéndose loco… -dijo un risueño guerrero, el mismo que derribe cuando Mina se marchó.
- Que pasa guerrero, ¿no aprendiste?
- Esta vez no podrás traicionarme…
- Vas a morir Guerrero… créeme que esta vez no saldrás vivo… pase lo que pase aquí…
- Estás volviéndote loco por el miedo hombre débil, el que morirá aquí hoy eres tu…
- No, no estoy volviéndome loco, no, para nada. Solo me regocijo en la cantidad de gente que voy a matar esta noche, matare hasta el último Kolima, pero el primero, serás tú… –dije no pudiendo evitar sentir una alegría salvaje solo de pensarlo.
- Desvaría, pero da igual, así será más divertido… -repuso un anciano.
- ¿Eso creéis, que desvarió…? –sonreí malignamente- creo que los Kolima, como muchos otros pueblos han perdido importantes historias que contar a los niños… Como por ejemplo la ancestral historia del que cabalga con los muertos… -dije haciendo referencia a mi propia leyenda entre las tribus- …algo que nunca jamás deberíais haber hecho Kolimas.
- Conocemos ese viejo cuento forastero… no nos impresiona. Somos Kolima, somos los mejores guerreros, no le tememos a nada, si apareciese, también le mataríamos –dijo orgulloso uno de los guerreros dando un paso hacia mí.
- Me alegro muchísimo de ello… porque casualmente… yo soy aquel que camina con los muertos –mi voz se torno gélida-. ¡¡¡Yo soy Vhaalzord, El Nigromante!!! –tras esto reclame mi Shilkka- ¡¡¡Y de nuevo he regresado a estas tierras...!!! –mi voz sonó salvaje.
Después de esto todas las risas se cortaron en seco, pero no solo por reclamar mi Shilkka, que apareció de la nada en mis manos, que por cierto, con un solo movimiento la moví contra el guerrero de la vez anterior y literalmente le corte por la mitad, la hoja de la Shilkka le partió por la cintura. Las risas se cortaron, porque mientras hacía esto y me reía a carcajadas de forma realmente maligna, mis ojos se transformaron, se volvieron pozos negros sin fondo, y mi poder Oscuro de Nakriss se desplego en torno a mí en forma de poderosos zarcillos defensivos que empezaron parecer buscar a mi alrededor a quien golpear…
Tras esas dos acciones deje muy claro, primero que era un mago, que no es que fuese algo que nunca hubiesen visto excepto por mis “particularidades” al hacerlo, y segundo, que para sus hechiceros quedo claro que mi poder estaba muchísimo más allá de su alcance o de cualquier cosa que antes hubiesen conocido… Los ancianos lanzaron contra mí con sus hondas, pero ni un solo proyectil fue capaz de alcanzarme. Sin embargo, lo que sin duda aterró a todos los Kolima tan solo segundos después de eso, fue la repentina y violenta aparición junto a mí, rodeándome en el círculo de acero, protegiéndome, de una veintena de poderosos guerreros Khulgan y cuatro de sus magos junto con el jefe de todos ellos. Estos de inmediato, nada más volverse formas consistentes y sin esperar orden ninguna, se lanzaron de inmediato a matar a todo el que estaba a su alrededor, sin mirar si era niño, hombre, mujer o anciano, todos eran sus objetivos y los exterminaban de la manera más cruel que nadie pudiese imaginarse. Junto a estos, otra treintena de Khulgan más, pero esta vez en la parte exterior de la aldea, rodeando el circulo de muerte de los Kolima, también aparecieron una veintena de Lobos Espectrales, que entrando a la carrera junto a los guerreros se lanzaron sobre los Kolima por su espalda…
Mi objetivo eran los ancianos, quería matarlos yo mismo, sin embargo, al ponerme en marcha mi primera víctima fue un crio de unos ocho años. Aterrado al verme avanzar alzo su pequeño cuchillo adoptando una especie de aterrada posición defensiva, sin inmutarme, descargué un tajo vertical sobre él con la Shilkka que le partió en dos… Haciendo un pequeño giro, aproveche el impulso que llevaba la Shilkka para matar también de paso a la madre, que se había lanzado en un vano intento de proteger al chico.
Ante mi paso un Lobo Espectral con lo que quedaba de un bebe en las fauces, terminando de devorarlo. Yo seguía con mi idea inicial, al final logre capturar uno de los ancianos, que me fue entregado por un Khulgan, ya que pese a mi sed de sangre, tuve aún la suficiente sangre fría de marcar a tres de ellos para que quedasen vivos, me lo tiró a los pies desde casi diez metros de distancia… quedando algo maltrecho por el impacto, por cierto. Al final pude leerles la mente a los tres, enterándome de muchos datos sobre lo de Mina, tras la lectura les degollé tranquilamente con el filo de la Shilkka. Una vez conseguido los datos que necesitaba, me dirigí ha recuperar mis cosas, también había obtenido la información sobre donde estaban, mientras mataba usando la Shilkka a todo el que tenía la mala suerte de cruzarse conmigo, fuese quien fuese, sin distinciones.
Mientras me movía vi todo tipo de atrocidades sin que me inmutara en lo más mínimo, vi cosas a cual más salvajes. Una de las veces pude ver avanzar un Guerrero Khulgan con un niño de unos dos años o menos en sus manos, con una le sujeto por la cintura, con la otra por la cabeza, le vi tirar y literalmente arrancársela, luego lanzo ambas partes a los lados como si fuesen basura, siguiendo luego con una anciana que se cruzó con él y a la que arranco ambos brazos dejándola allí, para que muriera agonizando…
Tras recuperar mi equipo, volvi a armarme tranquilamente, salí de la tienda de los ancianos, dirigiéndome a la salida de la aldea, observado como mis Lobos junto con los Guerreros mataban a diestro y siniestro con gran eficacia, arrasando con todo el que se situaba a su paso, incendiando tienda tras tienda también. Antes de llegar al lugar que deseaba, tuve el placer de matar tres guerreros y un mago Kolimas que se interpusieron, al mago le mate de un modo singularmente desagradable para él, claro… Provoque en su interior una lenta pero extremadamente dolorosa combustión espontánea, tardó bastante en morir quemándose por dentro, ya que protegí sus órganos con un escudo para que todo durase mucho más… No me moví de allí hasta que murió a mis pies entre alaridos…
Al llegar a la entrada de la aldea, convoqué un Hrull, monté y volviéndome, di órdenes a Khulgan y Lobos, de exterminar a todos lo que siguiesen con vida de los Kolima, para esto convoque y destaque un nuevo grupo de ocho guerreros guiados por cuatro lobos para cazar a una partida de guerreros Kolima formada por doce hombres que había partido hacia poco, justo el día antes para vigilar los alrededores del campamento… No tenía intención de dejar ningún Kolima vivo tras de mi… mi castigo por su traición era su total exterminio. Desde luego, esa tribu no volvería a romper su palabra nunca más. Solo seis horas después, mi destacamento alcanzó el grupo que buscaba, muriendo allí el ultimo Kolima que aún quedaba vivo… Pensé irónico que las leyendas, al final de un modo u otro terminaban por cumplirse, tal y como decían las de estos pueblos, “El que cabalga con los Muertos” de nuevo transitaba por estas tierras… y lo volvía a hacer como en su época más sangrienta… con un rastro de muerte y destrucción marcando su camino…
Una vez estuve seguro de esto, del exterminio total de los Kolima, desconvoqué mis fuerzas, con excepción de tres Lobos Espectrales que mantuve junto a mí como guardianes y escoltas. Junto a los Lobos dispuse de seis Halcones Azules, que más parecían sombras que Halcones con esos ojos negros, por fortuna volaban tan alto que en ese aspecto no me preocupaban en exceso. A los Halcones les hice adelantarse a nosotros rastreándolo todo en busca del campamento donde hubiesen podido llevar a Mina, ciertamente yo, pese a mantener convocado mi poder, desde lejos parecía un tipo normal sobre un caballo gracias a mi magia ilusoria, pero los Lobos, esos sí que no parecían nada normal… y tampoco fui capaz de camuflarlos de forma más o menos eficaz como pasaba conmigo. Sus Ojos Negros como pozos, sus formas grises y dándoles esa apariencia brumosa, pareciendo que más que animales solo se tratara de vagas sombras, parecían algo así como espíritus terroríficos vagando por las llanuras… en fin, que pondrían la carne de gallina a cualquiera que los viese… Me la ponían incluso a mi…
Tarde apenas cuatro horas en lograr localizar con exactitud el campamento en cuestión, ya que la lectura de los Ancianos Kolima solo me había proporcionado datos generales sobre su posible ubicación…
CONTINUARA